Cipotada chula,
¿Verdad que hay recuerdos que al venirse a la mente de uno, hacen que hasta las lágrimas se nos salgan?
¡Pues ese es el caso ahora mismo para mí!
Y es que, este recuerdo es tan lindo, tan limpio, tan sencillo, tan honesto, tan... ¡humano, demasiado humano! (parafraseando a Frederic Nietzsche).
Mi recuerdo, es este:
Ya eran pasadas las 4 de la tarde y yo venía desde Santa Ana, adonde había ido a ver a una bicha, después de haber visitado a mi papá; como ya había pasado la última camioneta que pasaba por el pueblo (la que se iba a dar la vuelta hasta el desvío -"Lourdes"- como se le conoce ahora), decidí venirme en una de la "La Vencedora" que transitaba por la carretera del Lago de Coatepeque y El Cerro Verde, para apearme ahí en la gasolinera del desvío, adonde tomaría otra camioneta o de ser posible, me iría a "jalón" a la bella Armenia. Lo bueno es que la luz solar estaba plena, poderosa y brillante, regando con sus rayos de fertilidad y crecimiento, la rica campiña de nuestra "Tierra Linda".
Pues cuando la camioneta llegó al desvío, me bajé y corriendo me atravecé la carretera; al otro lado estaban algunas personas esperando el bús también entre quienes, estaba un chero un poco "bolo", con quien no éramos amigos, quien en ese instante, me saludó cordialmente con un...
- ¡Hola Monsiour!, ¿de adonde venís?
- Este, vengo de Santa Ana de ver a mi papá, hombre,
- Yo vengo de Atecozol, ¡fijate!
- ¿Así no?
- Si hombre, vieras cuanta gente de Armenia había, si bien parecía una "romería" de tanta gente ahí,
- ¿A saber por qué, vea?
- Pues yo vi que ahí estaban unas personas hasta con piñatas, ¡como que estaban celebrando el cumpleaños de una niña!
- Entonces quizás eso era...
- Si a lo mejor; mirá Monsiour, ¿y vas a ir a bailar adonde los Burgos, ahora?
- ¿Qué decís?
- Te pregunto ¿si vas a ir a bailar a la azotea de la casa de los Burgos?
- Ah, vos decís a la casa de los Figueroa,
- Si hombre, ahí donde viven esas bichas bien bonitas, ¿son tres verdad?
- Si, son tres, y dos varones, Nelson y Hugo...
- ¿Y las cipotas como se llaman?
- Mirá, la mayor se llama Rhina, luego le sigue Vicky y la última es Samara...
- pues a mí la que me gusta es la segunda, ¿se llama Vicky, decís?
- ¡Si, Vicky, es su nombre!
- pues si vas a ir, me voy a ir con vos, ¿oíste?
- ¿Qué?
- Te pregunto que si vas a ir, para ver si me llevás, hombre, así entramos los dos juntos...
- Mirá papá, fijate que no voy a ir ahora, ¡lástima!
- Si, hombre, ¡que lástima!, porque fijate que a mí solo, no creo que me dejen entrar
- Tal vez en otra ocasión,
- Si, ahí me avisás.
En eso, llegó la camioneta, era una de las "Guevara Express" y nos metimos todos los que estábamos ahí y después de unas dos paradas, ya íbamos subiendo el desvío de la bella Armenia. Me bajé en el parque, enfrente de la alcaldía y rapidamente agarré hacia la casa, para darme una bañada (después de explicarle a mis abuelitos (QEPD) que venía de ver a mi papá, cenar y emprender camino hacia la casa de los Figueroa, para subir a la azotea y ponerme a mover el bote; ya ni vi si el chero aquel se había bajado en el "Punto Viejo" o si seguía en el bus hasta la terminal (mercado).
Ya vestido con mi camisa de color café/rojo, adornos psicodélicos de color variado entre beige, verde, azul; con mi "Buffalo" jean, y aperfumado con mi colonia "Caña Brava" que una bicha me había regalado, emprendí el camino hacia la casa de los hermanos Figueroa: Nelson, Hugo, Rhina, Vicky y Samara, que estaba a solamente dos cuadras de la casa de mis abuelitos; al nomás cruzar hacia la derecha en la esquina adonde está la casa de los Tovar, se escuchaba ya la música moderna y alegre, que reinaba en el ambiente y que invitaba a bailar e incluso a soñar. Seguí caminando y a medida que me acercaba, las ganas de bailar hacían que los brazos se me movieran rítmicamente al compás del sonido, mientras algunas personas se reían de mi.
Al acercarme a la casa-tienda de doña Virginia Reymundo, vi que entre un grupo de personas estaba el chero aquel que acaba de ver en el desvío del Cerro Verde, que se vino en la misma camioneta que yo...¡uta, maje! (ojalá, no me haya visto -pensé-), pero no fue posible porque en ese grupo estaba Walter Hernández quien al verme, me saludó casi gritando mi nombre. No tuve mas alternativa que acercarme al grupo y saludar a todos los que estaban ahí. Walter se adelantó y me preguntó que si quería fumar, pues el tenía cigarrillos, le respondí que no, al tiempo que aquel chero, se metió a la plática de nosotros con un:
- ¿Cambiaste de opinión, Monsiour?
- ¡No te entiendo! (quise disimular),
- Pues es que como me dijiste que no ibas a venir a bailar, pero veo que andás listo ya,
- No hombre, si no voy a ir, lo que pasa es que ando buscando a unos compañeros porque tenemos que hacer una tarea de deber que nos han dejado en el Tercer Ciclo,
- ¿No vas a entrar, pues?
- No, hombre, es que tengo que encontrar a mis compañeros para hacer el deber que te digo.
En eso, sonó la música de este grupo juvenil que estaba pegando golpe, ¡pero duro!, era la canción "Woman", después sonó esta bella canción que traigo ahora, y, no puedo mentir pero, hasta ganas de bailar yo solo en esa acera me dieron, me gustaba mucho bailar esta canción y en ese momento, no podía invitar a una amiga allá en la azotea de la casa de los Figueroa, porque un "maje", no me lo permitía, pues estaba ahí, enfrente de mí, hablando de cosas sin importancia y repitiendo su deseo que lo metiera a esa casa y ya no aguanté mas, jalé de un brazo a Walter quien se me quedó viendo atónito pero cuando le giñé un ojo y le hice unas señas, como que me agarró la onda; le dije que me siguiera; Walter me siguió e hicimos como que ibamos de regreso para mi casa.
Camino de regreso, le conté a Walter lo que sucedía;
- Fijate que este chero quiere que lo meta a la casa de Hugo pero, este chero no es amigo mío ni de Hugo ni de ninguno de nosotros, además ni le gusta bailar, es decir, no sabe bailar y lo peor de todo, es que anda bolo, ¿te fijaste?, y yo no me atrevo a llevarlo a esa casa y que me digan que lo saque, ¿comprendés?
- Si Monsiour, yo tampoco subía por eso, porque varios de los que están ahí me estaba diciendo que querían entrar conmigo y como decís, están bolos, ¡si ahí cargan un litrón de 3 "Puentes"!
- ¡Uta, Walter imaginate que allá arriba se les suba el guaro y empiecen a hacer relajo!
- Nombre, ¡que ahuevada!
- Ahuevada, no es nada, ¡peligroso es!, imaginate que uno de ellos quiera sacar a bailar a una bicha que le diga que no, esos babosos son capaz de hacerle algo a alguna bicha,
- Si, Monsiour, ¡tenés razón! ¿y qué hacemos?
- Pues, si nos ven entrar, son capaz que se van detrás de nosotros, lo que podemos hacer es irnos de aquí para despistarlos un poco, vamos por este lado, como si fuéramos de regreso a mi casa y le damos vuelta a la manzana,
- Está bueno, vamonos...
Ahí por la casa de la Familia Cortez nos detuvimos un rato para ver si aquellos nos seguían pero no, no era así, entonces agarramos a la derecha, calle abajo rumbo a la casa-finca de don Mincho Cienfuegos (QEPD), al llegar a la esquina, doblamos otra vez a la derecha, subiendo la cuesta de la calle de la casa de don Eladio Burgos (QEPD), volver a cruzar en la siguiente esquina, por la casa de doña Juana Burgos (QEPD) y seguir sigilosamente, hasta llegar al muro de la casa de los Figueroa. Llegamos y con señas le pedimos a unos cheros que estaban allá arriba (eran Joaquín "Tenguereche" -QEPD- y Eloy "Cara de Guante") que nos pusieran la escalera de madera que estaba ahí.
Subimos y lo primero que hice, fue ir a pedirle a Hugo que pusiera ese disco otra vez, es que quiero bailar esa música que está buena; aquel me dijo que si, que solamente pondría uno de "Bread" que le había pedido una amiga.
Unos minutos después, empezó aquello como un pequeño rumor que se acrecienta con el tiempo, que se acerca, que poco a poco, sube de intensidad y que llega hasta arriba, bien arriba del espíritu de uno, haciendo al cuerpo que sienta deseos de moverse, de bailar, de lanzarse en rítmica manifestación, armónica casi ritual, y de forma pagana a un dios que cada joven lleva dentro de sí, ese deseo ardiente de bailar, de dejar que el cuerpo se manifieste al compás de la música, en una reunión no fortuita sino mas bien premeditada que logra hacer que lo corporal se mezclé con lo étereo, de lo que queda, en los instantes inmediatos después, esa algarabía extasiante, y en la escena grabada en la mente, quede una imagen que perdura y perdurará por mucho tiempo hasta convertirse esta imagen, en parte de la historia de vida de nosotros los humanos...
Y ahí, entre gente bella de los que recuerdo: a los hermanos Figueroa -por supuesto-, de Nuria Sandoval, de Lili Bruni, de Joaquín Esperanza, de Eloy Orellana, de Gidel Belloso, de Carmen Mayén, de Simo Gil, de las hermanas Mayén, de Milton "Pocholo", de la Sequita Nuria Margarita Durán, de Rina García y de varias personas mas, yo bailé, bailé, bailé, ya no importó en esos instantes, si el "bolo" estaba observándome desde el otro lado de la calle allá cerca de la ventana de la tienda de la niña Virginia, pues la magia del momento, la bella presencia de tanta gente de uno, de hermanos y hermanas de raza, en esos instantes bonitos de esparcimiento sanos, entre jóvenes con sueños y anhelos dentro de si, tenían mucho mas valor, significaban mucho, representaban mucho y ahora, unos 40 y tantos años después, siguen representando eso... ¡mucho! Si, mucho porque son parte de mi vida, son recuerdos bellos que llevo y llevaré al destino que Dios me de.
Mientras eso se llega, hoy quiero mandar un saludo cariñoso a todos y cada uno de estos personajes que formaron parte de esa escena de mi vida, de esa parte feliz de mi juventud y al hacerlo, quiero hoy darle las gracias por haber de una u otra manera, moldear mi existencia hasta hacerla ser lo que ahora es...¡gracias, queridos hermanitos/as de raza, gracias, gracias!
Y esta es la canción que adorna mi recuerdo, espero sea de su agrado:
No hay comentarios:
Publicar un comentario