Con todo el respeto del mundo quiero presentarle a usted, esta "babosadita" que escribí hace varios años, en honor de la madre salvadoreña. Le cuento que esta es un relato real sobre una situación que me contó la misma protagonista y que incluso, cuando la conté por primera vez en un medio cibernético, me la "chabelearon" en un periódico de gran circulación de allá -de nuestra república- pero, como mi intención no es la de comercializar, sino que exponer la grandeza de nuestra gente, de nuestras costumbres, de nuestras historias, de nuestras tradiciones, no me importó y al contrario, me agradó pues de esa manera, asumo que más hermanos de raza supieron de la "niña Mary" que ahora les traigo nuevamente; esta es la historia:
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Hey Monsiour; ¡ya probé las PAPUSAS!, me dijo un día David (un compañero de trabajo allá en Tijuana).
¡¿Si?!, le interrogué yo, ¿te gustaron? (continué),
¡Si, están sabrosas! (respondió él), y podemos ir a comerlas cuando usted lo deseé pues, el lugar donde las venden, está bien cerca de aquí.
Al continuar con la plática, me dio los detalles de cómo había probado el platillo más sabroso sobre la faz de la tierra. Resulta Monsiour (me decía), que mi esposa trabaja para una compañía , adonde llega una señora hija de papá mejicano y de madre SALVADOREÑA quien, en algunas veces, lleva de la comida de su país y mi esposa la probó y le gustó tanto que le pidió que llevara mas. Bueno, pasa que esta señora le dijo que su mamá cocinaba y vendía esa comida en su restaurante; mi esposa le preguntó por la dirección y un sábado, me pidió (quiso decir: "obligó"), a que fuéramos. Fuimos y yo... también quedé -de verdad- invitado a regresar, es que... ¡las PAPUSAS, son sabrosas!
Le confié mi orgullo al escuchar sus palabras y le hice saber que no eran Papusas, si no que, se llamaban: ¡PUPUSAS!, también le pregunté acerca del lugar y él (muy amablemente) me contó y hasta me invitó a que, fuéramos cuando yo quisiera. Al día siguiente, a la hora del "lunch", en su "Cherokee", fuimos 6 personas (4 señoritas, mas David y yo); redondeamos una zona industrial y calle abajo (entre cerros), llegamos a un lugar con un parque (por cierto que me recuerda a los parques de nuestros pueblitos allá en la "tierra linda") que, parece un pueblo en medio de la ciudad de Tijuana. El lugar es bien humilde, tiene un rótulo que dice "Restaurante" pero, en realidad, no pasa de ser un comedor de pueblo. Al entrar se observa en la pared principal, una toalla gigante de la "Hilasal" desplegada totalmente , mostrando una escena de un mercado de algún lugar de nuestra "Tierra Linda", con señoras vendiendo mangos, guineos, piñas, camarones secos y otras cosas; compradoras en pleno "regateo" de precios y unos cipotíos jugando chibolas, en fin, un típica representación de una costumbre nuestra. David me presentó ante la niña Mary, una señora simpática, gordita y de sonrisa amable. Ella se mostró bien alegre de conocerme y desde el primer momento, me llamó "Paisanito". Hablamos brevemente de nuestros lugares de nacimiento y de otras generalidades, me invitó a regresar y hasta me dio su número de teléfono. Volví al lugar unos días después y tuve la suerte de llegar en un momento en que, no había comensales. Me recibió con una amplia sonrisa y al servirme la comida, se sentó a mi mesa, para confiarme su historia:
Fíjese "paisanito" que yo añoro mucho la "Tierra Linda", es que, llevo en mi alma, los hermosos recuerdos de cuando era niña, no olvido a los amiguitos de mi infancia, mi escuela, mis pocos juguetitos, los sorbetes y paletas tan ricas que vendían en una tienda cerca de mi casa, allá en Santa Ana, ayayay... ¡Qué lindo era todo eso! Gracias a Dios (continuaba), me encontré un hombre bueno que me quiere y cuida.
Fíjese que mi vida ha sido muy sufrida, yo venía a reunirme con mi papá que vivía en Los Angeles y mi mamá se vendría después con mi hermanita, al nomás vender la casa.
Yo tenía 14 años y ya andaba "fijándome" en los muchachos.
Salí un día domingo, bien temprano, mi mamá me llevó a la terminal de buses, adonde estaba la señora que me traería hasta los “Estamos Sumidos”. Al despedirme de mi mamá, sentí un fuerte nudo en la garganta y al verla a través de la ventana de la camioneta... ¡le juro que tuve un feo presentimiento!, ella, no denotaba emoción alguna pues siempre fue fuerte de carácter pero, al empezar la camioneta a alejarse del lugar, ¡bien vi como mi mamita linda...se desplomaba y caía al suelo!, les pedí que pararan el bus pero, no lo hicieron...
Después de varios días de mal comer y mal dormir, llegamos aquí (se refería a Tijuana), la señora que me traía, me llevó a una casa adonde estaban unos hombres de fea apariencia, quienes tomaban cerveza y fumaban una cosa que yo nunca había visto ni olido, ella me dijo que me quedaría en ese lugar por unas horas pues ella regresaría a recogerme y llevarme finalmente junto a mi papá en Los Angeles pero, ella se fue como a las 6 y media de la tarde de ese día y...¡ya no la volví a ver!
Ahí empezó mi preocupación que después, se convirtió en martirio, resulta que la mentada "coyota" jamás regresó y esa noche, estuve totalmente en "vigilia", no dormí para nada, por miedo a esos hombres pero, la llegada del sol del día siguiente me venció y a causa del cansancio y el hambre, caí en un sueño profundo. Desperté en un cuarto totalmente oscuro, sucio y pestilente..., traté de abrir la puerta pero, estaba cerrada por fuera y empecé a gritar desesperadamente y a boca grande pero, nadie me oía o quizás nadie estaba cerca. Pasaron las horas y no oía nada allá afuera, finalmente, escuché unos pasos que poco a poco se acercaban a la puerta, la que vi que se abría lentamente, dejando que la luz y el aire fresco llegaran a mí, hasta que la luz del sol me cegó totalmente. Era una mujer quien me ordenó que me fuera a bañar y que me quitara esos trapos que cargaba. Me bañé y me puse un vestido rojo bien escotado que ella me tendió, junto a unos zapatos del mismo color.
¡Ya vas a trabajar! (dijo con tono fuerte) pero antes cómete estos tacos pues de seguro tienes hambre ¿no?
Me comí los tacos y enseguida la pregunté qué clase de trabajo era lo que haría.
¡Ya vas a ver que fácil!, solo tienes que bailar con unos muchachos...
¿Qué?, yo no puedo bailar, es mas...ni me gusta (le dije),
Pues, aquí vas a aprender si quieres comer (dijo y se alejó, por unos minutos).
Eran como las 7 de la noche pero, aún había sol, cuando escuché el ruido de un carro que se acercaba. Eran 4 muchachas bien pintadas, acompañadas de un hombre alto negro con sombrero negro y bigote grueso. Nos llevaron a un cuarto bastante grande, adonde había mesas, sillas, luces de colores y un hombre poniendo discos y hablando por un micrófono haciendo pruebas de sonido. Como a eso de las 9 ó 10 de la noche, empezaron a llegar más carros y varios hombres empezaron a ordenar cervezas y otros tragos, algunos de ellos, se hacían acompañar de una de las muchachas que estábamos allí.
De repente, se me acercó uno y me invitó a bailar,
Le dije que no podía,
Entonces, tomémonos unas cervezas (me dijo),
Este...no tomo (le respondí),
¡AH, QUE LA CHIN.....a está bien lejos! (gritó, al momento de golpear la mesa),
La mujer que me había dado los tacos, se acercó y preguntó ¿qué pasaba?, al escucharlo, me agarró del brazo y a la fuerza me llevó al mismo cuarto obscuro adonde había estado antes, amenazándome con permitir que el hombre ese, se metiera al cuarto conmigo. Me encerró y por 2 días, no comí, ni vi la luz del sol, hasta que ella llegó y me preguntó ¿si había cambiado de idea?
Mire señora (le dije), yo no puedo bailar, ni quiero aprender, yo solo quiero irme a Los Angeles junto a mi papá y no sé ¿por qué me han traído aquí?
Bueno pues, dijo ella, te vas a arrepentir pero, eso sí (continuaba) no te voy a dejar ir, hasta que recupere toda la "feria" que pagué por ti.
Desde ese día, me puso a lavar la ropa de las muchachas, a limpiar la casa, barrer, trapear, en fin, todo el oficio y fíjese Paisanito (me contaba) que la casa era bien grande, a parte de la sala y los baños, tenía como unos 8 cuartos para los clientes y otros 4 para nosotras las muchachas (que ya éramos unas 12) ¡y tenía que asear todo!
Así, me tuvieron encerrada por casi 1 año, hasta que un día, llegó una señora un poco joven, quien nos reunió a todas y nos contó que ella era la nueva propietaria del negocio. Le pedí hablar con ella y le conté sobre mi situación, prometió ayudarme y unos 3 días después mandó a recogerme. Me llevaron a su consultorio pues resultó que ella era doctora y practicaba abortos y me dijo que desde ese día trabajaría allí. Me encerraban por las noches en un cuarto que no estaba tan mal como el anterior pero, por los próximos 3 años, nunca salí a la calle, ni siquiera me permitían ver a través de las ventanas, aquello Paisanito fue duro (me aseguraba) yo, sentía que me iba a morir sin que mis padres supieran de mí. Al contarme esto, pude apreciar como las facciones de la cara de la niña Mary, se cubrían de dolor y yo, sentía un fuerte deseo de abrazarla y brindarle calor y seguridad...
Ella, logró recobrarse y continúo su relato: Gracias a Dios (me decía), un día llegaron unos albañiles a hacer unas reparaciones a la casona, en un descuido, me le acerqué a uno de ellos y me hice su amiga, le conté sobre mi situación y él, prometió ayudarme.
Una tarde, me dijo que iba a dejar una ventana sin llave y que al salirme, el me estaría esperando en la acera de una farmacia que estaba cerca. Como a eso de las 11 de la noche, me salté la ventana y caminé rumbo a la farmacia y cabal, allí estaba él. Me llevó a la casa de su cuñado y se fue, para nunca verlo más.
La señora de la casa (se llamaba Gloria), tenía una "lonchería" y me pidió que le ayudara; como yo había visto a mi mamá hacer pupusas, un día le sugerí a la señora Gloria que vendiéramos pupusas pero ella, no le gustó la idea.
De repente, la señora Gloria se puso mala y se murió, así, me tuve que ir del lugar pero, como había aprendido a cocinar comida mejicana, encontré trabajo en un restaurante adonde, conocí a Miguel (su esposo) y un día, ¡me fui con él! ¡Viera que bueno me ha salido!
El es taxista pero, un día tuvo un accidente y ya no pudo trabajar; con un poco de dinero que teníamos guardado, empecé a hacer comida en la casa y llevar a vender a compañías de por aquí, así me fui haciendo de clientela y ganando mas centavos los que fui guardando, ahora, pues, ¡ya ve usted Paisanito, tengo este restaurante que me ha servido para mantener a mi familia!
Un día finalmente pude ir a la Tierra Linda (después de casi 19 años) encontré a mi mamita bien malita la pobre y de mi papá, supe que me había andado buscando en Los Angeles pero, como no tenía papeles, no había podido venir a Tijuana. Me traje a mi mamá, le escribí a mi papá para contarle que gracias a Dios, estaba bien, casada y con 4 hijos, un día vino y se llevó a mi mamá ya del todo para la "Tierra Linda". Hace unos 9 años se murió mi mamá, enseguida también mi papá. Así es que, yo ya no tengo a nadie allá.
Platicando estábamos cuando empezaron a llegar más clientes y, al terminar de comer, me despedí de ella y salí del lugar tremendamente emocionado y con el espíritu rebosante de orgullo de saber toda la odisea de la vida de la niña Mary y el alma llena de satisfacción, al apreciar la dignidad con la que ella había enfrentado todas esas situaciones difíciles.
Me detuve a meditar sobre lo que acababa de escuchar y me dije a mi mismo que debería de contar esto, para exaltar el gran valor de la dignidad de la mujercita "salvaguanatrucha" que yo vi representada en la niña Mary, es que, díganme ustedes hermanitos chulos: ¿cómo no puede uno admirar, apreciar y querer a estas dignísimas hembras nuestras?, ¿cómo puede uno, no reconocer la gran muestra de valor que ellas nos dan?, de mi parte, como solo se escribir "babosaditas", dedico estas líneas para todas las lindas "Marys" salvaguanatruchas que con su actuar, han servido de ejemplo a nuevas generaciones y puesto en alto el nombre de nuestra querida "Tierra Linda"...
¡GRACIAS MIL, MUJERCITAS CHULAS, que Dios les bendiga siempre!
Salú,
El Monsiour.
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