¿Nos creemos superior a Dios?
¿Creemos que podemos ir en contra de sus designios?
¿Por qué no seguimos nuestros instintos, nuestros deseos, nuestros pensamientos mas preciados?
Estas 3 preguntas básicas me sirven para sustentar mi premisa de la cual, lanzaré mi invitación a usted, querido/a hermanito/a de raza, a que lo intente, a que inicie y lo haga… ¡encontrarla en este año nuevo!
Independiente de cualquiera sea el concepto de Dios o la de un ser supremo, también sin importar la preferencia y creencia religiosa, incluso el sentido, concepto y dirección que tengamos sobre la existencia, al final solamente hay una verdad absoluta e irrefutable en cualquier ser humano: ¡todos buscamos la felicidad!
Así es en efecto, todos en la vida crecemos y nos desarrollamos con el pensamiento de lograr ese ansiado estado; nos educamos y formamos con la idea de acercarnos a esa meta, nos adentramos y cimentamos en la edad adulta en la búsqueda de la consolidación de ese propósito pero al final y en cualquier momento de nuestra existencia que nos preguntemos, la posibilidad de respondernos afirmativamente es… bastante baja. ¿Por qué?
Esa es una de las preguntas que –siendo la de mayor transcendencia en nuestra existencia- por mas que intentemos, no nos podemos responder… y no nos podemos responder porque nos falta sinceridad, nos falta honestidad con nosotros/as mismos/as y sobretodo, nos falta valor para reconocer que no nos hemos cumplido…
Al hacer un análisis introspectivo, descubriríamos que por más excusas que ofrezcamos, por más evasivas que busquemos y por más justificaciones que nos proporcionemos al final sería una tan sola razón la que descubriríamos: ¡nosotros/as mismos/as somos quienes nos negamos la posibilidad de ser feliz!
Somos nosotros/as mismos/as quienes nos ponemos obstáculos y paredones insalvables por miedo al que dirán, por controles sociales, por negación a nuestros instintos y ahí, caemos en el abismo de la mediocridad que proporciona la comodidad de "vernos bien", de "aparentar estar en buena posición", de "lucir como una persona ejemplar", aunque nuestra vida, sea un compendio de desdicha, de tormento, de tristeza, de infelicidad…
¡Pero, no tiene que ser así!
Usted puede saber que a pesar de todo (y así como dice el famoso poema "Desiderata") usted es una persona del universo y una creación de Dios quien tiene derecho a ser feliz… ¡esfuércese por ser feliz!
Y en este nuevo año, yo le invito a que comience ese esfuerzo, usted se lo merece.
Con mucho cariño y humildad, ¡FELIZ AÑO NUEVO!
Sinceramente,
Edgardo Posada (El Monsiour)
AURA
No hay comentarios:
Publicar un comentario