Generalmente, no se menciona el nombre ni sus acciones; en algunas
ocasiones se les reconoce y se les da las gracias pero muy pocas veces
realmente se les aprecia en toda su magnitud la relevancia e importancia de sus
actividades que -siempre- sirven para materializar una idea que pudiera
conllevar una meta o propósito de gran beneficio para “otros/as”. Otros/as que
no sea ellos pues ellos, son de tan pulcro sentido de cooperación, de magnánimo
gesto de fraternidad, de humilde pensamiento de amistad, de franca inclinación
de ayuda, de sincera manifestación de amistad y de alta concepción intelectual
acerca del desarrollo necesario para fomentar la unión entre individuos de la misma condición, con el
mismo origen y con los mismos propósitos de solidificar la comunidad en la que
se desarrollan para así ostentar cuan maravillosa, única, mágica, exuberante,
florida, interesante, destacada, preponderante y en nuestro caso –tratándose de
la bella y muy querida Armenia- ¡culturalmente destacadísima ciudad!
Son estos trabajadores, estos humildes colaboradores, estos
sinceros amigos, estos honrados confesores, estos francos hombres y sabios
personajes que en cada ocasión, en cada instancia, en cada actividad, en cada y
preciso instante, están ahí, no solamente para echar la mano y trabajar duro,
sino que también para aportar –lo que sea- en caso de necesidad y mas
importantemente, para brindar una opinión, un consejo, una palabra de ánimo,
una expresión de apoyo y un gesto de amistad cuando la tormenta arrecia, cuando
la tempestad parece no amainar, cuando la calma parece lejana, distante y la amenaza
es latente, trágica, devastadora…
Y son estos lo que le llevan a uno al final del túnel, ¡hasta ver
la luz, plena y brillante! Y lo acompañan a uno hasta que la tormenta ha cedido
¡y el sol brilla radiante sobre la faz de la tierra! Y van con uno –guiándolo- ¡hasta
que el barco llega a puerto seguro!
Son los amigos incondicionales, son los que solamente hablan
cuando las palabras valen pues antes de pronunciarlas, se aseguran de HACER, en
lugar de HABLAR.
Son mis hermanos que saben que lo importante no es TENER sino que
SER.
Y estos hermanos son pocos porque, no es de muchos ser así, pero
sin embargo, su alcance, su apoyo, su manto protector es vasto, grande, magnífico
y sus características entre ellos, aunque haya algunas pequeñas prominencias son
-básicamente las mismas, son casi iguales-, es decir, son cualidades excepcionales
que Dios les ha proveído a estos amigos/hermanos míos a quienes en esta ocasión
quiero mencionar por nombre propio, con el propósito de expresarles públicamente
mi agradecimiento total, mi gratitud plena y mi deseo que Dios les siga
colmando de muchas bendiciones.
Hablo -¡claro!- de Antonio Palacios (el muy querido “Carreta”), un
amigo/hermano quien siempre le dice a uno las cosas de frente, sin tapujos, sin
mentiras, de manera sincera, justa. Un amigo/hermano quien no se “ahueva” ante
nada y quien nunca se “disfraza” porque el es de los que piensan que; “el
perico donde sea es verde”.
Hablo también, de mi hermanazo Luis Nuñez (mi amigo de infancia: “Pelón"
o “Sapito”) quien siempre está disponible para ayudar y para brindar una
palabra de aliento, el es mi intelectual amigo/hermano con quien discutimos “filosóficamente”
los hechos, actos y actitudes, para buscar la razón y así, encontrar la “verdadera”
verdad.
Hablo de mi hermanito Herbert Segura, mi incondicional hermanito
de juventud quien no tiene miramientos en hablar y “defender” lo que él sabe
que hacemos de manera sincera, honesta, humilde y con la tan sola idea de
ayudar. Mi amigo/hermano quien sé que está siempre “dispuesto” a echar la mano
cuando se lo solicitemos y siempre… ¡sin pedir nada a cambio!
Y, por supuesto que hablo de mi “primazo” Benjamín Posada. “¡Un maravilloso
caso de alegría que Dios me ha brindado ya en el ocaso de mi existencia, es sin
duda, haberme encontrado con “mi primazo!”.
Benjamín con su actuar decidido, noble, pulcro, sobrio, sincero,
callado, sabio, prudente, sensato, y conmigo: espléndido, es –repito- una
alegría inmensa que Dios me brinda ya a finales de mi vida y que yo, al
apreciarla inmensamente, la tomo y me aferro a ella con las sinceras
intenciones de disfrutar de dicha alegría al tiempo de poner yo, de mi parte lo
poco bueno que tengo (de manera sincera, honesta y humilde) para compensar toda
la bondad que mi primazo Benjamín me ha mostrado y que yo, siento, aprecio,
agradezco y quisiera tener la oportunidad de reciprocar.
A estos 4 grandes hombres, a estos 4 titanes anónimos, a estos 4
apreciados amigos, a estos 4 queridísimos hermanitos de raza, a estos 4 grandes
baluartes armenienses, en este mes de Junio del 2012, con mucho cariño, con
profundo agradecimiento y con una inmensa deuda les digo:
GRACIAS POR SER COMO SON (LA SOCIEDAD ARMENIENSE SE LOS AGRADECE),
POR FAVOR NUNCA CAMBIEN, ¡QUE DIOS LES BENDIGA!
Sinceramente,
Edgardo Posada (El Monsiour)
AURA
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