¿Y te acordás de aquella tarde que agarramos la carretilla de ruedas de metal que te había hecho tu papá, y nos fuimos a jugar al desvío? ¿Te acordás como nos dejábamos ir desde la casa de don Valeriano Marroquín hasta llegar allá abajo en la carretera, casi por donde ahora está la escuela Solórzano? Bien peligroso que era pero nosotros en nuestra inocencia, no advertíamos de peligro ni temores; ¡éramos valientes pues éramos los superhéroes de Armenia!
De seguro alguien
que nos vio hacer esas peligrosas “aventuras” le fue a contar a tu mamá o
quizás a tu abuelita pues ya no te dejaron sacar esa carretilla, pero… ¡no te
escondieron tus patines! Y ahí íbamos a jugar al parque o por la calle
pavimentada desde la alcaldía hasta la casa de don Agustín Franco y de ahí, de
vuelta al parque; me prestabas un patín y vos te quedabas con el otro, así
jugábamos y nos divertíamos los dos.
También recuerdo
que por las tardes, nos gustaba tirarmos boca arriba al piso de ladrillos de la
casa de la niña Glorita Gil con la vista hacia el cielo para ver las nubes y
encontrarles la forma de animales o de cosas, ¿te acordás?
Durante las
fiestas patronales, desde la casa de tu abuelita, nos poníamos a oír la música de
las cinqueras que estaban colocadas temporalmente en el parque y nos poníamos a
imaginar cómo eran los “personajes” que estaban en esos lugares (generalmente
eran bolitos, je, je, je, je) y nosotros les imitábamos sus gestos y ademanes.
¡No sabía que te
extrañaría tanto!
Una tarde, vi que
estabas en la casa de tu tía Miriam y al hablarte, me dijiste que te esperara
que precisamente andabas buscándome. Minutos después llegaste a mi casa para
enseñarme un disco que te habían comprado y para invitarme a ir a tu casa a
escucharlo y para aprendernos unos pasos de baile; ¡es que vos bailas bien chivo!
-me dijiste- y yo, me entusiasmé. El disco era aquella canción que se llama “El
Esquimal” y que más o menos dice así: “vayan con él, vayan con él, nunca podrá
ser como el esquimal…”. ¿Te acordás de eso?
Después cuando tu
papá compró los aparatos de sonido buenos, es que vino lo más chivo de todo: ir
con vos a colocar los aparatos en la alcaldía para los bailes de las tardeadas
bailables o los bailes los sábados en la tarde para las actividades de
recaudación de fondos en la escuela parroquial, que chivo que eran esos días,
hermano, ¿te acordás?
Pero, lo mejor y
que estará en la mente de muchos por siempre (por supuesto que en la mía), son
esos bailes que disfrutábamos en la terraza de tu casa… ay, hermanito, ¡que
chulada de noches las que pasábamos! Es que, como ahí nos reuníamos toda la
cipotada chévere del pueblo, esas noches sirvieron para que muchos
desarrolláramos o mejoráramos nuestras habilidades dancísticas, sirvieron para
entablar nuevas amistades -incluso noviazgos- también para reforzar algunas,
sirvieron para lucir nuevos atuendos y presumir modas, como por ejemplo
recuerdo que ahí empezamos a lucir los famosos pantalones acampanados, los
zapatos de plataforma, las camisas sicodélicas y otros atavíos propios de la
época, mientras “movíamos el bote” al son de Santana, CCR, los Ángeles Negros y
sobretodo… el que para mí fue el conjunto revelación de esa época y que escuché
por primera vez en tu casa… BARRABÁS, con sus alegres canciones, tales como…
Woman, Try & Try, Children y su más representativa…Wild Safari con su tan
peculiar… eeh, oeeh, oeeh, oeeeh, oooaah… Ahí en esos eventos era frecuente ver aparte
de tus hermanas y primas –por supuesto-, a Lilly Bruni y su prima la Nurian “seca”,
a Giddel, a Joaquín, a Carmen Mayén y Eloy, al “negro” Coqui, Simo Gil, Nuria Sandoval, Mario “pajilla”, a
Douglas Gil, a Luis Rivas, a Digna Ayala y sus hermanas, al “chele” Larín, a
Milton “Pocholo”, a Edgar Clavel, a Normita Ríos, por supuesto a Dinora y Cecy,
a Betsy Mayén, a Walter Hernández y
varios, muchos más… mirá Hugo, ¿quién se
iba a imaginar que esos bailes se grabarían en la memoria colectiva de la
juventud armeniense de esa época y que, estos quedarían inmortalizados como el
evento cumbre y decisivo en la cimentación de muchas relaciones sentimentales
que aún perduran y que sirven como ejemplo de un tiempo feliz, sano,
respetuoso, divertido y profundamente humano? ¡La tuya con Cecy, tu esposa, es el más vivo y
claro ejemplo de lo que digo pues la mantienen hasta la fecha y la mantendrán
hasta siempre jamás! Y todo, fue idea y creación tuya, Hugo, hermanito y por
todo esto, es que muchos te debemos no solamente el cariño que ya te tenemos,
sino que también el respeto y la admiración por tus características de líder,
de un ser amable, carismático, amigable, sincero, te vamos a extrañar,
brother...
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