El Mito del Tigre - 2


Capítulo XXXV

¡Hola Chepeño!

   Pues como te decía en mi carta anterior: nos encontramos con El Tigre y su novia. La Chayo bien tranquila, se presentó ante la profesora como gran amiga del Tigre y… ¡¡¡novia mía!!! la maestra sin saber lo que entre La Chayo y El Tigre había pasado antes, se mostró bien contenta y cordial, contándonos que iban a la casa del Embajador a mostrarle los adelantos de mi amigo; nos fuimos los cuatro en una “Balsameña” y yo (el burro primero) junto a La Chayo, nos bajamos en Santa Tecla, ellos continuaron hacia Sanzívar.

     Nosotros llegamos a la casa de la amiga que se marcharía para los 
“   Estamos Sumidos”, era allá por las “multis” de la Monserrat. Fijate Chepisque que, cuando llegamos habían dos muchachas y al rato llegaron otras cuatro más y empezaron a estar bailando y jodiendo, yo -por ser el único hombre- no hallaba ni que hacer hasta que, fue llegando una mamacita bien linda que me dejó con la boca abierta chorreando saliva, se llamaba Paty y tenía el mismo apellido que El Tigre, púchica…

   Después de las debidas presentaciones y con la paja de la coincidencia del apellido de la Paty con El Tigre, la Chayo se puso a contar que los bailes en el pueblo se ponían bien chivos, que los días domingos se ponían bien alegres pues toda la “broza” nos reuníamos en el parque para caminar alrededor de este y que habían mucho de adonde escoger porque los “papasotes” abundaban.

-         ¿A ver cuando me llevan, entonces? (dijo la Paty)
-         Pues cuando querrás ir ya sabes que allá está mi humilde casa, adonde prácticamente estoy yo sola, pues mis papás solo en Sensunte pasan ya, cuidando el ganado y las siembras (la Chayo),
-         Pues avísame cuando haya un buen baile,
-         Claro, ahí te aviso,
-         Mirá Monsiour, ¿y vos sos amigo del Tigre?
-        La verdad, Paty es que ¡somos como hermanos! , nos llevamos muy bien y antes, aquel llegaba mucho a mi casa, en veces hasta allí comía, además hemos andado juntos por varios lugares, jodiendo, vagando…
-         ¿Y de verdad, tiene el mismo apellido que yo? (Paty)
-    Si, fíjate y ¿no serás familia de aquel vos? le pregunté y ella, con una linda sonrisa que embelesaba, solo atinaba a responder...
-         ¡no sé, tal vez!, ¿y el como es? (me preguntó ella),
-         ¡ha!, preguntale a La Chayo, por que ella fue novia de él (contra-ataqué
yo). 

Total que, le desperté la curiosidad y ella, mostraba interés de conocerle.

   Nos regresamos al pueblo y La Chayo quería que me fuera a su casa a cenar con ella pero, solamente la acompañé hasta allí por la casa de la familia Nerio, es decir por la entrada del cementerio porque me acordé que a esa hora, había quedado de verme con la Normita allá por la casa de don Adrián “Pacaya” (QEPD) y me regresé solo a la casa a “shainearme” un poco pero resulta que en mi casa estaba El Tigre quien me contó que el Embajador estaba bien contento y que había conocido su cuarto, en su casa, allá ¡¡¡en la Colonia Escalón!!!

-         ¿Que decís Tigre?,
-    si hombre Monsiour, fijate que me papá me hizo que fuera a ver mi cuarto, vieras que chivo Monsiour, tiene televisor, grabadora y un baño privado, la casa tiene piscina y un gran patio con palos bien altos, ¡¡¡y hasta me ha comprado una bicicleta “Raleigh” nuevecita color rojo, papá!!!,
-         ¿y de verdad está en la Escalón? (lo interrogué),
-         ¡si hombre, de verdad!, está a unas pocas cuadras del paseo, a la altura del Restaurante El Faro, si no me creés podemos ir un día, ¡para que te convenzás!,
-         está bueno, vamos un día.....

    Con la plática se me olvidó la cita con la Normita por lo que, me bañé, comí y nos fuimos al parque del pueblo a ver que onda; sentados en el atrio de la iglesia enfrente del parque platicando con “el Chino Soriano” estábamos cuando, llegó Edwin “Pingüino” (QEPD) comiéndose un “tor-trix”,

-         ¿Que hubo? (nos preguntó),
-         ¡nada!, solo viendo que pasa por acá (respondimos),
-         ¡uta!, ¿ya vieron a las primas de la Estela Rubio?,
-         ¿y esa quién es, vos? (interrogamos),
-   aquella bicha que vive allá por el Barrio Nuevo, ¡cerca de la cancha hombre!,
-         la verdad que yo no sé quien es ella (dijo El Tigre),
-     ¡ma!, Tigre, ¡no te hagás!, es aquella cipota que fue candidata en el baile de los estudiantes de la escuela del “gallinero” hombre, la que tiene ojos zarcos, ¿te acordás que andaba con “El Choco” Ruíz?,
-   ¡ah! (dije yo) es aquella mamacita que iba vestida con un “coverall” morado bien apretadito ¿verdad?,
-         ¡SI!, ¡esa misma! (contestó alegre Edwin)
-         bueno, ¿y que pasa con ella pues? (se metió “el Chino”),
-      ¡vos no te metás que no es con vos! (le dijo Edwin), “estoy hablando con los dueños del circo, no con los micos” (terminó diciendo), al Tigre no le gustó la respuesta de este y se levantó bien bravo, listo para zamparle unos “catos” al “Pingüino” pero, antes de que pasara algo, Edwin le dijo que se tranquilizara y que escuchara lo que le iba a contar. Mi amigo se volvió a sentar en la banca tibia de piedra y cemento del atrio de la iglesia de mi pueblo y dejó que aquel terminara de contar.
-        Es que fijate Tigre que, a mi me da entrada la Estela pero, como siempre sale con sus dos primas, necesito dos aleros para que me hagan barra y pues, yo pensé que vos y El Monsiour tal vez quieran, fijate que, como ellas son de San Vicente dicen que son bien amigas de los músicos de la orquesta de los Hermanos Flores y que, como estos van a tocar en Quezaltepeque este sábado, ellas quieren ir, ¿que dicen?, ¿se animan?, ¿vamos?,
-     este... ¡yo digo que si! (respondí yo) pero, al Tigre, ¡no creo que le dé permiso la profesora! (¡todos! -menos El Tigre- nos pusimos a reír),
-    ¡achís, como que ella me mandara, @%@#$*^%$@! (¡dijo aquel bien decidido!), vamos (dijo, ya bien convencido), pero antes, tenemos que conocerlas (continuó), no vaya a ser que sean unos “sapitos”.....
-    No jodás Tigre, vieras que bonitas están (le respondió Edwin), y si querés, ¿vamos ahorita a la Escuela Trigueros adonde están con la Estela quién está repasando para el acto de la semana cívica?,
-         ¡vamos pues! (dijo El Tigre) y nos encaminamos hacia allá.

    Llegamos y habían cerrado el portón de la escuela; desanimados, pensamos en quedarnos ahí en la acera esperando hasta que terminaran de ensayar y salieran pero, el Chino (que se nos había pegado) sugirió irnos a la vuelta de la manzana y saltarnos sobre el cerco, por la vía del tren, aceptamos la idea y nos fuimos por allá, solo que, al pasar por unas matas de izote, cabalito atrás de la casa de Manuel “Chonte”, oímos un ruido que estremeció las matas y un “quejido” mero raro que (sinceramente -a mi- me puso los pelos de punta) y nos dejó tiesos a todos; no nos movimos por algunos interminables segundos, mientras yo sentía un leve pero penetrante escalofrío, que se me regaba por todo el cuerpo pues, al tratar de detectar lo que causaba aquella pequeña conmoción, solo logramos ver un bulto negro que agazapado se debatía entre las matas y zacatales de aquel lugar, lentamente .....  poco a poco, pudimos observar como, aquella masa negra que se confundía entre la obscuridad de la noche y las sombras de las matas de izotes, repentinamente hizo un movimiento brusco y ..... aparentemente, se abalanzaba sobre nosotros... ¡¡¡¡¡EL CADEJO!!!!! (gritó el Chino) y todos salimos zumbados gritando del miedo; El Tigre y Edwin agarraron recto sobre la línea del tren rumbo a la estación; el Chino y yo, para el otro lado (de regreso), al llegar a la esquina de la tienda de don Abraham Figueroa (QEPD), ya estaban aquellos esperándonos y con una risa nerviosa, nos pusimos a hablar y comentar sobre lo espantoso que había sido aquello; pero, como queríamos conocer a las muchachas, nos fuimos (con todo y el gran miedo) a sentarnos otra vez, a la acera de la escuela y esperar por ellas.

   Hablando jayanadas y babosadas se pasaron como unos 15 ó 20 minutos hasta que llegó Ramiro “Zope” a preguntarnos

-         ¿si habíamos visto su tunca?,
-         ¿que, qué? (preguntamos todos al mismo tiempo),
-         ¿si hombre, díganme si han visto mi tunca?, es que, ¡se sale del patio y se viene a comer los bejucos y matas por estos lados!,
-         este... no, no la hemos visto Zope (le dije yo, pero...),

-        bueno pues, ¡ahí nos vemos! (y prosiguió en su búsqueda).

  Ya nos habíamos concentrado en otras pláticas sobre el Aliancita, sobre el baile del viernes en la tarde en la Uriarte, sobre el próximo torneo de “basketball” que mi primo Jorgito Arévalo (QEPD) estaba organizando, cuando, vimos venir a Ramiro halando con un lazo a su tremenda tunca negra, esta chillaba y pujaba con dolor pero aquel, casi arrastrándola, la traía y al pasar cerca de nosotros, nos dijo: esta hijelagranpeñadenanahuaza estaba zampada allá atrás de la casa de Manuel “Chonte” en medio de unas matas de izote ¡bien tranquila!, siempre le gusta venirse para acá pero, ¡hoy la voy a joder, porque la voy a amarrar bien apretada a esta hija pu…erca! Nosotros, nos quedamos mirando a los ojos y sin decir nada...empezamos a ca....rcajearnos de la risa...

-         ¡Uta! ¿que miedosos somos verdad? (dijo el Chino), ¡hasta una simple tunca nos asusta!,
-         si hombre pero yo les dije que no corrieran (dijo El Tigre),
-         si, yo también les dije cuando vi que ¡era una tunca! (agregó Edwin),
-         a lo que yo les dije: ya que son tan valientes, ¿por qué no se saltan el portón de entrada y se las arreglan con el guardián?...
-         ¡má ve! Monsiour, saltate vos si querés (respondieron), entonces, me puse a reír a boca loca,
-         ¿verdad que solo son pajas, cab...alleros de la mesa redonda?, ¿verdad que sintieron miedo?, ¡así como yo!,
-         ¡si hombre Monsiour! pero, no hay que contarle a nadie ¿oíste?, ¡es que es muy ahuevado que una triste tunca nos haya sacado caqueados!

    Finalmente, las muchachas salieron y se hicieron las debidas “presentaciones” del caso, a mí, me tocó la que se llamaba Ligia, un poco chaparrita pero, ¡de ambiente!, bien alegre y aparentemente sin preocupaciones; ella era de cara redonda y con pelo liso corto, ¡tenía 16 años me dijo!, yo para presumirle, le dije que tenía 18 (apenas iba a cumplir 15); nos encaminamos hacia la casa de la Estela, allá en el colonia Alicia y, al pasar por la casa de la familia Alfaro (de don Jorge y doña Zoilita), oímos una radio que anunciaba: “Las once del once, otra vieja, ¡peeeeero....buena! (¡era la estación “Radio 580 La Pantera de la Juventud!”) y enseguida, se escuchaba aquella linda canción que dice: “Me piden, que me aparte de tu lado, que deje, un momento de adorarte, mi amor, no se extingue fácilmente y no quiero de mi mente separarte, si vagas por el mundo sola y triste, acuérdate de mi por un momento, nunca olvides que en el mundo existe un hombre que te ama y te idolatra...¡eternamente!”¡uta Chepito!, si hasta hoy -miles de años después-, aún re-timbran esas bellas tonadas en mis oídos y en mi memoria, como recordatorio y prueba de una época bella, tierna y ufana, pero también, lejos y pasada ya.....
  
    Ahí te voy a contar otro día lo que sigue ¿oíste?, es que ahora tengo que ir a rajar unos trozos de palo.

    Te pido que no te olvidés hermano, de sentirte muy orgulloso de saberte “un biennacido buchón” pues eso, -aunque algunos quieran obviarlo- ¡es un gran honor y una profunda satisfacción!
  
    Salú, 
    El Monsiour.

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Capítulo XXXVI


Hola Chepetonio;

Fijate que me han escrito Letty Gómez quien me dice que como ya le arreglaron su computadora, ya leyó acerca de las aventuras de mi chero El Tigre, igualmente, Gladis Soriano me dice que le ha estado siguiendo la pista al mentado Tigre, también Oswaldo Jacobo me ha hecho sentir muy emocionado con sus amables palabras con las que me dice que le gusta el estilo de escribir mis “Babosaditas” porque el se siente como “atrapado” por la manera que narro y describo las cosas; me dice que no ha leído los últimos 5 cartas que te he mandado (que con esta serán ya 6) pero, le he “sentenciado” que si no se apura y las lee todas, le voy a tener que dejar un “deber” sobre esta “Babosadita” mía del Tigre.

Bueno pues, como siempre ha sido mi intención de unir a todos/as los/as bien nacidos/as buchones/as, traigo esta mi treintaiseisava carta con mucho gusto para todos/as pero, con especial dedicación a Letty, a Gladys y a Oswaldo; ojalá sea de su agrado.

Aquí está el Tigrito:  

¿Y como has estado brother?, nosotros aquí, gracias a Dios, estamos bien.

Fijate que ese sábado, ya eran como las 2 de la tarde y no había visto al Tigre para nada, había ido varias veces ya a su apartamento, a la casa de la profesora, al casino del pueblo, a la sorbetería, a la cancha de basketball, a la casa del Chino, al parque y, ¡neles man! Ya estaba yo pensando que aquel se le había olvidado que habíamos quedado que esa noche iríamos a Quezaltepeque, al baile que amenizaría la orquesta de Los Hermanos Flores. Incluso aquellos (la Estela, sus primas y Edwin) se habían ido ya -desde la mañana- y yo pues, estaba bien afligido, pensando que ya no iría a ese baile. En eso estaba cuando, allá por la calle del rastro, vi aparecer al mentado Tigre, ¡montado en su flamante bicicleta roja! Uta Tigre,
-  ¿Y esta? (le pregunté),
- ¡Es mía Monsiour!, ¿te acordás que te conté que me la compró mi papá?...
-  este si, pero, ¡yo pensé que era paja tuya!,
-  ¡Ja! ¡pues ya ves que no! esta mañana me levanté temprano y me fui a traerla.
-  Mirá Tigre y ¿siempre vamos a ir?,
- si hombre!, si por eso vengo, ¿y vos ya estás listo?,
- si man (le respondí),
- bueno, dejemos mi bicicleta en tu casa y nos vamos en tren, ¿oíste?,
-  ¿en tren?,
- ¡si hombre!, el tren pasa por aquí a eso de las 3 y estaremos llegando allá por el Sitio del Niño como a las 4, desde adonde podemos tomar una camioneta o pedir “raid”... ¡vámonos!

Tomamos el tren y nos fuimos bien contentos, entre la gente que venía de lugares del rumbo del lado de Sonsonate como Caluco, Los Lagartos o quizás desde Acajutla, con rumbo a la capital y que traían sus maritates, canastos, matatas y sacos con fruta, cereales, pescado y otras vainas. Se notaba que mas de algún cristiano venía ya un poco "alegre" y las señoras, agarraban a sus bichos para que no se fueran a salir por las ventanas de los carros siendo jalados por la maquinota aquella que comía y comía kilómetros y kilómetros entre el bello paraje guanaco lleno de vivos colores de los que sobresalía el verde de la floresta; paraje que se interrumpía por pequeños riachuelos que regaban esas benditas tierras y los cuales, se presentaban plenos con algunos cipotes bañándose, jugando y disfrutando -entre los cheros- de esos juegos tan característicos nuestros como los de hacer "apuestas" a ver quien se tiraba al río desde el punto mas alto, o quien nadaba mas rápido o quien aguantaba mas la respiración debajo del agua, etc. y que, sin duda alguna, quedarían a partir de esos instantes, en la memoria de ellos, como prueba de una amistad que se solidificaba con la humildad, con la sinceridad, con la sencillez y bondad tan propia de nuestra gente...

Llegamos un poco entrada la noche a Quezaltepeque, resulta que en el tren nos dijeron que nos saldría mejor irnos hasta Nejapa y tomar una camioneta de ahí pues, de El Sitio del Niño, no había forma de llegar a Quezaltepeque, a menos que de pura suerte pasara un camión o “pickup”. 

Al arribar a Quezaltepeque, nos pusimos inmediatamente a buscar la casa mi tía Amelia, esta era una tía que yo había visto solamente una vez (durante el velorio y entierro de otra tía, allá en mi pueblo), y quién yo asumía era mi tía, al ser prima de mi abuelo, así, preguntando a cuanta gente podíamos, dimos con la casa, la que también era farmacia. Entramos con alguna cautela al lugar y al presentarme, le llegué con la gran paja a mi tía que mi abuelito me había mandado expresamente a saludarla, (con el tiempo, ¡¡¡descubrí que era prima de mi abuelita!!!); ella bien atenta, nos invitó a que pasáramos y como llegamos a tiempo de cenar... ¡también le metimos al diente!

En casa de mi tía estaba un primo más o menos de la misma edad que nosotros, este muchachón era el último de los nietos de ellos y -a juzgar por las atenciones- ¡el más querido!, se llama Edgar y con quién nos hicimos amigos bien rápidamente. Le contamos la razón por la que andábamos en ese lugar y, aprovechó para pedirles permiso a sus abuelitos para que le dejaran ir al baile con nosotros. Se lo concedieron y como a eso de las 8 y media, salimos hacia el lugar del baile, llamado C.C.Q., a buscar a Edwin y las muchachas. ¡Cabal ahí estaban!, solo que, ¡ni nos voltearon a ver! Edwin se nos acercó bien contento de vernos y nos pidió que nos alejáramos de ellas;

- lo que pasa es que, estas andan detrás de unos babosos de la orquesta y ahora se hacen ¡las importantes! (dijo aquel, un poco indignado).
- ¡Uta que ahuevada! (dijo El Tigre), ¡y pensar que por ellas venimos!
- Pero eso no es problema (dijo Edgar), yo tengo muchas amigas y les puedo presentar algunas, ¡no se ahueven!, ¿vamos a la casa de mi cipota? (nos invitó).

Fuimos y conocimos a la novia de Edgar, de nombre Esmeralda y nos contó que estudiaba en el Nuevo Liceo Centroamericano y que, en la casa de su amiga Gloria, estaban dos compañeras de ella que habían llegado desde San Salvador para el baile, ¡ya estamos completos dijo Edgar! Total Chepito que, en ese lugar llamado C.C.Q., esa hermosa noche de verano, la pasamos de maravillas, bailando, platicando y gozando de la vida. Nos caímos bien todos, a tal grado que, decidimos ir al día siguiente a bañarnos a La Toma. Como a eso de las 11 de la mañana del siguiente día, estábamos ya, refrescándonos y jodiendo de lo lindo en ese paradisíaco lugar de nuestro terruño querido, bien presente tengo la imagen de Edwin con su cara bien “cherche” de lo ahuevado, al sentir que la calzoneta que le había prestado Edgar, se le había zafado entre sus piernas, quedando totalmente “chulón” por unos instantes, hasta que la logró alcanzar. Los demás, nos ca...íamos de la risa y eso creo, jamás se le olvidó a Edwin, yo creo que se lo llevó consigo hasta algunos años después, cuando su vida fue cegada por unos imbéciles que se auto-llamaban: “defensores de la patria”. ¡Descansá en paz, querido amigo!

Regresamos al pueblo esa misma tarde del domingo, el único que había logrado algo era (¿cuando, no?) El Tigre quien, se había comprometido con una de las amigas de Esmeralda, para verse después. Esta cipota se llama Ada y era de Santa Elena, Usulután. Según El Tigre, habían quedado en verse en San Salvador (ella estaba pupilada en una casa en la Miramonte) y además ¡se escribirían!

En el pueblo andaba la bulla ya que nosotros habíamos hecho un gran relajo en el baile, decían que hasta una orgía habíamos hecho en La Toma, es que, allá en el C.C.Q., vimos a varios majes del pueblo que, por no ser amigos de nosotros, se enojaron al vernos bien tranquilos con las cipotas estas y lo peor era que, le habían llegado con el cuento a la profesora quién mandó a una de sus sobrinas a buscar al Tigre. Aquel inocente de todo, se fue bien contento a la casa de su novia, al llegar (me contó, después), se encontró con un rimero de libros y cuadernos sobre el suelo, arrinconados en una esquina y, la mamá de la profesora diciéndole:
-“Dice mi hija que agarre sus libros y que ya no vuelva a venir”,
- ¿Que, qué?, ¿Pero qué es lo que pasa? (preguntó aquel),
-¡NO SE!, ni me importa, ¡váyase y mejor ya no vuelva por aquí! (dijo ella bien secamente). Dice mi amigo que sintió un bolado bien feo pero, agarró sus libros y se fue para su apartamento.

Fijate Monsiour que, al día siguiente me fui para San Salvador a buscar a la Ada y, nos fuimos a dar una vuelta al Parque Infantil (me confió el Tigre), sentí una gran liberación y pensé dedicarme totalmente para la Ada, te lo digo sinceramente (me confesaba); así las cosas, decidí irme para mi casa en la Escalón, contándole a mi papá que deseaba estar unos días a solas y, el entendió y me dio permiso. Todas las tardes me iba a esperar a la Ada, a la salida del colegio y nos íbamos a dar alguna vuelta por ahí, a veces íbamos al cine, a un parque, a comer algo precisamente al restaurante “La Araña” o simplemente a caminar a Metrocentro.

Vos sabés Monsiour que a mí me gusta mucho la canción “Sealed With a Kiss” de Bobby Vinton, ¿verdad?, pero...

-  ¿Sabés por qué? (me preguntó, una vez),
-  no Tigre no sé por que (le respondí),
- lo que pasa es que, una tarde caminando por la calle Arce, decidimos ir a la Kismet, ahí alguién estaba comprando ese disco y pidió que lo pusieran en los parlantes del lugar, la Ada se puso a “tararear” junto a la música y agarrando mi mano, entrelazó sus dedos entre los míos y me dijo: “Mirá Tigre, esa es mi canción preferida, quiero que sea nuestra canción y, cuando la escuchés, sin importar adonde estés, ni con quién estés, quiero que te acordés de mí.....yo voy a hacer lo mismo, jurémoslo!”.

En la navidad de ese año, le compré ese disco y es el regalo que le llevé a su casa, cuando fuimos,  ¿te acordás Monsiour? (me preguntó). Si Tigre, me acuerdo, ¿como podría olvidárseme la gran mojada que nos dimos? (le respondí); sobre esto te contaré después, ¿oíste Chepito?, por el momento, quiero reiterarte mi cariño, extensivo a los tuyos.

Por favor esforzate, día a día en ser feliz y no te olvidés de sentirte muy orgulloso de saberte “un biennacido buchón” pues, ¡¡¡eso es un gran honor!!!
Abrazos a los cipotes, besitos a tu “baby”, saludos a la Dinorita.

Salú,
El Monsiour.
Orgulloso Miembro de AURA.

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Capítulo XXXVII

¿Que pasó mentado Cheperico?

Púchica papá, esta vez, estoy más contento de escribirte, la razón brother, es que, ha habido algunas cosas que me han despertado mucho más el orgullo de saberme “un biennacido buchón”, como por ejemplo una carta recibida por parte de una linda hermanita de raza; de estas cosas te hablaré aparte, por el momento, dejame que te siga contando sobre aquel, es decir sobre nuestro amigo El Tigre.

Como se quedó por varios días en San Salvador, no supe mucho de él pero, una noche llegó a mi casa la profesora para preguntarme si sabía cuando aquel regresaría al pueblo. La razón -creo yo-, era por que se acercaban las fiestas patronales y ella, pues, estaba (igual que la mayoría de gente del pueblo) esperando esas festividades que se dan, solo una vez por año.

-  Le respondí que ¡no sabía!,

- Ella me preguntó -entonces- ¿si no tenía pensado ir a visitarle pronto?

-  Respondí con un: ¡no!, ¡no creo!, es que, ¡como se acerca el final del año escolar, tengo que ponerme a estudiar!

-  Ella insistió con un: mire Monsiour y si yo le doy para el pasaje, ¿no me haría el favor de llevarle un recado?, la insistencia de ella, me hizo comprender que tenía urgencia de “comunicarse” con mi amigo y yo, como todo buen “Celestino”, atiné a interrogarle:

- bueno señorita, ¿y que no fue usted quién lo mandó al carajo, pues?,

-  Si!, Monsiour pero, una hace cosas de las que después se arrepiente, yo de verdad, estoy enamorada de él y si lo traté así, fue porque mi mamá estuvo jode que jode, diciéndome que él es muy poca cosa para mí y además, por ser muy joven, era muy inmaduro y por eso se comportaba así conmigo -sin respeto y burlándose- poniéndome otras, ¡hasta en mi propia cara!, ante esto, no tuve de otra que, hacerle caso a ella y por eso, hice lo que hice..., pero, ¡la verdad es que yo lo quiero mucho!, por favor Monsiour, llévele esta carta... ¿si?

Opté por aceptar y al día siguiente, salí rumbo a la capital del país más bello sobre la faz de la tierra. Tomé una de las “Guevara Express” y en la parada del Cantón Lourdes, se montó una mamacita bien bonita; como no había asientos, me levanté del mío y se lo ofrecí a ella; aceptó con una bella sonrisa, diciéndome que le diera mis cuadernos para llevarlos en sus piernas (es que yo, había hecho como que iba a estudiar, para que mis abuelitos, no se dieran cuenta que iba a “Zanzíbar”), así lo hice y con un gran cuidado y atención, ella abrió uno de ellos y empezó a hojearlo y a leer algunas de las cosas que tenía escrito en él. Al llegar a Santa Tecla, me indicó que se bajaría pronto y me regresó mis cuadernos, le respondí que yo también me bajaría y así lo hice (justo en la misma parada en la que se bajó ella), empezamos a platicar mientras esperábamos un “microbús” de las 101, resultó que ella se llamaba Olga y estudiaba séptimo grado en el “Bertrand Russell”, la verdad -me dijo- es que ¡no tengo nada de ganas de ir al colegio! y “tu” ¿en que colegio estudias? (me preguntó), este..., este... (de repente me acordé que mi tío Alfredo era profesor del Externado San José), ah... soy perico (le respondí!), en ese momento no había reparado que el uniforme era exactamente igual al del “Tercer Ciclo” de mi pueblo, es decir, pantalón beige y camisa blanca, por eso, ella me creyó y me confió que le “caía bien” ese instituto y que, los del Liceo le “caían mal” ¡por creídos!

Total que, al estar adentro del microbús, acordamos no ir a clases, ¿vamos a ver una película a beneficio del “Colegio Matías Delgado? (me preguntó), está bien, vamos (le respondí) ¿y adonde la dan? (pregunté); ¡en el Apolo! (fue su respuesta). Fuimos al Hardie’s (a la par del almacén “La Moda Parisiense”, ¿te acordás Chepito?) a comer algo y esperar que se llegara la hora de la película, después de eso, nos fuimos al Apolo, al llegar, habían docenas de jóvenes de varios colegios e institutos, la película era “La Gran Comilona” con Peter Sellers y al encontrarse con algunas amigas, Olga me presentó como un estudiante del “Externado”, todos nos metimos al cine y, en lugar de ver la película, nos pusimos a estar jodiendo a las diferentes “parejas” que se habían formado en lo obscuro de la sala.

Al salir del cine, invité a Olga a ir a visitar a un amigo. ¿Y adonde vive? (me preguntó). Con gran tranquilidad y “parándome el cuello”, le respondí despacio y suavemente... ¡en la Escalón! Ella aceptó, con la condición que fuéramos primero a comprar un rollo de alambre del fino, al almacén “Casa Castro”, es que, mi papá lo ocupa en el colmenar que tiene en el valle de Zapotitán (me contó ella), fuimos a hacer el mandado y como a eso de la 1 de la tarde, estábamos tocando el timbre de la casa del Embajador, salió una de las “muchachas” quién nos hizo pasar a la sala y se fue a llamar al Tigre. Aquel salió en una “bata” de dormir color ocre obscuro y con pantuflas del mismo color, al verme... me gritó desde la parte de arriba de la escalera: “Hey ...gran Monsiour... ¿que ondas papá?”, volteando a ver a Olga, comentó: ¿Y esta linda muñeca, es tu novia, man?, afortunadamente (a propósito, creo) mi amigo no dio tiempo para ninguna respuesta pues, inmediatamente, se dejó caer volando sobre el pasamanos de la escalera gritando: “¡¡¡agárrenme que soy ladrón....!!!!”, nos pusimos a reír de la ocurrencia y, él nos invitó a irnos para el patio, cerca de la piscina.

Le entregué la carta a mi amigo y este, se me quedó viendo a los ojos, preguntándome quién era el remitente. ¡Es la profesora! (le respondí), ante mi respuesta, mi amigo, empezó a romper el sobre, hasta convertirlo en diminutos pedacitos y echándolo en la basura dijo: “¡no me dio ni siquiera la oportunidad de defenderme y ahora, de seguro, busca que le dé mis agradecimientos por todo lo que me ha enseñado, todo es intención de humillarme, Monsiour! que se olvide, yo no soy ningún juguete (terminó de decir). Como a eso de las 4 y media, empezamos a despedirnos de mi amigo, ante nuestra curiosidad, Olga nos tendió la invitación a visitar un fin de semana el colmenar de su papá y, nosotros aceptamos gustosos.

Al llegar al Cantón Lourdes, insistí en acompañarla hasta su casa pero ella (muy vivamente) me replicó, ¡No porque, mis papás pueden sospechar, mejor ven el sábado ahí por el restaurante “El Mondongo Internacional” a las 2 de la tarde y nos vemos ahí!; acepté y muy alegre seguí en la camioneta hasta mi pueblo. En mi casa me esperaba mi abuelito bien bravo,

- ¿verdad que no fuiste a la escuela ahora? (me interrogó),

- ¡no papá! (respondí decididamente), es que, la profesora del Tigre, me pidió que le hiciera un favor (continué),

- ¡si! (me interrumpió él), lo sé, ¡por que ella misma vino a dejarte dicho que al nomás regresar al pueblo, que vayás a la casa de ella, hijo!,

- está bien iré después de comer.

- ¡No!, mejor andá ahora y ves de una vez que es lo que quiere.

Acepté hacerlo y me encaminé a la casa de la señorita profesora. Al llegar, pude comprobar un ambiente sombrío en esa casa, toqué varias veces en la puerta que estaba abierta y fue hasta después de algunos minutos que finalmente salió una hermana de la profesora, con los ojos llorosos y señas visibles de pena y dolor. Hola Monsiour, ¿que desea? (preguntó ella), bueno busco a su hermana, la profesora (respondí), no ella no puede salir ahora (replicó), es que, está enferma y no la quiero despertar...., ¡mejor venga mañana! Me retiré del lugar y no había caminado ni siquiera media cuadra cuando me alcanzó la Clotilde Orozco, para preguntarme por El Tigre.

- ¿y por qué querés saber eso?

- Ah… porque aquel me cae bien y como ya sé que ya no anda con la profesora, pues…

- Mirá Coty, fíjate que aquel ya tiene novia,

- No, eso es paja tuya, porque con varias de mis amigas hemos platicado y nadie sabe nada…

- Lo que pasa es que la novia de aquel no es de aquí sino que es una bicha que estudia en Sanzivar,

- A la pu…ma, ¿o sea que aquel no pierde el tiempo, pues?

- ¿Qué querés decir, Coty?

- Pues si, si hace apenas unos días andaba con la profesora y vos decís que ya anda con otra…

- Ve vos, mirá lo que decís, si vos misma andás buscándolo para que sea tu novio, ¿no te das cuenta?

- Si, ¡pero yo soy diferente!

- ¿Diferente?, ¿Por qué?

- Porque yo si lo voy a poner en su lugar aquel,

- ¿Poner en su lugar?

- Si, lo voy a satisfacer en todo pero no lo voy a dejar solo ni un solo momento para que no me queme la canilla con otra…

- Púchica Coty, eso no suena bien…

- A la pue... rca Monsiour, lo que pasa es que vos no entendés, ¡vos sos muy virgo!

Y dejándome ahí parado, se fue caminando por la calle que conducía a la Batilanda; en eso me encontré con Joaquín “Tenguereche” (QEPD) quien se venia comiendo un mango “twist” y al verme, me preguntó: ¿si iría a la casa de Hugo Figueroa ese viernes en la noche a bailar, allá arriba en la azotea de la casa de aquel?, adonde cada fin de semana nos veíamos con toda la cipotada escuelera de esa época; platicando con Joaquín, nos fuimos caminando de regreso hasta que llegamos, nuevamente enfrente de la casa de la profesora.

Ella estaba ahora sentada en una silla de la sala y cuando me vio pasar, salió rápidamente a preguntarme si le había hecho el favor; claramente se notaba en su rostro que había llorado recientemente pero, no me atreví a preguntarle nada, en cambio, le respondí que efectivamente le había entregado su carta al Tigre, justo en ese momento me hizo una señal que me callara pero, no fue lo suficiente rápida pues su hermana escuchó y le increpó:

- ¿Por qué andás haciendo eso, niña?

- ¡Pues porque quiero, ve…!

- Si, pero ya sabés como se pone mi mamá,

- Ay, ¿yo no sé porque no me deja con mis cosas…?

- Lo que pasa es que ella quiere lo mejor para vos y ella sabe que ese vago del Tigre solo problemas te va a traer…

- Pero yo lo quiero…

-  No puede ser, son cosas que se te han metido en la cabeza

- ¡NO!, de verdad yo lo quiero y si el me lo pide, ¡me voy a casar con él!

- Estás loca, mujer, ¡pensá bien las cosas!

Para no ser testigo de esa platica, me alejé sin despedirme y sin decirle a la profesora que El Tigre había roto la carta de ella ¡sin leerla!; alcancé a Joaquín quien ya iba un poco retirado del lugar y quien hasta ya se había terminado el mago “twist”.

Acompañé a Joaquín hasta por la barbería de Mingo, allá  cerca del mercado pues, y me regresé con Luis Rivas quien iba para su casa de regreso -según me dijo- de la casa de Quique Gallo, jugando capirucho iba aquel bien tranquilo y le reté para que jugáramos una güimbia. Llegamos a su casa enfrente del parque y me quedé un rato ahí, viendo a la cipotada caminando, platicando, divirtiéndose sanamente hasta que me di cuenta que ya era muy tarde y yo, no había cenado.

Me regresé a mi casa muy confundido, en realidad, no comprendía que era lo que estaba pasando entre la profesora y El Tigre, al estar en la cama, el recuerdo de la cara angelical de Olga, me ayudó a sobrellevar los momentos de incertidumbre que ese día había experimentado y me hizo también, querer esperar el próximo día con alegría, esperanza y deseos de vivir.....

Bueno Chepe Toño, hasta aquí llegaré ahora ¿oíste?, por favor saludame a tu familia con un cálido abrazo.


Salú,
El Monsiour.
Orgulloso Miembro de AURA

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Capítulo XXXVIII

Chepe Toño:



¿Como han estado brother?, ¿Ya se le quitó la viruela al little Monsiour?, ¡tenés razón al decir que, aunque uno sabe que a todos los niños les da esa enfermedad (nos dio -lógicamente- a nosotros), no deja de sentirse preocupación al ver que le da a uno de sus hijos!, lo bueno es que, ahora hay muchas y mejores medicinas para contrarrestar los efectos negativos.







En relación a lo que te contaba en mi carta anterior, fijate que me fui a Lourdes el siguiente sábado; como a la una y media, ya estaba afuera del “Mondongo Internacional”, esperando a la mentada Olga, se llegaron las 2, las 2 y media, las 3, las 3 y media y ¡neles cheles!, no quedándome de otra que regresarme al pueblo bien triste y bravo de la decepción pero, todo se me olvidó cuando al ir a comer chilate al puesto de la niña Tere Martínez (la señora de Beto “Caballito” ‘QEPD’), me encontré con Julio “Quepis” platicando con Jorge “Bocho” y Carlos “Pataloca”, cuando Julio me preguntó:

-         ¿Si quería ir a “tirar” esa noche?, es que fijate que, con José “Cara de Guante” (QEPD) hemos pensado ir allá por las lomas de Sacacoyo, cerca de la finca de los “Macachiche” porque dice Mario “Pepino” que el fue la semana pasada con Chamba “Pupusa”, Mario “Pelagata” y Gil “Tarira” y que, habían traído 6 conejos y hasta se echaron un tacuazín blanco.

-         ¿Y con qué vamos a tirar? (le pregunté),

-   Yo me voy a llevar el fusil de mi papá y le decimos al profesor Gutiérrez que nos presté el de él, ¿que decís, Monsiour?,

-         está bien Julio, ¡vamos!, eso sí, vos andá pedile el fusil al profe! y nos vemos enfrente del molino de don Angel Espinoza (QEPD);

-         bueno -dijo aquel- nos vemos ahí como a las 6 y media ¡pues tenemos que “remar” un buen rato!

Al llegar a mi casa, encontré a mi abuelita con un fuerte dolor de cabeza. Mirá hijo -me dijo mi abuelito-, ¿por que no te subís al palo de naranjas y cortas algunas hojas para hacerle un té a tu abuela?, es que, ¡ya se tomó varias Mejoral y no se le quita!, así lo hice y mi abuelito procedió a preparar el té para mi abuelita. Nadie hablaba en la casa, mi hermana me hizo señas para que nos fuéramos al patio (cerca de la bodeguita de mi abuelo) ahí, ella me contó que la causa del dolor de cabeza de mi abuelita, era debido a que uno de mi tíos se había peleado con uno de los hijos de don Quique Palacios y que, le había dado tan fuerte sopapeada que, aquel lo tuvieron que llevar al hospital y por eso, mi tío se fue huyendo para San Salvador, a la casa de otro de mis tíos.



 A eso de las 6 y 20, ya estaba Julio “Quepis” esperándome arrecostado en el poste enfrente de la vitrina de la tienda de dos Fernando Portillo; tenía puesta su chumpa color café obscuro y en una bolsa “Lintorrey” de las de a 10 centavos, había puesto los dos fusiles envueltos en papel de diario; Chepe “Cara de Guante” (QEPD)  no había llegado y decidimos esperarle. Aquel llegó corriendo, como a eso de las 20 para las 7 a contarnos que ya no iba a ir, ¿que decís? (le preguntamos, al mismo tiempo), si hombre es que, no me dejó ir mi mamá. Julio me preguntó si nos íbamos solo los dos, ante lo que le respondí que ¡si!, y salimos rumbo al monte.



Después de una buena “camellada” de varias horas en medio de montarrales, zacatales, pedregales, arboledas, plantaciones y veredas polvorientas, con la ayuda de la luz que de una pequeña lámpara de pilas que, adaptada a un casco de soldador nos iluminaba el camino, pudimos llegar al supuesto “cazadero”, ahí, en medio de aquella oscurana que los palos de pepeto y madrecacao nos brindaban. Preparamos el equipo de caza que llevábamos; salimos a la zona abierta que formaban unos sembradíos de lechuga, pepinos y heras de rábanos. Como aun estábamos cansados y aunque ya eran las 11 y 9 minutos de la noche, dispusimos acampar en una champa de plástico y ramitas hecha en un clarito que de seguro, era usada por los sembradores para tomar sus descansos en medio de sus agotadoras -y mal remuneradas- labores diarias y, descansamos un ratito.



Cabal -como a eso de las 12 y media- empezó el obscuro cielo nocturnal a “parpadear” como anuncio de una lluvia torrencial que se avecinaba, hicimos caso omiso y empezamos a poner atención a los casi imperceptibles ruidos y sonidos que en la quietud campestre de nuestra “Tierra Linda”, asomaban como indicación de actividades llevabas a cabo por aquellos diminutos seres de la naturaleza.



Julio, quién se ufanaba de tener más experiencia en la “cacería”, me dio indicaciones de irme por el lado derecho de un riachuelo que por el lugar pasaba y, llegar hasta un matal de chichicaste y mano de león desde adonde, debería virar hacia mi izquierda, pasar sobre el riíto, subir una pequeña elevación y poner atención a los ruidos que del sembradío emanaban: cuando mirés dos lucecitas rojas brillantes, apuntá en medio de ellas y dispará Monsiour (me dijo). Hice todo de acuerdo a las indicaciones dadas por Julio y al llegar al lugar descrito por mi amigo, sentí como una mano pesada tocaba mi sudorosa espalda, volteé a ver y mi rostro fue sorprendido por una corriente de aire que, con su recorrido había levantado una intensa polvareda que impedía la visión; con mucho miedo opté por regresar a la champita y envalentonándome a mi mismo, empecé mi camino a toda prisa; durante mi retirada (que no era más que unos 150 metros), la lluvia había arreciado más y era ya una tormenta tropical de mediana magnitud. Casi llegamos al mismo tiempo con Julio; este, se había recostado contra el lado sur de la choza (que estaba apoyado contra un horcón grande y macizo) y, riéndose me dijo... ¡ahora si que la ca.....ntiamos Monsiour!, no vamos a cazar nada y, ni nos podemos regresar al pueblo pues el río de Copapayo, estará bien crecido con esta correntada; ¡mejor nos vamos a quedar a “dormir” aquí! No respondí pues comprendía que aquel tenía razón y, lo importante era mantenerse “secos” en ese momento.



Puse “mi” fusil a un lado y me quité la chumpa que llevaba. Encendí la lámpara y vi unos tizones aventados, busqué entre mis cosas y encontré una cajita de fósforos “Caballo Negro”, traté de encender unos 3 ó 4 pero, no encendían, Julio me pidió la caja y con su “juelgo” empezó a calentarla, se la puso también en sus “sobacos” y en medio de sus “aguacates”, finalmente, logró encender uno y prendió así los pedazos de leños que en esa champita habían dejado nuestros humildes hermanos trabajadores. El ambiente se calentó un poco pero, la lluvia no amilanaba allá afuera. Julio (con toda la tranquilidad del mundo), me dijo: parece que no va a dejar de llover hasta mañana, asiesque, yo me voy a dormir... ¡dormite vos también Monsiour!



 Aquel se dejó caer en los brazos de “Morfeo” y yo me quedé atento a los diferentes sonidos que la naturaleza nos ofrece, no sé que hora era cuando el fuego de los tizones se empezó a extinguir y yo, ante la incertidumbre de la situación pero, con la idea de sobrevivir aquella noche de la mejor manera posible, opté por escribir; agarré un pedazo de papel que estaba tirado ahí; me metí a la boca un “Gallito” de menta que llevaba en la bolsa izquierda de mi pantalón “Buffalo” y con un cutuquito de lápiz “Facela”, solo se me ocurrió escribir un “guiyo” poema del que ahora, solamente me acuerdo lo siguiente:



“Es medianoche...

llueve bastante,

Cae agua en derroche...

¡y está triste mi corazón ambulante!



¡Ah que tempestad... tan tenebrosa!,

¡Que noche de terror...

caen rayos rugientes por doquier...

y eso, me provoca ..... ¡horror!

(El Monsiour, 08/17/71)



Y justo en ese momento, me puse a pensar en mi hermano El Tigrito y en… ¡como da vueltas la vida! Yo, hoy aquí en esta precaria champa de plástico, en esta frágil condición física y expuesto a cualquier eventualidad que la tormenta u otro fenómeno pudiese causar, como por ejemplo un rayo certero, puntual y mortal o una correntada que nos arrastrase a parajes con destino fatal o un derrumbe gigantesco de los cerros vecinos que enterrara nuestros cuerpos como punto final de nuestras existencias, mientras mi hermanito, de seguro, allá en la Colonia Escalón, gozaba en ese preciso instante de una cama grande y cómoda, con tibias sábanas aterciopeladas, en medio de gruesas y seguras paredes que le ofrecían protección que causara suficiente tranquilidad para poder dormir a “patas anchas” e incluso de soñar bonito, romántico, esperanzador… Pero que bueno que la cosa es así –me dije- y gracias a Dios que mi hermanito, que tanto ha sufrido en la vida y quien de seguro, ha vivido muchos momentos, muchas noches terribles, horribles como esta que ahora sufro yo, tiene ahora la bendición de gozar un mejor ambiente, de dormir tranquilo y seguro y de tener esperanza en su alma; la verdad es que: ¡aquel se lo merece! (concluí) y en silencio, dije: ¡gracias Dios santo por haberle dado luz a la existencia de mi hermanito!  



Continuaré después Chepito, por favor cuidate mucho y sentite orgulloso, ¡muy orgulloso de saberte “buchón”!



Salú,

El Monsiour.

Orgulloso Miembro de AURA.




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CAPITULO XXXIX



Chepitorio:








¡Que bueno que ya se alivió tu hijito! Nosotros aquí, estamos -gracias a Dios- bien.



Fijate que al amanecer aquel día, emprendimos el regreso al pueblo, bien temprano; el sol apenas empezaba a asomarse allá, sobre las lomas y montañas de la zona de Zaragoza y Comasagua, Jayaque, Sacacoyo, Tepecoyo, etc. tan llenas de cafetales y varios sembradíos sirvientes de sostén a cientos de familias que, en esa época del año, inmigraban provenientes del oriente y norte del país. El rocío de la mañana al ser rozado por la brisa proveniente del suroeste, es decir, bajando al valle (o Meseta Central, como se le conoce, también) desde las montañas que forman la continuación de la Cadena Costera en la “Tierra Linda” y que, más al sur del continente, se convierte en la Cordillera de Los Andes, se transformaba en una gélida corriente ventosa que, de manera caprichosa e irrespetante, se entrometía entre nuestras ropas, causando unos continuos escalofríos y temblores de cuerpo que, al paso de los minutos (y de las cuadras caminadas), se fueron haciendo menos frecuentes, dando paso a las gotas de sudor que nuestros jóvenes cuerpos emanaban, como respuesta lógica a la extenuante caminata que habíamos emprendido; de la misma manera, las tenues y opacas imágenes que indistinguiblemente en los albores del día habíamos visto, en medio de las penumbras de la noche en su triste despedida, se revestían de una inusitada belleza pura y colorida que -con los bellos cánticos de las chiltotas, torogoces, guardabarrancos y dichosofuís- ¡nos impresionaban con una  inmensa y vasta vista de un panorama amplio y maravillosamente hermoso!, aquello era -sin lugar a dudas- un espectáculo de vida, luz y sonido, era, ¡¡¡una panorámica del suelo guanaco!!!



La campiña salvadoreña cobraba vida a cada segundo y se cubría de un magnífico esplendor que agradaba a la percepción del ojo humano, haciendo vibrar los sentidos que consecuentemente estimulaban al espíritu del caminante o simple espectador de aquella rica y exuberante manifestación de la naturaleza.



Al paso de los segundos y de nuestras huellas sobre ese suelo bendito, el sol -eterno alumbrante-, afanosamente se empecinaba en hacernos sentir dueños del espectáculo con sus alentadores tastazos de luz y fulgor que (complicentemente), descubría ante nuestros ojos, nuevos parajes -llenos todos- de una intrínseca belleza pura y ufana, no solo como muestra clara e inequívoca de lo tremendamente hermoso que nuestra “Tierra Linda” es, si no que también como recordatorio del compromiso que como buenos salvaguanatruchas deberemos sentir y DEMOSTRAR hacia ella, como agradecimiento y/o tributo por todo lo que a ella, le hemos tomado (robado, en algunos casos) y que, al sentirnos realizados (ya sea en el tiempo o estados mentales), muchas veces olvidamos, resentimos, desmentimos, negamos o incluso pretendemos obviar y colocar en el canasto de lo sin valor, sin darnos cuenta que, al hacerlo de esta manera, solamente estamos postergando algo que, tarde o temprano, irremediablemente, (¡gracias a Dios!) estaremos gozando humildemente, consintiendo disimuladamente  o -en el peor de los casos-  ¡¡¡aceptando a regañadientes!!!, es que, ... nuestra “Tierra Linda” es amadísima por que ella esconde (cariñosamente) lo que alguna vez hicimos y de lo que nos avergonzamos y que, ahora queremos ocultar, como que al hacerlo de esta manera, creyéramos que, desaparecerá del ambiente, sin darnos cuenta que..., por más que lo neguemos, eso....., siempre lo llevaremos en nuestras conciencias y, no es culpa de nuestra gente -mucho menos de nuestra tierra-, es culpa nuestra y deberá ser obligación nuestra, el aceptarlo -primeramente-, comprenderlo -enseguida- y finalmente, prometernos -sinceramente y en presencia de Dios-, ¡ya no incurrir en ello!

Al acercarnos al tapial de una finca, lleno de veraneras y chulas coloridas, pudimos alcanzar a una carreta halada de bueyes que, con unos cuatro paisanos encima, se arrastraba lentamente en dirección de mi pueblo; de unos barriales, montes y  veredas, fueron apareciendo poco a poco, más y más caminantes que, debido a ser día domingo (y consiguientemente día libre), con la firme idea de asistir a la misa de las 6, se encaminaban alegremente en procesión de fe y hermandad; a punto de cruzar el río de Copapayo (que presentaba todavía una imagen rebelde y amenazante, debido a su caudal que se había enriquecido con la contribución de la tormenta de la noche anterior), nos alcanzaron unos señores a caballo quienes traían unas guitarras y quienes, al son de algunas canciones rancheras, amenizaban su travesía a través de nuestro territorio guanaco. Estos señores nos alertaron que el río estaba muy crecido y que debido a que la carreta no pasaría, deberíamos esperar un rato hasta que la correntada amilanara un poco. Así, los dueños de la carreta, decidieron esperar; de manera rápida y sin aviso, uno de ellos arrimó unas piedras y se sentó en una de ellas, invitando a los caballeros a hacer lo mismo; aquellos se bajaron de sus caballos y se enfrascaron en una amigable sesión de canciones rancheras. Mientras se bajaba la correntada del río, nosotros (especialmente yo - que nunca me ha gustado esa música), no teníamos más alternativa que aguantar y hacer caso omiso de los gritos de ellos. Después de un rato, Julio (Quepis) les hizo gallo y junto a ellos, se puso a cantar aquellas que dicen:



Grabé en la penca de un maguey, tu nombre..., Me caí de la nube en que andaba...Ese es el perro negroooooo... y otras del mismo corte hasta que... uno de ellos (animado por Julio) se me acercó y casi empujándome, me juntó” a los del conjunto y me obligaron a que escogiera una canción y que la cantara junto a ellos. Se me ocurrió una de Leo Dan que dice: Si pudiera estrecharte sería tan dichoso, el mundo más hermoso lo vería por ti, pero no sé que hay entre nosotros, que me separa cada día mas de ti...esa pared... que no me deja verte, debe caer, por obra del amor... esa pared.... que nos separa siempre..... y, ¿sabés una cosa Chepito?, les gustó a los que ahí estaban que me pidieron que la cantara de nuevo y ¡así lo hice!; el problema fue que después me pidieron otra, con lo que empecé cantar en solo aquella de Marco Antonio Muñiz que dice:  Si no estás conmigo, nada importa...el vivir sin verte...es morir... y...uta Chepito, todos se pusieron a la par mía a repetir los coros de esta canción y a gozar del momento y... ¡a joder papá!; ¡vieras que ver...de se veía el panorama!



Quizás eran las 6 de la mañana, cuando unos se aventuraron a atravesarse el río y, al lograrlo, hicieron que otros se aventuraran en el mismo propósito, solo que estos últimos, cuando no pudieron cruzar el río, al regresarse...un poco asustados y aún temblorosos (debido a la emoción), decidieron engatusarse unos cuantos chilagüistazos de chicha y, de nueva cuenta se embarcaron a la aventura esa de...atravesarse el río y...al lograrlo... se lanzaron en efusiva muestra de  contento y alegría...alejándose de nosotros...rumbo a mi pueblo... Nosotros, nos quedamos quietos por varios minutos y, al calor del día (que ya se sentía -por demás fuertemente en nuestras espaldas-), decidimos esperar.



En uno de esos momentos, noté una pequeña elevación e invité a Julio para subirla, al estar sobre ella, no pudimos evitar sentir una profunda emoción y gozo, cuando en la distancia, pudimos distinguir a nuestro pueblo tan lindo y humilde que, nos esperaba impacientemente con toda esa linda gente de buen sentir y de buenos sentimientos, gente pues, que nos aceptaba y quería -tal como éramos-, solo que, ahí también (desafortunadamente) en ese pueblo nuestro (tan querido y respetado), habitaba gente como la Menchita, “Mamachila”, y otros, quienes, al tener su cabeza llena de cieno y su mentalidad tan podrida, profesaban -efusivamente- exabruptos contendores de odio y rencor en contra de los que ellos consideraban sus enemigos (sin saber ¿por qué?, mucho menos sin darse a la tarea de descubrir la razón...) y, allá en ese lugar (consientes de nuestra inmadurez) decidimos seguir adelante, en la ruta hacia nuestro pueblo y hacia nuestras metas, sin importar las aberrantes expresiones e intenciones que las personas inmaduras, políticas, incoherentes, desajustadas y sobretodo… resentidas sociales tenían (y siguen teniendo) o sentían (y siguen sintiendo) en contra de los que solo pretendemos... Establecer a Diferencia.



Lo bueno Chepito, es que, siguiendo los enaltecedores conceptos que una vez me dijera Pedro Juash (un borrachito de mi pueblo), nosotros deberemos seguir nuestro camino, haciendo caso omiso de los desajustados, políticos, envidiosos y eternamente amargados sociales quienes por siempre buscarán a otros para acusarles de sus propias fallas y carencias.....



Nosotros deberemos siempre Chepito, sentirnos orgullosos/as, muy orgullosos/as de sabernos BUCHONES/AS por que eso, ¡¡¡¡¡ES UN GRAN HONOR!!!!!



Salú,

El Monsiour.

Orgulloso Miembro de AURA


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Capítulo XL


Hola Chepisque!


Desde hace rato que no te escribía, ¿verdad?, la razón brother es que, me he visto envuelto en otros proyectos por ahí, con los que busco continuar con mi intención de dar a conocer todo lo bello de las costumbres nuestras; de estos proyectos te darás cuenta más adelante, por el momento, recibí un fuerte abrazo fraternal y mi sincero deseo de bonanza y salud para vos y los tuyos.

Fijate que un sábado, El Tigre llegó al pueblo e inmediatamente fue a visitarnos. Luciendo un bonito pantalón de corduroy color café quemado y camisa pegada al cuerpo, color amarillo tierno, aquel se mostraba un poco preocupado, salimos al patio de la casa, al estar platicando sobre las cosas corrientes, le solté la pregunta frontal y directa: Mirá Tigre,

- ¿Y a vos que te pasa?,

- este... nada (replicó),

- ¿como que nada?, si a leguas se te nota que tenés una preocupación, ¡contame hombre!...

- este... mirá Monsiour, fijate que lo que pasa es que mi papá, quiere que me vaya unos meses para los “Estamos Sumidos”, a la casa de su hermana, ¡para que aprenda un poco más de Inglés!,
- uta mano, eso está bueno (le dije yo),
- ¡Si! -continúo aquel- el problema es que, voy a tener que dejar sola a la Ada.
Bueno, si de verdad te quiere, ¡ella te deberá esperar!, platicando estábamos cuando llegó Chamba Mico a preguntarnos si queríamos ir a Apastepeque, con el conjunto del pueblo, pues aquellos habían sido contratados para ir a tocar en un baile a ese lugar cercano a San Vicente y,  el papá de Chamba los llevaría en el microbús que manejaba en Santa Tecla
-         ¡Yo si voy! (dije rapidamente),
-         bueno yo tendría que ir a mi casa primero, a pedirle permiso a mi papá y a cambiarme ropa, dijo El Tigre
-         ¿Y a que hora se van a ir? (preguntó),
-         el baile va a empezar a las 9 (respondió Chamba) y dice mi papá que llegamos en unas 2 horas y media, asiesque, saldríamos como a las 4, para ir a cenar allá y para que los del conjunto tengan suficiente tiempo de arreglar el escenario y afinar los instrumentos, ¿que dicen?,
-         púchica (dijo reflexivamente El Tigre), me tendría que regresar ahora mismo a mi casa, para tener tiempo de pedir permiso y cambiarme... bueno, está bien pero, ¿me podrían ir a recoger a mi casa?,
-         no creo (dijo Chamba) pero, ¿por qué no te vas para la parada del urbano, ahí por el monumento al Salvador del Mundo, cabal enfrente de la gasolinera Texaco?
-         Si, está bien, ahí voy a estar como a las 4 y media.
Mi hermanito se despidió de nosotros, sin terminar de contarme su aflicción referente a su viaje a los “Estamos Sumidos”, pero no hay problema (pensé), seguramente me lo va a contar allá en Apastepeque o mañana cuando regresemos al pueblo.
Cabal como 10 para las 3, estaba Chamba en mi casa para que nos fuéramos a la casa del dueño del conjunto. Salimos del pueblo, pasadas las  4, el clima era acogedor, bastante fresco y con algunas corrientes de aire; el sol, aprestándose a descansar después de su faena del día, daba los penúltimos fulgores de luz que, graciosamente se posaban sobre las espigas de los cañaverales en la cercanía de mi pueblo, hasta llegar al área de Ateos, ofreciéndoles -todavía- a los cultivos de maíz, frijol, sandía, coliflor, lechuga y otros, la oportunidad de seguir enriqueciéndose de proteínas, mediante el proceso de fototropismo, de igual manera, al empezar nuestra cuesta hacia arriba, en las vueltas de Colón, camino a Santa Tecla,  las copas de los árboles de conacaste, guachipilín y pepeto (¡hasta los guarumos!) – sirvientes de protección a los entrañables cafetales- se embriagaban de esa luz rica y revitalizante, para continuar con su labor tan noble!
El bullicio de la gran ciudad cobró vigencia a partir del centro de Santa Tecla; pasando por la Iglesia de Guadalupe, donde, la frescura (que en este lugar se asentaba más, debido a los grandes terrenos cubiertos de vegetación que en ese entonces existían) se transformaba en una rica y espesa capa mágica y exuberante que siempre me hacía regocijar mi endeble cuerpecito juvenil (debido, creo, a lo que me parecía era tan maravilloso y casi inalcanzable de la vida moderna, con esa alta velocidad y al estar tan llena de luces y sonidos). Al pasar por el monumento al Salvador del Mundo, don Chamba le bajó velocidad al microbús, para darnos oportunidad de localizar al Tigre, pasamos bien despacito por la parada de buses, cerca a la gasolinera ¡y aquel no estaba!, que dicen, ¿nos vamos? (preguntó don Chamba), no papá, mejor dé otra vuelta (le respondió Chamba Mico), así, el señor se dio una vuelta, allá casi cerca de la colonia Flor Blanca y nos regresamos; cabal detrás de una camioneta de la ruta 29 (aquellas Mercedes Benz, ¿te acordás Chepito?), estaba El Tigre, con unas bolsas en las manos... ¡¡¡eran unas bolsas con comida de McDonalds que aquel, había comprado para nosotros!!! Uta Chepisque, vieras que contentos se pusieron todos (¡nos pusimos!) al saborear los grandes Macs que, para nosotros eran una novedad en esas épocas.
Después de nuestro recorrido, que nos había llevado a través de la capital y de los vecindarios, incluyendo Soyapango e Ilopango (incluyendo, por supuesto, el Aeropuerto Internacional) y, San Martín, San Rafael Cedros, Cojutepeque (adonde don Chamba, se zambutió unas tortillas con chorizos) y otros poblados de la “Tierra Linda”, llegamos al desvío sobre la carretera panamericana, que nos conduciría a nuestro destino; arribamos a Apastepeque como a eso de las 7 y 25, el sol había cedido ante la presencia de la diosa de la noche. El lugar nos parecía muy apacible y mostraba una calma casi...desesperante (creo que esa impresión la teníamos después de haber pasado por la cosmopolita San Salvador, con todo y su bullicio), ayudaba también, la falta de luz (¿o sería la presencia de poquitas luces?). Como ya habíamos comido en el camino; El Tigre, Chamba Mico y yo, decidimos ir a conocer por los alrededores, emprendimos camino rumbo a través de la plaza del pueblo, la que no presentaba mucha actividad, pasamos por la iglesia y, al cruzar una esquina y cambiarnos de andén (a causa de unos bolos que estaban fondeados), llegamos -accidentalmente- a una casa, la cual, estaba rodeada de muchas personas, al acercarnos, pudimos comprobar que se debía al hecho de estar un televisor, en la sala de esa casa (y de frente a la puerta y ventanas de la calle) ¡encendido!; las personas (algunas de las cuales se prendían de los barrotes de los balcones de los ventanales), se entregaban de manera total y absoluta, al espectáculo que en blanco y negro, ofrecía el gato del 4.
Una vez en el baile, pudimos comprobar que la belleza de nuestra mujeres, se engalana de manera substancial, con los movimientos rítmicos y cadenciosos de las que pueden bailar, es que, en el momento cumbre de la fiesta (que era a beneficio del equipo de futbol de esa localidad el Audaz), había en ese lugar, por lo menos unas 3 docenas de bellas mujeres, cada una, compitiendo tácitamente contra todas las demás, en su afán de convertirse en la reina de esa noche, debido a ello, sacaban de su repertorio, todos los pasos que su energía, ímpetu, gracia e indomable deseo de ser reina, les emanaban, haciendo que aquello, se convirtiera en una emotiva competencia de la que, saldríamos gananciosos -¡indudablemente- los espectadores!, bien entrometidos en eso estábamos, cuando, de manera súbita, se nos apareció... ¡¡¡la Rosita!!! (la hermana de la Menchita) quien con una actitud bastante hipócrita, empezó a darnos besos y abrazos de alegría (según ella) e invitándonos a bailar;
-         ¿y qué hacés aquí vos? (le preguntamos casi al instante),
-          bueno pues, aquí vivo con mi “esposo” (respondió),
-         ¿y adonde está él? (preguntó Chamba),
-         ah, ¡anda trabajando!, pero, no pregunten tanto mejor vamos a bailar (contestó), 
-         mirá Rosita (dijo El Tigre), ¿por qué no nos presentás algunas amigas?, así, ¡bailamos todos!,

     -         ¡NO! (dijo, tajantemente), estas hijas de pu..eblo, me caen mal y no tengo muchas amigas, mejor ahí vean ustedes como le hacen...
Chamba se puso a bailar con la Rosita, El Tigre se consiguió unas amigas y nos pusimos a mover el bote. El baile terminó como a las 2 de la madrugada; mientras hacían los arreglos del pago al conjunto y desarmaban los aparatos, para cargarlos en el pickup del dueño del equipo; junto al Tigre, dispusimos acompañar a las muchachas con las que habíamos bailado, ellas vivían en las afueras del pueblo y... pues ni modo hermano, por ahí nos fuimos.  Al nomás pasar por unos palos de morro, sentimos como en la oscurana de la noche, unas redes de lazo golpeaban nuestras cabezas y caras, al ser lanzadas hacia nuestras humanidades, desde las ramas de esos arboles; después de la confusión instantánea que sufrimos, nos dimos cuenta que se trataba de una redada de parte de la patrulla que, ¡andaba reclutando!, dejaron ir a las muchachas (eran 4) y, al Tigre, a mí y otros 2 amigos que nos acompañaban, nos amarraron de nuestros dedos pulgares y nos llevaron a una calle polvorienta que conducía al pueblo, enfrente de una tiendita que con un foquito de unos 5 watts, alumbraba la puerta de entrada (adonde colgaba un rótulo de la cerveza Regia, con el nombre de la tienda: El Porvenir); nos hicieron que nos sentáramos sobre unas lajas que estaban apiladas contra un muro de bahareque, para esperar al jefe (decían ellos). Después de unos 20 minutos (¡que nos parecieron 20 horas!), llegaron –en medio de una gran polvazón- una docena y media de hombres montados a caballo, entre ellos, apareció ante nuestros ojos,  el ..... ¡¡¡COMANDANTE!!!, El Tigre, se levantó rápidamente y de manera muy frenética e impulsiva, empezó a gritar: “¡Ese hombre es un asesino!, es un  criminal!, ¡agárrenlo!, ¡métanlo preso!!!. El comandante, ya no se bajó de su caballo y ordenó que nos taparan los ojos y que nos llevaran de regreso.
Como a eso de las 3 y 15 de la mañana, estábamos en el parquecito de ese lugar, listos para irnos de regreso a nuestro pueblo, llevando en nuestras mentes los recuerdos y memorias de esos momentos llenos de tensión, miedo y tembladera de canillas, sobre lo cual te seguiré contando más adelante, ¿oíste Chepitorio?, por el momento, permitime que deseé que el Todopoderoso llene de paz, alegría y bonanza tu corazón y el de los tuyos y que, el sentimiento guanaco impregne tu espíritu de orgullo y satisfacción, al saberte un salvaguanatrucha cien por ciento calidá, dispuesto siempre a ayudar al hermano en desventaja y no tanto a hablar paja como los políticos y desubicados mentales quienes, al no hacer nada (ni dejar hacer a otros) buscan siempre excusas para justificar así sus tremendas y profundas frustraciones.....
El guanaco de verdad, ¡¡¡siempre está (y estará) dispuesto a ayudar al hermano en necesidad!!!
Salú,
El Monsiour.
Orgulloso Miembro de AURA
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Capítulo XLI

Hola Chepe Toño:

Esa noche, allá en Apastepeque, don Chamba nos preguntó: ¿por qué nos habíamos tardado tanto y también, por que lucíamos como espantados?, por temor a darle la impresión de ser problemáticos (y que por eso, no nos invitara a otros lugares), le respondimos: que al regresar de acompañar a las muchachas, al pasar por unas matas de tuna, ahí agazapado en medio del polvo y la ceniza, habíamos visto al REY dentro de la costumbre narrativa Cuzcatleca: ¡EL CIPITIO!, don Chamba, solo se sonrió y al empujarnos suavemente adentro del microbús, dio por terminado el asunto.
El Tigre me invitó a dormir en su departamento. Al día siguiente, me despertó diciéndome que deberíamos ir a la policía a denunciar al comandante,
- estás loco o te pica el cu…al denunciar, Tigre? (pregunté), ¿que no ves que esos  
  son igual que él? (continué),
      - tenés razón Monsiour pero... me encachimba que ande por ahí bien tranquilo, 
       después de lo que le hizo a la pobre Ana Canastos (QEPD),
-    - mirá Tigre, lo que si podemos hacer, es ir adonde la familia de ella y contarles lo 
        que nos pasó anoche, ¿que decís?,
     -  ¡Si!, me parece bien, ¡vamos!
La familia de la Ana, escuchó nuestro relato y después de agradecernos y prometernos mantener nuestros nombres en secreto, nos confiaron que irían a buscar a ese asesino y no descansar hasta ponerlo detrás de las rejas.
Esa tarde, por ser día domingo, habría partido de futbol en el pueblo, de tal manera que dispusimos ir, pero… primero iríamos al puesto de la niña Nico, a saborear una deliciosa leche poleada que solo ella sabía preparar. Llegamos al pequeño estadio de la localidad, sabíamos que el partido era de gran importancia para el equipo del pueblo pues, de ganarlo, clasificaría para pelear el ascenso de categoría, debido a ello, había una gran cantidad de gente y se podía apreciar que mucha más venía en camino.
Cabal en medio de un grupo de muchachas, caminaba la profesora quién al ver al Tigre, se avalanchó sobre él, cubriéndole de besos, abrazos y caricias ante el asombro y morbo de la gran multitud presente, de entre los cuales, hubieron más de algún bayunco que gritaba sus jayanadas, como: ¡busquen cuarto!, ¡tópela mi cabo!, etc. y de otros que simplemente silbaban toda clases de mensajes.
Yo me fui con unos cheros al otro lado de las graderías, desde ahí presencié el juego y observé como El Tigre y la profesora, se salían del estadio antes que terminara el partido...
El equipo del pueblo perdió y la tristeza era casi total en todos los rincones, la gente no aceptaba el resultado y muchos argumentaban que había sido a causa del árbitro, quién se había vendido al equipo contrario, algunos, se fueron agrupando en la casa-club del equipo y con el caer de la tarde, con el propósito de negar (o no aceptar la realidad), se escudaron en la derrota para consolarse o para darse ánimo con unos trancazos de  3-Puentes, Mechazo, Chicha o cualquier otro espíritu que cayera en sus manos y así,  con el paso de las horas y del efecto de estos estupi-hacientes, se fueron armando grupos cada vez más numerosos de gente acalorada que, luego se convirtieron en hordas de enardecidos y violentos seres los que, alienados por los sermones divisivos, derrotistas y holocausticos de uno que otro político, se fueron al Instituto de Educación Media local a destruir muebles, materiales didácticos, equipos de laboratorio, televisores y cuanta cosa se encontraron, gritando consignas contra los profesores de ese plantel, a los que acusaban de comunistas, por el simple hecho de que, uno de los maestros de ese centro educativo, era originario del mismo pueblo de adonde era el equipo que le había ganado al nuestro.....  ¡¡¡la policía y la benemérita, brillaron por su ausencia!!!
El escándalo fue muy grande y el miedo que causó entre los profesores de las otras escuelas del lugar tan profundo, que muchos optaron por no ir a dar clases en los días siguientes y los maestros que eran de otros lugares, se regresaron rápidamente a sus pueblos.
La profesora se fue a la casa del Tigre allá en San Salvador; un día que les fui a visitar, comprobé que, ante la inocencia del Embajador y sus demás familia, bajo sus narices, El Tigre y la profesora vivían ya una vida de pareja, desde hace rato. Parecía que El Tigre, se había olvidado de la Ada y decidido volver a la seria relación con la profesora, la misma señorita que desde niño, aquel había admirado, soñado y adorado, tanto que, hasta había -en varias ocasiones, junto a mí- ido a vigiar o capear cuando ella subía las gradas  que le conducirían a la escuela adonde daba clases.
Esa semana, se dio a conocer una triste (¡otra más!) noticia en el pueblo, la Menchita se proclamaría nuevamente como candidata a su reelección de alcaldesa de parte del partido ese. En las mentes de gran parte de la población (según se podía comprobar al escuchar los rumores generales), existía la esperanza que, algún otro candidato lograra arrebatarle el puesto y la simpatía de los fanáticos que ciegamente (o por miedo a las represalias), formaban las filas de ese grupo político. ¡Ni idea teníamos, sobre lo que vendría!
Al querer alejarme de la pesadilla que significaba para un joven como yo, pensar sobre asuntos de política (y de falta de vergüenza) de los tamales”, vivianes, “larvas”, “tacuacines”, es decir, ladrones que se acobijaban en la pantalla que la política les ofrecía, para llevar a cabo sus nefastos planes e intenciones de convertirse en ricos de la noche a la mañana, decidí irme para la casa de un señor amigo de la familia, quién nos visitaba frecuentemente, era don Virgilio, un señor de origen indígena. El llegaba desde un cantón de San Sebastián (en el departamento de San Vicente) a la casa de uno de mis tíos, recuerdo que siempre nos llevaba, dulce de batido, unos dulces miniaturas envueltos en tuza y amarrados en pares (copiando a los atados) bien ricos  y melcochas, también nos abastecía de colchas y hasta hamacas.
Bueno Chepito, fijate que este señor tenía unos terrenitos por ese lugar y en ellos, sembraba caña de azúcar; las veces que fuimos a visitarle, nos maravillábamos de la impresionante hermosura de la campiña guanaca, nos deleitábamos al sentir la brisa veraniega en nuestras humanidades y ciertamente (ayudados por nuestra inmensa imaginación infantil)  nos transportábamos a estados supremos de éxtasis al recorrer aquellos benditos campos cuzcatlecos, ¡tan llenos de colorido, luz, sonidos y olores peculiares y propios!
Bien recuerdo que al poniente de la casona, enfrente de la cocina y a la par del establo (que era compartido por bueyes, vacas, caballos, gallinas y hasta unas cabras), estaba el pequeño trapiche que, al ser accionado por los bueyes ( al compás de los chirridos que daba), hacía que de los pedazos de esa planta, emanaran chorros de rica y espumeante miel azucarada, la que, nosotros (junto a los cipotes de los hijos de don Virgilio y otros vecinos) esperábamos impacientemente con un guacalito de barro o de morro, listos para llenarlo de aquella sabrosura natural. Balta (el hijo mayor de don Virgilio), era el caporal, él tomaba las decisiones sobre cuanta caña habría que molerse ese día, cuales bueyes ocupar y hasta de cuantas chengas tenían que echar las tortilleras (aparte -por supuesto- de las actividades respectivas del campo). Nosotros esperábamos su señal para ponernos en fila india y así, determinar el orden de llegada al chorrito de miel; Mingo, el hijo de Luis (otro hijo de don Virgilio) casi siempre era el primero, es que, como ya era un poquito más grande que los demás, ¡había aprendido cuando era que la miel empezaba a salir!
Muchas veces, fijate Chepito que, después de saborear la deliciosa miel, nos íbamos (con el cuidado de Efraín, el hijo menor de don Virgilio)  a darnos nuestros chapuzones al bello río Machacal que, muy gallardamente riega bondadosamente esos suelos nobles de la campiña guanaca; al regresarnos al rancho, pasábamos a cortar pepenances en una finca que tenía una crianza de gallinas blancas.
Al atardecer y estar ya a punto de caer la noche, nos volvíamos a ir a buscar unos troncones o piedras, para sentarnos a la orilla de la fogata que encendía Balta y en la que, ponían a asar elotes, mientras don Virgilio, bajo ese bellísimo manto azul de las noches salvadoreñas -plegadas de miles y miles de estrellas sonrientes y brillantes-, nos deleitaba con sus cuentos, historias, leyendas y narraciones de un El Salvador lindo que, nosotros debemos conservar, mantener y exponer, para que siga viviente y vigente en los corazones nuestros y en el conocimiento de aquellos que no tuvieron la fortuna de haber nacido en esa, nuestra...¡¡¡Tierra Linda!!!
Hasta aquí llegaré ahora Chepito, prometo seguir contándote sobre lo bello de nuestra patria, para que día a día, se te hinche más el pecho, al saberte salvaguanatrucha pues eso...es un gran honor!!!

Salú,
El Monsiour.
Orgulloso Miembro de AURA
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Capítulo XLII
Hola Chepe Toñito:
¡Mirá pues!, ahora que han aparecido algunos personajes por ahí, tratando de desmeritar y minimizar la importancia del orgullo que nosotros/as los/as salvaguanatruchas llevamos en nuestro interior, al sabernos bien nacidos en la “Tierra Linda”, resulta que… ¡más profundo es el sentimiento de pertenecimiento y más grande el orgullo al saberlo!
Como te estaba contando, fijate que otra de las cosas que me acuerdo hacíamos cuando llegábamos a la casa de don Virgilio (allá cerca de San Sebastián), era que con él y uno de sus hijos (ya fuera Mingo o Luis), nos íbamos en los fines de semana a vender dulces atados, a otros pueblos. Así, tuve la suerte de conocer San Lorenzo, Santa Clara, Santo Domingo, San Esteban Catarina, Santa Cruz Analquito, Verapaz, Jerusalén (entre los que me acuerdo) y volver a otros que ya conocía, como San Rafael Cedros, El Carmen y Apastepeque. Salíamos bien temprano, la mercancía cargada en una carreta y nosotros... en unos caballos (y yeguas). Yo creo que don Virgilio, hacía estos viajes solo por recrearse y no por necesidad de vender su producto pues, a cada pueblo que llegábamos, nos recibían unos sus amigos que se tenía; estos señores -normalmente- trataban a don Virgilio como un hermano (o algo así) pues, ni siquiera tocaba la puerta para entrar y se metía de un solo (no es que fuera mal educado el hombre, si no que, el sabía que estaba como en su casa), muchas veces vi como los cipotíos se le colgaban de sus brazos y hasta se le encaramaban en la espalda, haciendo como que andaban a cucucho. Don Virgilio gozaba al ver la carita sonriente de los bichos, cuando después de hacerles unas cuantas carreras de mico en sus cabecitas rapadas al mejor estilo pato bravo, se contentaban al recibir unos centavos, dulces y una que otra sorpresa que él les brindaba.
Se podía apreciar que en la casa que este señor visitaba, la gente se alegraba y ponía de buen humor, es que, la gente lo recibía muy bien, no paraba de atenderle y ofrecerle cosas. Si llegábamos en la mañana, las mujeres de la casa, se apuraban a preparar leche con café (a don Virgilio le gustaba hasta con 4 cucharadas soperas del LISTO) y nada de azúcar.....pues para eso, estaba el dulce de atado (¡decía, repetidamente él!).  Si la llegada era en la tarde, (principalmente, bastante después del almuerzo), el cafecito caliente con unos 2 pedazos de pan dulce, ¡era la obligación! Ahora, si la arribada era bien tarde o un poco entrada la noche, los pencazos del ESPIRITU DE CAÑA ¡no debían faltar!
Todo se desarrollaba de una manera tranquila y muy pacífica, don Virgilio tenía una cualidad muy característica en nuestra gente, casi nunca se enojaba, siempre andaba de buen humor y era -sobretodo- muy educado y cortés; ¡ah! pero no fueran a tratar de timarlo o engancharlo, mucho menos querer humillarlo, porque.....sin decir agua va”, ese señor, se le ponía al brinco hasta al más pintado, ¡con su tremendo machete!  Recuerdo una vez en particular, en Santo Domingo, habíamos llegado bastante entrada la noche (quizás eran las 10) y como don Anselmo no le esperaba, estaba ya acostado. Era noche de media luna y entre los melancólicos suspiros de las lechuzas  y los chirridos que las ruedas de la carreta producían al machacar las piedras de los caminos, llegamos a nuestro destino, veníamos de San Esteban Catarina, después de haber estado la mañana en San Lorenzo. El pueblo lucía triste y desolado, apenas se veían unos 2 pelones por la casa que tenía la única mesa de billar. En el pequeño parque del lugar (un terreno plano y enzacatado), unos chuchos aguacateros se peleaban por un pedazo de huiriche que de un tacuazín sobraba. Al llegar cabalito enfrente de la casa que visitábamos, don Virgilio se fue directamente a una ventana con una puerta de madera vieja y despintada, golpeó repetidamente con sus dedos huesudos y callosos y, al escuchar la respuesta de una mujer proveniente del interior, dijo en tono de canción/poesía y con voz sonora y templada:
Aquí te traigo María,
un pedacito de queso!,
para que se lo des a tu marido,
¡¡¡Cuando esté cagando grueso!!!
Después de unos -interminables- minutos (e intrigantes para mí, que no entendía por que él había recitado eso, -aunque por supuesto que me ca.....ía de la risa-), se abrió un portón y apareció un señor alto, flaco y con tremendo bigote... Preguntando: hola mi entenado, ¿por qué no habías venido vos? entregándose ambos a un abrazo ferviente y efusivo.
Como no había elixir, dispusieron ir adonde Lupe (el que atendía la única cantina del lugar), lógicamente, esta estaba cerrada y unos bolos que estaban arrimados en la acera de enfrente, se pusieron a reír y hablar babosadas, cuando vieron a don Anselmo y a don Virgilio tocar la puerta y pedirle a Lupe que les vendiera una pachita, ¡seguro que se las van a vender, viejos pend....iente tengo una cosa que hacer! Don Anselmo, volteó a ver y les respondió: “¡ya van a ver que si, semejantes cu...riositos niños”! y..... efectivamente, Lupe abrió una pequeña gaveta y arrimando su cara a ella dijo: “écheme 5.25 pues, don Anselmo. Don Virgilio sacó unos billetes de su cartera de cuero y los puso en el lugar, diciendo: Ahí nos vemos mañana Lupeo, aquel respondió: “¡bueno pues!, don Gilo y en cuestión de minutos, nos encaminábamos de regreso a la casa de don Anselmo.
Yo, de verdad que aunque tenía sueño, quería estar a la par de estos señores para oírles hablar de sus cosas bien arrechitas;  no habíamos caminado ni cuadra y media cuando, los bolos aquellos, llegaron a exigirles que les dieran unos tragos o si no, les quitarían la pacha.
- ¿Que decís? irrumpió don Virgilio (ante el que había dicho eso)
- ¡si! repitió aquel, o nos dan unos tragos, o les quitamos la pacha.
- A nosotros... no nos van a quitar, ¡ni mangos!, mejor vayan a dormirse atajo de babosos (le contrarrestó don Virgilio) y si quieren... inténtenlo pues, ¡vamos a ver que tal les va!
Ante esto, aquellos optaron por irse y, nosotros (por lo menos yo) creímos que todo había terminado. Llegamos a la casa de don Anselmo, su señora (la niña María) había calentado el poco de sopa de arroz con tunco que le había sobrado y solo le faltaba tostar unas tortillas, comimos y después que los señores se habían engatusado ya varios talagüaistazos, de repente (como a eso de la 1 y media) se oyó un gran grito allá en la calle, era la voz de un hombre quién junto al estrillante ruido causado por un corvo, al ser golpeado contra las piedras, nos puso tensos y prestos (en mi caso, temeroso y con tremenda canillera). Eran los bolos que (ahora armados -con corvos-), regresaban a cobrárselas con don Anselmo y principalmente con don Virgilio. Por debajo de la puerta, pudimos ver como blandeaban el machete y sacaban chispas de las piedras de la calle, aquellos bravos y enajenados hombres quienes, gritaban de manera abierta y desafiante retando a los muy machitos ¡que estaban adentro!
La opinión generalizada (principalmente de las mujeres y los cipotes) era la dé; ¡Ahí dejen que griten, ya se van a cansar y se van a ir!, ¡no se metan en problemas!, ¡mejor apaguemos la luz y nos acostamos!...pero, don Anselmo (quién conocía a aquellos), trató de tranquilizarlos, pidiéndoles que mejor se fueran para su casa pero de repente, uno de ellos respondió: salí vos viejo cu...anto quiero demostrarte que no valés nada y que a vos, a tu mujer y tus hijas, me los co... mo no me entienden, ¡no les explico! Ante esto, don Virgilio agarró su tremenda guarizama de más de un metro de largo, abrió el portón y malabareando su machete al mejor estilo de Huan Yu (El famoso espadachín manco de las películas chinas que estaban pegando golpe en esos tiempos), retó a aquellos con un: ¿A ver quién quiere ser el primero? y amagando sobre ellos, aquellos salieron barajustados como alma que quiere el diablo, dejando tirado -incluso- un corbo con todo y vaina.
Después de esa experiencia de esa noche, sinceramente -te confieso Chepito- que, me sentí más seguro y protegido, cada vez que andaba con don Virgilio, es que, -te repito- el hombre era calidá (como la mayoría de la gente bella originaria de nuestra “Tierra Linda”).
Bueno chero, creo que esto es todo por hoy, por favor cuidate mucho y dámele un fuerte abrazo a la Dinorita y a tus cipotes, sin olvidar este día  (y siempre), sentirte muy orgulloso de tus raíces pues ellas, son bellas, mágicas, únicas y muy nuestras!
Salú,
El Monsiour.
Orgulloso Miembro de AURA
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Capítulo XLIII



Quiuvolé Joetoño,

Con mucho cariño te escribo hermanito, para contarte que ya me alivié del ataque que me dio. Si, en efecto, el ataque de piojos que me dio en la cabeza después de haberme ido a bañar a un río gringo por ahí, ya se me quitó, gracias a unos sahumerios de cal y unos baños de “baygón” con lejía que no solamente hicieron que se me murieran todos “mis piojos” y “mis liendres” sino que también me ayudaron a blanquearme un poco el cuerpo y hacerme lucir bien chulo (con “H”), bien chelito que quedé, ¡vieras!

Y mirá papá, fíjate que estoy contento también porque he comprobado –otra vez más- que nuestra gente… es chula, es bien chévere, es calidá papá, fíjate que recientemente me encontré con varios/as de nuestros/as hermanitos/as y dos de ellos/as: Nenita Navarro y Baltazar Montes (conocido popularmente como “Diablo”) me comentaron que le siguen el hilo al mentado Tigre; en efecto, me contó Nenita que ella hasta se compró una computadora (y aprendió a usarla) con el propósito de leer las cartas que te mando a vos y en las que te cuento acerca del Tigre; ella dice que le emociona mucho y le llena de nostalgia leer de cosas nuestras con las que ella se identifica. Balta no solamente me confió que aunque él ya había leído “El Mito” (porque yo le había dado copias por escrito de este mi “libro”, hace unos 13-14 años), el las revisitaba ahora por medio de nuestra, “Página Oficial Buchona” pues le gustaba mucho recordarse de tantas “babosadas” con las que él se identificaba y lo mejor, Chepisque, es que Balta me demostró que en efecto lee y le sigue la onda al Tigre, pues me estuvo narrando pasajes de varios capítulos con todo y nombres de lugares, personas y situaciones…¿Qué te parece?

Yo me siento con estas muestras de apoyo, muy contento y entusiasmado; por supuesto que también muy agradecido por lo tal, quiero dedicar a todo/a hermanito/a chulo/a buchón/a este capítulo de mi humilde “librito”, especialmente a Nenita Navarro y a Balta “Diablo” Montes, con cariño y agradecimiento, aquí está:

Pues mientras yo andaba allá por esos lares vicentinos, mi hermanito me llegó a buscar al pueblo varias veces, en la casa de mis abuelos le decían que no había regresado de mi “exilio” y aquel, se regresaba para “Zanzíbar”,  hasta que se decidió irme a buscar; así, un día que regresábamos a la casona de darnos unas zambullidas en el río Machacal, escuchábamos los chuchos ladrar fuerte y tendido, al voltear a ver en dirección de la casa, observé una columna de polvo que se elevaba y que, indicaba que un vehículo se desplegaba por el camino polvoso que conducía hacia el casco de la propiedad de don Virgilio; apuramos el paso y al llegar, me sorprendió ver el carro del Embajador dentro del cual, estaba mi hermanito (no salía el cul…to joven, por miedo a los chuchos).

Al verme, aquel se animó a salir y nos fundimos en un cálido y fraternal abrazo.

-         ¿Qué hacés aquí, Tigre?
-         Vos, semejante pen…sador, ¿Qué pu…mas hacés escondido aquí?
-         ¿Escondido?, no papá, ¡para nada!  
-         ¿Y entonces?
-         Nombre, lo que pasa es que, me vine a dar una vuelta por aquí porque vieras que tranquilo es el ambiente por estos lados, man…
-         Si cab…allo negro pero no me contaste nada…
-         A la pu…ma, ¿y que sos mi tatá para darte cuentas de todo pues, maje?
-         No, cer…dito, pero me tenías preocupado,
-         ¿Por qué, vos?
-      Pues si, como dicen en el pueblo que le fueron con el chambre al Comandante que te habían visto platicando con la Rosita y que de seguro, vos le aconsejaste a ella que lo dejara...
-         ¡¿Qué decís!?
-         Si papá, dicen que incluso ustedes dos andan juntos…
-         ¡Coma mie…ntras!
-    Simón man, eso andan diciendo allá porque ese maje, “no le da agua” a la Menchita, ahí anda detrás de ella, para arriba y para abajo, como sombra de ella, y de la Rosita, nada se sabe,
-         ¡Ve!, ¿y yo que tengo que ver en eso?
-         Yo sé que nada hermano, pero vos ya sabés como es la gente envidiosa; buscan como joderte, como hacerte mie…do me da terminar…
-     Si, yo sé pero, al tener la conciencia tranquila y saber que a esa gente, ni su santa madrecita la puede hacer cambiar, yo, sinceramente Tigre, no me preocupo y le dejo a Dios que el decida.
-    Tenés razón hermano, y pu…ma, disculpame que por estar hablando de esto, hasta se me había olvidado que te traigo un “bolado” por ahí,
-         ¿De verdad papá?
-         Simón lucas…
-         ¿Y que me traés?
-         Esperate man…

Y se metió al carro, del cual salió unos minutos después con una bolsa del “Simán”, de la que sacó unas camisas. Me las dio sin mucho preámbulo pero al meter nuevamente la mano dentro de la bolsa y sacar unos “shores”, me dijo cantando: “te traigo estos shores, porque no encontré otros peores”, y nos pusimos a ca…ernos de la risa, mientras las demás personas alrededor, nos veían extrañados pero contentos.

En eso, llegó Balta con unos gajos de mangos indios para que nos los “devanáramos” ahí mismo, lo que hicimos en cuestión de minutos y cuando la niña Chita (no era la mona de Tarzán), le preguntó a don Virgilio si mataba una “pelona” (eran unas gallinas que tenían el buche pelón); don Virgilio entonces se nos acercó para preguntarnos si mi hermanito y su chofer se iban a quedar a cenar pero, aquel respondió que no podían porque su papá le estaba esperando por lo que don Virgilio le respondió a la niña Chita que solamente echara las chengas y que comeríamos pipianes en algüaiste con frijoles.

El Tigre me contó que también había ido para despedirse de mí pues, ya tenía todo listo para irse para los “Estamos Sumidos”; fíjate que mi papá quiere que me vaya lo más rápido posible pero, yo realmente no quisiera irme todavía man. Y allá, ¿adonde vas a caer, maje?, pues, a la casa de una hermanan de mi papá que vive en Tejas, en una ciudad que se llama Austin, es que ella está casada con un gringo que tiene un rancho con vacas ahí pero yo, ¡sinceramente me ahuevo, Monsiour, fíjate! ¿Por qué, vos?, ¡No sé, papá, vos sabés que yo soy humilde y según lo que he oído, esa familia tiene pisto! Con decirte que tienen cientos de cabezas de ganado y dicen dentro del rancho, ¡hasta un lago hay, man!

-         Bueno, ¿y cuando te vas a ir?,
-         pues la verdad no sé, un día que me den ganas,
-         pero me avisás, ¿oíste?
-         Simón, y ya me tengo que ir porque está largo el jalón hasta sivar.

Nos despedimos con un abrazo, aquel se metió al carro del lado del motorista… ¡y se puso a manejar el muy cab…eza de chorlito! Se alejó el carro aquel, llevándose consigo a mi hermanito querido y arrastrando al astro luminoso que cansado de su faena diaria, se despedía de nosotros con una leve sonrisa y un pequeño soplo de esperanza con el que, nos acercamos al punto de reunión que en el centro del patio de aquella casona, habíamos determinado para celebrar nuestra comunión de amistad, de fraternidad, de sinceridad, hasta que, después de cenar, fuimos otra vez entretenidos por las increíbles y entretenidas aventuras que por medio de sus relatos, don Virgilio nos ofrecía y deleitaba.

Y así, se nos fue esa noche mágica bajo ese velo hermoso y único que nos acobijó hasta que caímos cansados en los brazos de Morfeo.

Bueno pues, Chepistorio, como te le vengo diciendo ya, vos sabés que ya estamos llegando al final de estos relatos sobre mi gran chero de la infancia, El Tigre; hoy llegamos al final de esta “Babosadita” que espero haya sido de tu agrado, al rato vengo por acullá, ¿oíste?

Y ya me voy vos, porque ahorita estoy jugando una güimbia de capirucho.

Salú,
El Monsiour.

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Capítulo XLIV

Hola Mentado Chep'anthony:


¿Como has estado brother?,

Disculpá que no te haya escrito antes hermano, la verdad es que, he andado bien metido en otros bolados por ahí, lo bueno es que, nos hemos estado comunicando por "telefunken" ¿vea?, mirá, de verdad que me alegra mucho saber lo que con tus hijos están haciendo, sigan adelante, por que así, es como lograremos colocar a nuestra “Tierra Linda”, en el pedestal que se merece.

En cuanto al Tigrito, fijate que se fue para los “Estamos Sumidos”, yo regresé a mi pueblo, adonde ya se sabía que la Menchita iría -nuevamente- como candidata a alcaldesa; no lo vas a creer pero, en esa ocasión pasó algo que solo en nuestra tan pisoteada historia política se pudo haber dado, resulta que, ante el miedo de perder las elecciones que se avecinaban y sabedor del rechazo general de parte del pueblo hacia las descaradas maniobras terroristas y asesinas que desde la casa presidencial salían, el gobierno –de manera por demás asquerosa- decidió a través del "famoso" Consejo Central de Elecciones (que era dominado totalmente por el partido del gobierno), declarar nula la participación de todos los demás partidos políticos en las elecciones próximas, dando como resultado que, solamente un partido (el del
gobierno) se presentara a la elección...¿qué te parece, hermano?, te cuento que, para hacer que todo “luciera normal”, hasta amenazaron a aquellos ciudadanos que no votaran, con ponerlos en la cárcel por no "ejercer el derecho supremo al sufragio"; como en era práctica poner un sello en las cédulas de identificación personal, muchos "tuvieron" que votar, para evitar ser detenido por la guardia, los "cuilios" y hasta la descalza y ser "desaparecidos" por no portar el famoso sello de votación en el documento de identificación.

Como es lógico, todas las alcaldías de la “Tierra Linda” cayeron en manos de gente entre las cuales habían, algunas con buenos y genuinos deseos de servir y trabajar por el pueblo pero, desafortunadamente también había mucha que solamente buscaban ensanchar sus carteras personales a cualquier costo y saquear las arcas del pueblo, lastimosamente, estos eran la mayoría y lo peor es que, en su desenfrenado intento de enriquecerse a como diera lugar, se llevaron con sus artimañas, el patrimonio que tan arduamente la gente noble y honrada había logrado reunir, también la decencia, respeto, dignidad, integridad física y hasta la misma vida de aquellos que se osaran disentir, oponerse o denunciar sus actos de corrupción, aquello era Chepito... una vergüenza y un temor total entre la población, en realidad esto que te cuento
es uno de los episodios mas negros de nuestra historia de los que yo recuerde.

Tal como me lo dijo El Tigre allá en la casa de don Virgilio en San Sebastián, el comandante había regresado al pueblo, pero no había llegado acompañado de su mujer, quien, como ya te lo conté anteriormente, nosotros sospechábamos que se trataba nada mas y nada menos que de la..... ¡Rosita!, la misma hermana de la Menchita, (pues nos parecía demasiada coincidencia que los dos vivieran en Apastepeque, ¿me entiendes Méndez?) sino que había llegado solo (¿Quién sabe con qué intención?)...

Pero, esta situación empezó a aclararse cuando aquella apareció unos días después en el pueblo; fíjate que una tarde la vi a la pobrecita, yo había ido a jugar al cinqueado a la cancha de la estación del pueblo y noté que cerca de un palito de marañones japoneses, estaba una mujer sentada de seguro -pensé-refrescándose bajo la sombra de ese árbol. Pero,  al salir disparada la pelota en esa dirección por un patadón de Chico “Diablo”, fui a buscarla y al acercarme, observé que la mujer se tapó su cara con sus manos pero, su movimiento no fue lo suficientemente rápido pues alcancé a reconocerla y le saludé con un:

-         "Quiuvolé Rosita, ¿qué estás haciendo aquí, vos?", ella cambió de semblante y con un rostro bien "cherche", no atinaba a responderme hasta que le dije:

-         Uta ¿estás embarazada verdad?

-         ... ¡Si hombre! (respondió ella)

-         ¿Y se puede saber quien será el papá?

-         ...este, es el Comandante..., pero, mirá Monsiour no le contés a nadie ¿oíste?

-   ¿Qué, queeeé?, ¿el Comandante?, ¡pero si el es el marido de tu hermana, la alcaldesa!

-         ¡Si hombre!, si yo no sé que me pasó, la verdad es que, me arrepiento pero, como el me tiene amenazada...

-      Bueno mirá, me tengo que ir pero ¿si querés podemos seguir platicando en tu casa?

-         ¡No!, en mi casa no, mejor quedate aquí después que terminés de jugar...

Yo seguí jugando y unas horas después, sudoroso y cansado me acerqué a la Rosita quien ya me estaba esperando con unos marañones que había recogido de en medio del cerco que separaba a la finca de la cancha, que unas matas de maguey formaban.

Contame Rosita (fue lo primero que le pregunté), ¿y que hacés aquí? Pues fijate que, mi marido me dejó sola allá en Apastepeque sin decirme nada mas que pensaba venir aquí a que mi hermana le diera un pisto que le debe, es que, allá en Apastepeque, andan con la bulla que lo andan buscando los familiares de una cipota que se murió y le echan la culpa a él pero, mi marido dice que ella se murió de una zumba que agarró porque era bien borrachita, entonces  dicen que un hombre armado anda buscando a mi marido, con ganas de matarlo, asiesque, hemos decidido mejor irnos para otro pueblo, el problema es que, no tenemos pisto porque como a él ya no lo quieren en la comandancia, pues ya no trabaja; el pobre se tuvo que ir y me dejó a mí sola, ¡sin pisto y así de panzona mirá pues! Ya ayer ya no aguanté estar sola fíjate y decidí venirme a como fuera porque no tenía nada de pisto, incluso no me quedó tiempo para nada, ni de agarrar unos trapitos por ahí, este vestido que traigo puesto, es todo lo que tengo...

Uta Rosita y ¿por qué te metiste con el comandante?

Pues fijate Monsiour que, desde que yo estaba estudiando, él me vigiaba y me decía cosas, una tarde que mi hermana no estaba, llegó a mi cuarto y me agarró a la fuerza, yo estaba haciendo mi deber y tenía el radio encendido, oí cuando alguien abrió la puerta de la casa pero, pensé que era mi hermana, el se metió al cuarto de ellos y no escuché ruido por varios minutos, me
confié un poco y de repente, sentí como alguien se me tiró encima por detrás, yo estaba acostada boca abajo en mi cama, vestía una falda cortita y una blusa floja, al luchar, logré voltearme, el me agarró de mis muñecas y hablándome con su cara bien cerca de la mía, sintiendo su aliento lleno de alcohol y cigarrillo, me dijo que debía de quedarme callada pues, de nada me valdría gritar, tu hermana no va a venir temprano, tu mamá no está en el pueblo, vos sabés que siempre me has gustado, además esta no será la primera vez que lo hagás pues toda la gente sabe que te "metiste" con el hijo del Gobernador, asiesque, es mejor que cooperés y no hagás las cosas mas difíciles, ¿oíste?, de esa manera, el metió sus manos entre mis piernas y de un solo, sacó mi "bloomer" y...¡me violó!

No puedo decir realmente lo que en mi mente pasaba en esos instantes, es algo como mezcla de impotencia, de dolor, de asco, de humillación, de desesperanza, de culpabilidad, es decir, entre mis pensamientos no había un solo que me hiciera sentir bien, a partir de ese momento, pensé que de nada valía vivir, así, una vez me quise matar con unas pastillas pero, mi hermana
llegó a tiempo y me llevó al hospital.

Lo peor fue que, cada vez que el comandante quería, llegaba y me usaba, yo, solo dejaba que el tiempo pasara lo más rápido posible para después, ponerme a llorar y refugiarme en la almohada, arrinconada en una esquina de mi cuarto, vieras que horrible era todo Monsiour, por eso, cuando mi hermana nos encontró en la cama y me empezó a pegar y a gritar que era una:...¡PU...ma de monte!, a pesar del dolor y la vergüenza que sentía, también sentí un gran
alivio pues pensé que de esa manera, el Comandante iba a dejar de abusar de mí, el problema fue que, en cambio, mi hermana le dijo que se tenía que quedar conmigo por que ella, ya no me dejaría quedarme en la casa –¡por pu…ma!- y que nos fuéramos los dos de su casa.

De esa manera, como yo no tenía a donde ir ni a quien recurrir, pues me fui con él. Pero fíjate que el, a pesar de ser malo, conmigo se ha portado bien pues, no me deja aguantar hambre, me compra ropa y aunque sé que tiene otras mujeres, siempre llega a la casa aunque sea en la madrugada...

¿Y que hacés aquí, Rosita?

Lo que pasa Monsiour es que no puedo ir a la casa de mi hermana porque ella ha dicho que no me quiere ver, dice que soy una pu…ma bien hecha que yo me le metí a su marido para quitárselo; mi mamá no sabe que estoy con el Comandante ni mucho menos que estoy panzona…

¿Y adonde vas a dormir, ahora?

Pues yo le mandé a decir a él, con Oscar “El Puma”, que aquí estoy y el dijo que me esperara, que cuando se desocupara iba a venir para llevarme al cuarto de un amigo de él,

¿Al cuarto de un amigo…?

Si, Monsiour, no te preocupés por eso, ya estoy acostumbrada a dormir adonde sea, hasta en el monte, fíjate que una vez allá por Cinquera, habíamos ido a buscar un pariente de él y cuando llegamos a la casa, nos dijeron que ese primo estaba preso por andar de cuatrero; como mi marido no conocía bien a esa gente que vivía ahí, me dijo que nos regresaríamos para Ilobasco que es adonde primeramente nos fuimos de aquí pero como ya era bien tarde y no habían camionetas de regreso, ni pensión, ni nada pues nos fuimos al monte y debajo de unas matas de Izote, el Comandante acomodó un poco de monte, se quitó la chumpa y ahí sobre ella me acosté yo, para pasar la noche, fíjate…

Después de un buen rato de hablar, el astro sol empezó a darnos señales de despedida y la atmósfera guanaca, empezaba a llenarse del canto cada vez más repetitivo de los grillos y aves nocturnas que hacían al ambiente revestirse de un halo único que, se volvía mágico y solemnemente bello al acompañarse de los destellos azules de la luz lunar que plácidamente, llenaba de misterio los rincones mas insospechados a los que, visitaban los diferentes personajes de nuestra fauna nocturnal, así, me tuve que despedir de la Rosita quien antes de dejarme ir, me pidió que le regalara algo de pisto para comprar aunque fuera un "quiz" de semita mieluda pues, esos marañones japoneses, habían sido los únicos visitantes de las cavidades de su sistema digestivo en las últimas 30 horas. Le entregué mis 20 centavos que eran todo lo que tenía y me encaminé hacia mi casa, con la mente puesta en lo que ella me había contado esa tarde y sintiendo una gran pena y dolor al saber que -nuevamente- una alma que pudo haber sido un ente útil a la sociedad, era detenida en su camino, por un aberrante hecho proveniente de parte de un esbirro que desgraciadamente, tuvo poder, apoyo y campo de acción para cometer este tipo de actos bestiales, por parte de los que deberían de protegernos, que tiene la obligación de protegernos... los gobiernos...

Esto querido Chepito, te lo cuento, con la más grande tristeza del mundo pero también con la convicción de que es algo que nosotros como buenos "salvaguanatruchas" debemos de saber y aceptar como real, para después imponernos en nuestras conciencias y hacer todo lo que debamos para que… ¡JAMÁS SE REPITA!  


Cuidate mucho hermano y siempre tené en mente sentirte orgulloso de saberte "salvaguanatrucha" pues eso, es un gran honor.


Mas adelante te voy a seguir contando las últimas “babosaditas” de este mi chero El Tigre.....


Salú,
El Monsiour.

**********************
CAPITULO XLV



Chepe Toño:


Mirá pues, aquí estoy de nuevo, ya dispuesto a seguir contándote las “babosaditas” de mi chero El Tigre…



Fijate que en el mes de noviembre de ese año, regresó El Tigrito de los “Estamos Sumidos”, yo estaba en la casa de René "Tequila" (QEPD), con Balta “Diablo” y su hermano Oscar, haciendo unas piscuchas cuando le vi venir.  Se veía muy bien, traía unos "Levi's" y una camisa cuello de tortuga color amarillo.


Monsiour -me dijo René- mirá que "chapudo" está El Tigre, se ve que le cayó bien la vida en los "yunais" y todos nos pusimos a ca…ntar de la risa (es que mi hermanito es de piel morena y Tequila –QEPD- era bien chunguión  el baboso) ante la ocurrencia de René quien hasta un pe… so se tiró de la risa el muy jayán…


Nos abrazamos efusivamente por largo tiempo, me contó que había llegado el día anterior y que tenía muchas ganas de platicar conmigo y de "joder" como lo hacíamos antes.


El Tigre estaba feliz de estar nuevamente en la “Tierra Linda”, me dijo que quería que fuera con él a Sanzívar por que esa noche habría una fiesta en su casa. Fuimos a decirle a mis abuelitos que nos iríamos y al decir que arreglaría unos trapitos, El Tigre me dijo que no había necesidad pues el me había traído ropa y que me la daría en su casa. Cuando salimos rumbo a la capital del país mas lindo del mundo, nos encontramos con Edgar Clavel (QEPD) y Calín “Pulga” que iban para la cancha a jugar básquetbol y nos preguntaron si les acompañábamos; les dijimos que no podíamos y ahí por el atrio enfrente de la iglesia, nos montamos en una de “La Inquietud Express”, como eso de las 6 de la tarde, llegamos al monumento al Divino Salvador, desde adonde El Tigre llamó por teléfono para que el motorista nos fuera a recoger.


La casa tenía las luces de afuera encendidas y al abrirse el portal de entrada y entrar al estacionamiento, unos reflectores que alumbraban la pared frontal, hacían que esta se viera como la portada de un palacio europeo (al menos eso me pareció a mí).



Rápidamente nos atravesamos la sala principal y subimos al cuarto del Tigre a bañarnos y cambiarnos, en un closet, estaban colgadas unas 5 camisas y otros tantos pantalones que mi amigo me había llevado, -mirá cual te gusta mas para que te la pongás hoy, la demás te la llevás a tu casa, -me dijo aquel-, opté por un pantalón de corduroy café quemado y una camisa manga larga con flores sicodélicas de brillantes colores sobre un tono anaranjado. También me había llevado 2 pares de zapatos, agarré los de color café de hebilla dorada. El Tigre se puso una sacola color azul marino y unos pantalones beige que le hacía verse como capitán de barco.



La fiesta era de bienvenida para El Tigre pero eso no lo sabía él, fue hasta que el Embajador propuso un brindis que se supo del motivo de la fiesta. Mi amigo estaba muy entusiasmado y se veía feliz; hablando estábamos cuando el Embajador le llamó para que bailara con una mamacita bien linda, era la hija de un periodista argentino y aquel se puso bien nervioso y no quería ir pero, ante la insistencia de su papá, no tuvo mas alternativa que dejar a un lado la vergüenza. Bailaron una canción y de repente cuando iba a empezar la siguiente, El Tigre la fue arrimando adonde estaba yo, para "enganchármela" y zafarse él, asiesque, no tuve mas remedio que bailar con esa chica que me pareció la mujer mas linda que había visto en mi vida, bien claro tengo en mi recuerdo el color amielado de sus ojos, sus largos cabellos amarillos como el oro, su piel blanca y tersa, su sonrisa angelical, su encantador aroma pero sobretodo, recuerdo su gran amabilidad, simpatía y educación, me dijo que su nombre era Isabel y me contó que había estado en la “Tierra Linda” por 2 semanas y que le parecía un país encantador y bello. Creo que mi papá quiere venirse a vivir aquí del todo, me decía pues, ha pedido a la agencia para la que trabaja (después supe que era la UPI) que le dejen aquí permanentemente, sus palabras las oía sin escucharlas pues, su belleza me tenía totalmente hipnotizado (hasta la baba se me salía, me dijo El Tigre) y no sentí como se fue la noche.



Quizás eran las 2 de la madrugada cuando empezaron a despedirse algunos invitados, el Embajador nos dijo que nos retiráramos a dormir y así  lo hicimos.



El día siguiente nos agarró con una mañana soleada y brillante, hacía calor pero, una brisa que bajaba desde el boquerón hacía un poco placentero el ambiente.



-         ¿Vamos al pueblo, bicha loca? Pregunté al Tigre,

-         Este... fijate que mi papá quiere que vaya con el a hacer un mandado pero, si me desocupo temprano, creo que si.



Después de desayunar, el Embajador salió de su recamara y dijo que le acompañáramos, nos metimos al carro y salimos rumbo al este sobre el Pasaje Escalón, cruzamos a la derecha sobre la calle a Santa Tecla y al llegar al desvío de La Libertad, nos dijo que íbamos para Zaragoza pues, una familia española le había pedido que fuera a saludar a unos parientes que vivían en ese lugar, asiesque, poco a poco fuimos subiendo por aquella calle polvosa que nos llevaba hacia parajes bellos de la campiña guanaca. Los árboles de conacaste, madrecacao, pepeto y cedro brindaban frescura y sombra protectora a los entrañables cafetales de esos lugares, un poco mas arriba, los pinos eran los más sobresalientes, los cánticos de las aves llenaban el ambiente y las bandadas de pericos (con sus letanías) decoraban el límpido azul del cielo, con sus piruetas y peripecias acrobáticas y con sus vividos y "chillantes" colores de sus plumajes. El recorrido cobró vida y la magia de los recovecos y recónditos parajes llenó nuestros espíritus y el exquisito aire oxigenado de la región, hacia que nuestros pulmones se revitalizaran y que agarraran extensión sus cavidades. El paisaje desde allá en las cumbres era simplemente maravilloso y el brillar del sol, nos permitía darnos cuenta y apreciar lo bello de nuestro territorio. Desde allá arriba, podíamos observar al oeste, el volcán de Izalco, el Cerro Verde y el Santa Ana, al norte el Picacho y Boquerón (siempre vigilantes de nuestra capital), al este al volcán de San Vicente y hasta el de San Miguel; el claro y agudo "chillido" de un halcón llamó nuestra atención y observamos como de manera gallarda y majestuosa, se desplazaba plácidamente sobre las olas de aire, sabiéndose el amo y rey de esos lares; su vuelo lo interrumpía por segundos posándose en las ramas altas de los pinos solamente para lanzarse nuevamente al vacío, en un nuevo intento de entretenernos con su gracioso vuelo y su impresionante figura. Las demás aves habíase retirado a lugares mas seguros y solamente una guara un poco más grande que el halcón osó surcar el espacio aéreo ante nuestra admiración y miedo de ver una desgracia pero, el halcón -de manera inteligente- dejó que la amiga continuara con su recorrido.



Llegamos al pueblo y nos recibió la banda municipal que acompañaba una pequeña procesión de Santa Teresita; en medio de los cohetes y cantos de los asistentes pasamos lentamente, causando curiosidad de la gente que de seguro, jamás había visto un Mercedes Benz. Un cipotío se puso a correr a la par del carro y el Embajador se detuvo para invitarle a que entrara y que viajara con nosotros, aquel se puso bien contento y con una gran risa "cholca" se sentó junto a mí.



Preguntando, llegamos a la casa de las personas que visitaríamos, cabal enfrente estaba un caballo amarrado a un tronquito y un chucho bravo de la casa del lado empezó a ladrarnos fuertemente, la puerta estaba abierta y al preguntar por don Alfredo, salió una señora de piel blanca y pelo canoso, con las manos adentro de las bolsas de un delantal que tenía unas manchas de achiote.



-         ¿Qué se les ofrece? Preguntó con un acento que denotaba descendencia española,

-         busco a Alfredo, respondió el Embajador, es que os traigo saludos de la familia Sarastegui de Burgos, España, 

            Ahhhhh, bueno pasen adelante, le llamo en un segundo.



Mientras esto pasaba, el Embajador nos sugirió que fuéramos a conocer el pueblo y así lo hicimos.



Llegamos al parquecito del lugar y nos pusimos a jugar basketball con unos cheros que estaban allí, después estos nos invitaron a ir a una posa y en unos 20 minutos estábamos en un lugar simplemente encantador y paradisíaco, era una posa de aguas cristalinas y heladas rodeada de unos árboles de capas gigantes y ramas grandes de las que pendían unos bejucos que llegaban hasta el río mismo, un poco mas arriba, había una roca grandísima que algún cristiano había labrado y a la que le había grabado un corazón con dos nombres: "Estela y Ricardo" (¡Quién sabe quienes eran esos cristianos!), esta roca estaba en medio de unos zacatales verdes y húmedos que albergaban a miles de esas florecitas blancas tan comunes en nuestra “Tierra Linda”, que le daban la imagen de una sábana enorme.



El astro rey proyectaba rayos brillantes que al rozar los pétalos de estas florecitas reflejaban una lucidez insospechada que aceleraba el sentido visual.



Regresamos al pueblo y pasamos a comprar marquesote pues según estos cheros, el de la niña Chila era el mejor de todo El Salvador, la verdad es que estaba bien rico yo me harté 1 real mientras El Tigre se comió un medio y un quis, los otros se zamparon 2 reales cada uno, lo acompañamos con un fresco de chan que compramos en una tiendita cerca.



El Embajador nos estaba esperando, nos despedimos de los cheros y emprendimos el viaje de regreso hacia abajo, sintiendo aquello que nuestro querido señor Espino nos dice en su "Dos Alas", es decir, "ese asco y que tristeza el empezar a bajar...", el camino fue triste y callado, la euforia de nuestro ascenso se había convertido en decepción pero, en nuestros interiores sabíamos que podíamos regresar cuando quisiéramos, eso nos reconfortó un poco.


Ya no pudimos ir a mi pueblo en ese día pues, regresamos a la casa del Embajador a cenar, con la promesa de que al día siguiente iríamos; después de cenar, dispusimos ir al cine Presidente a ver la película que en esos días estaba causando furor: "El Exorcista" protagonizada por Linda Blair y así, fue como recuerdo el regreso de mi amiguito a la “Tierra Linda”, desde estos “Estamos Sumidos”.

Bueno Chepisque, hasta aquí te voy a contar hoy, te aseguro que te seguiré contando mas adelante, cuidate mucho, abraza a los tuyos y lleva siempre el orgullo de saberte un bien nacido "Buchón" pues eso hermano, es lo mejor que Dios nos pudo haber dado.

Salú,
El Monsiour.



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CAPITULO XLVI




Chepe Toño, hermanito:



Pues como te estaba contando, al regresar el Tigrito a la “Tierra Linda”, este prácticamente ya no vivía en el pueblo pues, en su cuarto en la casa del Embajador, tenía todo lo que pudiera querer; pero, si llegaba de vez en cuando, tal es el caso de una vez, exactamente para las fiestas patronales, como a las 9 de la mañana de un día 20 de Noviembre, llegó porque una vez que se encontró con Richard Orantes allá en Zanzíbar, aquel le había contado que en el pueblo andaban las Paredes (las hermanas Gloria y Marta), quienes también habían regresado de los “Estamos Sumidos” -de San Frisco para ser mas exactos- y quienes se habían convertido en unas “tremendas" muchachonas.

Ellas habían causado un gran revuelo en el pueblo pues, por ser bonitas y hermosas (además de "nuevas"), casi todos los jóvenes queríamos hablar con ellas (por lo menos) y debido a eso, ellas como que se habían creído un poquito pues, no le querían hacer caso a nadie y solamente salían con sus primos y primas.

El Tigre me dijo bien convencido que él saldría con la Marta (la mayor), es que dice Richard Orantes  que está bien chula la mamacita y como yo siempre le he caído bien, no creo tener ningún problema. Esa misma mañana, salimos rumbo a la casa de ellas, al pasar por la tienda de don Toño Portillo (QEPD), El Tigre se metió a comprar una hula-hula color violeta y un par de baterías para su grabadora con la íbamos oyendo un casete de "Santana" que en esos días pegado duro con el disco "long-play" que tenía entre otras canciones a: "No one to depend on", "Bazooka", "Guajira" y otras. Llegamos cerca de la casa de las Paredes, ahí por donde vivía Walter Olivares y nos pusimos a platicar con él, mientras pegábamos los ojos en la casa de las muchachas. En eso estábamos cuando salió la Glorita a comprar una gaseosa a la tienda de don Agustín Franco (QEPD), El Tigre se apuró a salir y saludándola como si se hubieran visto el día anterior, le preguntó

-         Glorita…. ¿y vos podés usar el "Hula-Hula"?,

-          - ¡Claro que si! (replicó ella),

-          - Bueno pues, enseñame a ver si es cierto (contestó El Tigre),

Aquella puso el envase, que iba a dejar de depósito por la gaseosa, en el suelo y se puso a jugar con la rueda de plástico, cabal en eso, salió una prima de ellas (la Norma) y pidió que le dejaran jugar, esta, también se estuvo un buen rato jugando y de volada, fueron llegando otras cipotas y finalmente, salió la Marta. Bien recuerdo que tenía puesto un "short-overall" de lona, con una blusa roja bien pegadita, que le hacía ver su figura prominentemente; al ver al Tigre, se le notó la mirada de "acaramelamiento" y de manera coqueta, se le acercó para saludarlo con un abrazo (casi beso), al tiempo de preguntarle

-          ¿que desde cuando había estado ahí?

-          Pues, unos 5 o 10 minutos -dijo él-, (cuando en realidad habíamos esperado mas de una hora y media),

-          Ah, ¿y por que no me veniste a buscar?

-          Este, fijate que veníamos a ver a Walter, cuando salió tu hermana y pues, me dijo que le prestara el "hula-hula" pero, te aseguro que no sabía que estabas aquí, de haber sabido, "corriendo hubiera venido a verte"..... y a propósito Martita, ¿cuando llegaste?

-          Pues, ya tenemos como unos 5 días ¿y vos?

-          Llegué la semana pasada pero, no había venido al pueblo hasta ahora,

-          No seas mentiroso Tigre (le dijo la Marta), por que a mí me contaron que te vieron el sábado por la casa del Monsiour,

-          Si, es cierto, pero solo vine para llevarlo a mi casa, ¿vea Monsiour?

-          ¿qué pasó? (dije, haciendo como si no hubiera estado oyendo la plática),

-          ¿verdad que el sábado pasado te vine a traer y nos fuimos rápido para
Sanzívar?

-          ¡si, es cierto!

-          Ah, bueno ¿y te vas a quedar para el baile del Racing de esta noche? (preguntó ella)

-          Claro que si, es más, me voy a quedar para toda la fiesta, para ir a todos
los bailes,

-          Entonces bailás conmigo ¿oíste?

-          Por supuesto que sí, ¿y con quien mas podría hacerlo si aquí estás vos?,

De esa manera, mi amigo se aprestaba a otra más de sus conquistas; es más, ella le invitó a ir a ver las carreras de cintas, que se estaban llevando a cabo en la Cancha de la Estación en ese mismo momento y mi amigo, muy amablemente aceptó acompañarla. Las otras cipotas dijeron que también querían ir, Walter y yo, les acompañamos; en el camino, ahí por el ANTEL, nos alcanzaron otros cheros, eran Milton “Pocholo”, Jorge “Charamiza”, Carlos “Lonly” Guevara, Luis Rivas, Moris Villalta (QEPD) y otros que ya no me acuerdo, quienes iban a ver la carrera de cintas también pues era una actividad del Racing Jr.

Allá por la sastrería de los “Tamarindo" íbamos cuando al cruzar la esquina, venía la profesora con su mamá, ella se le quedó fijamente viendo bien brava al Tigre, la Marta que no sabía nada, seguía entusiasmadamente hablando con mi amigo pero, la Norma que ya sabía, se le acercó a la Marta y la apartó del camino de la profesora quien justo al pasar a la par del Tigre, quiso meterle una bofetada pero mi amigo reaccionó rápidamente, al momento de preguntarle:

-          ¿qué que le pasaba?

-          ¿cómo que qué me pasa, estúpido?,

-          ¡si!, ¿qué le pasa a usted? replicó aquel,

-          ¿por qué nunca me hablaste?,

-          pues, por que era bien claro que ya no quería nada con usted,

-          ¿y por esta “cinco de yuca”, me cambiaste?

-          ¡ves lo que siempre te dije, hija! (acuñó la mamá de la profesora), agregando: si este no es mas que un pastelero sinvergüenza, mejor vámonos hija no te rebajés con esta clase de gente,

-          ¿Disculpe: qué es eso de “cinco de yuca” y cuál clase de gente? interceptó la Marta, a mí no me incluyan en sus cosas,

-          no estoy hablando con vos cipota descarada, a vos ¡ni te conozco!, dijo la
profesora, al momento de que la Marta iba encima de ella pero, El Tigre la abrazó por detrás pidiéndole que se retiraran.
-          no vale la pena meternos en problemas, lo de ella y yo, ya es pasado -dijo aquel- viendo a la profesora que estaba que “echaba chispas” de la cólera y seguimos nuestro rumbo.
Unos minutos después y al estar viendo los caballos correr con unos jinetes encima, aquel incidente era solo un recuerdo no grato. En un momento que volteé a verles (al Tigre y a Marta), vi que estaban agarrados de la mano y con los cuerpos muy pegaditos (era solo predecible, pensé) cerca del carretón de sorbetes de Chepe “Paleta” chupándose unos de los “que acolochan el pelo” (tal como les llamaba Chepe a sus ricos sorbetes) y se veían contentos y despreocupados; el día estaba en su ombligo y el calor tan rico de nuestro clima nos recordaba que era verano.
Al terminarse las carreras, dispusimos ir a comer al restaurante de Napo Sanabria, el España, adonde, al estar esperando la comida, Milton “Pocholo” (quien se nos había “pegado”), marcó unas canciones en la cinquera y en cuestión de minutos, estábamos bailando en los corredores del restaurante, fue durante estos momentos -fijate Chepito- que, las parejitas se fueron denotando, es que, se vio como Pocholo siempre bailaba con la Norma, yo con la Gloria (quien -para mi sorpresa y alegría- decía que siempre le había gustado como bailaba yo) y por supuesto El Tigrito y Marta.
Fuimos a dejarlas a su casa como a eso de las 1 y media de la tarde y prometimos regresar en un ratito pues, había que ir al estadio a ver jugar al Racing Jr.
Cabal a las 25 para las 3, estábamos en la puerta de su casa (el Tigre y yo, pues Pocholo no llegó al billar como habíamos quedado), cuando salió don Rafael (papá de las hermanas) quien nos preguntó sobre el incidente entre la profesora y El Tigre;
-          bueno, fíjese don Rafael -dijo mi amigo- que, ya anduve con ella pero, “quebramos” desde antes de irme para los “Estamos Sumidos”, así es que, no entiendo la actitud de ella,
-          ¿Y de verdad anduviste con ella?
-          Pues... ¡si!
-          Pero, ¡ella es mucho mayor que vos, Tigre!
-          Lo sé, pero...
-          A buen palo te habías arrimado, ¿verdad?
-          Pues eso no lo sé don Rafael, yo solamente buscaba una buena y sincera relación…
-          A la púchica... ¿y ahora que te traés con mi hija?
-          Este, solo somos amigos y como hablamos Inglés pues, nos gusta estar cerca, usted comprende, ¿no?
-          Bueno pues, andá con mucho cuidado por que yo no te voy a dejar que te burlés de ella, ¿oíste?
-          No se preocupe don Rafael, le aseguro que cuidaré y respetaré a su hija.
Salieron las cipotas y nos fuimos camino al campo, bien claro oí cuando la Marta le dijo al Tigre que no le hiciera caso a su papá, "¡siempre se pone así pero, ni cuenta se da de lo que yo hago!"

En el baile de esa noche, El Tigre y la Marta se robaron el espectáculo, al bailar de esa manera tan alegre, ágil, elástica, dinámica pero sobretodo, ¡novedosa!, las miradas de los varones se clavaban en la Marta, mientras que las de las cipotas se colgaban de los movimientos rítmicos de mi amigo quien, al sentirse dueño absoluto, soltó todas sus inhibiciones y desplegó una gama de actitudes artísticas que yo sabía que él tenía pero que, ahora se revestían de una soltura y solidez, que le daban un aire de madurez y un toque de cosmopolita. Al terminar el baile, encaminamos a las señoritas a sus casas y nos regresamos a la mía.
Cuando estábamos acostados me dijo aquel:
-          Mirá Monsiour, mañana hay que levantarnos como a las 8 para irlas a traer, ¿oíste?
-          Este, ¿que no se van a ir para la playa?
-          No papá, la Marta va a convencer a la Gloria para que se queden mientras los demás se van para Metalío, es que, nos vamos a ver en la escuela de niñas, en la Uriarte...
-          Uta Tigre cabrón ¿y si se da cuenta don Rafael?
-          No hay problema hombre, fíjate que me dijo la Marta que no le hiciera caso a él.
Al día siguiente, nos despertamos y después de dizque desayunar, fuimos a recoger a las cipotas que ya nos estaban esperando muy ansiosamente, caminamos hacia la escuela y claro tengo que nos pusimos a "jugar" en el patio grandote y lleno de grama. Éramos solo nosotros cuatro y la atmósfera se fue cargando de manera propia, para que, en uno de esos instantes, mi amigo asiera de la mano a la Marta y se fueran caminando rumbo al tanque de agua que, a estas alturas prestaba un espacio ideal para llevar a cabo caricias y gestos de amistad.
Nosotros optamos por tirarnos boca arriba en el césped y ver las nubes tan blancas y bellas como copos de nieve, empezamos a jugar de tratar de identificar la figura de las nubes, asociándolas con otras figuras, en eso, la naturaleza nos recordó lo que éramos, una pareja joven llena de impulsos, deseos, tentaciones, etc., etc.
La frescura de la brisa de la tarde, nos recordó que era tiempo de encaminarnos de regreso, que era tiempo de "pretender" que nada había pasado, aunque en mi pecho, el gozo se me agigantaba y la satisfacción era más grande que mi propio cuerpo. Esos fueron unos bellos momentos que junto a Glorita pasé en esa hermosa mañana veraniega de mi pueblo allá en la “Tierra Linda”, fíjate Chepito.
Camino de regreso, nos encontramos a Jorge “Charamiza” quien nos invitó a ir esa tarde al terreno de su papá Juan (QEPD) allá en la área conocida como El Refugio (cerca de Curacao, camino a Jayaque); las muchachas dijeron que les gustaría ir…  
Y te dejo brother pues, tengo unos bolados que hacer, cuidate mucho, abraza a los cipotes y saludame a la Dinorita, ahí seguimos al rato, ¿oíste?

Salú,
El Monsiour.

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CAPITULO XLVII

Hola Chepe Toño:

¿Y como has estado brother?

En cuanto al Tigrito, fijate que, después que terminaron las fiestas de mi pueblo, se desapareció por unos días pero, justo antes de la Navidad, llegó a mi casa y se quedó ahí hasta después del Año Nuevo pues, su papá (el Embajador) se había ido con su esposa e hija para España.

La Marta y la Glorita, se habían regresado a los “Estamos Sumidos” y al Tigre, eso parecía no importarle pues, ahora, le había puesto -de nuevo- los ojos a la sobrina de la niña Tancho, es decir, a la hija de don Roberto (el amigo del Embajador) quien se había ido a pasar las vacaciones al pueblo.

Ella, se había hecho acompañar de su novio (un gringo alto, pecoso y pálido) con quién eran compañeros de escuela allá en la ciudad de Boston; frecuentemente se les veía en la sorbetería, en el parque o comprando paquines de "Archie" en uno de los “almacenes” del pueblo; constantemente abrazados, acariciándose, sonrientes y/o besándose.

Por su altura, el color de su piel, el amarillo de sus cabellos y sus actitudes desenfadadas, eran bien visibles y al desplazarse por las empedradas calles del pueblo, con sus  camisetas, sus "shorts" y chancletas, la gente se les quedaba viendo, mientras ellos -haciendo gala de su exhibicionismo- enfatizaban sus acciones, que se revestían de actitudes eróticas y sugestivas. Entre toda la gente del pueblo, esto era un gran escándalo pero, como era la hija de don Robertío y sobrina de la niña Tanchito...

El Tigre supo de esto y una tarde que me invitó a que fuéramos al estadio a jugar futbol, cuando íbamos allá por el Cine LUX, nos encontramos con ellos;

- ¡Hola Monsiour! (dijo ella),

- Hola, (respondí),  

-  Ya conocés a Jeff, mi novio ¿verdad?

- Si claro, me lo presentaste la vez pasada en la sorbetería, al momento de voltear a verlo y querer saludarlo, este, hizo un gesto con su rostro (no muy expresivo), al momento de decir algo en Inglés que, fue respondido (también en Inglés) por El Tigre, ante lo que aquel respondió con otras palabras que fueron respondidas y así, estos dos se agarraron a palabras cada vez mas altisonantes, llegando a casi a agarrarse a puñetazos, hasta que, ella se metió entre ambos y halando a su novio del brazo, volteó a ver al Tigre, con una mirada que a mí, me pareció de admiración (¿o habrá sido de invitación?) e hizo que se alejaran del lugar sin que algo mas serio pasara entre los contrincantes.

Continuamos hacia el estadio y al platicar, mi amiguito me confiesa que esa noche, empezará el camino a ¡¡¡la conquista de su eterno y verdadero amor!!!

- ¿De que PU...MAS estás hablando, Tigre?

- De que estoy convencido que ella, ¡será mía, papá!

- Uta Tigre, estás hablando de algo que veo muy difícil, man,

- Lo sé Monsiour pero, ella terminará en mis brazos, te lo aseguro...

- ¿Como podés decir eso?, ¡si ella ni te voltea a ver!

- Eso ya lo sé, incluso no se me olvida, ni se me olvidará nunca que desde el primer momento  cuando la vi en la casa de la niña Tanchito, aquella tarde cuando mi papá me dijo que quería adoptarme, ella, me ignoró, me ignoraba y me siguió ignorando hasta este día, pero…

- ¡Ya ves, eso es lo que te digo!, ¡parece que le caés mal a ella, man!

- …pero, ese día se llegó, Monsiour y las cosas son diferentes, ya lo verás, querido amigo, ya lo verás...

- ¿Qué vas a hacer?

- Bueno, para empezar, esta noche le llevaré unas flores y...

Efectivamente, al regresar de jugar futbol, mi amigo me pidió que fuéramos a buscar flores allá al monte, cerca de la finca de la niña Amanda Suncín (QEPD), es decir, cerca del Río Paso Hondo, adonde -debido a la humedad y abundancia de agua del lugar- se daban unas flores muy bellas, grandes y olorosas. Fuimos y al estar escogiendo y arrancando las flores, mi amigo se desplayó totalmente en sus palabras, comentándome lo que significaba para él, aquella hermosa joven.

“Fijate Monsiour que, desde la primera vez que la vi, me enamoré de ella y desde ese momento siento que ella, ¡será mi esposa!, es que, jamás sentí algo así por nadie mas y vos sabés que he tenido varias novias.”

Claro que sé que has tenido muchas novias pero, con ella me parece que, ¡no vas a poder!

“Pues yo voy a hacer lo que sea, para convencerla que soy el hombre que la va a amar y dignificar para siempre y que ella, es la única mujer que realmente me ha importando en la vida, tanto que me casaré con ella y prometo que jamás, jamás le faltaré al respeto en ningún sentido, no voy a ni siquiera voltear a ver a ninguna otra mujer, ella es el amor de mi vida…”

Cortamos las flores y emprendimos el camino de regreso, al llegar a casa, mi amigo le pidió a mi hermana que le ayudara a hacer el arreglo floral y ella, se aprestó con gusto. Una media hora después, nos llamó mi hermana para que fuéramos a ver lo que había hecho, aquello era un bello adorno de una gran flor color rosado tierno, rodeada de otras flores anaranjadas, violetas y blancas, con unas "aves del paraíso" amarillo chillante sobresalientes y unas hojas moradito "lilas" en la parte de atrás. ¡Le quedó bien chivo! -dijo mi amigo-, la verdad que sí -asenté yo-, al darle las gracias, mi amigo le dio un abrazo a mi hermana, agarró el arreglo y lo puso en la mesita de noche de mi cuarto; ¡lo voy a dejar aquí por un rato!, ¿oíste? (me dijo).

En eso mi querido abuelito (QEPD) me pidió que le fuera a comprar una botella de “Tónico Ferson” a la farmacia del doctor Lazo (QEPD), mientras el Tigre se aprestó a bañarse y “chiniarse” un poco; yo hice lo mismo al regresar a la casa y después de cenar salimos a dar una vuelta al parque y a saludar a los cheros, en eso, vimos a la parejita más famosa del pueblo en esos momentos, estaban sentados en una banca de cemento del parque, debajo de las ramas de un maquilishuat que filtraban la brillante luz de luna llena que adornaba el inmenso y bello infinito de la “Tierra Linda”, estos, se abrazaban y acariciaban al sonar de las notas musicales de la banda municipal que tocaba unos bellos vals, estaban ellos inmersos y totalmente alejados del bullicio e inquisitorias miradas de los curiosos (según ellos). Al verlos, mi amigo me dijo que le esperara un momento y salió zumbado hacia mí casa. Regresó en cuestión de minutos, con el arreglo floral en sus manos, al decirme que en ese momento se lo iba a entregar a ella, noté en sus ojos, una determinación total y en su rostro, la firme decisión de hacerlo de una vez por todas, para demostrarle al novio de ella, que no le tenía miedo, y demostrarle a ella, cuanto estaba dispuesto a hacer para comprobarle que en realidad, ¡haría lo que fuera para ganarse su corazón!

Se les acercó y ante la mirada incrédula de Jeff y sorpresa de ella, mi amigo extendió su brazo con el ramo de flores, mientras veía a su amada a los ojos, al momento de decirle:

"Preciosa muñequita, le entrego estas bellas flores silvestres que me habían estado pidiendo que les llevara a conocer a su reina, al verle a usted, de seguro ellas cumplirán su anhelo"; Jeff se levantó como accionado por un resorte y trató de arrebatar el ramo pero, mi amigo lo evitó, mientras ella -aún bajo el asombro por la actitud del Tigre-, extendió su brazo derecho aceptando el regalo; enseguida, lo acercó a su nariz, para oler el tierno aroma de ellas y los posicionó contra su pecho, al momento de decir:

- ¡Están muy lindas!, ¿de verdad son para mí?

- ¡Claro que si, preciosa, son para usted!, las flores están lindas pero usted, ¡lo es mucho mas!

Jeff, agarró el brazo de ella e hizo que se encaminaran de regreso a casa de la niña Tancho, antes de que ella, viera -por primera vez- (me pareció a mí) con interés, admiración y ternura a mi amigo, diciéndole en Inglés: "I'll see you later" (nos vemos mas tarde) y mi cherito respondiendo: "sooner than that" (mas pronto que eso).

Los cheros que estábamos allí, nos quedamos pasmados ante lo que acabábamos de ver, cuando El Tigrito se dice -tranquilamente- así mismo, mirando a la pareja que se alejaba del lugar: ¡serás mía amorcito…, para siempre!

En eso llegó Pablo Arévalo a preguntarle al Tigre que es lo que había pasado y si necesitaba ayuda con ese “chele baboso” … nooooombre Pablito, le respondió El Tigre, muchas gracias pero pare ese maje me basto yo solo.

Por el resto de la velada, El Tigre se internó en sus pensamientos y casi no hablaba, mientras que nosotros seguíamos con los comentarios acerca de su valentía y decisión. Al llegarse las 11 de la noche, mi amigo decide que nos alejáramos del lugar y camino a casa, me relata una idea que se le acaba de ocurrir; acompañame Monsiour, ¡voy a irle a dar una serenata a mi adorada!

¡Uta Tigre que mie...do me da cuando salís con esas tus ideas, papá!

Lo sé man, vos acompañame cab...allo negro.

Fuimos a la casa a recoger la casetera del Tigre y salimos de regreso, llegamos a la ventana de un cuarto de la casa de la niña Tancho (que mi amigo había averiguado que era el cuarto de ella). Esperamos que se alejaran unos bolitos que estaban agazapados cerca de un palo de coyoles (uno de ellos era el “Mongol”, otro era “Popeye” y también estaba el “Chele Peseta”); al asegurarnos que nadie andaba en las cercanías, mi amigo apretó el botón de "play" de su grabadora, haciendo que de ella, brotaran las melodiosas notas de la bella canción "feelings", el ambiente se fue llenando de romance, mientras poco a poco, las "nothing more than feelings, trying to forget my feelings of love... feelings oh,oh,oh,oh, feelings, oh,oh,oh,oh, again in my arms", que salían de aquel aparato, se iban acompañando del coro de mi amigo que en ellas, trataba de depositar el mensaje que enviaba a su pretendida.

Con un pequeño ruido que se oyó en la puerta de la ventana, se inició la certeza de la presencia de ella pues, seguidamente esta puerta se abrió apenas un poquito, suficientemente para que denotáramos la imagen de ella que, se convirtió en una hermosa realidad cuando ante la tenue luz del foquito de alumbrado público, sus ojos brillaron inmensamente, acompañando la hermosa sonrisa emanante de su boca y sus sensuales labios de los que, perezosamente brotaron unas palabras y gestos de aceptación. Mi amigo se acercó al balcón de acero que protegía (y alejaba) a la doncella, ella sacó su mano que fue asida suavemente por El Tigre quien procedió a acariciarla dulcemente con sus labios y a decirle cosas amorosas a su oído. Los minutos se fueron pasando y pasando, ellos hablaban y yo, me aseguraba que no parara la música.

Ya pasada la medianoche, finalmente decidieron despedirse y ante mi incredulidad y asombro, ellos se dieron un breve pero emotivo beso y con unas miradas de enamorados que noté, yo comprendí que mi amigo, ¡había -una vez mas- logrado su propósito!

Al regresarnos a la casa, casi no hubieron palabras es que, aquel iba todavía embelesado y sumergido en la magia, mientras yo, aún no salía del asombro, a pesar de saber de lo que era capaz mi amigo y de conocer lo que él era en esos campos.

Al aprestarme a descansar en mi cama, pensaba si esta joven era en efecto lo que mi amigo decía (su profundo amor, futura esposa y madre de sus hijos) o simplemente, una aventura y conquista mas de este, eterno conquistador, el tiempo me daría la respuesta...

Y hasta aquí llegaré hoy Chepito, es que me quiero ir a echar un "cuis" de semita "tres pisos", ahí seguiré mas adelante, cuidate mucho, saluda a la Dinorita y no te olvidés de sentirte orgulloso al saberte "un bien nacido buchón".


Salú,
El Monsiour.
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CAPITULO XLVIII

Chepitorio:

Reciban muchos saludos cariñosos de nuestra parte.

Contame man ¿sigue El Monsiourcito bailando tan chivo?

Mirá brother, en cuanto a mi chero El Tigre, fíjate que me escribió Marito Cantor para contarme que aun le sigue el hilo a mi contadera que hago en mi humilde “librito” así es que, te quiero seguir contando estas “Babosaditas” pues, ya estamos llegando al final de su historia y muy agradecido por la gentileza de Marito, le dedico esta carta, ¿a ver si le gusta?


Fijate que, al día siguiente después de la noche de la serenata, en todo el pueblo andaba la bulla de que El Tigrito se había metido al cuarto de la sobrina de la niña Tanchito y que se habían “quedado juntos” hasta que amaneció, yo que sabía que no era cierto, lo negaba ante cualquiera que lo dijera pero, era tan grande la regazón que, llegó a oídos de la niña Tanchito quién quiso mandar a la Margarita de regreso pero, al no ceder ella, no tuvo mas alternativa que hablarle por teléfono a su hermano Roberto. Este señor llegó esa misma tarde y después de hablar con su hija, mandó a llamar al Tigrito. Pero este no estaba, pues mi amigo y yo, andábamos bañándonos en Atecozol bien tranquilamente, además, al terminar de bañarnos, fuimos a comer yuca con fritada y minutas de tamarindo; en eso estábamos cuando se apareció el Land Cruiser azul de don Roberto haciendo una gran polvazón, debido a la velocidad con la que manejaba.



Este señor bajó el vidrio de la ventana del carro y sin saludar dijo:

- ¡Tigre vení para acá!

Mi amigo replica bien tranquilamente: Buenas tardes, ¿Qué desea,  don Roberto?

- ¡Que vengás, quiero hablar con vos!

- Con mucho gusto, permítame terminar de comer mi yuquita, ¿gusta?



En ese momento, se abrió la puerta del lado del pasajero y se bajó la Margarita quien, muy calmadamente, redondea el carro y se encamina a la mesa adonde estábamos comiendo; al momento de sentarse en la banca junto al Tigre, voltea a ver a su papá invitándole a bajarse con un: ¡yo quiero yuca papá, comprame un plato!, el señor no tiene mas remedio que apagar el carro y bajarse con la cartera en la mano.



Una vez ya abajo, este señor se sentó a la par mía y empezó la plática preguntándole al Tigre:

- ¿Sabés por qué estoy aquí, verdad?

- Este... la verdad que no, don Roberto,

- ¿Cómo que no?, no te hagás el desentendido, si me contó mi hermana que ya anda la bulla por todo el pueblo,

- Pues, mire don Roberto, usted bien sabe como es la gente, siempre andan con chambres y...

- A eso me refiero, ¡que no quiero que a mi hija la anden metiendo en chambres!

- Yo tampoco quiero eso, pero, ¿cómo se puede evitar?

- Pues, lo que yo quiero saber es que ¿si es cierto que te metiste al cuarto de mi hija?

- Ay, don Roberto, usted si que es bien inocente, ¿cómo creé que su hija sería capaz de permitir una cosa así?

- De ella no tengo desconfianza...

- Pues entonces, no le entiendo pues, si acaso usted piensa que me metí al cuarto de ella, ella misma se lo diría ¿verdad?

- Este..., este..., creo que si...

- Pues ya ve, pregúntele y sabrá la respuesta, además, fíjese don Roberto que las ventanas de los cuartos de la casa de su hermana, están protegidas por unos balcones de metal por donde no entra nadie, ¿cómo cree que hice yo?

- Pues, la verdad es que, no me acordaba de eso, tenés razón pero, lo que no me gusta es que la gente cargue a mi hija de boca en boca...

- En eso tiene razón don Roberto, a mi tampoco me gusta, por eso, le sugiero que le diga al tal Jeff que se regrese para los “Estamos Sumidos” pues, como él se viste bien escandalosamente y en público es bien abusivo con Margarita, la gente se fija y la que puede salir perdiendo es ella pues a él, como no es de aquí, ¡no le importa el que dirán!

- Mirá Tigre, eso lo tendrá que decidir ella, pues yo, desde que me habló por teléfono para contarme me opuse pero, como ya sabés como se ponen a llorar las mujeres, me convenció aunque, a mi, nunca me cayó bien ese "hippie" con facha de drogadicto...
- ¡Papá! (interrumpió Margarita), no me gusta que hablés así de Jeff,
- Si claro, como no te conviene pero bueno, no estamos aquí para hablar de eso,
- De verdad que no, mejor comamos yuca (dijo El Tigre) y así lo hicimos.

Al acercarse la noche, dispusimos regresar al pueblo y ya adentro del carro de don Roberto, la plática se tornó alrededor de mi amigo y sobre sus planes para el futuro. Lo que quiero es regresarme a los “Estamos Sumidos” y continuar mis estudios allá (decía él) y después de graduarme, me gustaría regresarme a vivir del todo aquí, mi papá dice que está bien y me apoyará en todo.

Al llegar al pueblo, ya un poco mas tranquilo, don Roberto solo tuvo tiempo de despedirse de la niña Tanchito y salir de regreso para Sanzívar, al momento de abrazar a su hija Margarita y decirle algo al oído (que después ella le confió al Tigre que había sido referente a: dejar que Jeff se fuera de regreso para Boston). Como esa noche era de posadas, mi amigo se atrevió a lanzar la invitación a "su" amiga, para ir a ver a los "viejos" y a oír los pitos y cánticos navideños tan característicos en esas épocas, cuando se llegaba a la puerta cargando a los santos quienes llegaban a pedir posada, ella accedió inicialmente pero, al salir Jeff de su cuarto, ella se apartó de mi amigo y se dejó abrazar del gringo quien claramente denotaba -a causa de sus ojeras- que había estado durmiendo todo ese tiempo (o que se había estado "sonando" unos puritos), sin darse cuenta de lo que, transcurría a su alrededor.

El tal Jeff, se puso bien furioso de ver al Tigre en esa casa y quiso sacarlo pero, mi amigo no se amilanó, diciéndole que él no tenía ningún derecho de sacarlo de ahí pues, no era su casa y que, solamente Margarita y por supuesto la niña Tanchito lo pudieran hacer, Jeff le pidió (en Inglés) a Margarita que lo sacara pero, ella se negó y en cambio, le dijo a Jeff que se fuera de regreso para su cuarto; ante esto, Jeff se dirigió al corredor adonde estaba la niña Tanchito y con voz altisonante, le balbuceó algo en Español que nadie entendió, haciendo que doña Tancho respondiera con "su" Inglés mocho "I DON'T CARE!" (¡NO ME IMPORTA!), ella, sonrojada de la pena, nos confió después que, le quiso decir: "No te entiendo", por lo que todos ¡nos pusimos a reír! El tal Jeff se enfureció más y se retiró para su cuarto, y le dio volumen a su grabadora de la que se oía sonando al mentado Led Zeppelin y su “escalera al cielo”.

Margarita no quiso salir con El Tigre pero, aquel se quedó en esa casa, mientras yo me iba hacia la mía a cambiarme, antes de irme para el parque a hablar pajas con los cheros. Sentados en el atrio de la iglesia, con Quique Sigüenza y Ángel Baños “Jirafa” estábamos, cuando llegó Chepe Caravantes con el chambre de que, ¡al Tigre lo iban a meter preso por meterse al cuarto de la hija de don Roberto!,

¡No jodás maje! (le dije), ¿cómo lo van a meter preso por algo que no hizo?
¡Claro que lo hizo!, a mi me contaron...
No papá, si yo estuve anoche con ellos...
Vos siempre lo defendés Monsiour pero, a este maje del Tigre, hoy si lo van a joder por andar de cab...allero de la mesa redonda, a mi me parece que hasta mucho se tardó ese en ser descubierto con sus sinvergüenzadas...
Uta Chepe, de plano que se nota que vos tenés una "espinita" contra aquel, ¿no será por lo de la Astrid?
Vos come m...ucho para engordar, Monsiour cu...anto deseo romperte el hocico a vos y al maje del Tigre, para que de una vez se le quite lo pastelero...
Pues a mi no me gusta pelear, mucho menos por cosas sin importancia pero, ¿si querés?...
¿Y que, vos creés que no te puedo dar una buena ver... dolaga para el almuerzo pen...sándolo estoy maje?

Y casi nos agarramos a trompadas pero, se metieron aquellos y nos separaron, mientras Quique le decía a Chepe que lo que yo decía era cierto pues, el papá de ella había ya hablado con El Tigre y que las cosas se habían aclarado. No puede ser (dijo Chepe) si a mi me contaron las “Avispas” que dicen que, ellas estaban viéndolos desde su casa a través de una ventana, pues, te dieron paja (respondí yo) por que, es cierto que allí estuvimos pero, como a eso de la 1 de la mañana nos fuimos a acostar. La plática cambió de rumbo y un buen rato después apareció El Tigrito con una sonrisa de oreja a oreja...

-         ¿Qué onda Tigre? (le preguntamos casi al mismo tiempo),
-         este... ¡nada!, ¡nada!, ¿Vamos a las posadas, Monsiour?,
-         ¡vamos! (dije) y nos fuimos, solamente los dos porque Ángel y Quique no quisieron.

Camino a la casa de la niña Carmen Gómez (adonde estaban los santitos) íbamos y aquel me empezó a contar que, acaban de estar platicando con la Margarita y que, ella le había dicho que, mi amigo le atraía pero que, como ella andaba con Jeff, no podía hacer nada hasta que quebrara con él pero que, a la mañana siguiente, le pediría que se regresara lo mas pronto para Boston y que mas tarde, al regresarse ella a esa ciudad, hablaría con él (a parte de pensar seriamente sobre que es lo que quiere hacer) y que, después de eso, podrían platicar con El Tigre sobre la posibilidad de conocerse un poco mas, ¿qué te parece papá?

-         Pues, me parece bueno pero, ¿y vos de verdad que estás enamorado de ella? ¿o solo son ondas tuyas?
-         No Monsiour, esta vez si es cierto, esto es ¡de verdad!, estoy loco por ella y dispuesto a todo... ¡todo!
-         Uta Tigre, ¡vos siempre me decís eso!
-         ¿Cómo que siempre? No seas pajero…
-         ¡Claro que sí!, man, desde que conociste a la Chayito…
-         Uta papá, con ella fue diferente, acordate que ella fue mi primera…
-         Si, ¿y que me decías de la Ada?, de la Profesora, de la….
-         ¡SI, CAB…ALLERO ANDANTE!, ¡ya sé!, pero, cada una de esas situaciones fue distinta, yo estaba inseguro, bastante desubicado, yo no sabía lo que quería, creía amar a cada una de ellas pero la verdad… tenía miedo de quedarme solo, man…comprendeme… por favor, vos me conocés Monsiour y sabés lo triste y dolorosa que mi vida ha sido, he sufrido mucho Monsiour… (me dijo desplomándose físicamente sobre la acera del convento y desmoronándose internamente, soltando un llanto tímido, callado, gimiente, en mi hombro)… ¡no me jodás, Monsiour –me ensartó un dardo punzante en mi ser, al decirme esas palabras que me calaban-, si vos no me creés… entonces, es que no valgo nada… 
-         Uta papá, perdóname hermanito… yo, solamente quería asegurarme de que estuvieras consciente de lo que estabas diciendo y de lo que estás pensando en hacer, además quería que te dieras cuenta que con Margarita no va a ser lo mismo que con las otras porque, la familia de ella, no te permitirían que le hicieras una “pandeada”, es mas, ni creo que acepten que sea tu novia, hermano…
-         Monsiour, lo único que te pido es que confiés en mí, vos sos la única persona en el mundo que conoce mi vida tal como ha sido, creé en mí, por favor ayúdame, defendeme y apóyame; esto que siento por Margarita es genuino, es verdadero y no es de ayer, esto Monsiour, es de años, desde el primer momento que la vi, ¡te lo juro!
-         Pues mirá man, ojalá se te cumpla, te deseo suerte papá y te prometo, no dudar nunca de tu amor hacia ella y apoyarte en lo que me pidás…

-         Gracias Monsiour, sinceramente, no esperaba menos de vos, mi hermanito…

Seguimos caminando y llegamos a las posadas, en medio del cipoterío que silbaba y los cánticos aquellos, aunque ahí habían varios cipotes y jóvenes, como Calín “Pataloca” o “la Bella Barrera”, Balta “Diablo”, Toño “Paleta”, René “Tornillo”, Calín “Melcocha”, Filadelfo, Oscar Méndez y varios otros mas, mi amigo era el centro de atracción de las jóvenes que por ahí andaban pero, re-marcadamente, noté por primera vez que mi amigo, ¡ni las volteaba a ver!, ¡quizás es cierto! -pensé-, ¿y por qué no podría ser posible que este amigo se enamorara verdaderamente?

En eso estaba cuando aquel me pregunta,

-         ¿Qué te parece este poema Monsiour?, al momento de enseñarme algo que había estado escribiendo en un pedazo de papel, es un poema que le compuse a Margarita y pienso declamárselo esta noche con una serenata,
-         ¡No papá!, no mas serenatas por un buen rato,
-         ¿Cómo que no?
-         Si hombre es que, acordate del chambre por la de anoche, una serenata ahora, sería una regazón más grande y la que sale perjudicada de todo esto, ¡es ella, Margarita!, pensá man...
-         Púchica Monsiour, tenés razón papá pero, mirá maje… lee el poema de todas maneras...

Leí aquel escrito y aunque realmente me pareció muy simple, sencillo y sin mucha gracia, le dije que me gustaba pues, en ese poema aprecié lo que aquel quería decir, no lo que decía, es decir, consciente que mi amigo no era poeta, me pareció muy loable su intento de acercarse a su amada, a través de la sensibilidad, del romance, de la dulzura de sentimiento y eso, me agradó mucho.

Mas adelante te narraré ese poema ¿oíste Chepito?, por el momento, permitime despedirme de vos y los tuyos deseando que todo marche bien y nos vemos al rato, brother.

Salú,
El Monsiour.
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CAPITULO XLIX

Hola Chepito;



Mirá pues, después de un largo rato, vengo a querer seguir contándote sobre El Tigrito. Como vos ya sabés, debido a causas poderosas he estado alejado de este mi pasatiempo de escribir "babosaditas" pero, ahora deseo continuar con el relato sobre nuestro amigo.



Pues fijate que, después de la navidad y año nuevo, la Margarita se regresó a los “Estamos Sumidos” con el mentado Jeff, El Tigre no le entregó el poema a ella pues, prefería dárselo cuando ella lo aceptara como su novio (me confió), yo pensé que fue lo mejor que él pudo haber hecho pues, realmente no me gustaba para nada el famosito poema ese, el cual empezaba así:



"Se abren los vergeles de universo,

para dar cabida  tu figura

y los poetas ofrecen sus mejores versos,

para poder describir con exactitud a tu hermosura.

¡Ah, que paz se respira a tu lado!,

¡la verdad es que, me has maravillado!



Y seguía con cositas así por el estilo, yo trataba de convencer a mi amigo que desistiera de su intención de ofrecerle ese poema a ella pero, con el tiempo, yo descubriría que, estaba muy equivocado pues ella, apreció y agradeció mucho el intento de parte de él, de expresarle su amor de esa manera (aún ahora -muchos años después-, me alegro que mi amigo no le haya confiado lo que yo le sugería que hiciera con ese poema).



Mi amigo El Tigrito se quedó por unos días mas en el pueblo, tiempo que aprovechamos para ir a las fiestas de otros lugares cercanos, recuerdo principalmente los bailes de Sonsonate -entre otros-, los del Colegio Centro América, las noches "Brasileñas" y otros, amenizados por grandes y buenos conjuntos como Sagitario, La Fiebre, Macho, La Flores, Chucho Tovar Flores y por supuesto La Compañía 10 (llamada anteriormente "Guadalupe Soul Band", pues había sido creada en el Colegio Guadalupe) que era el orgullo de Sonsonate y que estaba pegando golpe con la canción que decía mas o menos así: "Era la tarde, la tarde cuando el sol salía, la tarde, la tarde cuando fuiste mía, la tarde, la tarde que te di mi amor...".



Y fue precisamente para la "Verbena" de ese año que aquel me pidió que le acompañara pues, teníamos una amiga de nombre Haydee con quien habían quedado de ir a ese baile pero, ella quería llevar a una amiga (Mary), quien no tenía novio y pues, yo podría ser el acompañante de ella, para así, hacer las dos parejitas e ir juntos al baile. Ellas vivían en la Colonia 14, adonde nos dirigimos esa noche, con la intención de verlas antes del baile y también para saludar a unos amigos que vivían allí.



Eran como las 6 de la tarde y al llegar al pasaje, nos encontramos con Richard Breucop quien nos llevó a su casa. Fijate Chepito que la casa de este amigo, estaba casi enfrente de la casa de la Mary, a quien yo no conocía pero, al enseñármela aquel , a pesar de ser desde unos varios metros (y de noche) me gustó muchísimo y a partir de ese momento, me entusiasmé papá.



Al saber que ella era vecina de Richard, insistí mucho que me la enseñaran nuevamente, tanto que, les obligué a que pasáramos varias veces por enfrente de esa casa, hasta que, finalmente pude verla otra vez. Fue a través de la ventana de la sala que vi que ella, se peinaba su largo y lacio cabello negro frente a un espejo que pendiente de una pared, servía como testigo de su belleza juvenil y como -de seguro- un constatante y confirmante de esa gracia y simpatía que se asomaban en su carita bella y llena de esperanzas e ilusiones. 



Contento ya de saber que la joven que yo acompañaría estaba bonita (pues el mentado Tigre, le gustaba que yo hiciera el ridículo, haciéndome que saliera, bailara y platicara con algunas cipotas bien "feyitas", mientras él, se llevaba al mejor "manguito"), sugerí que fuéramos a comer pupusas y nos encaminamos a una pupusería que quedaba sobre la calle para Sonzacate, en eso, alcanzamos a Gustavo "Chingolo" quien, bien tipería, (con su "jeans" Levi's y camisa "sport"), se dirigía a la casa de su novia y juntos, nos fuimos hablando paja y babosadas de jóvenes. Llegamos a la casa de la novia de Tavo y al despedirnos, quedamos de vernos y reunirnos todos en el baile, nosotros continuamos hacia la pupusería.



Por cosas de la suerte, resulta que en ese lugar, estaba la mentada Haydee con su hermana Estela y un bato que andaba "encima" de ella. Al vernos, yo noté que se puso un poco nerviosa pero, trató de disimularlo y pretendiendo hacer aparecer como que aquel bato era el "amigo" de su hermana, se dirigió a ellos y diciéndoles: "allí está a quien estaba esperando", se levantó del lugar adonde estaba sentada y se encaminó hacia nosotros, acercándose de manera insinuante al Tigre, mostrando su bello cuerpo que, al desarrollar su elegante paso, denotaba unas largas y bien torneadas piernas, las que, se juntaban al tronco de su cuerpo, justo en una área que se engalanaba con sus sólidas caderas y que se acompañaban de sus pechos redondos y firmes, coronándose con una cara angelical de sonrisa “pícara” y de una mirada sugestiva, lográndose todo un arreglo armonioso de gracia y estética, de belleza exótica, misteriosa, inusual.


Se saludaron con un beso en la mejilla que quiso ser mas que eso –pensé- (¿tal vez un beso de bocas ardientes y sedientas? o ¿un beso de encerradas y secretas pasiones? o ¿un beso exploratorio e inicial de algo que podría llegar a ser muy especial y único?) y a Richard y a mí, un desteñido cuasi-beso, fue el claro signo de sentirse "comprometida" a ser simplemente amable con nosotros.

Ordenamos "para llevar" y al despacharnos, caminamos todos juntos (incluyendo al maje aquel, quien no decía ni una palabra), hacia la colonia. El Tigre y Haydee se atrasaban constantemente y de no ser por los: "apurate Haydee" que su hermana Estela le decía, ellos quizás hubieran preferido quedarse agazapados en algún recoveco de esa calle que, alejada del bullicio de la ciudad y despojada de suficiente luz, ofrecía espacios y oportunidades precisas y preciosas para amar y entregar caricias. Llegamos a la casa de Richard y después de cenar, agarramos el camino hacia el baile, no sin antes de poner de acuerdo a la hermana de este (la Glorita), para que fuera a casa de ambas (Mary y Haydee) a recogerlas y encontrarnos enfrente de la D.U.A.

Como a eso de las 10, iban llegando ellas bien vestidas y perfumadas, engalanadas con bellos peinados y ánimos elevados. Al presentarme a la Mary, pude comprobar que lo que yo había observado minutos atrás allá en su casa, mientras se peinaba, era tan solo un pequeño indicativo de la tremenda belleza que ella poseía y que, se engalanaba con su simpatía y sencillez de carácter que le hacían toda una mujercita a quien era "obligación" amar, querer y cuidar. Iba vestida con un vestido rojo encendido que, bien pegadito a su cuerpo, denotaba su maravillosa y hermosa anatomía, también contrastaba marcadamente con su piel blanca y limpia, y su bello pelo negro, resaltaba llamativamente haciendo que, su tierna carita de virgen, en la que sobresalía su dulce y tímida sonrisa apareciera como la tan ansiada luz de luna en noches de penumbras o como la estrella mas brillante del firmamento.

Ya en el baile, empezamos a mover el esqueleto al compás de la música; mientras mi amigo Tigrito, se daba a la tarea de atender amablemente a Haydee (yo pensaba que solamente era cuestión de minutos para que aquel la conquistara, pero en verdad, no estaba ni cerca de imaginarme lo que realmente ocurriría), mientras tanto, tímidamente yo me desplazaba sobre el pavimento, tratando de impresionar a aquella diosa sonsonateca quien, me miraba y comentaba que le gustaba como bailaba yo y que, le gustaría que le enseñara algunos pases de baile, cosa que acepté (a pesar de saber que ella, podría solamente estar dándome paja o simplemente estar siendo cortés), con este pretexto, agarré su mano derecha y asiéndola fuertemente, la abracé con ambos brazos,  acerqué su cuerpo al mío apretándolos, haciendo que estos, dejaran que nuestros corazones latieran simultáneamente y que al unísono palpitaran emocionadamente para dar a nuestras existencias razón de ser, en esto, sentí como sus pechos frondosos y firmes, punzaban mi humanidad que era "quemada" por ese fuego ardiente que se metía en mí y que, me hacía perder mi cordura y comportamiento, causando que, en un arranque instintivo y casi animal, mis labios buscaran los de ella que, estaban temblorosos y brillantes a causa de unas gotitas de sudor que los adornaban y que, ansiosamente esperaban los míos. Nos besamos y en un estado de éxtasis sublime y único, nuestros cuerpos fueron estremecidos por una corriente interna que nos indujo a buscar  un lugar mas propicio para seguir con nuestros menesteres, así, buscamos un lugar mas apropiado y apoyados en una pared blanca adonde no había mucha luz, nos abrazamos en caricias candentes y sensuales, con besos ardientes y palabras dulces al oído, le dimos la bienvenida a la madrugada que nos sorprendió con sus bellos fulgores de luz y alegría.   

Nuestros amigos no esperaban ya preocupados, al llegar, noté cierta “tirantez” entre ellos, El Tigre estaba un poco “alejado” y ella, se notaba incómoda (por no decir "brava"). ¡Ya era tiempo, Mary, púchica como te tardaste y yo aquí, de “pasmada”, parada sin hacer nada!, Si, es que… estábamos hablando, ¿verdad, Monsiour?... bueno, no importa, vámonos ya dijo Haydee y casi halando a Mary se fueron sin darnos tiempo de despedirnos.

Ellas agarraron rumbo a la colonia, venite, vamos detrás acompañándolas (me dijo El Tigre, ante mi asombro pues no entendía lo que estaba pasando). Cuando llegaron a la casa de Haydee, después de tocar la puerta y oír unos reclamos (supusimos que de parte de la mamá de Haydee), ambas entraron y no nos voltearon a ver; nosotros agarramos rumbo a la carretera que conduce a nuestro bello pueblo.

Nos encaramamos en una de las “La Flecha” que fue la primera camioneta que pasó por ahí, el viaje de regreso al pueblo, fue callado y monótono, aunque yo sabía que no era porque El Tigre estaba tan acostumbrado a estos "bolados" del amor que, ya ni se inmutaba, sino que por otra razón, pero, no estaba seguro que era.

Al llegar al pueblo y detenernos a tomar shuco, se me ocurrió contarle al Tigre que yo la había pasado bien chivo y preguntarle si regresaríamos en la noche de ese día pues allá en Sonsonate, habría otro baile. Aquel me respondió que si quería, que fuera pero que él no podría porque ese mismo día se iría para su casa en “Zanzíbar”.

-         ¿y que pasó con Haydee, vos?
-         ¡Nada!
-         ¿Nada?, ¿qué pu…mas es: ¡nada!, pues maje?
-         Nada, Monsiour; nada, de verdad, brother, nada
-         O sea que ¿te mandó a la mie…l de abeja, Tigre?
-         No papá, al contrario…
-  ¿Al contrario? Uta cer…ro verde, no te entiendo ni mie…rcoles, ni jueves; ¡explicame!
-       Mirá Monsiour, lo que pasa es que Haydee quería que tuviéramos una relación mas “seria” y yo, sinceramente, ya no quiero andar así para arriba y para abajo, con una y con otra… ahora solamente pienso en mi Margarita…
-         Vaya,¡mier…coles de ceniza!, ¡hoy si te agarró, maje!
-      Pues si, la verdad es que, yo solamente quiero estar con Margarita, de verdad ya nadie mas me interesa, Monsiour,
-         Entonces, ¿por qué fuiste a ver a Haydee?
-         La verdad Monsiour, ¡solo fui por vos!
-         ¿Cómo que por mí?
-         Simón lucas, es que quería que conocieras a Mary, man…
-         ¿Y que ya la conocías vos, pues?
     Si man, ella es compañera de Richard y yo ya la había visto, de verdad, yo por vos fui, brother, porque me gusta la Mary para vos, esa bicha es calidá, me cae bien y sé que vos la vas a tratar bien, hermano…

De esa manera, mi hermanito El Tigre, era como me demostraba su afecto hacia mi persona, aunque él decía que era simplemente una manera de recompensarme el que yo le haya siempre brindado mi amistad sincera. La verdad es que, El Tigre se destacaba por esas actitudes inesperadas hacia mi persona y yo, siempre le agradezco, fíjate Chepito, que aquel nunca se vanagloriaba de nada, nunca presumía de tanta cosa buena y cara que tenía ahora que vivía en casa del Embajador, al contrario, aquel siempre se mostró humilde, espléndido y generoso conmigo, siempre, siempre…

Y ya me voy hermano, hasta aquí voy a llegar pues, ya me están "chillando" las tripas, ahí después te seguiré contando ¿oíste?

 Salú,
El Monsiour.

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CAPITULO L





Hola Chepito;



Mirá brother, ya llegando al final de esta cadena de cartas que te he mandado para contarte las “pasadas” de mi chero El Tigre, quiero decirte que me escribió otra vez Marito Cantor desde Canadá para decir que piensa que… ¡ahora si le llegó la hora al Tigre! (¡pues está bien agarrado!); también mi hermanito Douglas Gil me escribió para decir que estas cartas le traen recuerdos de lo bello que fue nuestra juventud allá en nuestra querida “Tierra Linda”. Entonces a ellos dos particularmente, quiero dedicar con mucho gusto esta carta de ahora, con la esperanza que también esta sea de su agrado; a ver que tal…



Pues en los días anteriores a la Semana Santa de ese año, se apareció nuevamente por el pueblo, la Margarita; como siempre, bien chula, vestida despampanante y de caminado elegante, se le veía caminar rumbo a la “Batilandia” o a la sorbetería de la niña Loli. Lo extraño ahora es que se le veía sola, es decir, sin el chele pálido aquel de nombre Jeff y, como no tenía amigas y mucho menos amigos, no le quedaba de otra que ir ella sola. Una vez ahí por el mediodía me sorprendió cuando su impresionante figura apareció atrás de las persianas de la puerta de mi casa, mientras yo, tirado en el suelo de ladrillos de piso, sin camisa y en pantalones cortos, me refrescaba ante el típico calorcito de la época, oyendo en la radiola de mi tía Chabelita (QEPD), el “long play” de los “Creedence Clearwater Revival”, llamado “Cosmos Factory”…



-         Bien sabía que estabas aquí, Monsiour –dijo-

-          - ¿Si, por qué?  

-          - Pues por la música y por la hora que es…

-          - Ah… disculpá la falta de educación, pasá adelante, Margie…

-          - Un ratito solamente porque solo vine a invitarte

-          - ¿Y eso?

-        - Pues quiero ir a la finca de mi tía a montar  caballo y no quiero ir sola, ¿vamos?

-    - Si quisiera ir, lo único es que no he almorzado y en la tarde tengo entrenamiento con el equipo de futbol a las 4, si fuéramos ¿a que horas regresaríamos?

-     - Pues si nos vamos ya, podríamos almorzar allá en la finca porque yo he preparado unos panes con frijoles, crema y queso; regresaríamos a tiempo de tu entreno y hasta yo podría ir a verlos entrenar, ¿nos vamos?

-          ¡vamos pues!



Solamente agarré una camiseta y nos encaminamos a la casa de ella a agarrar su bolsa con sus cosas (y por supuesto para asegurarme que agarrara los “panes”, chis) así como para decirle a su tía Tancho que ya se iba para la finca. En camino a ese bonito lugar de la campiña guanaca allá la calle de la colonia El Mico (casi llegando a la Solórzano), nos alcanzaron Edgar Clavel (QEPD) y Walter Hernández quienes nos preguntaron que si nos podían acompañar; Margarita me “cuestionó” con la mirada y de igual manera le respondí que “estaba bien” así, aquellos se nos unieron en nuestra caminata. Contentos nos fuimos los 4, ahí por la carretera a “Zanzíbar”, cantando al compás de la canción “Knock Three Times” de Tony Orlando y su Grupo Down, que salía de la grabadora de Walter (es decir, Margarita cantaba y nosotros 3 hacíamos la paja “tarareando” como que si sabíamos la canción, je, je, je, je… ella si bien clarito decía: “Girl what you’re doing down there… knock three times on the ceiling if you want me; twice on the pipe if the answer is no….. I love you, I love you”.).



Ya metidos en la calle polvosa rumbo a la finca, cabal pasando un cerco con muchos palos grandes y frondosos de madre cacao, de laurel, de volador y de otros que brindaban una amplia sombra a la cual se le unía una rica brisa de aire puro y refrescante, Margarita nos pidió que fuéramos a cortarle unas paternas que se alcanzaban a apreciar desde la calle y que colgaban de las ramas de unos árboles que allá adentro proveían de sombra a los cafetos de esa finca, mientras ella se sentaba a descansar sobre un pequeño engramado que se reverdecía gracias a la humedad de un nacimiento de agua que cercano borbollaba tranquilamente. Monsiour, vení -me dijo casi instantáneamente- por lo que, accedí y aquellos se introdujeron al lugar aquel, saltándose el cerco. Ya a la par de ella, me hizo la pregunta que sinceramente, ya me estaba extrañando que no me la hubiese hecho antes:



-          ¿Y El Tigre cuando va a venir?,

-          pues fíjate Margie que tengo varios días de no saber de aquel pues con eso que su papá lo tiene estudiando “macizo”, ya no le queda tiempo de venir por aquí y cuando yo he ido a visitarlo, si acaso tengo suerte y lo encuentro, es para platicar solamente un ratito porque se tiene que ir a estudiar.

-          ¿Y como es eso?, ¿a que hora estudia?,
-          lo que pasa es que, va al colegio en la mañana, en la tarde está recibiendo clases de tenis en el “Círculo Deportivo” y de piano en su casa; en la noche, va a clases de matemáticas; solo estudiando pasa el pobre y, como el Embajador se dio cuenta que no iba muy bien en el colegio, ahora le pregunta y le hace exámenes de sorpresa, ¡fíjate!
-          Pero ya va a salir de vacaciones, ¿verdad?
-          Pues, yo creo que si, aquí en el pueblo salimos pasado mañana viernes pero no sé en el colegio de aquel…
-          ¡Tiene que ser igual!
-          Me imagino que si; Oíme Margie, ¿y que no sabe aquel que vos estás aquí, pues?
-          …si… este… pues se supone que nadie sabía que yo me vendría para acá…pero… yo le avisé a él, solamente le dije a él que me iba a venir… ¿yo pensé que vos ya sabías también, Monsiour?
-          Pues la verdad, Margie es que, no he platicado con aquel desde hace unas dos semanas…

En eso, llegaron aquellos con unos ricos paternas y hasta unos pepetos y nos pusimos a devorárnoslas rápidamente, camino a la finca de la niña Tanchito.

Una vez en la finca, don Chente (el guardador) salió a ponerse a las órdenes de Margie; ella le ordenó que arreglara los caballos pues íbamos a montarnos un rato; ¡si pero hay que comer primero!, dijo Walter, allá se ven unos gajos de guineos majonchos ya maduros -dijo-, mientras apuntaba a un tabanco dentro del cuartito de don Chente, y la Margie se puso a reir ante la ocurrencia de aquel. No hay necesidad agregó ella, yo traje unos panes para todos.

Después de darnos unas cuantas vueltas por la finca de la niña Tanchito, allá en la parte adonde se cultivaba cocos y guineos de seda y en la cercanía del río; dispusimos regresarnos al pueblo; eran como eso de las 3 de la tarde. Al pasar por la Solórzano, ya había un gran cipoterío en la calle, pues por ser los días anteriores a la Semana Santa, los despachaban temprano; muchos iban con los cuadernos bajo el brazo o dentro de sus bolsones de tela, algunos iban jugando “triqui-traca” (con esas bolas de caucho duro de colores chillantes, colgando por un cordel) y otros iban simplemente corriendo y chunguiando a los demás o chupándose una charamusca; nosotros seguimos de paso como si nada pero, en eso observé como unos “babositos” se le quedaban viendo a la Margie con una mirada de “lelo” que hasta la baba se les salía y otros, murmuraban piropos y cosas así; nooombre, Chepito… ¡si eran “buzos” los bichos de esa escuela, mano! 

Finalmente apareció El Tigre por el pueblo, fue bien entrada la tarde del viernes y aun traía el uniforme de su colegio cuando llegó a buscarme a la casa.
-         Mirá Monsiour, ya está aquí la Margarita, ¿verdad?
-         ¡Simón Lucas!  Y no ha preguntado por vos… ¡para nada, maje!
-         ¿Cómo?, ¿de verdad?, ¿no jodás, man?
-         De plano man, es mas, a mi me viene a visitar cada día y nunca me ha dicho nada acerca de vos, mucho menos preguntar por vos…
-         Uta papá… y yo que por tal de verla, hasta me vine sin decirle a mi papá, arriesgándome a que me regañe cuando regrese a la casa…
-         Pues, todavía tenés tiempo de regresarte maje; apenas van a ser las 7, ¡creo que todavía podés agarrar una camioneta, aunque sea la última!
-         Uta pero, yo quiero verla man…
-         Pues ¿si querés te presto una foto de ella que me regaló un día de estos?
-         Uta, no me jodás hermano… no me digás eso… ¿que no ves como estoy de encu…mbrado de ella?
-         Si, papá, yo lo sé y solamente te estoy jodiendo man, ella te está esperando desde que llegó hace unos…

En eso estábamos cuando allá por el andén del convento, llegando a la casa de don Atilio Martínez, vi que venía ella, caminando y “alumbrando” todo el camino, con su gracia y belleza que contagiaba el ambiente… allá viene mirá cul…ebrita –le dije-; mi hermano volteó a ver y de un solo se dejó ir a su encuentro.

Por la última puerta de la casa de la niña Amanda Suncín, es decir, cerca de la casa de las señoras de apellido Guerra, se juntaron y vi, como se fusionaron en un abrazo fuerte, apasionado, esperado…

Y hasta aquí te voy a contar hoy Chepisque, ¿oiste? Es que quiero ir a encumbrar una piscucha.

Cuidate mucho y saludame a tu querida familia.


Salú,
El Monsiour.


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CAPITULO LI

Hola Chepisque,

Fijate que esa noche de viernes, ya no vi al Tigre y me fui a la procesión de vía crucis adonde encontré unos cheros entre los que estaba Roberto “Guarolo”, Jorge “Charamiza”, “El Negro” Cienfuegos, Checho Criollo y Meme “Pacún” quienes me preguntaron por El Tigre;

-          Pues lo vi hace unas horas allá por mi casa junto a Margie, la hija de don Roberto, ¿por qué me preguntan?
-          Por eso, precisamente, porque toda la semana hemos visto sola a esa mamacita y como sabemos que aquel la anda taloneando…
-          No la anda taloneando, ¡ya es novia de él –repliqué-
-          ¡No jodás, Monsiour!, ¿de verdad?
-          Simón, ya son novios…
-          ¿Y el maje gringo que venía con ella?
-          Ya lo mandó a la mi…sa y ahora anda con El Tigre,
-          Uta, que bueno, está bien chula esa mamacita, ojalá no la vaya a ca…ntear aquel porque ella si vale la pena…
-          Si, tienen razón, ella vale la pena pero lo bueno es que aquel está bien agarrado de ella, el me lo ha dicho de corazón.

Nada extraordinario sucedió esa noche que tenga que contarte fíjate Chepito pero, al día siguiente, llegó El Tigre a despedirse pues tenía miedo que su papá estuviera enojado por no haber dormido en su casa ni haberle avisado que iría a nuestro pueblo; total, que aquel se fue…

A primera hora del Domingo de Ramos, mi abuelito (QEPD) llegó hasta mi cama a despertarme para que fuéramos al monte a buscar ramas que colocaríamos sembradas en la acera de la casa, como adorno para cuando pasara la procesión del Cristo triunfante. Al regresar unas horas mas tarde y estar a media faena de abrir los hoyos para ensartar las ramas, apareció El Tigre, bien tipería el baboso, con su pantalón jeans, acampanado, color piel, una camisa manga larga color azul profundo y unos botines ADOC 5000 con zipper al lado de afuera.

-          ¡Ayúdame, vos!
-          No jodás, maje, ¡yo no!
-          Uta papá, ¿Qué no ves que me falta mucho?
-          Si…món pero, a mí me vale…
-          ¿Cómo que te vale?
-          Pues si, ¿Qué no ves como ando de chivo y que no me puedo ensuciar? Además, solo vine a contarte que en la tarde vamos a ir a Atecozol con Margie y a preguntarte ¿si querés ir con nosotros?
-          ¿Y quien más va a ir, solo nosotros 3?
-          No papá, yo invité a unos cheros del colegio, ¿vamos?
-          ¿Y en que nos vamos a ir?
-          Estos cheros tienen carro, papá…
-          Así, sí… ¡vamos!

Nos fuimos esta tarde a Atecozol a pasarla bien chivo, allá estábamos en una cabaña que habíamos rentado, jodiendo, bañándonos, escuchando la música que de la grabadora que había llevado un chero del Tigre salía, era música de Santana, como: “No one to depend on”, “Jingo”, Soul Sacrifice”; de CCR: “Down on the corner”, “Susie Q” y de otros artistas como aquella: “Spill the wine”, Long cool woman”, etc. y comiendo rica yuquita con una sabrosa minuta de tamarindo, cuando llegaron a la cabaña los papás de Margie.

-          Margarita, ¡agarra tus cosas y nos vamos inmediatamente! (dijo doña Teresa, -su mamá-, mientras su rostro daba muestras de no solamente su desaprobación ante lo que veía sino que también de desprecio y quizás hasta asco).
-          Pero, Mami, yo no me quiero ir todavía…
-          No te estoy preguntando nada hija…
-          Mami…
-          Hija, hazle caso a tu mamá (dijo con cierta severidad don Roberto),
-          Disculpe, don Roberto… (intentó mediar El Tigre),
-          Usted, ¡ni, se meta! (interrumpió doña Teresa), es más, ni nos hable, debería incluso desaparecer de nuestra vista, deje en paz a mi hija, ¡por el amor a Dios!
-          Mami, ¡no seas tan exagerada!
-          Y tú, hija, a partir de este momento, tienes terminantemente prohibido venir a visitar a tu tía Tanchi si no es que vienes con nosotros, es mas, quiero que sepas de una vez que ya te arreglamos el pasaje para que te regreses a los Estados Unidos, lo mas luego posible;
-          ¡Pero no puedes hacer eso, mami!  
-          Claro que si puedo, y ¡ya lo hice!, te regresarás pronto…
-          ¿Y por qué, por qué has hecho eso?
-          Por tu bien, hija, ¡por tu bien!, ¡ vayámonos!

Margarita, sonrojada por la vergüenza, empezó a agarrar sus cosas, se puso su pantalón encima de su calzoneta que aún estaba mojada, asió su bolso y se colocó sus lentes oscuros los que no lograban ocultar sus lágrimas que salían de sus bellos ojos que ella colocó sobre la mirada atónita de mi querido hermanito, al tiempo de alejarse del lugar, encaminándose al carro de sus padres, por medio de aquella vereda de tierra húmeda entre las piedras que formaban ese caminito, bajo la sombra de esos frondosos árboles del bello bosque, que inexorablemente, se llevaba a Margarita, a esa persona que representaba la alegría, la motivación, la esperanza hacia una felicidad y los deseos de vivir de mi entrañable amigo/hermano, mientras este, visiblemente apenado y confundido, solo atinaba a decir: ¡a la gran pu…ma, yo la quiero!, ¿Cuál es el problema?, ¡nadie la va a querer como yo!, ¿Por qué no lo entiende esa señora?, ¡ella no sabe que yo estoy dispuesto a todo por Margie!, ¡ella tiene que escucharme!, ¡ella…!

El silencio que por unos instantes reinó en se lugar, fue roto por un exabrupto que mi hermanito lanzó de manera potente y desafiante contra los curiosos que sarcásticamente veían y “gozaban” del espectáculo, hasta que le pedí que se calmara y casi a la fuerza, me lo llevé para la parte mas lejana del bosque, allá por adonde está la culebra de piedra, donde mi hermanito se desplomó en medio de un llanto largo y tendido, tan profundo, real y revelador que hacía que mi garganta se atorara y que en mi pecho se agolparan ímpetu que agitadamente querían salir en busca de explicaciones, de respuestas a tan simples y sencillas preguntas: ¿Por qué tiene que pasarle estas cosas a mi hermanito?, ¿Por qué no puede mi hermanito tener el derecho a ser feliz?, ¿Por qué, por qué?

Corrió el tiempo y no nos dimos cuenta que había pasado mas de 3 horas y que a esas alturas, mucha gente había abandonado ya el parque y el lugar lucía solitario, regresamos a la cabaña que habíamos rentado y adonde creíamos que estaban los cheros de El Tigre pero, la encontramos cerrada y sin nadie alrededor, por lo que nos encaminamos al desvío para de ahí agarrar una camioneta que nos llevara al pueblo. Llegamos al desvío adonde había mucha mas gente y cheros conocidos del pueblo quienes también esperaban camioneta para irse, entre ellos estaban German “Filo de Hacha” y Carlos “Lonly” Guevara quienes nos dijeron que los cheros del Tigre nos andaban buscando por las piscinas y que al no encontrarnos habían decidido irse para Zanzivar. En eso, vimos que venía Amilcar Guevara en su pickup y quien al vernos, se detuvo y dejó que varios de los que estábamos ahí, nos subiéramos y nos fuimos rumbo a nuestro pueblo.

Lo primero que me dijo El Tigre que hiciéramos es que fuéramos a la casa de doña Tanchito a ver si de suerte aun estaba ahí Margarita; así lo hicimos y al llegar a la casa y tocar la puerta, salió el doctor a preguntar ¿que deseábamos?

-          Este, disculpe doctor, ¿no está Margarita?, -preguntó El Tigre-
-          ¡NO!
-          ¿Y adonde se encuentra, perdón?
-          Mire joven, no sé, no me interesa, ni quiero seguir respondiendo a sus preguntas, ¡ váyanse!
-          Bueno, muchas gracias doctor (dije),
-          Uta… que viejo mas turbio (dijo El Tigre, sin darme tiempo de callarle), de plano que ya la ca… ntea, como si nunca hubiera sido joven, como si nunca se hubiera enamorado, bien se nota que se casó con doña Tancho solo por el pisto de ella, viejo malo…
-          Shhh, ¡callate Tigre!, ¡callate hombre! (decía yo, pero aquel, como que no me oía),
-          Es la verdad, si toda la gente lo dice, ese viejo es malo, dice que es doctor pero nunca cura a nadie, a nadie ayuda…
-          Callate papá, no digás babosadas de las que te podés arrepentir…

Nos fuimos para la casa de mis abuelos adonde, le dieron la noticia al Tigre que su papá había hablado por teléfono (por medio de ANTEL) porque quería que El Tigre se regresara a San Salvador. Ya es muy tarde y no me puedo ir (me dijo aquel) pero le voy a ir a hablar, ¿vamos al telégrafo? -me dijo- y nos fuimos para allá.

Y a medio camino hacia allá, te voy a dejar, ¿oíste Chepisque? es que, ya me entró la gana de echarme un mango “twist”.

Salú,
El Monsiour.  

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Capítulo LII

Hola Chepe Toño,

¡Aquí estoy nuevamente mirá pues!, contándote las últimas pasadas acerca de la existencia de mi querido hermanito Tigre; las últimas pues, ya estamos llegando al final de este recuento que he hecho y que guardo en mis archivos y en mi alma, como testigo de unas experiencias llenas de fuertes sentimientos y profundas emociones vividas en plena infancia-juventud por nosotros, unos cipotes típicos y comunes de nuestra querida patria guanaca.

Fijate que esa noche, nos fuimos rápidamente a ANTEL para que mi cherito pudiera hablar con el Embajador, su papá. Llegamos y aquel pidió que le marcaran el número que entregó al operador; al darle línea y estar mi hermanito al teléfono, noté que la plática no era amena…

Aquel se despidió con un: “buenas noches, papá” y con un frio semblante en su rostro, haciendo un ademán con su cabeza, me indicó que nos fuéramos de ese lugar; caminamos unos cuantos pasos en total silencio y al acercarnos al parque, vimos que estaban unos cheros como esperándonos pues se nos cruzaron en el camino; eran: Paco Zepeda, Richard Orantes, el “Chino” Soriano, Hernán Armas y otros, quienes nos contaron que al día siguiente irían al lago de Coatepeque con unas amigas del tercer ciclo, y querían invitarnos porque eran muchas más las hembras las que irían; que planeaban irse a estar todo el día y pues, pensaban llevar una grabadora para escuchar música, bailar y pasarla bien chévere allá, pero El Tigre respondió: “quizás El Monsiour quiera ir porque yo, no puedo; ¡me tengo que regresar a Zanzíbar temprano!”; y siguió caminando sin detenerse pero, también sin rumbo (me pareció a mí) y solamente alcancé a decirle a aquellos: “ahí les voy a avisar; ya voy a volver, espérenme” y me fui detrás de mi hermanito.

Lo alcancé ahí por el quiosco de nuestro bello parque, le pregunté que le pasaba y me respondió: ¡me regañó mi papá, porque le dijeron que ando molestando a Margie, quiere que me regrese a la casa, lo peor es que me dijo que mañana vamos a hablar sobre un plan que tiene para mí!, ¿el cual no sé qué será, Monsiour?

Al pasar por el atrio de la iglesia, me pidió que lo dejara solo y subió las escaleras que están ahí, enfrente del Colegio Santa Teresa. Hice como que me iba, pero ahí por la casa donde estaba la “Cuadra de Banda”, di la vuelta, regresé y con mucho cuidado, me acerqué subiendo las gradas enfrente del convento. Descubrí su silueta; estaba sentado allá arriba, sobre el andén de la pequeña terraza que se forma a la salida lateral pequeña de la iglesia que normalmente usa el cura cuando va hacia el convento (la puerta cercana al altar mayor), viendo hacia el norte de nuestra querida ciudad, viendo hacia el horizonte de esa noche oscura y callada, pero en realidad, no creo que mi hermanito estaba viendo sino que simplemente tenía su cara en esa dirección, sin ver, sin observar, sin sentir, es decir, simplemente existiendo…      

Me vio, no dijo nada y dejó que me le acercara. Su rostro estaba compungido, su semblante triste, mirada vacía y su pose, era la de un sonámbulo, la de un ser sin vida, sin ánimo, sin ganas de vivir. Lo abracé, le dije algunas cosas y casi a la fuerza, me lo llevé para la casa, adonde se acostó. Dispuse ya no salir más y también me acosté.

Al llegarse el nuevo día (que era el lunes santo), me despertaron las palabras de mi abuelito (QEPD) quien me decía que ahí en la sala de la casa estaban uno amigos que me buscaban; eran Richard y Hernán quienes estaban ahí para que nos fuéramos al lago de Coatepeque. ¿Y El Tigre?, pregunté a mi abuelito, ¡se fue bien temprano!, me dijo que no te despertara (respondió mi abuelito), que él te va a contar después todo.  

¿Puedo ir con mis amigos a dar una vuelta? – le pregunté a mi abuelito-; si está bien, pero tené cuidado hijo y no regresés de noche, vení temprano –dijo-. Agarré mi mochila, puse unas cosas en ella y nos fuimos con Richard y Hernán hacia la gasolinera del desvío a San Isidro, carretera al lago, adonde nos estaban esperando los otros cheros y las cipotas, quienes no querían que las vieran en el pueblo que iban con nosotros, en excursión, pues podrían ir a contarle a su mamá.

Pasamos bien chévere todo el día ahí en ese bello paraje de nuestra “Tierra Linda”, en ese precioso lago que no tiene nada que envidiar a ningún lago suizo ni de ningún otro lugar del mundo pues, su belleza es única, es sinigual con su agua fresca y cristalina de color azul profundo, con su isla colocada ahí con precisión y delicadeza, con su bello litoral lleno de flores y colores, con su “corola” formada por las alturas de los montes que la coronan y desde adonde se puede apreciar el extenso, bello y exuberante panorama; hasta que, dispusimos encaminar el regreso a nuestro querido pueblo.

Llegué a casa y pregunté si había regresado o hablado El Tigre, me respondieron que no. En la noche, me fui a dar la vuelta al parque adonde estaban varios cheros, entre ellos: Mario Castellanos, Nebo Membreño, mi primo, Jorgito Arévalo (QEPD), Edgard Clavel (QEPD), Checho Criollo, Luis Menéndez, el “Chele” Larin, Quique “Gallo”, William Alfaro, Jaime Sigüenza y otros quienes hablaban de organizar unos partidos de básquetbol en esos días y buscaban jugadores; ¿querés jugar, Monsiour? (me preguntaron); puya, ¡yo no soy bueno para el “básquet”! – respondí - pero ellos replicaron, ni nosotros man pero lo importante es jugar y pasarla bien, ¡animate man! Va pues, está bien, ¿y cuándo vamos a jugar?; vamos a empezar mañana –dijeron-.

Y así, de esta manera, sin mucho espaviento, sin mucha publicidad, sin desparpajo, sin palabrerío, sin politiquería, sin apoyo y sin participación de las “autoridades” locales, nacía algo que a partir de las fiestas patronales de ese año, se convertiría en una tradición, en algo que aún muchos años después seguiría siendo una actividad de mucha participación por parte de la juventud de mi pueblo: “¡el torneo de básquetbol, local!”, en efecto, así, de manera humilde y por iniciativa de valiosos y visionarios jóvenes, entre los cuales destaca mi primo, Jorgito Arévalo (QEPD), tuvo su nacimiento el torneo de básquetbol en nuestra querida ciudad. 
  
Platicando estábamos, cuando me sorprendí grandemente al ver acercarse al Tigre al grupo de cheros. Tenía el semblante triste pero calmo, sereno…

-          ¡hola Tigrito, ¿Cómo estás hermano?!  
-          Más o menos, Monsiour, más o menos…
-          ¿A qué hora llegaste, adonde estabas?
-          Llegué como a las 4, estaba en mi apartamento, no te busqué porque me contaron que andabas por el lago,
-          ¿Y que te dijo tu papá?
-          Me dijo que había llegado la mamá de Margie a exigirle que no me dejara acercármele a su hija, también me dijo que la señora le contó que en estos días, se irían para los “Estamos Sumidos” pues quería asegurarse que Margie, ya no volviera sola a la “Tierra Linda”, mucho menos al pueblo y que así, Margie se dedicara a estudiar solamente…
-          Uta papá, ¡que yuca esa señora!
-          Si man, lo peor es que no he tenido ni chance de hablar con Margie para saber cómo está…
-          Ya te va a contactar ella, Tigre…
-          No creo que pueda Monsiour, ¡por eso quiero pedirte un bolado!
-          ¿Qué es?
-          Quiero que vayás a la casa de Margie allá en Zanzíbar a darle una carta que he escrito para ella, ¡haceme el bolado, papá!
-          Uta man, vos sí que solo en mie…les de otras abejas me andás metiendo man…
-          Yo sé papá, por eso sos mi querido hermano.
-          Está bien, voy a ir.

Nos encaminamos a echarnos un espumoso en la “Batilandia” adonde mi cherito me dijo que en la mañana llegaría a mi casa con la carta y con el pisto para el pasaje en camioneta; de ahí, nos fuimos cada quien para su casa a dormir.

Y ahí te voy a seguir contando otro día, ¿oíste, Chepisque?

Salú,
El Monsiour.  


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Capítulo LIII



Hola Chepe Anthony…



Pues fijate brother que a la mañana siguiente, aquel llegó con la carta y con el pisto del bus para que yo fuera a la casa de Margie en Zanzíbar; pero, camino al punto de las camionetas, yo convencí a mi chero para que fuera conmigo. ¡Vamos y vos me esperás cerca de la casa de ella, papá!, le dije (para acabar de convencerlo), con lo que así, agarramos una camioneta de las “Ragua” en camino a la capital.



Nos bajamos en Santa Tecla, ahí agarramos un bus de la 101 que nos llevó cerca de la colonia San Francisco a donde vivía la familia de Margie, nos bajamos y nos fuimos caminando cuando, al llegar a unas dos cuadras, vimos que por la poco transitada calle se nos acercaba el “Land Cruiser” azul de don Roberto. Nos quedamos quietos por un instante ocultos entre unos palos que adornaban los andenes de esas casonas del lugar, pues no queríamos que nos descubrieran pero, al acercársenos un poco más y ver que en él iban los dos señores junto a Margarita, mi amigo saltó a la calle casi poniéndose a la par del carro pero, don Roberto aceleró y no permitió otra cosa más que Margarita pudiera únicamente voltear a ver a mi amigo y hacer un gesto de despedida con su mano, mientras en su rostro se alcanzaba a ver… tristeza.



Mi amigo pretendió seguir corriendo y ponerse a la par del carro, corrió, pero, no pudo ante la velocidad del automóvil y se quedó a media calle, esperándome; cuando llegué a su lado, me dijo que nos fuéramos rápido a una calle más concurrida para agarrar un taxi que nos llevara al aeropuerto.

-          ¿Al aeropuerto?

-          Si, Monsiour…

-          Pero…

-          ¿Qué no ves que para allá van ellos?

-          Exactamente, por eso te digo, y ellos no te van a dejar hablar con Margie…

-          ¡Se la llevan Monsiour! y si no voy al aeropuerto, no podré ver a Margie ahora, y quien sabe hasta cuándo podré verla, man…

-          Pero mirá Tigre, los papás de ella no te van a dejar que le hablés, vos sabés que no te quieren ver ni en pintura papá…

-          Lo sé pero yo tengo que ir a huevo a verla y hablarle papá, comprendé…

-          Bueno pues, si es así, vamos.



Llegamos hasta una calle transitada, afuera de la colonia, adonde finalmente pudimos agarrar un taxi y nos encaminamos al aeropuerto que en esos tiempos el de Ilopango era el único que teníamos en nuestra “Tierra Linda”. Después de varios minutos  llegamos y de manera inmediata, mi amigo se fue de lado a lado dentro del local, buscando a su amor. Ahí, cabal enfrente del mostrador de la Pan-Am, estaban ellos y mi amigo, al ver a su amor, le gritó y ella, volteó a ver y quiso salir en su encuentro pero, su mamá la agarró de un brazo y la detuvo mientras don Roberto se acercó decididamente a mi amigo y le dijo de manera amenazante: si te acercás a mi hija, te voy a meter preso, voy a llamar a la policía y te voy a acusar de acoso, además, acordate que yo tengo amigos en el gobierno y puedo causarle “problemas” al Embajador… andate, ¡dejá en paz a mi hija!


-          Pero don Roberto, ¡yo la quiero!
-          ¡No me importa!
-          Y ella me quiere también…
-          ¡No es cierto, a ella solo la has atontado con las pendejadas que le has contado!
-          No, don Roberto, estamos enamorados de verdad.
-          De todas maneras, mirá quien sos vos, ella es hija de familia, vos ni siquiera sabés quien es tu papá…
-          Mire viejo hijuesesentamil pu…mas –dije yo-, ¿y usted que se cree, la gran mie…l solo porque tiene pisto?
-          Vos no te metás, Monsiour, si no querés terminar también en la cárcel –me dijo-
-          Pues a mí no me da miedo eso, llame a la policía si quiere viejo cer… do –respondí-
-          ¡Ay noooo!, qué pena da esto de estar discutiendo con esta gentuza (dijo la señora Teresa, mamá de Margarita, quien llegó atosigada al lugar), por el amor a Dios, déjennos en paz, váyanse de aquí, dejen de molestarnos, ¡ubíquense!, ¿que no ven que nosotros somos una familia respetable?
-          Mire señora yo solo… (El Tigre)
-          ¡Callate de una vez! ¿Que no te das cuenta de la diferencia? Vos Tigre sos un muerto de hambre, ¡dejá en paz a mi hija!, ¡buscate una de tu nivel, buscate una india pata rajada!
-          Uta que señora más ridícula… que idioteces más grandes las que dice… (dije yo)
-          ¡Vaya!, ya estoy cansado de este espectáculo bochornoso –dijo don Roberto- y volteó a ver por todos lados, como en busca de algún uniformado…
-          ¡Vámonos, Monsiour! –me indicó El Tigre, quien se despidió de su amada con un ademán de su mano.

Nos fuimos del lugar bien tristes, El Tigre sollozaba y yo, bien enca… puchado a causa de la actitud mezquina de esa gente.  En realidad, ¡iba echando chispas! No podía creer que hubiése gente tan desalmada, tan inhumana, tan desconsiderada (decía en voz alta), pero vos no te preocupés Tigre, no le hagás caso a esos comentarios de esa gente engreída, no le pongás atención a esas cosas de parte de gente que no te ayuda ni te ayudará nunca, le decía a mi amigo, tratando de reanimarlo, tratando de ayudarle a recuperar no solamente su estado de ánimo (que estaba por el suelo) sino que también su dignidad, su orgullo. Aquel, no me respondía, no mediaba palabra, simplemente caminaba silente, triste, cabizbajo. Salimos del aeropuerto, en camino al bulevar del Ejército –para agarrar una de las 29 que nos llevaría hasta el monumento del Salvador Del Mundo- aquel finalmente me dijo: mirá Monsiour…

-          ¿Cuánto costará el boleto de avión a los “Estamos Sumidos”?
-          Uta papá, ¡yo no sé!, ¿Por qué me preguntás eso?
-          Es que fíjate que estoy pensando en irme a vivir allá, man…
-          ¿Qué pu…mas estás diciendo, vos maje?
-          Si hombre, fíjate que tengo un pisto por ahí que bien lo puedo ocupar para eso…
-          ¿De verdad?, ¿y adónde vas a caer allá?, ¿en la casa de la familia de Margie?, ¡semejante baboso!
-          Pues, ya estando allá me puedo conseguir un trabajito y conseguirme un lugar adonde vivir
-          Vos sí que de plano estás peor de lo que pensé, Tigre. No es tan fácil la cosa, papá; pensá hombre, pensá, analizá, no te dejés ir por el encu…mbramiento que sentís por Margie; si de verdad la querés, lo que tenés que hacer en estos momentos, es dejarla en paz, dejá que haya tranquilidad en su familia, dejá que ella recupere la confianza de sus papás, dale tiempo a que ella obtenga la certeza, la reafirmación de que es lo que realmente quiere hacer, es decir, dale la oportunidad que ella se reencuentre y si de verdad te quiere, si ella confirma a su corazón que te ama, sobretodo que te adora y que está dispuesta a pelear y defender sus sentimientos, entonces, verás que ella sola, te va a buscar y su amor, demostrar…
-          Si, para vos es bien fácil decirlo porque no estás en mi lugar…
-          Exactamente, Tigre; por eso te lo digo sin prejuicios, sin ataduras y lo mejor, es que te lo digo con la mejor intención de ayudarte, hermano; con la sola idea que encontrés la felicidad, te lo aseguro…  
-          Vaya pues, Monsiour… está bien, ¿y que sugerís que haga, ahora en este momento que me está llevando pumas?
-          Lo que te acabo de decir, hermano: dejale a Dios que haga lo que vos no podés hacer, dejá que sea él quien determine el camino que habrán que seguir. Entendé hermano que uno solamente puede hacer algo -aunque sea poco- con lo que uno puede controlar, sobre lo que uno tiene cierta jurisdicción, cierto “poder”, cierto “dominio” pero, cuando se trata de sentimientos de otros y cosas así, uno no puede hacer nada… acepta esta verdad y te sentirás mejor, ¡lo verás hermano!
-          Uta y si en eso, ¿ella decide olvidarse de mí?
-          Entonces, Tigre, eso significaría que ella nunca te quiso, no te amó, ya no digamos que te hubiera adorado,
-          ¡Ya ves, pasmado, corro ese peligro!
-          ¿Cuál peligro?
-          El peligro que ella ya no vuelva conmigo, que ya no quiera verme, que ya no quiera saber de mí,
-          Si, hermano, pero eso siempre será mejor que vivir en una relación llena de “falsa” ilusión, como en una burbuja, en una mentira, la cual inevitablemente llegará –tarde o temprano- a su fin y entonces, podría ser más doloroso para ustedes dos y quizás para más personas…
-          ¿Cómo es eso?
-          Mirá papá, imagínate que ustedes dos deciden ahorita seguir con su relación aun sin el permiso y en contra del deseo de los papás de Margie, digamos que a causa de eso, los papás se molesten con ella y deciden ya no permitirle que siga estudiando y que, ella decida dejar su casa con lo que eso acelere la urgencia de formar pareja con vos y con el tiempo, ustedes tienen hijos…
-          ¡Uta eso estaría bien ver… daderamente bueno, eso me gustaría mucho!
-          Sí, pero digamos que en unos años y ya con hijos, vos no le podés dar a ellos todo lo que necesitan y así empiezan los problemas entre Margie y vos, al punto que ella se pone a pensar que fue un error no haberle hecho caso a sus papás y haber entrado en esa relación con vos, pues con ellos ella tenía todo lo que quería y más y ahora… ya no; entonces, ella empieza a reclamarte y con esos reclamos, te empezás a sentir mal y los problemas se hacen más grandes y de repente, ella ya no aguanta y decide pedirle  perdón a sus papás para que le ayuden a  ella y sus hijos; ellos aceptan cobijarla nuevamente junto a sus “nietos” pero, con la condición que te deje; ella te deja, se lleva a tus hijos y vos te quedás “desnudo y con las manos en los bolsillos”…
-          ¡Eso nunca va a pasar Monsiour, ella me quiere, estoy seguro!
-          Quizás sea así, hermano ahora, pero, no sabés ciertamente si así va a ser siempre, por eso te digo que le des tiempo, que le des espacio, que le des margen, verás que si verdaderamente te quiere, entonces no tenés que tener miedo porque ella, cuando solidifique su amor por vos, cuando esté segura y convencida que te ama y que te adora, entonces… ¡volverá, hermano!  
-          Vaya pues Monsiour, te voy a hacer caso.

Decidimos irnos en camino al bulevar del Ejército para agarra un bus de la 29 hasta la plaza del Salvador del Mundo; llegamos a una parada del bus, agarramos uno y al pasar ahí por el hospital militar, mucha gente se metió al bus y unos comentaban que había habido una manifestación que había sido disuelta por parte del ejército y la policía que llegaron tirando a mansalva a la concurrencia y que se temía que hubiera muchos heridos y quizás hasta muertos.

Llegamos al monumento, yo me bajé para agarrar un bus de la 101 rumbo a Tecla, mientras mi amigo seguía rumbo al paseo Escalón para ir a su casa.

En Tecla estaba cuando pasó don Víctor Esquivel (QEPD) en su pick up Toyota color rojo quien al verme, se detuvo y me invitó a entrar en la cabina de su carro y sentarme en el asiento a la par de él, rumbo a nuestra querida ciudad.

Y se me acabó la peseta querido amigo por lo que, hasta aquí llegaré hoy, hay seguimos después  por favor saludame a tu querida esposa y dale un cariñoso abrazo a tus hijos.

Salú,
El Monsiour.  



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Capítulo LIV



Hola querido José Antonio,



Fijate que un día sábado El Tigre llegó a mi casa a buscarme. Como no estaba ahí, aquel se dirigió al casino, adonde vio a Juan “Chava” y Luis Rivas platicando; les preguntó a ellos sobre mí y cuando aquellos estaban a punto de responderle que no me habían visto últimamente, Alex Burgos le dijo que yo me había ido a Sonsonate. “Yo escuché aquel decirle al “Chino” Soriano que iría a ver a una bicha que tiene allá porque hoy hay baile” -dijo Alex-.



El Tigre se despidió de ellos y ahí por el parque esperó que pasara una camioneta que fuera para Sonsonate; se montó en una “Inquietud” y agarró camino hacia allá a buscarme.



Como aquel sabía adonde encontrarme, cabal llegó a la casa de Richard en la colonia 14.



-        Uta papá, ¿qué andás haciendo aquí? Le dijo Richard al nomás ver que El Tigre se asomó a la puerta-

-        Este… ando buscando al Mon… ¡aquí estás vos maje vago!- dijo al verme-

-        Si… món, papá ¿y qué te pasa?

-        Uta, man, vení –me dijo- al tiempo de hacer un gesto con su brazo y cabeza para que saliera al pasaje…

-        ¿Qué fue, vos?

-        Uta, Monsiour, ¡fíjate que no sé qué hacer!

-        Hace, ¡pipí, maje! (le dije, mientras me ca…ía de la risa)…

-        ¡No sea bayunco, cer…do!, te quiero contar algo que es bien serio,

-        Disculpá man, ¿Qué onda?
-        Fijate que mi papá habló conmigo anoche para decirme que la cosa se está poniendo yuca aquí, que le han amenazado y que le han dicho que mejor se vaya del país…
-        Uta, ¿y eso por qué?
-        Pues, vos ya sabés que la cosa está jodida con eso de las huelgas, las tomas de las radios, es decir, ¡las protestas del pueblo ante las injusticias pues!
-        Si pero, ¿y eso que tiene que ver con tu papá?

-        Pues la babosada es que, un grupo de gente se fue a meter a la embajada a pedir asilo político por temer por sus vidas, ya que dicen ser perseguidos por el gobierno y, como mi papá tiene que respetar el derecho concedido por la convención Ginebra de las Naciones Unidas para los derechos humanos de la gente pues, les permitió que se quedaran ahí, pero resulta que ahora seguido le hablan por teléfono de manera anónima, donde le acusan de comunista, de apoyar a los “rebeldes” y le amenazan por lo que le dicen que mas le vale que se vaya del país… así pues mi papá ha pensado en pedir que lo trasladen a otro país, fíjate,
-        Uta papá, eso si que es serio, está jodido el bolado,
-        Y lo peor, Monsiour, es que el me pidió anoche que tome una decisión…
-        ¿Decisión sobre qué?
-        ¡Bien se ve que sos pen… sá, maje! Decisión sobre que quiero hacer, ¡irme con él o quedarme aquí!
-        Ah, pues explícame cul…to amigo, ya que yo no sé de esos bolados…
-        Tenés razón, “piña”, discúlpame; mirá y ¿Cuándo te vas a regresar al pueblo?
-        Pues, yo pensaba irme mañana, ¿por qué?
-        Pues porque quería platicar con vos.
-        Pues mañana en la tarde puedo llegar a tu apartamento, ¿está bien?
-        Si… mon, “mamaíta”, ahí te voy a estar esperando.
-        Vaya pues, “andate adelante” y te bañás, ¿oíste?, je, je, je,je….
-        Vos “come mercury”, “hijo de pontiac”, ja, ja…ja, ja…ja, ja…ja, ja… ja…
-        Ah… ¡y te vas por la sombra, ¿oíste?!

Y aquel cherito mío se fue, de regreso para nuestro pueblo, mientras yo, me quedaba para pasar una velada en esa ciudad cocotera de Sonsonate, esperando que esta velada fuera una bella experiencia más, como las otras vividas anteriormente ahí en ese lugar, en medio de gente linda y fraternal.

Al día siguiente, al nomás llegar al pueblo fui a buscar al Tigre. Aquel estaba leyendo y descansando plácidamente en una silla que había puesto en el balcón de su apartamento.

“Fijate que hablé por teléfono con mi papá esta mañana, Monsiour”. “Y me dijo que tenía que tomar una decisión rápidamente porque su esposa está muy temerosa y le ha pedido que se vayan de regreso a España lo más pronto posible, aunque el gobierno español no le asigne a otro lugar; así es que, aquí estoy que no sé que hacer, ¿y vos que me sugerís?”.

Pues yo, sinceramente, lo que creo que es lo mejor para vos es que te vayás con ellos, es decir, que te vayás con tu familia para España, así como debe ser, en familia.

¡Si, eso es lo mismo que yo estaba pensando! Porque aquí, se va a poner peor la cosa y ya no se va a poder ni estudiar, según, lo que dice mi papá. Mañana le voy a responder que me voy a ir con ellos.

Se corrieron unos días y no supe del Tigre hasta que una mañana que yo estaba en el desvío pidiendo jalón para “Zanzíbar”, aquel me gritó desde una camioneta de “La Mi Negra”: ¡Monsiour… esperame ahí, no te vayas a ir!”

Yo, decidí subir el desvío y allá por el taller de Renderos, me encontré con aquel que venía hacia abajo.

-        ¿Qué onda, “Mariposita”?, ¿Qué hacés aquí? -le pregunté-  
-        Uta Monsiour, fíjate ¡que está bien jodida la situación!
-        ¿Y eso?
-        Pues fíjate que le aceptaron el traslado a mi papá…
-        Eso está ver…de, ¿no? (le interrumpí),
-        No papá, está jodido, está mal la babosada…
-        Pero, ¿qué no es eso lo que él quería?
-        Si, él quería un traslado pero fíjate que lo mandaron a la quinta m…ansión…
-        ¿Adónde lo mandaron, vos?
-        A un país hijuelbuche llamado Omán ¡que ni siquiera sé adonde pu…mas está, man!
-        Pues, buscá en el mapamundi, pen…sante amigo…
-        Ese no es el problema baboso, el asunto es que, ese país mie…loso está muy lejos y si me voy para allá, ya no voy a tener chance de ver a Margie, man, ¡agarrá la onda!
-        Uta, Tigre, ¡tenés razón,brother!
-        ¿Ya ves?
-        Si papá, ¿y qué pensás hacer?
-        Pues, le voy a decir a mi papá que mejor me voy a quedar a estudiar aquí y que si él quiere seguirme ayudando, que lo haga desde allá...
-        ¿Y si no quiere o no puede?
-        ¿Por qué decís eso?
-        Pues, porque me imagino que ha de ser problemático mandarte ayuda desde ese país que ni siquiera sabemos adónde queda, man…
-        De verdad, tenés razón. Pero yo, no me voy, ¡definitivamente que no!, una cosa es España pero ese Omán, ¡está jodido!
-        Bueno, pensalo bien, Tigre
-        Yo, ya lo pensé. ¡No me voy a ir! Y hablando de otra cosa, ¿para adonde ibas vos?

-        Iba a la tienda “Escalante’ a comprarme una camisa, ¿vamos?

-        Vamos pues, te voy a hacer gallo.

Y nos fuimos para abajo nuevamente, al desvío del pueblo a pedir jalón hacia Zanzíbar…

Y ahí en la siguiente ocasión te voy a contar como le fue al Tigre, ¿oíste Chepitorio?

Vaya pues, saludame a la Dinorita y a los bichos y vos, dejá de chupar man, ¡mejor comprate ropa!


Salú,
El Monsiour.


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Capítulo LV

Chepe Antonio,

Te cuento que unas semanas más tarde desde la última vez que había visto al Tigre, aquel llegó de repente a mi casa, una mañana de miércoles, a contarme que el Embajador y su demás familia se había ido del país, dejándole al Tigre, quien había decidido quedarse y “hacerle huevo” -como me dijo aquel-.

Fíjate que mi papá me dejó una cuenta en el banco con un pisto que bien me alcanza para terminar el año en el colegio y para mucho más pero yo estoy pensando en otro bolado…
-          ¿En qué, vos?
-          Pues, quizás mejor voy a usar ese pisto en otra cosa,
-          ¿Vas a poner un negocio?
-          No, papá… no es para eso…
-          ¿Entonces?
-          Mirá, lo que pienso hacer es aprovechar que aún me sirve la visa para ir a los “Estamos Sumidos” y con ese pisto, comprar el boleto e incluso hasta quizás alquilar un apartamento pequeño para vivir allá unos días hasta que consiga un trabajo,
- ¿Qué creés, vos?
-          ¡Creo que estás más loco que una cabra!, ¿Cómo se te ocurre eso?, ¿Creés que rapidito vas a encontrar trabajo?, ¿Y de qué vas a trabajar, Tigre?, acordate que vos no sabés hacer otra cosa más que pantalones, ¿de eso vas a trabajar allá?, ¿Creés que eso te dará suficiente para mantenerte?....
-          Uta, Monsiour… ¡vos como si fueras mi tata!, ¡cómo me regañás, man!
-          Si, Tigre, porque realmente me preocupo por vos, es que te quiero como mi hermano que sos, baboso, ya que vos no pensás bien, vos está loco y para acabar de joder… ¡encu…mbrado!
-          Si, man, te agradezco pero ponete en mi lugar un ratito,
-          Lo hago Tigre, ¡creéme! Y por eso, te hago ver esas cosas que vos no querés ver ni aceptar.
-          Bueno, la verdad Monsiour es que, yo ya arreglé todo y… solo he venido a despedirme de vos y tu familia porque… ¡¡¡me voy el lunes de la próxima semana!!!
-          ¿¿¿Qué decís???
-          Si Monsiour, me he puesto de acuerdo con un chero de Zanzíbar, un compañero del colegio quien tiene unos tíos y primos en Miami y dice que ahí podemos caer, estarnos unos días y después irnos a otro lugar…
-          Uta Tigre, me has dejado con la boca abierta, ¡no sé qué decir!
-          Mirá Monsiour, entendé que aquí está bien jodida la cosa, los escuadrones de la muerte no respetan a nadie, mucho menos a los jóvenes y estudiantes, matan a quien exprese algo en contra del gobierno y no tienen reparo en matar en las escuelas, iglesias, canchas de futbol, en hospitales, fin, no estamos a salvo en ningún lugar y en las noches se meten a las casas a robar, a violar y asesinar; ¡ya no se puede vivir aquí!
-          Bueno, si en eso tenés razón, pero, si Margie no está en Miami, ¿Por qué te vas para ahí?
-          Es que quiero aprovechar que este chero también se quiere ir y como él tiene familiares ahí…
-          ¿Y ya te pusiste a pensar en que les vas a decir a los “agentes” en el aeropuerto?
-          ¡TENES RAZON, MONSIOUR!, No me había puesto a pensar en eso…
-          Si, papá acordate que esos “encubiertos” trabajan para el gobierno y si no les parecen las razones que vos les des para querer salir del país, te pueden agarrar ahí mismo…
-          Uta papá, tengo que avisarle a mi chero que ya no me voy a ir, ¿vamos al ANTEL?
- ¡vamos!

Después de haber hablado (y peleado) por teléfono con su chero, El Tigre se me quedó viendo con mirada perdida. Yo comprendí que eso era debido a que ahora, mi hermanito no tenía dirección, ni idea y quizás ni esperanza acerca de lo que vendría ahora a su vida o sobre que sería lo que haría pues, al cancelar su viaje a Miami, no solamente se cerraba esa posibilidad, sino que también se perdía el dinero que aquel había invertido en el boleto y otros arreglos como el tiempo que aquel había dedicado a preparar este viaje e incluso se anublaba la posibilidad de acercarse un poco a su amada y lo peor, era que ahora habría que replantarse la existencia en estas condiciones solitarias ahí, en esa época tan jodida en nuestro pueblo, pues, ya no contaba con la presencia física de su papá, el Embajador…

Intuyendo lo devastador que de seguro mi hermanito tenía su interior le invité a que fuéramos a caminar allá por la posa de Tiguaya, con el propósito de tranquilizarlo y hacerlo sentir que no estaba solo, que me tenía a mí; aunque al principio no quería ir, al final aceptó y hacia allá nos fuimos. En el camino, alcanzamos a unas amigas del tercer ciclo quienes iban de regreso a sus casas, después de la jornada educativa, al preguntarnos ellas hacia donde nos encaminábamos nosotros, las invité a que nos acompañaran a la posa y ellas respondieron que tal vez nos caerían más tarde, después de llegar a su casa almorzar.  

Ya una vez por allá cerca de la posa, se me ocurrió preguntarle al Tigre:
- ¿Qué había pensado hacer con las cosas que tenía en su apartamento?; aquel, después de sobresaltarse y de quedarse atónito, con la boca abierta y con los ojos de venado sorprendido a media noche con la luz de la lámpara de un cazador, se me quedó fijamente viendo hasta contestarme:
- ¡Fijate que no me había puesto a pensar en eso, Monsiour!
- ¿Cómo qué no?, ¿Y qué pensabas hacer?
- pues la verdad, nada; iba a dejar todo ahí…
- ¿Y ya le dijiste a la dueña que te vas a los “Estamos Sumidos”?
- ¡No, no le he dicho nada!
- Puya Tigre vos sí que de plano sos ¡pen…sador en grande!
- No papá, lo que pasa es que pensaba dejarle pagado varios     meses…
- ¿Si?, ¿Cuántos meses?, ¿y si te quedabas más tiempo del pensado allá en los “Estamos Sumidos”?, ¿y si metían los ladrones a tu apartamento y te robaban todo?
- Uta Monsiour, ¡ya estuvo hermano, dejá de joderme!
- No es que te esté jodiendo, Tigre, solamente quiero que pongás atención todo esto…
- Si, tenés razón… ¡lo voy a pensar más detenidamente! Me dijo y sin mediar más palabra alguna, me empujó al agua el muy cab…allo loco; yo caí como sapote a la posa y a la cólera inicial que sentí allá adentro al sentirme todo mojado y ahuevado, se le sumó una carcajada grande cuando vi que aquel baboso, se lanzaba con perfecto estilo nadador al río con todo y ropa…

Encaramados en los palos de guayabas de la finca de don Juan Galán estábamos, disfrutando de aquellas ricuras, cuando llegaron aquellas bichas que habíamos invitado a la posa; traían unas bolsas de plástico con mango verde y con hojas de jocote aderezados con limón y sal. Nos invitaron a intercambiar frutas; ¡no le dijeron a un sordo! Pues nosotros, inmediatamente nos bajamos y encima de unas piedras grandotas a la par del río, nos pusimos a comer esas delicias que nuestra amada “Tierra Linda” nos ofrece y que en esos tiempos, eran gratis, no como ahora, ¡fijate Chepito!

El sol brillaba intensamente, la tarde se revestía de magia y color y el ambiente era casi solemne con el chis, chis de la corriente del río como único sonido a esa hora que tal parece es la preferida por la fauna guanaca “para tomar su siesta”.

Un sopor rico y sensual se hizo presente en nuestras humanidades, casi coincidentemente, una de esas dos cipotas y yo, nos encaminamos a un paraje del lugar, rodeado de vegetación y flores silvestres, bajo la sombra de unos palos copinoles y con una superficie de zacate seco y acolchonado que ofrecía un espacio propicio para estar tranquilo, leyendo, oyendo música o simplemente descansando, en este caso, se me ocurrió adecuado para platicar con aquella amiga; y así lo hicimos. Nos embarcamos en una amena, rica, interesante e inteligente tertulia con aquella cherita quien mostraba mucho interés en conocer, en saber, mi punto de vista sobre varios tópicos que iban encaminados todos, a la situación política de la actualidad en nuestra “Tierra Linda” mas directamente en nuestro querido pueblo.

En un momento de nuestra amena e interesante conversación, se me ocurrió ver el reloj y notar que se nos había ido la tarde pues habían pasado varias horas desde que llegamos al lugar; no lo habíamos notado ni ella ni yo pues la conversación era muy rica, muy entretenida y ella –creo- disfrutaba de mi presencia (por supuesto, yo también gozaba de la de ella) y así al llegarse el ocaso de la tarde y ver que la presencia del dios solar disminuía aceleradamente, decidimos ir en busca de nuestros amigos quienes, metidos en el río, aparentemente tampoco habían sentido el pasar del tiempo y no habían notado que las sombras de los árboles eran ya dueñas de casi todo el territorio y que, los cánticos de las aves nocturnas se acrecentaban poco a poco, pero inevitablemente…

Nos recibieron bien casualmente, y sin mucha atención nos respondieron, saliéndose del río y secándose la cabeza y otras partes de su cuerpo con una toalla color verde de una de estas amigas pues, sus cuerpos no podían ser secados, ya que estos estaban cubiertos con la ropa saturada de agua.

Los cuatro nos encaminamos rumbo al pueblo y al pasar por la línea del tren, las cipotas tomaron otro rumbo, para que nos vean juntos al pasar por esta calle para que la gente “chambrosa” no le vayan a llegar con el chambre a nuestras mamás –nos dijeron-; nos despedimos ahí con un abrazo y con la promesa de volver a ese lugar para seguir platicando.

Lástima que esa promesa… ¡ya no la pudimos cumplir! Ahí te voy a contar por qué, ¿oíste, tremendo Chepisque?

Y ya me voy, brotherman, porque tengo que aporrear unos sacos de frijol, por favor saludame a la Dinorita y a tus “bichitos” con un abrazo.

Salú,
El Monsiour

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Capítulo LVI



José Antonio (¡que serio, ¿vea?!),

Fijate papá que El Tigre se quedó a dormir esa noche en la casa de mis abuelitos (QEPD); pero antes, con un poco de miedo fuimos al parque a pesar de la sugerencia de mi abuelita Paquita que no lo hiciéramos. La verdad es que para la mayoría de jóvenes, aunque conscientes que nada debíamos, por lo que nada temíamos; las noches en el parque de nuestro pueblo, ya no eran tan concurridas y solamente unos cuantos “valorudos” nos atrevíamos a estar en ese ámbito que por más que alguien quisiera alegrar, se revestía de tristeza, de temor y hasta angustia porque había incertidumbre acerca de lo que podía suceder más tarde, y despertarse con alguna mala noticia, como ya se estaba haciendo costumbre en el pueblo.

Sentados en la bancas del atrio de la iglesia, cabal enfrente del parque a un costado de las gradas principales estábamos –temprano como a eso de las 9- platicando con Milton “Pocholo”, Jorge “Charamiza”, Mario “Pepino”, “El Chele” Larín, mientras otros estaban en el billar de don “Tebita” (QEPD) y otros en el parque; al ratito, Charamiza, Pocholo y Pepino se despidieron de nosotros pues tenían que regresar temprano a sus casa -dijeron- mientras el Chele, el Tigre y yo nos quedamos tertuliando y escuchando música de una pequeña grabadora, cuando a eso de las 10, de manera sorpresiva llegaron dos camiones llenos de soldados; aparecieron allá por el comedor de la niña Orbe, el primero cruzó hacia la izquierda y se detuvo cabal enfrente del casino que estaba a la par de la farmacia del doctor Lazo (QEPD) y el otro se fue recto, pasando por la alcaldía y cruzando a la izquierda en la esquina de la tienda “Casa Susana” y la refresquería de mi tía Lina Arévalo, para detenerse en medio del cine Rey y del billar de don Esteban. Con el ruido que los soldados hacían al bajar de los camiones y entrar a ambos casinos a “catear” a los ahí presente, volteamos a ver y a pesar de sabernos “inocentes” y salvos de cualquier delito, yo sentí un horrible escalofrío que súbitamente recorrió por mi espina dorsal y, después de la parálisis inicial que me invadió el cuerpo, una fuerte carga de adrenalina me dio la suficiente energía e impulso para emprender una tremenda corrida despavorida detrás del Chele y del Tigre que ya me habían sacado unos cuantos metros de ventaja a través del zacate del atrio de la iglesia, rumbo al oriente del pueblo, es decir, en dirección de nuestras casas; al llegar a la esquina del convento, (en vez de seguir recto hacia la casa de mis abuelitos), sin pensarlo y simplemente dejándonos guiar por el instinto de conservación, cruzamos a la izquierda, pasamos bien barajustados por la casa de don Julio Rodríguez (enfrente de la casa de doña Consuelo Garay) y al llegar a la esquina de la casa de don Pedro Cuellar (QEPD), cruzamos a la derecha, llegamos a la casa del Chele quien de manera rápida y efectiva, le quitó llave a la puerta de su cuarto y nos metimos los 3 de un solo; apagamos la luz y nos quedamos en silencio, tratando de escuchar para ver que sucedía allá afuera en la calle, mientras mi corazón palpitaba tan fuerte al punto que se me cortaba la respiración y sentía como que este, se me quería salir de su caja torácica…

Pasamos esa noche ahí y a primera hora, el Tigre y yo, nos encaminamos a la casa, nos saltamos el tapial del patio, nos metimos a mi cuarto y nos pusimos a descansar por unas horas, hasta que nos despertamos y después de desayunar, fuimos a indagar que había sucedido al final, en la noche anterior. Nadie nos dio razones, todos hacían mutis dando la idea que simplemente no había sucedido nada relevante o que tenían miedo de contar.

Un día de esos, no fuimos a clases, en cambio, el Tigre y yo, nos fuimos a Zanzíbar a dar la vuelta, a vagar…

Regresamos al pueblo en la tarde y al bajarnos de la “Balsameña”, una gran amiga de nosotros (QEPD), que estaba sentada en un banco del parque, se nos acercó disimuladamente y nos pidió que le invitáramos a comer pupusas a la pupusería que estaba en la esquina enfrente del parque, de la iglesia y del billar de don Tanis (QEPD). Ante la insistencia de ella, aceptamos y para ese lugar nos fuimos; llegamos y ella le pidió a la dueña del negocio que nos permitiera entrar hasta adentro, es decir, hasta el corredor para cenar.

-          Disculpen tanto misterio –nos dijo ella, para comenzar la plática-, lo que les voy a decir quiero que no se lo cuenten a nadie y quiero que por favor, me hagan caso, quiero que hagan lo que les voy a pedir, ¿oyeron?
-          Este… depende –dije yo-
-          ¡No! No hay espacio para eso, me tienen que prometer que van a hacer lo que les pido…
-          Pero no podemos prometer a ciegas –dijo el Tigre-
-          Pues van a tener que hacerlo, ¡no tienen de otra! (aseveró nuestra amiga).
-          ¿Cómo es eso?, nosotros no tenemos que prometerte nada, nosotros no hemos hecho nada…
-          ¡eso, yo lo sé, Monsiour!
-          ¿Entonces? (interrumpió el Tigre)
-          Mirá Tigre, vos sos el más interesado en prometerme que me vas a hacer caso porque a vos te conviene más que al Monsiour, es más, ya no hay tiempo de discutir; ustedes tienen que hacerme caso y punto, ¿de acuerdo?
-          Está bien pues…(el Tigre)
-          ¿Y vos, Monsiour?
-          Si, está bien, contanos,
-          Vaya pues, así está el bolado: fíjense que a mí me han contado de buena fuente que ustedes dos están en la lista para ser “eliminados”…
-          ¿Quéeee? (ambos, el Tigre y yo, al unísono)
-          ¡SI!, yo tengo unos “conectes” que me lo han confirmado…
-          ¡Puta… pero nosotros no estamos metidos en nada!, ¡nosotros no hemos hecho nada malo!
-          ¡Eso no importa!, ustedes dos están en esa lista que viene desde “arriba” y otras personas que también están en la “lista”, ya no están vivos, porque los fueron a sacar a sus casa y los “desaparecieron”, por eso es que yo sé que es cierto lo que les digo y por eso, les pido que se vayan del pueblo o por lo menos, que no salgan en las noches, ¡háganme caso!
-          Mirá, pero vos sabés que nosotros no estamos metidos en nada; ¿por qué no les decís eso a ellos?, ¿Por qué no les explicás que nos conocés y….
-          No se puede Monsiour, porque mi “conecte” es local, no es de “arriba” y no puede hacer nada, es más, si dice o trata algo, hasta a él le puede ir mal, estos no andan con babosadas, ¡estos matan, Monsiour!, entendé papá…
-          Si, tenés razón…
-          Uta, ¿y entonces que nos sugerís, que nos vayamos del pueblo?
-          ¡Eso sería lo mejor!, ¿tienen adónde irse?
-          ¡Yo sí! –dijo el Tigre-, tengo unos cheros en la "capi" que tal vez me pueden dar donde quedarme a dormir unos días.
-          ¡Pues ándate, Tigre!

-          Sí, creo que eso haré, pero ahora ya es muy tarde, iré mañana.
En eso estábamos cuando llegó Samuel Alvarado (el niño de ANTEL), preguntando por el Tigre porque mi hermanito tenía una llamada de teléfono desde el “extranjero”.

¡Ha de ser mi papá! (dijo el Tigre) y me pidió que lo acompañara; nos fuimos para ANTEL (que en esa época era nuestro, es decir, era salvadoreño, antes que lo privatizaran y lo vendieran a compañías extranjeras) a responder la llamada; cuando el “operador” finalmente logró línea y mi hermanito se agarró el teléfono, vi como aquel cambió su semblante que primeramente era de expectativa y hasta de ansiedad y que ahora era de asombro, incredulidad y quizás… alegría.

Mientras aquel hablaba por teléfono, yo lo veía muy entretenido, muy entusiasmado, muy motivado, muy… ¡convencido!

Al colgar y acercárseme, vi que sus ojos estaba iluminados, encendidos, brillantes, alegres… no era para menos…

-          ¡era mi Margie! Me dijo, ¡era mi amor, Monsiour!

-          Qué bueno Tigre ¿y que te dijo?

-          Me dijo que ya no aguanta más, ¡qué quiere que me vaya!
-          Eso está bueno, papá, ¿y adonde está ella?, ¿adónde quiere que te vayás?

-          Pues me dijo que está en San Francisco, con una tía…

-          Ah, ahí si está bien, mirá Tigre, ahí sí creo que va a ser más fácil porque acordate que ahí, hay mucha gente del pueblo, fíjate que hasta unas tías lejanas tengo ahí que ojalá pudieran ayudarte…

-          Si, Monsiour, es cierto; mañana voy a empezar a “arreglar” todo.

Al salir de ANTEL, cabal ahí mismo en la acera, estaba nuestra amiga quien nos “ordenó” que esa noche, durmiéramos en casa de mis abuelos; ¡no vayas a dormir a tu apartamento, Tigre!, haceme caso, ¿oíste? Aquel asintió y nos fuimos a la casa de mis abuelitos; después de ver televisión por un rato y de leer algunos libros, nos dormimos.

Al alba del día siguiente, un intempestivo murmurar afuera de la casa, en la calle, nos hizo despertar; al salir, escuchamos a una señora decir que en la puerta del departamento del Tigre, habían pintado una manos negras la noche anterior y que, algunos vecinos decían que como a eso de las 2 de la mañana, habían visto a unos hombres vestidos de negro, con la cara cubierta y muy armados, que habían llegado a meterse al lugar, como buscando a alguien…

Y también se oyeron muchos disparos allá en la lejanía, unos señores que iban a trabajar dijeron que allá por la calle del estadio, habían llegado a catear unas casas y que se “llevaron a unas personas”, incluyendo a unos cipotas del tercer ciclo.

No sospechamos en ese instante lo que en efecto después confirmamos: se habían “llevado” a aquellas dos cipotas que unos días atrás nos habían acompañado a bañarnos en la poza de Tiguaya del río San Eugenio, las que nunca jamás fueron vistas de nuevo.

Y así, con esta tristeza que aún muchos años después siento en mi pecho, al recordar esos horripilantes actos bestiales de esos “animales” que tanto dolor causaron a nuestra gente, me despido hoy querido hermanito Chepito, con la esperanza que nosotros/as los/as de una u otra manera sobrevivimos esas horribles situaciones, nos esforcemos para comentar estos hechos con la idea de no perder nuestra memoria histórica y de esta manera, no permitir que esa terrible y estúpida guerra fratricida a la que nos empujaron… ¡no sé repita jamás!

Un abrazo para vos y los tuyos.

Salú,
El Monsiour.

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1 comentario:

  1. Gracias Edgardo por seguirnos fascinando con tus Babosaditas, Has logrado que mucha de nuestra gente disfrute de todas esas cosas bonitas del pasado otra vez. Gracias Hermano.

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Datos personales

Salí de la "Tierra Linda" en 1979 y siempre soñé y añoré con regresar y ver a la gente querida y a los lugares que me vieron hacer muchas cosas allá hace muchos abriles ya...