Tijuana, 08/30/2021
Hola Hugo,
hermano.
Fíjate que por
medio de una llamada telefónica de nuestro amigo en común, Luis Rivas, que
recibí hace unos minutos, es que supe de tu adelantada partida hacia el
infinito que según entendí, ocurrió hace apenas unas cuantas horas.
No te voy a
mentir, pero fíjate que al minuto que Luis me lo dijo, sentí como algo se me
atragantaba, se me humedecieron los ojos y se me quebró la voz, me sentí
aturdido, apesumbrado, vacío… tuve que pedirle a Luis que dejáramos de hablar
pues, ya no podía sostener una plática en condición normal… corté la llamada...
y me acurruqué en un rincón del cuarto, en la penumbra mental, a sollozar, a
temblar y a sentirme triste, muy mal, lamentando tu partida pero, más
importantemente, lamentando no haber podido verte antes para abrazarte, para
decirte cuantas cosas, para recordar juntos, para, para… para… despedirnos en
vida, pues; ¡cómo debería ser!
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