Capítulo XXXV
¡Hola Chepeño!
Pues como te decía en mi carta anterior: nos encontramos con El Tigre y su novia. La Chayo bien tranquila, se presentó ante la profesora como gran amiga del Tigre y… ¡¡¡novia mía!!! la maestra sin saber lo que entre La Chayo y El Tigre había pasado antes, se mostró bien contenta y cordial, contándonos que iban a la casa del Embajador a mostrarle los adelantos de mi amigo; nos fuimos los cuatro en una “Balsameña” y yo (el burro primero) junto a La Chayo, nos bajamos en Santa Tecla, ellos continuaron hacia Sanzívar.
Nosotros llegamos a la casa de la amiga que se marcharía para los
“ Estamos Sumidos”, era allá por las “multis” de la Monserrat. Fijate Chepisque que, cuando llegamos habían dos muchachas y al rato llegaron otras cuatro más y empezaron a estar bailando y jodiendo, yo -por ser el único hombre- no hallaba ni que hacer hasta que, fue llegando una mamacita bien linda que me dejó con la boca abierta chorreando saliva, se llamaba Paty y tenía el mismo apellido que El Tigre, púchica…
Después de las debidas presentaciones y con la paja de la coincidencia del apellido de la Paty con El Tigre, la Chayo se puso a contar que los bailes en el pueblo se ponían bien chivos, que los días domingos se ponían bien alegres pues toda la “broza” nos reuníamos en el parque para caminar alrededor de este y que habían mucho de adonde escoger porque los “papasotes” abundaban.
- ¿A ver cuando me llevan, entonces? (dijo la Paty)
- Pues cuando querrás ir ya sabes que allá está mi humilde casa, adonde prácticamente estoy yo sola, pues mis papás solo en Sensunte pasan ya, cuidando el ganado y las siembras (la Chayo),
- Pues avísame cuando haya un buen baile,
- Claro, ahí te aviso,
- Mirá Monsiour, ¿y vos sos amigo del Tigre?
- La verdad, Paty es que ¡somos como hermanos! , nos llevamos muy bien y antes, aquel llegaba mucho a mi casa, en veces hasta allí comía, además hemos andado juntos por varios lugares, jodiendo, vagando…
- ¿Y de verdad, tiene el mismo apellido que yo? (Paty)
- Si, fíjate y ¿no serás familia de aquel vos? le pregunté y ella, con una linda sonrisa que embelesaba, solo atinaba a responder...
- ¡no sé, tal vez!, ¿y el como es? (me preguntó ella),
- ¡ha!, preguntale a La Chayo, por que ella fue novia de él (contra-ataqué
yo).
Total que, le desperté la curiosidad y ella, mostraba interés de conocerle.
Nos regresamos al pueblo y La Chayo quería que me fuera a su casa a cenar con ella pero, solamente la acompañé hasta allí por la casa de la familia Nerio, es decir por la entrada del cementerio porque me acordé que a esa hora, había quedado de verme con la Normita allá por la casa de don Adrián “Pacaya” (QEPD) y me regresé solo a la casa a “shainearme” un poco pero resulta que en mi casa estaba El Tigre quien me contó que el Embajador estaba bien contento y que había conocido su cuarto, en su casa, allá ¡¡¡en la Colonia Escalón!!!
- ¿Que decís Tigre?,
- si hombre Monsiour, fijate que me papá me hizo que fuera a ver mi cuarto, vieras que chivo Monsiour, tiene televisor, grabadora y un baño privado, la casa tiene piscina y un gran patio con palos bien altos, ¡¡¡y hasta me ha comprado una bicicleta “Raleigh” nuevecita color rojo, papá!!!,
- ¿y de verdad está en la Escalón? (lo interrogué),
- ¡si hombre, de verdad!, está a unas pocas cuadras del paseo, a la altura del Restaurante El Faro, si no me creés podemos ir un día, ¡para que te convenzás!,
- está bueno, vamos un día.....
Con la plática se me olvidó la cita con la Normita por lo que, me bañé, comí y nos fuimos al parque del pueblo a ver que onda; sentados en el atrio de la iglesia enfrente del parque platicando con “el Chino Soriano” estábamos cuando, llegó Edwin “Pingüino” (QEPD) comiéndose un “tor-trix”,
- ¿Que hubo? (nos preguntó),
- ¡nada!, solo viendo que pasa por acá (respondimos),
- ¡uta!, ¿ya vieron a las primas de la Estela Rubio?,
- ¿y esa quién es, vos? (interrogamos),
- aquella bicha que vive allá por el Barrio Nuevo, ¡cerca de la cancha hombre!,
- la verdad que yo no sé quien es ella (dijo El Tigre),
- ¡ma!, Tigre, ¡no te hagás!, es aquella cipota que fue candidata en el baile de los estudiantes de la escuela del “gallinero” hombre, la que tiene ojos zarcos, ¿te acordás que andaba con “El Choco” Ruíz?,
- ¡ah! (dije yo) es aquella mamacita que iba vestida con un “coverall” morado bien apretadito ¿verdad?,
- ¡SI!, ¡esa misma! (contestó alegre Edwin)
- bueno, ¿y que pasa con ella pues? (se metió “el Chino”),
- ¡vos no te metás que no es con vos! (le dijo Edwin), “estoy hablando con los dueños del circo, no con los micos” (terminó diciendo), al Tigre no le gustó la respuesta de este y se levantó bien bravo, listo para zamparle unos “catos” al “Pingüino” pero, antes de que pasara algo, Edwin le dijo que se tranquilizara y que escuchara lo que le iba a contar. Mi amigo se volvió a sentar en la banca tibia de piedra y cemento del atrio de la iglesia de mi pueblo y dejó que aquel terminara de contar.
- Es que fijate Tigre que, a mi me da entrada la Estela pero, como siempre sale con sus dos primas, necesito dos aleros para que me hagan barra y pues, yo pensé que vos y El Monsiour tal vez quieran, fijate que, como ellas son de San Vicente dicen que son bien amigas de los músicos de la orquesta de los Hermanos Flores y que, como estos van a tocar en Quezaltepeque este sábado, ellas quieren ir, ¿que dicen?, ¿se animan?, ¿vamos?,
- este... ¡yo digo que si! (respondí yo) pero, al Tigre, ¡no creo que le dé permiso la profesora! (¡todos! -menos El Tigre- nos pusimos a reír),
- ¡achís, como que ella me mandara, @%@#$*^%$@! (¡dijo aquel bien decidido!), vamos (dijo, ya bien convencido), pero antes, tenemos que conocerlas (continuó), no vaya a ser que sean unos “sapitos”.....
- No jodás Tigre, vieras que bonitas están (le respondió Edwin), y si querés, ¿vamos ahorita a la Escuela Trigueros adonde están con la Estela quién está repasando para el acto de la semana cívica?,
- ¡vamos pues! (dijo El Tigre) y nos encaminamos hacia allá.
Llegamos y habían cerrado el portón de la escuela; desanimados, pensamos en quedarnos ahí en la acera esperando hasta que terminaran de ensayar y salieran pero, el Chino (que se nos había pegado) sugirió irnos a la vuelta de la manzana y saltarnos sobre el cerco, por la vía del tren, aceptamos la idea y nos fuimos por allá, solo que, al pasar por unas matas de izote, cabalito atrás de la casa de Manuel “Chonte”, oímos un ruido que estremeció las matas y un “quejido” mero raro que (sinceramente -a mi- me puso los pelos de punta) y nos dejó tiesos a todos; no nos movimos por algunos interminables segundos, mientras yo sentía un leve pero penetrante escalofrío, que se me regaba por todo el cuerpo pues, al tratar de detectar lo que causaba aquella pequeña conmoción, solo logramos ver un bulto negro que agazapado se debatía entre las matas y zacatales de aquel lugar, lentamente ..... poco a poco, pudimos observar como, aquella masa negra que se confundía entre la obscuridad de la noche y las sombras de las matas de izotes, repentinamente hizo un movimiento brusco y ..... aparentemente, se abalanzaba sobre nosotros... ¡¡¡¡¡EL CADEJO!!!!! (gritó el Chino) y todos salimos zumbados gritando del miedo; El Tigre y Edwin agarraron recto sobre la línea del tren rumbo a la estación; el Chino y yo, para el otro lado (de regreso), al llegar a la esquina de la tienda de don Abraham Figueroa (QEPD), ya estaban aquellos esperándonos y con una risa nerviosa, nos pusimos a hablar y comentar sobre lo espantoso que había sido aquello; pero, como queríamos conocer a las muchachas, nos fuimos (con todo y el gran miedo) a sentarnos otra vez, a la acera de la escuela y esperar por ellas.
Hablando jayanadas y babosadas se pasaron como unos 15 ó 20 minutos hasta que llegó Ramiro “Zope” a preguntarnos
- ¿si habíamos visto su tunca?,
- ¿que, qué? (preguntamos todos al mismo tiempo),
- ¿si hombre, díganme si han visto mi tunca?, es que, ¡se sale del patio y se viene a comer los bejucos y matas por estos lados!,
- este... no, no la hemos visto Zope (le dije yo, pero...),
- bueno pues, ¡ahí nos vemos! (y prosiguió en su búsqueda).
Ya nos habíamos concentrado en otras pláticas sobre el Aliancita, sobre el baile del viernes en la tarde en la Uriarte, sobre el próximo torneo de “basketball” que mi primo Jorgito Arévalo (QEPD) estaba organizando, cuando, vimos venir a Ramiro halando con un lazo a su tremenda tunca negra, esta chillaba y pujaba con dolor pero aquel, casi arrastrándola, la traía y al pasar cerca de nosotros, nos dijo: esta hijelagranpeñadenanahuaza estaba zampada allá atrás de la casa de Manuel “Chonte” en medio de unas matas de izote ¡bien tranquila!, siempre le gusta venirse para acá pero, ¡hoy la voy a joder, porque la voy a amarrar bien apretada a esta hija pu…erca! Nosotros, nos quedamos mirando a los ojos y sin decir nada...empezamos a ca....rcajearnos de la risa...
- ¡Uta! ¿que miedosos somos verdad? (dijo el Chino), ¡hasta una simple tunca nos asusta!,
- si hombre pero yo les dije que no corrieran (dijo El Tigre),
- si, yo también les dije cuando vi que ¡era una tunca! (agregó Edwin),
- a lo que yo les dije: ya que son tan valientes, ¿por qué no se saltan el portón de entrada y se las arreglan con el guardián?...
- ¡má ve! Monsiour, saltate vos si querés (respondieron), entonces, me puse a reír a boca loca,
- ¿verdad que solo son pajas, cab...alleros de la mesa redonda?, ¿verdad que sintieron miedo?, ¡así como yo!,
- ¡si hombre Monsiour! pero, no hay que contarle a nadie ¿oíste?, ¡es que es muy ahuevado que una triste tunca nos haya sacado caqueados!
Finalmente, las muchachas salieron y se hicieron las debidas “presentaciones” del caso, a mí, me tocó la que se llamaba Ligia, un poco chaparrita pero, ¡de ambiente!, bien alegre y aparentemente sin preocupaciones; ella era de cara redonda y con pelo liso corto, ¡tenía 16 años me dijo!, yo para presumirle, le dije que tenía 18 (apenas iba a cumplir 15); nos encaminamos hacia la casa de la Estela, allá en el colonia Alicia y, al pasar por la casa de la familia Alfaro (de don Jorge y doña Zoilita), oímos una radio que anunciaba: “Las once del once, otra vieja, ¡peeeeero....buena! (¡era la estación “Radio 580 La Pantera de la Juventud!”) y enseguida, se escuchaba aquella linda canción que dice: “Me piden, que me aparte de tu lado, que deje, un momento de adorarte, mi amor, no se extingue fácilmente y no quiero de mi mente separarte, si vagas por el mundo sola y triste, acuérdate de mi por un momento, nunca olvides que en el mundo existe un hombre que te ama y te idolatra...¡eternamente!”, ¡uta Chepito!, si hasta hoy -miles de años después-, aún re-timbran esas bellas tonadas en mis oídos y en mi memoria, como recordatorio y prueba de una época bella, tierna y ufana, pero también, lejos y pasada ya.....
Ahí te voy a contar otro día lo que sigue ¿oíste?, es que ahora tengo que ir a rajar unos trozos de palo.
Te pido que no te olvidés hermano, de sentirte muy orgulloso de saberte “un biennacido buchón” pues eso, -aunque algunos quieran obviarlo- ¡es un gran honor y una profunda satisfacción!
Salú,
El Monsiour.
Capítulo XXXV
Pues como te decía en mi carta anterior: nos encontramos con El Tigre y su novia. La Chayo bien tranquila, se presentó ante la profesora como gran amiga del Tigre y… ¡¡¡novia mía!!! la maestra sin saber lo que entre La Chayo y El Tigre había pasado antes, se mostró bien contenta y cordial, contándonos que iban a la casa del Embajador a mostrarle los adelantos de mi amigo; nos fuimos los cuatro en una “Balsameña” y yo (el burro primero) junto a La Chayo, nos bajamos en Santa Tecla, ellos continuaron hacia Sanzívar.
“ Estamos Sumidos”, era allá por las “multis” de la Monserrat. Fijate Chepisque que, cuando llegamos habían dos muchachas y al rato llegaron otras cuatro más y empezaron a estar bailando y jodiendo, yo -por ser el único hombre- no hallaba ni que hacer hasta que, fue llegando una mamacita bien linda que me dejó con la boca abierta chorreando saliva, se llamaba Paty y tenía el mismo apellido que El Tigre, púchica…
- ¡ha!, preguntale a La Chayo, por que ella fue novia de él (contra-ataqué
yo).
Total que, le desperté la curiosidad y ella, mostraba interés de conocerle.
- este... no, no la hemos visto Zope (le dije yo, pero...),
Ya nos habíamos concentrado en otras pláticas sobre el Aliancita, sobre el baile del viernes en la tarde en la Uriarte, sobre el próximo torneo de “basketball” que mi primo Jorgito Arévalo (QEPD) estaba organizando, cuando, vimos venir a Ramiro halando con un lazo a su tremenda tunca negra, esta chillaba y pujaba con dolor pero aquel, casi arrastrándola, la traía y al pasar cerca de nosotros, nos dijo: esta hijelagranpeñadenanahuaza estaba zampada allá atrás de la casa de Manuel “Chonte” en medio de unas matas de izote ¡bien tranquila!, siempre le gusta venirse para acá pero, ¡hoy la voy a joder, porque la voy a amarrar bien apretada a esta hija pu…erca! Nosotros, nos quedamos mirando a los ojos y sin decir nada...empezamos a ca....rcajearnos de la risa...
Salú,
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Capítulo XXXVI
Hola
Chepetonio;
Fijate
que me han escrito Letty Gómez quien me dice que como ya le arreglaron su computadora,
ya leyó acerca de las aventuras de mi chero El Tigre, igualmente, Gladis Soriano me dice que le ha estado siguiendo la pista al mentado Tigre, también Oswaldo Jacobo me
ha hecho sentir muy emocionado con sus amables palabras con las que me dice que
le gusta el estilo de escribir mis “Babosaditas” porque el se siente como “atrapado”
por la manera que narro y describo las cosas; me dice que no ha leído los
últimos 5 cartas que te he mandado (que con esta serán ya 6) pero, le he “sentenciado”
que si no se apura y las lee todas, le voy a tener que dejar un “deber” sobre
esta “Babosadita” mía del Tigre.
Bueno
pues, como siempre ha sido mi intención de unir a todos/as los/as bien
nacidos/as buchones/as, traigo esta mi treintaiseisava carta con mucho gusto
para todos/as pero, con especial dedicación a Letty, a Gladys y a Oswaldo; ojalá sea de
su agrado.
Aquí
está el Tigrito:
¿Y como
has estado brother?, nosotros aquí, gracias a Dios, estamos bien.
Fijate
que ese sábado, ya eran como las 2 de la tarde y no había visto al Tigre para
nada, había ido varias veces ya a su apartamento, a la casa de la profesora, al
casino del pueblo, a la sorbetería, a la cancha de basketball, a la casa del
Chino, al parque y, ¡neles man! Ya estaba yo pensando que aquel se le había
olvidado que habíamos quedado que esa noche iríamos a Quezaltepeque, al baile
que amenizaría la orquesta de Los Hermanos Flores. Incluso aquellos (la Estela,
sus primas y Edwin) se habían ido ya -desde la mañana- y yo pues, estaba bien
afligido, pensando que ya no iría a ese baile. En eso estaba cuando, allá por
la calle del rastro, vi aparecer al mentado Tigre, ¡montado en su flamante
bicicleta roja! Uta Tigre,
- ¿Y
esta? (le pregunté),
- ¡Es
mía Monsiour!, ¿te acordás que te conté que me la compró mi papá?...
- este
si, pero, ¡yo pensé que era paja tuya!,
- ¡Ja! ¡pues
ya ves que no! esta mañana me levanté temprano y me fui a traerla.
- Mirá
Tigre y ¿siempre vamos a ir?,
- si
hombre!, si por eso vengo, ¿y vos ya estás listo?,
- si
man (le respondí),
- bueno,
dejemos mi bicicleta en tu casa y nos vamos en tren, ¿oíste?,
- ¿en
tren?,
- ¡si
hombre!, el tren pasa por aquí a eso de las 3 y estaremos llegando allá por el Sitio del Niño
como a las 4, desde adonde podemos tomar una camioneta o pedir “raid”... ¡vámonos!
Tomamos el tren y nos fuimos bien contentos, entre la gente que venía de lugares del rumbo del lado de Sonsonate como Caluco, Los Lagartos o quizás desde Acajutla, con rumbo a la capital y que traían sus maritates, canastos, matatas y sacos con fruta, cereales, pescado y otras vainas. Se notaba que mas de algún cristiano venía ya un poco "alegre" y las señoras, agarraban a sus bichos para que no se fueran a salir por las ventanas de los carros siendo jalados por la maquinota aquella que comía y comía kilómetros y kilómetros entre el bello paraje guanaco lleno de vivos colores de los que sobresalía el verde de la floresta; paraje que se interrumpía por pequeños riachuelos que regaban esas benditas tierras y los cuales, se presentaban plenos con algunos cipotes bañándose, jugando y disfrutando -entre los cheros- de esos juegos tan característicos nuestros como los de hacer "apuestas" a ver quien se tiraba al río desde el punto mas alto, o quien nadaba mas rápido o quien aguantaba mas la respiración debajo del agua, etc. y que, sin duda alguna, quedarían a partir de esos instantes, en la memoria de ellos, como prueba de una amistad que se solidificaba con la humildad, con la sinceridad, con la sencillez y bondad tan propia de nuestra gente...
Llegamos
un poco entrada la noche a Quezaltepeque, resulta que en el tren nos dijeron
que nos saldría mejor irnos hasta Nejapa y tomar una camioneta de ahí pues, de
El Sitio del Niño, no había forma de llegar a Quezaltepeque, a menos que de
pura suerte pasara un camión o “pickup”.
Al arribar a Quezaltepeque, nos
pusimos inmediatamente a buscar la casa mi tía Amelia, esta era una tía que yo había visto
solamente una vez (durante el velorio y entierro de otra tía, allá en mi
pueblo), y quién yo asumía era mi tía, al ser prima de mi abuelo, así,
preguntando a cuanta gente podíamos, dimos con la casa, la que también era
farmacia. Entramos con alguna cautela al lugar y al presentarme, le llegué con
la gran paja a mi tía que mi abuelito me había mandado expresamente a
saludarla, (con el tiempo, ¡¡¡descubrí que era prima de mi abuelita!!!); ella
bien atenta, nos invitó a que pasáramos y como llegamos a tiempo de cenar... ¡también
le metimos al diente!
En casa
de mi tía estaba un primo más o menos de la misma edad que nosotros, este
muchachón era el último de los nietos de ellos y -a juzgar por las atenciones- ¡el
más querido!, se llama Edgar y con quién nos hicimos amigos bien rápidamente.
Le contamos la razón por la que andábamos en ese lugar y, aprovechó para pedirles
permiso a sus abuelitos para que le dejaran ir al baile con nosotros. Se lo
concedieron y como a eso de las 8 y media, salimos hacia el lugar del baile,
llamado C.C.Q., a buscar a Edwin y las muchachas. ¡Cabal ahí estaban!, solo
que, ¡ni nos voltearon a ver! Edwin se nos acercó bien contento de vernos y nos
pidió que nos alejáramos de ellas;
- lo
que pasa es que, estas andan detrás de unos babosos de la orquesta y ahora se
hacen ¡las importantes! (dijo aquel, un poco indignado).
- ¡Uta
que ahuevada! (dijo El Tigre), ¡y pensar que por ellas venimos!
- Pero
eso no es problema (dijo Edgar), yo tengo muchas amigas y les puedo presentar
algunas, ¡no se ahueven!, ¿vamos a la casa de mi cipota? (nos invitó).
Fuimos y
conocimos a la novia de Edgar, de nombre Esmeralda y nos contó que estudiaba en
el Nuevo Liceo Centroamericano y que, en la casa de su amiga Gloria, estaban
dos compañeras de ella que habían llegado desde San Salvador para el baile, ¡ya
estamos completos dijo Edgar! Total Chepito que, en ese lugar llamado C.C.Q.,
esa hermosa noche de verano, la pasamos de maravillas, bailando, platicando y
gozando de la vida. Nos caímos bien todos, a tal grado que, decidimos ir al día
siguiente a bañarnos a La Toma. Como a eso de las 11 de la mañana del siguiente
día, estábamos ya, refrescándonos y jodiendo de lo lindo en ese paradisíaco
lugar de nuestro terruño querido, bien presente tengo la imagen de Edwin con su
cara bien “cherche” de lo ahuevado, al sentir que la calzoneta que le había prestado
Edgar, se le había zafado entre sus piernas, quedando totalmente “chulón” por
unos instantes, hasta que la logró alcanzar. Los demás, nos ca...íamos de la
risa y eso creo, jamás se le olvidó a Edwin, yo creo que se lo llevó consigo
hasta algunos años después, cuando su vida fue cegada por unos imbéciles que se
auto-llamaban: “defensores de la patria”. ¡Descansá en paz, querido amigo!
Regresamos
al pueblo esa misma tarde del domingo, el único que había logrado algo era (¿cuando,
no?) El Tigre quien, se había comprometido con una de las amigas de Esmeralda,
para verse después. Esta cipota se llama Ada y era de Santa Elena, Usulután. Según
El Tigre, habían quedado en verse en San Salvador (ella estaba pupilada en una
casa en la Miramonte) y además ¡se escribirían!
En el
pueblo andaba la bulla ya que nosotros habíamos hecho un gran relajo en el
baile, decían que hasta una orgía habíamos hecho en La Toma, es que, allá en el
C.C.Q., vimos a varios majes del pueblo que, por no ser amigos de nosotros, se
enojaron al vernos bien tranquilos con las cipotas estas y lo peor era que, le
habían llegado con el cuento a la profesora quién mandó a una de sus sobrinas a
buscar al Tigre. Aquel inocente de todo, se fue bien contento a la casa de su
novia, al llegar (me contó, después), se encontró con un rimero de libros y
cuadernos sobre el suelo, arrinconados en una esquina y, la mamá de la
profesora diciéndole:
-“Dice
mi hija que agarre sus libros y que ya no vuelva a venir”,
- ¿Que,
qué?, ¿Pero qué es lo que pasa? (preguntó aquel),
-¡NO
SE!, ni me importa, ¡váyase y mejor ya no vuelva por aquí! (dijo ella bien
secamente). Dice mi amigo que sintió un bolado bien feo pero, agarró sus libros
y se fue para su apartamento.
Fijate
Monsiour que, al día siguiente me fui para San Salvador a buscar a la Ada y,
nos fuimos a dar una vuelta al Parque Infantil (me confió el Tigre), sentí una
gran liberación y pensé dedicarme totalmente para la Ada, te lo digo
sinceramente (me confesaba); así las cosas, decidí irme para mi casa en la
Escalón, contándole a mi papá que deseaba estar unos días a solas y, el
entendió y me dio permiso. Todas las tardes me iba a esperar a la Ada, a la
salida del colegio y nos íbamos a dar alguna vuelta por ahí, a veces íbamos al
cine, a un parque, a comer algo precisamente al restaurante “La Araña” o
simplemente a caminar a Metrocentro.
Vos
sabés Monsiour que a mí me gusta mucho la canción “Sealed With a Kiss” de Bobby
Vinton, ¿verdad?, pero...
- ¿Sabés
por qué? (me preguntó, una vez),
- no
Tigre no sé por que (le respondí),
- lo
que pasa es que, una tarde caminando por la calle Arce, decidimos ir a la
Kismet, ahí alguién estaba comprando ese disco y pidió que lo pusieran en los
parlantes del lugar, la Ada se puso a “tararear” junto a la música y agarrando
mi mano, entrelazó sus dedos entre los míos y me dijo: “Mirá Tigre, esa es mi
canción preferida, quiero que sea nuestra canción y, cuando la escuchés, sin
importar adonde estés, ni con quién estés, quiero que te acordés de mí.....yo
voy a hacer lo mismo, jurémoslo!”.
En la
navidad de ese año, le compré ese disco y es el regalo que le llevé a su casa,
cuando fuimos, ¿te acordás Monsiour? (me
preguntó). Si Tigre, me acuerdo, ¿como podría olvidárseme la gran mojada que
nos dimos? (le respondí); sobre esto te contaré después, ¿oíste Chepito?, por
el momento, quiero reiterarte mi cariño, extensivo a los tuyos.
Por
favor esforzate, día a día en ser feliz y no te olvidés de sentirte muy
orgulloso de saberte “un biennacido buchón” pues, ¡¡¡eso es un gran honor!!!
Abrazos
a los cipotes, besitos a tu “baby”, saludos a la Dinorita.
Salú,
El Monsiour.
Orgulloso Miembro de AURA.
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Capítulo
XXXVII
¿Que
pasó mentado Cheperico?
Púchica
papá, esta vez, estoy más contento de escribirte, la razón brother, es que, ha habido algunas cosas que me han despertado mucho más el orgullo de saberme “un
biennacido buchón”, como por ejemplo una carta recibida por parte de una linda
hermanita de raza; de estas cosas te hablaré aparte, por el momento, dejame que
te siga contando sobre aquel, es decir sobre nuestro amigo El Tigre.
Como
se quedó por varios días en San Salvador, no supe mucho de él pero, una noche
llegó a mi casa la profesora para preguntarme si sabía cuando aquel regresaría
al pueblo. La razón -creo yo-, era por que se acercaban las fiestas patronales
y ella, pues, estaba (igual que la mayoría de gente del pueblo) esperando esas
festividades que se dan, solo una vez por año.
- Le respondí que ¡no sabía!,
- Ella me preguntó -entonces- ¿si no tenía pensado ir a visitarle
pronto?
- Respondí con un: ¡no!, ¡no creo!, es que, ¡como se acerca el final
del año escolar, tengo que ponerme a estudiar!
- Ella insistió con un: mire Monsiour y si yo le doy para el pasaje,
¿no me haría el favor de llevarle un recado?, la insistencia de ella, me hizo
comprender que tenía urgencia de “comunicarse” con mi amigo y yo, como todo
buen “Celestino”, atiné a interrogarle:
- bueno señorita, ¿y que no fue usted quién lo mandó al carajo,
pues?,
- Si!, Monsiour pero, una hace cosas de las que después se
arrepiente, yo de verdad, estoy enamorada de él y si lo traté así, fue porque
mi mamá estuvo jode que jode, diciéndome que él es muy poca cosa para mí y
además, por ser muy joven, era muy inmaduro y por eso se comportaba así conmigo
-sin respeto y burlándose- poniéndome otras, ¡hasta en mi propia cara!, ante
esto, no tuve de otra que, hacerle caso a ella y por eso, hice lo que hice...,
pero, ¡la verdad es que yo lo quiero mucho!, por favor Monsiour, llévele esta
carta... ¿si?
Opté
por aceptar y al día siguiente, salí rumbo a la capital del país más bello
sobre la faz de la tierra. Tomé una de las “Guevara Express” y en la parada del
Cantón Lourdes, se montó una mamacita bien bonita; como no había asientos, me
levanté del mío y se lo ofrecí a ella; aceptó con una bella sonrisa, diciéndome
que le diera mis cuadernos para llevarlos en sus piernas (es que yo, había
hecho como que iba a estudiar, para que mis abuelitos, no se dieran cuenta que
iba a “Zanzíbar”), así lo hice y con un gran cuidado y atención, ella abrió uno
de ellos y empezó a hojearlo y a leer algunas de las cosas que tenía escrito en
él. Al llegar a Santa Tecla, me indicó que se bajaría pronto y me regresó mis
cuadernos, le respondí que yo también me bajaría y así lo hice (justo en la
misma parada en la que se bajó ella), empezamos a platicar mientras esperábamos
un “microbús” de las 101, resultó que ella se llamaba Olga y estudiaba séptimo
grado en el “Bertrand Russell”, la verdad -me dijo- es que ¡no tengo nada de
ganas de ir al colegio! y “tu” ¿en que colegio estudias? (me preguntó),
este..., este... (de repente me acordé que mi tío Alfredo era profesor del
Externado San José), ah... soy perico (le respondí!), en ese momento no había
reparado que el uniforme era exactamente igual al del “Tercer Ciclo” de mi
pueblo, es decir, pantalón beige y camisa blanca, por eso, ella me creyó y me
confió que le “caía bien” ese instituto y que, los del Liceo le “caían mal”
¡por creídos!
Total
que, al estar adentro del microbús, acordamos no ir a clases, ¿vamos a ver una
película a beneficio del “Colegio Matías Delgado? (me preguntó), está bien,
vamos (le respondí) ¿y adonde la dan? (pregunté); ¡en el Apolo! (fue su
respuesta). Fuimos al Hardie’s (a la par del almacén “La Moda Parisiense”, ¿te
acordás Chepito?) a comer algo y esperar que se llegara la hora de la película,
después de eso, nos fuimos al Apolo, al llegar, habían docenas de jóvenes de
varios colegios e institutos, la película era “La Gran Comilona” con Peter
Sellers y al encontrarse con algunas amigas, Olga me presentó como un
estudiante del “Externado”, todos nos metimos al cine y, en lugar de ver la
película, nos pusimos a estar jodiendo a las diferentes “parejas” que se habían
formado en lo obscuro de la sala.
Al
salir del cine, invité a Olga a ir a visitar a un amigo. ¿Y adonde vive? (me
preguntó). Con gran tranquilidad y “parándome el cuello”, le respondí despacio
y suavemente... ¡en la Escalón! Ella aceptó, con la condición que fuéramos
primero a comprar un rollo de alambre del fino, al almacén “Casa Castro”, es
que, mi papá lo ocupa en el colmenar que tiene en el valle de Zapotitán (me
contó ella), fuimos a hacer el mandado y como a eso de la 1 de la tarde,
estábamos tocando el timbre de la casa del Embajador, salió una de las “muchachas”
quién nos hizo pasar a la sala y se fue a llamar al Tigre. Aquel salió en una
“bata” de dormir color ocre obscuro y con pantuflas del mismo color, al
verme... me gritó desde la parte de arriba de la escalera: “Hey ...gran
Monsiour... ¿que ondas papá?”, volteando a ver a Olga, comentó: ¿Y esta linda
muñeca, es tu novia, man?, afortunadamente (a propósito, creo) mi amigo no dio
tiempo para ninguna respuesta pues, inmediatamente, se dejó caer volando sobre
el pasamanos de la escalera gritando: “¡¡¡agárrenme que soy ladrón....!!!!”,
nos pusimos a reír de la ocurrencia y, él nos invitó a irnos para el patio,
cerca de la piscina.
Le
entregué la carta a mi amigo y este, se me quedó viendo a los ojos,
preguntándome quién era el remitente. ¡Es la profesora! (le respondí), ante mi
respuesta, mi amigo, empezó a romper el sobre, hasta convertirlo en diminutos
pedacitos y echándolo en la basura dijo: “¡no me dio ni siquiera la oportunidad
de defenderme y ahora, de seguro, busca que le dé mis agradecimientos por todo
lo que me ha enseñado, todo es intención de humillarme, Monsiour! que se
olvide, yo no soy ningún juguete (terminó de decir). Como a eso de las 4 y media,
empezamos a despedirnos de mi amigo, ante nuestra curiosidad, Olga nos tendió
la invitación a visitar un fin de semana el colmenar de su papá y, nosotros
aceptamos gustosos.
Al
llegar al Cantón Lourdes, insistí en acompañarla hasta su casa pero ella (muy
vivamente) me replicó, ¡No porque, mis papás pueden sospechar, mejor ven el sábado
ahí por el restaurante “El Mondongo Internacional” a las 2 de la tarde y nos
vemos ahí!; acepté y muy alegre seguí en la camioneta hasta mi pueblo. En mi
casa me esperaba mi abuelito bien bravo,
- ¿verdad que no fuiste a la escuela ahora? (me interrogó),
- ¡no papá! (respondí decididamente), es que, la profesora del
Tigre, me pidió que le hiciera un favor (continué),
- ¡si! (me interrumpió él), lo sé, ¡por que ella misma vino a
dejarte dicho que al nomás regresar al pueblo, que vayás a la casa de ella,
hijo!,
- está bien iré después de comer.
- ¡No!, mejor andá ahora y ves de una vez que es lo que quiere.
Acepté
hacerlo y me encaminé a la casa de la señorita profesora. Al llegar, pude
comprobar un ambiente sombrío en esa casa, toqué varias veces en la puerta que
estaba abierta y fue hasta después de algunos minutos que finalmente salió una
hermana de la profesora, con los ojos llorosos y señas visibles de pena y
dolor. Hola Monsiour, ¿que desea? (preguntó ella), bueno busco a su hermana, la
profesora (respondí), no ella no puede salir ahora (replicó), es que, está
enferma y no la quiero despertar...., ¡mejor venga mañana! Me retiré del lugar
y no había caminado ni siquiera media cuadra cuando me alcanzó la Clotilde
Orozco, para preguntarme por El Tigre.
- ¿y por qué querés saber eso?
- Ah… porque aquel me cae bien y como ya sé que ya no anda con la
profesora, pues…
- Mirá Coty, fíjate que aquel ya tiene novia,
- No, eso es paja tuya, porque con varias de mis amigas hemos
platicado y nadie sabe nada…
- Lo que pasa es que la novia de aquel no es de aquí sino que es una
bicha que estudia en Sanzivar,
- A la pu…ma, ¿o sea que aquel no pierde el tiempo, pues?
- ¿Qué querés decir, Coty?
- Pues si, si hace apenas unos días andaba con la profesora y vos
decís que ya anda con otra…
- Ve vos, mirá lo que decís, si vos misma andás buscándolo para que
sea tu novio, ¿no te das cuenta?
- Si, ¡pero yo soy diferente!
- ¿Diferente?, ¿Por qué?
- Porque yo si lo voy a poner en su lugar aquel,
- ¿Poner en su lugar?
- Si, lo voy a satisfacer en todo pero no lo voy a dejar solo ni un
solo momento para que no me queme la canilla con otra…
- Púchica Coty, eso no suena bien…
- A la pue... rca Monsiour, lo que pasa es que vos no entendés, ¡vos sos muy
virgo!
Y
dejándome ahí parado, se fue caminando por la calle que conducía a la
Batilanda; en eso me encontré con Joaquín “Tenguereche” (QEPD) quien se venia
comiendo un mango “twist” y al verme, me preguntó: ¿si iría a la casa de Hugo
Figueroa ese viernes en la noche a bailar, allá arriba en la azotea de la casa
de aquel?, adonde cada fin de semana nos veíamos con toda la cipotada
escuelera de esa época; platicando con Joaquín, nos fuimos caminando de regreso
hasta que llegamos, nuevamente enfrente de la casa de la profesora.
Ella
estaba ahora sentada en una silla de la sala y cuando me vio pasar, salió rápidamente
a preguntarme si le había hecho el favor; claramente se notaba en su rostro que
había llorado recientemente pero, no me atreví a preguntarle nada, en cambio,
le respondí que efectivamente le había entregado su carta al Tigre, justo en
ese momento me hizo una señal que me callara pero, no fue lo suficiente rápida
pues su hermana escuchó y le increpó:
- ¿Por qué andás haciendo eso, niña?
- ¡Pues porque quiero, ve…!
- Si, pero ya sabés como se pone mi mamá,
- Ay, ¿yo no sé porque no me deja con mis cosas…?
- Lo que pasa es que ella quiere lo mejor para vos y ella sabe que ese
vago del Tigre solo problemas te va a traer…
- Pero yo lo quiero…
- No puede ser, son cosas que se te han metido en la cabeza…
- ¡NO!, de verdad yo lo quiero y si el me lo pide, ¡me voy a casar
con él!
- Estás loca, mujer, ¡pensá bien las cosas!
Para
no ser testigo de esa platica, me alejé sin despedirme y sin decirle a la
profesora que El Tigre había roto la carta de ella ¡sin leerla!; alcancé a Joaquín
quien ya iba un poco retirado del lugar y quien hasta ya se había terminado el
mago “twist”.
Acompañé
a Joaquín hasta por la barbería de Mingo, allá cerca del mercado pues, y me regresé con Luis
Rivas quien iba para su casa de regreso -según me dijo- de la casa de Quique Gallo, jugando capirucho iba aquel bien tranquilo y le reté para que jugáramos una güimbia. Llegamos a su
casa enfrente del parque y me quedé un rato ahí, viendo a la cipotada
caminando, platicando, divirtiéndose sanamente hasta que me di cuenta que ya
era muy tarde y yo, no había cenado.
Me
regresé a mi casa muy confundido, en realidad, no comprendía que era lo que
estaba pasando entre la profesora y El Tigre, al estar en la cama, el recuerdo
de la cara angelical de Olga, me ayudó a sobrellevar los momentos de
incertidumbre que ese día había experimentado y me hizo también, querer esperar
el próximo día con alegría, esperanza y deseos de vivir.....
Bueno
Chepe Toño, hasta aquí llegaré ahora ¿oíste?, por favor saludame a tu familia
con un cálido abrazo.
Salú,
El
Monsiour.
Orgulloso
Miembro de AURA
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Capítulo
XXXVIII
Chepe
Toño:
¿Como
han estado brother?, ¿Ya se le quitó la viruela al little Monsiour?, ¡tenés
razón al decir que, aunque uno sabe que a todos los niños les da esa enfermedad
(nos dio -lógicamente- a nosotros), no deja de sentirse preocupación al ver que
le da a uno de sus hijos!, lo bueno es que, ahora hay muchas y mejores
medicinas para contrarrestar los efectos negativos.
En
relación a lo que te contaba en mi carta anterior, fijate que me fui a Lourdes
el siguiente sábado; como a la una y media, ya estaba afuera del “Mondongo
Internacional”, esperando a la mentada Olga, se llegaron las 2, las 2 y media,
las 3, las 3 y media y ¡neles cheles!, no quedándome de otra que regresarme al
pueblo bien triste y bravo de la decepción pero, todo se me olvidó cuando al ir
a comer chilate al puesto de la niña Tere Martínez (la señora de Beto
“Caballito” ‘QEPD’), me encontré con Julio “Quepis” platicando con Jorge “Bocho”
y Carlos “Pataloca”, cuando Julio me preguntó:
-
¿Si quería ir a “tirar” esa noche?, es que fijate que, con José
“Cara de Guante” (QEPD) hemos pensado ir allá por las lomas de Sacacoyo, cerca
de la finca de los “Macachiche” porque dice Mario “Pepino” que el fue la semana
pasada con Chamba “Pupusa”, Mario “Pelagata” y Gil “Tarira” y que, habían
traído 6 conejos y hasta se echaron un tacuazín blanco.
-
¿Y con qué vamos a tirar? (le pregunté),
- Yo me voy a llevar el fusil de mi papá y le decimos al profesor Gutiérrez
que nos presté el de él, ¿que decís, Monsiour?,
-
está bien Julio, ¡vamos!, eso sí, vos andá pedile el fusil al
profe! y nos vemos enfrente del molino de don Angel Espinoza (QEPD);
-
bueno -dijo aquel- nos vemos ahí como a las 6 y media ¡pues
tenemos que “remar” un buen rato!
Al
llegar a mi casa, encontré a mi abuelita con un fuerte dolor de cabeza. Mirá
hijo -me dijo mi abuelito-, ¿por que no te subís al palo de naranjas y cortas
algunas hojas para hacerle un té a tu abuela?, es que, ¡ya se tomó varias
Mejoral y no se le quita!, así lo hice y mi abuelito procedió a preparar el té
para mi abuelita. Nadie hablaba en la casa, mi hermana me hizo señas para que
nos fuéramos al patio (cerca de la bodeguita de mi abuelo) ahí, ella me contó
que la causa del dolor de cabeza de mi abuelita, era debido a que uno de mi
tíos se había peleado con uno de los hijos de don Quique Palacios y que, le
había dado tan fuerte sopapeada que, aquel lo tuvieron que llevar al hospital y
por eso, mi tío se fue huyendo para San Salvador, a la casa de otro de mis
tíos.
A eso de las 6 y 20, ya estaba Julio “Quepis”
esperándome arrecostado en el poste enfrente de la vitrina de la tienda de dos
Fernando Portillo; tenía puesta su chumpa color café obscuro y en una bolsa
“Lintorrey” de las de a 10 centavos, había puesto los dos fusiles envueltos en
papel de diario; Chepe “Cara de Guante” (QEPD) no había llegado y decidimos esperarle. Aquel
llegó corriendo, como a eso de las 20 para las 7 a contarnos que ya no iba a
ir, ¿que decís? (le preguntamos, al mismo tiempo), si hombre es que, no me dejó
ir mi mamá. Julio me preguntó si nos íbamos solo los dos, ante lo que le
respondí que ¡si!, y salimos rumbo al monte.
Después
de una buena “camellada” de varias horas en medio de montarrales, zacatales,
pedregales, arboledas, plantaciones y veredas polvorientas, con la ayuda de la luz
que de una pequeña lámpara de pilas que, adaptada a un casco de soldador nos
iluminaba el camino, pudimos llegar al supuesto “cazadero”, ahí, en medio de
aquella oscurana que los palos de pepeto y madrecacao nos brindaban. Preparamos
el equipo de caza que llevábamos; salimos a la zona abierta que formaban unos
sembradíos de lechuga, pepinos y heras de rábanos. Como aun estábamos cansados y
aunque ya eran las 11 y 9 minutos de la noche, dispusimos acampar en una champa
de plástico y ramitas hecha en un clarito que de seguro, era usada por los
sembradores para tomar sus descansos en medio de sus agotadoras -y mal
remuneradas- labores diarias y, descansamos un ratito.
Cabal
-como a eso de las 12 y media- empezó el obscuro cielo nocturnal a “parpadear” como
anuncio de una lluvia torrencial que se avecinaba, hicimos caso omiso y
empezamos a poner atención a los casi imperceptibles ruidos y sonidos que en la
quietud campestre de nuestra “Tierra Linda”, asomaban como indicación de
actividades llevabas a cabo por aquellos diminutos seres de la naturaleza.
Julio,
quién se ufanaba de tener más experiencia en la “cacería”, me dio indicaciones
de irme por el lado derecho de un riachuelo que por el lugar pasaba y, llegar
hasta un matal de chichicaste y mano de león desde adonde, debería virar hacia
mi izquierda, pasar sobre el riíto, subir una pequeña elevación y poner
atención a los ruidos que del sembradío emanaban: cuando mirés dos lucecitas
rojas brillantes, apuntá en medio de ellas y dispará Monsiour (me dijo). Hice
todo de acuerdo a las indicaciones dadas por Julio y al llegar al lugar
descrito por mi amigo, sentí como una mano pesada tocaba mi sudorosa espalda,
volteé a ver y mi rostro fue sorprendido por una corriente de aire que, con su
recorrido había levantado una intensa polvareda que impedía la visión; con
mucho miedo opté por regresar a la champita y envalentonándome a mi mismo, empecé
mi camino a toda prisa; durante mi retirada (que no era más que unos 150
metros), la lluvia había arreciado más y era ya una tormenta tropical de
mediana magnitud. Casi llegamos al mismo tiempo con Julio; este, se había
recostado contra el lado sur de la choza (que estaba apoyado contra un horcón
grande y macizo) y, riéndose me dijo... ¡ahora si que la ca.....ntiamos
Monsiour!, no vamos a cazar nada y, ni nos podemos regresar al pueblo pues el
río de Copapayo, estará bien crecido con esta correntada; ¡mejor nos vamos a
quedar a “dormir” aquí! No respondí pues comprendía que aquel tenía razón y, lo
importante era mantenerse “secos” en ese momento.
Puse
“mi” fusil a un lado y me quité la chumpa que llevaba. Encendí la lámpara y vi
unos tizones aventados, busqué entre mis cosas y encontré una cajita de
fósforos “Caballo Negro”, traté de encender unos 3 ó 4 pero, no encendían,
Julio me pidió la caja y con su “juelgo” empezó a calentarla, se la puso
también en sus “sobacos” y en medio de sus “aguacates”, finalmente, logró
encender uno y prendió así los pedazos de leños que en esa champita habían
dejado nuestros humildes hermanos trabajadores. El ambiente se calentó un poco
pero, la lluvia no amilanaba allá afuera. Julio (con toda la tranquilidad del mundo),
me dijo: parece que no va a dejar de llover hasta mañana, asiesque, yo me voy a
dormir... ¡dormite vos también Monsiour!
Aquel se dejó caer en los brazos de “Morfeo” y
yo me quedé atento a los diferentes sonidos que la naturaleza nos ofrece, no sé
que hora era cuando el fuego de los tizones se empezó a extinguir y yo, ante la
incertidumbre de la situación pero, con la idea de sobrevivir aquella noche de
la mejor manera posible, opté por escribir; agarré un pedazo de papel que
estaba tirado ahí; me metí a la boca un “Gallito” de menta que llevaba en la
bolsa izquierda de mi pantalón “Buffalo” y con un cutuquito de lápiz “Facela”,
solo se me ocurrió escribir un “guiyo” poema del que ahora, solamente me
acuerdo lo siguiente:
“Es medianoche...
llueve bastante,
Cae agua en derroche...
¡y está triste mi corazón ambulante!
¡Ah que tempestad... tan tenebrosa!,
¡Que noche de terror...
caen rayos rugientes por doquier...
y eso, me provoca ..... ¡horror!
(El
Monsiour, 08/17/71)
Y
justo en ese momento, me puse a pensar en mi hermano El Tigrito y en… ¡como da
vueltas la vida! Yo, hoy aquí en esta precaria champa de plástico, en esta frágil
condición física y expuesto a cualquier eventualidad que la tormenta u otro fenómeno
pudiese causar, como por ejemplo un rayo certero, puntual y mortal o una
correntada que nos arrastrase a parajes con destino fatal o un derrumbe
gigantesco de los cerros vecinos que enterrara nuestros cuerpos como punto
final de nuestras existencias, mientras mi hermanito, de seguro, allá en la
Colonia Escalón, gozaba en ese preciso instante de una cama grande y cómoda,
con tibias sábanas aterciopeladas, en medio de gruesas y seguras paredes que le
ofrecían protección que causara suficiente tranquilidad para poder dormir a “patas
anchas” e incluso de soñar bonito, romántico, esperanzador… Pero que bueno que la
cosa es así –me dije- y gracias a Dios que mi hermanito, que tanto ha sufrido en
la vida y quien de seguro, ha vivido muchos momentos, muchas noches terribles,
horribles como esta que ahora sufro yo, tiene ahora la bendición de gozar un
mejor ambiente, de dormir tranquilo y seguro y de tener esperanza en su alma;
la verdad es que: ¡aquel se lo merece! (concluí) y en silencio, dije: ¡gracias
Dios santo por haberle dado luz a la existencia de mi hermanito!
Continuaré
después Chepito, por favor cuidate mucho y sentite orgulloso, ¡muy orgulloso de
saberte “buchón”!
Salú,
El
Monsiour.
Orgulloso
Miembro de AURA.
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CAPITULO XXXIX
Chepitorio:
¡Que bueno que ya se alivió tu hijito! Nosotros aquí, estamos
-gracias a Dios- bien.
Fijate que al amanecer aquel día, emprendimos el regreso al pueblo, bien
temprano; el sol apenas empezaba a asomarse allá, sobre las lomas y montañas de
la zona de Zaragoza y Comasagua, Jayaque, Sacacoyo, Tepecoyo, etc. tan llenas
de cafetales y varios sembradíos sirvientes de sostén a cientos de familias
que, en esa época del año, inmigraban provenientes del oriente y norte del
país. El rocío de la mañana al ser rozado por la brisa proveniente del
suroeste, es decir, bajando al valle (o Meseta Central, como se le conoce,
también) desde las montañas que forman la continuación de la Cadena Costera en
la “Tierra Linda” y que, más al sur del continente, se convierte en la
Cordillera de Los Andes, se transformaba en una gélida corriente ventosa que,
de manera caprichosa e irrespetante, se entrometía entre nuestras ropas,
causando unos continuos escalofríos y temblores de cuerpo que, al paso de los
minutos (y de las cuadras caminadas), se fueron haciendo menos frecuentes,
dando paso a las gotas de sudor que nuestros jóvenes cuerpos emanaban, como respuesta
lógica a la extenuante caminata que habíamos emprendido; de la misma manera,
las tenues y opacas imágenes que indistinguiblemente en los albores del día
habíamos visto, en medio de las penumbras de la noche en su triste despedida,
se revestían de una inusitada belleza pura y colorida que -con los bellos
cánticos de las chiltotas, torogoces, guardabarrancos y dichosofuís- ¡nos
impresionaban con una inmensa y vasta
vista de un panorama amplio y maravillosamente hermoso!, aquello era -sin lugar
a dudas- un espectáculo de vida, luz y sonido, era, ¡¡¡una panorámica del suelo
guanaco!!!
La campiña salvadoreña cobraba vida a cada segundo y se
cubría de un magnífico esplendor que agradaba a la percepción del ojo humano, haciendo
vibrar los sentidos que consecuentemente estimulaban al espíritu del caminante
o simple espectador de aquella rica y exuberante manifestación de la
naturaleza.
Al paso de los segundos y de nuestras huellas sobre ese suelo
bendito, el sol -eterno alumbrante-, afanosamente se empecinaba en hacernos sentir
“dueños” del espectáculo con sus alentadores “tastazos” de luz y fulgor que (complicentemente),
descubría ante nuestros ojos, nuevos parajes -llenos todos- de una intrínseca
belleza pura y ufana, no solo como muestra clara e inequívoca de lo
tremendamente hermoso que nuestra “Tierra Linda” es, si no que también como
recordatorio del compromiso que como buenos “salvaguanatruchas” deberemos
sentir y DEMOSTRAR hacia ella, como agradecimiento y/o tributo por todo lo que
a ella, le hemos tomado (robado, en algunos casos) y que, al sentirnos “realizados” (ya sea en el tiempo o “estados mentales”), muchas veces olvidamos,
resentimos, desmentimos, negamos o incluso pretendemos obviar y colocar en el canasto
de lo “sin valor”, sin darnos cuenta que, al hacerlo
de esta manera, solamente estamos postergando algo que, tarde o temprano, irremediablemente,
(¡gracias a Dios!) estaremos gozando humildemente, consintiendo
disimuladamente o -en el peor de los
casos- ¡¡¡aceptando a regañadientes!!!,
es que, ... nuestra “Tierra Linda” es amadísima por que ella esconde
(cariñosamente) lo que alguna vez hicimos y de lo que nos avergonzamos y que,
ahora queremos ocultar, como que al hacerlo de esta manera, creyéramos que,
desaparecerá del ambiente, sin darnos cuenta que..., por más que lo neguemos,
eso....., siempre lo llevaremos en nuestras conciencias y, no es culpa de
nuestra gente -mucho menos de nuestra tierra-, es culpa nuestra y deberá ser
obligación nuestra, el aceptarlo -primeramente-, comprenderlo -enseguida- y finalmente,
prometernos -sinceramente y en presencia de Dios-, ¡ya no incurrir en ello!
Al acercarnos al tapial de una finca, lleno de veraneras y
chulas coloridas, pudimos alcanzar a una carreta halada de bueyes que, con unos
cuatro “paisanos” encima, se arrastraba lentamente en
dirección de mi pueblo; de unos barriales,
montes y veredas, fueron apareciendo
poco a poco, más y más caminantes que, debido a ser día domingo (y consiguientemente
día libre), con la firme idea de asistir a la misa de las 6, se encaminaban
alegremente en procesión de fe y hermandad; a punto de cruzar el río de
Copapayo (que presentaba todavía una imagen rebelde y amenazante, debido a su
caudal que se había enriquecido con la contribución de la tormenta de la noche
anterior), nos alcanzaron unos señores a caballo quienes traían unas guitarras
y quienes, al son de algunas canciones rancheras, amenizaban su travesía a
través de nuestro territorio guanaco. Estos señores nos alertaron que el río
estaba muy crecido y que debido a que la carreta no pasaría, deberíamos esperar
un rato hasta que la correntada amilanara un poco. Así, los dueños de la carreta,
decidieron esperar; de manera rápida y sin aviso, uno de ellos arrimó unas
piedras y se sentó en una de ellas, invitando a los “caballeros” a hacer lo mismo; aquellos se
bajaron de sus caballos y se enfrascaron en una amigable sesión de canciones
rancheras. Mientras se bajaba la correntada del río, nosotros (especialmente yo
- que nunca me ha gustado esa música), no teníamos más alternativa que “aguantar” y hacer caso omiso de los gritos de
ellos. Después de un rato, Julio (Quepis) les hizo “gallo” y junto a ellos, se puso a cantar aquellas que dicen:
“Grabé en la penca de un maguey, tu nombre...”, “Me caí de la nube en que andaba...”,
“Ese es el perro negroooooo...” y otras del mismo corte hasta que...
uno de ellos (animado por Julio) se me acercó y casi empujándome, me “juntó” a los del conjunto y me obligaron a que escogiera una
canción y que la cantara junto a ellos. Se me ocurrió una de Leo Dan que dice: “Si pudiera estrecharte sería tan dichoso, el mundo más hermoso
lo vería por ti, pero no sé que hay entre nosotros, que me separa cada día mas
de ti...esa pared... que no me deja verte, debe caer, por obra del amor... esa
pared.... que nos separa siempre.....” y, ¿sabés una cosa Chepito?, les gustó a los que ahí estaban que me
pidieron que la cantara de nuevo y ¡así lo hice!; el problema fue que después
me pidieron otra, con lo que empecé cantar en “solo” aquella de
Marco Antonio Muñiz que
dice: “Si no estás conmigo, nada
importa...el vivir sin verte...es morir...” y...uta Chepito, todos se pusieron a la par mía a repetir los coros de
esta canción y a gozar del momento y... ¡a joder papá!; ¡vieras que ver...de se
veía el panorama!
Quizás eran las 6 de la mañana, cuando unos se aventuraron a atravesarse
el río y, al lograrlo, hicieron que otros se aventuraran en el mismo propósito,
solo que estos últimos, cuando no pudieron cruzar el río, al regresarse...un
poco asustados y aún temblorosos (debido a la emoción), decidieron “engatusarse” unos cuantos “chilagüistazos” de chicha y,
de nueva cuenta se embarcaron a la aventura esa de...atravesarse el río y...al
lograrlo... se lanzaron en efusiva muestra de
contento y alegría...alejándose de nosotros...rumbo a mi pueblo...
Nosotros, nos quedamos quietos por varios minutos y, al calor del día (que ya
se sentía -por demás fuertemente en nuestras espaldas-), decidimos esperar.
En uno de esos momentos, noté una pequeña elevación e invité
a Julio para subirla, al estar sobre ella, no pudimos evitar sentir una
profunda emoción y gozo, cuando en la distancia, pudimos distinguir a nuestro pueblo
tan lindo y humilde que, nos esperaba impacientemente con toda esa linda gente
de buen sentir y de buenos sentimientos, gente pues, que nos aceptaba y quería
-tal como éramos-, solo que, ahí también (desafortunadamente) en ese pueblo
nuestro (tan querido y respetado), habitaba gente como la Menchita, “Mamachila”, y otros, quienes, al tener su cabeza llena de cieno y
su mentalidad tan podrida, profesaban -efusivamente- exabruptos contendores de
odio y rencor en contra de los que ellos consideraban “sus enemigos” (sin saber ¿por qué?, mucho menos sin darse a la
tarea de descubrir la razón...) y, allá en ese lugar (consientes de nuestra “inmadurez”) decidimos seguir adelante, en la ruta
hacia nuestro pueblo y hacia nuestras metas, sin importar las “aberrantes” expresiones e intenciones que las
personas inmaduras, políticas, incoherentes, desajustadas y sobretodo… resentidas
sociales tenían (y siguen teniendo) o sentían (y siguen sintiendo) en contra de
los que solo pretendemos... “Establecer a
Diferencia”.
Lo bueno Chepito, es que, siguiendo los enaltecedores
conceptos que una vez me dijera Pedro “Juash” (un borrachito de mi pueblo),
nosotros deberemos seguir nuestro camino, haciendo caso omiso de los desajustados,
políticos, envidiosos y eternamente amargados sociales quienes por siempre
buscarán a otros para acusarles de sus propias fallas y carencias.....
Nosotros deberemos siempre Chepito, sentirnos orgullosos/as, muy
orgullosos/as de sabernos BUCHONES/AS por que eso, ¡¡¡¡¡ES UN GRAN HONOR!!!!!
Salú,
El Monsiour.
Orgulloso Miembro de AURA
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Capítulo XL
Hola
Chepisque!
Desde
hace rato que no te escribía, ¿verdad?, la razón brother es que, me he visto
envuelto en otros “proyectos” por ahí, con los que busco continuar
con mi intención de dar a conocer todo lo bello de las costumbres nuestras; de
estos “proyectos” te darás cuenta más adelante, por el momento,
recibí un fuerte abrazo fraternal y mi sincero deseo de bonanza y salud para
vos y los tuyos.
Fijate
que un sábado, El Tigre llegó al pueblo e inmediatamente fue a visitarnos.
Luciendo un bonito pantalón de corduroy color café quemado y camisa pegada al
cuerpo, color amarillo tierno, aquel se mostraba un poco preocupado, salimos al
patio de la casa, al estar platicando sobre las cosas corrientes, le solté la
pregunta frontal y directa: Mirá Tigre,
- ¿Y
a vos que te pasa?,
- este...
nada (replicó),
- ¿como
que nada?, si a leguas se te nota que tenés una preocupación, ¡contame hombre!...
- este...
mirá Monsiour, fijate que lo que pasa es que mi papá, quiere que me vaya unos
meses para los “Estamos Sumidos”, a la casa de su hermana, ¡para que aprenda un
poco más de Inglés!,
- uta
mano, eso está bueno (le dije yo),
- ¡Si!
-continúo aquel- el problema es que, voy a tener que dejar sola a la Ada.
Bueno,
si de verdad te quiere, ¡ella te deberá esperar!, platicando estábamos cuando
llegó Chamba “Mico” a preguntarnos si queríamos
ir a Apastepeque, con el conjunto del pueblo, pues aquellos habían sido
contratados para ir a tocar en un baile a ese lugar cercano a San Vicente
y, el papá de Chamba los llevaría en el microbús
que manejaba en Santa Tecla
-
¡Yo si voy! (dije rapidamente),
-
bueno yo tendría que ir a mi casa primero, a pedirle permiso
a mi papá y a cambiarme ropa, dijo El Tigre
-
¿Y a que hora se van a ir? (preguntó),
-
el baile va a empezar a las 9 (respondió Chamba) y dice mi
papá que llegamos en unas 2 horas y media, asiesque, saldríamos como a las 4,
para ir a cenar allá y para que los del conjunto tengan suficiente tiempo de
arreglar el escenario y afinar los instrumentos, ¿que dicen?,
-
púchica (dijo reflexivamente El Tigre), me tendría que
regresar ahora mismo a mi casa, para tener tiempo de pedir permiso y
cambiarme... bueno, está bien pero, ¿me podrían ir a recoger a mi casa?,
-
no creo (dijo Chamba) pero, ¿por qué no te vas para la parada
del urbano, ahí por el monumento al Salvador del Mundo, cabal enfrente de la
gasolinera Texaco?
-
Si, está bien, ahí voy a estar como a las 4 y media.
Mi
hermanito se despidió de nosotros, sin terminar de contarme su aflicción
referente a su viaje a los “Estamos Sumidos”, pero no hay problema (pensé),
seguramente me lo va a contar allá en Apastepeque o mañana cuando regresemos al
pueblo.
Cabal
como 10 para las 3, estaba Chamba en mi casa para que nos fuéramos a la casa
del dueño del conjunto. Salimos del pueblo, pasadas las 4, el clima era acogedor, bastante fresco y
con algunas corrientes de aire; el sol, aprestándose a descansar después de su
faena del día, daba los penúltimos fulgores de luz que, graciosamente se
posaban sobre las espigas de los cañaverales en la cercanía de mi pueblo, hasta
llegar al área de Ateos, ofreciéndoles -todavía- a los cultivos de maíz,
frijol, sandía, coliflor, lechuga y otros, la oportunidad de seguir
enriqueciéndose de proteínas, mediante el proceso de fototropismo, de igual
manera, al empezar nuestra cuesta hacia arriba, en las vueltas de Colón, camino
a Santa Tecla, las copas de los árboles
de conacaste, guachipilín y pepeto (¡hasta los guarumos!) – sirvientes de
protección a los entrañables cafetales- se embriagaban de esa luz rica y
revitalizante, para continuar con su labor tan noble!
El
bullicio de la gran ciudad cobró vigencia a partir del centro de Santa Tecla;
pasando por la Iglesia de Guadalupe, donde, la frescura (que en este lugar se
asentaba más, debido a los grandes terrenos cubiertos de vegetación que en ese
entonces existían) se transformaba en una rica y espesa capa mágica y
exuberante que siempre me hacía regocijar mi endeble cuerpecito juvenil
(debido, creo, a lo que me parecía era tan maravilloso y casi inalcanzable de
la vida moderna, con esa alta velocidad y al estar tan llena de luces y
sonidos). Al pasar por el monumento al Salvador del Mundo, don Chamba le bajó
velocidad al microbús, para darnos oportunidad de localizar al Tigre, pasamos
bien despacito por la parada de buses, cerca a la gasolinera ¡y aquel no estaba!,
que dicen, ¿nos vamos? (preguntó don Chamba), no papá, mejor dé otra vuelta (le
respondió Chamba “Mico”), así, el señor se dio una vuelta, allá casi cerca
de la colonia Flor Blanca y nos regresamos; cabal detrás de una camioneta de la
ruta 29 (aquellas Mercedes Benz, ¿te acordás Chepito?), estaba El Tigre, con
unas bolsas en las manos... ¡¡¡eran unas bolsas con comida de McDonald’s que aquel, había comprado para nosotros!!!
Uta Chepisque, vieras que contentos se pusieron todos (¡nos pusimos!) al
saborear los “grandes
Macs” que, para nosotros eran una novedad
en esas épocas.
Después
de nuestro recorrido, que nos había llevado a través de la capital y de los
vecindarios, incluyendo Soyapango e Ilopango (incluyendo, por supuesto, el
Aeropuerto Internacional) y, San Martín, San Rafael Cedros, Cojutepeque (adonde
don Chamba, se “zambutió” unas tortillas con chorizos)
y otros poblados de la “Tierra Linda”, llegamos al desvío sobre la carretera
panamericana, que nos conduciría a nuestro destino; arribamos a Apastepeque como
a eso de las 7 y 25, el sol había cedido ante la presencia de la diosa de la
noche. El lugar nos parecía muy apacible y mostraba una calma
casi...desesperante (creo que esa impresión la teníamos después de haber pasado
por la cosmopolita San Salvador, con todo y su bullicio), ayudaba también, la
falta de luz (¿o sería la presencia de poquitas luces?). Como ya habíamos
comido en el camino; El Tigre, Chamba “Mico” y yo, decidimos ir a conocer por los alrededores,
emprendimos camino rumbo a través de la plaza del pueblo, la que no presentaba
mucha actividad, pasamos por la iglesia y, al cruzar una esquina y cambiarnos
de andén (a causa de unos bolos que estaban fondeados), llegamos -accidentalmente-
a una casa, la cual, estaba “rodeada” de muchas personas, al acercarnos, pudimos comprobar que se debía
al hecho de estar un televisor, en la sala de esa casa (y de frente a la puerta
y ventanas de la calle) ¡encendido!; las personas (algunas de las cuales se “prendían” de los barrotes de los
balcones de los ventanales), se entregaban de manera total y absoluta, al espectáculo
que en blanco y negro, ofrecía el “gato” del
4.
Una
vez en el baile, pudimos comprobar que la belleza de nuestra mujeres, se engalana
de manera substancial, con los movimientos rítmicos y cadenciosos de las que
pueden bailar, es que, en el momento cumbre de la fiesta (que era a beneficio
del equipo de futbol de esa localidad el “Audaz”), había en ese lugar, por lo menos unas 3 docenas de bellas mujeres,
cada una, compitiendo “tácitamente” contra todas las demás, en su afán de convertirse
en la reina de esa noche, debido a ello, sacaban de su repertorio, todos los “pasos” que su energía, ímpetu, gracia e indomable
deseo de ser reina, les emanaban, haciendo que aquello, se convirtiera en una
emotiva competencia de la que, saldríamos gananciosos -¡indudablemente- los
espectadores!, bien entrometidos en eso estábamos, cuando, de manera súbita, se
nos apareció... ¡¡¡la Rosita!!! (la hermana de la Menchita) quien con una
actitud bastante hipócrita, empezó a darnos besos y abrazos de alegría (según
ella) e invitándonos a bailar;
-
¿y qué hacés aquí vos? (le preguntamos casi al instante),
-
bueno pues, aquí vivo con
mi “esposo” (respondió),
-
¿y adonde está él? (preguntó Chamba),
-
ah, ¡anda trabajando!, pero, no pregunten tanto mejor vamos a
bailar (contestó),
-
mirá Rosita (dijo El Tigre), ¿por qué no nos presentás algunas
amigas?, así, ¡bailamos todos!,
-
¡NO! (dijo, tajantemente), estas hijas de pu..eblo, me caen
mal y no tengo muchas amigas, mejor ahí vean ustedes como le hacen...
Chamba
se puso a bailar con la Rosita, El Tigre se consiguió unas amigas y nos pusimos
a mover el bote. El baile terminó como a las 2 de la madrugada; mientras hacían
los “arreglos” del pago al conjunto y
desarmaban los aparatos, para cargarlos en el pickup del dueño del equipo;
junto al Tigre, dispusimos acompañar a las muchachas con las que habíamos
bailado, ellas vivían en las afueras del pueblo y... pues ni modo hermano, por
ahí nos fuimos. Al nomás pasar por unos
palos de morro, sentimos como en la oscurana de la noche, unas redes de lazo
golpeaban nuestras cabezas y caras, al ser lanzadas hacia nuestras humanidades,
desde las ramas de esos arboles; después de la confusión instantánea que
sufrimos, nos dimos cuenta que se trataba de una redada de parte de la “patrulla” que, ¡andaba reclutando!,
dejaron ir a las muchachas (eran 4) y, al Tigre, a mí y otros 2 amigos que nos
acompañaban, nos amarraron de nuestros dedos pulgares y nos llevaron a una
calle polvorienta que conducía al pueblo, enfrente de una tiendita que con un
foquito de unos “5 watts”, alumbraba la puerta de
entrada (adonde colgaba un rótulo de la cerveza “Regia”, con el nombre de la tienda:
“El Porvenir”); nos hicieron que nos sentáramos
sobre unas lajas que estaban apiladas contra un muro de bahareque, para esperar
al jefe (decían ellos). Después de unos 20 minutos (¡que nos parecieron 20
horas!), llegaron –en medio de una gran polvazón- una docena y media de hombres
montados a caballo, entre ellos, apareció ante nuestros ojos, el ..... ¡¡¡COMANDANTE!!!, El Tigre, se levantó
rápidamente y de manera muy frenética e impulsiva, empezó a gritar: “¡Ese hombre es un asesino!, es
un criminal!, ¡agárrenlo!, ¡métanlo preso!!!”. El comandante, ya no se bajó de su caballo y ordenó que nos taparan los ojos y
que nos llevaran de regreso.
Como
a eso de las 3 y 15 de la mañana, estábamos en el parquecito de ese lugar,
listos para irnos de regreso a nuestro pueblo, llevando en nuestras mentes los recuerdos
y memorias de esos momentos llenos de tensión, miedo y tembladera de canillas,
sobre lo cual te seguiré contando más adelante, ¿oíste Chepitorio?, por el
momento, permitime que deseé que el Todopoderoso llene de paz, alegría y
bonanza tu corazón y el de los tuyos y que, el sentimiento guanaco impregne tu
espíritu de orgullo y satisfacción, al saberte un salvaguanatrucha cien por
ciento calidá, dispuesto siempre a ayudar al hermano en desventaja y no tanto a
hablar paja como los “políticos” y desubicados mentales
quienes, al no hacer nada (ni dejar hacer a otros) buscan siempre excusas para justificar
así sus tremendas y profundas frustraciones.....
El
guanaco de verdad, ¡¡¡siempre está (y estará) dispuesto a ayudar al hermano en
necesidad!!!
Salú,
El
Monsiour.
Orgulloso Miembro de AURA
********************************************
Capítulo XLI
Hola Chepe
Toño:
Esa noche,
allá en Apastepeque, don Chamba nos preguntó: ¿por qué nos habíamos tardado
tanto y también, por que lucíamos como espantados?, por temor a darle la
impresión de ser “problemáticos” (y que por eso, no nos invitara a otros lugares), le
respondimos: que al regresar de acompañar a las muchachas, al pasar por unas
matas de tuna, ahí agazapado en medio del polvo y la ceniza, habíamos visto al
REY dentro de la costumbre narrativa Cuzcatleca: ¡EL CIPITIO!, don Chamba, solo
se sonrió y al empujarnos suavemente adentro del microbús, dio por terminado el
asunto.
El Tigre me
invitó a dormir en su departamento. Al día siguiente, me despertó diciéndome
que deberíamos ir a la policía a denunciar al comandante,
- estás
loco o te pica el cu…al denunciar, Tigre? (pregunté), ¿que no ves que esos
son
igual que él? (continué),
- tenés
razón Monsiour pero... me encachimba que ande por ahí bien tranquilo,
después
de lo que le hizo a la pobre Ana “Canastos” (QEPD),
- - mirá Tigre, lo que si podemos hacer, es
ir adonde la familia de ella y contarles lo
que nos pasó anoche, ¿que decís?,
- ¡Si!,
me parece bien, ¡vamos!
La familia
de la Ana, escuchó nuestro relato y después de agradecernos y prometernos
mantener nuestros nombres en secreto, nos confiaron que irían a buscar a ese
asesino y no descansar hasta ponerlo detrás de las rejas.
Esa tarde,
por ser día domingo, habría partido de futbol en el pueblo, de tal manera que
dispusimos ir, pero… primero iríamos al puesto de la niña Nico, a saborear una
deliciosa leche poleada que solo ella sabía preparar. Llegamos al pequeño
estadio de la localidad, sabíamos que el partido era de gran importancia para
el equipo del pueblo pues, de ganarlo, clasificaría para pelear el ascenso de
categoría, debido a ello, había una gran cantidad de gente y se podía apreciar
que mucha más venía en camino.
Cabal en medio
de un grupo de muchachas, caminaba la profesora quién al ver al Tigre, se
avalanchó sobre él, cubriéndole de besos, abrazos y caricias ante el asombro y
morbo de la gran multitud presente, de entre los cuales, hubieron más de algún
bayunco que gritaba sus jayanadas, como: ¡busquen cuarto!, ¡tópela mi cabo!,
etc. y de otros que simplemente silbaban toda clases de mensajes.
Yo me fui
con unos cheros al otro lado de las graderías, desde ahí presencié el juego y
observé como El Tigre y la profesora, se salían del estadio antes que terminara
el partido...
El equipo
del pueblo perdió y la tristeza era casi total en todos los rincones, la gente
no aceptaba el resultado y muchos argumentaban que había sido a causa del
árbitro, quién se había vendido al equipo contrario, algunos, se fueron
agrupando en la casa-club del equipo y con el caer de la tarde, con el
propósito de negar (o no aceptar la realidad), se escudaron en la derrota para “consolarse” o para darse ánimo con unos “trancazos” de
“3-Puentes”, “Mechazo”, “Chicha” o cualquier otro “espíritu” que cayera en
sus manos y así,
con el paso de las horas y del efecto de estos “estupi-hacientes”, se fueron armando grupos cada vez más numerosos de gente acalorada que,
luego se convirtieron en hordas de enardecidos y violentos seres los que,
alienados por los sermones divisivos, derrotistas y holocausticos de uno que
otro “político”, se fueron al
Instituto de Educación Media local
a destruir muebles, materiales didácticos, equipos de laboratorio, televisores y cuanta cosa se encontraron,
gritando consignas contra los profesores de ese plantel, a los que acusaban de
comunistas, por el simple hecho de que, uno de los maestros de ese centro
educativo, era originario del mismo pueblo de adonde era el equipo que le había
ganado al nuestro..... ¡¡¡la policía y
la “benemérita”, brillaron
por su ausencia!!!
El escándalo
fue muy grande y el miedo que causó entre los profesores de las otras escuelas
del lugar tan profundo, que muchos optaron por no ir a dar clases en los días
siguientes y los maestros que eran de otros lugares, se regresaron rápidamente
a sus pueblos.
La profesora
se fue a la casa del Tigre allá en San Salvador; un día que les fui a visitar,
comprobé que, ante la inocencia del Embajador y sus demás familia, bajo sus
narices, El Tigre y la profesora vivían ya una vida de pareja, desde hace rato.
Parecía que El Tigre, se había olvidado de la Ada y decidido volver a la “seria” relación con la
profesora, la misma señorita que
desde niño, aquel había admirado, soñado y adorado, tanto que, hasta había -en varias ocasiones, junto a mí-
ido a “vigiar o capear” cuando ella subía las gradas que le conducirían a la escuela adonde daba clases.
Esa semana,
se dio a conocer una triste (¡otra más!) noticia en el pueblo, la Menchita se
proclamaría nuevamente como candidata a su reelección de alcaldesa de parte del
partido ese. En las mentes de gran parte de la población (según se podía
comprobar al escuchar los rumores generales), existía la esperanza que, algún
otro candidato lograra arrebatarle el puesto y la simpatía de los fanáticos que
ciegamente (o por miedo a las represalias), formaban las filas de ese grupo
político. ¡Ni idea teníamos, sobre lo que vendría!
Al querer
alejarme de la pesadilla que significaba para un joven como yo, pensar sobre
asuntos de política (y de falta de vergüenza) de los “tamales”, “vivianes”, “larvas”, “tacuacines”, es decir,
ladrones que se acobijaban en la pantalla que la política les ofrecía, para llevar a cabo sus nefastos
planes e intenciones de convertirse en ricos de la noche a la mañana, decidí irme para la casa de un señor amigo
de la familia, quién nos visitaba frecuentemente, era don Virgilio, un señor de
origen indígena. El llegaba desde un cantón de San Sebastián (en el
departamento de San Vicente) a la casa de uno de mis tíos, recuerdo que siempre
nos llevaba, dulce de “batido”, unos dulces miniaturas envueltos en
tuza y amarrados en pares (copiando a los “atados”) bien ricos y melcochas, también nos “abastecía” de colchas y hasta hamacas.
Bueno
Chepito, fijate que este señor tenía unos terrenitos por ese lugar y en ellos,
sembraba caña de azúcar; las veces que fuimos a visitarle, nos maravillábamos
de la impresionante hermosura de la campiña guanaca, nos deleitábamos al sentir
la brisa veraniega en nuestras humanidades y ciertamente (ayudados por nuestra
inmensa imaginación infantil) nos transportábamos
a estados supremos de éxtasis al recorrer aquellos benditos campos cuzcatlecos,
¡tan llenos de colorido, luz, sonidos y olores peculiares y propios!
Bien
recuerdo que al poniente de la casona, enfrente de la cocina y a la par del
establo (que era compartido por bueyes, vacas, caballos, gallinas y hasta unas
cabras), estaba el pequeño trapiche que, al ser accionado por los bueyes ( al
compás de los “chirridos” que daba), hacía que de los pedazos de esa planta,
emanaran chorros de rica y espumeante miel azucarada, la que, nosotros (junto a
los cipotes de los hijos de don Virgilio y otros vecinos) esperábamos
impacientemente con un guacalito de barro o de morro, listos para llenarlo de
aquella sabrosura natural. Balta (el hijo mayor de don Virgilio), era el
caporal, él tomaba las decisiones sobre cuanta caña habría que molerse ese día,
cuales bueyes ocupar y hasta de cuantas “chengas” tenían que echar las tortilleras (aparte -por supuesto- de las
actividades respectivas del campo). Nosotros esperábamos su señal para ponernos
en fila india y así, determinar el orden de llegada al chorrito de miel; Mingo,
el hijo de Luis (otro hijo de don Virgilio) casi siempre era el primero, es
que, como ya era un poquito más grande que los demás, ¡había aprendido cuando
era que la miel empezaba a salir!
Muchas
veces, fijate Chepito que, después de saborear la deliciosa miel, nos íbamos
(con el cuidado de Efraín, el hijo menor de don Virgilio) a darnos nuestros “chapuzones” al bello río Machacal que, muy
gallardamente riega bondadosamente esos suelos nobles de la campiña guanaca; al
regresarnos al rancho, pasábamos a cortar “pepenances” en una finca
que tenía una crianza de gallinas blancas.
Al atardecer
y estar ya a punto de caer la noche, nos volvíamos a ir a buscar unos troncones
o piedras, para sentarnos a la orilla de la fogata que encendía Balta y en la
que, ponían a asar elotes, mientras don Virgilio, bajo ese bellísimo manto azul
de las noches salvadoreñas -plegadas de miles y miles de estrellas sonrientes y
brillantes-, nos deleitaba con sus cuentos, historias, leyendas y narraciones
de un El Salvador lindo que, nosotros debemos conservar, mantener y exponer,
para que siga viviente y vigente en los corazones nuestros y en el conocimiento
de aquellos que no tuvieron la fortuna de haber nacido en esa, nuestra...¡¡¡Tierra
Linda!!!
Hasta aquí
llegaré ahora Chepito, prometo seguir contándote sobre lo bello de nuestra
patria, para que día a día, se te hinche más el pecho, al saberte “salvaguanatrucha” pues eso...es un gran honor!!!
Salú,
El Monsiour.
Orgulloso
Miembro de AURA
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Capítulo XLII
Hola
Chepe Toñito:
¡Mirá
pues!, ahora que han aparecido algunos personajes por ahí, tratando de
desmeritar y minimizar la importancia del orgullo que nosotros/as los/as salvaguanatruchas
llevamos en nuestro interior, al sabernos bien nacidos en la “Tierra Linda”,
resulta que… ¡más profundo es el sentimiento de pertenecimiento y más grande el
orgullo al saberlo!
Como
te estaba contando, fijate que otra de las cosas que me acuerdo hacíamos cuando
llegábamos a la casa de don Virgilio (allá cerca de San Sebastián), era que con
él y uno de sus hijos (ya fuera Mingo o Luis), nos íbamos en los fines de
semana a vender dulces atados, a otros pueblos. Así, tuve la suerte de conocer
San Lorenzo, Santa Clara, Santo Domingo, San Esteban Catarina, Santa Cruz
Analquito, Verapaz, Jerusalén (entre los que me acuerdo) y volver a otros que
ya conocía, como San Rafael Cedros, El Carmen y Apastepeque. Salíamos bien
temprano, la mercancía cargada en una carreta y nosotros... en unos caballos (y
yeguas). Yo creo que don Virgilio, hacía estos viajes solo por “recrearse” y no por necesidad de vender
su producto pues, a cada pueblo que llegábamos, nos recibían unos “sus” amigos que se tenía; estos señores -normalmente- trataban a
don Virgilio como un hermano (o algo así) pues, ni siquiera “tocaba” la puerta para entrar y se
metía de un solo (no es que fuera
mal educado el hombre, si no que, el sabía que estaba como en su casa), muchas
veces vi como los cipotíos se le colgaban de sus brazos y hasta se le “encaramaban” en la espalda, haciendo como
que andaban a “cucucho”. Don Virgilio gozaba al ver
la carita sonriente de los “bichos”, cuando después de hacerles unas cuantas “carreras de mico” en sus cabecitas rapadas al
mejor estilo “pato
bravo”, se contentaban al recibir
unos centavos, dulces y una que otra sorpresa que él les brindaba.
Se
podía apreciar que en la casa que este señor visitaba, la gente se alegraba y
ponía de buen humor, es que, la gente lo recibía muy bien, no paraba de
atenderle y ofrecerle cosas. Si llegábamos en la mañana, las mujeres de la
casa, se apuraban a preparar leche con café (a don Virgilio le gustaba hasta
con 4 cucharadas soperas del “LISTO”) y
nada de azúcar.....pues
para eso, estaba el dulce de atado (¡decía,
repetidamente él!). Si la llegada era en la tarde,
(principalmente, bastante después del almuerzo), el cafecito caliente con unos 2 pedazos de
pan dulce, ¡era la obligación! Ahora, si la arribada era bien tarde o un poco
entrada la noche, los “pencazos” del “ESPIRITU DE CAÑA” ¡no debían faltar!
Todo
se desarrollaba de una manera tranquila y muy pacífica, don Virgilio tenía una
cualidad muy característica en nuestra gente, casi nunca se enojaba, siempre
andaba de buen humor y era -sobretodo- muy educado y cortés; ¡ah! pero no
fueran a tratar de timarlo o engancharlo, mucho menos querer humillarlo, porque.....sin
decir “agua va”, ese señor, se le ponía al brinco hasta al más pintado, ¡con su tremendo
machete! Recuerdo una vez en particular, en Santo Domingo, habíamos llegado bastante entrada
la noche (quizás eran
las 10) y como don Anselmo no le esperaba, estaba ya acostado. Era noche de
media luna y entre los melancólicos “suspiros” de las lechuzas y los
“chirridos” que las ruedas de la carreta
producían al machacar las piedras de
los caminos, llegamos a nuestro destino, veníamos de San Esteban Catarina,
después de haber estado la mañana en San Lorenzo. El pueblo lucía triste y
desolado, apenas se veían unos “2 pelones” por la casa que tenía la única mesa de billar. En el pequeño parque del lugar (un
terreno plano y enzacatado), unos chuchos “aguacateros” se peleaban por un pedazo de
“huiriche” que de un tacuazín sobraba. Al llegar cabalito
enfrente de la casa que visitábamos, don Virgilio se fue directamente a una ventana
con una puerta de madera vieja y despintada, golpeó repetidamente con sus dedos huesudos
y callosos y, al escuchar la respuesta de una mujer proveniente del interior,
dijo en tono de canción/poesía y con voz sonora y templada:
“Aquí
te traigo María,
un
pedacito de queso!,
para
que se lo des a tu marido,
¡¡¡Cuando
esté cagando grueso!!!”
Después
de unos -interminables- minutos (e intrigantes para mí, que no entendía por que
él había “recitado” eso, -aunque por supuesto
que me ca.....ía de
la risa-), se abrió un
portón y apareció un señor alto, flaco y con tremendo
bigote... Preguntando: “hola
mi entenado, ¿por
qué no habías
venido vos?
entregándose ambos a un abrazo ferviente y
efusivo.
Como
no había “elixir”, dispusieron ir adonde Lupe
(el que atendía la única cantina del lugar), lógicamente,
esta estaba cerrada y unos “bolos” que
estaban arrimados en la acera de enfrente, se pusieron a reír y hablar
babosadas, cuando vieron a don Anselmo y a don Virgilio tocar la puerta y pedirle
a Lupe que les vendiera una “pachita”, ¡seguro
que se las van a vender, viejos pend....iente tengo una cosa que hacer! Don
Anselmo, volteó a ver y les respondió: “¡ya van a ver que si, semejantes cu...riositos niños”! y..... efectivamente, Lupe
abrió una pequeña gaveta y arrimando su cara
a ella dijo: “écheme
5.25 pues, don Anselmo”. Don
Virgilio sacó unos billetes de su cartera de cuero y los puso en el lugar,
diciendo: “Ahí nos vemos mañana Lupe’o”, aquel respondió: “¡bueno pues!, don “Gilo” y en cuestión de minutos, nos encaminábamos
de regreso a la casa de don Anselmo.
Yo,
de verdad que aunque tenía sueño, quería estar a la par de estos señores para oírles
hablar de sus cosas bien “arrechitas”; no habíamos caminado ni cuadra y
media cuando, los bolos aquellos, llegaron a exigirles que les dieran unos
tragos o si no, les quitarían la “pacha”.
- ¿Que decís? irrumpió don
Virgilio (ante el que había dicho eso)
-
¡si! repitió aquel, “o nos dan unos tragos, o les quitamos
la pacha”.
- A
nosotros... no nos van a quitar, ¡ni mangos!, mejor vayan a dormirse atajo de “babosos” (le contrarrestó don Virgilio) y si
quieren... inténtenlo pues, ¡vamos a ver que tal les va!
Ante
esto, aquellos optaron por irse y, nosotros (por lo menos yo) creímos que todo
había terminado. Llegamos a la casa de don Anselmo, su señora (la niña María)
había calentado el poco de sopa de arroz con tunco que le había sobrado y solo
le faltaba “tostar” unas tortillas, comimos y
después que los señores se habían “engatusado” ya varios “talagüaistazos”, de repente (como a eso de
la 1 y media) se oyó un
gran grito allá en la
calle, era la voz de un hombre quién junto al estrillante ruido causado por un
corvo, al ser golpeado contra las piedras, nos puso tensos y prestos (en mi
caso, temeroso y con tremenda canillera). Eran los “bolos” que (ahora armados -con
corvos-), regresaban a cobrárselas con don Anselmo y principalmente con don Virgilio. Por
debajo de la puerta, pudimos ver como “blandeaban” el machete y sacaban chispas de las piedras de la calle,
aquellos bravos y enajenados hombres quienes, gritaban de manera abierta y desafiante
retando a los “muy
machitos” ¡que estaban adentro!
La
opinión generalizada (principalmente de las mujeres y los cipotes) era la dé; ¡Ahí
dejen que griten, ya se van a cansar y se van a ir!, ¡no se metan en
problemas!, ¡mejor apaguemos la luz y nos acostamos!...pero, don Anselmo (quién
conocía a aquellos), trató de tranquilizarlos, pidiéndoles que mejor se fueran
para su casa pero de repente, uno de ellos respondió: “salí vos viejo cu...anto quiero
demostrarte que no valés nada
y que a vos, a tu mujer y tus hijas, me los co... mo no me entienden, ¡no les
explico!” Ante
esto, don Virgilio agarró su tremenda “guarizama” de más de
un metro de largo, abrió el
portón y malabareando su machete
al mejor estilo de “Huan
Yu” (El famoso espadachín manco de las películas chinas que estaban
pegando golpe en esos tiempos), retó a aquellos con un: ¿A ver quién quiere ser
el primero? y amagando sobre ellos, aquellos salieron barajustados como alma
que quiere el diablo, dejando tirado -incluso- un corbo con todo y vaina.
Después
de esa experiencia de esa noche, sinceramente -te confieso Chepito- que, me
sentí más seguro y protegido, cada vez que andaba con don Virgilio, es que, -te
repito- el hombre era calidá (como la mayoría de la gente bella originaria de
nuestra “Tierra Linda”).
Bueno
chero, creo que esto es todo por hoy, por favor cuidate mucho y dámele un
fuerte abrazo a la Dinorita y a tus cipotes, sin olvidar este día (y siempre), sentirte muy orgulloso de tus raíces
pues ellas, son bellas, mágicas, únicas y muy nuestras!
Salú,
El
Monsiour.
Orgulloso
Miembro de AURA
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Capítulo XLIII
Quiuvolé Joetoño,
Con mucho cariño te escribo hermanito, para contarte que ya
me alivié del ataque que me dio. Si, en efecto, el ataque de piojos que me dio
en la cabeza después de haberme ido a bañar a un río gringo por ahí, ya se me
quitó, gracias a unos sahumerios de cal y unos baños de “baygón” con lejía que
no solamente hicieron que se me murieran todos “mis piojos” y “mis liendres”
sino que también me ayudaron a blanquearme un poco el cuerpo y hacerme lucir
bien chulo (con “H”), bien chelito que quedé, ¡vieras!
Y mirá papá, fíjate que estoy contento también porque he
comprobado –otra vez más- que nuestra gente… es chula, es bien chévere, es
calidá papá, fíjate que recientemente me encontré con varios/as de nuestros/as
hermanitos/as y dos de ellos/as: Nenita Navarro y Baltazar Montes (conocido
popularmente como “Diablo”) me comentaron que le siguen el hilo al mentado
Tigre; en efecto, me contó Nenita que ella hasta se compró una computadora (y
aprendió a usarla) con el propósito de leer las cartas que te mando a vos y en
las que te cuento acerca del Tigre; ella dice que le emociona mucho y le llena
de nostalgia leer de cosas nuestras con las que ella se identifica. Balta no
solamente me confió que aunque él ya había leído “El Mito” (porque yo le había
dado copias por escrito de este mi “libro”, hace unos 13-14 años), el las
revisitaba ahora por medio de nuestra, “Página Oficial Buchona” pues le gustaba
mucho recordarse de tantas “babosadas” con las que él se identificaba y lo
mejor, Chepisque, es que Balta me demostró que en efecto lee y le sigue la onda
al Tigre, pues me estuvo narrando pasajes de varios capítulos con todo y
nombres de lugares, personas y situaciones…¿Qué te parece?
Yo me siento con estas muestras de apoyo, muy contento y
entusiasmado; por supuesto que también muy agradecido por lo tal, quiero
dedicar a todo/a hermanito/a chulo/a buchón/a este capítulo de mi humilde
“librito”, especialmente a Nenita Navarro y a Balta “Diablo” Montes, con cariño
y agradecimiento, aquí está:
Pues mientras yo andaba allá por esos lares vicentinos, mi
hermanito me llegó a buscar al pueblo varias veces, en la casa de mis abuelos
le decían que no había regresado de mi “exilio” y aquel, se regresaba para “Zanzíbar”, hasta que se decidió irme a buscar; así, un
día que regresábamos a la casona de darnos unas zambullidas en el río Machacal,
escuchábamos los chuchos ladrar fuerte y tendido, al voltear a ver en dirección
de la casa, observé una columna de polvo que se elevaba y que, indicaba que un vehículo
se desplegaba por el camino polvoso que conducía hacia el casco de la propiedad
de don Virgilio; apuramos el paso y al llegar, me sorprendió ver el carro del
Embajador dentro del cual, estaba mi hermanito (no salía el cul…to joven, por
miedo a los chuchos).
Al verme, aquel se animó a salir y nos fundimos en un cálido
y fraternal abrazo.
-
¿Qué hacés aquí, Tigre?
-
Vos, semejante pen…sador, ¿Qué pu…mas hacés
escondido aquí?
-
¿Escondido?, no papá, ¡para nada!
-
¿Y entonces?
-
Nombre, lo que pasa es que, me vine a dar una
vuelta por aquí porque vieras que tranquilo es el ambiente por estos lados,
man…
-
Si cab…allo negro pero no me contaste nada…
-
A la pu…ma, ¿y que sos mi tatá para darte cuentas
de todo pues, maje?
-
No, cer…dito, pero me tenías preocupado,
-
¿Por qué, vos?
- Pues si, como dicen en el pueblo que le fueron
con el chambre al Comandante que te habían visto platicando con la Rosita y que
de seguro, vos le aconsejaste a ella que lo dejara...
-
¡¿Qué decís!?
-
Si papá, dicen que incluso ustedes dos andan
juntos…
-
¡Coma mie…ntras!
- Simón man, eso andan diciendo allá porque ese
maje, “no le da agua” a la Menchita, ahí anda detrás de ella, para arriba y
para abajo, como sombra de ella, y de la Rosita, nada se sabe,
-
¡Ve!, ¿y yo que tengo que ver en eso?
-
Yo sé que nada hermano, pero vos ya sabés como es
la gente envidiosa; buscan como joderte, como hacerte mie…do me da terminar…
- Si, yo sé pero, al tener la conciencia tranquila
y saber que a esa gente, ni su santa madrecita la puede hacer cambiar, yo,
sinceramente Tigre, no me preocupo y le dejo a Dios que el decida.
- Tenés razón hermano, y pu…ma, disculpame que por
estar hablando de esto, hasta se me había olvidado que te traigo un “bolado”
por ahí,
-
¿De verdad papá?
-
Simón lucas…
-
¿Y que me traés?
-
Esperate man…
Y se metió al carro, del cual salió unos minutos después con
una bolsa del “Simán”, de la que sacó unas camisas. Me las dio sin mucho
preámbulo pero al meter nuevamente la mano dentro de la bolsa y sacar unos
“shores”, me dijo cantando: “te traigo estos shores, porque no encontré
otros peores”, y nos pusimos a ca…ernos de la risa, mientras las demás
personas alrededor, nos veían extrañados pero contentos.
En eso, llegó Balta con unos gajos de mangos indios para que
nos los “devanáramos” ahí mismo, lo que hicimos en cuestión de minutos y cuando
la niña Chita (no era la mona de Tarzán), le preguntó a don Virgilio si mataba
una “pelona” (eran unas gallinas que tenían el buche pelón); don Virgilio
entonces se nos acercó para preguntarnos si mi hermanito y su chofer se iban a
quedar a cenar pero, aquel respondió que no podían porque su papá le estaba
esperando por lo que don Virgilio le respondió a la niña Chita que solamente
echara las chengas y que comeríamos pipianes en algüaiste con frijoles.
El Tigre me contó que también había ido para despedirse de mí
pues, ya tenía todo listo para irse para los “Estamos Sumidos”; fíjate que mi
papá quiere que me vaya lo más rápido posible pero, yo realmente no quisiera
irme todavía man. Y allá, ¿adonde vas a caer, maje?, pues, a la casa de una
hermanan de mi papá que vive en Tejas, en una ciudad que se llama Austin, es
que ella está casada con un gringo que tiene un rancho con vacas ahí pero yo,
¡sinceramente me ahuevo, Monsiour, fíjate! ¿Por qué, vos?, ¡No sé, papá, vos
sabés que yo soy humilde y según lo que he oído, esa familia tiene pisto! Con
decirte que tienen cientos de cabezas de ganado y dicen dentro del rancho, ¡hasta
un lago hay, man!
-
Bueno, ¿y cuando te vas a ir?,
-
pues la verdad no sé, un día que me den ganas,
-
pero me avisás, ¿oíste?
-
Simón, y ya me tengo que ir porque está largo el
jalón hasta sivar.
Nos despedimos con un abrazo, aquel se metió al carro del
lado del motorista… ¡y se puso a manejar el muy cab…eza de chorlito! Se alejó
el carro aquel, llevándose consigo a mi hermanito querido y arrastrando al
astro luminoso que cansado de su faena diaria, se despedía de nosotros con una
leve sonrisa y un pequeño soplo de esperanza con el que, nos acercamos al punto
de reunión que en el centro del patio de aquella casona, habíamos determinado
para celebrar nuestra comunión de amistad, de fraternidad, de sinceridad, hasta
que, después de cenar, fuimos otra vez entretenidos por las increíbles y
entretenidas aventuras que por medio de sus relatos, don Virgilio nos ofrecía y
deleitaba.
Y así, se nos fue esa noche mágica bajo ese velo hermoso y
único que nos acobijó hasta que caímos cansados en los brazos de Morfeo.
Bueno pues, Chepistorio, como te le vengo diciendo ya, vos
sabés que ya estamos llegando al final de estos relatos sobre mi gran chero de
la infancia, El Tigre; hoy llegamos al final de esta “Babosadita” que espero
haya sido de tu agrado, al rato vengo por acullá, ¿oíste?
Y ya me voy vos, porque ahorita estoy jugando una güimbia de
capirucho.
Salú,
El Monsiour.
***********************
Capítulo XLIV
Hola Mentado Chep'anthony:
¿Como has estado brother?,
Disculpá que no te haya escrito antes hermano, la verdad es
que, he andado bien metido en otros bolados por ahí, lo bueno es que, nos hemos
estado comunicando por "telefunken" ¿vea?, mirá, de verdad que me
alegra mucho saber lo que con tus hijos están haciendo, sigan adelante, por que
así, es como lograremos colocar a nuestra “Tierra Linda”, en el pedestal que se
merece.
En cuanto al Tigrito, fijate que se fue para los “Estamos
Sumidos”, yo regresé a mi pueblo, adonde ya se sabía que la Menchita iría
-nuevamente- como candidata a alcaldesa; no lo vas a creer pero, en esa ocasión
pasó algo que solo en nuestra tan pisoteada historia política se pudo haber
dado, resulta que, ante el miedo de perder las elecciones que se avecinaban y
sabedor del rechazo general de parte del pueblo hacia las descaradas maniobras terroristas
y asesinas que desde la casa presidencial salían, el gobierno –de manera por
demás asquerosa- decidió a través del "famoso" Consejo Central de Elecciones
(que era dominado totalmente por el partido del gobierno), declarar nula la
participación de todos los demás partidos políticos en las elecciones próximas,
dando como resultado que, solamente un partido (el del
gobierno) se presentara a la elección...¿qué te
parece, hermano?, te cuento que, para hacer que todo “luciera normal”, hasta
amenazaron a aquellos ciudadanos que no votaran, con ponerlos en la cárcel por
no "ejercer el derecho supremo al sufragio"; como en era práctica poner
un sello en las cédulas de identificación personal, muchos "tuvieron"
que votar, para evitar ser detenido por la guardia, los "cuilios" y
hasta la descalza y ser "desaparecidos" por no portar el famoso sello
de votación en el documento de identificación.
Como es lógico, todas las alcaldías de la “Tierra Linda”
cayeron en manos de gente entre las cuales habían, algunas con buenos y
genuinos deseos de servir y trabajar por el pueblo pero, desafortunadamente
también había mucha que solamente buscaban ensanchar sus carteras personales a
cualquier costo y saquear las arcas del pueblo, lastimosamente, estos eran la
mayoría y lo peor es que, en su desenfrenado intento de enriquecerse a como
diera lugar, se llevaron con sus artimañas, el patrimonio que tan arduamente la
gente noble y honrada había logrado reunir, también la decencia, respeto,
dignidad, integridad física y hasta la misma vida de aquellos que se osaran
disentir, oponerse o denunciar sus actos de corrupción, aquello era Chepito...
una vergüenza y un temor total entre la población, en realidad esto que te
cuento
es uno de los episodios mas negros de nuestra
historia de los que yo recuerde.
Tal como me lo dijo El Tigre allá en la casa de don Virgilio en San Sebastián, el
comandante había regresado al pueblo, pero no había llegado acompañado de su
mujer, quien, como ya te lo conté anteriormente, nosotros sospechábamos que se
trataba nada mas y nada menos que de la..... ¡Rosita!, la misma hermana de la
Menchita, (pues nos parecía demasiada coincidencia que los dos vivieran en
Apastepeque, ¿me entiendes Méndez?) sino que había llegado solo (¿Quién sabe
con qué intención?)...
Pero, esta situación empezó a aclararse cuando aquella
apareció unos días después en el pueblo; fíjate que una tarde la vi a la
pobrecita, yo había ido a jugar al cinqueado a la cancha de la estación del
pueblo y noté que cerca de un palito de marañones japoneses, estaba una mujer sentada
de seguro -pensé-refrescándose bajo la sombra de ese árbol. Pero, al salir disparada la pelota en esa dirección
por un patadón de Chico “Diablo”, fui a buscarla y al acercarme, observé que la
mujer se tapó su cara con sus manos pero, su movimiento no fue lo suficientemente
rápido pues alcancé a reconocerla y le saludé con un:
-
"Quiuvolé
Rosita, ¿qué estás haciendo aquí, vos?", ella cambió de semblante y con un
rostro bien "cherche", no atinaba a responderme hasta que le dije:
-
Uta
¿estás embarazada verdad?
-
... ¡Si
hombre! (respondió ella)
-
¿Y se
puede saber quien será el papá?
-
...este,
es el Comandante..., pero, mirá Monsiour no le contés a nadie ¿oíste?
- ¿Qué,
queeeé?, ¿el Comandante?, ¡pero si el es el marido de tu hermana, la alcaldesa!
-
¡Si
hombre!, si yo no sé que me pasó, la verdad es que, me arrepiento pero, como el me tiene amenazada...
- Bueno
mirá, me tengo que ir pero ¿si querés podemos seguir platicando en tu casa?
-
¡No!, en
mi casa no, mejor quedate aquí después que terminés de jugar...
Yo seguí jugando y unas horas después, sudoroso y cansado me
acerqué a la Rosita quien ya me estaba esperando con unos marañones que había
recogido de en medio del cerco que separaba a la finca de la cancha, que unas
matas de maguey formaban.
Contame Rosita (fue lo primero que le pregunté), ¿y que hacés
aquí? Pues fijate que, mi marido me dejó sola allá en Apastepeque sin decirme
nada mas que pensaba venir aquí a que mi hermana le diera un pisto que le debe,
es que, allá en Apastepeque, andan con la bulla que lo andan buscando los
familiares de una cipota que se murió y le echan la culpa a él pero, mi marido
dice que ella se murió de una zumba que agarró porque era bien borrachita,
entonces dicen que un hombre armado anda
buscando a mi marido, con ganas de matarlo, asiesque, hemos decidido mejor
irnos para otro pueblo, el problema es que, no tenemos pisto porque como a él
ya no lo quieren en la comandancia, pues ya no trabaja; el pobre se tuvo que ir
y me dejó a mí sola, ¡sin pisto y así de panzona mirá pues! Ya ayer ya no
aguanté estar sola fíjate y decidí venirme a como fuera porque no tenía nada de
pisto, incluso no me quedó tiempo para nada, ni de agarrar unos trapitos por
ahí, este vestido que traigo puesto, es todo lo que tengo...
Uta Rosita y ¿por qué te metiste con el comandante?
Pues fijate Monsiour que, desde que yo estaba estudiando, él
me vigiaba y me decía cosas, una tarde que mi hermana no estaba, llegó a mi
cuarto y me agarró a la fuerza, yo estaba haciendo mi deber y tenía el radio
encendido, oí cuando alguien abrió la puerta de la casa pero, pensé que era mi
hermana, el se metió al cuarto de ellos y no escuché ruido por varios minutos,
me
confié un poco y de repente, sentí como alguien
se me tiró encima por detrás, yo estaba acostada boca abajo en mi cama, vestía
una falda cortita y una blusa floja, al luchar, logré voltearme, el me agarró
de mis muñecas y hablándome con su cara bien cerca de la mía, sintiendo su
aliento lleno de alcohol y cigarrillo, me dijo que debía de quedarme callada
pues, de nada me valdría gritar, tu hermana no va a venir temprano, tu mamá no
está en el pueblo, vos sabés que siempre me has gustado, además esta no será la
primera vez que lo hagás pues toda la gente sabe que te "metiste" con
el hijo del Gobernador, asiesque, es mejor que cooperés y no hagás las cosas
mas difíciles, ¿oíste?, de esa manera, el metió sus manos entre mis piernas y
de un solo, sacó mi "bloomer"
y...¡me violó!
No puedo decir realmente lo que en mi mente pasaba en esos
instantes, es algo como mezcla de impotencia, de dolor, de asco, de
humillación, de desesperanza, de culpabilidad, es decir, entre mis pensamientos
no había un solo que me hiciera sentir bien, a partir de ese momento, pensé que
de nada valía vivir, así, una vez me quise matar con unas pastillas pero, mi
hermana
llegó a tiempo y me llevó al hospital.
Lo peor fue que, cada vez que el comandante quería, llegaba y
me usaba, yo, solo dejaba que el tiempo pasara lo más rápido posible para
después, ponerme a llorar y refugiarme en la almohada, arrinconada en una
esquina de mi cuarto, vieras que horrible era todo Monsiour, por eso, cuando mi
hermana nos encontró en la cama y me empezó a pegar y a gritar que era
una:...¡PU...ma de monte!, a pesar del dolor y la vergüenza que sentía, también
sentí un gran
alivio pues pensé que de esa manera, el Comandante
iba a dejar de abusar de mí, el problema fue que, en cambio, mi hermana le dijo
que se tenía que quedar conmigo por que ella, ya no me dejaría quedarme en la
casa –¡por pu…ma!- y que nos fuéramos los dos de su casa.
De esa manera, como yo no tenía a donde ir ni a quien recurrir,
pues me fui con él. Pero fíjate que el, a pesar de ser malo, conmigo se ha
portado bien pues, no me deja aguantar hambre, me compra ropa y aunque sé que
tiene otras mujeres, siempre llega a la casa aunque sea en la madrugada...
¿Y que hacés aquí, Rosita?
Lo que pasa Monsiour es que no puedo ir a la casa de mi
hermana porque ella ha dicho que no me quiere ver, dice que soy una pu…ma bien
hecha que yo me le metí a su marido para quitárselo; mi mamá no sabe que estoy
con el Comandante ni mucho menos que estoy panzona…
¿Y adonde vas a dormir, ahora?
Pues yo le mandé a decir a él, con Oscar “El Puma”, que aquí
estoy y el dijo que me esperara, que cuando se desocupara iba a venir para
llevarme al cuarto de un amigo de él,
¿Al cuarto de un amigo…?
Si, Monsiour, no te preocupés por eso, ya estoy acostumbrada
a dormir adonde sea, hasta en el monte, fíjate que una vez allá por Cinquera,
habíamos ido a buscar un pariente de él y cuando llegamos a la casa, nos
dijeron que ese primo estaba preso por andar de cuatrero; como mi marido no
conocía bien a esa gente que vivía ahí, me dijo que nos regresaríamos para
Ilobasco que es adonde primeramente nos fuimos de aquí pero como ya era bien
tarde y no habían camionetas de regreso, ni pensión, ni nada pues nos fuimos al
monte y debajo de unas matas de Izote, el Comandante acomodó un poco de monte,
se quitó la chumpa y ahí sobre ella me acosté yo, para pasar la noche, fíjate…
Después de un buen rato de hablar, el astro sol empezó a
darnos señales de despedida y la atmósfera guanaca, empezaba a llenarse del
canto cada vez más repetitivo de los grillos y aves nocturnas que hacían al
ambiente revestirse de un halo único que, se volvía mágico y solemnemente bello
al acompañarse de los destellos azules de la luz lunar que plácidamente,
llenaba de misterio los rincones mas insospechados a los que, visitaban los
diferentes personajes de nuestra fauna nocturnal, así, me tuve que despedir de
la Rosita quien antes de dejarme ir, me pidió que le regalara algo de pisto
para comprar aunque fuera un "quiz" de semita mieluda pues, esos marañones
japoneses, habían sido los únicos visitantes de las cavidades de su sistema
digestivo en las últimas 30 horas. Le entregué mis 20 centavos que eran todo lo
que tenía y me encaminé hacia mi casa, con la mente puesta en lo que ella me
había contado esa tarde y sintiendo una gran pena y dolor al saber que
-nuevamente- una alma que pudo haber sido un ente útil a la sociedad, era
detenida en su camino, por un aberrante hecho proveniente de parte de un
esbirro que desgraciadamente, tuvo poder, apoyo y campo de acción para cometer
este tipo de actos bestiales, por parte de los que deberían de protegernos, que
tiene la obligación de protegernos... los gobiernos...
Esto querido Chepito, te lo cuento, con la más grande
tristeza del mundo pero también con la convicción de que es algo que nosotros
como buenos "salvaguanatruchas" debemos de saber y aceptar como real,
para después imponernos en nuestras conciencias y hacer todo lo que debamos
para que… ¡JAMÁS SE REPITA!
Cuidate mucho hermano y siempre tené en mente
sentirte orgulloso de saberte "salvaguanatrucha" pues eso, es un gran
honor.
Mas adelante te voy a seguir contando las
últimas “babosaditas” de este mi chero El Tigre.....
Salú,
El Monsiour.
**********************
CAPITULO XLV
Chepe Toño:
Mirá pues, aquí estoy de nuevo, ya dispuesto a
seguir contándote las “babosaditas” de mi chero El Tigre…
Fijate que en el mes de noviembre de ese año, regresó El
Tigrito de los “Estamos Sumidos”, yo estaba en la casa de René
"Tequila" (QEPD), con Balta “Diablo” y su hermano Oscar, haciendo
unas piscuchas cuando le vi venir. Se
veía muy bien, traía unos "Levi's" y una camisa cuello de tortuga
color amarillo.
Monsiour -me dijo René- mirá que "chapudo" está El
Tigre, se ve que le cayó bien la vida en los "yunais" y todos nos
pusimos a ca…ntar de la risa (es que mi hermanito es de piel morena y Tequila
–QEPD- era bien chunguión el baboso)
ante la ocurrencia de René quien hasta un pe… so se tiró de la risa el muy jayán…
Nos abrazamos efusivamente por largo tiempo, me contó que
había llegado el día anterior y que tenía muchas ganas de platicar conmigo y de
"joder" como lo hacíamos antes.
El Tigre estaba feliz de estar nuevamente en la “Tierra
Linda”, me dijo que quería que fuera con él a Sanzívar por que esa noche habría
una fiesta en su casa. Fuimos a decirle a mis abuelitos que nos iríamos y al
decir que arreglaría unos trapitos, El Tigre me dijo que no había necesidad
pues el me había traído ropa y que me la daría en su casa. Cuando salimos rumbo
a la capital del país mas lindo del mundo, nos encontramos con Edgar Clavel
(QEPD) y Calín “Pulga” que iban para la cancha a jugar básquetbol y nos
preguntaron si les acompañábamos; les dijimos que no podíamos y ahí por el
atrio enfrente de la iglesia, nos montamos en una de “La Inquietud Express”, como
eso de las 6 de la tarde, llegamos al monumento al Divino Salvador, desde
adonde El Tigre llamó por teléfono para que el motorista nos fuera a recoger.
La casa tenía las luces de afuera encendidas y
al abrirse el portal de entrada y entrar al estacionamiento, unos reflectores
que alumbraban la pared frontal, hacían que esta se viera como la portada de un
palacio europeo (al menos eso me pareció a mí).
Rápidamente nos atravesamos la sala principal y subimos al
cuarto del Tigre a bañarnos y cambiarnos, en un closet, estaban colgadas unas 5
camisas y otros tantos pantalones que mi amigo me había llevado, -mirá cual te
gusta mas para que te la pongás hoy, la demás te la llevás a tu casa, -me dijo
aquel-, opté por un pantalón de corduroy café quemado y una camisa manga larga
con flores sicodélicas de brillantes colores sobre un tono anaranjado. También
me había llevado 2 pares de zapatos, agarré los de color café de hebilla
dorada. El Tigre se puso una sacola color azul marino y unos pantalones beige
que le hacía verse como capitán de barco.
La fiesta era de bienvenida para El Tigre pero eso no lo
sabía él, fue hasta que el Embajador propuso un brindis que se supo del motivo
de la fiesta. Mi amigo estaba muy entusiasmado y se veía feliz; hablando
estábamos cuando el Embajador le llamó para que bailara con una mamacita bien
linda, era la hija de un periodista argentino y aquel se puso bien nervioso y
no quería ir pero, ante la insistencia de su papá, no tuvo mas alternativa que
dejar a un lado la vergüenza. Bailaron una canción y de repente cuando
iba a empezar la siguiente, El Tigre la fue arrimando adonde estaba yo, para
"enganchármela" y zafarse él, asiesque, no tuve mas remedio que
bailar con esa chica que me pareció la mujer mas linda que había visto en mi vida,
bien claro tengo en mi recuerdo el color amielado de sus ojos, sus largos
cabellos amarillos como el oro, su piel blanca y tersa, su sonrisa angelical,
su encantador aroma pero sobretodo, recuerdo su gran amabilidad, simpatía y
educación, me dijo que su nombre era Isabel y me contó que había estado en la
“Tierra Linda” por 2 semanas y que le parecía un país encantador y bello. Creo
que mi papá quiere venirse a vivir aquí del todo, me decía pues, ha pedido a la
agencia para la que trabaja (después supe que era la UPI) que le dejen aquí
permanentemente, sus palabras las oía sin escucharlas pues, su belleza me tenía
totalmente hipnotizado (hasta la baba se me salía, me dijo El Tigre) y no sentí
como se fue la noche.
Quizás eran las 2 de la madrugada cuando empezaron a
despedirse algunos invitados, el Embajador nos dijo que nos retiráramos a
dormir y así lo hicimos.
El día siguiente nos agarró con una mañana soleada y
brillante, hacía calor pero, una brisa que bajaba desde el boquerón hacía un
poco placentero el ambiente.
-
¿Vamos al pueblo, bicha loca? Pregunté al Tigre,
-
Este... fijate que mi papá quiere que vaya con el a hacer un
mandado pero, si me desocupo temprano, creo que si.
Después de desayunar, el Embajador salió de su recamara y
dijo que le acompañáramos, nos metimos al carro y salimos rumbo al este sobre
el Pasaje Escalón, cruzamos a la derecha sobre la calle a Santa Tecla y al
llegar al desvío de La Libertad, nos dijo que íbamos para Zaragoza pues, una
familia española le había pedido que fuera a saludar a unos parientes que
vivían en ese lugar, asiesque, poco a poco fuimos subiendo por aquella calle
polvosa que nos llevaba hacia parajes bellos de la campiña guanaca. Los árboles
de conacaste, madrecacao, pepeto y cedro brindaban frescura y sombra protectora
a los entrañables cafetales de esos lugares, un poco mas arriba, los pinos eran
los más sobresalientes, los cánticos de las aves llenaban el ambiente y las bandadas
de pericos (con sus letanías) decoraban el límpido azul del cielo, con sus piruetas y peripecias acrobáticas y con
sus vividos y "chillantes" colores de sus plumajes. El recorrido
cobró vida y la magia de los recovecos y recónditos parajes llenó nuestros
espíritus y el exquisito aire oxigenado de la región, hacia que nuestros
pulmones se revitalizaran y que agarraran extensión sus cavidades. El paisaje
desde allá en las cumbres era simplemente maravilloso y el brillar del sol, nos
permitía darnos cuenta y apreciar lo bello de nuestro territorio. Desde allá
arriba, podíamos observar al oeste, el volcán de Izalco, el Cerro Verde y el
Santa Ana, al norte el Picacho y Boquerón (siempre vigilantes de nuestra
capital), al este al volcán de San Vicente y hasta el de San Miguel; el claro y
agudo "chillido" de un halcón llamó nuestra atención y observamos
como de manera gallarda y majestuosa, se desplazaba plácidamente sobre las olas
de aire, sabiéndose el amo y rey de esos lares; su vuelo lo interrumpía por
segundos posándose en las ramas altas de los pinos solamente para lanzarse
nuevamente al vacío, en un nuevo intento de entretenernos con su gracioso vuelo
y su impresionante figura. Las demás aves habíase retirado a lugares mas
seguros y solamente una guara un poco más grande que el halcón osó surcar el
espacio aéreo ante nuestra admiración y miedo de ver una desgracia pero, el
halcón -de manera inteligente- dejó que la amiga continuara con su recorrido.
Llegamos al pueblo y nos recibió la banda municipal que
acompañaba una pequeña procesión de Santa Teresita; en medio de los cohetes y
cantos de los asistentes pasamos lentamente, causando curiosidad de la gente
que de seguro, jamás había visto un Mercedes Benz. Un cipotío se puso a correr
a la par del carro y el Embajador se detuvo para invitarle a que entrara y que
viajara con nosotros, aquel se puso bien contento y con una gran risa
"cholca" se sentó junto a mí.
Preguntando, llegamos a la casa de las personas que
visitaríamos, cabal enfrente estaba un caballo amarrado a un tronquito y un
chucho bravo de la casa del lado empezó a ladrarnos fuertemente, la puerta
estaba abierta y al preguntar por don Alfredo, salió una señora de piel blanca
y pelo canoso, con las manos adentro de las bolsas de un delantal que tenía
unas manchas de achiote.
-
¿Qué se les ofrece? Preguntó con un acento que denotaba
descendencia española,
-
busco a Alfredo, respondió el Embajador, es que os traigo
saludos de la familia Sarastegui de Burgos, España,
Ahhhhh, bueno pasen adelante, le llamo en un segundo.
Mientras esto pasaba, el Embajador nos sugirió que fuéramos a
conocer el pueblo y así lo hicimos.
Llegamos al parquecito del lugar y nos pusimos a jugar
basketball con unos cheros que estaban allí, después estos nos invitaron a ir a
una posa y en unos 20 minutos estábamos en un lugar simplemente encantador y
paradisíaco, era una posa de aguas cristalinas y heladas rodeada de unos
árboles de capas gigantes y ramas grandes de las que pendían unos bejucos que
llegaban hasta el río mismo, un poco mas arriba, había una roca grandísima que
algún cristiano había labrado y a la que le había grabado un corazón con dos nombres:
"Estela y Ricardo" (¡Quién sabe quienes eran esos cristianos!), esta
roca estaba en medio de unos zacatales verdes y húmedos que albergaban a miles
de esas florecitas blancas tan comunes en nuestra “Tierra Linda”, que le daban
la imagen de una sábana enorme.
El astro rey proyectaba rayos brillantes que al rozar los
pétalos de estas florecitas reflejaban una lucidez insospechada que aceleraba
el sentido visual.
Regresamos al pueblo y pasamos a comprar marquesote pues
según estos cheros, el de la niña Chila era el mejor de todo El Salvador, la
verdad es que estaba bien rico yo me harté 1 real mientras El Tigre se comió un
medio y un quis, los otros se zamparon 2 reales cada uno, lo acompañamos con un
fresco de chan que compramos en una tiendita cerca.
El Embajador nos estaba esperando, nos despedimos de los
cheros y emprendimos el viaje de regreso hacia abajo, sintiendo aquello que
nuestro querido señor Espino nos dice en su "Dos Alas", es decir,
"ese asco y que tristeza el empezar a bajar...", el camino fue triste
y callado, la euforia de nuestro ascenso se había convertido en decepción pero,
en nuestros interiores sabíamos que podíamos regresar cuando quisiéramos, eso
nos reconfortó un poco.
Ya no pudimos ir a mi pueblo en ese día pues, regresamos a la
casa del Embajador a cenar, con la promesa de que al día siguiente iríamos;
después de cenar, dispusimos ir al cine Presidente a ver la película que en
esos días estaba causando furor: "El Exorcista" protagonizada por
Linda Blair y así, fue como recuerdo el regreso de mi amiguito a la “Tierra
Linda”, desde estos “Estamos Sumidos”.
Bueno Chepisque, hasta aquí te voy a contar hoy, te aseguro
que te seguiré contando mas adelante, cuidate mucho, abraza a los tuyos y lleva
siempre el orgullo de saberte un bien nacido "Buchón" pues eso hermano, es
lo mejor que Dios nos pudo haber dado.
Salú,
El Monsiour.
******************************
CAPITULO
XLVI
Chepe Toño, hermanito:
Pues como te estaba contando, al regresar el
Tigrito a la “Tierra Linda”, este prácticamente ya no vivía en el pueblo pues,
en su cuarto en la casa del Embajador, tenía todo lo que pudiera querer; pero,
si llegaba de vez en cuando, tal es el caso de una vez, exactamente para las
fiestas patronales, como a las 9 de la mañana de un día 20 de Noviembre, llegó
porque una vez que se encontró con Richard Orantes allá en Zanzíbar, aquel le
había contado que en el pueblo andaban las Paredes (las hermanas Gloria y
Marta), quienes también habían regresado de los “Estamos Sumidos” -de San
Frisco para ser mas exactos- y quienes se habían convertido en unas “tremendas"
muchachonas.
Ellas habían causado un gran revuelo en el pueblo pues, por
ser bonitas y hermosas (además de "nuevas"), casi todos los jóvenes
queríamos hablar con ellas (por lo menos) y debido a eso, ellas como que se
habían creído un poquito pues, no le querían hacer caso a nadie y solamente
salían con sus primos y primas.
El Tigre me dijo bien convencido que él saldría con la Marta
(la mayor), es que dice Richard Orantes que está bien chula la mamacita y como yo siempre
le he caído bien, no creo tener ningún problema. Esa misma mañana, salimos
rumbo a la casa de ellas, al pasar por la tienda de don Toño Portillo (QEPD),
El Tigre se metió a comprar una hula-hula color violeta y un par de baterías
para su grabadora con la íbamos oyendo un casete de "Santana" que en
esos días pegado duro con el disco "long-play" que tenía entre otras
canciones a: "No one to depend on", "Bazooka",
"Guajira" y otras. Llegamos cerca de la casa de las Paredes, ahí por
donde vivía Walter Olivares y nos pusimos a platicar con él, mientras pegábamos
los ojos en la casa de las muchachas. En eso estábamos cuando salió la Glorita
a comprar una gaseosa a la tienda de don Agustín Franco (QEPD), El Tigre se apuró
a salir y saludándola como si se hubieran visto el día anterior, le preguntó
- - Glorita…. ¿y vos
podés usar el "Hula-Hula"?,
- - ¡Claro que si!
(replicó ella),
- - Bueno pues,
enseñame a ver si es cierto (contestó El Tigre),
Aquella puso el envase, que iba a dejar de depósito por la
gaseosa, en el suelo y se puso a jugar con la rueda de plástico, cabal en eso,
salió una prima de ellas (la Norma) y pidió que le dejaran jugar, esta, también
se estuvo un buen rato jugando y de volada, fueron llegando otras cipotas y
finalmente, salió la Marta. Bien recuerdo que tenía puesto un
"short-overall" de lona, con una blusa roja bien pegadita, que le hacía
ver su figura prominentemente; al ver al Tigre, se le notó la mirada de "acaramelamiento"
y de manera coqueta, se le acercó para saludarlo con un abrazo (casi beso), al
tiempo de preguntarle
-
¿que desde cuando
había estado ahí?
-
Pues, unos 5 o 10
minutos -dijo él-, (cuando en realidad habíamos esperado mas de una hora y
media),
-
Ah, ¿y por que no
me veniste a buscar?
-
Este, fijate que
veníamos a ver a Walter, cuando salió tu hermana y pues, me dijo que le
prestara el "hula-hula" pero, te aseguro que no sabía que estabas aquí,
de haber sabido, "corriendo hubiera venido a verte"..... y a
propósito Martita, ¿cuando llegaste?
-
Pues, ya tenemos
como unos 5 días ¿y vos?
-
Llegué la semana
pasada pero, no había venido al pueblo hasta ahora,
-
No seas mentiroso
Tigre (le dijo la Marta), por que a mí me contaron que te vieron el sábado por
la casa del Monsiour,
-
Si, es cierto,
pero solo vine para llevarlo a mi casa, ¿vea Monsiour?
-
¿qué pasó? (dije,
haciendo como si no hubiera estado oyendo la plática),
-
¿verdad que el
sábado pasado te vine a traer y nos fuimos rápido para
Sanzívar?
-
¡si, es cierto!
-
Ah, bueno ¿y te
vas a quedar para el baile del Racing de esta noche? (preguntó ella)
-
Claro que si, es
más, me voy a quedar para toda la fiesta, para ir a todos
los bailes,
-
Entonces bailás
conmigo ¿oíste?
-
Por supuesto que
sí, ¿y con quien mas podría hacerlo si aquí estás vos?,
De esa manera, mi amigo se aprestaba a otra más de sus
conquistas; es más, ella le invitó a ir a ver las carreras de cintas, que se
estaban llevando a cabo en la Cancha de la Estación en ese mismo momento y mi
amigo, muy amablemente aceptó acompañarla. Las otras cipotas dijeron que
también querían ir, Walter y yo, les acompañamos; en el camino, ahí por el
ANTEL, nos alcanzaron otros cheros, eran Milton “Pocholo”, Jorge “Charamiza”,
Carlos “Lonly” Guevara, Luis Rivas, Moris Villalta (QEPD) y otros que ya no me
acuerdo, quienes iban a ver la carrera de cintas también pues era una actividad
del Racing Jr.
Allá por la sastrería de los “Tamarindo" íbamos cuando
al cruzar la esquina, venía la profesora con su mamá, ella se le quedó
fijamente viendo bien brava al Tigre, la Marta que no sabía nada, seguía
entusiasmadamente hablando con mi amigo pero, la Norma que ya sabía, se le
acercó a la Marta y la apartó del camino de la profesora quien justo al pasar a
la par del Tigre, quiso meterle una bofetada pero mi amigo reaccionó
rápidamente, al momento de preguntarle:
-
¿qué que le
pasaba?
-
¿cómo que qué me
pasa, estúpido?,
-
¡si!, ¿qué le
pasa a usted? replicó aquel,
-
¿por qué nunca me
hablaste?,
-
pues, por que era
bien claro que ya no quería nada con usted,
-
¿y por esta “cinco
de yuca”, me cambiaste?
-
¡ves lo que
siempre te dije, hija! (acuñó la mamá de la profesora), agregando: si este no
es mas que un pastelero sinvergüenza, mejor vámonos hija no te rebajés con esta
clase de gente,
-
¿Disculpe: qué es
eso de “cinco de yuca” y cuál clase de gente? interceptó la Marta, a mí no me
incluyan en sus cosas,
-
no estoy hablando
con vos cipota descarada, a vos ¡ni te conozco!, dijo la
profesora, al momento de que la Marta iba encima
de ella pero, El Tigre la abrazó por detrás pidiéndole que se retiraran.
-
no vale la pena
meternos en problemas, lo de ella y yo, ya es pasado -dijo aquel- viendo a la
profesora que estaba que “echaba chispas” de la cólera y seguimos nuestro
rumbo.
Unos minutos después y al estar viendo los caballos correr
con unos jinetes encima, aquel incidente era solo un recuerdo no grato. En un
momento que volteé a verles (al Tigre y a Marta), vi que estaban agarrados de
la mano y con los cuerpos muy pegaditos (era solo predecible, pensé) cerca del carretón
de sorbetes de Chepe “Paleta” chupándose unos de los “que acolochan el pelo”
(tal como les llamaba Chepe a sus ricos sorbetes) y se veían contentos y despreocupados;
el día estaba en su ombligo y el calor tan rico de nuestro clima nos recordaba
que era verano.
Al terminarse las carreras, dispusimos ir a comer al
restaurante de Napo Sanabria, el España, adonde, al estar esperando la comida,
Milton “Pocholo” (quien se nos había “pegado”), marcó unas canciones en la
cinquera y en cuestión de minutos, estábamos bailando en los corredores del
restaurante, fue durante estos momentos -fijate Chepito- que, las parejitas se
fueron denotando, es que, se vio como Pocholo siempre bailaba con la Norma, yo
con la Gloria (quien -para mi sorpresa y alegría- decía que siempre le había
gustado como bailaba yo) y por supuesto El Tigrito y Marta.
Fuimos a dejarlas a su casa como a eso de las 1 y media de la
tarde y prometimos regresar en un ratito pues, había que ir al estadio a ver
jugar al Racing Jr.
Cabal a las 25 para las 3, estábamos en la puerta de su casa
(el Tigre y yo, pues Pocholo no llegó al billar como habíamos quedado), cuando
salió don Rafael (papá de las hermanas) quien nos preguntó sobre el incidente
entre la profesora y El Tigre;
-
bueno, fíjese don
Rafael -dijo mi amigo- que, ya anduve con ella pero, “quebramos” desde antes de
irme para los “Estamos Sumidos”, así es que, no entiendo la actitud de ella,
-
¿Y de verdad
anduviste con ella?
-
Pues... ¡si!
-
Pero, ¡ella es
mucho mayor que vos, Tigre!
-
Lo sé, pero...
-
A buen palo te habías
arrimado, ¿verdad?
-
Pues eso no lo sé
don Rafael, yo solamente buscaba una buena y sincera relación…
-
A la púchica...
¿y ahora que te traés con mi hija?
-
Este, solo somos
amigos y como hablamos Inglés pues, nos gusta estar cerca, usted comprende,
¿no?
-
Bueno pues, andá
con mucho cuidado por que yo no te voy a dejar que te burlés de ella, ¿oíste?
-
No se preocupe
don Rafael, le aseguro que cuidaré y respetaré a su hija.
Salieron las cipotas y nos fuimos camino al campo, bien claro
oí cuando la Marta le dijo al Tigre que no le hiciera caso a su papá,
"¡siempre se pone así pero, ni cuenta se da de lo que yo hago!"
En el baile de esa noche, El Tigre y la Marta se robaron el
espectáculo, al bailar de esa manera tan alegre, ágil, elástica, dinámica pero
sobretodo, ¡novedosa!, las miradas de los varones se clavaban en la Marta,
mientras que las de las cipotas se colgaban de los movimientos rítmicos de mi
amigo quien, al sentirse dueño absoluto, soltó todas sus inhibiciones y
desplegó una gama de actitudes artísticas que yo sabía que él tenía pero que,
ahora se revestían de una soltura y solidez, que le daban un aire de madurez y
un toque de cosmopolita. Al terminar el baile, encaminamos a las señoritas a
sus casas y nos regresamos a la mía.
Cuando estábamos acostados me dijo aquel:
-
Mirá Monsiour,
mañana hay que levantarnos como a las 8 para irlas a traer, ¿oíste?
-
Este, ¿que no se
van a ir para la playa?
-
No papá, la Marta
va a convencer a la Gloria para que se queden mientras los demás se van para
Metalío, es que, nos vamos a ver en la escuela de niñas, en la Uriarte...
-
Uta Tigre cabrón
¿y si se da cuenta don Rafael?
-
No hay problema
hombre, fíjate que me dijo la Marta que no le hiciera caso a él.
Al día siguiente, nos despertamos y después de dizque
desayunar, fuimos a recoger a las cipotas que ya nos estaban esperando muy
ansiosamente, caminamos hacia la escuela y claro tengo que nos pusimos a
"jugar" en el patio grandote y lleno de grama. Éramos solo nosotros
cuatro y la atmósfera se fue cargando de manera propia, para que, en uno de
esos instantes, mi amigo asiera de la mano a la Marta y se fueran caminando
rumbo al tanque de agua que, a estas alturas prestaba un espacio ideal para
llevar a cabo caricias y gestos de amistad.
Nosotros optamos por tirarnos boca arriba en el césped y ver
las nubes tan blancas y bellas como copos de nieve, empezamos a jugar de tratar
de identificar la figura de las nubes, asociándolas con otras figuras, en eso, la
naturaleza nos recordó lo que éramos, una pareja joven llena de impulsos, deseos,
tentaciones, etc., etc.
La frescura de la brisa de la tarde, nos recordó que era
tiempo de encaminarnos de regreso, que era tiempo de "pretender" que
nada había pasado, aunque en mi pecho, el gozo se me agigantaba y la
satisfacción era más grande que mi propio cuerpo. Esos fueron unos bellos
momentos que junto a Glorita pasé en esa hermosa mañana veraniega de mi pueblo
allá en la “Tierra Linda”, fíjate Chepito.
Camino de regreso, nos encontramos a Jorge “Charamiza” quien
nos invitó a ir esa tarde al terreno de su papá Juan (QEPD) allá en la área conocida
como El Refugio (cerca de Curacao, camino a Jayaque); las muchachas dijeron que
les gustaría ir…
Y te dejo brother pues, tengo unos bolados que hacer, cuidate
mucho, abraza a los cipotes y saludame a la Dinorita, ahí seguimos al rato,
¿oíste?
Salú,
El Monsiour.
***************************
CAPITULO XLVII
Hola Chepe Toño:
¿Y como has
estado brother?
En cuanto al
Tigrito, fijate que, después que terminaron las fiestas de mi pueblo, se desapareció
por unos días pero, justo antes de la Navidad, llegó a mi casa y se quedó ahí
hasta después del Año Nuevo pues, su papá (el Embajador) se había ido con su
esposa e hija para España.
La Marta y la
Glorita, se habían regresado a los “Estamos Sumidos” y al Tigre, eso parecía no
importarle pues, ahora, le había puesto -de nuevo- los ojos a la sobrina de la
niña Tancho, es decir, a la hija de don Roberto (el amigo del Embajador) quien
se había ido a pasar las vacaciones al pueblo.
Ella, se había
hecho acompañar de su novio (un gringo alto, pecoso y pálido) con quién eran
compañeros de escuela allá en la ciudad de Boston; frecuentemente se les veía
en la sorbetería, en el parque o comprando paquines de "Archie" en
uno de los “almacenes” del pueblo; constantemente abrazados, acariciándose,
sonrientes y/o besándose.
Por su altura, el
color de su piel, el amarillo de sus cabellos y sus actitudes desenfadadas,
eran bien visibles y al desplazarse por las empedradas calles del pueblo, con
sus camisetas, sus "shorts" y
chancletas, la gente se les quedaba viendo, mientras ellos -haciendo gala de su
exhibicionismo- enfatizaban sus acciones, que se revestían de actitudes
eróticas y sugestivas. Entre toda la gente del pueblo, esto era un gran
escándalo pero, como era la hija de don Robertío y sobrina de la niña Tanchito...
El Tigre supo de
esto y una tarde que me invitó a que fuéramos al estadio a jugar futbol, cuando
íbamos allá por el Cine LUX, nos encontramos con ellos;
- ¡Hola Monsiour!
(dijo ella),
- Hola,
(respondí),
- Ya conocés a Jeff, mi novio ¿verdad?
- Si claro, me lo
presentaste la vez pasada en la sorbetería, al momento de voltear a verlo y
querer saludarlo, este, hizo un gesto con su rostro (no muy expresivo), al momento
de decir algo en Inglés que, fue respondido (también en Inglés) por El Tigre, ante
lo que aquel respondió con otras palabras que fueron respondidas y así, estos
dos se agarraron a palabras cada vez mas altisonantes, llegando a casi a agarrarse
a puñetazos, hasta que, ella se metió entre ambos y halando a su novio del
brazo, volteó a ver al Tigre, con una mirada que a mí, me pareció de admiración
(¿o habrá sido de invitación?) e hizo que se alejaran del lugar sin que algo
mas serio pasara entre los contrincantes.
Continuamos hacia
el estadio y al platicar, mi amiguito me confiesa que esa noche, empezará el
camino a ¡¡¡la conquista de su eterno y verdadero amor!!!
- ¿De que PU...MAS estás
hablando, Tigre?
- De que estoy
convencido que ella, ¡será mía, papá!
- Uta Tigre,
estás hablando de algo que veo muy difícil, man,
- Lo sé Monsiour
pero, ella terminará en mis brazos, te lo aseguro...
- ¿Como podés
decir eso?, ¡si ella ni te voltea a ver!
- Eso ya lo sé,
incluso no se me olvida, ni se me olvidará nunca que desde el primer momento cuando la vi en la casa de la niña Tanchito,
aquella tarde cuando mi papá me dijo que quería adoptarme, ella, me ignoró, me
ignoraba y me siguió ignorando hasta este día, pero…
- ¡Ya ves, eso es
lo que te digo!, ¡parece que le caés mal a ella, man!
- …pero, ese día
se llegó, Monsiour y las cosas son diferentes, ya lo verás, querido amigo, ya
lo verás...
- ¿Qué vas a
hacer?
- Bueno, para
empezar, esta noche le llevaré unas flores y...
Efectivamente, al
regresar de jugar futbol, mi amigo me pidió que fuéramos a buscar flores allá
al monte, cerca de la finca de la niña Amanda Suncín (QEPD), es decir, cerca del
Río Paso Hondo, adonde -debido a la humedad y abundancia de agua del lugar- se
daban unas flores muy bellas, grandes y olorosas. Fuimos y al estar escogiendo
y arrancando las flores, mi amigo se desplayó totalmente en sus palabras,
comentándome lo que significaba para él, aquella hermosa joven.
“Fijate Monsiour
que, desde la primera vez que la vi, me enamoré de ella y desde ese momento
siento que ella, ¡será mi esposa!, es que, jamás sentí algo así por nadie mas y
vos sabés que he tenido varias novias.”
Claro que sé que
has tenido muchas novias pero, con ella me parece que, ¡no vas a poder!
“Pues yo voy a
hacer lo que sea, para convencerla que soy el hombre que la va a amar y
dignificar para siempre y que ella, es la única mujer que realmente me ha
importando en la vida, tanto que me casaré con ella y prometo que jamás, jamás
le faltaré al respeto en ningún sentido, no voy a ni siquiera voltear a ver a
ninguna otra mujer, ella es el amor de mi vida…”
Cortamos las flores
y emprendimos el camino de regreso, al llegar a casa, mi amigo le pidió a mi
hermana que le ayudara a hacer el arreglo floral y ella, se aprestó con gusto.
Una media hora después, nos llamó mi hermana para que fuéramos a ver lo que
había hecho, aquello era un bello adorno de una gran flor color rosado tierno,
rodeada de otras flores anaranjadas, violetas y blancas, con unas "aves
del paraíso" amarillo chillante sobresalientes y unas hojas moradito "lilas"
en la parte de atrás. ¡Le quedó bien chivo! -dijo mi amigo-, la verdad que sí -asenté
yo-, al darle las gracias, mi amigo le dio un abrazo a mi hermana, agarró el
arreglo y lo puso en la mesita de noche de mi cuarto; ¡lo voy a dejar aquí por
un rato!, ¿oíste? (me dijo).
En eso mi querido
abuelito (QEPD) me pidió que le fuera a comprar una botella de “Tónico Ferson”
a la farmacia del doctor Lazo (QEPD), mientras el Tigre se aprestó a bañarse y
“chiniarse” un poco; yo hice lo mismo al regresar a la casa y después de cenar salimos
a dar una vuelta al parque y a saludar a los cheros, en eso, vimos a la parejita
más famosa del pueblo en esos momentos, estaban sentados en una banca de
cemento del parque, debajo de las ramas de un maquilishuat que filtraban la brillante
luz de luna llena que adornaba el inmenso y bello infinito de la “Tierra Linda”,
estos, se abrazaban y acariciaban al sonar de las notas musicales de la banda
municipal que tocaba unos bellos vals, estaban ellos inmersos y totalmente
alejados del bullicio e inquisitorias miradas de los curiosos (según ellos). Al
verlos, mi amigo me dijo que le esperara un momento y salió zumbado hacia mí casa.
Regresó en cuestión de minutos, con el arreglo floral en sus manos, al decirme
que en ese momento se lo iba a entregar a ella, noté en sus ojos, una determinación
total y en su rostro, la firme decisión de hacerlo de una vez por todas, para
demostrarle al novio de ella, que no le tenía miedo, y demostrarle a ella, cuanto
estaba dispuesto a hacer para comprobarle que en realidad, ¡haría lo que fuera
para ganarse su corazón!
Se les acercó y
ante la mirada incrédula de Jeff y sorpresa de ella, mi amigo extendió su brazo
con el ramo de flores, mientras veía a su amada a los ojos, al momento de
decirle:
"Preciosa
muñequita, le entrego estas bellas flores silvestres que me habían estado
pidiendo que les llevara a conocer a su reina, al verle a usted, de seguro
ellas cumplirán su anhelo"; Jeff se levantó como accionado por un resorte
y trató de arrebatar el ramo pero, mi amigo lo evitó, mientras ella -aún bajo el
asombro por la actitud del Tigre-, extendió su brazo derecho aceptando el
regalo; enseguida, lo acercó a su nariz, para oler el tierno aroma de ellas y
los posicionó contra su pecho, al momento de decir:
- ¡Están muy
lindas!, ¿de verdad son para mí?
- ¡Claro que si,
preciosa, son para usted!, las flores están lindas pero usted, ¡lo es mucho
mas!
Jeff, agarró el
brazo de ella e hizo que se encaminaran de regreso a casa de la niña Tancho,
antes de que ella, viera -por primera vez- (me pareció a mí) con interés,
admiración y ternura a mi amigo, diciéndole en Inglés: "I'll see you
later" (nos vemos mas tarde) y mi cherito respondiendo: "sooner than
that" (mas pronto que eso).
Los cheros que
estábamos allí, nos quedamos pasmados ante lo que acabábamos de ver, cuando El
Tigrito se dice -tranquilamente- así mismo, mirando a la pareja que se alejaba del
lugar: ¡serás mía amorcito…, para siempre!
En eso llegó Pablo
Arévalo a preguntarle al Tigre que es lo que había pasado y si necesitaba ayuda
con ese “chele baboso” … nooooombre Pablito, le respondió El Tigre, muchas
gracias pero pare ese maje me basto yo solo.
Por el resto de
la velada, El Tigre se internó en sus pensamientos y casi no hablaba, mientras
que nosotros seguíamos con los comentarios acerca de su valentía y decisión. Al
llegarse las 11 de la noche, mi amigo decide que nos alejáramos del lugar y
camino a casa, me relata una idea que se le acaba de ocurrir; acompañame
Monsiour, ¡voy a irle a dar una serenata a mi adorada!
¡Uta Tigre que
mie...do me da cuando salís con esas tus ideas, papá!
Lo sé man, vos
acompañame cab...allo negro.
Fuimos a la casa
a recoger la casetera del Tigre y salimos de regreso, llegamos a la ventana de
un cuarto de la casa de la niña Tancho (que mi amigo había averiguado que era
el cuarto de ella). Esperamos que se alejaran unos bolitos que estaban
agazapados cerca de un palo de coyoles (uno de ellos era el “Mongol”, otro era
“Popeye” y también estaba el “Chele Peseta”); al asegurarnos que nadie andaba
en las cercanías, mi amigo apretó el botón de "play" de su grabadora,
haciendo que de ella, brotaran las melodiosas notas de la bella canción "feelings",
el ambiente se fue llenando de romance, mientras poco a poco, las "nothing
more than feelings, trying to forget my feelings of love... feelings oh,oh,oh,oh,
feelings, oh,oh,oh,oh, again in my arms", que salían de aquel aparato, se
iban acompañando del coro de mi amigo que en ellas, trataba de depositar el
mensaje que enviaba a su pretendida.
Con un pequeño
ruido que se oyó en la puerta de la ventana, se inició la certeza de la
presencia de ella pues, seguidamente esta puerta se abrió apenas un poquito, suficientemente
para que denotáramos la imagen de ella que, se convirtió en una hermosa
realidad cuando ante la tenue luz del foquito de alumbrado público, sus ojos
brillaron inmensamente, acompañando la hermosa sonrisa emanante de su boca y
sus sensuales labios de los que, perezosamente brotaron unas palabras y gestos
de aceptación. Mi amigo se acercó al balcón de acero que protegía (y alejaba) a
la doncella, ella sacó su mano que fue asida suavemente por El Tigre quien
procedió a acariciarla dulcemente con sus labios y a decirle cosas amorosas a
su oído. Los minutos se fueron pasando y pasando, ellos hablaban y yo, me
aseguraba que no parara la música.
Ya pasada la
medianoche, finalmente decidieron despedirse y ante mi incredulidad y asombro,
ellos se dieron un breve pero emotivo beso y con unas miradas de enamorados que
noté, yo comprendí que mi amigo, ¡había -una vez mas- logrado su propósito!
Al regresarnos a
la casa, casi no hubieron palabras es que, aquel iba todavía embelesado y
sumergido en la magia, mientras yo, aún no salía del asombro, a pesar de saber
de lo que era capaz mi amigo y de conocer lo que él era en esos campos.
Al aprestarme a
descansar en mi cama, pensaba si esta joven era en efecto lo que mi amigo decía
(su profundo amor, futura esposa y madre de sus hijos) o simplemente, una
aventura y conquista mas de este, eterno conquistador, el
tiempo me daría la respuesta...
Y hasta aquí
llegaré hoy Chepito, es que me quiero ir a echar un "cuis" de semita "tres pisos", ahí seguiré mas adelante, cuidate mucho, saluda a la Dinorita
y no te olvidés de sentirte orgulloso al saberte "un bien nacido buchón".
Salú,
El Monsiour.
****************************
CAPITULO XLVIII
Chepitorio:
Reciban muchos
saludos cariñosos de nuestra parte.
Contame man
¿sigue El Monsiourcito bailando tan chivo?
Mirá brother, en
cuanto a mi chero El Tigre, fíjate que me escribió Marito Cantor para contarme
que aun le sigue el hilo a mi contadera que hago en mi humilde “librito” así es
que, te quiero seguir contando estas “Babosaditas” pues, ya estamos llegando al
final de su historia y muy agradecido por la gentileza de Marito, le dedico
esta carta, ¿a ver si le gusta?
Fijate que, al
día siguiente después de la noche de la serenata, en todo el pueblo andaba la
bulla de que El Tigrito se había metido al cuarto de la sobrina de la niña
Tanchito y que se habían “quedado juntos” hasta que amaneció, yo que sabía que
no era cierto, lo negaba ante cualquiera que lo dijera pero, era tan grande la
regazón que, llegó a oídos de la niña Tanchito quién quiso mandar a la
Margarita de regreso pero, al no ceder ella, no tuvo mas alternativa que
hablarle por teléfono a su hermano Roberto. Este señor llegó esa misma tarde y
después de hablar con su hija, mandó a llamar al Tigrito. Pero este no estaba,
pues mi amigo y yo, andábamos bañándonos en Atecozol bien tranquilamente,
además, al terminar de bañarnos, fuimos a comer yuca con fritada y minutas de
tamarindo; en eso estábamos cuando se apareció el Land Cruiser azul de don
Roberto haciendo una gran polvazón, debido a la velocidad con la que manejaba.
Este señor bajó
el vidrio de la ventana del carro y sin saludar dijo:
- ¡Tigre vení
para acá!
Mi amigo replica
bien tranquilamente: Buenas tardes, ¿Qué desea,
don Roberto?
- ¡Que vengás,
quiero hablar con vos!
- Con mucho
gusto, permítame terminar de comer mi yuquita, ¿gusta?
En ese momento,
se abrió la puerta del lado del pasajero y se bajó la Margarita quien, muy
calmadamente, redondea el carro y se encamina a la mesa adonde estábamos
comiendo; al momento de sentarse en la banca junto al Tigre, voltea a ver a su
papá invitándole a bajarse con un: ¡yo quiero yuca papá, comprame un plato!, el
señor no tiene mas remedio que apagar el carro y bajarse con la cartera en la
mano.
Una vez ya abajo,
este señor se sentó a la par mía y empezó la plática preguntándole al Tigre:
- ¿Sabés por qué
estoy aquí, verdad?
- Este... la
verdad que no, don Roberto,
- ¿Cómo que no?,
no te hagás el desentendido, si me contó mi hermana que ya anda la bulla por
todo el pueblo,
- Pues, mire don
Roberto, usted bien sabe como es la gente, siempre andan con chambres y...
- A eso me
refiero, ¡que no quiero que a mi hija la anden metiendo en chambres!
- Yo tampoco
quiero eso, pero, ¿cómo se puede evitar?
- Pues, lo que yo
quiero saber es que ¿si es cierto que te metiste al cuarto de mi hija?
- Ay, don
Roberto, usted si que es bien inocente, ¿cómo creé que su hija sería capaz de
permitir una cosa así?
- De ella no
tengo desconfianza...
- Pues entonces,
no le entiendo pues, si acaso usted piensa que me metí al cuarto de ella, ella
misma se lo diría ¿verdad?
- Este...,
este..., creo que si...
- Pues ya ve,
pregúntele y sabrá la respuesta, además, fíjese don Roberto que las ventanas de
los cuartos de la casa de su hermana, están protegidas por unos balcones de
metal por donde no entra nadie, ¿cómo cree que hice yo?
- Pues, la verdad
es que, no me acordaba de eso, tenés razón pero, lo que no me gusta es que la
gente cargue a mi hija de boca en boca...
- En eso tiene
razón don Roberto, a mi tampoco me gusta, por eso, le sugiero que le diga al
tal Jeff que se regrese para los “Estamos Sumidos” pues, como él se viste bien
escandalosamente y en público es bien abusivo con Margarita, la gente se fija y
la que puede salir perdiendo es ella pues a él, como no es de aquí, ¡no le
importa el que dirán!
- Mirá Tigre, eso
lo tendrá que decidir ella, pues yo, desde que me habló por teléfono para
contarme me opuse pero, como ya sabés como se ponen a llorar las mujeres, me
convenció aunque, a mi, nunca me cayó bien ese "hippie" con facha de
drogadicto...
- ¡Papá!
(interrumpió Margarita), no me gusta que hablés así de Jeff,
- Si claro, como
no te conviene pero bueno, no estamos aquí para hablar de eso,
- De verdad que
no, mejor comamos yuca (dijo El Tigre) y así lo hicimos.
Al acercarse la
noche, dispusimos regresar al pueblo y ya adentro del carro de don Roberto, la
plática se tornó alrededor de mi amigo y sobre sus planes para el futuro. Lo
que quiero es regresarme a los “Estamos Sumidos” y continuar mis estudios allá
(decía él) y después de graduarme, me gustaría regresarme a vivir del todo
aquí, mi papá dice que está bien y me apoyará en todo.
Al llegar al
pueblo, ya un poco mas tranquilo, don Roberto solo tuvo tiempo de despedirse de
la niña Tanchito y salir de regreso para Sanzívar, al momento de abrazar a su
hija Margarita y decirle algo al oído (que después ella le confió al Tigre que
había sido referente a: dejar que Jeff se fuera de regreso para Boston). Como
esa noche era de posadas, mi amigo se atrevió a lanzar la invitación a
"su" amiga, para ir a ver a los "viejos" y a oír los pitos
y cánticos navideños tan característicos en esas épocas, cuando se llegaba a la
puerta cargando a los santos quienes llegaban a pedir posada, ella accedió
inicialmente pero, al salir Jeff de su cuarto, ella se apartó de mi amigo y se
dejó abrazar del gringo quien claramente denotaba -a causa de sus ojeras- que
había estado durmiendo todo ese tiempo (o que se había estado
"sonando" unos puritos), sin darse cuenta de lo que, transcurría a su
alrededor.
El tal Jeff, se
puso bien furioso de ver al Tigre en esa casa y quiso sacarlo pero, mi amigo no
se amilanó, diciéndole que él no tenía ningún derecho de sacarlo de ahí pues,
no era su casa y que, solamente Margarita y por supuesto la niña Tanchito lo
pudieran hacer, Jeff le pidió (en Inglés) a Margarita que lo sacara pero, ella
se negó y en cambio, le dijo a Jeff que se fuera de regreso para su cuarto;
ante esto, Jeff se dirigió al corredor adonde estaba la niña Tanchito y con voz
altisonante, le balbuceó algo en Español que nadie entendió, haciendo que doña
Tancho respondiera con "su" Inglés mocho "I DON'T CARE!" (¡NO ME IMPORTA!), ella, sonrojada de la pena, nos
confió después que, le quiso decir: "No te entiendo", por lo que
todos ¡nos pusimos a reír! El tal Jeff se enfureció más y se retiró para su
cuarto, y le dio volumen a su grabadora de la que se oía sonando al mentado Led
Zeppelin y su “escalera al cielo”.
Margarita no
quiso salir con El Tigre pero, aquel se quedó en esa casa, mientras yo me iba
hacia la mía a cambiarme, antes de irme para el parque a hablar pajas con los
cheros. Sentados en el atrio de la iglesia, con Quique Sigüenza y Ángel Baños “Jirafa”
estábamos, cuando llegó Chepe Caravantes con el chambre de que, ¡al Tigre lo
iban a meter preso por meterse al cuarto de la hija de don Roberto!,
¡No jodás maje! (le
dije), ¿cómo lo van a meter preso por algo que no hizo?
¡Claro que lo
hizo!, a mi me contaron...
No papá, si yo
estuve anoche con ellos...
Vos siempre lo
defendés Monsiour pero, a este maje del Tigre, hoy si lo van a joder por andar
de cab...allero de la mesa redonda, a mi me parece que hasta mucho se tardó ese
en ser descubierto con sus sinvergüenzadas...
Uta Chepe, de
plano que se nota que vos tenés una "espinita" contra aquel, ¿no será
por lo de la Astrid?
Vos come m...ucho
para engordar, Monsiour cu...anto deseo romperte el hocico a vos y al maje del
Tigre, para que de una vez se le quite lo pastelero...
Pues a mi no me
gusta pelear, mucho menos por cosas sin importancia pero, ¿si querés?...
¿Y que, vos creés
que no te puedo dar una buena ver... dolaga para el almuerzo pen...sándolo
estoy maje?
Y casi nos
agarramos a trompadas pero, se metieron aquellos y nos separaron, mientras
Quique le decía a Chepe que lo que yo decía era cierto pues, el papá de ella
había ya hablado con El Tigre y que las cosas se habían aclarado. No puede ser (dijo
Chepe) si a mi me contaron las “Avispas” que dicen que, ellas estaban viéndolos
desde su casa a través de una ventana, pues, te dieron paja (respondí yo) por
que, es cierto que allí estuvimos pero, como a eso de la 1 de la mañana nos
fuimos a acostar. La plática cambió de rumbo y un buen rato después apareció El
Tigrito con una sonrisa de oreja a oreja...
-
¿Qué
onda Tigre? (le preguntamos casi al mismo tiempo),
-
este...
¡nada!, ¡nada!, ¿Vamos a las posadas, Monsiour?,
-
¡vamos!
(dije) y nos fuimos, solamente los dos porque Ángel y Quique no quisieron.
Camino a la casa
de la niña Carmen Gómez (adonde estaban los santitos) íbamos y aquel me empezó
a contar que, acaban de estar platicando con la Margarita y que, ella le había
dicho que, mi amigo le atraía pero que, como ella andaba con Jeff, no podía
hacer nada hasta que quebrara con él pero que, a la mañana siguiente, le
pediría que se regresara lo mas pronto para Boston y que mas tarde, al
regresarse ella a esa ciudad, hablaría con él (a parte de pensar seriamente
sobre que es lo que quiere hacer) y que, después de eso, podrían platicar con
El Tigre sobre la posibilidad de conocerse un poco mas, ¿qué te parece papá?
-
Pues,
me parece bueno pero, ¿y vos de verdad que estás enamorado de ella? ¿o solo son
ondas tuyas?
-
No
Monsiour, esta vez si es cierto, esto es ¡de verdad!, estoy loco por ella y
dispuesto a todo... ¡todo!
-
Uta
Tigre, ¡vos siempre me decís eso!
-
¿Cómo
que siempre? No seas pajero…
-
¡Claro
que sí!, man, desde que conociste a la Chayito…
-
Uta
papá, con ella fue diferente, acordate que ella fue mi primera…
-
Si,
¿y que me decías de la Ada?, de la Profesora, de la….
-
¡SI,
CAB…ALLERO ANDANTE!, ¡ya sé!, pero, cada una de esas situaciones fue distinta,
yo estaba inseguro, bastante desubicado, yo no sabía lo que quería, creía amar
a cada una de ellas pero la verdad… tenía miedo de quedarme solo,
man…comprendeme… por favor, vos me conocés Monsiour y sabés lo triste y
dolorosa que mi vida ha sido, he sufrido mucho Monsiour… (me dijo desplomándose
físicamente sobre la acera del convento y desmoronándose internamente, soltando
un llanto tímido, callado, gimiente, en mi hombro)… ¡no me jodás, Monsiour –me
ensartó un dardo punzante en mi ser, al decirme esas palabras que me calaban-,
si vos no me creés… entonces, es que no valgo nada…
-
Uta
papá, perdóname hermanito… yo, solamente quería asegurarme de que estuvieras
consciente de lo que estabas diciendo y de lo que estás pensando en hacer,
además quería que te dieras cuenta que con Margarita no va a ser lo mismo que
con las otras porque, la familia de ella, no te permitirían que le hicieras una
“pandeada”, es mas, ni creo que acepten que sea tu novia, hermano…
-
Monsiour,
lo único que te pido es que confiés en mí, vos sos la única persona en el mundo
que conoce mi vida tal como ha sido, creé en mí, por favor ayúdame, defendeme y
apóyame; esto que siento por Margarita es genuino, es verdadero y no es de
ayer, esto Monsiour, es de años, desde el primer momento que la vi, ¡te lo
juro!
-
Pues
mirá man, ojalá se te cumpla, te deseo suerte papá y te prometo, no dudar nunca
de tu amor hacia ella y apoyarte en lo que me pidás…
-
Gracias
Monsiour, sinceramente, no esperaba menos de vos, mi hermanito…
Seguimos
caminando y llegamos a las posadas, en medio del cipoterío que silbaba y los
cánticos aquellos, aunque ahí habían varios cipotes y jóvenes, como Calín “Pataloca”
o “la Bella Barrera”, Balta “Diablo”, Toño “Paleta”, René “Tornillo”, Calín “Melcocha”,
Filadelfo, Oscar Méndez y varios otros mas, mi amigo era el centro de atracción
de las jóvenes que por ahí andaban pero, re-marcadamente, noté por primera vez
que mi amigo, ¡ni las volteaba a ver!, ¡quizás es cierto! -pensé-, ¿y por qué
no podría ser posible que este amigo se enamorara verdaderamente?
En eso estaba
cuando aquel me pregunta,
-
¿Qué
te parece este poema Monsiour?, al momento de enseñarme algo que había estado
escribiendo en un pedazo de papel, es un poema que le compuse a Margarita y
pienso declamárselo esta noche con una serenata,
-
¡No
papá!, no mas serenatas por un buen rato,
-
¿Cómo
que no?
-
Si
hombre es que, acordate del chambre por la de anoche, una serenata ahora, sería
una regazón más grande y la que sale perjudicada de todo esto, ¡es ella,
Margarita!, pensá man...
-
Púchica
Monsiour, tenés razón papá pero, mirá maje… lee el poema de todas maneras...
Leí aquel escrito
y aunque realmente me pareció muy simple, sencillo y sin mucha gracia, le dije
que me gustaba pues, en ese poema aprecié lo que aquel quería decir, no lo que
decía, es decir, consciente que mi amigo no era poeta, me pareció muy loable su
intento de acercarse a su amada, a través de la sensibilidad, del romance, de
la dulzura de sentimiento y eso, me agradó mucho.
Mas adelante te
narraré ese poema ¿oíste Chepito?, por el momento, permitime despedirme de vos
y los tuyos deseando que todo marche bien y nos vemos al rato, brother.
Salú,
El Monsiour.
*****************************
CAPITULO XLIX
Hola Chepito;
Mirá pues, después de un largo rato, vengo a querer seguir contándote
sobre El Tigrito. Como vos ya sabés, debido a causas poderosas he estado
alejado de este mi pasatiempo de escribir "babosaditas" pero, ahora
deseo continuar con el relato sobre nuestro amigo.
Pues fijate que, después de la navidad y año nuevo, la Margarita se
regresó a los “Estamos Sumidos” con el mentado Jeff, El Tigre no le entregó el
poema a ella pues, prefería dárselo cuando ella lo aceptara como su novio (me
confió), yo pensé que fue lo mejor que él pudo haber hecho pues, realmente no
me gustaba para nada el famosito poema ese, el cual empezaba así:
"Se abren
los vergeles de universo,
para dar
cabida tu figura
y los poetas
ofrecen sus mejores versos,
para poder
describir con exactitud a tu hermosura.
¡Ah, que paz
se respira a tu lado!,
¡la verdad es
que, me has maravillado!
Y seguía con cositas así por el estilo, yo trataba de convencer a mi
amigo que desistiera de su intención de ofrecerle ese poema a ella pero, con el
tiempo, yo descubriría que, estaba muy equivocado pues ella, apreció y
agradeció mucho el intento de parte de él, de expresarle su amor de esa manera
(aún ahora -muchos años después-, me alegro que mi amigo no le haya confiado lo
que yo le sugería que hiciera con ese poema).
Mi amigo El Tigrito se quedó por unos días mas en el pueblo, tiempo que
aprovechamos para ir a las fiestas de otros lugares cercanos, recuerdo
principalmente los bailes de Sonsonate -entre otros-, los del Colegio Centro
América, las noches "Brasileñas" y otros, amenizados por grandes y
buenos conjuntos como Sagitario, La Fiebre, Macho, La Flores, Chucho Tovar
Flores y por supuesto La Compañía 10 (llamada anteriormente "Guadalupe Soul
Band", pues había sido creada en el Colegio Guadalupe) que era el orgullo
de Sonsonate y que estaba pegando golpe con la canción que decía mas o menos
así: "Era la tarde, la tarde cuando el sol salía, la tarde, la tarde cuando
fuiste mía, la tarde, la tarde que te di mi amor...".
Y fue precisamente para la "Verbena" de ese año que aquel me
pidió que le acompañara pues, teníamos una amiga de nombre Haydee con quien
habían quedado de ir a ese baile pero, ella quería llevar a una amiga (Mary),
quien no tenía novio y pues, yo podría ser el acompañante de ella, para así,
hacer las dos parejitas e ir juntos al baile. Ellas vivían en la Colonia 14,
adonde nos dirigimos esa noche, con la intención de verlas antes del baile y
también para saludar a unos amigos que vivían allí.
Eran como las 6 de la tarde y al llegar al pasaje, nos encontramos con
Richard Breucop quien nos llevó a su casa. Fijate Chepito que la casa de este amigo,
estaba casi enfrente de la casa de la Mary, a quien yo no conocía pero, al
enseñármela aquel , a pesar de ser desde unos varios metros (y de noche) me
gustó muchísimo y a partir de ese momento, me entusiasmé papá.
Al saber que ella era vecina de Richard, insistí mucho que me la
enseñaran nuevamente, tanto que, les obligué a que pasáramos varias veces por enfrente de
esa casa, hasta que, finalmente pude verla otra vez. Fue a través de la ventana de la
sala que vi que ella, se peinaba su largo y lacio cabello negro frente a un
espejo que pendiente de una pared, servía como testigo de su belleza juvenil y
como -de seguro- un constatante y confirmante de esa gracia y simpatía que se
asomaban en su carita bella y llena de esperanzas e ilusiones.
Contento ya de saber que la joven que yo acompañaría estaba bonita (pues
el mentado Tigre, le gustaba que yo hiciera el ridículo, haciéndome que
saliera, bailara y platicara con algunas cipotas bien "feyitas",
mientras él, se llevaba al mejor "manguito"), sugerí que fuéramos a
comer pupusas y nos encaminamos a una pupusería que quedaba sobre la calle para
Sonzacate, en eso, alcanzamos a Gustavo "Chingolo" quien, bien
tipería, (con su "jeans" Levi's y camisa "sport"), se
dirigía a la casa de su novia y juntos, nos fuimos hablando paja y babosadas de
jóvenes. Llegamos a la casa de la novia de Tavo y al despedirnos, quedamos de
vernos y reunirnos todos en el baile, nosotros continuamos hacia la pupusería.
Por cosas de la suerte, resulta que en ese lugar, estaba la mentada
Haydee con su hermana Estela y un bato que andaba "encima" de ella.
Al vernos, yo noté que se puso un poco nerviosa pero, trató de disimularlo y
pretendiendo hacer aparecer como que aquel bato era el "amigo" de su
hermana, se dirigió a ellos y diciéndoles: "allí está a quien estaba
esperando", se levantó del lugar adonde estaba sentada y se encaminó hacia
nosotros, acercándose de manera insinuante al Tigre, mostrando su bello cuerpo
que, al desarrollar su elegante paso, denotaba unas largas y bien torneadas
piernas, las que, se juntaban al tronco de su cuerpo, justo en una área que se
engalanaba con sus sólidas caderas y que se acompañaban de sus pechos redondos
y firmes, coronándose con una cara angelical de sonrisa “pícara” y de una
mirada sugestiva, lográndose todo un arreglo armonioso de gracia y estética, de
belleza exótica, misteriosa, inusual.
Se saludaron con un beso en la mejilla que quiso ser mas que eso –pensé-
(¿tal vez un beso de bocas ardientes y sedientas? o ¿un beso de encerradas y
secretas pasiones? o ¿un beso exploratorio e inicial de algo que podría llegar
a ser muy especial y único?) y a Richard y a mí, un desteñido cuasi-beso, fue
el claro signo de sentirse "comprometida" a ser simplemente amable con nosotros.
Ordenamos "para llevar" y al despacharnos, caminamos todos
juntos (incluyendo al maje aquel, quien no decía ni una palabra), hacia la
colonia. El Tigre y Haydee se atrasaban constantemente y de no ser por los:
"apurate Haydee" que su hermana Estela le decía, ellos quizás
hubieran preferido quedarse agazapados en algún recoveco de esa calle que,
alejada del bullicio de la ciudad y despojada de suficiente luz, ofrecía
espacios y oportunidades precisas y preciosas para amar y entregar caricias.
Llegamos a la casa de Richard y después de cenar, agarramos el camino hacia el
baile, no sin antes de poner de acuerdo a la hermana de este (la Glorita), para
que fuera a casa de ambas (Mary y Haydee) a recogerlas y encontrarnos enfrente
de la D.U.A.
Como a eso de las 10, iban llegando ellas bien vestidas y perfumadas,
engalanadas con bellos peinados y ánimos elevados. Al presentarme a la Mary,
pude comprobar que lo que yo había observado minutos atrás allá en su casa,
mientras se peinaba, era tan solo un pequeño indicativo de la tremenda belleza
que ella poseía y que, se engalanaba con su simpatía y sencillez de carácter
que le hacían toda una mujercita a quien era "obligación" amar,
querer y cuidar. Iba vestida con un vestido rojo encendido que, bien pegadito a
su cuerpo, denotaba su maravillosa y hermosa anatomía, también contrastaba
marcadamente con su piel blanca y limpia, y su bello pelo negro, resaltaba
llamativamente haciendo que, su tierna carita de virgen, en la que sobresalía
su dulce y tímida sonrisa apareciera como la tan ansiada luz de luna en noches
de penumbras o como la estrella mas brillante del firmamento.
Ya en el baile, empezamos a mover el esqueleto al compás de la música;
mientras mi amigo Tigrito, se daba a la tarea de atender amablemente a Haydee
(yo pensaba que solamente era cuestión de minutos para que aquel la conquistara, pero en verdad, no estaba ni cerca de imaginarme lo que realmente
ocurriría), mientras tanto, tímidamente yo me desplazaba sobre el pavimento,
tratando de impresionar a aquella diosa sonsonateca quien, me miraba y
comentaba que le gustaba como bailaba yo y que, le gustaría que le enseñara
algunos pases de baile, cosa que acepté (a pesar de saber que ella, podría
solamente estar dándome paja o simplemente estar siendo cortés), con este
pretexto, agarré su mano derecha y asiéndola fuertemente, la abracé con ambos
brazos, acerqué su cuerpo al mío apretándolos,
haciendo que estos, dejaran que nuestros corazones latieran simultáneamente y
que al unísono palpitaran emocionadamente para dar a nuestras existencias razón
de ser, en esto, sentí como sus pechos frondosos y firmes, punzaban mi
humanidad que era "quemada" por ese fuego ardiente que se metía en mí
y que, me hacía perder mi cordura y comportamiento, causando que, en un
arranque instintivo y casi animal, mis labios buscaran los de ella que, estaban
temblorosos y brillantes a causa de unas gotitas de sudor que los adornaban y
que, ansiosamente esperaban los míos. Nos besamos y en un estado de éxtasis
sublime y único, nuestros cuerpos fueron estremecidos por una corriente interna
que nos indujo a buscar un lugar mas
propicio para seguir con nuestros menesteres, así, buscamos un lugar mas
apropiado y apoyados en una pared blanca adonde no había mucha luz, nos
abrazamos en caricias candentes y sensuales, con besos ardientes y palabras
dulces al oído, le dimos la bienvenida a la madrugada que nos sorprendió con
sus bellos fulgores de luz y alegría.
Nuestros amigos no esperaban ya preocupados, al llegar, noté cierta
“tirantez” entre ellos, El Tigre estaba un poco “alejado” y ella, se notaba
incómoda (por no decir "brava"). ¡Ya era tiempo, Mary, púchica como te tardaste y yo aquí, de
“pasmada”, parada sin hacer nada!, Si, es que… estábamos hablando, ¿verdad,
Monsiour?... bueno, no importa, vámonos ya dijo Haydee y casi halando a Mary se
fueron sin darnos tiempo de despedirnos.
Ellas agarraron rumbo a la colonia, venite, vamos detrás acompañándolas
(me dijo El Tigre, ante mi asombro pues no entendía lo que estaba pasando).
Cuando llegaron a la casa de Haydee, después de tocar la puerta y oír unos
reclamos (supusimos que de parte de la mamá de Haydee), ambas entraron y no nos
voltearon a ver; nosotros agarramos rumbo a la carretera que conduce a nuestro
bello pueblo.
Nos encaramamos en una de las “La Flecha” que fue la primera camioneta
que pasó por ahí, el viaje de regreso al pueblo, fue callado y monótono, aunque
yo sabía que no era porque El Tigre estaba tan acostumbrado a estos
"bolados" del amor que, ya ni se inmutaba, sino que por otra razón,
pero, no estaba seguro que era.
Al llegar al pueblo y detenernos a tomar shuco, se me ocurrió contarle
al Tigre que yo la había pasado bien chivo y preguntarle si regresaríamos en la
noche de ese día pues allá en Sonsonate, habría otro baile. Aquel me respondió
que si quería, que fuera pero que él no podría porque ese mismo día se iría
para su casa en “Zanzíbar”.
-
¿y que pasó con
Haydee, vos?
-
¡Nada!
-
¿Nada?, ¿qué
pu…mas es: ¡nada!, pues maje?
-
Nada, Monsiour;
nada, de verdad, brother, nada
-
O sea que ¿te
mandó a la mie…l de abeja, Tigre?
-
No papá, al
contrario…
- ¿Al contrario?
Uta cer…ro verde, no te entiendo ni mie…rcoles, ni jueves; ¡explicame!
- Mirá Monsiour, lo
que pasa es que Haydee quería que tuviéramos una relación mas “seria” y yo,
sinceramente, ya no quiero andar así para arriba y para abajo, con una y con
otra… ahora solamente pienso en mi Margarita…
-
Vaya,¡mier…coles
de ceniza!, ¡hoy si te agarró, maje!
- Pues si, la verdad
es que, yo solamente quiero estar con Margarita, de verdad ya nadie mas me
interesa, Monsiour,
-
Entonces, ¿por
qué fuiste a ver a Haydee?
-
La verdad
Monsiour, ¡solo fui por vos!
-
¿Cómo que por mí?
-
Simón lucas, es
que quería que conocieras a Mary, man…
-
¿Y que ya la
conocías vos, pues?
Si man, ella es
compañera de Richard y yo ya la había visto, de verdad, yo por vos fui,
brother, porque me gusta la Mary para vos, esa bicha es calidá, me cae bien y
sé que vos la vas a tratar bien, hermano…
De esa manera, mi hermanito El Tigre, era como me demostraba su afecto
hacia mi persona, aunque él decía que era simplemente una manera de
recompensarme el que yo le haya siempre brindado mi amistad sincera. La verdad
es que, El Tigre se destacaba por esas actitudes inesperadas hacia mi persona y
yo, siempre le agradezco, fíjate Chepito, que aquel nunca se vanagloriaba de
nada, nunca presumía de tanta cosa buena y cara que tenía ahora que vivía en casa del Embajador, al contrario, aquel
siempre se mostró humilde, espléndido y generoso conmigo, siempre, siempre…
Y ya me voy hermano, hasta aquí voy a llegar pues, ya me están
"chillando" las tripas, ahí después te seguiré contando ¿oíste?
Salú,
El Monsiour.
***************************
CAPITULO L
Hola Chepito;
Mirá brother, ya llegando al final de esta cadena de cartas que te he
mandado para contarte las “pasadas” de mi chero El Tigre, quiero decirte que me
escribió otra vez Marito Cantor desde Canadá para decir que piensa que… ¡ahora
si le llegó la hora al Tigre! (¡pues está bien agarrado!); también mi hermanito
Douglas Gil me escribió para decir que estas cartas le traen recuerdos de lo
bello que fue nuestra juventud allá en nuestra querida “Tierra Linda”. Entonces
a ellos dos particularmente, quiero dedicar con mucho gusto esta carta de
ahora, con la esperanza que también esta sea de su agrado; a ver que tal…
Pues en los días anteriores a la Semana Santa de ese año, se apareció
nuevamente por el pueblo, la Margarita; como siempre, bien chula, vestida
despampanante y de caminado elegante, se le veía caminar rumbo a la
“Batilandia” o a la sorbetería de la niña Loli. Lo extraño ahora es que se le
veía sola, es decir, sin el chele pálido aquel de nombre Jeff y, como no tenía
amigas y mucho menos amigos, no le quedaba de otra que ir ella sola. Una vez
ahí por el mediodía me sorprendió cuando su impresionante figura apareció atrás
de las persianas de la puerta de mi casa, mientras yo, tirado en el suelo de
ladrillos de piso, sin camisa y en pantalones cortos, me refrescaba ante el
típico calorcito de la época, oyendo en la radiola de mi tía Chabelita (QEPD),
el “long play” de los “Creedence Clearwater Revival”, llamado “Cosmos Factory”…
- - Bien
sabía que estabas aquí, Monsiour –dijo-
- - ¿Si, por
qué?
- - Pues por
la música y por la hora que es…
- - Ah…
disculpá la falta de educación, pasá adelante, Margie…
- - Un
ratito solamente porque solo vine a invitarte
- - ¿Y eso?
- - Pues
quiero ir a la finca de mi tía a montar caballo y no quiero ir sola,
¿vamos?
- - Si
quisiera ir, lo único es que no he almorzado y en la tarde tengo entrenamiento
con el equipo de futbol a las 4, si fuéramos ¿a que horas regresaríamos?
- - Pues si
nos vamos ya, podríamos almorzar allá en la finca porque yo he preparado unos
panes con frijoles, crema y queso; regresaríamos a tiempo de tu entreno y hasta
yo podría ir a verlos entrenar, ¿nos vamos?
- ¡vamos
pues!
Solamente agarré una camiseta y nos encaminamos a la casa de ella a
agarrar su bolsa con sus cosas (y por supuesto para asegurarme que agarrara los
“panes”, chis) así como para decirle a su tía Tancho que ya se iba para la
finca. En camino a ese bonito lugar de la campiña guanaca allá la calle de la
colonia El Mico (casi llegando a la Solórzano), nos alcanzaron Edgar Clavel
(QEPD) y Walter Hernández quienes nos preguntaron que si nos podían acompañar;
Margarita me “cuestionó” con la mirada y de igual manera le respondí que
“estaba bien” así, aquellos se nos unieron en nuestra caminata. Contentos nos
fuimos los 4, ahí por la carretera a “Zanzíbar”, cantando al compás de la
canción “Knock Three Times” de Tony Orlando y su Grupo Down, que salía de la
grabadora de Walter (es decir, Margarita cantaba y nosotros 3 hacíamos la paja
“tarareando” como que si sabíamos la canción, je, je, je, je… ella si bien
clarito decía: “Girl what you’re doing down there… knock three times on the
ceiling if you want me; twice on the pipe if the answer is no….. I love you, I
love you”.).
Ya metidos en la calle polvosa rumbo a la finca, cabal pasando un cerco
con muchos palos grandes y frondosos de madre cacao, de laurel, de volador y de
otros que brindaban una amplia sombra a la cual se le unía una rica brisa de
aire puro y refrescante, Margarita nos pidió que fuéramos a cortarle unas
paternas que se alcanzaban a apreciar desde la calle y que colgaban de las
ramas de unos árboles que allá adentro proveían de sombra a los cafetos de esa
finca, mientras ella se sentaba a descansar sobre un pequeño engramado que se
reverdecía gracias a la humedad de un nacimiento de agua que cercano borbollaba
tranquilamente. Monsiour, vení -me dijo casi instantáneamente- por lo que,
accedí y aquellos se introdujeron al lugar aquel, saltándose el cerco. Ya a la
par de ella, me hizo la pregunta que sinceramente, ya me estaba extrañando que
no me la hubiese hecho antes:
-
¿Y El Tigre cuando va a venir?,
-
pues fíjate Margie que tengo varios días de no saber de aquel pues con
eso que su papá lo tiene estudiando “macizo”, ya no le queda tiempo de venir
por aquí y cuando yo he ido a visitarlo, si acaso tengo suerte y lo encuentro,
es para platicar solamente un ratito porque se tiene que ir a estudiar.
-
¿Y como es eso?, ¿a que hora estudia?,
-
lo que pasa es que, va al colegio en la mañana, en la tarde está
recibiendo clases de tenis en el “Círculo Deportivo” y de piano en su casa; en
la noche, va a clases de matemáticas; solo estudiando pasa el pobre y, como el
Embajador se dio cuenta que no iba muy bien en el colegio, ahora le pregunta y
le hace exámenes de sorpresa, ¡fíjate!
-
Pero ya va a salir de vacaciones, ¿verdad?
-
Pues, yo creo que si, aquí en el pueblo salimos pasado mañana viernes
pero no sé en el colegio de aquel…
-
¡Tiene que ser igual!
-
Me imagino que si; Oíme Margie, ¿y que no sabe aquel que vos estás aquí,
pues?
-
…si… este… pues se supone que nadie sabía que yo me vendría para
acá…pero… yo le avisé a él, solamente le dije a él que me iba a venir… ¿yo
pensé que vos ya sabías también, Monsiour?
-
Pues la verdad, Margie es que, no he platicado con aquel desde hace unas
dos semanas…
En eso, llegaron aquellos con unos ricos paternas y hasta unos pepetos y
nos pusimos a devorárnoslas rápidamente, camino a la finca de la niña Tanchito.
Una vez en la finca, don Chente (el guardador) salió a ponerse a las
órdenes de Margie; ella le ordenó que arreglara los caballos pues íbamos a
montarnos un rato; ¡si pero hay que comer primero!, dijo Walter, allá se ven
unos gajos de guineos majonchos ya maduros -dijo-, mientras apuntaba a un
tabanco dentro del cuartito de don Chente, y la Margie se puso a reir ante la
ocurrencia de aquel. No hay necesidad agregó ella, yo traje unos panes para
todos.
Después de darnos unas cuantas vueltas por la finca de la niña Tanchito,
allá en la parte adonde se cultivaba cocos y guineos de seda y en la cercanía
del río; dispusimos regresarnos al pueblo; eran como eso de las 3 de la tarde.
Al pasar por la Solórzano, ya había un gran cipoterío en la calle, pues por ser
los días anteriores a la Semana Santa, los despachaban temprano; muchos iban
con los cuadernos bajo el brazo o dentro de sus bolsones de tela, algunos iban
jugando “triqui-traca” (con esas bolas de caucho duro de colores chillantes,
colgando por un cordel) y otros iban simplemente corriendo y chunguiando a los
demás o chupándose una charamusca; nosotros seguimos de paso como si nada pero,
en eso observé como unos “babositos” se le quedaban viendo a la Margie con una
mirada de “lelo” que hasta la baba se les salía y otros, murmuraban piropos y
cosas así; nooombre, Chepito… ¡si eran “buzos” los bichos de esa escuela,
mano!
Finalmente apareció El Tigre por el pueblo, fue bien entrada la tarde
del viernes y aun traía el uniforme de su colegio cuando llegó a buscarme a la
casa.
- Mirá
Monsiour, ya está aquí la Margarita, ¿verdad?
- ¡Simón
Lucas! Y no ha preguntado por vos… ¡para nada, maje!
- ¿Cómo?,
¿de verdad?, ¿no jodás, man?
- De
plano man, es mas, a mi me viene a visitar cada día y nunca me ha dicho nada
acerca de vos, mucho menos preguntar por vos…
- Uta
papá… y yo que por tal de verla, hasta me vine sin decirle a mi papá,
arriesgándome a que me regañe cuando regrese a la casa…
- Pues,
todavía tenés tiempo de regresarte maje; apenas van a ser las 7, ¡creo que
todavía podés agarrar una camioneta, aunque sea la última!
- Uta
pero, yo quiero verla man…
- Pues
¿si querés te presto una foto de ella que me regaló un día de estos?
- Uta,
no me jodás hermano… no me digás eso… ¿que no ves como estoy de encu…mbrado de
ella?
- Si,
papá, yo lo sé y solamente te estoy jodiendo man, ella te está esperando desde
que llegó hace unos…
En eso estábamos cuando allá por el andén del convento, llegando a la
casa de don Atilio Martínez, vi que venía ella, caminando y “alumbrando” todo
el camino, con su gracia y belleza que contagiaba el ambiente… allá viene mirá
cul…ebrita –le dije-; mi hermano volteó a ver y de un solo se dejó ir a su
encuentro.
Por la última puerta de la casa de la niña Amanda Suncín, es decir,
cerca de la casa de las señoras de apellido Guerra, se juntaron y vi, como se
fusionaron en un abrazo fuerte, apasionado, esperado…
Y hasta aquí te voy a contar hoy Chepisque, ¿oiste? Es que quiero ir a
encumbrar una piscucha.
Cuidate mucho y saludame a tu querida familia.
Salú,
El Monsiour.
************************************************************
CAPITULO LI
Hola
Chepisque,
Fijate que
esa noche de viernes, ya no vi al Tigre y me fui a la procesión de vía crucis
adonde encontré unos cheros entre los que estaba Roberto “Guarolo”, Jorge
“Charamiza”, “El Negro” Cienfuegos, Checho Criollo y Meme “Pacún” quienes me
preguntaron por El Tigre;
-
Pues lo vi
hace unas horas allá por mi casa junto a Margie, la hija de don Roberto, ¿por
qué me preguntan?
-
Por eso,
precisamente, porque toda la semana hemos visto sola a esa mamacita y como
sabemos que aquel la anda taloneando…
-
No la anda
taloneando, ¡ya es novia de él –repliqué-
-
¡No jodás,
Monsiour!, ¿de verdad?
-
Simón, ya
son novios…
-
¿Y el maje
gringo que venía con ella?
-
Ya lo mandó
a la mi…sa y ahora anda con El Tigre,
-
Uta, que
bueno, está bien chula esa mamacita, ojalá no la vaya a ca…ntear aquel porque
ella si vale la pena…
-
Si, tienen
razón, ella vale la pena pero lo bueno es que aquel está bien agarrado de ella,
el me lo ha dicho de corazón.
Nada
extraordinario sucedió esa noche que tenga que contarte fíjate Chepito pero, al
día siguiente, llegó El Tigre a despedirse pues tenía miedo que su papá
estuviera enojado por no haber dormido en su casa ni haberle avisado que iría a
nuestro pueblo; total, que aquel se fue…
A primera
hora del Domingo de Ramos, mi abuelito (QEPD) llegó hasta mi cama a despertarme para
que fuéramos al monte a buscar ramas que colocaríamos sembradas en la acera de
la casa, como adorno para cuando pasara la procesión del Cristo triunfante. Al regresar
unas horas mas tarde y estar a media faena de abrir los hoyos para ensartar las
ramas, apareció El Tigre, bien tipería el baboso, con su pantalón jeans,
acampanado, color piel, una camisa manga larga color azul profundo y unos botines
ADOC 5000 con zipper al lado de afuera.
-
¡Ayúdame, vos!
-
No jodás,
maje, ¡yo no!
-
Uta papá, ¿Qué
no ves que me falta mucho?
-
Si…món pero,
a mí me vale…
-
¿Cómo que te
vale?
-
Pues si, ¿Qué
no ves como ando de chivo y que no me puedo ensuciar? Además, solo vine a
contarte que en la tarde vamos a ir a Atecozol con Margie y a preguntarte ¿si
querés ir con nosotros?
-
¿Y quien más
va a ir, solo nosotros 3?
-
No papá, yo
invité a unos cheros del colegio, ¿vamos?
-
¿Y en que
nos vamos a ir?
-
Estos cheros
tienen carro, papá…
-
Así, sí… ¡vamos!
Nos fuimos
esta tarde a Atecozol a pasarla bien chivo, allá estábamos en una cabaña que habíamos
rentado, jodiendo, bañándonos, escuchando la música que de la grabadora que
había llevado un chero del Tigre salía, era música de Santana, como: “No one to
depend on”, “Jingo”, Soul Sacrifice”; de CCR: “Down on the corner”, “Susie Q” y
de otros artistas como aquella: “Spill the wine”, Long cool woman”, etc. y
comiendo rica yuquita con una sabrosa minuta de tamarindo, cuando llegaron a la
cabaña los papás de Margie.
-
Margarita,
¡agarra tus cosas y nos vamos inmediatamente! (dijo doña Teresa, -su mamá-,
mientras su rostro daba muestras de no solamente su desaprobación ante lo que veía
sino que también de desprecio y quizás hasta asco).
-
Pero, Mami,
yo no me quiero ir todavía…
-
No te estoy
preguntando nada hija…
-
Mami…
-
Hija, hazle
caso a tu mamá (dijo con cierta severidad don Roberto),
-
Disculpe, don
Roberto… (intentó mediar El Tigre),
-
Usted, ¡ni,
se meta! (interrumpió doña Teresa), es más, ni nos hable, debería incluso desaparecer
de nuestra vista, deje en paz a mi hija, ¡por el amor a Dios!
-
Mami, ¡no
seas tan exagerada!
-
Y tú, hija,
a partir de este momento, tienes terminantemente prohibido venir a visitar a tu
tía Tanchi si no es que vienes con nosotros, es mas, quiero que sepas de una
vez que ya te arreglamos el pasaje para que te regreses a los Estados Unidos, lo
mas luego posible;
-
¡Pero no
puedes hacer eso, mami!
-
Claro que si
puedo, y ¡ya lo hice!, te regresarás pronto…
-
¿Y por qué,
por qué has hecho eso?
-
Por tu bien,
hija, ¡por tu bien!, ¡ vayámonos!
Margarita,
sonrojada por la vergüenza, empezó a agarrar sus cosas, se puso su pantalón
encima de su calzoneta que aún estaba mojada, asió su bolso y se colocó sus
lentes oscuros los que no lograban ocultar sus lágrimas que salían de sus
bellos ojos que ella colocó sobre la mirada atónita de mi querido hermanito, al
tiempo de alejarse del lugar, encaminándose al carro de sus padres, por medio
de aquella vereda de tierra húmeda entre las piedras que formaban ese caminito,
bajo la sombra de esos frondosos árboles del bello bosque, que inexorablemente,
se llevaba a Margarita, a esa persona que representaba la alegría, la
motivación, la esperanza hacia una felicidad y los deseos de vivir de mi
entrañable amigo/hermano, mientras este, visiblemente apenado y confundido,
solo atinaba a decir: ¡a la gran pu…ma, yo la quiero!, ¿Cuál es el problema?,
¡nadie la va a querer como yo!, ¿Por qué no lo entiende esa señora?, ¡ella no
sabe que yo estoy dispuesto a todo por Margie!, ¡ella tiene que escucharme!,
¡ella…!
El silencio
que por unos instantes reinó en se lugar, fue roto por un exabrupto que mi hermanito
lanzó de manera potente y desafiante contra los curiosos que sarcásticamente veían
y “gozaban” del espectáculo, hasta que le pedí que se calmara y casi a la
fuerza, me lo llevé para la parte mas lejana del bosque, allá por adonde está
la culebra de piedra, donde mi hermanito se desplomó en medio de un llanto
largo y tendido, tan profundo, real y revelador que hacía que mi garganta se
atorara y que en mi pecho se agolparan ímpetu que agitadamente querían salir
en busca de explicaciones, de respuestas a tan simples y sencillas preguntas: ¿Por
qué tiene que pasarle estas cosas a mi hermanito?, ¿Por qué no puede mi
hermanito tener el derecho a ser feliz?, ¿Por qué, por qué?
Corrió el
tiempo y no nos dimos cuenta que había pasado mas de 3 horas y que a esas
alturas, mucha gente había abandonado ya el parque y el lugar lucía solitario, regresamos a la cabaña que habíamos rentado y adonde creíamos que estaban
los cheros de El Tigre pero, la encontramos cerrada y sin nadie alrededor, por
lo que nos encaminamos al desvío para de ahí agarrar una camioneta que nos
llevara al pueblo. Llegamos al desvío adonde había mucha mas gente y cheros
conocidos del pueblo quienes también esperaban camioneta para irse, entre ellos
estaban German “Filo de Hacha” y Carlos “Lonly” Guevara quienes nos dijeron que
los cheros del Tigre nos andaban buscando por las piscinas y que al no
encontrarnos habían decidido irse para Zanzivar. En eso, vimos que venía Amilcar
Guevara en su pickup y quien al vernos, se detuvo y dejó que varios de los que estábamos
ahí, nos subiéramos y nos fuimos rumbo a nuestro pueblo.
Lo primero
que me dijo El Tigre que hiciéramos es que fuéramos a la casa de doña Tanchito
a ver si de suerte aun estaba ahí Margarita; así lo hicimos y al llegar a la
casa y tocar la puerta, salió el doctor a preguntar ¿que deseábamos?
-
Este, disculpe
doctor, ¿no está Margarita?, -preguntó El Tigre-
-
¡NO!
-
¿Y adonde se
encuentra, perdón?
-
Mire joven,
no sé, no me interesa, ni quiero seguir respondiendo a sus preguntas, ¡ váyanse!
-
Bueno,
muchas gracias doctor (dije),
-
Uta… que
viejo mas turbio (dijo El Tigre, sin darme tiempo de callarle), de plano que ya
la ca… ntea, como si nunca hubiera sido joven, como si nunca se hubiera
enamorado, bien se nota que se casó con doña Tancho solo por el pisto de ella,
viejo malo…
-
Shhh, ¡callate
Tigre!, ¡callate hombre! (decía yo, pero aquel, como que no me oía),
-
Es la
verdad, si toda la gente lo dice, ese viejo es malo, dice que es doctor pero
nunca cura a nadie, a nadie ayuda…
-
Callate
papá, no digás babosadas de las que te podés arrepentir…
Nos fuimos
para la casa de mis abuelos adonde, le dieron la noticia al Tigre que su papá había
hablado por teléfono (por medio de ANTEL) porque quería que El Tigre se
regresara a San Salvador. Ya es muy tarde y no me puedo ir (me dijo aquel) pero
le voy a ir a hablar, ¿vamos al telégrafo? -me dijo- y nos fuimos para allá.
Y a medio
camino hacia allá, te voy a dejar, ¿oíste Chepisque? es que, ya me entró la
gana de echarme un mango “twist”.
Salú,
El Monsiour.
****************************
Capítulo LII
Hola Chepe Toño,
¡Aquí estoy
nuevamente mirá pues!, contándote las últimas pasadas acerca de la existencia
de mi querido hermanito Tigre; las últimas pues, ya estamos llegando al final
de este recuento que he hecho y que guardo en mis archivos y en mi alma, como
testigo de unas experiencias llenas de fuertes sentimientos y profundas emociones
vividas en plena infancia-juventud por nosotros, unos cipotes típicos y comunes
de nuestra querida patria guanaca.
Fijate que esa
noche, nos fuimos rápidamente a ANTEL para que mi cherito pudiera hablar con el
Embajador, su papá. Llegamos y aquel pidió que le marcaran el número que
entregó al operador; al darle línea y estar mi hermanito al teléfono, noté que
la plática no era amena…
Aquel se despidió
con un: “buenas noches, papá” y con un frio semblante en su rostro, haciendo un
ademán con su cabeza, me indicó que nos fuéramos de ese lugar; caminamos unos
cuantos pasos en total silencio y al acercarnos al parque, vimos que estaban
unos cheros como esperándonos pues se nos cruzaron en el camino; eran: Paco
Zepeda, Richard Orantes, el “Chino” Soriano, Hernán Armas y otros, quienes nos
contaron que al día siguiente irían al lago de Coatepeque con unas amigas del
tercer ciclo, y querían invitarnos porque eran muchas más las hembras las que irían;
que planeaban irse a estar todo el día y pues, pensaban llevar una grabadora
para escuchar música, bailar y pasarla bien chévere allá, pero El Tigre
respondió: “quizás El Monsiour quiera ir porque yo, no puedo; ¡me tengo que regresar
a Zanzíbar temprano!”; y siguió caminando sin detenerse pero, también sin rumbo
(me pareció a mí) y solamente alcancé a decirle a aquellos: “ahí les voy a
avisar; ya voy a volver, espérenme” y me fui detrás de mi hermanito.
Lo alcancé ahí
por el quiosco de nuestro bello parque, le pregunté que le pasaba y me
respondió: ¡me regañó mi papá, porque le dijeron que ando molestando a Margie,
quiere que me regrese a la casa, lo peor es que me dijo que mañana vamos a
hablar sobre un plan que tiene para mí!, ¿el cual no sé qué será, Monsiour?
Al pasar por el
atrio de la iglesia, me pidió que lo dejara solo y subió las escaleras que están
ahí, enfrente del Colegio Santa Teresa. Hice como que me iba, pero ahí por la
casa donde estaba la “Cuadra de Banda”, di la vuelta, regresé y con mucho
cuidado, me acerqué subiendo las gradas enfrente del convento. Descubrí su silueta;
estaba sentado allá arriba, sobre el andén de la pequeña terraza que se forma a
la salida lateral pequeña de la iglesia que normalmente usa el cura cuando va hacia
el convento (la puerta cercana al altar mayor), viendo hacia el norte de
nuestra querida ciudad, viendo hacia el horizonte de esa noche oscura y
callada, pero en realidad, no creo que mi hermanito estaba viendo sino que
simplemente tenía su cara en esa dirección, sin ver, sin observar, sin sentir,
es decir, simplemente existiendo…
Me vio, no dijo
nada y dejó que me le acercara. Su rostro estaba compungido, su semblante
triste, mirada vacía y su pose, era la de un sonámbulo, la de un ser sin vida,
sin ánimo, sin ganas de vivir. Lo abracé, le dije algunas cosas y casi a la fuerza,
me lo llevé para la casa, adonde se acostó. Dispuse ya no salir más y también
me acosté.
Al llegarse el
nuevo día (que era el lunes santo), me despertaron las palabras de mi abuelito
(QEPD) quien me decía que ahí en la sala de la casa estaban uno amigos que me
buscaban; eran Richard y Hernán quienes estaban ahí para que nos fuéramos al
lago de Coatepeque. ¿Y El Tigre?, pregunté a mi abuelito, ¡se fue bien
temprano!, me dijo que no te despertara (respondió mi abuelito), que él te va a
contar después todo.
¿Puedo ir con mis
amigos a dar una vuelta? – le pregunté a mi abuelito-; si está bien, pero tené
cuidado hijo y no regresés de noche, vení temprano –dijo-. Agarré mi mochila, puse
unas cosas en ella y nos fuimos con Richard y Hernán hacia la gasolinera del desvío
a San Isidro, carretera al lago, adonde nos estaban esperando los otros cheros
y las cipotas, quienes no querían que las vieran en el pueblo que iban con nosotros,
en excursión, pues podrían ir a contarle a su mamá.
Pasamos bien chévere
todo el día ahí en ese bello paraje de nuestra “Tierra Linda”, en ese precioso
lago que no tiene nada que envidiar a ningún lago suizo ni de ningún otro lugar
del mundo pues, su belleza es única, es sinigual con su agua fresca y cristalina
de color azul profundo, con su isla colocada ahí con precisión y delicadeza, con su bello litoral lleno de flores y
colores, con su “corola” formada por las alturas de los montes que la coronan y
desde adonde se puede apreciar el extenso, bello y exuberante panorama; hasta
que, dispusimos encaminar el regreso a nuestro querido pueblo.
Llegué a casa y pregunté si
había regresado o hablado El Tigre, me respondieron que no. En la noche, me fui
a dar la vuelta al parque adonde estaban varios cheros, entre ellos: Mario
Castellanos, Nebo Membreño, mi primo, Jorgito Arévalo (QEPD), Edgard Clavel (QEPD),
Checho Criollo, Luis Menéndez, el “Chele” Larin, Quique “Gallo”, William
Alfaro, Jaime Sigüenza y otros quienes hablaban de organizar unos partidos de básquetbol
en esos días y buscaban jugadores; ¿querés jugar, Monsiour? (me preguntaron);
puya, ¡yo no soy bueno para el “básquet”! – respondí - pero ellos replicaron,
ni nosotros man pero lo importante es jugar y pasarla bien, ¡animate man! Va pues,
está bien, ¿y cuándo vamos a jugar?; vamos a empezar mañana –dijeron-.
Y así, de esta manera, sin
mucho espaviento, sin mucha publicidad, sin desparpajo, sin palabrerío, sin
politiquería, sin apoyo y sin participación de las “autoridades” locales, nacía
algo que a partir de las fiestas patronales de ese año, se convertiría en una tradición,
en algo que aún muchos años después seguiría siendo una actividad de mucha participación
por parte de la juventud de mi pueblo: “¡el torneo de básquetbol, local!”, en
efecto, así, de manera humilde y por iniciativa de valiosos y visionarios jóvenes,
entre los cuales destaca mi primo, Jorgito Arévalo (QEPD), tuvo su nacimiento
el torneo de básquetbol en nuestra querida ciudad.
Platicando estábamos,
cuando me sorprendí grandemente al ver acercarse al Tigre al grupo de cheros. Tenía
el semblante triste pero calmo, sereno…
-
¡hola Tigrito, ¿Cómo estás
hermano?!
-
Más o menos, Monsiour, más
o menos…
-
¿A qué hora llegaste,
adonde estabas?
-
Llegué como a las 4, estaba
en mi apartamento, no te busqué porque me contaron que andabas por el lago,
-
¿Y que te dijo tu papá?
-
Me dijo que había llegado
la mamá de Margie a exigirle que no me dejara acercármele a su hija, también me
dijo que la señora le contó que en estos días, se irían para los “Estamos
Sumidos” pues quería asegurarse que Margie, ya no volviera sola a la “Tierra
Linda”, mucho menos al pueblo y que así, Margie se dedicara a estudiar solamente…
-
Uta papá, ¡que yuca esa
señora!
-
Si man, lo peor es que no
he tenido ni chance de hablar con Margie para saber cómo está…
-
Ya te va a contactar ella,
Tigre…
-
No creo que pueda Monsiour,
¡por eso quiero pedirte un bolado!
-
¿Qué es?
-
Quiero que vayás a la casa
de Margie allá en Zanzíbar a darle una carta que he escrito para ella, ¡haceme
el bolado, papá!
-
Uta man, vos sí que solo en
mie…les de otras abejas me andás metiendo man…
-
Yo sé papá, por eso sos mi
querido hermano.
-
Está bien, voy a ir.
Nos encaminamos a echarnos
un espumoso en la “Batilandia” adonde mi cherito me dijo que en la mañana
llegaría a mi casa con la carta y con el pisto para el pasaje en camioneta; de
ahí, nos fuimos cada quien para su casa a dormir.
Y ahí te voy a seguir contando
otro día, ¿oíste, Chepisque?
Salú,
El Monsiour.
***************************
Capítulo LIII
Hola Chepe Anthony…
Pues fijate brother
que a la mañana siguiente, aquel llegó con la carta y con el pisto del bus para
que yo fuera a la casa de Margie en Zanzíbar; pero, camino al punto de las
camionetas, yo convencí a mi chero para que fuera conmigo. ¡Vamos y vos me
esperás cerca de la casa de ella, papá!, le dije (para acabar de convencerlo),
con lo que así, agarramos una camioneta de las “Ragua” en camino a la capital.
Nos bajamos en
Santa Tecla, ahí agarramos un bus de la 101 que nos llevó cerca de la colonia
San Francisco a donde vivía la familia de Margie, nos bajamos y nos fuimos
caminando cuando, al llegar a unas dos cuadras, vimos que por la poco
transitada calle se nos acercaba el “Land Cruiser” azul de don Roberto. Nos
quedamos quietos por un instante ocultos entre unos palos que adornaban los
andenes de esas casonas del lugar, pues no queríamos que nos descubrieran pero,
al acercársenos un poco más y ver que en él iban los dos señores junto a
Margarita, mi amigo saltó a la calle casi poniéndose a la par del carro pero,
don Roberto aceleró y no permitió otra cosa más que Margarita pudiera
únicamente voltear a ver a mi amigo y hacer un gesto de despedida con su mano,
mientras en su rostro se alcanzaba a ver… tristeza.
Mi amigo pretendió
seguir corriendo y ponerse a la par del carro, corrió, pero, no pudo ante la
velocidad del automóvil y se quedó a media calle, esperándome; cuando llegué a
su lado, me dijo que nos fuéramos rápido a una calle más concurrida para
agarrar un taxi que nos llevara al aeropuerto.
-
¿Al aeropuerto?
-
Si,
Monsiour…
-
Pero…
-
¿Qué
no ves que para allá van ellos?
-
Exactamente,
por eso te digo, y ellos no te van a dejar hablar con Margie…
-
¡Se
la llevan Monsiour! y si no voy al aeropuerto, no podré ver a Margie ahora, y
quien sabe hasta cuándo podré verla, man…
-
Pero
mirá Tigre, los papás de ella no te van a dejar que le hablés, vos sabés que no
te quieren ver ni en pintura papá…
-
Lo sé
pero yo tengo que ir a huevo a verla y hablarle papá, comprendé…
-
Bueno
pues, si es así, vamos.
Llegamos hasta
una calle transitada, afuera de la colonia, adonde finalmente pudimos agarrar
un taxi y nos encaminamos al aeropuerto que en esos tiempos el de Ilopango era
el único que teníamos en nuestra “Tierra Linda”. Después de varios minutos llegamos y de manera inmediata, mi amigo se
fue de lado a lado dentro del local, buscando a su amor. Ahí, cabal enfrente
del mostrador de la Pan-Am, estaban ellos y mi amigo, al ver a su amor, le
gritó y ella, volteó a ver y quiso salir en su encuentro pero, su mamá la
agarró de un brazo y la detuvo mientras don Roberto se acercó decididamente a
mi amigo y le dijo de manera amenazante: si te acercás a mi hija, te voy a
meter preso, voy a llamar a la policía y te voy a acusar de acoso, además,
acordate que yo tengo amigos en el gobierno y puedo causarle “problemas” al Embajador… andate, ¡dejá
en paz a mi hija!
-
Pero
don Roberto, ¡yo la quiero!
-
¡No
me importa!
-
Y
ella me quiere también…
-
¡No
es cierto, a ella solo la has atontado con las pendejadas que le has contado!
-
No,
don Roberto, estamos enamorados de verdad.
-
De
todas maneras, mirá quien sos vos, ella es hija de familia, vos ni siquiera
sabés quien es tu papá…
-
Mire
viejo hijuesesentamil pu…mas –dije yo-, ¿y usted que se cree, la gran mie…l
solo porque tiene pisto?
-
Vos
no te metás, Monsiour, si no querés terminar también en la cárcel –me dijo-
-
Pues
a mí no me da miedo eso, llame a la policía si quiere viejo cer… do –respondí-
-
¡Ay noooo!,
qué pena da esto de estar discutiendo con esta gentuza (dijo la señora Teresa,
mamá de Margarita, quien llegó atosigada al lugar), por el amor a Dios, déjennos
en paz, váyanse de aquí, dejen de molestarnos, ¡ubíquense!, ¿que no ven que
nosotros somos una familia respetable?
-
Mire
señora yo solo… (El Tigre)
-
¡Callate
de una vez! ¿Que no te das cuenta de la diferencia? Vos Tigre sos un muerto de
hambre, ¡dejá en paz a mi hija!, ¡buscate una de tu nivel, buscate una india
pata rajada!
-
Uta
que señora más ridícula… que idioteces más grandes las que dice… (dije yo)
-
¡Vaya!,
ya estoy cansado de este espectáculo bochornoso –dijo don Roberto- y volteó a
ver por todos lados, como en busca de algún uniformado…
-
¡Vámonos,
Monsiour! –me indicó El Tigre, quien se despidió de su amada con un ademán de
su mano.
Nos fuimos del
lugar bien tristes, El Tigre sollozaba y yo, bien enca… puchado a causa de la
actitud mezquina de esa gente. En realidad,
¡iba echando chispas! No podía creer que hubiése gente tan desalmada, tan
inhumana, tan desconsiderada (decía en voz alta), pero vos no te preocupés
Tigre, no le hagás caso a esos comentarios de esa gente engreída, no le pongás atención
a esas cosas de parte de gente que no te ayuda ni te ayudará nunca, le decía a
mi amigo, tratando de reanimarlo, tratando de ayudarle a recuperar no solamente
su estado de ánimo (que estaba por el suelo) sino que también su dignidad, su
orgullo. Aquel, no me respondía, no mediaba palabra, simplemente caminaba silente,
triste, cabizbajo. Salimos del aeropuerto, en camino al bulevar del Ejército –para
agarrar una de las 29 que nos llevaría hasta el monumento del Salvador Del
Mundo- aquel finalmente me dijo: mirá Monsiour…
-
¿Cuánto
costará el boleto de avión a los “Estamos Sumidos”?
-
Uta
papá, ¡yo no sé!, ¿Por qué me preguntás eso?
-
Es que
fíjate que estoy pensando en irme a vivir allá, man…
-
¿Qué pu…mas
estás diciendo, vos maje?
-
Si
hombre, fíjate que tengo un pisto por ahí que bien lo puedo ocupar para eso…
-
¿De
verdad?, ¿y adónde vas a caer allá?, ¿en la casa de la familia de Margie?, ¡semejante
baboso!
-
Pues,
ya estando allá me puedo conseguir un trabajito y conseguirme un lugar adonde
vivir
-
Vos sí
que de plano estás peor de lo que pensé, Tigre. No es tan fácil la cosa, papá;
pensá hombre, pensá, analizá, no te dejés ir por el encu…mbramiento que sentís
por Margie; si de verdad la querés, lo que tenés que hacer en estos momentos,
es dejarla en paz, dejá que haya tranquilidad en su familia, dejá que ella
recupere la confianza de sus papás, dale tiempo a que ella obtenga la certeza,
la reafirmación de que es lo que realmente quiere hacer, es decir, dale la
oportunidad que ella se reencuentre y si de verdad te quiere, si ella confirma
a su corazón que te ama, sobretodo que te adora y que está dispuesta a pelear y
defender sus sentimientos, entonces, verás que ella sola, te va a buscar y
su amor, demostrar…
-
Si,
para vos es bien fácil decirlo porque no estás en mi lugar…
-
Exactamente,
Tigre; por eso te lo digo sin prejuicios, sin ataduras y lo mejor, es que te lo
digo con la mejor intención de ayudarte, hermano; con la sola idea que
encontrés la felicidad, te lo aseguro…
-
Vaya pues,
Monsiour… está bien, ¿y que sugerís que haga, ahora en este momento que me está
llevando pumas?
-
Lo
que te acabo de decir, hermano: dejale a Dios que haga lo que vos no podés
hacer, dejá que sea él quien determine el camino que habrán que seguir. Entendé
hermano que uno solamente puede hacer algo -aunque sea poco- con lo que uno
puede controlar, sobre lo que uno tiene cierta jurisdicción, cierto “poder”,
cierto “dominio” pero, cuando se trata de sentimientos de otros y cosas así,
uno no puede hacer nada… acepta esta verdad y te sentirás mejor, ¡lo verás
hermano!
-
Uta y
si en eso, ¿ella decide olvidarse de mí?
-
Entonces,
Tigre, eso significaría que ella nunca te quiso, no te amó, ya no digamos que te hubiera adorado,
-
¡Ya ves,
pasmado, corro ese peligro!
-
¿Cuál
peligro?
-
El
peligro que ella ya no vuelva conmigo, que ya no quiera verme, que ya no quiera
saber de mí,
-
Si,
hermano, pero eso siempre será mejor que vivir en una relación llena de
“falsa” ilusión, como en una burbuja, en una mentira, la cual inevitablemente
llegará –tarde o temprano- a su fin y entonces, podría ser más doloroso para
ustedes dos y quizás para más personas…
-
¿Cómo
es eso?
-
Mirá
papá, imagínate que ustedes dos deciden ahorita seguir con su relación aun sin
el permiso y en contra del deseo de los papás de Margie, digamos que a causa de
eso, los papás se molesten con ella y deciden ya no permitirle que siga estudiando
y que, ella decida dejar su casa con lo que eso acelere la urgencia de formar
pareja con vos y con el tiempo, ustedes tienen hijos…
-
¡Uta eso
estaría bien ver… daderamente bueno, eso me gustaría mucho!
-
Sí,
pero digamos que en unos años y ya con hijos, vos no le podés dar a ellos todo lo
que necesitan y así empiezan los problemas entre Margie y vos, al punto que ella
se pone a pensar que fue un error no haberle hecho caso a sus papás y haber
entrado en esa relación con vos, pues con ellos ella tenía todo lo que quería y más y
ahora… ya no; entonces, ella empieza a reclamarte y con esos reclamos, te
empezás a sentir mal y los problemas se hacen más grandes y de repente, ella ya
no aguanta y decide pedirle perdón a sus papás para que le ayuden a ella y sus hijos; ellos aceptan cobijarla nuevamente junto a sus “nietos” pero, con la condición que te deje; ella te
deja, se lleva a tus hijos y vos te quedás “desnudo y con las manos en los
bolsillos”…
-
¡Eso nunca
va a pasar Monsiour, ella me quiere, estoy seguro!
-
Quizás
sea así, hermano ahora, pero, no sabés ciertamente si así va a ser siempre, por
eso te digo que le des tiempo, que le des espacio, que le des margen, verás que
si verdaderamente te quiere, entonces no tenés que tener miedo porque ella,
cuando solidifique su amor por vos, cuando esté segura y convencida que te ama
y que te adora, entonces… ¡volverá, hermano!
-
Vaya pues
Monsiour, te voy a hacer caso.
Decidimos irnos
en camino al bulevar del Ejército para agarra un bus de la 29 hasta la plaza
del Salvador del Mundo; llegamos a una parada del bus, agarramos uno y al pasar
ahí por el hospital militar, mucha gente se metió al bus y unos comentaban que había
habido una manifestación que había sido disuelta por parte del ejército y la policía
que llegaron tirando a mansalva a la concurrencia y que se temía que hubiera
muchos heridos y quizás hasta muertos.
Llegamos al
monumento, yo me bajé para agarrar un bus de la 101 rumbo a Tecla, mientras mi
amigo seguía rumbo al paseo Escalón para ir a su casa.
En Tecla estaba cuando
pasó don Víctor Esquivel (QEPD) en su pick up Toyota color rojo quien al verme,
se detuvo y me invitó a entrar en la cabina de su carro y sentarme en el
asiento a la par de él, rumbo a nuestra querida ciudad.
Y se me acabó la
peseta querido amigo por lo que, hasta aquí llegaré hoy, hay seguimos después
por favor saludame a tu querida esposa y dale un cariñoso abrazo a tus hijos.
Salú,
El Monsiour.
*************************
Capítulo LIV
Hola querido José Antonio,
Fijate que un día sábado El Tigre llegó a mi casa a
buscarme. Como no estaba ahí, aquel se dirigió al casino, adonde vio a Juan
“Chava” y Luis Rivas platicando; les preguntó a ellos sobre mí y cuando
aquellos estaban a punto de responderle que no me habían visto últimamente,
Alex Burgos le dijo que yo me había ido a Sonsonate. “Yo escuché aquel decirle
al “Chino” Soriano que iría a ver a una bicha que tiene allá porque hoy hay
baile” -dijo Alex-.
El Tigre se despidió de ellos y ahí por el parque esperó
que pasara una camioneta que fuera para Sonsonate; se montó en una “Inquietud”
y agarró camino hacia allá a buscarme.
Como aquel sabía adonde encontrarme, cabal llegó a la
casa de Richard en la colonia 14.
-
Uta papá, ¿qué
andás haciendo aquí? Le dijo Richard al nomás ver que El Tigre se asomó a la
puerta-
-
Este… ando
buscando al Mon… ¡aquí estás vos maje vago!- dijo al verme-
-
Si… món, papá ¿y
qué te pasa?
-
Uta, man, vení
–me dijo- al tiempo de hacer un gesto con su brazo y cabeza para que saliera al
pasaje…
-
¿Qué fue, vos?
-
Uta, Monsiour,
¡fíjate que no sé qué hacer!
-
Hace, ¡pipí,
maje! (le dije, mientras me ca…ía de la risa)…
-
¡No sea bayunco,
cer…do!, te quiero contar algo que es bien serio,
-
Disculpá man,
¿Qué onda?
-
Fijate que mi papá
habló conmigo anoche para decirme que la cosa se está poniendo yuca aquí, que
le han amenazado y que le han dicho que mejor se vaya del país…
-
Uta, ¿y eso por
qué?
-
Pues, vos ya
sabés que la cosa está jodida con eso de las huelgas, las tomas de las radios,
es decir, ¡las protestas del pueblo ante las injusticias pues!
-
Si pero, ¿y eso
que tiene que ver con tu papá?
-
Pues la babosada
es que, un grupo de gente se fue a meter a la embajada a pedir asilo político
por temer por sus vidas, ya que dicen ser perseguidos por el gobierno y, como
mi papá tiene que respetar el derecho concedido por la convención Ginebra de
las Naciones Unidas para los derechos humanos de la gente pues, les permitió
que se quedaran ahí, pero resulta que ahora seguido le hablan por teléfono de
manera anónima, donde le acusan de comunista, de apoyar a los “rebeldes” y le
amenazan por lo que le dicen que mas le vale que se vaya del país… así pues mi
papá ha pensado en pedir que lo trasladen a otro país, fíjate,
-
Uta papá, eso si
que es serio, está jodido el bolado,
-
Y lo peor,
Monsiour, es que el me pidió anoche que tome una decisión…
-
¿Decisión sobre
qué?
-
¡Bien se ve que
sos pen… sá, maje! Decisión sobre que quiero hacer, ¡irme con él o quedarme
aquí!
-
Ah, pues
explícame cul…to amigo, ya que yo no sé de esos bolados…
-
Tenés razón,
“piña”, discúlpame; mirá y ¿Cuándo te vas a regresar al pueblo?
-
Pues, yo pensaba
irme mañana, ¿por qué?
-
Pues porque
quería platicar con vos.
-
Pues mañana en la
tarde puedo llegar a tu apartamento, ¿está bien?
-
Si… mon,
“mamaíta”, ahí te voy a estar esperando.
-
Vaya pues,
“andate adelante” y te bañás, ¿oíste?, je, je, je,je….
-
Vos “come
mercury”, “hijo de pontiac”, ja, ja…ja, ja…ja, ja…ja, ja… ja…
-
Ah… ¡y te vas por
la sombra, ¿oíste?!
Y aquel cherito mío se fue, de regreso para nuestro
pueblo, mientras yo, me quedaba para pasar una velada en esa ciudad cocotera de
Sonsonate, esperando que esta velada fuera una bella experiencia más, como las
otras vividas anteriormente ahí en ese lugar, en medio de gente linda y
fraternal.
Al día siguiente, al nomás llegar al pueblo fui a buscar
al Tigre. Aquel estaba leyendo y descansando plácidamente en una silla que
había puesto en el balcón de su apartamento.
“Fijate que hablé por teléfono con mi papá esta mañana,
Monsiour”. “Y me dijo que tenía que tomar una decisión rápidamente porque su
esposa está muy temerosa y le ha pedido que se vayan de regreso a España lo más
pronto posible, aunque el gobierno español no le asigne a otro lugar; así es
que, aquí estoy que no sé que hacer, ¿y vos que me sugerís?”.
Pues yo, sinceramente, lo que creo que es lo mejor para
vos es que te vayás con ellos, es decir, que te vayás con tu familia para
España, así como debe ser, en familia.
¡Si, eso es lo mismo que yo estaba pensando! Porque aquí,
se va a poner peor la cosa y ya no se va a poder ni estudiar, según, lo que
dice mi papá. Mañana le voy a responder que me voy a ir con ellos.
Se corrieron unos días y no supe del Tigre hasta que una
mañana que yo estaba en el desvío pidiendo jalón para “Zanzíbar”, aquel me
gritó desde una camioneta de “La Mi Negra”: ¡Monsiour… esperame ahí, no te
vayas a ir!”
Yo, decidí subir el desvío y allá por el taller de
Renderos, me encontré con aquel que venía hacia abajo.
-
¿Qué onda, “Mariposita”?,
¿Qué hacés aquí? -le pregunté-
-
Uta Monsiour, fíjate
¡que está bien jodida la situación!
-
¿Y eso?
-
Pues fíjate que
le aceptaron el traslado a mi papá…
-
Eso está ver…de,
¿no? (le interrumpí),
-
No papá, está
jodido, está mal la babosada…
-
Pero, ¿qué no es
eso lo que él quería?
-
Si, él quería un
traslado pero fíjate que lo mandaron a la quinta m…ansión…
-
¿Adónde lo
mandaron, vos?
-
A un país hijuelbuche
llamado Omán ¡que ni siquiera sé adonde pu…mas está, man!
-
Pues, buscá en el
mapamundi, pen…sante amigo…
-
Ese no es el
problema baboso, el asunto es que, ese país mie…loso está muy lejos y si me voy
para allá, ya no voy a tener chance de ver a Margie, man, ¡agarrá la onda!
-
Uta, Tigre, ¡tenés
razón,brother!
-
¿Ya ves?
-
Si papá, ¿y qué
pensás hacer?
-
Pues, le voy a
decir a mi papá que mejor me voy a quedar a estudiar aquí y que si él quiere
seguirme ayudando, que lo haga desde allá...
-
¿Y si no quiere o
no puede?
-
¿Por qué decís
eso?
-
Pues, porque me
imagino que ha de ser problemático mandarte ayuda desde ese país que ni siquiera
sabemos adónde queda, man…
-
De verdad, tenés
razón. Pero yo, no me voy, ¡definitivamente que no!, una cosa es España pero
ese Omán, ¡está jodido!
-
Bueno, pensalo
bien, Tigre
-
Yo, ya lo pensé.
¡No me voy a ir! Y hablando de otra cosa, ¿para adonde ibas vos?
-
Iba a la tienda “Escalante’
a comprarme una camisa, ¿vamos?
-
Vamos pues, te
voy a hacer gallo.
Y nos fuimos para abajo nuevamente, al desvío del pueblo
a pedir jalón hacia Zanzíbar…
Y ahí en la siguiente ocasión te voy a contar como le fue
al Tigre, ¿oíste Chepitorio?
Vaya pues, saludame a la Dinorita y a los bichos y vos,
dejá de chupar man, ¡mejor comprate ropa!
Salú,
El Monsiour.
*******************************
Capítulo LV
Chepe Antonio,
Te cuento que unas semanas más tarde desde la última
vez que había visto al Tigre, aquel llegó de repente a mi casa, una mañana de miércoles,
a contarme que el Embajador y su demás familia se había ido del país, dejándole
al Tigre, quien había decidido quedarse y “hacerle huevo” -como me dijo aquel-.
Fíjate que mi papá me dejó una cuenta en el banco con
un pisto que bien me alcanza para terminar el año en el colegio y para mucho
más pero yo estoy pensando en otro bolado…
- ¿En qué, vos?
- Pues, quizás mejor
voy a usar ese pisto en otra cosa,
- ¿Vas a poner
un negocio?
- No, papá… no
es para eso…
- ¿Entonces?
- Mirá, lo que
pienso hacer es aprovechar que aún me sirve la visa para ir a los “Estamos
Sumidos” y con ese pisto, comprar el boleto e incluso hasta quizás alquilar un
apartamento pequeño para vivir allá unos días hasta que consiga un trabajo,
- ¿Qué creés, vos?
- ¡Creo que
estás más loco que una cabra!, ¿Cómo se te ocurre eso?, ¿Creés que rapidito vas
a encontrar trabajo?, ¿Y de qué vas a trabajar, Tigre?, acordate que vos no
sabés hacer otra cosa más que pantalones, ¿de eso vas a trabajar allá?, ¿Creés
que eso te dará suficiente para mantenerte?....
- Uta, Monsiour…
¡vos como si fueras mi tata!, ¡cómo me regañás, man!
- Si, Tigre,
porque realmente me preocupo por vos, es que te quiero como mi hermano que sos,
baboso, ya que vos no pensás bien, vos está loco y para acabar de joder…
¡encu…mbrado!
- Si, man, te
agradezco pero ponete en mi lugar un ratito,
- Lo hago Tigre,
¡creéme! Y por eso, te hago ver esas cosas que vos no querés ver ni aceptar.
- Bueno, la
verdad Monsiour es que, yo ya arreglé todo y… solo he venido a despedirme de
vos y tu familia porque… ¡¡¡me voy el lunes de la próxima semana!!!
- ¿¿¿Qué
decís???
- Si Monsiour,
me he puesto de acuerdo con un chero de Zanzíbar, un compañero del colegio
quien tiene unos tíos y primos en Miami y dice que ahí podemos caer, estarnos
unos días y después irnos a otro lugar…
- Uta Tigre, me
has dejado con la boca abierta, ¡no sé qué decir!
- Mirá Monsiour,
entendé que aquí está bien jodida la cosa, los escuadrones de la muerte no
respetan a nadie, mucho menos a los jóvenes y estudiantes, matan a quien exprese
algo en contra del gobierno y no tienen reparo en matar en las escuelas,
iglesias, canchas de futbol, en hospitales, fin, no estamos a salvo en ningún
lugar y en las noches se meten a las casas a robar, a violar y asesinar; ¡ya no
se puede vivir aquí!
- Bueno, si en
eso tenés razón, pero, si Margie no está en Miami, ¿Por qué te vas para ahí?
- Es que quiero
aprovechar que este chero también se quiere ir y como él tiene familiares ahí…
- ¿Y ya te
pusiste a pensar en que les vas a decir a los “agentes” en el aeropuerto?
- ¡TENES RAZON,
MONSIOUR!, No me había puesto a pensar en eso…
- Si, papá
acordate que esos “encubiertos” trabajan para el gobierno y si no les parecen
las razones que vos les des para querer salir del país, te pueden agarrar ahí
mismo…
- Uta papá,
tengo que avisarle a mi chero que ya no me voy a ir, ¿vamos al ANTEL?
- ¡vamos!
Después de haber hablado (y peleado) por teléfono con
su chero, El Tigre se me quedó viendo con mirada perdida. Yo comprendí que eso
era debido a que ahora, mi hermanito no tenía dirección, ni idea y quizás ni
esperanza acerca de lo que vendría ahora a su vida o sobre que sería lo que
haría pues, al cancelar su viaje a Miami, no solamente se cerraba esa
posibilidad, sino que también se perdía el dinero que aquel había invertido en
el boleto y otros arreglos como el tiempo que aquel había dedicado a preparar
este viaje e incluso se anublaba la posibilidad de acercarse un poco a su amada
y lo peor, era que ahora habría que replantarse la existencia en estas
condiciones solitarias ahí, en esa época tan jodida en nuestro pueblo, pues, ya
no contaba con la presencia física de su papá, el Embajador…
Intuyendo lo devastador que de seguro mi hermanito
tenía su interior le invité a que fuéramos a caminar allá por la posa de
Tiguaya, con el propósito de tranquilizarlo y hacerlo sentir que no estaba
solo, que me tenía a mí; aunque al principio no quería ir, al final aceptó y
hacia allá nos fuimos. En el camino, alcanzamos a unas amigas del tercer ciclo
quienes iban de regreso a sus casas, después de la jornada educativa, al
preguntarnos ellas hacia donde nos encaminábamos nosotros, las invité a que nos
acompañaran a la posa y ellas respondieron que tal vez nos caerían más tarde,
después de llegar a su casa almorzar.
Ya una vez por allá cerca de la posa, se me ocurrió
preguntarle al Tigre:
- ¿Qué había pensado hacer con las cosas que tenía en
su apartamento?; aquel, después de sobresaltarse y de quedarse atónito, con la
boca abierta y con los ojos de venado sorprendido a media noche con la luz de
la lámpara de un cazador, se me quedó fijamente viendo hasta contestarme:
- ¡Fijate que no me había puesto a pensar en eso,
Monsiour!
- ¿Cómo qué no?, ¿Y qué pensabas hacer?
- pues la verdad, nada; iba a dejar todo ahí…
- ¿Y ya le dijiste a la dueña que te vas a los
“Estamos Sumidos”?
- ¡No, no le he dicho nada!
- Puya Tigre vos sí que de plano sos ¡pen…sador en
grande!
- No papá, lo que pasa es que pensaba dejarle pagado
varios meses…
- ¿Si?, ¿Cuántos meses?, ¿y si te quedabas más tiempo
del pensado allá en los “Estamos Sumidos”?, ¿y si metían los ladrones a tu
apartamento y te robaban todo?
- Uta Monsiour, ¡ya estuvo hermano, dejá de joderme!
- No es que te esté jodiendo, Tigre, solamente quiero
que pongás atención todo esto…
- Si, tenés razón… ¡lo voy a pensar más detenidamente!
Me dijo y sin mediar más palabra alguna, me empujó al agua el muy cab…allo
loco; yo caí como sapote a la posa y a la cólera inicial que sentí allá adentro
al sentirme todo mojado y ahuevado, se le sumó una carcajada grande cuando vi
que aquel baboso, se lanzaba con perfecto estilo nadador al río con todo y ropa…
Encaramados en los palos de guayabas de la finca de
don Juan Galán estábamos, disfrutando de aquellas ricuras, cuando llegaron
aquellas bichas que habíamos invitado a la posa; traían unas bolsas de plástico
con mango verde y con hojas de jocote aderezados con limón y sal. Nos invitaron
a intercambiar frutas; ¡no le dijeron a un sordo! Pues nosotros, inmediatamente
nos bajamos y encima de unas piedras grandotas a la par del río, nos pusimos a
comer esas delicias que nuestra amada “Tierra Linda” nos ofrece y que en esos
tiempos, eran gratis, no como ahora, ¡fijate Chepito!
El sol brillaba intensamente, la tarde se revestía de
magia y color y el ambiente era casi solemne con el chis, chis de la corriente
del río como único sonido a esa hora que tal parece es la preferida por la
fauna guanaca “para tomar su siesta”.
Un sopor rico y sensual se hizo presente en nuestras
humanidades, casi coincidentemente, una de esas dos cipotas y yo, nos
encaminamos a un paraje del lugar, rodeado de vegetación y flores silvestres, bajo
la sombra de unos palos copinoles y con una superficie de zacate seco y acolchonado
que ofrecía un espacio propicio para estar tranquilo, leyendo, oyendo música o
simplemente descansando, en este caso, se me ocurrió adecuado para platicar con
aquella amiga; y así lo hicimos. Nos embarcamos en una amena, rica, interesante
e inteligente tertulia con aquella cherita quien mostraba mucho interés en
conocer, en saber, mi punto de vista sobre varios tópicos que iban encaminados todos,
a la situación política de la actualidad en nuestra “Tierra Linda” mas directamente en nuestro querido pueblo.
En un momento de nuestra amena e interesante conversación,
se me ocurrió ver el reloj y notar que se nos había ido la tarde pues habían
pasado varias horas desde que llegamos al lugar; no lo habíamos notado ni ella
ni yo pues la conversación era muy rica, muy entretenida y ella –creo-
disfrutaba de mi presencia (por supuesto, yo también gozaba de la de ella) y
así al llegarse el ocaso de la tarde y ver que la presencia del dios solar disminuía
aceleradamente, decidimos ir en busca de nuestros amigos quienes, metidos en el
río, aparentemente tampoco habían sentido el pasar del tiempo y no habían notado
que las sombras de los árboles eran ya dueñas de casi todo el territorio y que,
los cánticos de las aves nocturnas se acrecentaban poco a poco, pero
inevitablemente…
Nos recibieron bien casualmente, y sin mucha atención nos
respondieron, saliéndose del río y secándose la cabeza y otras partes de su
cuerpo con una toalla color verde de una de estas amigas pues, sus cuerpos no podían
ser secados, ya que estos estaban cubiertos con la ropa saturada de agua.
Los cuatro nos encaminamos rumbo al pueblo y al pasar
por la línea del tren, las cipotas tomaron otro rumbo, para que nos vean juntos
al pasar por esta calle para que la gente “chambrosa” no le vayan a llegar con
el chambre a nuestras mamás –nos dijeron-; nos despedimos ahí con un abrazo y
con la promesa de volver a ese lugar para seguir platicando.
Lástima que esa promesa… ¡ya no la pudimos cumplir! Ahí
te voy a contar por qué, ¿oíste, tremendo Chepisque?
Y ya me voy, brotherman, porque tengo que aporrear
unos sacos de frijol, por favor saludame a la Dinorita y a tus “bichitos” con
un abrazo.
Salú,
El Monsiour
**************************************
Capítulo LVI
José
Antonio (¡que serio, ¿vea?!),
Fijate papá
que El Tigre se quedó a dormir esa noche en la casa de mis abuelitos (QEPD);
pero antes, con un poco de miedo fuimos al parque a pesar de la sugerencia de
mi abuelita Paquita que no lo hiciéramos. La verdad es que para la mayoría de
jóvenes, aunque conscientes que nada debíamos, por lo que nada temíamos; las
noches en el parque de nuestro pueblo, ya no eran tan concurridas y solamente
unos cuantos “valorudos” nos atrevíamos a estar en ese ámbito que por más que
alguien quisiera alegrar, se revestía de tristeza, de temor y hasta angustia
porque había incertidumbre acerca de lo que podía suceder más tarde, y
despertarse con alguna mala noticia, como ya se estaba haciendo costumbre en el
pueblo.
Sentados en
la bancas del atrio de la iglesia, cabal enfrente del parque a un costado de
las gradas principales estábamos –temprano como a eso de las 9- platicando con Milton
“Pocholo”, Jorge “Charamiza”, Mario “Pepino”, “El Chele” Larín, mientras otros estaban
en el billar de don “Tebita” (QEPD) y otros en el parque; al ratito, Charamiza,
Pocholo y Pepino se despidieron de nosotros pues tenían que regresar temprano a
sus casa -dijeron- mientras el Chele, el Tigre y yo nos quedamos tertuliando y
escuchando música de una pequeña grabadora, cuando a eso de las 10, de manera
sorpresiva llegaron dos camiones llenos de soldados; aparecieron allá por el
comedor de la niña Orbe, el primero cruzó hacia la izquierda y se detuvo cabal enfrente del casino que estaba a
la par de la farmacia del doctor Lazo (QEPD) y el otro se fue recto, pasando
por la alcaldía y cruzando a la izquierda en la esquina de la tienda “Casa
Susana” y la refresquería de mi tía Lina Arévalo, para detenerse en medio del
cine Rey y del billar de don Esteban. Con el ruido que los soldados hacían al
bajar de los camiones y entrar a ambos casinos a “catear” a los ahí presente, volteamos
a ver y a pesar de sabernos “inocentes” y salvos de cualquier delito, yo sentí un
horrible escalofrío que súbitamente recorrió por mi espina dorsal y, después de
la parálisis inicial que me invadió el cuerpo, una fuerte carga de adrenalina
me dio la suficiente energía e impulso para emprender una tremenda corrida
despavorida detrás del Chele y del Tigre que ya me habían sacado unos cuantos
metros de ventaja a través del zacate del atrio de la iglesia, rumbo al oriente
del pueblo, es decir, en dirección de nuestras casas; al llegar a la esquina
del convento, (en vez de seguir recto hacia la casa de mis abuelitos), sin
pensarlo y simplemente dejándonos guiar por el instinto de conservación,
cruzamos a la izquierda, pasamos bien barajustados por la casa de don Julio Rodríguez
(enfrente de la casa de doña Consuelo Garay) y al llegar a la esquina de la
casa de don Pedro Cuellar (QEPD), cruzamos a la derecha, llegamos a la casa del
Chele quien de manera rápida y efectiva, le quitó llave a la puerta de su
cuarto y nos metimos los 3 de un solo; apagamos la luz y nos quedamos en
silencio, tratando de escuchar para ver que sucedía allá afuera en la calle,
mientras mi corazón palpitaba tan fuerte al punto que se me cortaba la respiración
y sentía como que este, se me quería salir de su caja torácica…
Pasamos esa noche ahí y
a primera hora, el Tigre y yo, nos encaminamos a la casa, nos saltamos el
tapial del patio, nos metimos a mi cuarto y nos pusimos a descansar por unas horas,
hasta que nos despertamos y después de desayunar, fuimos a indagar que había
sucedido al final, en la noche anterior. Nadie nos dio razones, todos hacían mutis
dando la idea que simplemente no había sucedido nada relevante o que tenían miedo
de contar.
Un día de esos, no fuimos a
clases, en cambio, el Tigre y yo, nos fuimos a Zanzíbar a dar la vuelta, a
vagar…
Regresamos al pueblo en
la tarde y al bajarnos de la “Balsameña”, una gran amiga de nosotros (QEPD), que
estaba sentada en un banco del parque, se nos acercó disimuladamente y nos
pidió que le invitáramos a comer pupusas a la pupusería que estaba en la
esquina enfrente del parque, de la iglesia y del billar de don Tanis (QEPD). Ante
la insistencia de ella, aceptamos y para ese lugar nos fuimos; llegamos y ella
le pidió a la dueña del negocio que nos permitiera entrar hasta adentro, es
decir, hasta el corredor para cenar.
-
Disculpen tanto
misterio –nos dijo ella, para comenzar la plática-, lo que les voy a decir
quiero que no se lo cuenten a nadie y quiero que por favor, me hagan caso,
quiero que hagan lo que les voy a pedir, ¿oyeron?
-
Este… depende –dije
yo-
-
¡No! No hay
espacio para eso, me tienen que prometer que van a hacer lo que les pido…
-
Pero no podemos
prometer a ciegas –dijo el Tigre-
-
Pues van a tener
que hacerlo, ¡no tienen de otra! (aseveró nuestra amiga).
-
¿Cómo es eso?, nosotros
no tenemos que prometerte nada, nosotros no hemos hecho nada…
-
¡eso, yo lo sé,
Monsiour!
-
¿Entonces?
(interrumpió el Tigre)
-
Mirá Tigre, vos
sos el más interesado en prometerme que me vas a hacer caso porque a vos te
conviene más que al Monsiour, es más, ya no hay tiempo de discutir; ustedes
tienen que hacerme caso y punto, ¿de acuerdo?
-
Está bien pues…(el
Tigre)
-
¿Y vos,
Monsiour?
-
Si, está bien,
contanos,
-
Vaya pues, así
está el bolado: fíjense que a mí me han contado de buena fuente que ustedes dos
están en la lista para ser “eliminados”…
-
¿Quéeee? (ambos,
el Tigre y yo, al unísono)
-
¡SI!, yo tengo
unos “conectes” que me lo han confirmado…
-
¡Puta… pero
nosotros no estamos metidos en nada!, ¡nosotros no hemos hecho nada malo!
-
¡Eso no importa!,
ustedes dos están en esa lista que viene desde “arriba” y otras personas que
también están en la “lista”, ya no están vivos, porque los fueron a sacar a sus
casa y los “desaparecieron”, por eso es que yo sé que es cierto lo que les digo
y por eso, les pido que se vayan del pueblo o por lo menos, que no salgan en
las noches, ¡háganme caso!
-
Mirá, pero vos
sabés que nosotros no estamos metidos en nada; ¿por qué no les decís eso a
ellos?, ¿Por qué no les explicás que nos conocés y….
-
No se puede
Monsiour, porque mi “conecte” es local, no es de “arriba” y no puede hacer
nada, es más, si dice o trata algo, hasta a él le puede ir mal, estos no andan
con babosadas, ¡estos matan, Monsiour!, entendé papá…
-
Si, tenés razón…
-
Uta, ¿y entonces
que nos sugerís, que nos vayamos del pueblo?
-
¡Eso sería lo
mejor!, ¿tienen adónde irse?
-
¡Yo sí! –dijo el
Tigre-, tengo unos cheros en la "capi" que tal vez me pueden dar donde quedarme a
dormir unos días.
-
¡Pues ándate,
Tigre!
-
Sí, creo que eso
haré, pero ahora ya es muy tarde, iré mañana.
En eso estábamos cuando
llegó Samuel Alvarado (el niño de ANTEL), preguntando por el Tigre porque mi
hermanito tenía una llamada de teléfono desde el “extranjero”.
¡Ha de ser mi papá!
(dijo el Tigre) y me pidió que lo acompañara; nos fuimos para ANTEL (que en esa
época era nuestro, es decir, era salvadoreño, antes que lo privatizaran y lo
vendieran a compañías extranjeras) a responder la llamada; cuando el “operador”
finalmente logró línea y mi hermanito se agarró el teléfono, vi como aquel
cambió su semblante que primeramente era de expectativa y hasta de ansiedad y
que ahora era de asombro, incredulidad y quizás… alegría.
Mientras aquel hablaba
por teléfono, yo lo veía muy entretenido, muy entusiasmado, muy motivado, muy…
¡convencido!
Al colgar y acercárseme,
vi que sus ojos estaba iluminados, encendidos, brillantes, alegres… no era para
menos…
-
¡era mi Margie! Me
dijo, ¡era mi amor, Monsiour!
-
Qué bueno Tigre ¿y
que te dijo?
-
Me dijo que ya
no aguanta más, ¡qué quiere que me vaya!
-
Eso está bueno,
papá, ¿y adonde está ella?, ¿adónde quiere que te vayás?
-
Pues me dijo que
está en San Francisco, con una tía…
-
Ah, ahí si está
bien, mirá Tigre, ahí sí creo que va a ser más fácil porque acordate que ahí,
hay mucha gente del pueblo, fíjate que hasta unas tías lejanas tengo ahí que ojalá
pudieran ayudarte…
-
Si, Monsiour, es
cierto; mañana voy a empezar a “arreglar” todo.
Al salir de ANTEL, cabal
ahí mismo en la acera, estaba nuestra amiga quien nos “ordenó” que esa noche, durmiéramos
en casa de mis abuelos; ¡no vayas a dormir a tu apartamento, Tigre!, haceme
caso, ¿oíste? Aquel asintió y nos fuimos a la casa de mis abuelitos; después de
ver televisión por un rato y de leer algunos libros, nos dormimos.
Al alba del día
siguiente, un intempestivo murmurar afuera de la casa, en la calle, nos hizo
despertar; al salir, escuchamos a una señora decir que en la puerta del departamento
del Tigre, habían pintado una manos negras la noche anterior y que, algunos
vecinos decían que como a eso de las 2 de la mañana, habían visto a unos
hombres vestidos de negro, con la cara cubierta y muy armados, que habían
llegado a meterse al lugar, como buscando a alguien…
Y también se oyeron muchos
disparos allá en la lejanía, unos señores que iban a trabajar dijeron que allá
por la calle del estadio, habían llegado a catear unas casas y que se “llevaron
a unas personas”, incluyendo a unos cipotas del tercer ciclo.
No sospechamos en ese
instante lo que en efecto después confirmamos: se habían “llevado” a aquellas
dos cipotas que unos días atrás nos habían acompañado a bañarnos en la poza de
Tiguaya del río San Eugenio, las que nunca jamás fueron vistas de nuevo.
Y así, con esta tristeza
que aún muchos años después siento en mi pecho, al recordar esos horripilantes
actos bestiales de esos “animales” que tanto dolor causaron a nuestra gente, me
despido hoy querido hermanito Chepito, con la esperanza que nosotros/as los/as
de una u otra manera sobrevivimos esas horribles situaciones, nos esforcemos
para comentar estos hechos con la idea de no perder nuestra memoria histórica y
de esta manera, no permitir que esa terrible y estúpida guerra fratricida a la
que nos empujaron… ¡no sé repita jamás!
Un abrazo para vos y los
tuyos.
Salú,
El Monsiour.
****************************************************************
- ¡Es
mía Monsiour!, ¿te acordás que te conté que me la compró mi papá?...
- este
si, pero, ¡yo pensé que era paja tuya!,
- ¡Ja! ¡pues
ya ves que no! esta mañana me levanté temprano y me fui a traerla.
- Mirá
Tigre y ¿siempre vamos a ir?,
- si
hombre!, si por eso vengo, ¿y vos ya estás listo?,
- si
man (le respondí),
- bueno,
dejemos mi bicicleta en tu casa y nos vamos en tren, ¿oíste?,
- ¿en
tren?,
- ¡si
hombre!, el tren pasa por aquí a eso de las 3 y estaremos llegando allá por el Sitio del Niño
como a las 4, desde adonde podemos tomar una camioneta o pedir “raid”... ¡vámonos!
Tomamos el tren y nos fuimos bien contentos, entre la gente que venía de lugares del rumbo del lado de Sonsonate como Caluco, Los Lagartos o quizás desde Acajutla, con rumbo a la capital y que traían sus maritates, canastos, matatas y sacos con fruta, cereales, pescado y otras vainas. Se notaba que mas de algún cristiano venía ya un poco "alegre" y las señoras, agarraban a sus bichos para que no se fueran a salir por las ventanas de los carros siendo jalados por la maquinota aquella que comía y comía kilómetros y kilómetros entre el bello paraje guanaco lleno de vivos colores de los que sobresalía el verde de la floresta; paraje que se interrumpía por pequeños riachuelos que regaban esas benditas tierras y los cuales, se presentaban plenos con algunos cipotes bañándose, jugando y disfrutando -entre los cheros- de esos juegos tan característicos nuestros como los de hacer "apuestas" a ver quien se tiraba al río desde el punto mas alto, o quien nadaba mas rápido o quien aguantaba mas la respiración debajo del agua, etc. y que, sin duda alguna, quedarían a partir de esos instantes, en la memoria de ellos, como prueba de una amistad que se solidificaba con la humildad, con la sinceridad, con la sencillez y bondad tan propia de nuestra gente...
Llegamos un poco entrada la noche a Quezaltepeque, resulta que en el tren nos dijeron que nos saldría mejor irnos hasta Nejapa y tomar una camioneta de ahí pues, de El Sitio del Niño, no había forma de llegar a Quezaltepeque, a menos que de pura suerte pasara un camión o “pickup”.
Al arribar a Quezaltepeque, nos pusimos inmediatamente a buscar la casa mi tía Amelia, esta era una tía que yo había visto solamente una vez (durante el velorio y entierro de otra tía, allá en mi pueblo), y quién yo asumía era mi tía, al ser prima de mi abuelo, así, preguntando a cuanta gente podíamos, dimos con la casa, la que también era farmacia. Entramos con alguna cautela al lugar y al presentarme, le llegué con la gran paja a mi tía que mi abuelito me había mandado expresamente a saludarla, (con el tiempo, ¡¡¡descubrí que era prima de mi abuelita!!!); ella bien atenta, nos invitó a que pasáramos y como llegamos a tiempo de cenar... ¡también le metimos al diente!
Llegamos un poco entrada la noche a Quezaltepeque, resulta que en el tren nos dijeron que nos saldría mejor irnos hasta Nejapa y tomar una camioneta de ahí pues, de El Sitio del Niño, no había forma de llegar a Quezaltepeque, a menos que de pura suerte pasara un camión o “pickup”.
Al arribar a Quezaltepeque, nos pusimos inmediatamente a buscar la casa mi tía Amelia, esta era una tía que yo había visto solamente una vez (durante el velorio y entierro de otra tía, allá en mi pueblo), y quién yo asumía era mi tía, al ser prima de mi abuelo, así, preguntando a cuanta gente podíamos, dimos con la casa, la que también era farmacia. Entramos con alguna cautela al lugar y al presentarme, le llegué con la gran paja a mi tía que mi abuelito me había mandado expresamente a saludarla, (con el tiempo, ¡¡¡descubrí que era prima de mi abuelita!!!); ella bien atenta, nos invitó a que pasáramos y como llegamos a tiempo de cenar... ¡también le metimos al diente!
En casa
de mi tía estaba un primo más o menos de la misma edad que nosotros, este
muchachón era el último de los nietos de ellos y -a juzgar por las atenciones- ¡el
más querido!, se llama Edgar y con quién nos hicimos amigos bien rápidamente.
Le contamos la razón por la que andábamos en ese lugar y, aprovechó para pedirles
permiso a sus abuelitos para que le dejaran ir al baile con nosotros. Se lo
concedieron y como a eso de las 8 y media, salimos hacia el lugar del baile,
llamado C.C.Q., a buscar a Edwin y las muchachas. ¡Cabal ahí estaban!, solo
que, ¡ni nos voltearon a ver! Edwin se nos acercó bien contento de vernos y nos
pidió que nos alejáramos de ellas;
- ¡Uta
que ahuevada! (dijo El Tigre), ¡y pensar que por ellas venimos!
- Pero
eso no es problema (dijo Edgar), yo tengo muchas amigas y les puedo presentar
algunas, ¡no se ahueven!, ¿vamos a la casa de mi cipota? (nos invitó).
Fuimos y
conocimos a la novia de Edgar, de nombre Esmeralda y nos contó que estudiaba en
el Nuevo Liceo Centroamericano y que, en la casa de su amiga Gloria, estaban
dos compañeras de ella que habían llegado desde San Salvador para el baile, ¡ya
estamos completos dijo Edgar! Total Chepito que, en ese lugar llamado C.C.Q.,
esa hermosa noche de verano, la pasamos de maravillas, bailando, platicando y
gozando de la vida. Nos caímos bien todos, a tal grado que, decidimos ir al día
siguiente a bañarnos a La Toma. Como a eso de las 11 de la mañana del siguiente
día, estábamos ya, refrescándonos y jodiendo de lo lindo en ese paradisíaco
lugar de nuestro terruño querido, bien presente tengo la imagen de Edwin con su
cara bien “cherche” de lo ahuevado, al sentir que la calzoneta que le había prestado
Edgar, se le había zafado entre sus piernas, quedando totalmente “chulón” por
unos instantes, hasta que la logró alcanzar. Los demás, nos ca...íamos de la
risa y eso creo, jamás se le olvidó a Edwin, yo creo que se lo llevó consigo
hasta algunos años después, cuando su vida fue cegada por unos imbéciles que se
auto-llamaban: “defensores de la patria”. ¡Descansá en paz, querido amigo!
- ¿Que,
qué?, ¿Pero qué es lo que pasa? (preguntó aquel),
-¡NO
SE!, ni me importa, ¡váyase y mejor ya no vuelva por aquí! (dijo ella bien
secamente). Dice mi amigo que sintió un bolado bien feo pero, agarró sus libros
y se fue para su apartamento.
Fijate
Monsiour que, al día siguiente me fui para San Salvador a buscar a la Ada y,
nos fuimos a dar una vuelta al Parque Infantil (me confió el Tigre), sentí una
gran liberación y pensé dedicarme totalmente para la Ada, te lo digo
sinceramente (me confesaba); así las cosas, decidí irme para mi casa en la
Escalón, contándole a mi papá que deseaba estar unos días a solas y, el
entendió y me dio permiso. Todas las tardes me iba a esperar a la Ada, a la
salida del colegio y nos íbamos a dar alguna vuelta por ahí, a veces íbamos al
cine, a un parque, a comer algo precisamente al restaurante “La Araña” o
simplemente a caminar a Metrocentro.
- no
Tigre no sé por que (le respondí),
- lo
que pasa es que, una tarde caminando por la calle Arce, decidimos ir a la
Kismet, ahí alguién estaba comprando ese disco y pidió que lo pusieran en los
parlantes del lugar, la Ada se puso a “tararear” junto a la música y agarrando
mi mano, entrelazó sus dedos entre los míos y me dijo: “Mirá Tigre, esa es mi
canción preferida, quiero que sea nuestra canción y, cuando la escuchés, sin
importar adonde estés, ni con quién estés, quiero que te acordés de mí.....yo
voy a hacer lo mismo, jurémoslo!”.
En la
navidad de ese año, le compré ese disco y es el regalo que le llevé a su casa,
cuando fuimos, ¿te acordás Monsiour? (me
preguntó). Si Tigre, me acuerdo, ¿como podría olvidárseme la gran mojada que
nos dimos? (le respondí); sobre esto te contaré después, ¿oíste Chepito?, por
el momento, quiero reiterarte mi cariño, extensivo a los tuyos.
Orgulloso Miembro de AURA.
************************
Capítulo
XXXVII
¿Que
pasó mentado Cheperico?
Púchica
papá, esta vez, estoy más contento de escribirte, la razón brother, es que, ha habido algunas cosas que me han despertado mucho más el orgullo de saberme “un
biennacido buchón”, como por ejemplo una carta recibida por parte de una linda
hermanita de raza; de estas cosas te hablaré aparte, por el momento, dejame que
te siga contando sobre aquel, es decir sobre nuestro amigo El Tigre.
Como
se quedó por varios días en San Salvador, no supe mucho de él pero, una noche
llegó a mi casa la profesora para preguntarme si sabía cuando aquel regresaría
al pueblo. La razón -creo yo-, era por que se acercaban las fiestas patronales
y ella, pues, estaba (igual que la mayoría de gente del pueblo) esperando esas
festividades que se dan, solo una vez por año.
- Le respondí que ¡no sabía!,
- Ella me preguntó -entonces- ¿si no tenía pensado ir a visitarle
pronto?
- Respondí con un: ¡no!, ¡no creo!, es que, ¡como se acerca el final
del año escolar, tengo que ponerme a estudiar!
- Ella insistió con un: mire Monsiour y si yo le doy para el pasaje,
¿no me haría el favor de llevarle un recado?, la insistencia de ella, me hizo
comprender que tenía urgencia de “comunicarse” con mi amigo y yo, como todo
buen “Celestino”, atiné a interrogarle:
- bueno señorita, ¿y que no fue usted quién lo mandó al carajo,
pues?,
- Si!, Monsiour pero, una hace cosas de las que después se
arrepiente, yo de verdad, estoy enamorada de él y si lo traté así, fue porque
mi mamá estuvo jode que jode, diciéndome que él es muy poca cosa para mí y
además, por ser muy joven, era muy inmaduro y por eso se comportaba así conmigo
-sin respeto y burlándose- poniéndome otras, ¡hasta en mi propia cara!, ante
esto, no tuve de otra que, hacerle caso a ella y por eso, hice lo que hice...,
pero, ¡la verdad es que yo lo quiero mucho!, por favor Monsiour, llévele esta
carta... ¿si?
Opté
por aceptar y al día siguiente, salí rumbo a la capital del país más bello
sobre la faz de la tierra. Tomé una de las “Guevara Express” y en la parada del
Cantón Lourdes, se montó una mamacita bien bonita; como no había asientos, me
levanté del mío y se lo ofrecí a ella; aceptó con una bella sonrisa, diciéndome
que le diera mis cuadernos para llevarlos en sus piernas (es que yo, había
hecho como que iba a estudiar, para que mis abuelitos, no se dieran cuenta que
iba a “Zanzíbar”), así lo hice y con un gran cuidado y atención, ella abrió uno
de ellos y empezó a hojearlo y a leer algunas de las cosas que tenía escrito en
él. Al llegar a Santa Tecla, me indicó que se bajaría pronto y me regresó mis
cuadernos, le respondí que yo también me bajaría y así lo hice (justo en la
misma parada en la que se bajó ella), empezamos a platicar mientras esperábamos
un “microbús” de las 101, resultó que ella se llamaba Olga y estudiaba séptimo
grado en el “Bertrand Russell”, la verdad -me dijo- es que ¡no tengo nada de
ganas de ir al colegio! y “tu” ¿en que colegio estudias? (me preguntó),
este..., este... (de repente me acordé que mi tío Alfredo era profesor del
Externado San José), ah... soy perico (le respondí!), en ese momento no había
reparado que el uniforme era exactamente igual al del “Tercer Ciclo” de mi
pueblo, es decir, pantalón beige y camisa blanca, por eso, ella me creyó y me
confió que le “caía bien” ese instituto y que, los del Liceo le “caían mal”
¡por creídos!
Total
que, al estar adentro del microbús, acordamos no ir a clases, ¿vamos a ver una
película a beneficio del “Colegio Matías Delgado? (me preguntó), está bien,
vamos (le respondí) ¿y adonde la dan? (pregunté); ¡en el Apolo! (fue su
respuesta). Fuimos al Hardie’s (a la par del almacén “La Moda Parisiense”, ¿te
acordás Chepito?) a comer algo y esperar que se llegara la hora de la película,
después de eso, nos fuimos al Apolo, al llegar, habían docenas de jóvenes de
varios colegios e institutos, la película era “La Gran Comilona” con Peter
Sellers y al encontrarse con algunas amigas, Olga me presentó como un
estudiante del “Externado”, todos nos metimos al cine y, en lugar de ver la
película, nos pusimos a estar jodiendo a las diferentes “parejas” que se habían
formado en lo obscuro de la sala.
Al
salir del cine, invité a Olga a ir a visitar a un amigo. ¿Y adonde vive? (me
preguntó). Con gran tranquilidad y “parándome el cuello”, le respondí despacio
y suavemente... ¡en la Escalón! Ella aceptó, con la condición que fuéramos
primero a comprar un rollo de alambre del fino, al almacén “Casa Castro”, es
que, mi papá lo ocupa en el colmenar que tiene en el valle de Zapotitán (me
contó ella), fuimos a hacer el mandado y como a eso de la 1 de la tarde,
estábamos tocando el timbre de la casa del Embajador, salió una de las “muchachas”
quién nos hizo pasar a la sala y se fue a llamar al Tigre. Aquel salió en una
“bata” de dormir color ocre obscuro y con pantuflas del mismo color, al
verme... me gritó desde la parte de arriba de la escalera: “Hey ...gran
Monsiour... ¿que ondas papá?”, volteando a ver a Olga, comentó: ¿Y esta linda
muñeca, es tu novia, man?, afortunadamente (a propósito, creo) mi amigo no dio
tiempo para ninguna respuesta pues, inmediatamente, se dejó caer volando sobre
el pasamanos de la escalera gritando: “¡¡¡agárrenme que soy ladrón....!!!!”,
nos pusimos a reír de la ocurrencia y, él nos invitó a irnos para el patio,
cerca de la piscina.
Le
entregué la carta a mi amigo y este, se me quedó viendo a los ojos,
preguntándome quién era el remitente. ¡Es la profesora! (le respondí), ante mi
respuesta, mi amigo, empezó a romper el sobre, hasta convertirlo en diminutos
pedacitos y echándolo en la basura dijo: “¡no me dio ni siquiera la oportunidad
de defenderme y ahora, de seguro, busca que le dé mis agradecimientos por todo
lo que me ha enseñado, todo es intención de humillarme, Monsiour! que se
olvide, yo no soy ningún juguete (terminó de decir). Como a eso de las 4 y media,
empezamos a despedirnos de mi amigo, ante nuestra curiosidad, Olga nos tendió
la invitación a visitar un fin de semana el colmenar de su papá y, nosotros
aceptamos gustosos.
Al
llegar al Cantón Lourdes, insistí en acompañarla hasta su casa pero ella (muy
vivamente) me replicó, ¡No porque, mis papás pueden sospechar, mejor ven el sábado
ahí por el restaurante “El Mondongo Internacional” a las 2 de la tarde y nos
vemos ahí!; acepté y muy alegre seguí en la camioneta hasta mi pueblo. En mi
casa me esperaba mi abuelito bien bravo,
- ¿verdad que no fuiste a la escuela ahora? (me interrogó),
- ¡no papá! (respondí decididamente), es que, la profesora del
Tigre, me pidió que le hiciera un favor (continué),
- ¡si! (me interrumpió él), lo sé, ¡por que ella misma vino a
dejarte dicho que al nomás regresar al pueblo, que vayás a la casa de ella,
hijo!,
- está bien iré después de comer.
- ¡No!, mejor andá ahora y ves de una vez que es lo que quiere.
Acepté
hacerlo y me encaminé a la casa de la señorita profesora. Al llegar, pude
comprobar un ambiente sombrío en esa casa, toqué varias veces en la puerta que
estaba abierta y fue hasta después de algunos minutos que finalmente salió una
hermana de la profesora, con los ojos llorosos y señas visibles de pena y
dolor. Hola Monsiour, ¿que desea? (preguntó ella), bueno busco a su hermana, la
profesora (respondí), no ella no puede salir ahora (replicó), es que, está
enferma y no la quiero despertar...., ¡mejor venga mañana! Me retiré del lugar
y no había caminado ni siquiera media cuadra cuando me alcanzó la Clotilde
Orozco, para preguntarme por El Tigre.
- ¿y por qué querés saber eso?
- Ah… porque aquel me cae bien y como ya sé que ya no anda con la
profesora, pues…
- Mirá Coty, fíjate que aquel ya tiene novia,
- No, eso es paja tuya, porque con varias de mis amigas hemos
platicado y nadie sabe nada…
- Lo que pasa es que la novia de aquel no es de aquí sino que es una
bicha que estudia en Sanzivar,
- A la pu…ma, ¿o sea que aquel no pierde el tiempo, pues?
- ¿Qué querés decir, Coty?
- Pues si, si hace apenas unos días andaba con la profesora y vos
decís que ya anda con otra…
- Ve vos, mirá lo que decís, si vos misma andás buscándolo para que
sea tu novio, ¿no te das cuenta?
- Si, ¡pero yo soy diferente!
- ¿Diferente?, ¿Por qué?
- Porque yo si lo voy a poner en su lugar aquel,
- ¿Poner en su lugar?
- Si, lo voy a satisfacer en todo pero no lo voy a dejar solo ni un
solo momento para que no me queme la canilla con otra…
- Púchica Coty, eso no suena bien…
- A la pue... rca Monsiour, lo que pasa es que vos no entendés, ¡vos sos muy
virgo!
Y
dejándome ahí parado, se fue caminando por la calle que conducía a la
Batilanda; en eso me encontré con Joaquín “Tenguereche” (QEPD) quien se venia
comiendo un mango “twist” y al verme, me preguntó: ¿si iría a la casa de Hugo
Figueroa ese viernes en la noche a bailar, allá arriba en la azotea de la casa
de aquel?, adonde cada fin de semana nos veíamos con toda la cipotada
escuelera de esa época; platicando con Joaquín, nos fuimos caminando de regreso
hasta que llegamos, nuevamente enfrente de la casa de la profesora.
Ella
estaba ahora sentada en una silla de la sala y cuando me vio pasar, salió rápidamente
a preguntarme si le había hecho el favor; claramente se notaba en su rostro que
había llorado recientemente pero, no me atreví a preguntarle nada, en cambio,
le respondí que efectivamente le había entregado su carta al Tigre, justo en
ese momento me hizo una señal que me callara pero, no fue lo suficiente rápida
pues su hermana escuchó y le increpó:
- ¿Por qué andás haciendo eso, niña?
- ¡Pues porque quiero, ve…!
- Si, pero ya sabés como se pone mi mamá,
- Ay, ¿yo no sé porque no me deja con mis cosas…?
- Lo que pasa es que ella quiere lo mejor para vos y ella sabe que ese
vago del Tigre solo problemas te va a traer…
- Pero yo lo quiero…
- No puede ser, son cosas que se te han metido en la cabeza…
- ¡NO!, de verdad yo lo quiero y si el me lo pide, ¡me voy a casar
con él!
- Estás loca, mujer, ¡pensá bien las cosas!
Para
no ser testigo de esa platica, me alejé sin despedirme y sin decirle a la
profesora que El Tigre había roto la carta de ella ¡sin leerla!; alcancé a Joaquín
quien ya iba un poco retirado del lugar y quien hasta ya se había terminado el
mago “twist”.
Acompañé
a Joaquín hasta por la barbería de Mingo, allá cerca del mercado pues, y me regresé con Luis
Rivas quien iba para su casa de regreso -según me dijo- de la casa de Quique Gallo, jugando capirucho iba aquel bien tranquilo y le reté para que jugáramos una güimbia. Llegamos a su
casa enfrente del parque y me quedé un rato ahí, viendo a la cipotada
caminando, platicando, divirtiéndose sanamente hasta que me di cuenta que ya
era muy tarde y yo, no había cenado.
Me
regresé a mi casa muy confundido, en realidad, no comprendía que era lo que
estaba pasando entre la profesora y El Tigre, al estar en la cama, el recuerdo
de la cara angelical de Olga, me ayudó a sobrellevar los momentos de
incertidumbre que ese día había experimentado y me hizo también, querer esperar
el próximo día con alegría, esperanza y deseos de vivir.....
Bueno
Chepe Toño, hasta aquí llegaré ahora ¿oíste?, por favor saludame a tu familia
con un cálido abrazo.
Salú,
El
Monsiour.
Orgulloso
Miembro de AURA
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Capítulo
XXXVIII
Chepe
Toño:
¿Como
han estado brother?, ¿Ya se le quitó la viruela al little Monsiour?, ¡tenés
razón al decir que, aunque uno sabe que a todos los niños les da esa enfermedad
(nos dio -lógicamente- a nosotros), no deja de sentirse preocupación al ver que
le da a uno de sus hijos!, lo bueno es que, ahora hay muchas y mejores
medicinas para contrarrestar los efectos negativos.
En
relación a lo que te contaba en mi carta anterior, fijate que me fui a Lourdes
el siguiente sábado; como a la una y media, ya estaba afuera del “Mondongo
Internacional”, esperando a la mentada Olga, se llegaron las 2, las 2 y media,
las 3, las 3 y media y ¡neles cheles!, no quedándome de otra que regresarme al
pueblo bien triste y bravo de la decepción pero, todo se me olvidó cuando al ir
a comer chilate al puesto de la niña Tere Martínez (la señora de Beto
“Caballito” ‘QEPD’), me encontré con Julio “Quepis” platicando con Jorge “Bocho”
y Carlos “Pataloca”, cuando Julio me preguntó:
-
¿Si quería ir a “tirar” esa noche?, es que fijate que, con José
“Cara de Guante” (QEPD) hemos pensado ir allá por las lomas de Sacacoyo, cerca
de la finca de los “Macachiche” porque dice Mario “Pepino” que el fue la semana
pasada con Chamba “Pupusa”, Mario “Pelagata” y Gil “Tarira” y que, habían
traído 6 conejos y hasta se echaron un tacuazín blanco.
-
¿Y con qué vamos a tirar? (le pregunté),
- Yo me voy a llevar el fusil de mi papá y le decimos al profesor Gutiérrez
que nos presté el de él, ¿que decís, Monsiour?,
-
está bien Julio, ¡vamos!, eso sí, vos andá pedile el fusil al
profe! y nos vemos enfrente del molino de don Angel Espinoza (QEPD);
-
bueno -dijo aquel- nos vemos ahí como a las 6 y media ¡pues
tenemos que “remar” un buen rato!
Al
llegar a mi casa, encontré a mi abuelita con un fuerte dolor de cabeza. Mirá
hijo -me dijo mi abuelito-, ¿por que no te subís al palo de naranjas y cortas
algunas hojas para hacerle un té a tu abuela?, es que, ¡ya se tomó varias
Mejoral y no se le quita!, así lo hice y mi abuelito procedió a preparar el té
para mi abuelita. Nadie hablaba en la casa, mi hermana me hizo señas para que
nos fuéramos al patio (cerca de la bodeguita de mi abuelo) ahí, ella me contó
que la causa del dolor de cabeza de mi abuelita, era debido a que uno de mi
tíos se había peleado con uno de los hijos de don Quique Palacios y que, le
había dado tan fuerte sopapeada que, aquel lo tuvieron que llevar al hospital y
por eso, mi tío se fue huyendo para San Salvador, a la casa de otro de mis
tíos.
A eso de las 6 y 20, ya estaba Julio “Quepis”
esperándome arrecostado en el poste enfrente de la vitrina de la tienda de dos
Fernando Portillo; tenía puesta su chumpa color café obscuro y en una bolsa
“Lintorrey” de las de a 10 centavos, había puesto los dos fusiles envueltos en
papel de diario; Chepe “Cara de Guante” (QEPD) no había llegado y decidimos esperarle. Aquel
llegó corriendo, como a eso de las 20 para las 7 a contarnos que ya no iba a
ir, ¿que decís? (le preguntamos, al mismo tiempo), si hombre es que, no me dejó
ir mi mamá. Julio me preguntó si nos íbamos solo los dos, ante lo que le
respondí que ¡si!, y salimos rumbo al monte.
Después
de una buena “camellada” de varias horas en medio de montarrales, zacatales,
pedregales, arboledas, plantaciones y veredas polvorientas, con la ayuda de la luz
que de una pequeña lámpara de pilas que, adaptada a un casco de soldador nos
iluminaba el camino, pudimos llegar al supuesto “cazadero”, ahí, en medio de
aquella oscurana que los palos de pepeto y madrecacao nos brindaban. Preparamos
el equipo de caza que llevábamos; salimos a la zona abierta que formaban unos
sembradíos de lechuga, pepinos y heras de rábanos. Como aun estábamos cansados y
aunque ya eran las 11 y 9 minutos de la noche, dispusimos acampar en una champa
de plástico y ramitas hecha en un clarito que de seguro, era usada por los
sembradores para tomar sus descansos en medio de sus agotadoras -y mal
remuneradas- labores diarias y, descansamos un ratito.
Cabal
-como a eso de las 12 y media- empezó el obscuro cielo nocturnal a “parpadear” como
anuncio de una lluvia torrencial que se avecinaba, hicimos caso omiso y
empezamos a poner atención a los casi imperceptibles ruidos y sonidos que en la
quietud campestre de nuestra “Tierra Linda”, asomaban como indicación de
actividades llevabas a cabo por aquellos diminutos seres de la naturaleza.
Julio,
quién se ufanaba de tener más experiencia en la “cacería”, me dio indicaciones
de irme por el lado derecho de un riachuelo que por el lugar pasaba y, llegar
hasta un matal de chichicaste y mano de león desde adonde, debería virar hacia
mi izquierda, pasar sobre el riíto, subir una pequeña elevación y poner
atención a los ruidos que del sembradío emanaban: cuando mirés dos lucecitas
rojas brillantes, apuntá en medio de ellas y dispará Monsiour (me dijo). Hice
todo de acuerdo a las indicaciones dadas por Julio y al llegar al lugar
descrito por mi amigo, sentí como una mano pesada tocaba mi sudorosa espalda,
volteé a ver y mi rostro fue sorprendido por una corriente de aire que, con su
recorrido había levantado una intensa polvareda que impedía la visión; con
mucho miedo opté por regresar a la champita y envalentonándome a mi mismo, empecé
mi camino a toda prisa; durante mi retirada (que no era más que unos 150
metros), la lluvia había arreciado más y era ya una tormenta tropical de
mediana magnitud. Casi llegamos al mismo tiempo con Julio; este, se había
recostado contra el lado sur de la choza (que estaba apoyado contra un horcón
grande y macizo) y, riéndose me dijo... ¡ahora si que la ca.....ntiamos
Monsiour!, no vamos a cazar nada y, ni nos podemos regresar al pueblo pues el
río de Copapayo, estará bien crecido con esta correntada; ¡mejor nos vamos a
quedar a “dormir” aquí! No respondí pues comprendía que aquel tenía razón y, lo
importante era mantenerse “secos” en ese momento.
Puse
“mi” fusil a un lado y me quité la chumpa que llevaba. Encendí la lámpara y vi
unos tizones aventados, busqué entre mis cosas y encontré una cajita de
fósforos “Caballo Negro”, traté de encender unos 3 ó 4 pero, no encendían,
Julio me pidió la caja y con su “juelgo” empezó a calentarla, se la puso
también en sus “sobacos” y en medio de sus “aguacates”, finalmente, logró
encender uno y prendió así los pedazos de leños que en esa champita habían
dejado nuestros humildes hermanos trabajadores. El ambiente se calentó un poco
pero, la lluvia no amilanaba allá afuera. Julio (con toda la tranquilidad del mundo),
me dijo: parece que no va a dejar de llover hasta mañana, asiesque, yo me voy a
dormir... ¡dormite vos también Monsiour!
Aquel se dejó caer en los brazos de “Morfeo” y
yo me quedé atento a los diferentes sonidos que la naturaleza nos ofrece, no sé
que hora era cuando el fuego de los tizones se empezó a extinguir y yo, ante la
incertidumbre de la situación pero, con la idea de sobrevivir aquella noche de
la mejor manera posible, opté por escribir; agarré un pedazo de papel que
estaba tirado ahí; me metí a la boca un “Gallito” de menta que llevaba en la
bolsa izquierda de mi pantalón “Buffalo” y con un cutuquito de lápiz “Facela”,
solo se me ocurrió escribir un “guiyo” poema del que ahora, solamente me
acuerdo lo siguiente:
“Es medianoche...
llueve bastante,
Cae agua en derroche...
¡y está triste mi corazón ambulante!
¡Ah que tempestad... tan tenebrosa!,
¡Que noche de terror...
caen rayos rugientes por doquier...
y eso, me provoca ..... ¡horror!
(El
Monsiour, 08/17/71)
Y
justo en ese momento, me puse a pensar en mi hermano El Tigrito y en… ¡como da
vueltas la vida! Yo, hoy aquí en esta precaria champa de plástico, en esta frágil
condición física y expuesto a cualquier eventualidad que la tormenta u otro fenómeno
pudiese causar, como por ejemplo un rayo certero, puntual y mortal o una
correntada que nos arrastrase a parajes con destino fatal o un derrumbe
gigantesco de los cerros vecinos que enterrara nuestros cuerpos como punto
final de nuestras existencias, mientras mi hermanito, de seguro, allá en la
Colonia Escalón, gozaba en ese preciso instante de una cama grande y cómoda,
con tibias sábanas aterciopeladas, en medio de gruesas y seguras paredes que le
ofrecían protección que causara suficiente tranquilidad para poder dormir a “patas
anchas” e incluso de soñar bonito, romántico, esperanzador… Pero que bueno que la
cosa es así –me dije- y gracias a Dios que mi hermanito, que tanto ha sufrido en
la vida y quien de seguro, ha vivido muchos momentos, muchas noches terribles,
horribles como esta que ahora sufro yo, tiene ahora la bendición de gozar un
mejor ambiente, de dormir tranquilo y seguro y de tener esperanza en su alma;
la verdad es que: ¡aquel se lo merece! (concluí) y en silencio, dije: ¡gracias
Dios santo por haberle dado luz a la existencia de mi hermanito!
Continuaré
después Chepito, por favor cuidate mucho y sentite orgulloso, ¡muy orgulloso de
saberte “buchón”!
Salú,
El
Monsiour.
Orgulloso
Miembro de AURA.
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CAPITULO XXXIX
Chepitorio:
¡Que bueno que ya se alivió tu hijito! Nosotros aquí, estamos
-gracias a Dios- bien.
Fijate que al amanecer aquel día, emprendimos el regreso al pueblo, bien
temprano; el sol apenas empezaba a asomarse allá, sobre las lomas y montañas de
la zona de Zaragoza y Comasagua, Jayaque, Sacacoyo, Tepecoyo, etc. tan llenas
de cafetales y varios sembradíos sirvientes de sostén a cientos de familias
que, en esa época del año, inmigraban provenientes del oriente y norte del
país. El rocío de la mañana al ser rozado por la brisa proveniente del
suroeste, es decir, bajando al valle (o Meseta Central, como se le conoce,
también) desde las montañas que forman la continuación de la Cadena Costera en
la “Tierra Linda” y que, más al sur del continente, se convierte en la
Cordillera de Los Andes, se transformaba en una gélida corriente ventosa que,
de manera caprichosa e irrespetante, se entrometía entre nuestras ropas,
causando unos continuos escalofríos y temblores de cuerpo que, al paso de los
minutos (y de las cuadras caminadas), se fueron haciendo menos frecuentes,
dando paso a las gotas de sudor que nuestros jóvenes cuerpos emanaban, como respuesta
lógica a la extenuante caminata que habíamos emprendido; de la misma manera,
las tenues y opacas imágenes que indistinguiblemente en los albores del día
habíamos visto, en medio de las penumbras de la noche en su triste despedida,
se revestían de una inusitada belleza pura y colorida que -con los bellos
cánticos de las chiltotas, torogoces, guardabarrancos y dichosofuís- ¡nos
impresionaban con una inmensa y vasta
vista de un panorama amplio y maravillosamente hermoso!, aquello era -sin lugar
a dudas- un espectáculo de vida, luz y sonido, era, ¡¡¡una panorámica del suelo
guanaco!!!
La campiña salvadoreña cobraba vida a cada segundo y se
cubría de un magnífico esplendor que agradaba a la percepción del ojo humano, haciendo
vibrar los sentidos que consecuentemente estimulaban al espíritu del caminante
o simple espectador de aquella rica y exuberante manifestación de la
naturaleza.
Al paso de los segundos y de nuestras huellas sobre ese suelo
bendito, el sol -eterno alumbrante-, afanosamente se empecinaba en hacernos sentir
“dueños” del espectáculo con sus alentadores “tastazos” de luz y fulgor que (complicentemente),
descubría ante nuestros ojos, nuevos parajes -llenos todos- de una intrínseca
belleza pura y ufana, no solo como muestra clara e inequívoca de lo
tremendamente hermoso que nuestra “Tierra Linda” es, si no que también como
recordatorio del compromiso que como buenos “salvaguanatruchas” deberemos
sentir y DEMOSTRAR hacia ella, como agradecimiento y/o tributo por todo lo que
a ella, le hemos tomado (robado, en algunos casos) y que, al sentirnos “realizados” (ya sea en el tiempo o “estados mentales”), muchas veces olvidamos,
resentimos, desmentimos, negamos o incluso pretendemos obviar y colocar en el canasto
de lo “sin valor”, sin darnos cuenta que, al hacerlo
de esta manera, solamente estamos postergando algo que, tarde o temprano, irremediablemente,
(¡gracias a Dios!) estaremos gozando humildemente, consintiendo
disimuladamente o -en el peor de los
casos- ¡¡¡aceptando a regañadientes!!!,
es que, ... nuestra “Tierra Linda” es amadísima por que ella esconde
(cariñosamente) lo que alguna vez hicimos y de lo que nos avergonzamos y que,
ahora queremos ocultar, como que al hacerlo de esta manera, creyéramos que,
desaparecerá del ambiente, sin darnos cuenta que..., por más que lo neguemos,
eso....., siempre lo llevaremos en nuestras conciencias y, no es culpa de
nuestra gente -mucho menos de nuestra tierra-, es culpa nuestra y deberá ser
obligación nuestra, el aceptarlo -primeramente-, comprenderlo -enseguida- y finalmente,
prometernos -sinceramente y en presencia de Dios-, ¡ya no incurrir en ello!
Al acercarnos al tapial de una finca, lleno de veraneras y
chulas coloridas, pudimos alcanzar a una carreta halada de bueyes que, con unos
cuatro “paisanos” encima, se arrastraba lentamente en
dirección de mi pueblo; de unos barriales,
montes y veredas, fueron apareciendo
poco a poco, más y más caminantes que, debido a ser día domingo (y consiguientemente
día libre), con la firme idea de asistir a la misa de las 6, se encaminaban
alegremente en procesión de fe y hermandad; a punto de cruzar el río de
Copapayo (que presentaba todavía una imagen rebelde y amenazante, debido a su
caudal que se había enriquecido con la contribución de la tormenta de la noche
anterior), nos alcanzaron unos señores a caballo quienes traían unas guitarras
y quienes, al son de algunas canciones rancheras, amenizaban su travesía a
través de nuestro territorio guanaco. Estos señores nos alertaron que el río
estaba muy crecido y que debido a que la carreta no pasaría, deberíamos esperar
un rato hasta que la correntada amilanara un poco. Así, los dueños de la carreta,
decidieron esperar; de manera rápida y sin aviso, uno de ellos arrimó unas
piedras y se sentó en una de ellas, invitando a los “caballeros” a hacer lo mismo; aquellos se
bajaron de sus caballos y se enfrascaron en una amigable sesión de canciones
rancheras. Mientras se bajaba la correntada del río, nosotros (especialmente yo
- que nunca me ha gustado esa música), no teníamos más alternativa que “aguantar” y hacer caso omiso de los gritos de
ellos. Después de un rato, Julio (Quepis) les hizo “gallo” y junto a ellos, se puso a cantar aquellas que dicen:
“Grabé en la penca de un maguey, tu nombre...”, “Me caí de la nube en que andaba...”,
“Ese es el perro negroooooo...” y otras del mismo corte hasta que...
uno de ellos (animado por Julio) se me acercó y casi empujándome, me “juntó” a los del conjunto y me obligaron a que escogiera una
canción y que la cantara junto a ellos. Se me ocurrió una de Leo Dan que dice: “Si pudiera estrecharte sería tan dichoso, el mundo más hermoso
lo vería por ti, pero no sé que hay entre nosotros, que me separa cada día mas
de ti...esa pared... que no me deja verte, debe caer, por obra del amor... esa
pared.... que nos separa siempre.....” y, ¿sabés una cosa Chepito?, les gustó a los que ahí estaban que me
pidieron que la cantara de nuevo y ¡así lo hice!; el problema fue que después
me pidieron otra, con lo que empecé cantar en “solo” aquella de
Marco Antonio Muñiz que
dice: “Si no estás conmigo, nada
importa...el vivir sin verte...es morir...” y...uta Chepito, todos se pusieron a la par mía a repetir los coros de
esta canción y a gozar del momento y... ¡a joder papá!; ¡vieras que ver...de se
veía el panorama!
Quizás eran las 6 de la mañana, cuando unos se aventuraron a atravesarse
el río y, al lograrlo, hicieron que otros se aventuraran en el mismo propósito,
solo que estos últimos, cuando no pudieron cruzar el río, al regresarse...un
poco asustados y aún temblorosos (debido a la emoción), decidieron “engatusarse” unos cuantos “chilagüistazos” de chicha y,
de nueva cuenta se embarcaron a la aventura esa de...atravesarse el río y...al
lograrlo... se lanzaron en efusiva muestra de
contento y alegría...alejándose de nosotros...rumbo a mi pueblo...
Nosotros, nos quedamos quietos por varios minutos y, al calor del día (que ya
se sentía -por demás fuertemente en nuestras espaldas-), decidimos esperar.
En uno de esos momentos, noté una pequeña elevación e invité
a Julio para subirla, al estar sobre ella, no pudimos evitar sentir una
profunda emoción y gozo, cuando en la distancia, pudimos distinguir a nuestro pueblo
tan lindo y humilde que, nos esperaba impacientemente con toda esa linda gente
de buen sentir y de buenos sentimientos, gente pues, que nos aceptaba y quería
-tal como éramos-, solo que, ahí también (desafortunadamente) en ese pueblo
nuestro (tan querido y respetado), habitaba gente como la Menchita, “Mamachila”, y otros, quienes, al tener su cabeza llena de cieno y
su mentalidad tan podrida, profesaban -efusivamente- exabruptos contendores de
odio y rencor en contra de los que ellos consideraban “sus enemigos” (sin saber ¿por qué?, mucho menos sin darse a la
tarea de descubrir la razón...) y, allá en ese lugar (consientes de nuestra “inmadurez”) decidimos seguir adelante, en la ruta
hacia nuestro pueblo y hacia nuestras metas, sin importar las “aberrantes” expresiones e intenciones que las
personas inmaduras, políticas, incoherentes, desajustadas y sobretodo… resentidas
sociales tenían (y siguen teniendo) o sentían (y siguen sintiendo) en contra de
los que solo pretendemos... “Establecer a
Diferencia”.
Lo bueno Chepito, es que, siguiendo los enaltecedores
conceptos que una vez me dijera Pedro “Juash” (un borrachito de mi pueblo),
nosotros deberemos seguir nuestro camino, haciendo caso omiso de los desajustados,
políticos, envidiosos y eternamente amargados sociales quienes por siempre
buscarán a otros para acusarles de sus propias fallas y carencias.....
Nosotros deberemos siempre Chepito, sentirnos orgullosos/as, muy
orgullosos/as de sabernos BUCHONES/AS por que eso, ¡¡¡¡¡ES UN GRAN HONOR!!!!!
Salú,
El Monsiour.
Orgulloso Miembro de AURA
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Capítulo XL
Hola
Chepisque!
Desde
hace rato que no te escribía, ¿verdad?, la razón brother es que, me he visto
envuelto en otros “proyectos” por ahí, con los que busco continuar
con mi intención de dar a conocer todo lo bello de las costumbres nuestras; de
estos “proyectos” te darás cuenta más adelante, por el momento,
recibí un fuerte abrazo fraternal y mi sincero deseo de bonanza y salud para
vos y los tuyos.
Fijate
que un sábado, El Tigre llegó al pueblo e inmediatamente fue a visitarnos.
Luciendo un bonito pantalón de corduroy color café quemado y camisa pegada al
cuerpo, color amarillo tierno, aquel se mostraba un poco preocupado, salimos al
patio de la casa, al estar platicando sobre las cosas corrientes, le solté la
pregunta frontal y directa: Mirá Tigre,
- ¿Y
a vos que te pasa?,
- este...
nada (replicó),
- ¿como
que nada?, si a leguas se te nota que tenés una preocupación, ¡contame hombre!...
- este...
mirá Monsiour, fijate que lo que pasa es que mi papá, quiere que me vaya unos
meses para los “Estamos Sumidos”, a la casa de su hermana, ¡para que aprenda un
poco más de Inglés!,
- uta
mano, eso está bueno (le dije yo),
- ¡Si!
-continúo aquel- el problema es que, voy a tener que dejar sola a la Ada.
Bueno,
si de verdad te quiere, ¡ella te deberá esperar!, platicando estábamos cuando
llegó Chamba “Mico” a preguntarnos si queríamos
ir a Apastepeque, con el conjunto del pueblo, pues aquellos habían sido
contratados para ir a tocar en un baile a ese lugar cercano a San Vicente
y, el papá de Chamba los llevaría en el microbús
que manejaba en Santa Tecla
-
¡Yo si voy! (dije rapidamente),
-
bueno yo tendría que ir a mi casa primero, a pedirle permiso
a mi papá y a cambiarme ropa, dijo El Tigre
-
¿Y a que hora se van a ir? (preguntó),
-
el baile va a empezar a las 9 (respondió Chamba) y dice mi
papá que llegamos en unas 2 horas y media, asiesque, saldríamos como a las 4,
para ir a cenar allá y para que los del conjunto tengan suficiente tiempo de
arreglar el escenario y afinar los instrumentos, ¿que dicen?,
-
púchica (dijo reflexivamente El Tigre), me tendría que
regresar ahora mismo a mi casa, para tener tiempo de pedir permiso y
cambiarme... bueno, está bien pero, ¿me podrían ir a recoger a mi casa?,
-
no creo (dijo Chamba) pero, ¿por qué no te vas para la parada
del urbano, ahí por el monumento al Salvador del Mundo, cabal enfrente de la
gasolinera Texaco?
-
Si, está bien, ahí voy a estar como a las 4 y media.
Mi
hermanito se despidió de nosotros, sin terminar de contarme su aflicción
referente a su viaje a los “Estamos Sumidos”, pero no hay problema (pensé),
seguramente me lo va a contar allá en Apastepeque o mañana cuando regresemos al
pueblo.
Cabal
como 10 para las 3, estaba Chamba en mi casa para que nos fuéramos a la casa
del dueño del conjunto. Salimos del pueblo, pasadas las 4, el clima era acogedor, bastante fresco y
con algunas corrientes de aire; el sol, aprestándose a descansar después de su
faena del día, daba los penúltimos fulgores de luz que, graciosamente se
posaban sobre las espigas de los cañaverales en la cercanía de mi pueblo, hasta
llegar al área de Ateos, ofreciéndoles -todavía- a los cultivos de maíz,
frijol, sandía, coliflor, lechuga y otros, la oportunidad de seguir
enriqueciéndose de proteínas, mediante el proceso de fototropismo, de igual
manera, al empezar nuestra cuesta hacia arriba, en las vueltas de Colón, camino
a Santa Tecla, las copas de los árboles
de conacaste, guachipilín y pepeto (¡hasta los guarumos!) – sirvientes de
protección a los entrañables cafetales- se embriagaban de esa luz rica y
revitalizante, para continuar con su labor tan noble!
El
bullicio de la gran ciudad cobró vigencia a partir del centro de Santa Tecla;
pasando por la Iglesia de Guadalupe, donde, la frescura (que en este lugar se
asentaba más, debido a los grandes terrenos cubiertos de vegetación que en ese
entonces existían) se transformaba en una rica y espesa capa mágica y
exuberante que siempre me hacía regocijar mi endeble cuerpecito juvenil
(debido, creo, a lo que me parecía era tan maravilloso y casi inalcanzable de
la vida moderna, con esa alta velocidad y al estar tan llena de luces y
sonidos). Al pasar por el monumento al Salvador del Mundo, don Chamba le bajó
velocidad al microbús, para darnos oportunidad de localizar al Tigre, pasamos
bien despacito por la parada de buses, cerca a la gasolinera ¡y aquel no estaba!,
que dicen, ¿nos vamos? (preguntó don Chamba), no papá, mejor dé otra vuelta (le
respondió Chamba “Mico”), así, el señor se dio una vuelta, allá casi cerca
de la colonia Flor Blanca y nos regresamos; cabal detrás de una camioneta de la
ruta 29 (aquellas Mercedes Benz, ¿te acordás Chepito?), estaba El Tigre, con
unas bolsas en las manos... ¡¡¡eran unas bolsas con comida de McDonald’s que aquel, había comprado para nosotros!!!
Uta Chepisque, vieras que contentos se pusieron todos (¡nos pusimos!) al
saborear los “grandes
Macs” que, para nosotros eran una novedad
en esas épocas.
Después
de nuestro recorrido, que nos había llevado a través de la capital y de los
vecindarios, incluyendo Soyapango e Ilopango (incluyendo, por supuesto, el
Aeropuerto Internacional) y, San Martín, San Rafael Cedros, Cojutepeque (adonde
don Chamba, se “zambutió” unas tortillas con chorizos)
y otros poblados de la “Tierra Linda”, llegamos al desvío sobre la carretera
panamericana, que nos conduciría a nuestro destino; arribamos a Apastepeque como
a eso de las 7 y 25, el sol había cedido ante la presencia de la diosa de la
noche. El lugar nos parecía muy apacible y mostraba una calma
casi...desesperante (creo que esa impresión la teníamos después de haber pasado
por la cosmopolita San Salvador, con todo y su bullicio), ayudaba también, la
falta de luz (¿o sería la presencia de poquitas luces?). Como ya habíamos
comido en el camino; El Tigre, Chamba “Mico” y yo, decidimos ir a conocer por los alrededores,
emprendimos camino rumbo a través de la plaza del pueblo, la que no presentaba
mucha actividad, pasamos por la iglesia y, al cruzar una esquina y cambiarnos
de andén (a causa de unos bolos que estaban fondeados), llegamos -accidentalmente-
a una casa, la cual, estaba “rodeada” de muchas personas, al acercarnos, pudimos comprobar que se debía
al hecho de estar un televisor, en la sala de esa casa (y de frente a la puerta
y ventanas de la calle) ¡encendido!; las personas (algunas de las cuales se “prendían” de los barrotes de los
balcones de los ventanales), se entregaban de manera total y absoluta, al espectáculo
que en blanco y negro, ofrecía el “gato” del
4.
Una
vez en el baile, pudimos comprobar que la belleza de nuestra mujeres, se engalana
de manera substancial, con los movimientos rítmicos y cadenciosos de las que
pueden bailar, es que, en el momento cumbre de la fiesta (que era a beneficio
del equipo de futbol de esa localidad el “Audaz”), había en ese lugar, por lo menos unas 3 docenas de bellas mujeres,
cada una, compitiendo “tácitamente” contra todas las demás, en su afán de convertirse
en la reina de esa noche, debido a ello, sacaban de su repertorio, todos los “pasos” que su energía, ímpetu, gracia e indomable
deseo de ser reina, les emanaban, haciendo que aquello, se convirtiera en una
emotiva competencia de la que, saldríamos gananciosos -¡indudablemente- los
espectadores!, bien entrometidos en eso estábamos, cuando, de manera súbita, se
nos apareció... ¡¡¡la Rosita!!! (la hermana de la Menchita) quien con una
actitud bastante hipócrita, empezó a darnos besos y abrazos de alegría (según
ella) e invitándonos a bailar;
-
¿y qué hacés aquí vos? (le preguntamos casi al instante),
-
bueno pues, aquí vivo con
mi “esposo” (respondió),
-
¿y adonde está él? (preguntó Chamba),
-
ah, ¡anda trabajando!, pero, no pregunten tanto mejor vamos a
bailar (contestó),
-
mirá Rosita (dijo El Tigre), ¿por qué no nos presentás algunas
amigas?, así, ¡bailamos todos!,
-
¡NO! (dijo, tajantemente), estas hijas de pu..eblo, me caen
mal y no tengo muchas amigas, mejor ahí vean ustedes como le hacen...
Chamba
se puso a bailar con la Rosita, El Tigre se consiguió unas amigas y nos pusimos
a mover el bote. El baile terminó como a las 2 de la madrugada; mientras hacían
los “arreglos” del pago al conjunto y
desarmaban los aparatos, para cargarlos en el pickup del dueño del equipo;
junto al Tigre, dispusimos acompañar a las muchachas con las que habíamos
bailado, ellas vivían en las afueras del pueblo y... pues ni modo hermano, por
ahí nos fuimos. Al nomás pasar por unos
palos de morro, sentimos como en la oscurana de la noche, unas redes de lazo
golpeaban nuestras cabezas y caras, al ser lanzadas hacia nuestras humanidades,
desde las ramas de esos arboles; después de la confusión instantánea que
sufrimos, nos dimos cuenta que se trataba de una redada de parte de la “patrulla” que, ¡andaba reclutando!,
dejaron ir a las muchachas (eran 4) y, al Tigre, a mí y otros 2 amigos que nos
acompañaban, nos amarraron de nuestros dedos pulgares y nos llevaron a una
calle polvorienta que conducía al pueblo, enfrente de una tiendita que con un
foquito de unos “5 watts”, alumbraba la puerta de
entrada (adonde colgaba un rótulo de la cerveza “Regia”, con el nombre de la tienda:
“El Porvenir”); nos hicieron que nos sentáramos
sobre unas lajas que estaban apiladas contra un muro de bahareque, para esperar
al jefe (decían ellos). Después de unos 20 minutos (¡que nos parecieron 20
horas!), llegaron –en medio de una gran polvazón- una docena y media de hombres
montados a caballo, entre ellos, apareció ante nuestros ojos, el ..... ¡¡¡COMANDANTE!!!, El Tigre, se levantó
rápidamente y de manera muy frenética e impulsiva, empezó a gritar: “¡Ese hombre es un asesino!, es
un criminal!, ¡agárrenlo!, ¡métanlo preso!!!”. El comandante, ya no se bajó de su caballo y ordenó que nos taparan los ojos y
que nos llevaran de regreso.
Como
a eso de las 3 y 15 de la mañana, estábamos en el parquecito de ese lugar,
listos para irnos de regreso a nuestro pueblo, llevando en nuestras mentes los recuerdos
y memorias de esos momentos llenos de tensión, miedo y tembladera de canillas,
sobre lo cual te seguiré contando más adelante, ¿oíste Chepitorio?, por el
momento, permitime que deseé que el Todopoderoso llene de paz, alegría y
bonanza tu corazón y el de los tuyos y que, el sentimiento guanaco impregne tu
espíritu de orgullo y satisfacción, al saberte un salvaguanatrucha cien por
ciento calidá, dispuesto siempre a ayudar al hermano en desventaja y no tanto a
hablar paja como los “políticos” y desubicados mentales
quienes, al no hacer nada (ni dejar hacer a otros) buscan siempre excusas para justificar
así sus tremendas y profundas frustraciones.....
El
guanaco de verdad, ¡¡¡siempre está (y estará) dispuesto a ayudar al hermano en
necesidad!!!
Salú,
El
Monsiour.
Orgulloso Miembro de AURA
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Capítulo XLI
Hola Chepe
Toño:
Esa noche,
allá en Apastepeque, don Chamba nos preguntó: ¿por qué nos habíamos tardado
tanto y también, por que lucíamos como espantados?, por temor a darle la
impresión de ser “problemáticos” (y que por eso, no nos invitara a otros lugares), le
respondimos: que al regresar de acompañar a las muchachas, al pasar por unas
matas de tuna, ahí agazapado en medio del polvo y la ceniza, habíamos visto al
REY dentro de la costumbre narrativa Cuzcatleca: ¡EL CIPITIO!, don Chamba, solo
se sonrió y al empujarnos suavemente adentro del microbús, dio por terminado el
asunto.
El Tigre me
invitó a dormir en su departamento. Al día siguiente, me despertó diciéndome
que deberíamos ir a la policía a denunciar al comandante,
- estás
loco o te pica el cu…al denunciar, Tigre? (pregunté), ¿que no ves que esos
son
igual que él? (continué),
- tenés
razón Monsiour pero... me encachimba que ande por ahí bien tranquilo,
después
de lo que le hizo a la pobre Ana “Canastos” (QEPD),
- - mirá Tigre, lo que si podemos hacer, es
ir adonde la familia de ella y contarles lo
que nos pasó anoche, ¿que decís?,
- ¡Si!,
me parece bien, ¡vamos!
La familia
de la Ana, escuchó nuestro relato y después de agradecernos y prometernos
mantener nuestros nombres en secreto, nos confiaron que irían a buscar a ese
asesino y no descansar hasta ponerlo detrás de las rejas.
Esa tarde,
por ser día domingo, habría partido de futbol en el pueblo, de tal manera que
dispusimos ir, pero… primero iríamos al puesto de la niña Nico, a saborear una
deliciosa leche poleada que solo ella sabía preparar. Llegamos al pequeño
estadio de la localidad, sabíamos que el partido era de gran importancia para
el equipo del pueblo pues, de ganarlo, clasificaría para pelear el ascenso de
categoría, debido a ello, había una gran cantidad de gente y se podía apreciar
que mucha más venía en camino.
Cabal en medio
de un grupo de muchachas, caminaba la profesora quién al ver al Tigre, se
avalanchó sobre él, cubriéndole de besos, abrazos y caricias ante el asombro y
morbo de la gran multitud presente, de entre los cuales, hubieron más de algún
bayunco que gritaba sus jayanadas, como: ¡busquen cuarto!, ¡tópela mi cabo!,
etc. y de otros que simplemente silbaban toda clases de mensajes.
Yo me fui
con unos cheros al otro lado de las graderías, desde ahí presencié el juego y
observé como El Tigre y la profesora, se salían del estadio antes que terminara
el partido...
El equipo
del pueblo perdió y la tristeza era casi total en todos los rincones, la gente
no aceptaba el resultado y muchos argumentaban que había sido a causa del
árbitro, quién se había vendido al equipo contrario, algunos, se fueron
agrupando en la casa-club del equipo y con el caer de la tarde, con el
propósito de negar (o no aceptar la realidad), se escudaron en la derrota para “consolarse” o para darse ánimo con unos “trancazos” de
“3-Puentes”, “Mechazo”, “Chicha” o cualquier otro “espíritu” que cayera en
sus manos y así,
con el paso de las horas y del efecto de estos “estupi-hacientes”, se fueron armando grupos cada vez más numerosos de gente acalorada que,
luego se convirtieron en hordas de enardecidos y violentos seres los que,
alienados por los sermones divisivos, derrotistas y holocausticos de uno que
otro “político”, se fueron al
Instituto de Educación Media local
a destruir muebles, materiales didácticos, equipos de laboratorio, televisores y cuanta cosa se encontraron,
gritando consignas contra los profesores de ese plantel, a los que acusaban de
comunistas, por el simple hecho de que, uno de los maestros de ese centro
educativo, era originario del mismo pueblo de adonde era el equipo que le había
ganado al nuestro..... ¡¡¡la policía y
la “benemérita”, brillaron
por su ausencia!!!
El escándalo
fue muy grande y el miedo que causó entre los profesores de las otras escuelas
del lugar tan profundo, que muchos optaron por no ir a dar clases en los días
siguientes y los maestros que eran de otros lugares, se regresaron rápidamente
a sus pueblos.
La profesora
se fue a la casa del Tigre allá en San Salvador; un día que les fui a visitar,
comprobé que, ante la inocencia del Embajador y sus demás familia, bajo sus
narices, El Tigre y la profesora vivían ya una vida de pareja, desde hace rato.
Parecía que El Tigre, se había olvidado de la Ada y decidido volver a la “seria” relación con la
profesora, la misma señorita que
desde niño, aquel había admirado, soñado y adorado, tanto que, hasta había -en varias ocasiones, junto a mí-
ido a “vigiar o capear” cuando ella subía las gradas que le conducirían a la escuela adonde daba clases.
Esa semana,
se dio a conocer una triste (¡otra más!) noticia en el pueblo, la Menchita se
proclamaría nuevamente como candidata a su reelección de alcaldesa de parte del
partido ese. En las mentes de gran parte de la población (según se podía
comprobar al escuchar los rumores generales), existía la esperanza que, algún
otro candidato lograra arrebatarle el puesto y la simpatía de los fanáticos que
ciegamente (o por miedo a las represalias), formaban las filas de ese grupo
político. ¡Ni idea teníamos, sobre lo que vendría!
Al querer
alejarme de la pesadilla que significaba para un joven como yo, pensar sobre
asuntos de política (y de falta de vergüenza) de los “tamales”, “vivianes”, “larvas”, “tacuacines”, es decir,
ladrones que se acobijaban en la pantalla que la política les ofrecía, para llevar a cabo sus nefastos
planes e intenciones de convertirse en ricos de la noche a la mañana, decidí irme para la casa de un señor amigo
de la familia, quién nos visitaba frecuentemente, era don Virgilio, un señor de
origen indígena. El llegaba desde un cantón de San Sebastián (en el
departamento de San Vicente) a la casa de uno de mis tíos, recuerdo que siempre
nos llevaba, dulce de “batido”, unos dulces miniaturas envueltos en
tuza y amarrados en pares (copiando a los “atados”) bien ricos y melcochas, también nos “abastecía” de colchas y hasta hamacas.
Bueno
Chepito, fijate que este señor tenía unos terrenitos por ese lugar y en ellos,
sembraba caña de azúcar; las veces que fuimos a visitarle, nos maravillábamos
de la impresionante hermosura de la campiña guanaca, nos deleitábamos al sentir
la brisa veraniega en nuestras humanidades y ciertamente (ayudados por nuestra
inmensa imaginación infantil) nos transportábamos
a estados supremos de éxtasis al recorrer aquellos benditos campos cuzcatlecos,
¡tan llenos de colorido, luz, sonidos y olores peculiares y propios!
Bien
recuerdo que al poniente de la casona, enfrente de la cocina y a la par del
establo (que era compartido por bueyes, vacas, caballos, gallinas y hasta unas
cabras), estaba el pequeño trapiche que, al ser accionado por los bueyes ( al
compás de los “chirridos” que daba), hacía que de los pedazos de esa planta,
emanaran chorros de rica y espumeante miel azucarada, la que, nosotros (junto a
los cipotes de los hijos de don Virgilio y otros vecinos) esperábamos
impacientemente con un guacalito de barro o de morro, listos para llenarlo de
aquella sabrosura natural. Balta (el hijo mayor de don Virgilio), era el
caporal, él tomaba las decisiones sobre cuanta caña habría que molerse ese día,
cuales bueyes ocupar y hasta de cuantas “chengas” tenían que echar las tortilleras (aparte -por supuesto- de las
actividades respectivas del campo). Nosotros esperábamos su señal para ponernos
en fila india y así, determinar el orden de llegada al chorrito de miel; Mingo,
el hijo de Luis (otro hijo de don Virgilio) casi siempre era el primero, es
que, como ya era un poquito más grande que los demás, ¡había aprendido cuando
era que la miel empezaba a salir!
Muchas
veces, fijate Chepito que, después de saborear la deliciosa miel, nos íbamos
(con el cuidado de Efraín, el hijo menor de don Virgilio) a darnos nuestros “chapuzones” al bello río Machacal que, muy
gallardamente riega bondadosamente esos suelos nobles de la campiña guanaca; al
regresarnos al rancho, pasábamos a cortar “pepenances” en una finca
que tenía una crianza de gallinas blancas.
Al atardecer
y estar ya a punto de caer la noche, nos volvíamos a ir a buscar unos troncones
o piedras, para sentarnos a la orilla de la fogata que encendía Balta y en la
que, ponían a asar elotes, mientras don Virgilio, bajo ese bellísimo manto azul
de las noches salvadoreñas -plegadas de miles y miles de estrellas sonrientes y
brillantes-, nos deleitaba con sus cuentos, historias, leyendas y narraciones
de un El Salvador lindo que, nosotros debemos conservar, mantener y exponer,
para que siga viviente y vigente en los corazones nuestros y en el conocimiento
de aquellos que no tuvieron la fortuna de haber nacido en esa, nuestra...¡¡¡Tierra
Linda!!!
Hasta aquí
llegaré ahora Chepito, prometo seguir contándote sobre lo bello de nuestra
patria, para que día a día, se te hinche más el pecho, al saberte “salvaguanatrucha” pues eso...es un gran honor!!!
Salú,
El Monsiour.
Orgulloso
Miembro de AURA
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Capítulo XLII
Hola
Chepe Toñito:
¡Mirá
pues!, ahora que han aparecido algunos personajes por ahí, tratando de
desmeritar y minimizar la importancia del orgullo que nosotros/as los/as salvaguanatruchas
llevamos en nuestro interior, al sabernos bien nacidos en la “Tierra Linda”,
resulta que… ¡más profundo es el sentimiento de pertenecimiento y más grande el
orgullo al saberlo!
Como
te estaba contando, fijate que otra de las cosas que me acuerdo hacíamos cuando
llegábamos a la casa de don Virgilio (allá cerca de San Sebastián), era que con
él y uno de sus hijos (ya fuera Mingo o Luis), nos íbamos en los fines de
semana a vender dulces atados, a otros pueblos. Así, tuve la suerte de conocer
San Lorenzo, Santa Clara, Santo Domingo, San Esteban Catarina, Santa Cruz
Analquito, Verapaz, Jerusalén (entre los que me acuerdo) y volver a otros que
ya conocía, como San Rafael Cedros, El Carmen y Apastepeque. Salíamos bien
temprano, la mercancía cargada en una carreta y nosotros... en unos caballos (y
yeguas). Yo creo que don Virgilio, hacía estos viajes solo por “recrearse” y no por necesidad de vender
su producto pues, a cada pueblo que llegábamos, nos recibían unos “sus” amigos que se tenía; estos señores -normalmente- trataban a
don Virgilio como un hermano (o algo así) pues, ni siquiera “tocaba” la puerta para entrar y se
metía de un solo (no es que fuera
mal educado el hombre, si no que, el sabía que estaba como en su casa), muchas
veces vi como los cipotíos se le colgaban de sus brazos y hasta se le “encaramaban” en la espalda, haciendo como
que andaban a “cucucho”. Don Virgilio gozaba al ver
la carita sonriente de los “bichos”, cuando después de hacerles unas cuantas “carreras de mico” en sus cabecitas rapadas al
mejor estilo “pato
bravo”, se contentaban al recibir
unos centavos, dulces y una que otra sorpresa que él les brindaba.
Se
podía apreciar que en la casa que este señor visitaba, la gente se alegraba y
ponía de buen humor, es que, la gente lo recibía muy bien, no paraba de
atenderle y ofrecerle cosas. Si llegábamos en la mañana, las mujeres de la
casa, se apuraban a preparar leche con café (a don Virgilio le gustaba hasta
con 4 cucharadas soperas del “LISTO”) y
nada de azúcar.....pues
para eso, estaba el dulce de atado (¡decía,
repetidamente él!). Si la llegada era en la tarde,
(principalmente, bastante después del almuerzo), el cafecito caliente con unos 2 pedazos de
pan dulce, ¡era la obligación! Ahora, si la arribada era bien tarde o un poco
entrada la noche, los “pencazos” del “ESPIRITU DE CAÑA” ¡no debían faltar!
Todo
se desarrollaba de una manera tranquila y muy pacífica, don Virgilio tenía una
cualidad muy característica en nuestra gente, casi nunca se enojaba, siempre
andaba de buen humor y era -sobretodo- muy educado y cortés; ¡ah! pero no
fueran a tratar de timarlo o engancharlo, mucho menos querer humillarlo, porque.....sin
decir “agua va”, ese señor, se le ponía al brinco hasta al más pintado, ¡con su tremendo
machete! Recuerdo una vez en particular, en Santo Domingo, habíamos llegado bastante entrada
la noche (quizás eran
las 10) y como don Anselmo no le esperaba, estaba ya acostado. Era noche de
media luna y entre los melancólicos “suspiros” de las lechuzas y los
“chirridos” que las ruedas de la carreta
producían al machacar las piedras de
los caminos, llegamos a nuestro destino, veníamos de San Esteban Catarina,
después de haber estado la mañana en San Lorenzo. El pueblo lucía triste y
desolado, apenas se veían unos “2 pelones” por la casa que tenía la única mesa de billar. En el pequeño parque del lugar (un
terreno plano y enzacatado), unos chuchos “aguacateros” se peleaban por un pedazo de
“huiriche” que de un tacuazín sobraba. Al llegar cabalito
enfrente de la casa que visitábamos, don Virgilio se fue directamente a una ventana
con una puerta de madera vieja y despintada, golpeó repetidamente con sus dedos huesudos
y callosos y, al escuchar la respuesta de una mujer proveniente del interior,
dijo en tono de canción/poesía y con voz sonora y templada:
“Aquí
te traigo María,
un
pedacito de queso!,
para
que se lo des a tu marido,
¡¡¡Cuando
esté cagando grueso!!!”
Después
de unos -interminables- minutos (e intrigantes para mí, que no entendía por que
él había “recitado” eso, -aunque por supuesto
que me ca.....ía de
la risa-), se abrió un
portón y apareció un señor alto, flaco y con tremendo
bigote... Preguntando: “hola
mi entenado, ¿por
qué no habías
venido vos?
entregándose ambos a un abrazo ferviente y
efusivo.
Como
no había “elixir”, dispusieron ir adonde Lupe
(el que atendía la única cantina del lugar), lógicamente,
esta estaba cerrada y unos “bolos” que
estaban arrimados en la acera de enfrente, se pusieron a reír y hablar
babosadas, cuando vieron a don Anselmo y a don Virgilio tocar la puerta y pedirle
a Lupe que les vendiera una “pachita”, ¡seguro
que se las van a vender, viejos pend....iente tengo una cosa que hacer! Don
Anselmo, volteó a ver y les respondió: “¡ya van a ver que si, semejantes cu...riositos niños”! y..... efectivamente, Lupe
abrió una pequeña gaveta y arrimando su cara
a ella dijo: “écheme
5.25 pues, don Anselmo”. Don
Virgilio sacó unos billetes de su cartera de cuero y los puso en el lugar,
diciendo: “Ahí nos vemos mañana Lupe’o”, aquel respondió: “¡bueno pues!, don “Gilo” y en cuestión de minutos, nos encaminábamos
de regreso a la casa de don Anselmo.
Yo,
de verdad que aunque tenía sueño, quería estar a la par de estos señores para oírles
hablar de sus cosas bien “arrechitas”; no habíamos caminado ni cuadra y
media cuando, los bolos aquellos, llegaron a exigirles que les dieran unos
tragos o si no, les quitarían la “pacha”.
- ¿Que decís? irrumpió don
Virgilio (ante el que había dicho eso)
-
¡si! repitió aquel, “o nos dan unos tragos, o les quitamos
la pacha”.
- A
nosotros... no nos van a quitar, ¡ni mangos!, mejor vayan a dormirse atajo de “babosos” (le contrarrestó don Virgilio) y si
quieren... inténtenlo pues, ¡vamos a ver que tal les va!
Ante
esto, aquellos optaron por irse y, nosotros (por lo menos yo) creímos que todo
había terminado. Llegamos a la casa de don Anselmo, su señora (la niña María)
había calentado el poco de sopa de arroz con tunco que le había sobrado y solo
le faltaba “tostar” unas tortillas, comimos y
después que los señores se habían “engatusado” ya varios “talagüaistazos”, de repente (como a eso de
la 1 y media) se oyó un
gran grito allá en la
calle, era la voz de un hombre quién junto al estrillante ruido causado por un
corvo, al ser golpeado contra las piedras, nos puso tensos y prestos (en mi
caso, temeroso y con tremenda canillera). Eran los “bolos” que (ahora armados -con
corvos-), regresaban a cobrárselas con don Anselmo y principalmente con don Virgilio. Por
debajo de la puerta, pudimos ver como “blandeaban” el machete y sacaban chispas de las piedras de la calle,
aquellos bravos y enajenados hombres quienes, gritaban de manera abierta y desafiante
retando a los “muy
machitos” ¡que estaban adentro!
La
opinión generalizada (principalmente de las mujeres y los cipotes) era la dé; ¡Ahí
dejen que griten, ya se van a cansar y se van a ir!, ¡no se metan en
problemas!, ¡mejor apaguemos la luz y nos acostamos!...pero, don Anselmo (quién
conocía a aquellos), trató de tranquilizarlos, pidiéndoles que mejor se fueran
para su casa pero de repente, uno de ellos respondió: “salí vos viejo cu...anto quiero
demostrarte que no valés nada
y que a vos, a tu mujer y tus hijas, me los co... mo no me entienden, ¡no les
explico!” Ante
esto, don Virgilio agarró su tremenda “guarizama” de más de
un metro de largo, abrió el
portón y malabareando su machete
al mejor estilo de “Huan
Yu” (El famoso espadachín manco de las películas chinas que estaban
pegando golpe en esos tiempos), retó a aquellos con un: ¿A ver quién quiere ser
el primero? y amagando sobre ellos, aquellos salieron barajustados como alma
que quiere el diablo, dejando tirado -incluso- un corbo con todo y vaina.
Después
de esa experiencia de esa noche, sinceramente -te confieso Chepito- que, me
sentí más seguro y protegido, cada vez que andaba con don Virgilio, es que, -te
repito- el hombre era calidá (como la mayoría de la gente bella originaria de
nuestra “Tierra Linda”).
Bueno
chero, creo que esto es todo por hoy, por favor cuidate mucho y dámele un
fuerte abrazo a la Dinorita y a tus cipotes, sin olvidar este día (y siempre), sentirte muy orgulloso de tus raíces
pues ellas, son bellas, mágicas, únicas y muy nuestras!
Salú,
El
Monsiour.
Orgulloso
Miembro de AURA
*************************
¿Como has estado brother?,
Cuidate mucho hermano y siempre tené en mente sentirte orgulloso de saberte "salvaguanatrucha" pues eso, es un gran honor.
Mas adelante te voy a seguir contando las últimas “babosaditas” de este mi chero El Tigre.....
Mirá pues, aquí estoy de nuevo, ya dispuesto a seguir contándote las “babosaditas” de mi chero El Tigre…
La casa tenía las luces de afuera encendidas y al abrirse el portal de entrada y entrar al estacionamiento, unos reflectores que alumbraban la pared frontal, hacían que esta se viera como la portada de un palacio europeo (al menos eso me pareció a mí).
Salú,
El Monsiour.
Capítulo XLIII
Quiuvolé Joetoño,
Con mucho cariño te escribo hermanito, para contarte que ya
me alivié del ataque que me dio. Si, en efecto, el ataque de piojos que me dio
en la cabeza después de haberme ido a bañar a un río gringo por ahí, ya se me
quitó, gracias a unos sahumerios de cal y unos baños de “baygón” con lejía que
no solamente hicieron que se me murieran todos “mis piojos” y “mis liendres”
sino que también me ayudaron a blanquearme un poco el cuerpo y hacerme lucir
bien chulo (con “H”), bien chelito que quedé, ¡vieras!
Y mirá papá, fíjate que estoy contento también porque he
comprobado –otra vez más- que nuestra gente… es chula, es bien chévere, es
calidá papá, fíjate que recientemente me encontré con varios/as de nuestros/as
hermanitos/as y dos de ellos/as: Nenita Navarro y Baltazar Montes (conocido
popularmente como “Diablo”) me comentaron que le siguen el hilo al mentado
Tigre; en efecto, me contó Nenita que ella hasta se compró una computadora (y
aprendió a usarla) con el propósito de leer las cartas que te mando a vos y en
las que te cuento acerca del Tigre; ella dice que le emociona mucho y le llena
de nostalgia leer de cosas nuestras con las que ella se identifica. Balta no
solamente me confió que aunque él ya había leído “El Mito” (porque yo le había
dado copias por escrito de este mi “libro”, hace unos 13-14 años), el las
revisitaba ahora por medio de nuestra, “Página Oficial Buchona” pues le gustaba
mucho recordarse de tantas “babosadas” con las que él se identificaba y lo
mejor, Chepisque, es que Balta me demostró que en efecto lee y le sigue la onda
al Tigre, pues me estuvo narrando pasajes de varios capítulos con todo y
nombres de lugares, personas y situaciones…¿Qué te parece?
Yo me siento con estas muestras de apoyo, muy contento y
entusiasmado; por supuesto que también muy agradecido por lo tal, quiero
dedicar a todo/a hermanito/a chulo/a buchón/a este capítulo de mi humilde
“librito”, especialmente a Nenita Navarro y a Balta “Diablo” Montes, con cariño
y agradecimiento, aquí está:
Pues mientras yo andaba allá por esos lares vicentinos, mi
hermanito me llegó a buscar al pueblo varias veces, en la casa de mis abuelos
le decían que no había regresado de mi “exilio” y aquel, se regresaba para “Zanzíbar”, hasta que se decidió irme a buscar; así, un
día que regresábamos a la casona de darnos unas zambullidas en el río Machacal,
escuchábamos los chuchos ladrar fuerte y tendido, al voltear a ver en dirección
de la casa, observé una columna de polvo que se elevaba y que, indicaba que un vehículo
se desplegaba por el camino polvoso que conducía hacia el casco de la propiedad
de don Virgilio; apuramos el paso y al llegar, me sorprendió ver el carro del
Embajador dentro del cual, estaba mi hermanito (no salía el cul…to joven, por
miedo a los chuchos).
Al verme, aquel se animó a salir y nos fundimos en un cálido
y fraternal abrazo.
-
¿Qué hacés aquí, Tigre?
-
Vos, semejante pen…sador, ¿Qué pu…mas hacés
escondido aquí?
-
¿Escondido?, no papá, ¡para nada!
-
¿Y entonces?
-
Nombre, lo que pasa es que, me vine a dar una
vuelta por aquí porque vieras que tranquilo es el ambiente por estos lados,
man…
-
Si cab…allo negro pero no me contaste nada…
-
A la pu…ma, ¿y que sos mi tatá para darte cuentas
de todo pues, maje?
-
No, cer…dito, pero me tenías preocupado,
-
¿Por qué, vos?
- Pues si, como dicen en el pueblo que le fueron
con el chambre al Comandante que te habían visto platicando con la Rosita y que
de seguro, vos le aconsejaste a ella que lo dejara...
-
¡¿Qué decís!?
-
Si papá, dicen que incluso ustedes dos andan
juntos…
-
¡Coma mie…ntras!
- Simón man, eso andan diciendo allá porque ese
maje, “no le da agua” a la Menchita, ahí anda detrás de ella, para arriba y
para abajo, como sombra de ella, y de la Rosita, nada se sabe,
-
¡Ve!, ¿y yo que tengo que ver en eso?
-
Yo sé que nada hermano, pero vos ya sabés como es
la gente envidiosa; buscan como joderte, como hacerte mie…do me da terminar…
- Si, yo sé pero, al tener la conciencia tranquila
y saber que a esa gente, ni su santa madrecita la puede hacer cambiar, yo,
sinceramente Tigre, no me preocupo y le dejo a Dios que el decida.
- Tenés razón hermano, y pu…ma, disculpame que por
estar hablando de esto, hasta se me había olvidado que te traigo un “bolado”
por ahí,
-
¿De verdad papá?
-
Simón lucas…
-
¿Y que me traés?
-
Esperate man…
Y se metió al carro, del cual salió unos minutos después con
una bolsa del “Simán”, de la que sacó unas camisas. Me las dio sin mucho
preámbulo pero al meter nuevamente la mano dentro de la bolsa y sacar unos
“shores”, me dijo cantando: “te traigo estos shores, porque no encontré
otros peores”, y nos pusimos a ca…ernos de la risa, mientras las demás
personas alrededor, nos veían extrañados pero contentos.
En eso, llegó Balta con unos gajos de mangos indios para que
nos los “devanáramos” ahí mismo, lo que hicimos en cuestión de minutos y cuando
la niña Chita (no era la mona de Tarzán), le preguntó a don Virgilio si mataba
una “pelona” (eran unas gallinas que tenían el buche pelón); don Virgilio
entonces se nos acercó para preguntarnos si mi hermanito y su chofer se iban a
quedar a cenar pero, aquel respondió que no podían porque su papá le estaba
esperando por lo que don Virgilio le respondió a la niña Chita que solamente
echara las chengas y que comeríamos pipianes en algüaiste con frijoles.
El Tigre me contó que también había ido para despedirse de mí
pues, ya tenía todo listo para irse para los “Estamos Sumidos”; fíjate que mi
papá quiere que me vaya lo más rápido posible pero, yo realmente no quisiera
irme todavía man. Y allá, ¿adonde vas a caer, maje?, pues, a la casa de una
hermanan de mi papá que vive en Tejas, en una ciudad que se llama Austin, es
que ella está casada con un gringo que tiene un rancho con vacas ahí pero yo,
¡sinceramente me ahuevo, Monsiour, fíjate! ¿Por qué, vos?, ¡No sé, papá, vos
sabés que yo soy humilde y según lo que he oído, esa familia tiene pisto! Con
decirte que tienen cientos de cabezas de ganado y dicen dentro del rancho, ¡hasta
un lago hay, man!
-
Bueno, ¿y cuando te vas a ir?,
-
pues la verdad no sé, un día que me den ganas,
-
pero me avisás, ¿oíste?
-
Simón, y ya me tengo que ir porque está largo el
jalón hasta sivar.
Nos despedimos con un abrazo, aquel se metió al carro del
lado del motorista… ¡y se puso a manejar el muy cab…eza de chorlito! Se alejó
el carro aquel, llevándose consigo a mi hermanito querido y arrastrando al
astro luminoso que cansado de su faena diaria, se despedía de nosotros con una
leve sonrisa y un pequeño soplo de esperanza con el que, nos acercamos al punto
de reunión que en el centro del patio de aquella casona, habíamos determinado
para celebrar nuestra comunión de amistad, de fraternidad, de sinceridad, hasta
que, después de cenar, fuimos otra vez entretenidos por las increíbles y
entretenidas aventuras que por medio de sus relatos, don Virgilio nos ofrecía y
deleitaba.
Y así, se nos fue esa noche mágica bajo ese velo hermoso y
único que nos acobijó hasta que caímos cansados en los brazos de Morfeo.
Bueno pues, Chepistorio, como te le vengo diciendo ya, vos
sabés que ya estamos llegando al final de estos relatos sobre mi gran chero de
la infancia, El Tigre; hoy llegamos al final de esta “Babosadita” que espero
haya sido de tu agrado, al rato vengo por acullá, ¿oíste?
Y ya me voy vos, porque ahorita estoy jugando una güimbia de
capirucho.
Salú,
El Monsiour.
***********************
Capítulo XLIV
Hola Mentado Chep'anthony:
¿Como has estado brother?,
Disculpá que no te haya escrito antes hermano, la verdad es
que, he andado bien metido en otros bolados por ahí, lo bueno es que, nos hemos
estado comunicando por "telefunken" ¿vea?, mirá, de verdad que me
alegra mucho saber lo que con tus hijos están haciendo, sigan adelante, por que
así, es como lograremos colocar a nuestra “Tierra Linda”, en el pedestal que se
merece.
En cuanto al Tigrito, fijate que se fue para los “Estamos
Sumidos”, yo regresé a mi pueblo, adonde ya se sabía que la Menchita iría
-nuevamente- como candidata a alcaldesa; no lo vas a creer pero, en esa ocasión
pasó algo que solo en nuestra tan pisoteada historia política se pudo haber
dado, resulta que, ante el miedo de perder las elecciones que se avecinaban y
sabedor del rechazo general de parte del pueblo hacia las descaradas maniobras terroristas
y asesinas que desde la casa presidencial salían, el gobierno –de manera por
demás asquerosa- decidió a través del "famoso" Consejo Central de Elecciones
(que era dominado totalmente por el partido del gobierno), declarar nula la
participación de todos los demás partidos políticos en las elecciones próximas,
dando como resultado que, solamente un partido (el del
gobierno) se presentara a la elección...¿qué te parece, hermano?, te cuento que, para hacer que todo “luciera normal”, hasta amenazaron a aquellos ciudadanos que no votaran, con ponerlos en la cárcel por no "ejercer el derecho supremo al sufragio"; como en era práctica poner un sello en las cédulas de identificación personal, muchos "tuvieron" que votar, para evitar ser detenido por la guardia, los "cuilios" y hasta la descalza y ser "desaparecidos" por no portar el famoso sello de votación en el documento de identificación.
gobierno) se presentara a la elección...¿qué te parece, hermano?, te cuento que, para hacer que todo “luciera normal”, hasta amenazaron a aquellos ciudadanos que no votaran, con ponerlos en la cárcel por no "ejercer el derecho supremo al sufragio"; como en era práctica poner un sello en las cédulas de identificación personal, muchos "tuvieron" que votar, para evitar ser detenido por la guardia, los "cuilios" y hasta la descalza y ser "desaparecidos" por no portar el famoso sello de votación en el documento de identificación.
Como es lógico, todas las alcaldías de la “Tierra Linda”
cayeron en manos de gente entre las cuales habían, algunas con buenos y
genuinos deseos de servir y trabajar por el pueblo pero, desafortunadamente
también había mucha que solamente buscaban ensanchar sus carteras personales a
cualquier costo y saquear las arcas del pueblo, lastimosamente, estos eran la
mayoría y lo peor es que, en su desenfrenado intento de enriquecerse a como
diera lugar, se llevaron con sus artimañas, el patrimonio que tan arduamente la
gente noble y honrada había logrado reunir, también la decencia, respeto,
dignidad, integridad física y hasta la misma vida de aquellos que se osaran
disentir, oponerse o denunciar sus actos de corrupción, aquello era Chepito...
una vergüenza y un temor total entre la población, en realidad esto que te
cuento
es uno de los episodios mas negros de nuestra historia de los que yo recuerde.
es uno de los episodios mas negros de nuestra historia de los que yo recuerde.
Tal como me lo dijo El Tigre allá en la casa de don Virgilio en San Sebastián, el
comandante había regresado al pueblo, pero no había llegado acompañado de su
mujer, quien, como ya te lo conté anteriormente, nosotros sospechábamos que se
trataba nada mas y nada menos que de la..... ¡Rosita!, la misma hermana de la
Menchita, (pues nos parecía demasiada coincidencia que los dos vivieran en
Apastepeque, ¿me entiendes Méndez?) sino que había llegado solo (¿Quién sabe
con qué intención?)...
Pero, esta situación empezó a aclararse cuando aquella
apareció unos días después en el pueblo; fíjate que una tarde la vi a la
pobrecita, yo había ido a jugar al cinqueado a la cancha de la estación del
pueblo y noté que cerca de un palito de marañones japoneses, estaba una mujer sentada
de seguro -pensé-refrescándose bajo la sombra de ese árbol. Pero, al salir disparada la pelota en esa dirección
por un patadón de Chico “Diablo”, fui a buscarla y al acercarme, observé que la
mujer se tapó su cara con sus manos pero, su movimiento no fue lo suficientemente
rápido pues alcancé a reconocerla y le saludé con un:
-
"Quiuvolé
Rosita, ¿qué estás haciendo aquí, vos?", ella cambió de semblante y con un
rostro bien "cherche", no atinaba a responderme hasta que le dije:
-
Uta
¿estás embarazada verdad?
-
... ¡Si
hombre! (respondió ella)
-
¿Y se
puede saber quien será el papá?
-
...este,
es el Comandante..., pero, mirá Monsiour no le contés a nadie ¿oíste?
- ¿Qué,
queeeé?, ¿el Comandante?, ¡pero si el es el marido de tu hermana, la alcaldesa!
-
¡Si
hombre!, si yo no sé que me pasó, la verdad es que, me arrepiento pero, como el me tiene amenazada...
- Bueno
mirá, me tengo que ir pero ¿si querés podemos seguir platicando en tu casa?
-
¡No!, en
mi casa no, mejor quedate aquí después que terminés de jugar...
Yo seguí jugando y unas horas después, sudoroso y cansado me
acerqué a la Rosita quien ya me estaba esperando con unos marañones que había
recogido de en medio del cerco que separaba a la finca de la cancha, que unas
matas de maguey formaban.
Contame Rosita (fue lo primero que le pregunté), ¿y que hacés
aquí? Pues fijate que, mi marido me dejó sola allá en Apastepeque sin decirme
nada mas que pensaba venir aquí a que mi hermana le diera un pisto que le debe,
es que, allá en Apastepeque, andan con la bulla que lo andan buscando los
familiares de una cipota que se murió y le echan la culpa a él pero, mi marido
dice que ella se murió de una zumba que agarró porque era bien borrachita,
entonces dicen que un hombre armado anda
buscando a mi marido, con ganas de matarlo, asiesque, hemos decidido mejor
irnos para otro pueblo, el problema es que, no tenemos pisto porque como a él
ya no lo quieren en la comandancia, pues ya no trabaja; el pobre se tuvo que ir
y me dejó a mí sola, ¡sin pisto y así de panzona mirá pues! Ya ayer ya no
aguanté estar sola fíjate y decidí venirme a como fuera porque no tenía nada de
pisto, incluso no me quedó tiempo para nada, ni de agarrar unos trapitos por
ahí, este vestido que traigo puesto, es todo lo que tengo...
Uta Rosita y ¿por qué te metiste con el comandante?
Pues fijate Monsiour que, desde que yo estaba estudiando, él
me vigiaba y me decía cosas, una tarde que mi hermana no estaba, llegó a mi
cuarto y me agarró a la fuerza, yo estaba haciendo mi deber y tenía el radio
encendido, oí cuando alguien abrió la puerta de la casa pero, pensé que era mi
hermana, el se metió al cuarto de ellos y no escuché ruido por varios minutos,
me
confié un poco y de repente, sentí como alguien se me tiró encima por detrás, yo estaba acostada boca abajo en mi cama, vestía una falda cortita y una blusa floja, al luchar, logré voltearme, el me agarró de mis muñecas y hablándome con su cara bien cerca de la mía, sintiendo su aliento lleno de alcohol y cigarrillo, me dijo que debía de quedarme callada pues, de nada me valdría gritar, tu hermana no va a venir temprano, tu mamá no está en el pueblo, vos sabés que siempre me has gustado, además esta no será la primera vez que lo hagás pues toda la gente sabe que te "metiste" con el hijo del Gobernador, asiesque, es mejor que cooperés y no hagás las cosas mas difíciles, ¿oíste?, de esa manera, el metió sus manos entre mis piernas y de un solo, sacó mi "bloomer" y...¡me violó!
confié un poco y de repente, sentí como alguien se me tiró encima por detrás, yo estaba acostada boca abajo en mi cama, vestía una falda cortita y una blusa floja, al luchar, logré voltearme, el me agarró de mis muñecas y hablándome con su cara bien cerca de la mía, sintiendo su aliento lleno de alcohol y cigarrillo, me dijo que debía de quedarme callada pues, de nada me valdría gritar, tu hermana no va a venir temprano, tu mamá no está en el pueblo, vos sabés que siempre me has gustado, además esta no será la primera vez que lo hagás pues toda la gente sabe que te "metiste" con el hijo del Gobernador, asiesque, es mejor que cooperés y no hagás las cosas mas difíciles, ¿oíste?, de esa manera, el metió sus manos entre mis piernas y de un solo, sacó mi "bloomer" y...¡me violó!
No puedo decir realmente lo que en mi mente pasaba en esos
instantes, es algo como mezcla de impotencia, de dolor, de asco, de
humillación, de desesperanza, de culpabilidad, es decir, entre mis pensamientos
no había un solo que me hiciera sentir bien, a partir de ese momento, pensé que
de nada valía vivir, así, una vez me quise matar con unas pastillas pero, mi
hermana
llegó a tiempo y me llevó al hospital.
llegó a tiempo y me llevó al hospital.
Lo peor fue que, cada vez que el comandante quería, llegaba y
me usaba, yo, solo dejaba que el tiempo pasara lo más rápido posible para
después, ponerme a llorar y refugiarme en la almohada, arrinconada en una
esquina de mi cuarto, vieras que horrible era todo Monsiour, por eso, cuando mi
hermana nos encontró en la cama y me empezó a pegar y a gritar que era
una:...¡PU...ma de monte!, a pesar del dolor y la vergüenza que sentía, también
sentí un gran
alivio pues pensé que de esa manera, el Comandante iba a dejar de abusar de mí, el problema fue que, en cambio, mi hermana le dijo que se tenía que quedar conmigo por que ella, ya no me dejaría quedarme en la casa –¡por pu…ma!- y que nos fuéramos los dos de su casa.
alivio pues pensé que de esa manera, el Comandante iba a dejar de abusar de mí, el problema fue que, en cambio, mi hermana le dijo que se tenía que quedar conmigo por que ella, ya no me dejaría quedarme en la casa –¡por pu…ma!- y que nos fuéramos los dos de su casa.
De esa manera, como yo no tenía a donde ir ni a quien recurrir,
pues me fui con él. Pero fíjate que el, a pesar de ser malo, conmigo se ha
portado bien pues, no me deja aguantar hambre, me compra ropa y aunque sé que
tiene otras mujeres, siempre llega a la casa aunque sea en la madrugada...
¿Y que hacés aquí, Rosita?
Lo que pasa Monsiour es que no puedo ir a la casa de mi
hermana porque ella ha dicho que no me quiere ver, dice que soy una pu…ma bien
hecha que yo me le metí a su marido para quitárselo; mi mamá no sabe que estoy
con el Comandante ni mucho menos que estoy panzona…
¿Y adonde vas a dormir, ahora?
Pues yo le mandé a decir a él, con Oscar “El Puma”, que aquí
estoy y el dijo que me esperara, que cuando se desocupara iba a venir para
llevarme al cuarto de un amigo de él,
¿Al cuarto de un amigo…?
Si, Monsiour, no te preocupés por eso, ya estoy acostumbrada
a dormir adonde sea, hasta en el monte, fíjate que una vez allá por Cinquera,
habíamos ido a buscar un pariente de él y cuando llegamos a la casa, nos
dijeron que ese primo estaba preso por andar de cuatrero; como mi marido no
conocía bien a esa gente que vivía ahí, me dijo que nos regresaríamos para
Ilobasco que es adonde primeramente nos fuimos de aquí pero como ya era bien
tarde y no habían camionetas de regreso, ni pensión, ni nada pues nos fuimos al
monte y debajo de unas matas de Izote, el Comandante acomodó un poco de monte,
se quitó la chumpa y ahí sobre ella me acosté yo, para pasar la noche, fíjate…
Después de un buen rato de hablar, el astro sol empezó a
darnos señales de despedida y la atmósfera guanaca, empezaba a llenarse del
canto cada vez más repetitivo de los grillos y aves nocturnas que hacían al
ambiente revestirse de un halo único que, se volvía mágico y solemnemente bello
al acompañarse de los destellos azules de la luz lunar que plácidamente,
llenaba de misterio los rincones mas insospechados a los que, visitaban los
diferentes personajes de nuestra fauna nocturnal, así, me tuve que despedir de
la Rosita quien antes de dejarme ir, me pidió que le regalara algo de pisto
para comprar aunque fuera un "quiz" de semita mieluda pues, esos marañones
japoneses, habían sido los únicos visitantes de las cavidades de su sistema
digestivo en las últimas 30 horas. Le entregué mis 20 centavos que eran todo lo
que tenía y me encaminé hacia mi casa, con la mente puesta en lo que ella me
había contado esa tarde y sintiendo una gran pena y dolor al saber que
-nuevamente- una alma que pudo haber sido un ente útil a la sociedad, era
detenida en su camino, por un aberrante hecho proveniente de parte de un
esbirro que desgraciadamente, tuvo poder, apoyo y campo de acción para cometer
este tipo de actos bestiales, por parte de los que deberían de protegernos, que
tiene la obligación de protegernos... los gobiernos...
Esto querido Chepito, te lo cuento, con la más grande
tristeza del mundo pero también con la convicción de que es algo que nosotros
como buenos "salvaguanatruchas" debemos de saber y aceptar como real,
para después imponernos en nuestras conciencias y hacer todo lo que debamos
para que… ¡JAMÁS SE REPITA!
Cuidate mucho hermano y siempre tené en mente sentirte orgulloso de saberte "salvaguanatrucha" pues eso, es un gran honor.
Mas adelante te voy a seguir contando las últimas “babosaditas” de este mi chero El Tigre.....
Salú,
El Monsiour.
El Monsiour.
**********************
CAPITULO XLV
Chepe Toño:
Mirá pues, aquí estoy de nuevo, ya dispuesto a seguir contándote las “babosaditas” de mi chero El Tigre…
Fijate que en el mes de noviembre de ese año, regresó El
Tigrito de los “Estamos Sumidos”, yo estaba en la casa de René
"Tequila" (QEPD), con Balta “Diablo” y su hermano Oscar, haciendo
unas piscuchas cuando le vi venir. Se
veía muy bien, traía unos "Levi's" y una camisa cuello de tortuga
color amarillo.
Monsiour -me dijo René- mirá que "chapudo" está El
Tigre, se ve que le cayó bien la vida en los "yunais" y todos nos
pusimos a ca…ntar de la risa (es que mi hermanito es de piel morena y Tequila
–QEPD- era bien chunguión el baboso)
ante la ocurrencia de René quien hasta un pe… so se tiró de la risa el muy jayán…
Nos abrazamos efusivamente por largo tiempo, me contó que
había llegado el día anterior y que tenía muchas ganas de platicar conmigo y de
"joder" como lo hacíamos antes.
El Tigre estaba feliz de estar nuevamente en la “Tierra
Linda”, me dijo que quería que fuera con él a Sanzívar por que esa noche habría
una fiesta en su casa. Fuimos a decirle a mis abuelitos que nos iríamos y al
decir que arreglaría unos trapitos, El Tigre me dijo que no había necesidad
pues el me había traído ropa y que me la daría en su casa. Cuando salimos rumbo
a la capital del país mas lindo del mundo, nos encontramos con Edgar Clavel
(QEPD) y Calín “Pulga” que iban para la cancha a jugar básquetbol y nos
preguntaron si les acompañábamos; les dijimos que no podíamos y ahí por el
atrio enfrente de la iglesia, nos montamos en una de “La Inquietud Express”, como
eso de las 6 de la tarde, llegamos al monumento al Divino Salvador, desde
adonde El Tigre llamó por teléfono para que el motorista nos fuera a recoger.
La casa tenía las luces de afuera encendidas y al abrirse el portal de entrada y entrar al estacionamiento, unos reflectores que alumbraban la pared frontal, hacían que esta se viera como la portada de un palacio europeo (al menos eso me pareció a mí).
Rápidamente nos atravesamos la sala principal y subimos al
cuarto del Tigre a bañarnos y cambiarnos, en un closet, estaban colgadas unas 5
camisas y otros tantos pantalones que mi amigo me había llevado, -mirá cual te
gusta mas para que te la pongás hoy, la demás te la llevás a tu casa, -me dijo
aquel-, opté por un pantalón de corduroy café quemado y una camisa manga larga
con flores sicodélicas de brillantes colores sobre un tono anaranjado. También
me había llevado 2 pares de zapatos, agarré los de color café de hebilla
dorada. El Tigre se puso una sacola color azul marino y unos pantalones beige
que le hacía verse como capitán de barco.
La fiesta era de bienvenida para El Tigre pero eso no lo
sabía él, fue hasta que el Embajador propuso un brindis que se supo del motivo
de la fiesta. Mi amigo estaba muy entusiasmado y se veía feliz; hablando
estábamos cuando el Embajador le llamó para que bailara con una mamacita bien
linda, era la hija de un periodista argentino y aquel se puso bien nervioso y
no quería ir pero, ante la insistencia de su papá, no tuvo mas alternativa que
dejar a un lado la vergüenza. Bailaron una canción y de repente cuando
iba a empezar la siguiente, El Tigre la fue arrimando adonde estaba yo, para
"enganchármela" y zafarse él, asiesque, no tuve mas remedio que
bailar con esa chica que me pareció la mujer mas linda que había visto en mi vida,
bien claro tengo en mi recuerdo el color amielado de sus ojos, sus largos
cabellos amarillos como el oro, su piel blanca y tersa, su sonrisa angelical,
su encantador aroma pero sobretodo, recuerdo su gran amabilidad, simpatía y
educación, me dijo que su nombre era Isabel y me contó que había estado en la
“Tierra Linda” por 2 semanas y que le parecía un país encantador y bello. Creo
que mi papá quiere venirse a vivir aquí del todo, me decía pues, ha pedido a la
agencia para la que trabaja (después supe que era la UPI) que le dejen aquí
permanentemente, sus palabras las oía sin escucharlas pues, su belleza me tenía
totalmente hipnotizado (hasta la baba se me salía, me dijo El Tigre) y no sentí
como se fue la noche.
Quizás eran las 2 de la madrugada cuando empezaron a
despedirse algunos invitados, el Embajador nos dijo que nos retiráramos a
dormir y así lo hicimos.
El día siguiente nos agarró con una mañana soleada y
brillante, hacía calor pero, una brisa que bajaba desde el boquerón hacía un
poco placentero el ambiente.
-
¿Vamos al pueblo, bicha loca? Pregunté al Tigre,
-
Este... fijate que mi papá quiere que vaya con el a hacer un
mandado pero, si me desocupo temprano, creo que si.
Después de desayunar, el Embajador salió de su recamara y
dijo que le acompañáramos, nos metimos al carro y salimos rumbo al este sobre
el Pasaje Escalón, cruzamos a la derecha sobre la calle a Santa Tecla y al
llegar al desvío de La Libertad, nos dijo que íbamos para Zaragoza pues, una
familia española le había pedido que fuera a saludar a unos parientes que
vivían en ese lugar, asiesque, poco a poco fuimos subiendo por aquella calle
polvosa que nos llevaba hacia parajes bellos de la campiña guanaca. Los árboles
de conacaste, madrecacao, pepeto y cedro brindaban frescura y sombra protectora
a los entrañables cafetales de esos lugares, un poco mas arriba, los pinos eran
los más sobresalientes, los cánticos de las aves llenaban el ambiente y las bandadas
de pericos (con sus letanías) decoraban el límpido azul del cielo, con sus piruetas y peripecias acrobáticas y con
sus vividos y "chillantes" colores de sus plumajes. El recorrido
cobró vida y la magia de los recovecos y recónditos parajes llenó nuestros
espíritus y el exquisito aire oxigenado de la región, hacia que nuestros
pulmones se revitalizaran y que agarraran extensión sus cavidades. El paisaje
desde allá en las cumbres era simplemente maravilloso y el brillar del sol, nos
permitía darnos cuenta y apreciar lo bello de nuestro territorio. Desde allá
arriba, podíamos observar al oeste, el volcán de Izalco, el Cerro Verde y el
Santa Ana, al norte el Picacho y Boquerón (siempre vigilantes de nuestra
capital), al este al volcán de San Vicente y hasta el de San Miguel; el claro y
agudo "chillido" de un halcón llamó nuestra atención y observamos
como de manera gallarda y majestuosa, se desplazaba plácidamente sobre las olas
de aire, sabiéndose el amo y rey de esos lares; su vuelo lo interrumpía por
segundos posándose en las ramas altas de los pinos solamente para lanzarse
nuevamente al vacío, en un nuevo intento de entretenernos con su gracioso vuelo
y su impresionante figura. Las demás aves habíase retirado a lugares mas
seguros y solamente una guara un poco más grande que el halcón osó surcar el
espacio aéreo ante nuestra admiración y miedo de ver una desgracia pero, el
halcón -de manera inteligente- dejó que la amiga continuara con su recorrido.
Llegamos al pueblo y nos recibió la banda municipal que
acompañaba una pequeña procesión de Santa Teresita; en medio de los cohetes y
cantos de los asistentes pasamos lentamente, causando curiosidad de la gente
que de seguro, jamás había visto un Mercedes Benz. Un cipotío se puso a correr
a la par del carro y el Embajador se detuvo para invitarle a que entrara y que
viajara con nosotros, aquel se puso bien contento y con una gran risa
"cholca" se sentó junto a mí.
Preguntando, llegamos a la casa de las personas que
visitaríamos, cabal enfrente estaba un caballo amarrado a un tronquito y un
chucho bravo de la casa del lado empezó a ladrarnos fuertemente, la puerta
estaba abierta y al preguntar por don Alfredo, salió una señora de piel blanca
y pelo canoso, con las manos adentro de las bolsas de un delantal que tenía
unas manchas de achiote.
-
¿Qué se les ofrece? Preguntó con un acento que denotaba
descendencia española,
-
busco a Alfredo, respondió el Embajador, es que os traigo
saludos de la familia Sarastegui de Burgos, España,
Ahhhhh, bueno pasen adelante, le llamo en un segundo.
Mientras esto pasaba, el Embajador nos sugirió que fuéramos a
conocer el pueblo y así lo hicimos.
Llegamos al parquecito del lugar y nos pusimos a jugar
basketball con unos cheros que estaban allí, después estos nos invitaron a ir a
una posa y en unos 20 minutos estábamos en un lugar simplemente encantador y
paradisíaco, era una posa de aguas cristalinas y heladas rodeada de unos
árboles de capas gigantes y ramas grandes de las que pendían unos bejucos que
llegaban hasta el río mismo, un poco mas arriba, había una roca grandísima que
algún cristiano había labrado y a la que le había grabado un corazón con dos nombres:
"Estela y Ricardo" (¡Quién sabe quienes eran esos cristianos!), esta
roca estaba en medio de unos zacatales verdes y húmedos que albergaban a miles
de esas florecitas blancas tan comunes en nuestra “Tierra Linda”, que le daban
la imagen de una sábana enorme.
El astro rey proyectaba rayos brillantes que al rozar los
pétalos de estas florecitas reflejaban una lucidez insospechada que aceleraba
el sentido visual.
Regresamos al pueblo y pasamos a comprar marquesote pues
según estos cheros, el de la niña Chila era el mejor de todo El Salvador, la
verdad es que estaba bien rico yo me harté 1 real mientras El Tigre se comió un
medio y un quis, los otros se zamparon 2 reales cada uno, lo acompañamos con un
fresco de chan que compramos en una tiendita cerca.
El Embajador nos estaba esperando, nos despedimos de los
cheros y emprendimos el viaje de regreso hacia abajo, sintiendo aquello que
nuestro querido señor Espino nos dice en su "Dos Alas", es decir,
"ese asco y que tristeza el empezar a bajar...", el camino fue triste
y callado, la euforia de nuestro ascenso se había convertido en decepción pero,
en nuestros interiores sabíamos que podíamos regresar cuando quisiéramos, eso
nos reconfortó un poco.
Ya no pudimos ir a mi pueblo en ese día pues, regresamos a la
casa del Embajador a cenar, con la promesa de que al día siguiente iríamos;
después de cenar, dispusimos ir al cine Presidente a ver la película que en
esos días estaba causando furor: "El Exorcista" protagonizada por
Linda Blair y así, fue como recuerdo el regreso de mi amiguito a la “Tierra
Linda”, desde estos “Estamos Sumidos”.
Bueno Chepisque, hasta aquí te voy a contar hoy, te aseguro
que te seguiré contando mas adelante, cuidate mucho, abraza a los tuyos y lleva
siempre el orgullo de saberte un bien nacido "Buchón" pues eso hermano, es
lo mejor que Dios nos pudo haber dado.
Salú,
El Monsiour.
******************************
CAPITULO
XLVI
Chepe Toño, hermanito:
Pues como te estaba contando, al regresar el
Tigrito a la “Tierra Linda”, este prácticamente ya no vivía en el pueblo pues,
en su cuarto en la casa del Embajador, tenía todo lo que pudiera querer; pero,
si llegaba de vez en cuando, tal es el caso de una vez, exactamente para las
fiestas patronales, como a las 9 de la mañana de un día 20 de Noviembre, llegó
porque una vez que se encontró con Richard Orantes allá en Zanzíbar, aquel le
había contado que en el pueblo andaban las Paredes (las hermanas Gloria y
Marta), quienes también habían regresado de los “Estamos Sumidos” -de San
Frisco para ser mas exactos- y quienes se habían convertido en unas “tremendas"
muchachonas.
Ellas habían causado un gran revuelo en el pueblo pues, por
ser bonitas y hermosas (además de "nuevas"), casi todos los jóvenes
queríamos hablar con ellas (por lo menos) y debido a eso, ellas como que se
habían creído un poquito pues, no le querían hacer caso a nadie y solamente
salían con sus primos y primas.
El Tigre me dijo bien convencido que él saldría con la Marta
(la mayor), es que dice Richard Orantes que está bien chula la mamacita y como yo siempre
le he caído bien, no creo tener ningún problema. Esa misma mañana, salimos
rumbo a la casa de ellas, al pasar por la tienda de don Toño Portillo (QEPD),
El Tigre se metió a comprar una hula-hula color violeta y un par de baterías
para su grabadora con la íbamos oyendo un casete de "Santana" que en
esos días pegado duro con el disco "long-play" que tenía entre otras
canciones a: "No one to depend on", "Bazooka",
"Guajira" y otras. Llegamos cerca de la casa de las Paredes, ahí por
donde vivía Walter Olivares y nos pusimos a platicar con él, mientras pegábamos
los ojos en la casa de las muchachas. En eso estábamos cuando salió la Glorita
a comprar una gaseosa a la tienda de don Agustín Franco (QEPD), El Tigre se apuró
a salir y saludándola como si se hubieran visto el día anterior, le preguntó
- - Glorita…. ¿y vos
podés usar el "Hula-Hula"?,
- - ¡Claro que si!
(replicó ella),
- - Bueno pues,
enseñame a ver si es cierto (contestó El Tigre),
Aquella puso el envase, que iba a dejar de depósito por la
gaseosa, en el suelo y se puso a jugar con la rueda de plástico, cabal en eso,
salió una prima de ellas (la Norma) y pidió que le dejaran jugar, esta, también
se estuvo un buen rato jugando y de volada, fueron llegando otras cipotas y
finalmente, salió la Marta. Bien recuerdo que tenía puesto un
"short-overall" de lona, con una blusa roja bien pegadita, que le hacía
ver su figura prominentemente; al ver al Tigre, se le notó la mirada de "acaramelamiento"
y de manera coqueta, se le acercó para saludarlo con un abrazo (casi beso), al
tiempo de preguntarle
-
¿que desde cuando
había estado ahí?
-
Pues, unos 5 o 10
minutos -dijo él-, (cuando en realidad habíamos esperado mas de una hora y
media),
-
Ah, ¿y por que no
me veniste a buscar?
-
Este, fijate que
veníamos a ver a Walter, cuando salió tu hermana y pues, me dijo que le
prestara el "hula-hula" pero, te aseguro que no sabía que estabas aquí,
de haber sabido, "corriendo hubiera venido a verte"..... y a
propósito Martita, ¿cuando llegaste?
-
Pues, ya tenemos
como unos 5 días ¿y vos?
-
Llegué la semana
pasada pero, no había venido al pueblo hasta ahora,
-
No seas mentiroso
Tigre (le dijo la Marta), por que a mí me contaron que te vieron el sábado por
la casa del Monsiour,
-
Si, es cierto,
pero solo vine para llevarlo a mi casa, ¿vea Monsiour?
-
¿qué pasó? (dije,
haciendo como si no hubiera estado oyendo la plática),
-
¿verdad que el
sábado pasado te vine a traer y nos fuimos rápido para
Sanzívar?
Sanzívar?
-
¡si, es cierto!
-
Ah, bueno ¿y te
vas a quedar para el baile del Racing de esta noche? (preguntó ella)
-
Claro que si, es
más, me voy a quedar para toda la fiesta, para ir a todos
los bailes,
los bailes,
-
Entonces bailás
conmigo ¿oíste?
-
Por supuesto que
sí, ¿y con quien mas podría hacerlo si aquí estás vos?,
De esa manera, mi amigo se aprestaba a otra más de sus
conquistas; es más, ella le invitó a ir a ver las carreras de cintas, que se
estaban llevando a cabo en la Cancha de la Estación en ese mismo momento y mi
amigo, muy amablemente aceptó acompañarla. Las otras cipotas dijeron que
también querían ir, Walter y yo, les acompañamos; en el camino, ahí por el
ANTEL, nos alcanzaron otros cheros, eran Milton “Pocholo”, Jorge “Charamiza”,
Carlos “Lonly” Guevara, Luis Rivas, Moris Villalta (QEPD) y otros que ya no me
acuerdo, quienes iban a ver la carrera de cintas también pues era una actividad
del Racing Jr.
Allá por la sastrería de los “Tamarindo" íbamos cuando
al cruzar la esquina, venía la profesora con su mamá, ella se le quedó
fijamente viendo bien brava al Tigre, la Marta que no sabía nada, seguía
entusiasmadamente hablando con mi amigo pero, la Norma que ya sabía, se le
acercó a la Marta y la apartó del camino de la profesora quien justo al pasar a
la par del Tigre, quiso meterle una bofetada pero mi amigo reaccionó
rápidamente, al momento de preguntarle:
-
¿qué que le
pasaba?
-
¿cómo que qué me
pasa, estúpido?,
-
¡si!, ¿qué le
pasa a usted? replicó aquel,
-
¿por qué nunca me
hablaste?,
-
pues, por que era
bien claro que ya no quería nada con usted,
-
¿y por esta “cinco
de yuca”, me cambiaste?
-
¡ves lo que
siempre te dije, hija! (acuñó la mamá de la profesora), agregando: si este no
es mas que un pastelero sinvergüenza, mejor vámonos hija no te rebajés con esta
clase de gente,
-
¿Disculpe: qué es
eso de “cinco de yuca” y cuál clase de gente? interceptó la Marta, a mí no me
incluyan en sus cosas,
-
no estoy hablando
con vos cipota descarada, a vos ¡ni te conozco!, dijo la
profesora, al momento de que la Marta iba encima de ella pero, El Tigre la abrazó por detrás pidiéndole que se retiraran.
profesora, al momento de que la Marta iba encima de ella pero, El Tigre la abrazó por detrás pidiéndole que se retiraran.
-
no vale la pena
meternos en problemas, lo de ella y yo, ya es pasado -dijo aquel- viendo a la
profesora que estaba que “echaba chispas” de la cólera y seguimos nuestro
rumbo.
Unos minutos después y al estar viendo los caballos correr
con unos jinetes encima, aquel incidente era solo un recuerdo no grato. En un
momento que volteé a verles (al Tigre y a Marta), vi que estaban agarrados de
la mano y con los cuerpos muy pegaditos (era solo predecible, pensé) cerca del carretón
de sorbetes de Chepe “Paleta” chupándose unos de los “que acolochan el pelo”
(tal como les llamaba Chepe a sus ricos sorbetes) y se veían contentos y despreocupados;
el día estaba en su ombligo y el calor tan rico de nuestro clima nos recordaba
que era verano.
Al terminarse las carreras, dispusimos ir a comer al
restaurante de Napo Sanabria, el España, adonde, al estar esperando la comida,
Milton “Pocholo” (quien se nos había “pegado”), marcó unas canciones en la
cinquera y en cuestión de minutos, estábamos bailando en los corredores del
restaurante, fue durante estos momentos -fijate Chepito- que, las parejitas se
fueron denotando, es que, se vio como Pocholo siempre bailaba con la Norma, yo
con la Gloria (quien -para mi sorpresa y alegría- decía que siempre le había
gustado como bailaba yo) y por supuesto El Tigrito y Marta.
Fuimos a dejarlas a su casa como a eso de las 1 y media de la
tarde y prometimos regresar en un ratito pues, había que ir al estadio a ver
jugar al Racing Jr.
Cabal a las 25 para las 3, estábamos en la puerta de su casa
(el Tigre y yo, pues Pocholo no llegó al billar como habíamos quedado), cuando
salió don Rafael (papá de las hermanas) quien nos preguntó sobre el incidente
entre la profesora y El Tigre;
-
bueno, fíjese don
Rafael -dijo mi amigo- que, ya anduve con ella pero, “quebramos” desde antes de
irme para los “Estamos Sumidos”, así es que, no entiendo la actitud de ella,
-
¿Y de verdad
anduviste con ella?
-
Pues... ¡si!
-
Pero, ¡ella es
mucho mayor que vos, Tigre!
-
Lo sé, pero...
-
A buen palo te habías
arrimado, ¿verdad?
-
Pues eso no lo sé
don Rafael, yo solamente buscaba una buena y sincera relación…
-
A la púchica...
¿y ahora que te traés con mi hija?
-
Este, solo somos
amigos y como hablamos Inglés pues, nos gusta estar cerca, usted comprende,
¿no?
-
Bueno pues, andá
con mucho cuidado por que yo no te voy a dejar que te burlés de ella, ¿oíste?
-
No se preocupe
don Rafael, le aseguro que cuidaré y respetaré a su hija.
Salieron las cipotas y nos fuimos camino al campo, bien claro
oí cuando la Marta le dijo al Tigre que no le hiciera caso a su papá,
"¡siempre se pone así pero, ni cuenta se da de lo que yo hago!"
En el baile de esa noche, El Tigre y la Marta se robaron el
espectáculo, al bailar de esa manera tan alegre, ágil, elástica, dinámica pero
sobretodo, ¡novedosa!, las miradas de los varones se clavaban en la Marta,
mientras que las de las cipotas se colgaban de los movimientos rítmicos de mi
amigo quien, al sentirse dueño absoluto, soltó todas sus inhibiciones y
desplegó una gama de actitudes artísticas que yo sabía que él tenía pero que,
ahora se revestían de una soltura y solidez, que le daban un aire de madurez y
un toque de cosmopolita. Al terminar el baile, encaminamos a las señoritas a
sus casas y nos regresamos a la mía.
Cuando estábamos acostados me dijo aquel:
-
Mirá Monsiour,
mañana hay que levantarnos como a las 8 para irlas a traer, ¿oíste?
-
Este, ¿que no se
van a ir para la playa?
-
No papá, la Marta
va a convencer a la Gloria para que se queden mientras los demás se van para
Metalío, es que, nos vamos a ver en la escuela de niñas, en la Uriarte...
-
Uta Tigre cabrón
¿y si se da cuenta don Rafael?
-
No hay problema
hombre, fíjate que me dijo la Marta que no le hiciera caso a él.
Al día siguiente, nos despertamos y después de dizque
desayunar, fuimos a recoger a las cipotas que ya nos estaban esperando muy
ansiosamente, caminamos hacia la escuela y claro tengo que nos pusimos a
"jugar" en el patio grandote y lleno de grama. Éramos solo nosotros
cuatro y la atmósfera se fue cargando de manera propia, para que, en uno de
esos instantes, mi amigo asiera de la mano a la Marta y se fueran caminando
rumbo al tanque de agua que, a estas alturas prestaba un espacio ideal para
llevar a cabo caricias y gestos de amistad.
Nosotros optamos por tirarnos boca arriba en el césped y ver
las nubes tan blancas y bellas como copos de nieve, empezamos a jugar de tratar
de identificar la figura de las nubes, asociándolas con otras figuras, en eso, la
naturaleza nos recordó lo que éramos, una pareja joven llena de impulsos, deseos,
tentaciones, etc., etc.
La frescura de la brisa de la tarde, nos recordó que era
tiempo de encaminarnos de regreso, que era tiempo de "pretender" que
nada había pasado, aunque en mi pecho, el gozo se me agigantaba y la
satisfacción era más grande que mi propio cuerpo. Esos fueron unos bellos
momentos que junto a Glorita pasé en esa hermosa mañana veraniega de mi pueblo
allá en la “Tierra Linda”, fíjate Chepito.
Camino de regreso, nos encontramos a Jorge “Charamiza” quien
nos invitó a ir esa tarde al terreno de su papá Juan (QEPD) allá en la área conocida
como El Refugio (cerca de Curacao, camino a Jayaque); las muchachas dijeron que
les gustaría ir…
Y te dejo brother pues, tengo unos bolados que hacer, cuidate
mucho, abraza a los cipotes y saludame a la Dinorita, ahí seguimos al rato,
¿oíste?
Salú,
El Monsiour.
***************************
CAPITULO XLVII
Hola Chepe Toño:
¿Y como has
estado brother?
En cuanto al
Tigrito, fijate que, después que terminaron las fiestas de mi pueblo, se desapareció
por unos días pero, justo antes de la Navidad, llegó a mi casa y se quedó ahí
hasta después del Año Nuevo pues, su papá (el Embajador) se había ido con su
esposa e hija para España.
La Marta y la
Glorita, se habían regresado a los “Estamos Sumidos” y al Tigre, eso parecía no
importarle pues, ahora, le había puesto -de nuevo- los ojos a la sobrina de la
niña Tancho, es decir, a la hija de don Roberto (el amigo del Embajador) quien
se había ido a pasar las vacaciones al pueblo.
Ella, se había
hecho acompañar de su novio (un gringo alto, pecoso y pálido) con quién eran
compañeros de escuela allá en la ciudad de Boston; frecuentemente se les veía
en la sorbetería, en el parque o comprando paquines de "Archie" en
uno de los “almacenes” del pueblo; constantemente abrazados, acariciándose,
sonrientes y/o besándose.
Por su altura, el
color de su piel, el amarillo de sus cabellos y sus actitudes desenfadadas,
eran bien visibles y al desplazarse por las empedradas calles del pueblo, con
sus camisetas, sus "shorts" y
chancletas, la gente se les quedaba viendo, mientras ellos -haciendo gala de su
exhibicionismo- enfatizaban sus acciones, que se revestían de actitudes
eróticas y sugestivas. Entre toda la gente del pueblo, esto era un gran
escándalo pero, como era la hija de don Robertío y sobrina de la niña Tanchito...
El Tigre supo de
esto y una tarde que me invitó a que fuéramos al estadio a jugar futbol, cuando
íbamos allá por el Cine LUX, nos encontramos con ellos;
- ¡Hola Monsiour!
(dijo ella),
- Hola,
(respondí),
- Ya conocés a Jeff, mi novio ¿verdad?
- Si claro, me lo
presentaste la vez pasada en la sorbetería, al momento de voltear a verlo y
querer saludarlo, este, hizo un gesto con su rostro (no muy expresivo), al momento
de decir algo en Inglés que, fue respondido (también en Inglés) por El Tigre, ante
lo que aquel respondió con otras palabras que fueron respondidas y así, estos
dos se agarraron a palabras cada vez mas altisonantes, llegando a casi a agarrarse
a puñetazos, hasta que, ella se metió entre ambos y halando a su novio del
brazo, volteó a ver al Tigre, con una mirada que a mí, me pareció de admiración
(¿o habrá sido de invitación?) e hizo que se alejaran del lugar sin que algo
mas serio pasara entre los contrincantes.
Continuamos hacia
el estadio y al platicar, mi amiguito me confiesa que esa noche, empezará el
camino a ¡¡¡la conquista de su eterno y verdadero amor!!!
- ¿De que PU...MAS estás
hablando, Tigre?
- De que estoy
convencido que ella, ¡será mía, papá!
- Uta Tigre,
estás hablando de algo que veo muy difícil, man,
- Lo sé Monsiour
pero, ella terminará en mis brazos, te lo aseguro...
- ¿Como podés
decir eso?, ¡si ella ni te voltea a ver!
- Eso ya lo sé,
incluso no se me olvida, ni se me olvidará nunca que desde el primer momento cuando la vi en la casa de la niña Tanchito,
aquella tarde cuando mi papá me dijo que quería adoptarme, ella, me ignoró, me
ignoraba y me siguió ignorando hasta este día, pero…
- ¡Ya ves, eso es
lo que te digo!, ¡parece que le caés mal a ella, man!
- …pero, ese día
se llegó, Monsiour y las cosas son diferentes, ya lo verás, querido amigo, ya
lo verás...
- ¿Qué vas a
hacer?
- Bueno, para
empezar, esta noche le llevaré unas flores y...
Efectivamente, al
regresar de jugar futbol, mi amigo me pidió que fuéramos a buscar flores allá
al monte, cerca de la finca de la niña Amanda Suncín (QEPD), es decir, cerca del
Río Paso Hondo, adonde -debido a la humedad y abundancia de agua del lugar- se
daban unas flores muy bellas, grandes y olorosas. Fuimos y al estar escogiendo
y arrancando las flores, mi amigo se desplayó totalmente en sus palabras,
comentándome lo que significaba para él, aquella hermosa joven.
“Fijate Monsiour
que, desde la primera vez que la vi, me enamoré de ella y desde ese momento
siento que ella, ¡será mi esposa!, es que, jamás sentí algo así por nadie mas y
vos sabés que he tenido varias novias.”
Claro que sé que
has tenido muchas novias pero, con ella me parece que, ¡no vas a poder!
“Pues yo voy a
hacer lo que sea, para convencerla que soy el hombre que la va a amar y
dignificar para siempre y que ella, es la única mujer que realmente me ha
importando en la vida, tanto que me casaré con ella y prometo que jamás, jamás
le faltaré al respeto en ningún sentido, no voy a ni siquiera voltear a ver a
ninguna otra mujer, ella es el amor de mi vida…”
Cortamos las flores
y emprendimos el camino de regreso, al llegar a casa, mi amigo le pidió a mi
hermana que le ayudara a hacer el arreglo floral y ella, se aprestó con gusto.
Una media hora después, nos llamó mi hermana para que fuéramos a ver lo que
había hecho, aquello era un bello adorno de una gran flor color rosado tierno,
rodeada de otras flores anaranjadas, violetas y blancas, con unas "aves
del paraíso" amarillo chillante sobresalientes y unas hojas moradito "lilas"
en la parte de atrás. ¡Le quedó bien chivo! -dijo mi amigo-, la verdad que sí -asenté
yo-, al darle las gracias, mi amigo le dio un abrazo a mi hermana, agarró el
arreglo y lo puso en la mesita de noche de mi cuarto; ¡lo voy a dejar aquí por
un rato!, ¿oíste? (me dijo).
En eso mi querido
abuelito (QEPD) me pidió que le fuera a comprar una botella de “Tónico Ferson”
a la farmacia del doctor Lazo (QEPD), mientras el Tigre se aprestó a bañarse y
“chiniarse” un poco; yo hice lo mismo al regresar a la casa y después de cenar salimos
a dar una vuelta al parque y a saludar a los cheros, en eso, vimos a la parejita
más famosa del pueblo en esos momentos, estaban sentados en una banca de
cemento del parque, debajo de las ramas de un maquilishuat que filtraban la brillante
luz de luna llena que adornaba el inmenso y bello infinito de la “Tierra Linda”,
estos, se abrazaban y acariciaban al sonar de las notas musicales de la banda
municipal que tocaba unos bellos vals, estaban ellos inmersos y totalmente
alejados del bullicio e inquisitorias miradas de los curiosos (según ellos). Al
verlos, mi amigo me dijo que le esperara un momento y salió zumbado hacia mí casa.
Regresó en cuestión de minutos, con el arreglo floral en sus manos, al decirme
que en ese momento se lo iba a entregar a ella, noté en sus ojos, una determinación
total y en su rostro, la firme decisión de hacerlo de una vez por todas, para
demostrarle al novio de ella, que no le tenía miedo, y demostrarle a ella, cuanto
estaba dispuesto a hacer para comprobarle que en realidad, ¡haría lo que fuera
para ganarse su corazón!
Se les acercó y
ante la mirada incrédula de Jeff y sorpresa de ella, mi amigo extendió su brazo
con el ramo de flores, mientras veía a su amada a los ojos, al momento de
decirle:
"Preciosa
muñequita, le entrego estas bellas flores silvestres que me habían estado
pidiendo que les llevara a conocer a su reina, al verle a usted, de seguro
ellas cumplirán su anhelo"; Jeff se levantó como accionado por un resorte
y trató de arrebatar el ramo pero, mi amigo lo evitó, mientras ella -aún bajo el
asombro por la actitud del Tigre-, extendió su brazo derecho aceptando el
regalo; enseguida, lo acercó a su nariz, para oler el tierno aroma de ellas y
los posicionó contra su pecho, al momento de decir:
- ¡Están muy
lindas!, ¿de verdad son para mí?
- ¡Claro que si,
preciosa, son para usted!, las flores están lindas pero usted, ¡lo es mucho
mas!
Jeff, agarró el
brazo de ella e hizo que se encaminaran de regreso a casa de la niña Tancho,
antes de que ella, viera -por primera vez- (me pareció a mí) con interés,
admiración y ternura a mi amigo, diciéndole en Inglés: "I'll see you
later" (nos vemos mas tarde) y mi cherito respondiendo: "sooner than
that" (mas pronto que eso).
Los cheros que
estábamos allí, nos quedamos pasmados ante lo que acabábamos de ver, cuando El
Tigrito se dice -tranquilamente- así mismo, mirando a la pareja que se alejaba del
lugar: ¡serás mía amorcito…, para siempre!
En eso llegó Pablo
Arévalo a preguntarle al Tigre que es lo que había pasado y si necesitaba ayuda
con ese “chele baboso” … nooooombre Pablito, le respondió El Tigre, muchas
gracias pero pare ese maje me basto yo solo.
Por el resto de
la velada, El Tigre se internó en sus pensamientos y casi no hablaba, mientras
que nosotros seguíamos con los comentarios acerca de su valentía y decisión. Al
llegarse las 11 de la noche, mi amigo decide que nos alejáramos del lugar y
camino a casa, me relata una idea que se le acaba de ocurrir; acompañame
Monsiour, ¡voy a irle a dar una serenata a mi adorada!
¡Uta Tigre que
mie...do me da cuando salís con esas tus ideas, papá!
Lo sé man, vos
acompañame cab...allo negro.
Fuimos a la casa
a recoger la casetera del Tigre y salimos de regreso, llegamos a la ventana de
un cuarto de la casa de la niña Tancho (que mi amigo había averiguado que era
el cuarto de ella). Esperamos que se alejaran unos bolitos que estaban
agazapados cerca de un palo de coyoles (uno de ellos era el “Mongol”, otro era
“Popeye” y también estaba el “Chele Peseta”); al asegurarnos que nadie andaba
en las cercanías, mi amigo apretó el botón de "play" de su grabadora,
haciendo que de ella, brotaran las melodiosas notas de la bella canción "feelings",
el ambiente se fue llenando de romance, mientras poco a poco, las "nothing
more than feelings, trying to forget my feelings of love... feelings oh,oh,oh,oh,
feelings, oh,oh,oh,oh, again in my arms", que salían de aquel aparato, se
iban acompañando del coro de mi amigo que en ellas, trataba de depositar el
mensaje que enviaba a su pretendida.
Con un pequeño
ruido que se oyó en la puerta de la ventana, se inició la certeza de la
presencia de ella pues, seguidamente esta puerta se abrió apenas un poquito, suficientemente
para que denotáramos la imagen de ella que, se convirtió en una hermosa
realidad cuando ante la tenue luz del foquito de alumbrado público, sus ojos
brillaron inmensamente, acompañando la hermosa sonrisa emanante de su boca y
sus sensuales labios de los que, perezosamente brotaron unas palabras y gestos
de aceptación. Mi amigo se acercó al balcón de acero que protegía (y alejaba) a
la doncella, ella sacó su mano que fue asida suavemente por El Tigre quien
procedió a acariciarla dulcemente con sus labios y a decirle cosas amorosas a
su oído. Los minutos se fueron pasando y pasando, ellos hablaban y yo, me
aseguraba que no parara la música.
Ya pasada la
medianoche, finalmente decidieron despedirse y ante mi incredulidad y asombro,
ellos se dieron un breve pero emotivo beso y con unas miradas de enamorados que
noté, yo comprendí que mi amigo, ¡había -una vez mas- logrado su propósito!
Al regresarnos a
la casa, casi no hubieron palabras es que, aquel iba todavía embelesado y
sumergido en la magia, mientras yo, aún no salía del asombro, a pesar de saber
de lo que era capaz mi amigo y de conocer lo que él era en esos campos.
Al aprestarme a
descansar en mi cama, pensaba si esta joven era en efecto lo que mi amigo decía
(su profundo amor, futura esposa y madre de sus hijos) o simplemente, una
aventura y conquista mas de este, eterno conquistador, el
tiempo me daría la respuesta...
Y hasta aquí
llegaré hoy Chepito, es que me quiero ir a echar un "cuis" de semita "tres pisos", ahí seguiré mas adelante, cuidate mucho, saluda a la Dinorita
y no te olvidés de sentirte orgulloso al saberte "un bien nacido buchón".
Salú,
El Monsiour.
****************************
CAPITULO XLVIII
Chepitorio:
Reciban muchos
saludos cariñosos de nuestra parte.
Contame man
¿sigue El Monsiourcito bailando tan chivo?
Mirá brother, en
cuanto a mi chero El Tigre, fíjate que me escribió Marito Cantor para contarme
que aun le sigue el hilo a mi contadera que hago en mi humilde “librito” así es
que, te quiero seguir contando estas “Babosaditas” pues, ya estamos llegando al
final de su historia y muy agradecido por la gentileza de Marito, le dedico
esta carta, ¿a ver si le gusta?
Fijate que, al
día siguiente después de la noche de la serenata, en todo el pueblo andaba la
bulla de que El Tigrito se había metido al cuarto de la sobrina de la niña
Tanchito y que se habían “quedado juntos” hasta que amaneció, yo que sabía que
no era cierto, lo negaba ante cualquiera que lo dijera pero, era tan grande la
regazón que, llegó a oídos de la niña Tanchito quién quiso mandar a la
Margarita de regreso pero, al no ceder ella, no tuvo mas alternativa que
hablarle por teléfono a su hermano Roberto. Este señor llegó esa misma tarde y
después de hablar con su hija, mandó a llamar al Tigrito. Pero este no estaba,
pues mi amigo y yo, andábamos bañándonos en Atecozol bien tranquilamente,
además, al terminar de bañarnos, fuimos a comer yuca con fritada y minutas de
tamarindo; en eso estábamos cuando se apareció el Land Cruiser azul de don
Roberto haciendo una gran polvazón, debido a la velocidad con la que manejaba.
Este señor bajó
el vidrio de la ventana del carro y sin saludar dijo:
- ¡Tigre vení
para acá!
Mi amigo replica
bien tranquilamente: Buenas tardes, ¿Qué desea,
don Roberto?
- ¡Que vengás,
quiero hablar con vos!
- Con mucho
gusto, permítame terminar de comer mi yuquita, ¿gusta?
En ese momento,
se abrió la puerta del lado del pasajero y se bajó la Margarita quien, muy
calmadamente, redondea el carro y se encamina a la mesa adonde estábamos
comiendo; al momento de sentarse en la banca junto al Tigre, voltea a ver a su
papá invitándole a bajarse con un: ¡yo quiero yuca papá, comprame un plato!, el
señor no tiene mas remedio que apagar el carro y bajarse con la cartera en la
mano.
Una vez ya abajo,
este señor se sentó a la par mía y empezó la plática preguntándole al Tigre:
- ¿Sabés por qué
estoy aquí, verdad?
- Este... la
verdad que no, don Roberto,
- ¿Cómo que no?,
no te hagás el desentendido, si me contó mi hermana que ya anda la bulla por
todo el pueblo,
- Pues, mire don
Roberto, usted bien sabe como es la gente, siempre andan con chambres y...
- A eso me
refiero, ¡que no quiero que a mi hija la anden metiendo en chambres!
- Yo tampoco
quiero eso, pero, ¿cómo se puede evitar?
- Pues, lo que yo
quiero saber es que ¿si es cierto que te metiste al cuarto de mi hija?
- Ay, don
Roberto, usted si que es bien inocente, ¿cómo creé que su hija sería capaz de
permitir una cosa así?
- De ella no
tengo desconfianza...
- Pues entonces,
no le entiendo pues, si acaso usted piensa que me metí al cuarto de ella, ella
misma se lo diría ¿verdad?
- Este...,
este..., creo que si...
- Pues ya ve,
pregúntele y sabrá la respuesta, además, fíjese don Roberto que las ventanas de
los cuartos de la casa de su hermana, están protegidas por unos balcones de
metal por donde no entra nadie, ¿cómo cree que hice yo?
- Pues, la verdad
es que, no me acordaba de eso, tenés razón pero, lo que no me gusta es que la
gente cargue a mi hija de boca en boca...
- En eso tiene
razón don Roberto, a mi tampoco me gusta, por eso, le sugiero que le diga al
tal Jeff que se regrese para los “Estamos Sumidos” pues, como él se viste bien
escandalosamente y en público es bien abusivo con Margarita, la gente se fija y
la que puede salir perdiendo es ella pues a él, como no es de aquí, ¡no le
importa el que dirán!
- Mirá Tigre, eso
lo tendrá que decidir ella, pues yo, desde que me habló por teléfono para
contarme me opuse pero, como ya sabés como se ponen a llorar las mujeres, me
convenció aunque, a mi, nunca me cayó bien ese "hippie" con facha de
drogadicto...
- ¡Papá!
(interrumpió Margarita), no me gusta que hablés así de Jeff,
- Si claro, como
no te conviene pero bueno, no estamos aquí para hablar de eso,
- De verdad que
no, mejor comamos yuca (dijo El Tigre) y así lo hicimos.
Al acercarse la
noche, dispusimos regresar al pueblo y ya adentro del carro de don Roberto, la
plática se tornó alrededor de mi amigo y sobre sus planes para el futuro. Lo
que quiero es regresarme a los “Estamos Sumidos” y continuar mis estudios allá
(decía él) y después de graduarme, me gustaría regresarme a vivir del todo
aquí, mi papá dice que está bien y me apoyará en todo.
Al llegar al
pueblo, ya un poco mas tranquilo, don Roberto solo tuvo tiempo de despedirse de
la niña Tanchito y salir de regreso para Sanzívar, al momento de abrazar a su
hija Margarita y decirle algo al oído (que después ella le confió al Tigre que
había sido referente a: dejar que Jeff se fuera de regreso para Boston). Como
esa noche era de posadas, mi amigo se atrevió a lanzar la invitación a
"su" amiga, para ir a ver a los "viejos" y a oír los pitos
y cánticos navideños tan característicos en esas épocas, cuando se llegaba a la
puerta cargando a los santos quienes llegaban a pedir posada, ella accedió
inicialmente pero, al salir Jeff de su cuarto, ella se apartó de mi amigo y se
dejó abrazar del gringo quien claramente denotaba -a causa de sus ojeras- que
había estado durmiendo todo ese tiempo (o que se había estado
"sonando" unos puritos), sin darse cuenta de lo que, transcurría a su
alrededor.
El tal Jeff, se
puso bien furioso de ver al Tigre en esa casa y quiso sacarlo pero, mi amigo no
se amilanó, diciéndole que él no tenía ningún derecho de sacarlo de ahí pues,
no era su casa y que, solamente Margarita y por supuesto la niña Tanchito lo
pudieran hacer, Jeff le pidió (en Inglés) a Margarita que lo sacara pero, ella
se negó y en cambio, le dijo a Jeff que se fuera de regreso para su cuarto;
ante esto, Jeff se dirigió al corredor adonde estaba la niña Tanchito y con voz
altisonante, le balbuceó algo en Español que nadie entendió, haciendo que doña
Tancho respondiera con "su" Inglés mocho "I DON'T CARE!" (¡NO ME IMPORTA!), ella, sonrojada de la pena, nos
confió después que, le quiso decir: "No te entiendo", por lo que
todos ¡nos pusimos a reír! El tal Jeff se enfureció más y se retiró para su
cuarto, y le dio volumen a su grabadora de la que se oía sonando al mentado Led
Zeppelin y su “escalera al cielo”.
Margarita no
quiso salir con El Tigre pero, aquel se quedó en esa casa, mientras yo me iba
hacia la mía a cambiarme, antes de irme para el parque a hablar pajas con los
cheros. Sentados en el atrio de la iglesia, con Quique Sigüenza y Ángel Baños “Jirafa”
estábamos, cuando llegó Chepe Caravantes con el chambre de que, ¡al Tigre lo
iban a meter preso por meterse al cuarto de la hija de don Roberto!,
¡No jodás maje! (le
dije), ¿cómo lo van a meter preso por algo que no hizo?
¡Claro que lo
hizo!, a mi me contaron...
No papá, si yo
estuve anoche con ellos...
Vos siempre lo
defendés Monsiour pero, a este maje del Tigre, hoy si lo van a joder por andar
de cab...allero de la mesa redonda, a mi me parece que hasta mucho se tardó ese
en ser descubierto con sus sinvergüenzadas...
Uta Chepe, de
plano que se nota que vos tenés una "espinita" contra aquel, ¿no será
por lo de la Astrid?
Vos come m...ucho
para engordar, Monsiour cu...anto deseo romperte el hocico a vos y al maje del
Tigre, para que de una vez se le quite lo pastelero...
Pues a mi no me
gusta pelear, mucho menos por cosas sin importancia pero, ¿si querés?...
¿Y que, vos creés
que no te puedo dar una buena ver... dolaga para el almuerzo pen...sándolo
estoy maje?
Y casi nos
agarramos a trompadas pero, se metieron aquellos y nos separaron, mientras
Quique le decía a Chepe que lo que yo decía era cierto pues, el papá de ella
había ya hablado con El Tigre y que las cosas se habían aclarado. No puede ser (dijo
Chepe) si a mi me contaron las “Avispas” que dicen que, ellas estaban viéndolos
desde su casa a través de una ventana, pues, te dieron paja (respondí yo) por
que, es cierto que allí estuvimos pero, como a eso de la 1 de la mañana nos
fuimos a acostar. La plática cambió de rumbo y un buen rato después apareció El
Tigrito con una sonrisa de oreja a oreja...
-
¿Qué
onda Tigre? (le preguntamos casi al mismo tiempo),
-
este...
¡nada!, ¡nada!, ¿Vamos a las posadas, Monsiour?,
-
¡vamos!
(dije) y nos fuimos, solamente los dos porque Ángel y Quique no quisieron.
Camino a la casa
de la niña Carmen Gómez (adonde estaban los santitos) íbamos y aquel me empezó
a contar que, acaban de estar platicando con la Margarita y que, ella le había
dicho que, mi amigo le atraía pero que, como ella andaba con Jeff, no podía
hacer nada hasta que quebrara con él pero que, a la mañana siguiente, le
pediría que se regresara lo mas pronto para Boston y que mas tarde, al
regresarse ella a esa ciudad, hablaría con él (a parte de pensar seriamente
sobre que es lo que quiere hacer) y que, después de eso, podrían platicar con
El Tigre sobre la posibilidad de conocerse un poco mas, ¿qué te parece papá?
-
Pues,
me parece bueno pero, ¿y vos de verdad que estás enamorado de ella? ¿o solo son
ondas tuyas?
-
No
Monsiour, esta vez si es cierto, esto es ¡de verdad!, estoy loco por ella y
dispuesto a todo... ¡todo!
-
Uta
Tigre, ¡vos siempre me decís eso!
-
¿Cómo
que siempre? No seas pajero…
-
¡Claro
que sí!, man, desde que conociste a la Chayito…
-
Uta
papá, con ella fue diferente, acordate que ella fue mi primera…
-
Si,
¿y que me decías de la Ada?, de la Profesora, de la….
-
¡SI,
CAB…ALLERO ANDANTE!, ¡ya sé!, pero, cada una de esas situaciones fue distinta,
yo estaba inseguro, bastante desubicado, yo no sabía lo que quería, creía amar
a cada una de ellas pero la verdad… tenía miedo de quedarme solo,
man…comprendeme… por favor, vos me conocés Monsiour y sabés lo triste y
dolorosa que mi vida ha sido, he sufrido mucho Monsiour… (me dijo desplomándose
físicamente sobre la acera del convento y desmoronándose internamente, soltando
un llanto tímido, callado, gimiente, en mi hombro)… ¡no me jodás, Monsiour –me
ensartó un dardo punzante en mi ser, al decirme esas palabras que me calaban-,
si vos no me creés… entonces, es que no valgo nada…
-
Uta
papá, perdóname hermanito… yo, solamente quería asegurarme de que estuvieras
consciente de lo que estabas diciendo y de lo que estás pensando en hacer,
además quería que te dieras cuenta que con Margarita no va a ser lo mismo que
con las otras porque, la familia de ella, no te permitirían que le hicieras una
“pandeada”, es mas, ni creo que acepten que sea tu novia, hermano…
-
Monsiour,
lo único que te pido es que confiés en mí, vos sos la única persona en el mundo
que conoce mi vida tal como ha sido, creé en mí, por favor ayúdame, defendeme y
apóyame; esto que siento por Margarita es genuino, es verdadero y no es de
ayer, esto Monsiour, es de años, desde el primer momento que la vi, ¡te lo
juro!
-
Pues
mirá man, ojalá se te cumpla, te deseo suerte papá y te prometo, no dudar nunca
de tu amor hacia ella y apoyarte en lo que me pidás…
-
Gracias
Monsiour, sinceramente, no esperaba menos de vos, mi hermanito…
Seguimos
caminando y llegamos a las posadas, en medio del cipoterío que silbaba y los
cánticos aquellos, aunque ahí habían varios cipotes y jóvenes, como Calín “Pataloca”
o “la Bella Barrera”, Balta “Diablo”, Toño “Paleta”, René “Tornillo”, Calín “Melcocha”,
Filadelfo, Oscar Méndez y varios otros mas, mi amigo era el centro de atracción
de las jóvenes que por ahí andaban pero, re-marcadamente, noté por primera vez
que mi amigo, ¡ni las volteaba a ver!, ¡quizás es cierto! -pensé-, ¿y por qué
no podría ser posible que este amigo se enamorara verdaderamente?
En eso estaba
cuando aquel me pregunta,
-
¿Qué
te parece este poema Monsiour?, al momento de enseñarme algo que había estado
escribiendo en un pedazo de papel, es un poema que le compuse a Margarita y
pienso declamárselo esta noche con una serenata,
-
¡No
papá!, no mas serenatas por un buen rato,
-
¿Cómo
que no?
-
Si
hombre es que, acordate del chambre por la de anoche, una serenata ahora, sería
una regazón más grande y la que sale perjudicada de todo esto, ¡es ella,
Margarita!, pensá man...
-
Púchica
Monsiour, tenés razón papá pero, mirá maje… lee el poema de todas maneras...
Leí aquel escrito
y aunque realmente me pareció muy simple, sencillo y sin mucha gracia, le dije
que me gustaba pues, en ese poema aprecié lo que aquel quería decir, no lo que
decía, es decir, consciente que mi amigo no era poeta, me pareció muy loable su
intento de acercarse a su amada, a través de la sensibilidad, del romance, de
la dulzura de sentimiento y eso, me agradó mucho.
Mas adelante te
narraré ese poema ¿oíste Chepito?, por el momento, permitime despedirme de vos
y los tuyos deseando que todo marche bien y nos vemos al rato, brother.
Salú,
El Monsiour.
*****************************
CAPITULO XLIX
Hola Chepito;
Mirá pues, después de un largo rato, vengo a querer seguir contándote
sobre El Tigrito. Como vos ya sabés, debido a causas poderosas he estado
alejado de este mi pasatiempo de escribir "babosaditas" pero, ahora
deseo continuar con el relato sobre nuestro amigo.
Pues fijate que, después de la navidad y año nuevo, la Margarita se
regresó a los “Estamos Sumidos” con el mentado Jeff, El Tigre no le entregó el
poema a ella pues, prefería dárselo cuando ella lo aceptara como su novio (me
confió), yo pensé que fue lo mejor que él pudo haber hecho pues, realmente no
me gustaba para nada el famosito poema ese, el cual empezaba así:
"Se abren
los vergeles de universo,
para dar
cabida tu figura
y los poetas
ofrecen sus mejores versos,
para poder
describir con exactitud a tu hermosura.
¡Ah, que paz
se respira a tu lado!,
¡la verdad es
que, me has maravillado!
Y seguía con cositas así por el estilo, yo trataba de convencer a mi
amigo que desistiera de su intención de ofrecerle ese poema a ella pero, con el
tiempo, yo descubriría que, estaba muy equivocado pues ella, apreció y
agradeció mucho el intento de parte de él, de expresarle su amor de esa manera
(aún ahora -muchos años después-, me alegro que mi amigo no le haya confiado lo
que yo le sugería que hiciera con ese poema).
Mi amigo El Tigrito se quedó por unos días mas en el pueblo, tiempo que
aprovechamos para ir a las fiestas de otros lugares cercanos, recuerdo
principalmente los bailes de Sonsonate -entre otros-, los del Colegio Centro
América, las noches "Brasileñas" y otros, amenizados por grandes y
buenos conjuntos como Sagitario, La Fiebre, Macho, La Flores, Chucho Tovar
Flores y por supuesto La Compañía 10 (llamada anteriormente "Guadalupe Soul
Band", pues había sido creada en el Colegio Guadalupe) que era el orgullo
de Sonsonate y que estaba pegando golpe con la canción que decía mas o menos
así: "Era la tarde, la tarde cuando el sol salía, la tarde, la tarde cuando
fuiste mía, la tarde, la tarde que te di mi amor...".
Y fue precisamente para la "Verbena" de ese año que aquel me
pidió que le acompañara pues, teníamos una amiga de nombre Haydee con quien
habían quedado de ir a ese baile pero, ella quería llevar a una amiga (Mary),
quien no tenía novio y pues, yo podría ser el acompañante de ella, para así,
hacer las dos parejitas e ir juntos al baile. Ellas vivían en la Colonia 14,
adonde nos dirigimos esa noche, con la intención de verlas antes del baile y
también para saludar a unos amigos que vivían allí.
Eran como las 6 de la tarde y al llegar al pasaje, nos encontramos con
Richard Breucop quien nos llevó a su casa. Fijate Chepito que la casa de este amigo,
estaba casi enfrente de la casa de la Mary, a quien yo no conocía pero, al
enseñármela aquel , a pesar de ser desde unos varios metros (y de noche) me
gustó muchísimo y a partir de ese momento, me entusiasmé papá.
Al saber que ella era vecina de Richard, insistí mucho que me la
enseñaran nuevamente, tanto que, les obligué a que pasáramos varias veces por enfrente de
esa casa, hasta que, finalmente pude verla otra vez. Fue a través de la ventana de la
sala que vi que ella, se peinaba su largo y lacio cabello negro frente a un
espejo que pendiente de una pared, servía como testigo de su belleza juvenil y
como -de seguro- un constatante y confirmante de esa gracia y simpatía que se
asomaban en su carita bella y llena de esperanzas e ilusiones.
Contento ya de saber que la joven que yo acompañaría estaba bonita (pues
el mentado Tigre, le gustaba que yo hiciera el ridículo, haciéndome que
saliera, bailara y platicara con algunas cipotas bien "feyitas",
mientras él, se llevaba al mejor "manguito"), sugerí que fuéramos a
comer pupusas y nos encaminamos a una pupusería que quedaba sobre la calle para
Sonzacate, en eso, alcanzamos a Gustavo "Chingolo" quien, bien
tipería, (con su "jeans" Levi's y camisa "sport"), se
dirigía a la casa de su novia y juntos, nos fuimos hablando paja y babosadas de
jóvenes. Llegamos a la casa de la novia de Tavo y al despedirnos, quedamos de
vernos y reunirnos todos en el baile, nosotros continuamos hacia la pupusería.
Por cosas de la suerte, resulta que en ese lugar, estaba la mentada
Haydee con su hermana Estela y un bato que andaba "encima" de ella.
Al vernos, yo noté que se puso un poco nerviosa pero, trató de disimularlo y
pretendiendo hacer aparecer como que aquel bato era el "amigo" de su
hermana, se dirigió a ellos y diciéndoles: "allí está a quien estaba
esperando", se levantó del lugar adonde estaba sentada y se encaminó hacia
nosotros, acercándose de manera insinuante al Tigre, mostrando su bello cuerpo
que, al desarrollar su elegante paso, denotaba unas largas y bien torneadas
piernas, las que, se juntaban al tronco de su cuerpo, justo en una área que se
engalanaba con sus sólidas caderas y que se acompañaban de sus pechos redondos
y firmes, coronándose con una cara angelical de sonrisa “pícara” y de una
mirada sugestiva, lográndose todo un arreglo armonioso de gracia y estética, de
belleza exótica, misteriosa, inusual.
Se saludaron con un beso en la mejilla que quiso ser mas que eso –pensé-
(¿tal vez un beso de bocas ardientes y sedientas? o ¿un beso de encerradas y
secretas pasiones? o ¿un beso exploratorio e inicial de algo que podría llegar
a ser muy especial y único?) y a Richard y a mí, un desteñido cuasi-beso, fue
el claro signo de sentirse "comprometida" a ser simplemente amable con nosotros.
Ordenamos "para llevar" y al despacharnos, caminamos todos
juntos (incluyendo al maje aquel, quien no decía ni una palabra), hacia la
colonia. El Tigre y Haydee se atrasaban constantemente y de no ser por los:
"apurate Haydee" que su hermana Estela le decía, ellos quizás
hubieran preferido quedarse agazapados en algún recoveco de esa calle que,
alejada del bullicio de la ciudad y despojada de suficiente luz, ofrecía
espacios y oportunidades precisas y preciosas para amar y entregar caricias.
Llegamos a la casa de Richard y después de cenar, agarramos el camino hacia el
baile, no sin antes de poner de acuerdo a la hermana de este (la Glorita), para
que fuera a casa de ambas (Mary y Haydee) a recogerlas y encontrarnos enfrente
de la D.U.A.
Como a eso de las 10, iban llegando ellas bien vestidas y perfumadas,
engalanadas con bellos peinados y ánimos elevados. Al presentarme a la Mary,
pude comprobar que lo que yo había observado minutos atrás allá en su casa,
mientras se peinaba, era tan solo un pequeño indicativo de la tremenda belleza
que ella poseía y que, se engalanaba con su simpatía y sencillez de carácter
que le hacían toda una mujercita a quien era "obligación" amar,
querer y cuidar. Iba vestida con un vestido rojo encendido que, bien pegadito a
su cuerpo, denotaba su maravillosa y hermosa anatomía, también contrastaba
marcadamente con su piel blanca y limpia, y su bello pelo negro, resaltaba
llamativamente haciendo que, su tierna carita de virgen, en la que sobresalía
su dulce y tímida sonrisa apareciera como la tan ansiada luz de luna en noches
de penumbras o como la estrella mas brillante del firmamento.
Ya en el baile, empezamos a mover el esqueleto al compás de la música;
mientras mi amigo Tigrito, se daba a la tarea de atender amablemente a Haydee
(yo pensaba que solamente era cuestión de minutos para que aquel la conquistara, pero en verdad, no estaba ni cerca de imaginarme lo que realmente
ocurriría), mientras tanto, tímidamente yo me desplazaba sobre el pavimento,
tratando de impresionar a aquella diosa sonsonateca quien, me miraba y
comentaba que le gustaba como bailaba yo y que, le gustaría que le enseñara
algunos pases de baile, cosa que acepté (a pesar de saber que ella, podría
solamente estar dándome paja o simplemente estar siendo cortés), con este
pretexto, agarré su mano derecha y asiéndola fuertemente, la abracé con ambos
brazos, acerqué su cuerpo al mío apretándolos,
haciendo que estos, dejaran que nuestros corazones latieran simultáneamente y
que al unísono palpitaran emocionadamente para dar a nuestras existencias razón
de ser, en esto, sentí como sus pechos frondosos y firmes, punzaban mi
humanidad que era "quemada" por ese fuego ardiente que se metía en mí
y que, me hacía perder mi cordura y comportamiento, causando que, en un
arranque instintivo y casi animal, mis labios buscaran los de ella que, estaban
temblorosos y brillantes a causa de unas gotitas de sudor que los adornaban y
que, ansiosamente esperaban los míos. Nos besamos y en un estado de éxtasis
sublime y único, nuestros cuerpos fueron estremecidos por una corriente interna
que nos indujo a buscar un lugar mas
propicio para seguir con nuestros menesteres, así, buscamos un lugar mas
apropiado y apoyados en una pared blanca adonde no había mucha luz, nos
abrazamos en caricias candentes y sensuales, con besos ardientes y palabras
dulces al oído, le dimos la bienvenida a la madrugada que nos sorprendió con
sus bellos fulgores de luz y alegría.
Nuestros amigos no esperaban ya preocupados, al llegar, noté cierta
“tirantez” entre ellos, El Tigre estaba un poco “alejado” y ella, se notaba
incómoda (por no decir "brava"). ¡Ya era tiempo, Mary, púchica como te tardaste y yo aquí, de
“pasmada”, parada sin hacer nada!, Si, es que… estábamos hablando, ¿verdad,
Monsiour?... bueno, no importa, vámonos ya dijo Haydee y casi halando a Mary se
fueron sin darnos tiempo de despedirnos.
Ellas agarraron rumbo a la colonia, venite, vamos detrás acompañándolas
(me dijo El Tigre, ante mi asombro pues no entendía lo que estaba pasando).
Cuando llegaron a la casa de Haydee, después de tocar la puerta y oír unos
reclamos (supusimos que de parte de la mamá de Haydee), ambas entraron y no nos
voltearon a ver; nosotros agarramos rumbo a la carretera que conduce a nuestro
bello pueblo.
Nos encaramamos en una de las “La Flecha” que fue la primera camioneta
que pasó por ahí, el viaje de regreso al pueblo, fue callado y monótono, aunque
yo sabía que no era porque El Tigre estaba tan acostumbrado a estos
"bolados" del amor que, ya ni se inmutaba, sino que por otra razón,
pero, no estaba seguro que era.
Al llegar al pueblo y detenernos a tomar shuco, se me ocurrió contarle
al Tigre que yo la había pasado bien chivo y preguntarle si regresaríamos en la
noche de ese día pues allá en Sonsonate, habría otro baile. Aquel me respondió
que si quería, que fuera pero que él no podría porque ese mismo día se iría
para su casa en “Zanzíbar”.
-
¿y que pasó con
Haydee, vos?
-
¡Nada!
-
¿Nada?, ¿qué
pu…mas es: ¡nada!, pues maje?
-
Nada, Monsiour;
nada, de verdad, brother, nada
-
O sea que ¿te
mandó a la mie…l de abeja, Tigre?
-
No papá, al
contrario…
- ¿Al contrario?
Uta cer…ro verde, no te entiendo ni mie…rcoles, ni jueves; ¡explicame!
- Mirá Monsiour, lo
que pasa es que Haydee quería que tuviéramos una relación mas “seria” y yo,
sinceramente, ya no quiero andar así para arriba y para abajo, con una y con
otra… ahora solamente pienso en mi Margarita…
-
Vaya,¡mier…coles
de ceniza!, ¡hoy si te agarró, maje!
- Pues si, la verdad
es que, yo solamente quiero estar con Margarita, de verdad ya nadie mas me
interesa, Monsiour,
-
Entonces, ¿por
qué fuiste a ver a Haydee?
-
La verdad
Monsiour, ¡solo fui por vos!
-
¿Cómo que por mí?
-
Simón lucas, es
que quería que conocieras a Mary, man…
-
¿Y que ya la
conocías vos, pues?
Si man, ella es
compañera de Richard y yo ya la había visto, de verdad, yo por vos fui,
brother, porque me gusta la Mary para vos, esa bicha es calidá, me cae bien y
sé que vos la vas a tratar bien, hermano…
De esa manera, mi hermanito El Tigre, era como me demostraba su afecto
hacia mi persona, aunque él decía que era simplemente una manera de
recompensarme el que yo le haya siempre brindado mi amistad sincera. La verdad
es que, El Tigre se destacaba por esas actitudes inesperadas hacia mi persona y
yo, siempre le agradezco, fíjate Chepito, que aquel nunca se vanagloriaba de
nada, nunca presumía de tanta cosa buena y cara que tenía ahora que vivía en casa del Embajador, al contrario, aquel
siempre se mostró humilde, espléndido y generoso conmigo, siempre, siempre…
Y ya me voy hermano, hasta aquí voy a llegar pues, ya me están
"chillando" las tripas, ahí después te seguiré contando ¿oíste?
Salú,
El Monsiour.
***************************
CAPITULO L
Hola Chepito;
Mirá brother, ya llegando al final de esta cadena de cartas que te he
mandado para contarte las “pasadas” de mi chero El Tigre, quiero decirte que me
escribió otra vez Marito Cantor desde Canadá para decir que piensa que… ¡ahora
si le llegó la hora al Tigre! (¡pues está bien agarrado!); también mi hermanito
Douglas Gil me escribió para decir que estas cartas le traen recuerdos de lo
bello que fue nuestra juventud allá en nuestra querida “Tierra Linda”. Entonces
a ellos dos particularmente, quiero dedicar con mucho gusto esta carta de
ahora, con la esperanza que también esta sea de su agrado; a ver que tal…
Pues en los días anteriores a la Semana Santa de ese año, se apareció
nuevamente por el pueblo, la Margarita; como siempre, bien chula, vestida
despampanante y de caminado elegante, se le veía caminar rumbo a la
“Batilandia” o a la sorbetería de la niña Loli. Lo extraño ahora es que se le
veía sola, es decir, sin el chele pálido aquel de nombre Jeff y, como no tenía
amigas y mucho menos amigos, no le quedaba de otra que ir ella sola. Una vez
ahí por el mediodía me sorprendió cuando su impresionante figura apareció atrás
de las persianas de la puerta de mi casa, mientras yo, tirado en el suelo de
ladrillos de piso, sin camisa y en pantalones cortos, me refrescaba ante el
típico calorcito de la época, oyendo en la radiola de mi tía Chabelita (QEPD),
el “long play” de los “Creedence Clearwater Revival”, llamado “Cosmos Factory”…
- - Bien
sabía que estabas aquí, Monsiour –dijo-
- - ¿Si, por
qué?
- - Pues por
la música y por la hora que es…
- - Ah…
disculpá la falta de educación, pasá adelante, Margie…
- - Un
ratito solamente porque solo vine a invitarte
- - ¿Y eso?
- - Pues
quiero ir a la finca de mi tía a montar caballo y no quiero ir sola,
¿vamos?
- - Si
quisiera ir, lo único es que no he almorzado y en la tarde tengo entrenamiento
con el equipo de futbol a las 4, si fuéramos ¿a que horas regresaríamos?
- - Pues si
nos vamos ya, podríamos almorzar allá en la finca porque yo he preparado unos
panes con frijoles, crema y queso; regresaríamos a tiempo de tu entreno y hasta
yo podría ir a verlos entrenar, ¿nos vamos?
- ¡vamos
pues!
Solamente agarré una camiseta y nos encaminamos a la casa de ella a
agarrar su bolsa con sus cosas (y por supuesto para asegurarme que agarrara los
“panes”, chis) así como para decirle a su tía Tancho que ya se iba para la
finca. En camino a ese bonito lugar de la campiña guanaca allá la calle de la
colonia El Mico (casi llegando a la Solórzano), nos alcanzaron Edgar Clavel
(QEPD) y Walter Hernández quienes nos preguntaron que si nos podían acompañar;
Margarita me “cuestionó” con la mirada y de igual manera le respondí que
“estaba bien” así, aquellos se nos unieron en nuestra caminata. Contentos nos
fuimos los 4, ahí por la carretera a “Zanzíbar”, cantando al compás de la
canción “Knock Three Times” de Tony Orlando y su Grupo Down, que salía de la
grabadora de Walter (es decir, Margarita cantaba y nosotros 3 hacíamos la paja
“tarareando” como que si sabíamos la canción, je, je, je, je… ella si bien
clarito decía: “Girl what you’re doing down there… knock three times on the
ceiling if you want me; twice on the pipe if the answer is no….. I love you, I
love you”.).
Ya metidos en la calle polvosa rumbo a la finca, cabal pasando un cerco
con muchos palos grandes y frondosos de madre cacao, de laurel, de volador y de
otros que brindaban una amplia sombra a la cual se le unía una rica brisa de
aire puro y refrescante, Margarita nos pidió que fuéramos a cortarle unas
paternas que se alcanzaban a apreciar desde la calle y que colgaban de las
ramas de unos árboles que allá adentro proveían de sombra a los cafetos de esa
finca, mientras ella se sentaba a descansar sobre un pequeño engramado que se
reverdecía gracias a la humedad de un nacimiento de agua que cercano borbollaba
tranquilamente. Monsiour, vení -me dijo casi instantáneamente- por lo que,
accedí y aquellos se introdujeron al lugar aquel, saltándose el cerco. Ya a la
par de ella, me hizo la pregunta que sinceramente, ya me estaba extrañando que
no me la hubiese hecho antes:
-
¿Y El Tigre cuando va a venir?,
-
pues fíjate Margie que tengo varios días de no saber de aquel pues con
eso que su papá lo tiene estudiando “macizo”, ya no le queda tiempo de venir
por aquí y cuando yo he ido a visitarlo, si acaso tengo suerte y lo encuentro,
es para platicar solamente un ratito porque se tiene que ir a estudiar.
-
¿Y como es eso?, ¿a que hora estudia?,
-
lo que pasa es que, va al colegio en la mañana, en la tarde está
recibiendo clases de tenis en el “Círculo Deportivo” y de piano en su casa; en
la noche, va a clases de matemáticas; solo estudiando pasa el pobre y, como el
Embajador se dio cuenta que no iba muy bien en el colegio, ahora le pregunta y
le hace exámenes de sorpresa, ¡fíjate!
-
Pero ya va a salir de vacaciones, ¿verdad?
-
Pues, yo creo que si, aquí en el pueblo salimos pasado mañana viernes
pero no sé en el colegio de aquel…
-
¡Tiene que ser igual!
-
Me imagino que si; Oíme Margie, ¿y que no sabe aquel que vos estás aquí,
pues?
-
…si… este… pues se supone que nadie sabía que yo me vendría para
acá…pero… yo le avisé a él, solamente le dije a él que me iba a venir… ¿yo
pensé que vos ya sabías también, Monsiour?
-
Pues la verdad, Margie es que, no he platicado con aquel desde hace unas
dos semanas…
En eso, llegaron aquellos con unos ricos paternas y hasta unos pepetos y
nos pusimos a devorárnoslas rápidamente, camino a la finca de la niña Tanchito.
Una vez en la finca, don Chente (el guardador) salió a ponerse a las
órdenes de Margie; ella le ordenó que arreglara los caballos pues íbamos a
montarnos un rato; ¡si pero hay que comer primero!, dijo Walter, allá se ven
unos gajos de guineos majonchos ya maduros -dijo-, mientras apuntaba a un
tabanco dentro del cuartito de don Chente, y la Margie se puso a reir ante la
ocurrencia de aquel. No hay necesidad agregó ella, yo traje unos panes para
todos.
Después de darnos unas cuantas vueltas por la finca de la niña Tanchito,
allá en la parte adonde se cultivaba cocos y guineos de seda y en la cercanía
del río; dispusimos regresarnos al pueblo; eran como eso de las 3 de la tarde.
Al pasar por la Solórzano, ya había un gran cipoterío en la calle, pues por ser
los días anteriores a la Semana Santa, los despachaban temprano; muchos iban
con los cuadernos bajo el brazo o dentro de sus bolsones de tela, algunos iban
jugando “triqui-traca” (con esas bolas de caucho duro de colores chillantes,
colgando por un cordel) y otros iban simplemente corriendo y chunguiando a los
demás o chupándose una charamusca; nosotros seguimos de paso como si nada pero,
en eso observé como unos “babositos” se le quedaban viendo a la Margie con una
mirada de “lelo” que hasta la baba se les salía y otros, murmuraban piropos y
cosas así; nooombre, Chepito… ¡si eran “buzos” los bichos de esa escuela,
mano!
Finalmente apareció El Tigre por el pueblo, fue bien entrada la tarde
del viernes y aun traía el uniforme de su colegio cuando llegó a buscarme a la
casa.
- Mirá
Monsiour, ya está aquí la Margarita, ¿verdad?
- ¡Simón
Lucas! Y no ha preguntado por vos… ¡para nada, maje!
- ¿Cómo?,
¿de verdad?, ¿no jodás, man?
- De
plano man, es mas, a mi me viene a visitar cada día y nunca me ha dicho nada
acerca de vos, mucho menos preguntar por vos…
- Uta
papá… y yo que por tal de verla, hasta me vine sin decirle a mi papá,
arriesgándome a que me regañe cuando regrese a la casa…
- Pues,
todavía tenés tiempo de regresarte maje; apenas van a ser las 7, ¡creo que
todavía podés agarrar una camioneta, aunque sea la última!
- Uta
pero, yo quiero verla man…
- Pues
¿si querés te presto una foto de ella que me regaló un día de estos?
- Uta,
no me jodás hermano… no me digás eso… ¿que no ves como estoy de encu…mbrado de
ella?
- Si,
papá, yo lo sé y solamente te estoy jodiendo man, ella te está esperando desde
que llegó hace unos…
En eso estábamos cuando allá por el andén del convento, llegando a la
casa de don Atilio Martínez, vi que venía ella, caminando y “alumbrando” todo
el camino, con su gracia y belleza que contagiaba el ambiente… allá viene mirá
cul…ebrita –le dije-; mi hermano volteó a ver y de un solo se dejó ir a su
encuentro.
Por la última puerta de la casa de la niña Amanda Suncín, es decir,
cerca de la casa de las señoras de apellido Guerra, se juntaron y vi, como se
fusionaron en un abrazo fuerte, apasionado, esperado…
Y hasta aquí te voy a contar hoy Chepisque, ¿oiste? Es que quiero ir a
encumbrar una piscucha.
Cuidate mucho y saludame a tu querida familia.
Salú,
El Monsiour.
************************************************************
CAPITULO LI
Hola
Chepisque,
Fijate que
esa noche de viernes, ya no vi al Tigre y me fui a la procesión de vía crucis
adonde encontré unos cheros entre los que estaba Roberto “Guarolo”, Jorge
“Charamiza”, “El Negro” Cienfuegos, Checho Criollo y Meme “Pacún” quienes me
preguntaron por El Tigre;
-
Pues lo vi
hace unas horas allá por mi casa junto a Margie, la hija de don Roberto, ¿por
qué me preguntan?
-
Por eso,
precisamente, porque toda la semana hemos visto sola a esa mamacita y como
sabemos que aquel la anda taloneando…
-
No la anda
taloneando, ¡ya es novia de él –repliqué-
-
¡No jodás,
Monsiour!, ¿de verdad?
-
Simón, ya
son novios…
-
¿Y el maje
gringo que venía con ella?
-
Ya lo mandó
a la mi…sa y ahora anda con El Tigre,
-
Uta, que
bueno, está bien chula esa mamacita, ojalá no la vaya a ca…ntear aquel porque
ella si vale la pena…
-
Si, tienen
razón, ella vale la pena pero lo bueno es que aquel está bien agarrado de ella,
el me lo ha dicho de corazón.
Nada
extraordinario sucedió esa noche que tenga que contarte fíjate Chepito pero, al
día siguiente, llegó El Tigre a despedirse pues tenía miedo que su papá
estuviera enojado por no haber dormido en su casa ni haberle avisado que iría a
nuestro pueblo; total, que aquel se fue…
A primera
hora del Domingo de Ramos, mi abuelito (QEPD) llegó hasta mi cama a despertarme para
que fuéramos al monte a buscar ramas que colocaríamos sembradas en la acera de
la casa, como adorno para cuando pasara la procesión del Cristo triunfante. Al regresar
unas horas mas tarde y estar a media faena de abrir los hoyos para ensartar las
ramas, apareció El Tigre, bien tipería el baboso, con su pantalón jeans,
acampanado, color piel, una camisa manga larga color azul profundo y unos botines
ADOC 5000 con zipper al lado de afuera.
-
¡Ayúdame, vos!
-
No jodás,
maje, ¡yo no!
-
Uta papá, ¿Qué
no ves que me falta mucho?
-
Si…món pero,
a mí me vale…
-
¿Cómo que te
vale?
-
Pues si, ¿Qué
no ves como ando de chivo y que no me puedo ensuciar? Además, solo vine a
contarte que en la tarde vamos a ir a Atecozol con Margie y a preguntarte ¿si
querés ir con nosotros?
-
¿Y quien más
va a ir, solo nosotros 3?
-
No papá, yo
invité a unos cheros del colegio, ¿vamos?
-
¿Y en que
nos vamos a ir?
-
Estos cheros
tienen carro, papá…
-
Así, sí… ¡vamos!
Nos fuimos
esta tarde a Atecozol a pasarla bien chivo, allá estábamos en una cabaña que habíamos
rentado, jodiendo, bañándonos, escuchando la música que de la grabadora que
había llevado un chero del Tigre salía, era música de Santana, como: “No one to
depend on”, “Jingo”, Soul Sacrifice”; de CCR: “Down on the corner”, “Susie Q” y
de otros artistas como aquella: “Spill the wine”, Long cool woman”, etc. y
comiendo rica yuquita con una sabrosa minuta de tamarindo, cuando llegaron a la
cabaña los papás de Margie.
-
Margarita,
¡agarra tus cosas y nos vamos inmediatamente! (dijo doña Teresa, -su mamá-,
mientras su rostro daba muestras de no solamente su desaprobación ante lo que veía
sino que también de desprecio y quizás hasta asco).
-
Pero, Mami,
yo no me quiero ir todavía…
-
No te estoy
preguntando nada hija…
-
Mami…
-
Hija, hazle
caso a tu mamá (dijo con cierta severidad don Roberto),
-
Disculpe, don
Roberto… (intentó mediar El Tigre),
-
Usted, ¡ni,
se meta! (interrumpió doña Teresa), es más, ni nos hable, debería incluso desaparecer
de nuestra vista, deje en paz a mi hija, ¡por el amor a Dios!
-
Mami, ¡no
seas tan exagerada!
-
Y tú, hija,
a partir de este momento, tienes terminantemente prohibido venir a visitar a tu
tía Tanchi si no es que vienes con nosotros, es mas, quiero que sepas de una
vez que ya te arreglamos el pasaje para que te regreses a los Estados Unidos, lo
mas luego posible;
-
¡Pero no
puedes hacer eso, mami!
-
Claro que si
puedo, y ¡ya lo hice!, te regresarás pronto…
-
¿Y por qué,
por qué has hecho eso?
-
Por tu bien,
hija, ¡por tu bien!, ¡ vayámonos!
Margarita,
sonrojada por la vergüenza, empezó a agarrar sus cosas, se puso su pantalón
encima de su calzoneta que aún estaba mojada, asió su bolso y se colocó sus
lentes oscuros los que no lograban ocultar sus lágrimas que salían de sus
bellos ojos que ella colocó sobre la mirada atónita de mi querido hermanito, al
tiempo de alejarse del lugar, encaminándose al carro de sus padres, por medio
de aquella vereda de tierra húmeda entre las piedras que formaban ese caminito,
bajo la sombra de esos frondosos árboles del bello bosque, que inexorablemente,
se llevaba a Margarita, a esa persona que representaba la alegría, la
motivación, la esperanza hacia una felicidad y los deseos de vivir de mi
entrañable amigo/hermano, mientras este, visiblemente apenado y confundido,
solo atinaba a decir: ¡a la gran pu…ma, yo la quiero!, ¿Cuál es el problema?,
¡nadie la va a querer como yo!, ¿Por qué no lo entiende esa señora?, ¡ella no
sabe que yo estoy dispuesto a todo por Margie!, ¡ella tiene que escucharme!,
¡ella…!
El silencio
que por unos instantes reinó en se lugar, fue roto por un exabrupto que mi hermanito
lanzó de manera potente y desafiante contra los curiosos que sarcásticamente veían
y “gozaban” del espectáculo, hasta que le pedí que se calmara y casi a la
fuerza, me lo llevé para la parte mas lejana del bosque, allá por adonde está
la culebra de piedra, donde mi hermanito se desplomó en medio de un llanto
largo y tendido, tan profundo, real y revelador que hacía que mi garganta se
atorara y que en mi pecho se agolparan ímpetu que agitadamente querían salir
en busca de explicaciones, de respuestas a tan simples y sencillas preguntas: ¿Por
qué tiene que pasarle estas cosas a mi hermanito?, ¿Por qué no puede mi
hermanito tener el derecho a ser feliz?, ¿Por qué, por qué?
Corrió el
tiempo y no nos dimos cuenta que había pasado mas de 3 horas y que a esas
alturas, mucha gente había abandonado ya el parque y el lugar lucía solitario, regresamos a la cabaña que habíamos rentado y adonde creíamos que estaban
los cheros de El Tigre pero, la encontramos cerrada y sin nadie alrededor, por
lo que nos encaminamos al desvío para de ahí agarrar una camioneta que nos
llevara al pueblo. Llegamos al desvío adonde había mucha mas gente y cheros
conocidos del pueblo quienes también esperaban camioneta para irse, entre ellos
estaban German “Filo de Hacha” y Carlos “Lonly” Guevara quienes nos dijeron que
los cheros del Tigre nos andaban buscando por las piscinas y que al no
encontrarnos habían decidido irse para Zanzivar. En eso, vimos que venía Amilcar
Guevara en su pickup y quien al vernos, se detuvo y dejó que varios de los que estábamos
ahí, nos subiéramos y nos fuimos rumbo a nuestro pueblo.
Lo primero
que me dijo El Tigre que hiciéramos es que fuéramos a la casa de doña Tanchito
a ver si de suerte aun estaba ahí Margarita; así lo hicimos y al llegar a la
casa y tocar la puerta, salió el doctor a preguntar ¿que deseábamos?
-
Este, disculpe
doctor, ¿no está Margarita?, -preguntó El Tigre-
-
¡NO!
-
¿Y adonde se
encuentra, perdón?
-
Mire joven,
no sé, no me interesa, ni quiero seguir respondiendo a sus preguntas, ¡ váyanse!
-
Bueno,
muchas gracias doctor (dije),
-
Uta… que
viejo mas turbio (dijo El Tigre, sin darme tiempo de callarle), de plano que ya
la ca… ntea, como si nunca hubiera sido joven, como si nunca se hubiera
enamorado, bien se nota que se casó con doña Tancho solo por el pisto de ella,
viejo malo…
-
Shhh, ¡callate
Tigre!, ¡callate hombre! (decía yo, pero aquel, como que no me oía),
-
Es la
verdad, si toda la gente lo dice, ese viejo es malo, dice que es doctor pero
nunca cura a nadie, a nadie ayuda…
-
Callate
papá, no digás babosadas de las que te podés arrepentir…
Nos fuimos
para la casa de mis abuelos adonde, le dieron la noticia al Tigre que su papá había
hablado por teléfono (por medio de ANTEL) porque quería que El Tigre se
regresara a San Salvador. Ya es muy tarde y no me puedo ir (me dijo aquel) pero
le voy a ir a hablar, ¿vamos al telégrafo? -me dijo- y nos fuimos para allá.
Y a medio
camino hacia allá, te voy a dejar, ¿oíste Chepisque? es que, ya me entró la
gana de echarme un mango “twist”.
Salú,
El Monsiour.
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Capítulo LII
Hola Chepe Toño,
¡Aquí estoy
nuevamente mirá pues!, contándote las últimas pasadas acerca de la existencia
de mi querido hermanito Tigre; las últimas pues, ya estamos llegando al final
de este recuento que he hecho y que guardo en mis archivos y en mi alma, como
testigo de unas experiencias llenas de fuertes sentimientos y profundas emociones
vividas en plena infancia-juventud por nosotros, unos cipotes típicos y comunes
de nuestra querida patria guanaca.
Fijate que esa
noche, nos fuimos rápidamente a ANTEL para que mi cherito pudiera hablar con el
Embajador, su papá. Llegamos y aquel pidió que le marcaran el número que
entregó al operador; al darle línea y estar mi hermanito al teléfono, noté que
la plática no era amena…
Aquel se despidió
con un: “buenas noches, papá” y con un frio semblante en su rostro, haciendo un
ademán con su cabeza, me indicó que nos fuéramos de ese lugar; caminamos unos
cuantos pasos en total silencio y al acercarnos al parque, vimos que estaban
unos cheros como esperándonos pues se nos cruzaron en el camino; eran: Paco
Zepeda, Richard Orantes, el “Chino” Soriano, Hernán Armas y otros, quienes nos
contaron que al día siguiente irían al lago de Coatepeque con unas amigas del
tercer ciclo, y querían invitarnos porque eran muchas más las hembras las que irían;
que planeaban irse a estar todo el día y pues, pensaban llevar una grabadora
para escuchar música, bailar y pasarla bien chévere allá, pero El Tigre
respondió: “quizás El Monsiour quiera ir porque yo, no puedo; ¡me tengo que regresar
a Zanzíbar temprano!”; y siguió caminando sin detenerse pero, también sin rumbo
(me pareció a mí) y solamente alcancé a decirle a aquellos: “ahí les voy a
avisar; ya voy a volver, espérenme” y me fui detrás de mi hermanito.
Lo alcancé ahí
por el quiosco de nuestro bello parque, le pregunté que le pasaba y me
respondió: ¡me regañó mi papá, porque le dijeron que ando molestando a Margie,
quiere que me regrese a la casa, lo peor es que me dijo que mañana vamos a
hablar sobre un plan que tiene para mí!, ¿el cual no sé qué será, Monsiour?
Al pasar por el
atrio de la iglesia, me pidió que lo dejara solo y subió las escaleras que están
ahí, enfrente del Colegio Santa Teresa. Hice como que me iba, pero ahí por la
casa donde estaba la “Cuadra de Banda”, di la vuelta, regresé y con mucho
cuidado, me acerqué subiendo las gradas enfrente del convento. Descubrí su silueta;
estaba sentado allá arriba, sobre el andén de la pequeña terraza que se forma a
la salida lateral pequeña de la iglesia que normalmente usa el cura cuando va hacia
el convento (la puerta cercana al altar mayor), viendo hacia el norte de
nuestra querida ciudad, viendo hacia el horizonte de esa noche oscura y
callada, pero en realidad, no creo que mi hermanito estaba viendo sino que
simplemente tenía su cara en esa dirección, sin ver, sin observar, sin sentir,
es decir, simplemente existiendo…
Me vio, no dijo
nada y dejó que me le acercara. Su rostro estaba compungido, su semblante
triste, mirada vacía y su pose, era la de un sonámbulo, la de un ser sin vida,
sin ánimo, sin ganas de vivir. Lo abracé, le dije algunas cosas y casi a la fuerza,
me lo llevé para la casa, adonde se acostó. Dispuse ya no salir más y también
me acosté.
Al llegarse el
nuevo día (que era el lunes santo), me despertaron las palabras de mi abuelito
(QEPD) quien me decía que ahí en la sala de la casa estaban uno amigos que me
buscaban; eran Richard y Hernán quienes estaban ahí para que nos fuéramos al
lago de Coatepeque. ¿Y El Tigre?, pregunté a mi abuelito, ¡se fue bien
temprano!, me dijo que no te despertara (respondió mi abuelito), que él te va a
contar después todo.
¿Puedo ir con mis
amigos a dar una vuelta? – le pregunté a mi abuelito-; si está bien, pero tené
cuidado hijo y no regresés de noche, vení temprano –dijo-. Agarré mi mochila, puse
unas cosas en ella y nos fuimos con Richard y Hernán hacia la gasolinera del desvío
a San Isidro, carretera al lago, adonde nos estaban esperando los otros cheros
y las cipotas, quienes no querían que las vieran en el pueblo que iban con nosotros,
en excursión, pues podrían ir a contarle a su mamá.
Pasamos bien chévere
todo el día ahí en ese bello paraje de nuestra “Tierra Linda”, en ese precioso
lago que no tiene nada que envidiar a ningún lago suizo ni de ningún otro lugar
del mundo pues, su belleza es única, es sinigual con su agua fresca y cristalina
de color azul profundo, con su isla colocada ahí con precisión y delicadeza, con su bello litoral lleno de flores y
colores, con su “corola” formada por las alturas de los montes que la coronan y
desde adonde se puede apreciar el extenso, bello y exuberante panorama; hasta
que, dispusimos encaminar el regreso a nuestro querido pueblo.
Llegué a casa y pregunté si
había regresado o hablado El Tigre, me respondieron que no. En la noche, me fui
a dar la vuelta al parque adonde estaban varios cheros, entre ellos: Mario
Castellanos, Nebo Membreño, mi primo, Jorgito Arévalo (QEPD), Edgard Clavel (QEPD),
Checho Criollo, Luis Menéndez, el “Chele” Larin, Quique “Gallo”, William
Alfaro, Jaime Sigüenza y otros quienes hablaban de organizar unos partidos de básquetbol
en esos días y buscaban jugadores; ¿querés jugar, Monsiour? (me preguntaron);
puya, ¡yo no soy bueno para el “básquet”! – respondí - pero ellos replicaron,
ni nosotros man pero lo importante es jugar y pasarla bien, ¡animate man! Va pues,
está bien, ¿y cuándo vamos a jugar?; vamos a empezar mañana –dijeron-.
Y así, de esta manera, sin
mucho espaviento, sin mucha publicidad, sin desparpajo, sin palabrerío, sin
politiquería, sin apoyo y sin participación de las “autoridades” locales, nacía
algo que a partir de las fiestas patronales de ese año, se convertiría en una tradición,
en algo que aún muchos años después seguiría siendo una actividad de mucha participación
por parte de la juventud de mi pueblo: “¡el torneo de básquetbol, local!”, en
efecto, así, de manera humilde y por iniciativa de valiosos y visionarios jóvenes,
entre los cuales destaca mi primo, Jorgito Arévalo (QEPD), tuvo su nacimiento
el torneo de básquetbol en nuestra querida ciudad.
Platicando estábamos,
cuando me sorprendí grandemente al ver acercarse al Tigre al grupo de cheros. Tenía
el semblante triste pero calmo, sereno…
-
¡hola Tigrito, ¿Cómo estás
hermano?!
-
Más o menos, Monsiour, más
o menos…
-
¿A qué hora llegaste,
adonde estabas?
-
Llegué como a las 4, estaba
en mi apartamento, no te busqué porque me contaron que andabas por el lago,
-
¿Y que te dijo tu papá?
-
Me dijo que había llegado
la mamá de Margie a exigirle que no me dejara acercármele a su hija, también me
dijo que la señora le contó que en estos días, se irían para los “Estamos
Sumidos” pues quería asegurarse que Margie, ya no volviera sola a la “Tierra
Linda”, mucho menos al pueblo y que así, Margie se dedicara a estudiar solamente…
-
Uta papá, ¡que yuca esa
señora!
-
Si man, lo peor es que no
he tenido ni chance de hablar con Margie para saber cómo está…
-
Ya te va a contactar ella,
Tigre…
-
No creo que pueda Monsiour,
¡por eso quiero pedirte un bolado!
-
¿Qué es?
-
Quiero que vayás a la casa
de Margie allá en Zanzíbar a darle una carta que he escrito para ella, ¡haceme
el bolado, papá!
-
Uta man, vos sí que solo en
mie…les de otras abejas me andás metiendo man…
-
Yo sé papá, por eso sos mi
querido hermano.
-
Está bien, voy a ir.
Nos encaminamos a echarnos
un espumoso en la “Batilandia” adonde mi cherito me dijo que en la mañana
llegaría a mi casa con la carta y con el pisto para el pasaje en camioneta; de
ahí, nos fuimos cada quien para su casa a dormir.
Y ahí te voy a seguir contando
otro día, ¿oíste, Chepisque?
Salú,
El Monsiour.
***************************
Capítulo LIII
Hola Chepe Anthony…
Pues fijate brother
que a la mañana siguiente, aquel llegó con la carta y con el pisto del bus para
que yo fuera a la casa de Margie en Zanzíbar; pero, camino al punto de las
camionetas, yo convencí a mi chero para que fuera conmigo. ¡Vamos y vos me
esperás cerca de la casa de ella, papá!, le dije (para acabar de convencerlo),
con lo que así, agarramos una camioneta de las “Ragua” en camino a la capital.
Nos bajamos en
Santa Tecla, ahí agarramos un bus de la 101 que nos llevó cerca de la colonia
San Francisco a donde vivía la familia de Margie, nos bajamos y nos fuimos
caminando cuando, al llegar a unas dos cuadras, vimos que por la poco
transitada calle se nos acercaba el “Land Cruiser” azul de don Roberto. Nos
quedamos quietos por un instante ocultos entre unos palos que adornaban los
andenes de esas casonas del lugar, pues no queríamos que nos descubrieran pero,
al acercársenos un poco más y ver que en él iban los dos señores junto a
Margarita, mi amigo saltó a la calle casi poniéndose a la par del carro pero,
don Roberto aceleró y no permitió otra cosa más que Margarita pudiera
únicamente voltear a ver a mi amigo y hacer un gesto de despedida con su mano,
mientras en su rostro se alcanzaba a ver… tristeza.
Mi amigo pretendió
seguir corriendo y ponerse a la par del carro, corrió, pero, no pudo ante la
velocidad del automóvil y se quedó a media calle, esperándome; cuando llegué a
su lado, me dijo que nos fuéramos rápido a una calle más concurrida para
agarrar un taxi que nos llevara al aeropuerto.
-
¿Al aeropuerto?
-
Si,
Monsiour…
-
Pero…
-
¿Qué
no ves que para allá van ellos?
-
Exactamente,
por eso te digo, y ellos no te van a dejar hablar con Margie…
-
¡Se
la llevan Monsiour! y si no voy al aeropuerto, no podré ver a Margie ahora, y
quien sabe hasta cuándo podré verla, man…
-
Pero
mirá Tigre, los papás de ella no te van a dejar que le hablés, vos sabés que no
te quieren ver ni en pintura papá…
-
Lo sé
pero yo tengo que ir a huevo a verla y hablarle papá, comprendé…
-
Bueno
pues, si es así, vamos.
Llegamos hasta
una calle transitada, afuera de la colonia, adonde finalmente pudimos agarrar
un taxi y nos encaminamos al aeropuerto que en esos tiempos el de Ilopango era
el único que teníamos en nuestra “Tierra Linda”. Después de varios minutos llegamos y de manera inmediata, mi amigo se
fue de lado a lado dentro del local, buscando a su amor. Ahí, cabal enfrente
del mostrador de la Pan-Am, estaban ellos y mi amigo, al ver a su amor, le
gritó y ella, volteó a ver y quiso salir en su encuentro pero, su mamá la
agarró de un brazo y la detuvo mientras don Roberto se acercó decididamente a
mi amigo y le dijo de manera amenazante: si te acercás a mi hija, te voy a
meter preso, voy a llamar a la policía y te voy a acusar de acoso, además,
acordate que yo tengo amigos en el gobierno y puedo causarle “problemas” al Embajador… andate, ¡dejá
en paz a mi hija!
-
Pero
don Roberto, ¡yo la quiero!
-
¡No
me importa!
-
Y
ella me quiere también…
-
¡No
es cierto, a ella solo la has atontado con las pendejadas que le has contado!
-
No,
don Roberto, estamos enamorados de verdad.
-
De
todas maneras, mirá quien sos vos, ella es hija de familia, vos ni siquiera
sabés quien es tu papá…
-
Mire
viejo hijuesesentamil pu…mas –dije yo-, ¿y usted que se cree, la gran mie…l
solo porque tiene pisto?
-
Vos
no te metás, Monsiour, si no querés terminar también en la cárcel –me dijo-
-
Pues
a mí no me da miedo eso, llame a la policía si quiere viejo cer… do –respondí-
-
¡Ay noooo!,
qué pena da esto de estar discutiendo con esta gentuza (dijo la señora Teresa,
mamá de Margarita, quien llegó atosigada al lugar), por el amor a Dios, déjennos
en paz, váyanse de aquí, dejen de molestarnos, ¡ubíquense!, ¿que no ven que
nosotros somos una familia respetable?
-
Mire
señora yo solo… (El Tigre)
-
¡Callate
de una vez! ¿Que no te das cuenta de la diferencia? Vos Tigre sos un muerto de
hambre, ¡dejá en paz a mi hija!, ¡buscate una de tu nivel, buscate una india
pata rajada!
-
Uta
que señora más ridícula… que idioteces más grandes las que dice… (dije yo)
-
¡Vaya!,
ya estoy cansado de este espectáculo bochornoso –dijo don Roberto- y volteó a
ver por todos lados, como en busca de algún uniformado…
-
¡Vámonos,
Monsiour! –me indicó El Tigre, quien se despidió de su amada con un ademán de
su mano.
Nos fuimos del
lugar bien tristes, El Tigre sollozaba y yo, bien enca… puchado a causa de la
actitud mezquina de esa gente. En realidad,
¡iba echando chispas! No podía creer que hubiése gente tan desalmada, tan
inhumana, tan desconsiderada (decía en voz alta), pero vos no te preocupés
Tigre, no le hagás caso a esos comentarios de esa gente engreída, no le pongás atención
a esas cosas de parte de gente que no te ayuda ni te ayudará nunca, le decía a
mi amigo, tratando de reanimarlo, tratando de ayudarle a recuperar no solamente
su estado de ánimo (que estaba por el suelo) sino que también su dignidad, su
orgullo. Aquel, no me respondía, no mediaba palabra, simplemente caminaba silente,
triste, cabizbajo. Salimos del aeropuerto, en camino al bulevar del Ejército –para
agarrar una de las 29 que nos llevaría hasta el monumento del Salvador Del
Mundo- aquel finalmente me dijo: mirá Monsiour…
-
¿Cuánto
costará el boleto de avión a los “Estamos Sumidos”?
-
Uta
papá, ¡yo no sé!, ¿Por qué me preguntás eso?
-
Es que
fíjate que estoy pensando en irme a vivir allá, man…
-
¿Qué pu…mas
estás diciendo, vos maje?
-
Si
hombre, fíjate que tengo un pisto por ahí que bien lo puedo ocupar para eso…
-
¿De
verdad?, ¿y adónde vas a caer allá?, ¿en la casa de la familia de Margie?, ¡semejante
baboso!
-
Pues,
ya estando allá me puedo conseguir un trabajito y conseguirme un lugar adonde
vivir
-
Vos sí
que de plano estás peor de lo que pensé, Tigre. No es tan fácil la cosa, papá;
pensá hombre, pensá, analizá, no te dejés ir por el encu…mbramiento que sentís
por Margie; si de verdad la querés, lo que tenés que hacer en estos momentos,
es dejarla en paz, dejá que haya tranquilidad en su familia, dejá que ella
recupere la confianza de sus papás, dale tiempo a que ella obtenga la certeza,
la reafirmación de que es lo que realmente quiere hacer, es decir, dale la
oportunidad que ella se reencuentre y si de verdad te quiere, si ella confirma
a su corazón que te ama, sobretodo que te adora y que está dispuesta a pelear y
defender sus sentimientos, entonces, verás que ella sola, te va a buscar y
su amor, demostrar…
-
Si,
para vos es bien fácil decirlo porque no estás en mi lugar…
-
Exactamente,
Tigre; por eso te lo digo sin prejuicios, sin ataduras y lo mejor, es que te lo
digo con la mejor intención de ayudarte, hermano; con la sola idea que
encontrés la felicidad, te lo aseguro…
-
Vaya pues,
Monsiour… está bien, ¿y que sugerís que haga, ahora en este momento que me está
llevando pumas?
-
Lo
que te acabo de decir, hermano: dejale a Dios que haga lo que vos no podés
hacer, dejá que sea él quien determine el camino que habrán que seguir. Entendé
hermano que uno solamente puede hacer algo -aunque sea poco- con lo que uno
puede controlar, sobre lo que uno tiene cierta jurisdicción, cierto “poder”,
cierto “dominio” pero, cuando se trata de sentimientos de otros y cosas así,
uno no puede hacer nada… acepta esta verdad y te sentirás mejor, ¡lo verás
hermano!
-
Uta y
si en eso, ¿ella decide olvidarse de mí?
-
Entonces,
Tigre, eso significaría que ella nunca te quiso, no te amó, ya no digamos que te hubiera adorado,
-
¡Ya ves,
pasmado, corro ese peligro!
-
¿Cuál
peligro?
-
El
peligro que ella ya no vuelva conmigo, que ya no quiera verme, que ya no quiera
saber de mí,
-
Si,
hermano, pero eso siempre será mejor que vivir en una relación llena de
“falsa” ilusión, como en una burbuja, en una mentira, la cual inevitablemente
llegará –tarde o temprano- a su fin y entonces, podría ser más doloroso para
ustedes dos y quizás para más personas…
-
¿Cómo
es eso?
-
Mirá
papá, imagínate que ustedes dos deciden ahorita seguir con su relación aun sin
el permiso y en contra del deseo de los papás de Margie, digamos que a causa de
eso, los papás se molesten con ella y deciden ya no permitirle que siga estudiando
y que, ella decida dejar su casa con lo que eso acelere la urgencia de formar
pareja con vos y con el tiempo, ustedes tienen hijos…
-
¡Uta eso
estaría bien ver… daderamente bueno, eso me gustaría mucho!
-
Sí,
pero digamos que en unos años y ya con hijos, vos no le podés dar a ellos todo lo
que necesitan y así empiezan los problemas entre Margie y vos, al punto que ella
se pone a pensar que fue un error no haberle hecho caso a sus papás y haber
entrado en esa relación con vos, pues con ellos ella tenía todo lo que quería y más y
ahora… ya no; entonces, ella empieza a reclamarte y con esos reclamos, te
empezás a sentir mal y los problemas se hacen más grandes y de repente, ella ya
no aguanta y decide pedirle perdón a sus papás para que le ayuden a ella y sus hijos; ellos aceptan cobijarla nuevamente junto a sus “nietos” pero, con la condición que te deje; ella te
deja, se lleva a tus hijos y vos te quedás “desnudo y con las manos en los
bolsillos”…
-
¡Eso nunca
va a pasar Monsiour, ella me quiere, estoy seguro!
-
Quizás
sea así, hermano ahora, pero, no sabés ciertamente si así va a ser siempre, por
eso te digo que le des tiempo, que le des espacio, que le des margen, verás que
si verdaderamente te quiere, entonces no tenés que tener miedo porque ella,
cuando solidifique su amor por vos, cuando esté segura y convencida que te ama
y que te adora, entonces… ¡volverá, hermano!
-
Vaya pues
Monsiour, te voy a hacer caso.
Decidimos irnos
en camino al bulevar del Ejército para agarra un bus de la 29 hasta la plaza
del Salvador del Mundo; llegamos a una parada del bus, agarramos uno y al pasar
ahí por el hospital militar, mucha gente se metió al bus y unos comentaban que había
habido una manifestación que había sido disuelta por parte del ejército y la policía
que llegaron tirando a mansalva a la concurrencia y que se temía que hubiera
muchos heridos y quizás hasta muertos.
Llegamos al
monumento, yo me bajé para agarrar un bus de la 101 rumbo a Tecla, mientras mi
amigo seguía rumbo al paseo Escalón para ir a su casa.
En Tecla estaba cuando
pasó don Víctor Esquivel (QEPD) en su pick up Toyota color rojo quien al verme,
se detuvo y me invitó a entrar en la cabina de su carro y sentarme en el
asiento a la par de él, rumbo a nuestra querida ciudad.
Y se me acabó la
peseta querido amigo por lo que, hasta aquí llegaré hoy, hay seguimos después
por favor saludame a tu querida esposa y dale un cariñoso abrazo a tus hijos.
Salú,
El Monsiour.
*************************
Capítulo LIV
Hola querido José Antonio,
Fijate que un día sábado El Tigre llegó a mi casa a
buscarme. Como no estaba ahí, aquel se dirigió al casino, adonde vio a Juan
“Chava” y Luis Rivas platicando; les preguntó a ellos sobre mí y cuando
aquellos estaban a punto de responderle que no me habían visto últimamente,
Alex Burgos le dijo que yo me había ido a Sonsonate. “Yo escuché aquel decirle
al “Chino” Soriano que iría a ver a una bicha que tiene allá porque hoy hay
baile” -dijo Alex-.
El Tigre se despidió de ellos y ahí por el parque esperó
que pasara una camioneta que fuera para Sonsonate; se montó en una “Inquietud”
y agarró camino hacia allá a buscarme.
Como aquel sabía adonde encontrarme, cabal llegó a la
casa de Richard en la colonia 14.
-
Uta papá, ¿qué
andás haciendo aquí? Le dijo Richard al nomás ver que El Tigre se asomó a la
puerta-
-
Este… ando
buscando al Mon… ¡aquí estás vos maje vago!- dijo al verme-
-
Si… món, papá ¿y
qué te pasa?
-
Uta, man, vení
–me dijo- al tiempo de hacer un gesto con su brazo y cabeza para que saliera al
pasaje…
-
¿Qué fue, vos?
-
Uta, Monsiour,
¡fíjate que no sé qué hacer!
-
Hace, ¡pipí,
maje! (le dije, mientras me ca…ía de la risa)…
-
¡No sea bayunco,
cer…do!, te quiero contar algo que es bien serio,
-
Disculpá man,
¿Qué onda?
-
Fijate que mi papá
habló conmigo anoche para decirme que la cosa se está poniendo yuca aquí, que
le han amenazado y que le han dicho que mejor se vaya del país…
-
Uta, ¿y eso por
qué?
-
Pues, vos ya
sabés que la cosa está jodida con eso de las huelgas, las tomas de las radios,
es decir, ¡las protestas del pueblo ante las injusticias pues!
-
Si pero, ¿y eso
que tiene que ver con tu papá?
-
Pues la babosada
es que, un grupo de gente se fue a meter a la embajada a pedir asilo político
por temer por sus vidas, ya que dicen ser perseguidos por el gobierno y, como
mi papá tiene que respetar el derecho concedido por la convención Ginebra de
las Naciones Unidas para los derechos humanos de la gente pues, les permitió
que se quedaran ahí, pero resulta que ahora seguido le hablan por teléfono de
manera anónima, donde le acusan de comunista, de apoyar a los “rebeldes” y le
amenazan por lo que le dicen que mas le vale que se vaya del país… así pues mi
papá ha pensado en pedir que lo trasladen a otro país, fíjate,
-
Uta papá, eso si
que es serio, está jodido el bolado,
-
Y lo peor,
Monsiour, es que el me pidió anoche que tome una decisión…
-
¿Decisión sobre
qué?
-
¡Bien se ve que
sos pen… sá, maje! Decisión sobre que quiero hacer, ¡irme con él o quedarme
aquí!
-
Ah, pues
explícame cul…to amigo, ya que yo no sé de esos bolados…
-
Tenés razón,
“piña”, discúlpame; mirá y ¿Cuándo te vas a regresar al pueblo?
-
Pues, yo pensaba
irme mañana, ¿por qué?
-
Pues porque
quería platicar con vos.
-
Pues mañana en la
tarde puedo llegar a tu apartamento, ¿está bien?
-
Si… mon,
“mamaíta”, ahí te voy a estar esperando.
-
Vaya pues,
“andate adelante” y te bañás, ¿oíste?, je, je, je,je….
-
Vos “come
mercury”, “hijo de pontiac”, ja, ja…ja, ja…ja, ja…ja, ja… ja…
-
Ah… ¡y te vas por
la sombra, ¿oíste?!
Y aquel cherito mío se fue, de regreso para nuestro
pueblo, mientras yo, me quedaba para pasar una velada en esa ciudad cocotera de
Sonsonate, esperando que esta velada fuera una bella experiencia más, como las
otras vividas anteriormente ahí en ese lugar, en medio de gente linda y
fraternal.
Al día siguiente, al nomás llegar al pueblo fui a buscar
al Tigre. Aquel estaba leyendo y descansando plácidamente en una silla que
había puesto en el balcón de su apartamento.
“Fijate que hablé por teléfono con mi papá esta mañana,
Monsiour”. “Y me dijo que tenía que tomar una decisión rápidamente porque su
esposa está muy temerosa y le ha pedido que se vayan de regreso a España lo más
pronto posible, aunque el gobierno español no le asigne a otro lugar; así es
que, aquí estoy que no sé que hacer, ¿y vos que me sugerís?”.
Pues yo, sinceramente, lo que creo que es lo mejor para
vos es que te vayás con ellos, es decir, que te vayás con tu familia para
España, así como debe ser, en familia.
¡Si, eso es lo mismo que yo estaba pensando! Porque aquí,
se va a poner peor la cosa y ya no se va a poder ni estudiar, según, lo que
dice mi papá. Mañana le voy a responder que me voy a ir con ellos.
Se corrieron unos días y no supe del Tigre hasta que una
mañana que yo estaba en el desvío pidiendo jalón para “Zanzíbar”, aquel me
gritó desde una camioneta de “La Mi Negra”: ¡Monsiour… esperame ahí, no te
vayas a ir!”
Yo, decidí subir el desvío y allá por el taller de
Renderos, me encontré con aquel que venía hacia abajo.
-
¿Qué onda, “Mariposita”?,
¿Qué hacés aquí? -le pregunté-
-
Uta Monsiour, fíjate
¡que está bien jodida la situación!
-
¿Y eso?
-
Pues fíjate que
le aceptaron el traslado a mi papá…
-
Eso está ver…de,
¿no? (le interrumpí),
-
No papá, está
jodido, está mal la babosada…
-
Pero, ¿qué no es
eso lo que él quería?
-
Si, él quería un
traslado pero fíjate que lo mandaron a la quinta m…ansión…
-
¿Adónde lo
mandaron, vos?
-
A un país hijuelbuche
llamado Omán ¡que ni siquiera sé adonde pu…mas está, man!
-
Pues, buscá en el
mapamundi, pen…sante amigo…
-
Ese no es el
problema baboso, el asunto es que, ese país mie…loso está muy lejos y si me voy
para allá, ya no voy a tener chance de ver a Margie, man, ¡agarrá la onda!
-
Uta, Tigre, ¡tenés
razón,brother!
-
¿Ya ves?
-
Si papá, ¿y qué
pensás hacer?
-
Pues, le voy a
decir a mi papá que mejor me voy a quedar a estudiar aquí y que si él quiere
seguirme ayudando, que lo haga desde allá...
-
¿Y si no quiere o
no puede?
-
¿Por qué decís
eso?
-
Pues, porque me
imagino que ha de ser problemático mandarte ayuda desde ese país que ni siquiera
sabemos adónde queda, man…
-
De verdad, tenés
razón. Pero yo, no me voy, ¡definitivamente que no!, una cosa es España pero
ese Omán, ¡está jodido!
-
Bueno, pensalo
bien, Tigre
-
Yo, ya lo pensé.
¡No me voy a ir! Y hablando de otra cosa, ¿para adonde ibas vos?
-
Iba a la tienda “Escalante’
a comprarme una camisa, ¿vamos?
-
Vamos pues, te
voy a hacer gallo.
Y nos fuimos para abajo nuevamente, al desvío del pueblo
a pedir jalón hacia Zanzíbar…
Y ahí en la siguiente ocasión te voy a contar como le fue
al Tigre, ¿oíste Chepitorio?
Vaya pues, saludame a la Dinorita y a los bichos y vos,
dejá de chupar man, ¡mejor comprate ropa!
Salú,
El Monsiour.
**************************************
*******************************
Capítulo LV
Chepe Antonio,
Te cuento que unas semanas más tarde desde la última
vez que había visto al Tigre, aquel llegó de repente a mi casa, una mañana de miércoles,
a contarme que el Embajador y su demás familia se había ido del país, dejándole
al Tigre, quien había decidido quedarse y “hacerle huevo” -como me dijo aquel-.
Fíjate que mi papá me dejó una cuenta en el banco con
un pisto que bien me alcanza para terminar el año en el colegio y para mucho
más pero yo estoy pensando en otro bolado…
- ¿En qué, vos?
- Pues, quizás mejor
voy a usar ese pisto en otra cosa,
- ¿Vas a poner
un negocio?
- No, papá… no
es para eso…
- ¿Entonces?
- Mirá, lo que
pienso hacer es aprovechar que aún me sirve la visa para ir a los “Estamos
Sumidos” y con ese pisto, comprar el boleto e incluso hasta quizás alquilar un
apartamento pequeño para vivir allá unos días hasta que consiga un trabajo,
- ¿Qué creés, vos?
- ¡Creo que
estás más loco que una cabra!, ¿Cómo se te ocurre eso?, ¿Creés que rapidito vas
a encontrar trabajo?, ¿Y de qué vas a trabajar, Tigre?, acordate que vos no
sabés hacer otra cosa más que pantalones, ¿de eso vas a trabajar allá?, ¿Creés
que eso te dará suficiente para mantenerte?....
- Uta, Monsiour…
¡vos como si fueras mi tata!, ¡cómo me regañás, man!
- Si, Tigre,
porque realmente me preocupo por vos, es que te quiero como mi hermano que sos,
baboso, ya que vos no pensás bien, vos está loco y para acabar de joder…
¡encu…mbrado!
- Si, man, te
agradezco pero ponete en mi lugar un ratito,
- Lo hago Tigre,
¡creéme! Y por eso, te hago ver esas cosas que vos no querés ver ni aceptar.
- Bueno, la
verdad Monsiour es que, yo ya arreglé todo y… solo he venido a despedirme de
vos y tu familia porque… ¡¡¡me voy el lunes de la próxima semana!!!
- ¿¿¿Qué
decís???
- Si Monsiour,
me he puesto de acuerdo con un chero de Zanzíbar, un compañero del colegio
quien tiene unos tíos y primos en Miami y dice que ahí podemos caer, estarnos
unos días y después irnos a otro lugar…
- Uta Tigre, me
has dejado con la boca abierta, ¡no sé qué decir!
- Mirá Monsiour,
entendé que aquí está bien jodida la cosa, los escuadrones de la muerte no
respetan a nadie, mucho menos a los jóvenes y estudiantes, matan a quien exprese
algo en contra del gobierno y no tienen reparo en matar en las escuelas,
iglesias, canchas de futbol, en hospitales, fin, no estamos a salvo en ningún
lugar y en las noches se meten a las casas a robar, a violar y asesinar; ¡ya no
se puede vivir aquí!
- Bueno, si en
eso tenés razón, pero, si Margie no está en Miami, ¿Por qué te vas para ahí?
- Es que quiero
aprovechar que este chero también se quiere ir y como él tiene familiares ahí…
- ¿Y ya te
pusiste a pensar en que les vas a decir a los “agentes” en el aeropuerto?
- ¡TENES RAZON,
MONSIOUR!, No me había puesto a pensar en eso…
- Si, papá
acordate que esos “encubiertos” trabajan para el gobierno y si no les parecen
las razones que vos les des para querer salir del país, te pueden agarrar ahí
mismo…
- Uta papá,
tengo que avisarle a mi chero que ya no me voy a ir, ¿vamos al ANTEL?
- ¡vamos!
Después de haber hablado (y peleado) por teléfono con
su chero, El Tigre se me quedó viendo con mirada perdida. Yo comprendí que eso
era debido a que ahora, mi hermanito no tenía dirección, ni idea y quizás ni
esperanza acerca de lo que vendría ahora a su vida o sobre que sería lo que
haría pues, al cancelar su viaje a Miami, no solamente se cerraba esa
posibilidad, sino que también se perdía el dinero que aquel había invertido en
el boleto y otros arreglos como el tiempo que aquel había dedicado a preparar
este viaje e incluso se anublaba la posibilidad de acercarse un poco a su amada
y lo peor, era que ahora habría que replantarse la existencia en estas
condiciones solitarias ahí, en esa época tan jodida en nuestro pueblo, pues, ya
no contaba con la presencia física de su papá, el Embajador…
Intuyendo lo devastador que de seguro mi hermanito
tenía su interior le invité a que fuéramos a caminar allá por la posa de
Tiguaya, con el propósito de tranquilizarlo y hacerlo sentir que no estaba
solo, que me tenía a mí; aunque al principio no quería ir, al final aceptó y
hacia allá nos fuimos. En el camino, alcanzamos a unas amigas del tercer ciclo
quienes iban de regreso a sus casas, después de la jornada educativa, al
preguntarnos ellas hacia donde nos encaminábamos nosotros, las invité a que nos
acompañaran a la posa y ellas respondieron que tal vez nos caerían más tarde,
después de llegar a su casa almorzar.
Ya una vez por allá cerca de la posa, se me ocurrió
preguntarle al Tigre:
- ¿Qué había pensado hacer con las cosas que tenía en
su apartamento?; aquel, después de sobresaltarse y de quedarse atónito, con la
boca abierta y con los ojos de venado sorprendido a media noche con la luz de
la lámpara de un cazador, se me quedó fijamente viendo hasta contestarme:
- ¡Fijate que no me había puesto a pensar en eso,
Monsiour!
- ¿Cómo qué no?, ¿Y qué pensabas hacer?
- pues la verdad, nada; iba a dejar todo ahí…
- ¿Y ya le dijiste a la dueña que te vas a los
“Estamos Sumidos”?
- ¡No, no le he dicho nada!
- Puya Tigre vos sí que de plano sos ¡pen…sador en
grande!
- No papá, lo que pasa es que pensaba dejarle pagado
varios meses…
- ¿Si?, ¿Cuántos meses?, ¿y si te quedabas más tiempo
del pensado allá en los “Estamos Sumidos”?, ¿y si metían los ladrones a tu
apartamento y te robaban todo?
- Uta Monsiour, ¡ya estuvo hermano, dejá de joderme!
- No es que te esté jodiendo, Tigre, solamente quiero
que pongás atención todo esto…
- Si, tenés razón… ¡lo voy a pensar más detenidamente!
Me dijo y sin mediar más palabra alguna, me empujó al agua el muy cab…allo
loco; yo caí como sapote a la posa y a la cólera inicial que sentí allá adentro
al sentirme todo mojado y ahuevado, se le sumó una carcajada grande cuando vi
que aquel baboso, se lanzaba con perfecto estilo nadador al río con todo y ropa…
Encaramados en los palos de guayabas de la finca de
don Juan Galán estábamos, disfrutando de aquellas ricuras, cuando llegaron
aquellas bichas que habíamos invitado a la posa; traían unas bolsas de plástico
con mango verde y con hojas de jocote aderezados con limón y sal. Nos invitaron
a intercambiar frutas; ¡no le dijeron a un sordo! Pues nosotros, inmediatamente
nos bajamos y encima de unas piedras grandotas a la par del río, nos pusimos a
comer esas delicias que nuestra amada “Tierra Linda” nos ofrece y que en esos
tiempos, eran gratis, no como ahora, ¡fijate Chepito!
El sol brillaba intensamente, la tarde se revestía de
magia y color y el ambiente era casi solemne con el chis, chis de la corriente
del río como único sonido a esa hora que tal parece es la preferida por la
fauna guanaca “para tomar su siesta”.
Un sopor rico y sensual se hizo presente en nuestras
humanidades, casi coincidentemente, una de esas dos cipotas y yo, nos
encaminamos a un paraje del lugar, rodeado de vegetación y flores silvestres, bajo
la sombra de unos palos copinoles y con una superficie de zacate seco y acolchonado
que ofrecía un espacio propicio para estar tranquilo, leyendo, oyendo música o
simplemente descansando, en este caso, se me ocurrió adecuado para platicar con
aquella amiga; y así lo hicimos. Nos embarcamos en una amena, rica, interesante
e inteligente tertulia con aquella cherita quien mostraba mucho interés en
conocer, en saber, mi punto de vista sobre varios tópicos que iban encaminados todos,
a la situación política de la actualidad en nuestra “Tierra Linda” mas directamente en nuestro querido pueblo.
En un momento de nuestra amena e interesante conversación,
se me ocurrió ver el reloj y notar que se nos había ido la tarde pues habían
pasado varias horas desde que llegamos al lugar; no lo habíamos notado ni ella
ni yo pues la conversación era muy rica, muy entretenida y ella –creo-
disfrutaba de mi presencia (por supuesto, yo también gozaba de la de ella) y
así al llegarse el ocaso de la tarde y ver que la presencia del dios solar disminuía
aceleradamente, decidimos ir en busca de nuestros amigos quienes, metidos en el
río, aparentemente tampoco habían sentido el pasar del tiempo y no habían notado
que las sombras de los árboles eran ya dueñas de casi todo el territorio y que,
los cánticos de las aves nocturnas se acrecentaban poco a poco, pero
inevitablemente…
Nos recibieron bien casualmente, y sin mucha atención nos
respondieron, saliéndose del río y secándose la cabeza y otras partes de su
cuerpo con una toalla color verde de una de estas amigas pues, sus cuerpos no podían
ser secados, ya que estos estaban cubiertos con la ropa saturada de agua.
Los cuatro nos encaminamos rumbo al pueblo y al pasar
por la línea del tren, las cipotas tomaron otro rumbo, para que nos vean juntos
al pasar por esta calle para que la gente “chambrosa” no le vayan a llegar con
el chambre a nuestras mamás –nos dijeron-; nos despedimos ahí con un abrazo y
con la promesa de volver a ese lugar para seguir platicando.
Lástima que esa promesa… ¡ya no la pudimos cumplir! Ahí
te voy a contar por qué, ¿oíste, tremendo Chepisque?
Y ya me voy, brotherman, porque tengo que aporrear
unos sacos de frijol, por favor saludame a la Dinorita y a tus “bichitos” con
un abrazo.
Salú,
El Monsiour**************************************
Capítulo LVI
José
Antonio (¡que serio, ¿vea?!),
Fijate papá
que El Tigre se quedó a dormir esa noche en la casa de mis abuelitos (QEPD);
pero antes, con un poco de miedo fuimos al parque a pesar de la sugerencia de
mi abuelita Paquita que no lo hiciéramos. La verdad es que para la mayoría de
jóvenes, aunque conscientes que nada debíamos, por lo que nada temíamos; las
noches en el parque de nuestro pueblo, ya no eran tan concurridas y solamente
unos cuantos “valorudos” nos atrevíamos a estar en ese ámbito que por más que
alguien quisiera alegrar, se revestía de tristeza, de temor y hasta angustia
porque había incertidumbre acerca de lo que podía suceder más tarde, y
despertarse con alguna mala noticia, como ya se estaba haciendo costumbre en el
pueblo.
Sentados en
la bancas del atrio de la iglesia, cabal enfrente del parque a un costado de
las gradas principales estábamos –temprano como a eso de las 9- platicando con Milton
“Pocholo”, Jorge “Charamiza”, Mario “Pepino”, “El Chele” Larín, mientras otros estaban
en el billar de don “Tebita” (QEPD) y otros en el parque; al ratito, Charamiza,
Pocholo y Pepino se despidieron de nosotros pues tenían que regresar temprano a
sus casa -dijeron- mientras el Chele, el Tigre y yo nos quedamos tertuliando y
escuchando música de una pequeña grabadora, cuando a eso de las 10, de manera
sorpresiva llegaron dos camiones llenos de soldados; aparecieron allá por el
comedor de la niña Orbe, el primero cruzó hacia la izquierda y se detuvo cabal enfrente del casino que estaba a
la par de la farmacia del doctor Lazo (QEPD) y el otro se fue recto, pasando
por la alcaldía y cruzando a la izquierda en la esquina de la tienda “Casa
Susana” y la refresquería de mi tía Lina Arévalo, para detenerse en medio del
cine Rey y del billar de don Esteban. Con el ruido que los soldados hacían al
bajar de los camiones y entrar a ambos casinos a “catear” a los ahí presente, volteamos
a ver y a pesar de sabernos “inocentes” y salvos de cualquier delito, yo sentí un
horrible escalofrío que súbitamente recorrió por mi espina dorsal y, después de
la parálisis inicial que me invadió el cuerpo, una fuerte carga de adrenalina
me dio la suficiente energía e impulso para emprender una tremenda corrida
despavorida detrás del Chele y del Tigre que ya me habían sacado unos cuantos
metros de ventaja a través del zacate del atrio de la iglesia, rumbo al oriente
del pueblo, es decir, en dirección de nuestras casas; al llegar a la esquina
del convento, (en vez de seguir recto hacia la casa de mis abuelitos), sin
pensarlo y simplemente dejándonos guiar por el instinto de conservación,
cruzamos a la izquierda, pasamos bien barajustados por la casa de don Julio Rodríguez
(enfrente de la casa de doña Consuelo Garay) y al llegar a la esquina de la
casa de don Pedro Cuellar (QEPD), cruzamos a la derecha, llegamos a la casa del
Chele quien de manera rápida y efectiva, le quitó llave a la puerta de su
cuarto y nos metimos los 3 de un solo; apagamos la luz y nos quedamos en
silencio, tratando de escuchar para ver que sucedía allá afuera en la calle,
mientras mi corazón palpitaba tan fuerte al punto que se me cortaba la respiración
y sentía como que este, se me quería salir de su caja torácica…
Pasamos esa noche ahí y
a primera hora, el Tigre y yo, nos encaminamos a la casa, nos saltamos el
tapial del patio, nos metimos a mi cuarto y nos pusimos a descansar por unas horas,
hasta que nos despertamos y después de desayunar, fuimos a indagar que había
sucedido al final, en la noche anterior. Nadie nos dio razones, todos hacían mutis
dando la idea que simplemente no había sucedido nada relevante o que tenían miedo
de contar.
Un día de esos, no fuimos a
clases, en cambio, el Tigre y yo, nos fuimos a Zanzíbar a dar la vuelta, a
vagar…
Regresamos al pueblo en
la tarde y al bajarnos de la “Balsameña”, una gran amiga de nosotros (QEPD), que
estaba sentada en un banco del parque, se nos acercó disimuladamente y nos
pidió que le invitáramos a comer pupusas a la pupusería que estaba en la
esquina enfrente del parque, de la iglesia y del billar de don Tanis (QEPD). Ante
la insistencia de ella, aceptamos y para ese lugar nos fuimos; llegamos y ella
le pidió a la dueña del negocio que nos permitiera entrar hasta adentro, es
decir, hasta el corredor para cenar.
-
Disculpen tanto
misterio –nos dijo ella, para comenzar la plática-, lo que les voy a decir
quiero que no se lo cuenten a nadie y quiero que por favor, me hagan caso,
quiero que hagan lo que les voy a pedir, ¿oyeron?
-
Este… depende –dije
yo-
-
¡No! No hay
espacio para eso, me tienen que prometer que van a hacer lo que les pido…
-
Pero no podemos
prometer a ciegas –dijo el Tigre-
-
Pues van a tener
que hacerlo, ¡no tienen de otra! (aseveró nuestra amiga).
-
¿Cómo es eso?, nosotros
no tenemos que prometerte nada, nosotros no hemos hecho nada…
-
¡eso, yo lo sé,
Monsiour!
-
¿Entonces?
(interrumpió el Tigre)
-
Mirá Tigre, vos
sos el más interesado en prometerme que me vas a hacer caso porque a vos te
conviene más que al Monsiour, es más, ya no hay tiempo de discutir; ustedes
tienen que hacerme caso y punto, ¿de acuerdo?
-
Está bien pues…(el
Tigre)
-
¿Y vos,
Monsiour?
-
Si, está bien,
contanos,
-
Vaya pues, así
está el bolado: fíjense que a mí me han contado de buena fuente que ustedes dos
están en la lista para ser “eliminados”…
-
¿Quéeee? (ambos,
el Tigre y yo, al unísono)
-
¡SI!, yo tengo
unos “conectes” que me lo han confirmado…
-
¡Puta… pero
nosotros no estamos metidos en nada!, ¡nosotros no hemos hecho nada malo!
-
¡Eso no importa!,
ustedes dos están en esa lista que viene desde “arriba” y otras personas que
también están en la “lista”, ya no están vivos, porque los fueron a sacar a sus
casa y los “desaparecieron”, por eso es que yo sé que es cierto lo que les digo
y por eso, les pido que se vayan del pueblo o por lo menos, que no salgan en
las noches, ¡háganme caso!
-
Mirá, pero vos
sabés que nosotros no estamos metidos en nada; ¿por qué no les decís eso a
ellos?, ¿Por qué no les explicás que nos conocés y….
-
No se puede
Monsiour, porque mi “conecte” es local, no es de “arriba” y no puede hacer
nada, es más, si dice o trata algo, hasta a él le puede ir mal, estos no andan
con babosadas, ¡estos matan, Monsiour!, entendé papá…
-
Si, tenés razón…
-
Uta, ¿y entonces
que nos sugerís, que nos vayamos del pueblo?
-
¡Eso sería lo
mejor!, ¿tienen adónde irse?
-
¡Yo sí! –dijo el
Tigre-, tengo unos cheros en la "capi" que tal vez me pueden dar donde quedarme a
dormir unos días.
-
¡Pues ándate,
Tigre!
-
Sí, creo que eso
haré, pero ahora ya es muy tarde, iré mañana.
En eso estábamos cuando
llegó Samuel Alvarado (el niño de ANTEL), preguntando por el Tigre porque mi
hermanito tenía una llamada de teléfono desde el “extranjero”.
¡Ha de ser mi papá!
(dijo el Tigre) y me pidió que lo acompañara; nos fuimos para ANTEL (que en esa
época era nuestro, es decir, era salvadoreño, antes que lo privatizaran y lo
vendieran a compañías extranjeras) a responder la llamada; cuando el “operador”
finalmente logró línea y mi hermanito se agarró el teléfono, vi como aquel
cambió su semblante que primeramente era de expectativa y hasta de ansiedad y
que ahora era de asombro, incredulidad y quizás… alegría.
Mientras aquel hablaba
por teléfono, yo lo veía muy entretenido, muy entusiasmado, muy motivado, muy…
¡convencido!
Al colgar y acercárseme,
vi que sus ojos estaba iluminados, encendidos, brillantes, alegres… no era para
menos…
-
¡era mi Margie! Me
dijo, ¡era mi amor, Monsiour!
-
Qué bueno Tigre ¿y
que te dijo?
-
Me dijo que ya
no aguanta más, ¡qué quiere que me vaya!
-
Eso está bueno,
papá, ¿y adonde está ella?, ¿adónde quiere que te vayás?
-
Pues me dijo que
está en San Francisco, con una tía…
-
Ah, ahí si está
bien, mirá Tigre, ahí sí creo que va a ser más fácil porque acordate que ahí,
hay mucha gente del pueblo, fíjate que hasta unas tías lejanas tengo ahí que ojalá
pudieran ayudarte…
-
Si, Monsiour, es
cierto; mañana voy a empezar a “arreglar” todo.
Al salir de ANTEL, cabal
ahí mismo en la acera, estaba nuestra amiga quien nos “ordenó” que esa noche, durmiéramos
en casa de mis abuelos; ¡no vayas a dormir a tu apartamento, Tigre!, haceme
caso, ¿oíste? Aquel asintió y nos fuimos a la casa de mis abuelitos; después de
ver televisión por un rato y de leer algunos libros, nos dormimos.
Al alba del día
siguiente, un intempestivo murmurar afuera de la casa, en la calle, nos hizo
despertar; al salir, escuchamos a una señora decir que en la puerta del departamento
del Tigre, habían pintado una manos negras la noche anterior y que, algunos
vecinos decían que como a eso de las 2 de la mañana, habían visto a unos
hombres vestidos de negro, con la cara cubierta y muy armados, que habían
llegado a meterse al lugar, como buscando a alguien…
Y también se oyeron muchos
disparos allá en la lejanía, unos señores que iban a trabajar dijeron que allá
por la calle del estadio, habían llegado a catear unas casas y que se “llevaron
a unas personas”, incluyendo a unos cipotas del tercer ciclo.
No sospechamos en ese
instante lo que en efecto después confirmamos: se habían “llevado” a aquellas
dos cipotas que unos días atrás nos habían acompañado a bañarnos en la poza de
Tiguaya del río San Eugenio, las que nunca jamás fueron vistas de nuevo.
Y así, con esta tristeza
que aún muchos años después siento en mi pecho, al recordar esos horripilantes
actos bestiales de esos “animales” que tanto dolor causaron a nuestra gente, me
despido hoy querido hermanito Chepito, con la esperanza que nosotros/as los/as
de una u otra manera sobrevivimos esas horribles situaciones, nos esforcemos
para comentar estos hechos con la idea de no perder nuestra memoria histórica y
de esta manera, no permitir que esa terrible y estúpida guerra fratricida a la
que nos empujaron… ¡no sé repita jamás!
Un abrazo para vos y los
tuyos.
Salú,
El Monsiour.
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Gracias Edgardo por seguirnos fascinando con tus Babosaditas, Has logrado que mucha de nuestra gente disfrute de todas esas cosas bonitas del pasado otra vez. Gracias Hermano.
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