"Sin dignidad, la persona no tiene valor, no tiene respaldo moral, no tiene crédito, no tiene importancia, no merece respeto." (Francisco Posada - QEPD)
Niña Paquita, ¿puede ir Lupita con nosotras? Escuché a una niña vecina y amiga decirle a mi abuelita Paquita (QEPD), ¡es que vamos a repartir unas tarjetitas de invitación a una fiesta de cumpleaños que me van a celebrar mis papás! -aclaró dicha niña que iba acompañada de otra cipotía del barrio-. Mi abuelita invitó a estas niñas a pasar a la sala, mientras le movía el gancho a la persiana para abrirlas y dejar entrar a las cipotas.
Mi abuelita accedió y después que mi hermana "se arregló, un poco", se fueron las tres bichas con rumbo hacia el centro del pueblo, a repartir las mentadas tarjetas de invitación. Yo abrí las persianas y salí a la acera, para verlas alejarse y aprovechando, me fui a jugar pelota con René "Tequila" (QEPD), con Carlos "La Bella" Barrera y otros cheros.
Regresé de mi partido que jugamos en el "Coliseo de la Calle" a tiempo de cenar y me encontré con que mi hermana ya estaba ahí en casa platicando con mi abuelita contándole sobre las amigas a quienes le habían ido a entregar las tarjetas de invitación; en eso, mi abuelita interrumpió preguntado:
- ¿y fueron a la casa de esa señora?,
- ¡Si!, si fuimos,
- ¿Y le dieron tarjetita a esas niñas?
- Si, Paquita, mi amiga llevaba tarjetas para ellas, ¿por qué me pregunta eso?
- Por nada, hija, solamente me parece raro que le lleven tarjetas si son familia, esas niñas son primas de la cumpleañera...¡no entiendo!
- Tampoco yo, Paquita, ¿qué quiere usted decir?
- Nada hija, nada...
Ya no hablamos sobre ese asunto y después de cenar, "hice el mate" que iba a la sala a ver televisión pero en un satiamén, me fui nuevamente a jugar con mis cheros, mas aún esa noche que habría un reso en la casa de una señora del barrio y pues, ahí, estarían mis amigos, para ponernos a jugar "ladrón librado", mas conocido como...¡libre!
En los días siguientes, mi hermana insistía e insistía a mi abuelita que fueran a comprar un regalo para la niña cumpleañera, o en su defecto, que le diera el dinero para ir ella a hacerlo a algún almacén del pueblo. Fíjese que yo he visto unas blusas bien bonitas en el almacén de don Santos Portillo, también unas calcetinetas y unas carteritas en el almacén de don Rubén Quiñonez, ¿vamos o quiere que vaya yo y pregunte cuanto valen? Mi abuelita respondía que no tenía dinero para comprar dicho regalo que tuviera paciencia a que mi mamá (QEPD) mandara pisto y así, se iba un día con lo cual se acercaba -logicamente- el día de la piñata en la casa de la amiguita de mi hermana.
Yo, estaba un poco entusiasmado por esa fiesta porque pensaba que también iría algunas de las amiguitas de mi hermana con quienes me gustaba bailar, por lo tanto, me interesaba el desarrollo de esta problemática de mi hermana y así, estaba al pendiente de lo que mi abuelita decidiera.
Y cabal en uno de esos días, llegó una carta de mi mamá conteniendo un "Money Order", esta carta venía con instrucciones sobre el uso que se le debería dar a ese dinero. Mi abuelita le dijo a mi hermana que esa misma tarde irían a comprarle el regalito a su amiga cumpleañera; pero, ten en cuenta que este dinero lo manda tu mamá para las cosas de la escuela de ustedes tres, no para regalos por lo que, vamos a comprar un regalo un poco barato y no quiero que enfrente de la gente te pongás a pedir algo mas caro, ¿oíste? Mi hermana respondió que si entendía y que no haría ninguna exigencia.
Como a eso de las 6:30 de la tarde de ese día, cuando el sol ya había dejado de calentar un poco, mi abuelita y mi hermana se fueron a un "shopping mall" de los del "downtown" del pueblo, a comprarle el regalito a la amiga de mi hermana; regresaron a casa y aunque mi hermana no dejó que yo viera que es lo que le habían comprado a su amiga, mi abuelita me dijo después que el regalo consistía en un par de calcetinetas y una diadema del mismo color; ¡le van a gustar mucho a la cumpleañera porque dice Lupita que son del color preferido de ella! -aseguró mi abuelita-.
Fueron pasando los días y -por supuesto- acercándose la fecha de la piñata, mi hermana estaba muy entusiasmada y afanada en "arreglar" la mudada que se pondría para dicha fiesta de cumpleaños de su amiga; yo, un poco alegre pero, tenía un presentimiento al ver el lenguaje corporal de mi abuelita, cada vez que hablábamos del tema, mas aún cuando mi hermana se le acercaba para consultarle cosas de su vestimentas y similares. Es que, notaba que mi abuelita, cortaba o buscaba cortar cualquier conversación que se hiciera sobre esa fiesta y cambiaba la conversación o respondía de manera escueta a las preguntas de mi hermana.
Pero al fin, el día de la fiesta de cumpleaños de la amiga de mi hermana se llegó. Era día domingo y la fiesta empezaría a las 2 de la tarde, por lo que yo, no iría a ver al querido "C. D. Salvadoreño" en esa ocasión, sino que me quedaría en la casa y me portaría como todo un niño bueno, haría los mandados y otras tareas que mis abuelitos me dieran, para de esta manera, hacerles sentir que me merecía el permiso de ir a esa fiesta de cumpleaños.
Después de ir a traer el pan adonde don Juan "Pan" (este señor tenía su casa con la panadería enfrente de la iglesia, a la par de la Refresquería Mimosa") y la leche de la venta de leche, crema y queso de la señora Dorotea (que estaba en la casa de don Quique Sigüenza, la misma adonde después puso la tienda "La Curacao", es decir, enfrente al parque), me fui a "mi gaveta", a ver cual ropa tenía lista para ponerme mas tarde cuando fuéramos a la fiesta de cumpleños. Entre los "trapitos" que habían en esa gaveta, estaba una mudada que me parecía apta para la ocasión y al llamado de mi abuelita, me senté a la mesa a desayunar.
Después de desayunar y ya un poco entrada la mañaba (casi al mediodía), fue mi hermana quien "rompió el hielo", preguntándole a Paquita si estaba bien que
- ¿se pusiera el vestido de falda color azul, dorso color blanco y ribetes color rojo, para la fiesta? ante lo que mi abuelita le respondió que...
- le respondería mas tarde.
- ¿Mas tarde?, ¿a qué horas, si ya son casi las 12?
- bueno, ya dije que mas tarde, ¿verdad?
- Si, Paquita pero, ¡ya es tarde y me tengo que arreglar!
- Bueno, ¿ya te bañaste hija?
- No, todavía no,
- Entonces bañate primero,
- Está bueno pero, ¿me puedo llevar al baño de una vez la ropa que me voy a poner?
- Ahí ve vos, hija...
- Si me la voy a llevar, es ese vestido que le dije en la mañana, el vestido que me dio mi papá...
Mi hermana se fue al baño, yo hize como que salía de la casa pero, me quedé cerca y en un descuido de mis abuelitos, me metí rápidamente; a mí me pareció que ellos hablaban de algún asunto importante pues lo hacían en voz baja, me puse detrás del umbral de la puerta del dormitorio, me tiré al suelo de ladrillos que estaban bien helados, refrescando bien rico a mi pequeño cuerpo infantil, mientras la cortina de tela rala color verde aqua rosaba mi cabeza al ser impulzada dicha cortina por las frescas brizas que venían del patio de la casa, en ese momento logré escuchar que mi abuelito decía que no, que no podían dejarnos ir y que en vista que mi abuelita no quería decírnoslo, que lo haría él, ante lo que mi abuelita le dijo entonces que estaba bien, que ella sería quien nos lo dijera.
Mi hermana salió del baño bien bonita con su vestido azul de falda "voladora", a ponerse los zapatos y peinarse en el dormitorio, frente del espejo grande sobre el gavetero color café claro en el que ella guardaba su ropa (mi hermano y yo, teníamos que compartir el otro gavetero que era de color cafe oscuro, tipo caoba), cuando le pidió ayuda a Paquita para abrocharse el vestido; mi abuelita decidió que era el momento preciso por lo que me llamó que entrara al dormitorio también.
Siéntese -nos dijo-, luego ella procedió: lo que les voy a decir ahora, se que no les va a gustar pero es la decisión que su abuelo y yo hemos tomado:
- Entre Paco y yo, hemos decidido ¡que ustedes no van a ir a esa fiesta!
- ¿Qué dice, Paquita?
- Si, hija que no les damos permiso para que vayan...
- Pero por qué, si nos hemos portado bien, ¡hasta Edgardo no se ha ido a vagar mucho!
- No es eso, hija...
- ¿y entonces, por qué no quiere que vayamos?
- Hija, lo que pasa es que, a ustedes ¡no los han invitado!
- ¡Claro que si!, si somos buenas amigas, ¡ella me invitó!
- Si hija, estoy segura que ella te invitó pero los papás de ella no los invitaron
- Claro que si, Paquita si ellos saben que somos grandes amigas,
- Mirá, no entendés las cosas...
- Si las entiendo, lo que pasa es que usted no quiere que vayamos,
- No es eso hija, lo que sucede es que, a otras niñas si las invitaron pues les dieron sus tarjetas de invitación, ¿te acordás que hasta vinieron por vos para ir a entregar las invitaciones?
- Si, si me acuerdo, pero...
- y a vos ¿te dieron una? ¡porque yo no la he visto!
- No, no me dieron pero mi amiga si me invitó...
- eso ya me lo dijiste, hija el asunto es que, ustedes no van a ir a esa fiesta, y vos Edgardo, ¡cuidadito como te salís de la casa y te vas a meter a la fiesta!, porque si lo hacés, te aseguro que te vamos a llevar adonde tu papá para que vivás allá con él, ¿oíste?
Si, está bien, no voy a ir -le respondí- pero, si puedo salir y jugar con mis amigos, ¿verdad? Sin esperar respuesta, me encaminé hacia afuera y como no me había cambiado, se me ocurrió irme al río de Tutunilco un rato, de ahí irme por la línea del tren hasta la calle a San Eugenio y de ahí, ir a ver al C. D. Salvadoreño que en esa tarde jugaría contra el Malacof de Coatepeque.
En la noche, mi abuelito me llamó para decirme la razón por la que no nos habían dejado ir a la fiesta de cumpleaños de la amiga de mi hermana: "lo que nos gustó fue que la familia de la amiga de tu hermana le dio invitación a todas las demás amigas, incluyendo a sus primas pero, a tu hermana no le dieron dicha invitación y eso, estuvo mal porque dan la impresión que menosprecian a tu hermana y nosotros, ¡no debemos permitir eso!" Le respondí a mi abuelo que entendía pero, que me parecía injusto que no le hubieran dejado ir a mi hermana ya que ella, hasta había ido a entregar algunas invitaciones.
Lo hacemos por el bien de ustedes, me aseguró, porque no vamos a permitir que nadie les tenga de menos. Hay que tener dignidad, hijo, terminó.
Al día siguiente llegó la amiga de mi hermana a preguntar ¿por qué no habíamos ido a su fiesta?, mi hermana le respondió que mis abuelitos no nos habían dejado ir porque no nos habían invitado; en ese momento, ella se fue a su casa y en cuestión de minutos, regresaba junto con su mamá.
- ¡buenos días niña Paquita!
- buenos días, pasá adelante...
- solamente quiero preguntarle la razón de no haber dejado que fueron sus nietos a la fiesta de cumpleaños de mi hija,
- pues simplemente porque no los invitaron
- ¡si les invitamos, niña Paquita! mi hija le dijo varias veces a Lupita que los esperábamos en la fiesta,
- Eso puede ser cierto pero yo me refiero que ¡no me les diste ninguna tarjeta de invitación!
- Ay niña Paquita, si usted bien sabe que ustedes son como de mi familia, no necesitan tarjetas de invitación...
- Sin embargo, a tus sobrinas, las primas de tu hija, si les diste invitación y ellas, si verdaderamente son de tu familia...
- un poco avergonzada, la señora solamente dijo: bueno, disculpe entonces, le prometo que lo voy a tomar en cuenta, vámonos hija -le dijo a la amiga de mi hermana.
- Me alegro que me comprendás, ah mirá, de una vez llevate el regalo que le compramos a tu hija...
A estas alturas, mi hermana ya había sacado el regalito y mostrado a su amiga quien bien contenta, lo asió y con él en sus brazos, se alejó de la casa, de la mano de su mamá.
Al alejarse ellas, mi abuelito me llamó a que fuéramos al patio de la casa donde me preguntó si había comprendido lo que había sucedido.
Se llama "dignidad", hijo, dignidad. Esto quiere decir que uno siempre debe mostrarse digno y nunca dejar que alguien le menosprecie porque una persona sin dignidad es una persona que no vale para nada porque cualquiera puede jugar con ella, con sus sentimientos, tener dignidad significa andar sin temor alguno por cualquier lugar, en cualquier ámbito, en medio de quien sea, en el momento que sea, repito, sin tener que temer, sin tener que andarse escondiendo porque alguien le va a reclamar a uno, es casi como dice el dicho: ¡quien nada debe, nada teme!
Tené presente siempre que la dignidad es la virtud mas importante en la vida y que nunca, NUNCA deberás de permitir ser humillado por lo que entonces, deberás SIEMPRE tener un comportamiento ejemplar, honesto, sincero, sonriente, amable, servicial, decoroso, verás que así, estarás en paz, aunque la gente hable lo que sea y te acuse de cosas; ¡no se te olvide hijo!
Y por supuesto que no se me olvidó, querido Papapaco, si hasta hoy, unos 45 años mas tarde, aún resuenan tus palabras y aún mantengo esa actitud que me inculcaste desde que yo era un niño.
La dignidad, es sin duda alguna, para mí, la mas importante virtud en la vida; ¿y usted querido/a hermanito/a qué cree al respecto?
NOTA; este es un suceso real, por razones obvias no he dado los nombres de las personas que menciono en esta "Babosadita".
Pero al fin, el día de la fiesta de cumpleaños de la amiga de mi hermana se llegó. Era día domingo y la fiesta empezaría a las 2 de la tarde, por lo que yo, no iría a ver al querido "C. D. Salvadoreño" en esa ocasión, sino que me quedaría en la casa y me portaría como todo un niño bueno, haría los mandados y otras tareas que mis abuelitos me dieran, para de esta manera, hacerles sentir que me merecía el permiso de ir a esa fiesta de cumpleaños.
Después de ir a traer el pan adonde don Juan "Pan" (este señor tenía su casa con la panadería enfrente de la iglesia, a la par de la Refresquería Mimosa") y la leche de la venta de leche, crema y queso de la señora Dorotea (que estaba en la casa de don Quique Sigüenza, la misma adonde después puso la tienda "La Curacao", es decir, enfrente al parque), me fui a "mi gaveta", a ver cual ropa tenía lista para ponerme mas tarde cuando fuéramos a la fiesta de cumpleños. Entre los "trapitos" que habían en esa gaveta, estaba una mudada que me parecía apta para la ocasión y al llamado de mi abuelita, me senté a la mesa a desayunar.
Después de desayunar y ya un poco entrada la mañaba (casi al mediodía), fue mi hermana quien "rompió el hielo", preguntándole a Paquita si estaba bien que
- ¿se pusiera el vestido de falda color azul, dorso color blanco y ribetes color rojo, para la fiesta? ante lo que mi abuelita le respondió que...
- le respondería mas tarde.
- ¿Mas tarde?, ¿a qué horas, si ya son casi las 12?
- bueno, ya dije que mas tarde, ¿verdad?
- Si, Paquita pero, ¡ya es tarde y me tengo que arreglar!
- Bueno, ¿ya te bañaste hija?
- No, todavía no,
- Entonces bañate primero,
- Está bueno pero, ¿me puedo llevar al baño de una vez la ropa que me voy a poner?
- Ahí ve vos, hija...
- Si me la voy a llevar, es ese vestido que le dije en la mañana, el vestido que me dio mi papá...
Mi hermana se fue al baño, yo hize como que salía de la casa pero, me quedé cerca y en un descuido de mis abuelitos, me metí rápidamente; a mí me pareció que ellos hablaban de algún asunto importante pues lo hacían en voz baja, me puse detrás del umbral de la puerta del dormitorio, me tiré al suelo de ladrillos que estaban bien helados, refrescando bien rico a mi pequeño cuerpo infantil, mientras la cortina de tela rala color verde aqua rosaba mi cabeza al ser impulzada dicha cortina por las frescas brizas que venían del patio de la casa, en ese momento logré escuchar que mi abuelito decía que no, que no podían dejarnos ir y que en vista que mi abuelita no quería decírnoslo, que lo haría él, ante lo que mi abuelita le dijo entonces que estaba bien, que ella sería quien nos lo dijera.
Mi hermana salió del baño bien bonita con su vestido azul de falda "voladora", a ponerse los zapatos y peinarse en el dormitorio, frente del espejo grande sobre el gavetero color café claro en el que ella guardaba su ropa (mi hermano y yo, teníamos que compartir el otro gavetero que era de color cafe oscuro, tipo caoba), cuando le pidió ayuda a Paquita para abrocharse el vestido; mi abuelita decidió que era el momento preciso por lo que me llamó que entrara al dormitorio también.
Siéntese -nos dijo-, luego ella procedió: lo que les voy a decir ahora, se que no les va a gustar pero es la decisión que su abuelo y yo hemos tomado:
- Entre Paco y yo, hemos decidido ¡que ustedes no van a ir a esa fiesta!
- ¿Qué dice, Paquita?
- Si, hija que no les damos permiso para que vayan...
- Pero por qué, si nos hemos portado bien, ¡hasta Edgardo no se ha ido a vagar mucho!
- No es eso, hija...
- ¿y entonces, por qué no quiere que vayamos?
- Hija, lo que pasa es que, a ustedes ¡no los han invitado!
- ¡Claro que si!, si somos buenas amigas, ¡ella me invitó!
- Si hija, estoy segura que ella te invitó pero los papás de ella no los invitaron
- Claro que si, Paquita si ellos saben que somos grandes amigas,
- Mirá, no entendés las cosas...
- Si las entiendo, lo que pasa es que usted no quiere que vayamos,
- No es eso hija, lo que sucede es que, a otras niñas si las invitaron pues les dieron sus tarjetas de invitación, ¿te acordás que hasta vinieron por vos para ir a entregar las invitaciones?
- Si, si me acuerdo, pero...
- y a vos ¿te dieron una? ¡porque yo no la he visto!
- No, no me dieron pero mi amiga si me invitó...
- eso ya me lo dijiste, hija el asunto es que, ustedes no van a ir a esa fiesta, y vos Edgardo, ¡cuidadito como te salís de la casa y te vas a meter a la fiesta!, porque si lo hacés, te aseguro que te vamos a llevar adonde tu papá para que vivás allá con él, ¿oíste?
Si, está bien, no voy a ir -le respondí- pero, si puedo salir y jugar con mis amigos, ¿verdad? Sin esperar respuesta, me encaminé hacia afuera y como no me había cambiado, se me ocurrió irme al río de Tutunilco un rato, de ahí irme por la línea del tren hasta la calle a San Eugenio y de ahí, ir a ver al C. D. Salvadoreño que en esa tarde jugaría contra el Malacof de Coatepeque.
En la noche, mi abuelito me llamó para decirme la razón por la que no nos habían dejado ir a la fiesta de cumpleaños de la amiga de mi hermana: "lo que nos gustó fue que la familia de la amiga de tu hermana le dio invitación a todas las demás amigas, incluyendo a sus primas pero, a tu hermana no le dieron dicha invitación y eso, estuvo mal porque dan la impresión que menosprecian a tu hermana y nosotros, ¡no debemos permitir eso!" Le respondí a mi abuelo que entendía pero, que me parecía injusto que no le hubieran dejado ir a mi hermana ya que ella, hasta había ido a entregar algunas invitaciones.
Lo hacemos por el bien de ustedes, me aseguró, porque no vamos a permitir que nadie les tenga de menos. Hay que tener dignidad, hijo, terminó.
Al día siguiente llegó la amiga de mi hermana a preguntar ¿por qué no habíamos ido a su fiesta?, mi hermana le respondió que mis abuelitos no nos habían dejado ir porque no nos habían invitado; en ese momento, ella se fue a su casa y en cuestión de minutos, regresaba junto con su mamá.
- ¡buenos días niña Paquita!
- buenos días, pasá adelante...
- solamente quiero preguntarle la razón de no haber dejado que fueron sus nietos a la fiesta de cumpleaños de mi hija,
- pues simplemente porque no los invitaron
- ¡si les invitamos, niña Paquita! mi hija le dijo varias veces a Lupita que los esperábamos en la fiesta,
- Eso puede ser cierto pero yo me refiero que ¡no me les diste ninguna tarjeta de invitación!
- Ay niña Paquita, si usted bien sabe que ustedes son como de mi familia, no necesitan tarjetas de invitación...
- Sin embargo, a tus sobrinas, las primas de tu hija, si les diste invitación y ellas, si verdaderamente son de tu familia...
- un poco avergonzada, la señora solamente dijo: bueno, disculpe entonces, le prometo que lo voy a tomar en cuenta, vámonos hija -le dijo a la amiga de mi hermana.
- Me alegro que me comprendás, ah mirá, de una vez llevate el regalo que le compramos a tu hija...
A estas alturas, mi hermana ya había sacado el regalito y mostrado a su amiga quien bien contenta, lo asió y con él en sus brazos, se alejó de la casa, de la mano de su mamá.
Al alejarse ellas, mi abuelito me llamó a que fuéramos al patio de la casa donde me preguntó si había comprendido lo que había sucedido.
Se llama "dignidad", hijo, dignidad. Esto quiere decir que uno siempre debe mostrarse digno y nunca dejar que alguien le menosprecie porque una persona sin dignidad es una persona que no vale para nada porque cualquiera puede jugar con ella, con sus sentimientos, tener dignidad significa andar sin temor alguno por cualquier lugar, en cualquier ámbito, en medio de quien sea, en el momento que sea, repito, sin tener que temer, sin tener que andarse escondiendo porque alguien le va a reclamar a uno, es casi como dice el dicho: ¡quien nada debe, nada teme!
Tené presente siempre que la dignidad es la virtud mas importante en la vida y que nunca, NUNCA deberás de permitir ser humillado por lo que entonces, deberás SIEMPRE tener un comportamiento ejemplar, honesto, sincero, sonriente, amable, servicial, decoroso, verás que así, estarás en paz, aunque la gente hable lo que sea y te acuse de cosas; ¡no se te olvide hijo!
Y por supuesto que no se me olvidó, querido Papapaco, si hasta hoy, unos 45 años mas tarde, aún resuenan tus palabras y aún mantengo esa actitud que me inculcaste desde que yo era un niño.
La dignidad, es sin duda alguna, para mí, la mas importante virtud en la vida; ¿y usted querido/a hermanito/a qué cree al respecto?
NOTA; este es un suceso real, por razones obvias no he dado los nombres de las personas que menciono en esta "Babosadita".
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