Hablar de Navidad es recordar la infancia, infancia tan lejana y
alejada ya –para mi-, hablar de los nacimientos navideños en las
casas de diferentes condiciones casi con el mismo concepto temático
(un humilde establo hospedando a José y la virgen María, al que se
acercaban los 3 reyes magos, rodeado de pastores con sus ovejas,
ranchos y uno que otro personaje de nuestra
cultura "salvaguanatrucha") y casi con el mismo tipo de muñecos (la
gran mayoría de barro hechos en Ilobasco).
También, es hablar de la esperanza que se alojaba en el corazón, esa
esperanza de que el niño Dios se acordara de todas las cosas buenas
que durante el año uno había hecho para así, creerse y sentirse
merecedor de un regalo bonito y ¿por que no?, ¡hasta del juguete
soñado!
Hablar de Navidad es hablar de la sensación de hermandad que reinaba
entre los vecinos, hablar del sentido de fraternidad y cooperación
que afloraba en cada uno y que se manifestaban a través de sonrisas
amables, al tiempo de abrir sus almas y las puertas de sus moradas
para compartir de lo que se tuviera.
Yo no podría hablar de Navidad, sin hablar de las Posadas de Doña
Vicenta Portillo, -la Niña Chentía Portillo para los cipotes de su
barrio quienes la querían como a su propia abuelita-. Ella era una
costurera que habitaba en el vecino barrio Santa Teresa, en su
humilde casa en la que había improvisado una pequeña tienda, con el
propósito de complementar los pocos ingresos que la costurería le
brindaba, mas aun cuando sus tiernos ojos fueran amenazados (y
después atacados) por las terribles cataratas que finalmente la
cegaron totalmente. De una sonrisa muy tierna y dulce que la
acompañaba de mucha bondad y palabras sabias, la niña Chentía se
había ganado la simpatía y cariño de todos. Con ella vivían su hija
y su nieta quienes le ayudaban un poco con la organización de las
Posadas. Estas Posadas eran las mas famosas del pueblo pues, a los
recorridos de José y la virgen María, los acompañaban una buena
cantidad de gente que a la par del fulgor de luz que las docenas de
velitas les proveían, alegremente rezaban las letanías que se
convertían en alegóricos cánticos característicos de la ocasión,
cuando la procesión llegaba a su destino, es decir, a la casa de
ocasión adonde los santos llegaban a pedir posada.
La peculiaridad de estas Posadas consistía en que la Niña Chentía
preveía de unas máscaras con caracteres espeluznantes, además de
ropa consistente en sacos, vestidos, pantalones, pelucas y sombreros
grandes, los que eran usados por un montón de cipotes del barrio
quienes cada noche, se peleaban por agarrar el mejor disfraz de esa
ocasión y que, lo usaban para ir en medio del recorrido de la
Posada, espantando a cualquier transeúnte con el que se encontrara
la procesión (normalmente, dirigiendo estos intentos de sustos a las
atrevidas cipotas que sabedoras del recorrido de la Posada,
acomodaban sus actividades acordemente, para concordar precisamente
con este y así, hacerse las sorprendidas y asustadas por los
personajes aquellos).
Conciente que mi abuelita no me daba permiso de ir a esta actividad
(por que muchos cipotes vagos van –me decía-), pues, nunca se lo
mencionaba pero, justo después de la obligatoria presencia durante
la cena, apresuradamente me encaminaba calle abajo en dirección de
la casa de la niña Chentía, para disfrutar –primero- de los pleitos
por agarrar el mejor disfraz por parte de los cipotes aquellos,
entre los que destacaban: Noé "Melcocha", René "Tornillo",
Ricardo "Corbata", Toño "Paleta", Balta "Diablo" y otros, así como
del proceso de conversión, es decir, cuando se vestían hasta
convertirse en el personaje que querían representar y finalmente,
para gozar del recorrido en el que estos cipotes, se las arreglaban
para hacer las travesuras mas inimaginables e inverosímiles
posibles, con tal de hacerse notar y ganarse el derecho a ser
considerado el personaje mas espantoso de la noche. De esto,
recuerdo la vez que Toño "Paleta" se metió a la casa de don
Cristóbal Gómez siguiendo a la Cristela, sabedor de lo enojado que
era este señor y peor aún de lo bravo que era su chucho "Nerón", el
que, se quedó tieso del miedo cuando Toño le gritó fuertemente al
tiempo de amenazarlo con gestos violentos; después de esto, Toño
salió de la casa, ante la mirada atónita de los espectadores quienes
no podíamos creer lo que acabamos de ver y con la sonrisa de la
Cristela quien a partir de esa ocasión, se hizo gran amiga de Toño.
También me acuerdo de la vez que Noé fue primeramente a separar a
una bicha vecina suya y de su novio (de ella), cuando estos se estaban
dando una gran amasada bajo la sombra de un arbolito de clavel en la
calle hacia el desvío, y después de esto, besarla ante la mirada
incrédula del novio de esta quien no se atrevió a nada.
¿Y como se me iba a olvidar?, la vez que "Corbata" le prendió fuego
al disfraz de "Paleta" en venganza por lo que la noche anterior este
había hecho: "tocar" a su hermana con el pretexto de asustarla. El
pobre Toño no se había dado cuenta que en la cola del saco iba
prendido de fuego y de no ser por que "Tornillo" le avisó, bien se
hubiera quemado la espalda. Ante el aviso de "Tornillo", "Paleta" se
tiró al suelo y se puso a rodar hasta apagársele el fuego pero, ya
no pudo terminar su "presentación" esa noche y debió conformarse
hasta la próxima vez.
De estas y otras cosas me acuerdo de "mis" Navidades y usted
querido/a hermanito/a chulo/a, ¿de que se acuerda?
Con grandes y buenos deseos para usted y los suyos, humildemente les
deseo mi querida cipotada chula una FELIZ NAVIDAD (cualquiera que
sea su concepto de ella).
Salú,
El Monsiour.
Monsiour Quiero darte las gracias por recordarte de las actividades que mi abuela chenta portillo hacia en las navidades como tambien asi las famosas entradas para la celebracion de san silvestre en noviembre y muchas mas actividades de indole religioso en nombre de ella (q.e.p.d) gracias Walter Olivares
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