Ahora viernes 11
de abril, al siguiente día después de mi cumpleaños, aún asombrado por el gran número de mensajes
de felicitación recibidos de parte de apreciables amigos, amigas, compañeros,
compañeras, camaradas, cheros, cheras, etc., que me hizo pensar en la necesidad
de escribir de manera cordial a cada uno de estos mensajes con el propósito de
expresar mi agradecimiento y alegría, resulta que en este momento, consciente
que aunque ya lo hice, es decir, ya me lancé a la tarea de proveer respuesta a todos estos bellos y amables gestos de amistad, confieso que me he quedado todavía con
el temor de no haber logrado responderle a todas y a cada una de estas amables
personas y que, por alguna inoportuna e infortunada casualidad, se me haya
escapado de agradecerle a alguien, es que, decidí escribir estas líneas.
Estas líneas
conllevan primeramente ese intento de expresar de manera pública mi
agradecimiento a usted, querido/a hermanito/a de raza que me envió su mensaje
de felicitación, así también para decirle que le aprecio sinceramente y que mi
deseo de felicidad hacia usted y los/as suyos/as se une a mi plegaria al Todopoderoso
para le colme su existencia de muchas bendiciones.
Aprovechando, voy
a hablar un poco acerca de algo más que anida en mi mente:
Se trata de
precisamente observar ese gran número de personas amigas y de tan variada condición
que me han dado palabras y muestras de afecto.
Y es que resulta
que dentro de esta esfera, hay amigos/as de infancia con quienes nos une a
parte de recuerdos, muchas cosas bonitas, así como deseos y anhelos, sueños,
etc. también los hay aquellos/as con quienes han sido los años y/o las
circunstancias (tal vez incluso las coyunturas), los factores que nos han hecho
acercarnos y llegar a conocernos un poco más, pero, lo sorprendente (y por demás
agradable, para mí), es ver como incluso hay personas a quienes no tengo el
gusto de conocer o no he tenido el placer de compartir o no se ha dado la ocasión
de disfrutar de su presencia que sin embargo, también me han escrito, me han
expresado su mensaje de buenos deseos y eso, todo eso pero primordialmente lo
último, es lo que me hace reflexionar…
…¡como es la
vida!
Ahí va uno, en
veces caminando, otras gateando, con suerte corriendo velozmente o galopando
alegremente por los caminos que atraviesan surcos de gozo, de alegría, de
satisfacciones, de penas, de tristezas, de dolor, de amargura, de contento, de
esperanza, de fe… y de repente, planeado o no, aparece alguien con quien nos
encontramos o a quien alcanzamos o quien nos alcanza y seguimos, seguimos,
seguimos el camino, hasta que el Creador nos diga que hemos llegado al final.
Y en ese camino, en
esas cuestas, o en esas curvas peligrosas, o en esas pendientes, o en medio de esos
valles de hermosas flores, o atravesando los ríos crecidos y bravos, o en medio de los
parajes tempestuosos y nebulosos o bajo ese esplendido sol maravilloso, es que
nosotros forjamos nuestro carácter, nuestra conducta, nuestra personalidad, es
decir, forjamos el “YO” que es el que acarreamos hasta la muerte y que se
desarrolla a partir de lo que uno recibe y da, cuando se transita por ese
camino llamado vida. Y este “YO” lo forjamos en esas circunstancias en las
cuales, algunas quizás no sean de nuestro dominio, de nuestra potestad, de
nuestro control y es por eso, que en ese
camino, desarrollamos habilidades, aptitudes, defectos, temores, inhibiciones,
prejuicios, conceptos, etc. que desempeñamos por medio de nuestra relaciones
con los demás con quienes nos encontramos y a quienes, no siempre, (ya sea por
voluntad o de manera inadvertida), le damos lo mejor de nosotros, es decir, lo
mejor de nuestro “YO” y quizás, debido a ello, con nuestra conducta, con
nuestros hechos, con nuestras acciones, con nuestras palabras, con nuestros
gestos, con nuestras ideas, con nuestros ideales… quizás les ofendamos, les
dañemos, les perjudiquemos, incluso hasta les causemos dolor.
Todo esto he
estado pensando en este día viernes 11 después de mi cumpleaños y al repasar
los nombres de las personas que me han felicitado, noto con satisfacción que
son muchas… ¡gracias a Dios!, también noto que en esa lista, hay personas con
quienes no existía un asomo de amistad y más aún, noto que hay algunas a
quienes yo incluso pensaba que nos les importaba mi existencia; todo eso noto en
ese torrente de mensajes y sé, que se debe a lo que antes mencioné acerca del
camino llamado vida. A cada una de estas bellas personas TODAS que me han
felicitado de una u otra manera, le digo sinceramente que le estoy muy
agradecido, muy emocionado y muy convencido de mi deseo de bienestar hacia
usted; también a toda aquella persona que no pudo enviarme su mensaje (sin importar la
causa o la razón) se mantiene este deseo mío, y para usted, querido/a conocido/a que decidió no enviarme mensaje
alguno, porque en algún paraje del camino de la vida yo dijera o hiciera algo
que le molestara, dañara, ofendiera, le perjudicara o simplemente por no ser yo
“santo de su devoción”, a usted quiero pedirle perdón, quiero expresarle mi sincera
disculpa y mi petición de darme la oportunidad de escucharle expresarme la razón
de su molestia o aversión hacia mí para que yo así, pueda personalmente
expresarle mis disculpas.
Al decir esto
ahora, quiero recordarle que nadie es perfecto, todos cometemos errores y yo,
quiero corregir los que haya cometido o por lo menos, pedir perdón por ellos.
La vida es muy
corta, yo, ayer, me acerqué un año más al final de “mi camino” y el tiempo que me
resta para llegar ahí, quiero vivirlo en paz, no con riquezas ni lujos, sino
simplemente en paz y con felicidad, algo que también deseo para usted,
querido/a hermanito/a que me acompañó hasta esta última palabra de este
escrito.
¡Que sea feliz y
que en su corazón reine la paz, es mi deseo!
Un abrazo de
hermano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario