Cipotada chula,
Con esta cuarta parte hemos llegado al final de este
excelente relato sobre Consuelo Suncín de Saint-Exupéry
(nuestra Condesa Armeniense) que la escritora Claudia
Selser hiciera público en su: "LOS OJOS DE LA ROSA".
Al invitarle a leerlo, espero que sea de su agrado, aquí está:
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Tonio, como ella llamaba a su aviador, publicó en 1943 dos novelas, ubicado en su hotel de Nueva York: Carta a un rehén y El Principito, que le dio fama mundial. Poco después pidió incorporarse a las fuerzas francesas en África del Norte y retomó Cerdeña y Córcega. En el transcurso de una de ellas, el 31 de julio de 1944, su avión desapareció en el Mediterráneo.
La noticia alcanzó a Consuelo en la ciudad de Nueva York, donde estaba radicada. Allí permaneció hasta 1946, en que regresó a Francia con toda la experiencia de sus 45 años y la fuerza suficiente como para reclamar el título nobiliario y los bienes de condesa que le pertenecían por derecho de heredera universal del conde Saint-Exupéry. Luego se retiró a la Villa en Grasse –cuyo clima seco le resulta beneficioso para su asma– y vivió pintando, esculpiendo, escribiendo y encontrándose de tanto en tanto, con amigos como Pablo Picasso, Mauricio Maeterlinck y Albert Camus.
Por haber sido Antoine de Saint-Exupéry declarado Héroe de Guerra, Consuelo tenía el privilegio de viajar gratis a los países que cubriera Air France, una oportunidad que aprovechó todo lo que pudo recorriendo países para dar conferencias sobre El Principito y su autor. Cada vez que enfermaba de tristeza o soledad, tomaba el avión y se iba a descansar a otro lado. Así fue como regresó varias veces a El Salvador a ver a sus hermanas y a sus sobrinos.
Murió víctima de un ataque de asma poco después de cumplir los 79 años, en compañía de su fiel mayordomo y amigo al que llamaba Pepe. Fue sepultada bajo el nombre Consuelo de Saint-Exupéry junto a la tumba de su segundo marido, Enrique Gómez Carrillo, en el cementerio de Père Lachaise, en París, un camposanto de ilustres como Víctor Hugo, Julio Cortázar y Jim Morrison.
Hay muchas semblanzas de Consuelo. La biografía que escribió Alain Vircondelet con sus memorias y la obra de Paul Webster, Consuelo de Saint-Exupéry, la rosa del principito, publicada en París en el año 2000 por Ediciones Du Felin. Pero pocas líneas tienen la fuerza de lo que publicó sobre ella su marido en 1939, en su libro Terre des Hommes:
“Recuerdo los ojos de mi esposa otra vez. Nunca veré cualquier cosa más aparte de esos ojos. Ellos preguntan”.
“Recuerdo los ojos de mi esposa otra vez. Nunca veré cualquier cosa más aparte de esos ojos. Ellos preguntan”.
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