Cipotada chula,
"En la vida hay personas con quien se compartieron cosas de la infancia, de la juventud y que, por alguna razón, se les recuerda por siempre, aunque a estas personas ya no se haya visto por mucho tiempo. Este es precisamente uno de esos casos el cual, coincidentemente, tiene una particularidad con el recuerdo que tengo de otras personas: hay en estos recuerdos una canción que fuera éxito en nuestra "Tierra Linda" en Inglés y Español."
Ellas son dos hermanas, dos hermanas con unos pocos años de diferencia de edad entre ellas, Gloria se llama la mayor, Ana la menor; hijas de la señora María del Carmen Pinto (QDDG), todas ellas viviendo, junto a su abuela materna en la casa junto al convento de mi pueblo, sobre la calle adonde está la casa que era de mis abuelitos (QEPD), es decir, eran nuestras vecinas, pues su casa estaba casi enfrente.
Los primeros recuerdos sobre ellas que tengo, son aquellos de las veces que jugábamos en la acera de su casa, en las tardes somnolientas del verano guanaco, aprovechando que su abuelita descansaba durante la siesta, para dejar de hacer las tareas y el oficio que su mamá les exigía hacer; yo tenía unos 6-7 años.
Eramos bien amigos y yo puedo decir que sentía un cariño casi de hermano hacia ellas, mas que todo hacia Gloria quien era la que mas se me acercaba y buscaba para jugar. Jugábamos de cosas de niños como "mata tunco tu tata", "adivinanzas" y juegos así; con el correr del tiempo, fuimos agregando otros juegos a nuestras cada vez mas escasas oportunidades de jugar pues su mamá las requería en su puesto de comida que tenía en el mercado del pueblo, para que le ayudaran con el negocio en cosas como limpiar las mesas, lavar los trastes, platos, ollas, caserolas, etc. y en las noches, para que fueran a acarrear agua a la pila que estaba en medio del enmarañado del mercado nuestro.
Una tarde, al pasar por la casa de ellas, me extrañé al ver que ambas estaban ahí en la sala; al llegar e invitarlas a jugar me respondieron que no podían en ese momento pero que saldrían en unos minutos. Cabal así fue, un momento mas tarde ellas salieron y nos pusimos a jugar un rato, hasta que Ana empezó a gritarle a su mamá: ¡ahí vienen!, ¡ahí vienen! y de súbito, se metió corriendo a su casa para juntarse a su mamá que venía hacia afuera en ese momento.
Era un camión marca Ford de modelo viejo de color café desteñido que venía con un montón de maritates. En la cabina, venía una señora y dos niños y en la cama del camión, venía don Alfredo (hermano de María del Carmen), junto a otros mas de sus hijos, es decir, llegaba al pueblo a mudarse desde San Martín, la familia de Alfredo Pinto (QDDG). Ahí fue que conocí a Alfredo, a Ricardo, a Roberto y a Jorge (que eran los mas grandes, en ese orden), a los pequeños (que yo asumo que eran Miguel y demás hermanos) los conocí después cuando vivían allá por la calle que conducía al que fuera terreno de la niña Juana Burgos y que ahora es una colonia.
Todo el vecindario se tornó un revoloteo con aquel cipoterío bajando las cosas de los camiones, yo, al ver que las hermanas Pinto se alejaron de mi abandonándome para ponerle atención a sus primos y ayudarles a bajar las cosas, me fui para mi casa.
Unos días después, me encontré a Gloria ahí por el atrio de la iglesia; me preguntó que si ya estaba listo para las fiestas.
- Si claro, que sí, estoy contento y con ganas de montarme a las ruedas, ¿y vos, Gloria?
- Yo también, aunque no sé si me voy a montar a las ruedas,
- ¿te da miedo?
- No, ¡no es eso!
- ¿Y entonces?
- Lo que pasa es que durante las fiestas es cuando mas ocupada está mi mamá con su negocio y pues nos pone a ayudarle a hacer oficio hasta bien noche, no nos queda tiempo de ir a las ruedas,
- ay que lástima, Gloria...
- Si y fijate que hoy van a traer una rueda nueva, ¡fijate!
- ¿Qué decís?
- Si hombre fijate que hoy ya no van a traer a la chicago grande junto a la voladorota y a la rueda de caballos grande si no que una rueda nueva,
- ¿y vos como sabés?
- Ah pues acordate que los dueños de la Empresa Henriquez (estos señores quizás era familiares o le habían comprado la empresa a don Andrés -un señor que dicen era originario de Quezaltepeque-, quien era el señor que llegaba antes con estas ruedas), comen en el negocio de mi mamá, son amigos de nosotros...
- ah...sí, es cierto, recuerdo que el año pasado iban a comer a tu casa al mediodía...
- ¡sí, ya ves!
- Ah, ¿y cual rueda van a traer? ¡El año pasado trajeron una que la pusieron arriba sobre el atrio!, ¿no es la misma verdad?
- No no es esa, es otra, pero no me acuerdo como se llama,
- Vaya pues ahí me contás ¿oíste?
- Si hombre ya sabés y también si puedo, te voy a regalar unos boletos para las ruedas...
- ¿Que queeé?
- Si, es que los hijos de los dueños nos regalan boletos para las ruedas a Ana y a mí, pero como no los podemos usar todos, te voy a regalar unos, ¿oíste, Edgar?
- Si, Gloria, ¡eso va a estar chivo!
Los días previos a las fiestas se llegaron y yo, cada mañana bien temprano al nomás desayunar, muy entusiasmado me iba al parque a esperar los camiones aquellos que traían los componentes de las ruedas o juegos mecánicos de variados y brillantes colores; para ver como bajaban los caballos y zebras, las sillas voladoras, el trencito y finalmente, aquellos cuchumbos redondos que no daban idea sobre que eran... hasta en la tarde de ese día, que fue aquella rueda grande tomando forma: ¡se trataba de la famosa "chicago-rock", precisamente la rueda que Gloria me había anticipado que llegaría y que, a partir de esa ocasión, se convirtiera en la rueda favorita de muchos jóvenes, de la mayoría de jóvenes del pueblo -diría yo- con su novedosa presentación, sus brillantes colores y luces esplendorosas que la hacían atractiva, llamativa y excitante.
Ya durante los días de las Fiestas Novembrinas, las actividades eran varias y para un cipote como yo, eran de no perderse ni una, así me gustaba ir a ver la quebrada de piñatas en el parque, los juegos de carreras en saco, ver a los atrevidos subirse (tratar de subirse) al palo encebado, me fascinaba ir a ver los partidos de futbol y en las noches, ir a darse una vuelta -por lo menos- en las ruedas era obligatorio. Como no había pisto para mucho, solamente alcanzaba para una vuelta o dos en cualquiera de las ruedas pequeñas pero, la esperanza, la ilusión, el reto era montarse a la chicago-rock pero esa, esa valía 15 centavos para un cipote como yo, asiesque, solamente me quedaba ir a ver a otros montarse en ella.
Una de esas veces, me acordé de la promesa que me había hecho Gloria, entonces me fui a buscarla al puesto de su mamá en el mercado; al acercarme, ella me vio y me hizo señas que no llegara sino que siguiera de paso, así lo hice y me fui a la pila del mercado pues sabía que ese era el punto de encuentro; cabal llegó al rato y cuando le di la razón por la que la buscaba, me respondió que tenía unos boletos en la casa pero que pensó que yo no los quería porque no se los había pedido;
- ¡ni siquiera para decirme hola me has buscado! -me reclamó-;
- si Gloria, lo que pasa es que no me ha quedado tiempo...
- No claro que no, si solo tenés tiempo para tu novia, ¿verdad?
- ¿Cual novia?, ¡yo no tengo novia!
- Claro que si, ya me contaron...
- No Gloria, no es cierto, además si fuera cierto te lo diría, vos sabés que te tengo confianza pues te quiero como a una hermana...
- ¡Si, ya sé!, ¡eso ya lo sé!... Te voy a dar los boletos mañana, ahí llegás al puesto de mi cuñada, por el cine Rey, voy a estar ahí ayudándole a ella como a eso de las 10, ahí te espero, ¿a ver si llegás?
- Claro que si Gloria, ahí voy a estar; salú,
- Salú.
Me fui de regreso al parque y en el camino me fui pensando en lo que Gloria me había dicho, tratando de descifrar sus palabras y el sentido de estas pero, mi corta e inocente mentalidad infantil no me alcanzó para mas que concluir que ella tenía "envidia de la libertad" que yo gozaba para andar para arriba y para abajo sin que alguien me regañara ni me prohibiera hacerlo, y seguí caminando.
Al día siguiente, que era domingo, puntual a las 10 de la mañana estaba enfrente del Cine Rey, localizando el puesto de la cuñada de Gloria para encontrarme con ella; la vi cuando estaba ocupada atendiendo a una señora y ya cuando la atendió, yo me acerqué por su espalda; al estar bastante cerca, escuché que ella cantaba (hacía coro, a la canción que sonaba en los parlantes de una "refresquería" que estaba albergada en una ramada en pleno parque municipal), por lo que dejé que siguiera cantando hasta que su cuñada, le alertó de mi presencia y ella, al voltearme a ver, se sonrojó mucho y se llevó sus manos a la cara para cubrírsela.
- ¡Ay no! que pena... ¡que malo sos, Edgar!
- ¿malo, por qué? yo no hice nada...
- Si, no me dijiste que estabas aquí y escuchaste mis berridos...
- No te preocupés por eso Gloria, si acabo de llegar...
- ¡No es cierto! -se metió a la plática su cuñada-, ya tenía un buen rato escuchándote...
- ¿Pero que tiene de malo?, además que cantás bonito -le dije-
- ¡No te burlés, pues!
- No, no me estoy burlando, te lo digo en serio, cantás bonito...
Ella se sonrojó mas y pidiéndome que no le contara a ninguna de sus amigas, me confió que esa canción le gustaba mucho; me tendió los boletos y me pidió que me fuera porque no quería que le fueran a contar a su mamá que estaba platicando conmigo.
- Pero, ¿por qué?, ¿le caigo mal a tu mamá?
- No no es eso, por favor andate -me suplicó-
Y me fui, contento con mis 5 boletos de la Empresa Henrriquez que me servirían para montarme por primera vez a la chicago-rock y para presumir con mis amigos, no solamente de tener valor de montarme a esa rueda, si no que también de montarme varias veces.
En las noches siguientes de las fiestas, esa canción que cantaba Gloria esa mañana, sonaba muy a menudo y yo, de manera súbita me acordaba de ella, de mi amiguita de infancia y así subconscientemente, se me fue quedando grabado ese suceso con lo que, cada vez que escuchaba esa canción se me venía ese recuerdo que ahora cuento.
Pasaron los años, ellas se fueron para San Salvador a vivir allá; a Gloria la vi por casualidad una vez que coincidimos en una bus de la 101 que ella tomó, ahí por el canal 2, cuando yo iba a estudiar segundo año de bachillerato; hablamos brevemente pues me tuve que bajar en la plaza del Salvador del Mundo (la que después fuera destrozada por el inepto alcalde actual, quien le cortó las bellas palmeras que la adornaban, dejándola como un predio encementado y baldío) y ya jamás, jamás la volví a ver ni a saber algo de ella.
Lo que ella no sabe, y de seguro jamás sabrá, es que yo la recuerdo con cariño y cuando escucho esta canción (en Inglés o en Español), su imagen, su figura, su persona, se me viene a la mente con varios recuerdos de los cuales, sobresale esa ocasión en la que la sorprendí cantando esta canción que ahora traigo.
De verdad, de corazón y con los mejores sentimientos, deseo que ellas estén bien y para Gloria, expreso mi sueño de volverla a ver y recordarle estas cosas que ahora cuento, como muestra de mi cariño y agradecimiento por su amistad que me brindaron desde cuando éramos unos cipotíos y que hoy, muchos años después, valoro con mucho aprecio.
Adonde sea que estés Gloria, te mando un abrazo de hermano y mis mejores deseos.
Y usted querido/a hermanito/a, ¿le recuerda algo esta canción?
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