Al aproximarse
las fiestas patronales, nadie se me había acercado de parte del Racing Jr.,
pero sí alguien del CD Salvadoreño; era el profesor Toño Argueta quien me
preguntó si quería jugar ese próximo 21 de Noviembre durante las fiestas; le
respondí que sí y me preparé para dicho partido, pensando que quizás ya no jugaría
en el Racing pero si en el Salvadoreño que también estaba ya en la categoría de
ascenso. Resulta que algo pasó dentro de ese equipo pues el día del partido,
Toño me dijo que ya no jugaría con el equipo titular pero que si lo haría en el
partido preliminar pues necesitaban reforzar al equipo local que se enfrentaría
al que había llegado desde San Salvador, traído por el señor italiano Mike
Colennese, quien era el principal “colaborador” del CD Salvadoreño; la noticia
de ese cambio no me agradó mucho; jugué el partido, junto a Oscar “Diablito” y
otros que después jugaron en el equipo titular pero yo decidí ya no seguir con
la idea de jugar ahí.
Me inscribí
en el Racing Jr. y empecé a prepararme mentalmente para jugar la próxima
temporada en la Categoría de Ascenso que en esos años, era realmente de un muy
buen nivel. El Racing Jr. había ganado el derecho de jugar en esa categoría
como resultado de su exitosas campañas en segunda categoría y después en la
primera “B” donde había salido campeón en ambas gracias a su excelente
formación de muy buenos jugadores como Jorge Galán (el Cuyito), Baltazar Chulo
(Macho), Ricardo López (Cohete), Roberto (Garrobo), el “Chino” Ademir, Pablo
Toledo (el Sapito), César Burgos (Cacho), Chico Calderón (quien era el
goleador), “Chiquilla” Artiga, Mauricio “Tarzán”, Hernán Olmedo, Manuel “Pacayón”
Figueroa, Manuel “Pacún” Jaimes (portero) y los dos hermanos Anaya quienes eran
los verdaderos baluartes de ese equipo con sus maravillosas y electrizantes
jugadas que realizaban cada uno desde las líneas: ¡a veces Víctor en la derecha
y Leonel en la Izquierda o al contrario pero siempre, creando peligro para el
arco rival!
Yo fui varias
veces a verles jugar desde que estaban en segunda categoría y jugaban en la
cancha de la hacienda “La Puerta” porque el estadio (como lo mencioné
anteriormente) estaba siendo re-engramado, recuerdo que era mucha afición que
llegábamos a apoyarle, mucha y la mayoría éramos jóvenes estudiantes que
viajábamos a como fuera, en camioneta, en carro, en pickup, en camiones, “a
raid” y como cuando jugaba de local la cancha estaba cerca, ¡hasta a pata!
No recuerdo
exactamente adonde jugaba el CD Salvadoreño en esos días aunque creo que en la
hacienda San Isidro (¿talvez alguien me pueda corregir?), pero lo bonito es que
también hizo una campaña bastante buena que le permitió mantenerse como un
equipo muy competitivo y contendiente.
Ya en el
Racing, debuté en el primer partido de la temporada, jugando en Armenia contra
el Huracán de Atiquizaya, era el año 1976. Por decisión de Búcaro (el
entrenador del Racing en esos días) entré al campo de juego en una posición que
no era la natural mía y en la que nunca había jugado (defensa lateral), pues
desde los equipos escolares de la primaria había jugado de delantero o defensa
central como había sido el caso en el Iberia, de todas maneras, aunque no me
gustaba, las ganas de jugar me empujaron, no le dije nada a Búcaro, no protesté
pensando que talvez después me daría oportunidad de jugar de defensa central y entré
a la cancha a jugar. Realmente no jugué bien y fue por mi lado que un delantero
del Huracán se coló y metió el gol del empate, quedamos 1 a 1. Después jugué –de
reemplazo y siempre mal-, por órdenes de Búcaro en la posición de defensa
lateral, contra el Isidro Menéndez en
Metapán, contra el Titán de Texistepeque en Armenia y finalmente contra el San
Martín en el estadio de Santa Ana, el cual fue mi último partido en el Racing
pues, no me sentía cómodo sentado en la banca y entrando a jugar en una
posición que no era la mía, que no me gustaba y en la cual, no jugaba bien. Ya
no me presenté ni a los entrenamientos y mucho menos a los partidos; el equipo
me castigó y no concedió la firma de mi pase (que no les había costado ni un
centavo) para que yo pudiera jugar en otro equipo, pero ¡eso es “harina de otro
costal”!
Sigamos con las cosas
buenas y bonitas del futbol armeniense en esa época:
En 1974, el CD
Salvadoreño cumpliría 50 años de equipo federado, durante las fiestas
patronales, esto se celebraría con mucha pompa y alegría a través de varias
actividades como la publicación de fotografías, objetos, reliquias y datos
alegóricos e históricos del equipo en las vitrinas de tiendas y locales
comerciales (así fue como corroboré algunas cosas que mi abuelita me había
contado de este equipo y sus jugadores y directivos, incluyendo la leyenda acerca
de un jugador español que jugó en el Salvadoreño varios años antes, se trata de
Magín Maimó), la contratación de un entrenador de renombre (el exjugador
brasileño, Tupinambá Dos Santos), la celebración de un partido el propio 21 de
Noviembre (día del CD Salvadoreño) creo
que fue con el Sonsonate FC que militaba en la primera categoría “A” y
culminando con lo que para mí ha sido la fiesta de gala más linda que se haya
celebrado en Armenia. Este baile fue en la alcaldía, amenizado por la orquesta
de los Hermanos Flores y a las que asistieron diversas personalidades de la
ciudad y de otras latitudes, incluyendo reinas de belleza como la Reina de la
Cruz Roja Nacional, la candidata a Miss-Universo de la “Tierra Linda” para el
siguiente año (1975) que se celebraría en la “Tierra Linda”, de nombre Carmen
Elena Figueroa, la Reina del Club de Leones de Santa Tecla, la Reina del Club
de Prensa de la “Tierra Linda”, etc. yo tuve el honor y orgullo de bailar
precisamente con la Reina del Club de Prensa de nombre Isabel Lardé y Larín, en
esa maravillosa noche y por supuesto que jamás olvidaré esos instantes.
Por cuestiones sociales
o por necesidad, los personeros de los equipos se reunían con la idea de
planificar las actividades asociadas al desempeño de sus equipos y así, es como
el CD Salvadoreño “estableció” su base de operaciones o “Casa Club” en la
sorbetería “Kiss” que era propiedad de los esposos Flores (Dolores “Loly” Huezo
y Eduardo “Guayo” Flores, quien era presidente del equipo y alcalde de la ciudad),
mientras el Racing Jr. inauguró su “Casa Club” en una casa ubicada a una cuadra
y media del parque, casi esquina opuesta con la iglesia y cerca de la casa de
altío, donde estaba la panadería de doña Sarita. Ambas casas clubes estaban
equipadas con los elementos necesarios para proveer entretenimiento y
relajamiento a sus jugadores durante sus concentraciones, como mesas de
ping-pong, mesas para jugar cartas, televisor, refrigerador, baños, muebles,
etc. Hasta en eso, competían los equipos grandes armenienses. Y es que, había
razón pues Armenia se había convertido en una de las pocas ciudades del país
(la segunda en la zona occidental) en tener a dos equipos en liga de ascenso; únicamente
Metapán gozaba también de ese privilegio con sus Isidro Menéndez y CESSA que
después se unieron y formaron el Isidro Metapán que en estos días, juega en la
liga mayor A.
En este sentido, merece la
pena contar que en gran medida, la gran revelación del futbol armeniense fue
acompañado (¿no sé si decir a causa de o fue causa de?) del surgimiento de
muchos buenos, finos e inteligentes jugadores del pueblo y de la llegada de
otros que se adaptaron al medio y fueron aceptados por la afición ya fuera del
Salvadoreño o del Racing; de esto puedo dar fe de jóvenes armenienses de la
talla de Kike (gallo) Serrano, del “Chele” Rivas, de Richard Orantes, de
William Alfaro, de José “cabezón” Linares y de otros que se complementaban con
los ya experimentados en sus respectivos equipos. De los que llegaron y que
realmente dejaron huella, recuerdo a los hermanos Anaya en el Racing, así como
al “Sapito”; del Salvadoreño recuerdo a uno que le decían “el niño”, al
profesor Valiente, a Néstor Olla y a “Kala”, al memorable Paco Rueda quien,
lamentablemente falleciera en pleno apogeo de su carrera a causa de un accidente automovilístico y que
causara un profundo pesar no solamente entre el ámbito futbolístico local, si
no que en toda la población, al grado de celebrar la ceremonia de su entierro
en Sonsonate, acompañado de una grande y larga caravana de asistentes que salimos
desde Armenia, abarrotando el cementerio y lugares aledaños con nuestra presencia
para despedirnos de un gran jugador que era también una gran persona y un buen
amigo con todos, sin distinguir si eran seguidores de su equipo el Salvadoreño
o del rival Racing.
Alguien tuvo la brillante
idea de formar grupos de apoyo a los equipos compuestos por señoritas de la
ciudad, así nacieron los “Clubes Femeninos” de ambos equipos; el Club Femenino
del Racing, de quien recuerdo a mi hermana Lupita, junto a Francis Sánchez, a
las hermanas Gladys y Marina Galdámez a Carmen Mayén, a Lucy Cerritos fue
creado en Febrero de 1970 (según una de las fundadoras); del Club Femenino
Salvadoreño recuerdo a las hermanas Daysi y Mirna Navas, a Zenia García; estos
clubes le daban notoriedad a los equipos por ser únicos en el ámbito
futbolístico de la zona y cuando los jugadores de los equipos contrarios veían
ese “estructurado” y colorido apoyo de las porras (barras, como les conocemos)
por medio de bailes y cánticos alusivos, sentían envidia de nuestros equipos y
cuando se jugaba en otras localidades, la presencia de estas chicas causaba
revuelo y admiración entre la fanaticada rival, era algo realmente único,
especial, novedoso, muy propiamente “buchón” manifestado en la ¡Época de Oro
del Futbol Armeniense!
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