Recuerdo que cuando llegó Cecy a Los Ángeles, decidieron casarse; a propósito, por ahí te he puesto una foto en la que estás junto a Cecy y tu mamá, en la casa de tu tío Toño, eso fue a unos días que Cecy llegara los “Estamos Sumidos “desde la “Tierra Linda”; tiempo después tomaste la decisión de irte junto a ella para Canadá por lo que una tarde llegaste a mi departamento y al contarme al respecto, me preguntaste e invitaste a hacer lo mismo; el negro ya decidió también –me dijiste-, creo que el chele también lo hará, ¡solo faltás vos! Deberías ir al consulado en Los Ángeles y solicitar la visa para ustedes 3 (mi esposa y mi hijo), ¡es bien fácil! A la semana siguiente fui al consulado, recibí el formulario, solicité la visa pero, al recibir la respuesta positiva, decidí lo contrario… no me iría, me quedaría en Los Ángeles pues ahí estaban mi mamá, mi tia Chabelita, mi tia Alba…, el “chele” tampoco se fue y así, Jorge y vos, salieron rumbo más al norte todavía, ¡más al norte! Y así, es que, por cosas de la vida, nos fuimos distanciando más y más, al punto que, nuestro reencuentro fue varios años después y no de manera presencial sino que remota –tal cual estamos en la actualidad por causa de este maldito virus-, a través de un sitio electrónico que se llama (¿o se llamaba?) “Guanacos On-line” donde viste mi nombre y otros datos y me escribiste; gustoso te respondí y por ese medio nos comunicamos por un tiempo, muy corto, -por cierto-, hasta que volvimos a dejar de comunicarnos, ¿te acordás? Después te vi en Los Ángeles durante un viaje que habías hecho para visitar a tu mamá, me contaste que habías estado en Armenia recientemente y hablamos de algunas cosas de tu vida allá en Montreal y de la mía en Los Ángeles, siempre con los recuerdos y añoranzas de nuestra infancia y juventud allá en la “Tierra Linda”. Lamento mucho no haberte avisado de mis viajes a Montreal que fueron allá por los principios del nuevo siglo 21, ¿quizás hubiéramos tenido la oportunidad de vernos y platicar? ¡Vieras como lamento eso ahora! Y la última vez que te vi y te di un cariñoso abrazo, fue en Los Ángeles; tu visita fue precisamente al mismo tiempo en el que yo realizaba actividades de recaudación de fondos para ayudar a nuestra gente allá en Armenia por medio de AURA, la entidad que formé en Los Ángeles y vos coincidiste en una de ellas (por ahí te puse una foto que nos tomaron para la ocasión, en la que también está tu hermana Rhina), si mal no recuerdo fue el año 2012, ¿te acordás vos de la fecha?
Lejos estaba yo
de imaginar que esa sería la última vez que te viera; es que de haber sabido,
te hubiera dicho todo lo que te estoy tratando de decir ahora, lo bueno es que
si te pude dar ese abrazo grande y efusivo que pretendía expresarte todo esto,
todo el cariño, mi aprecio, mi agradecimiento, mi respeto, mi admiración, por y
para vos… todo eso, todo eso que lastimosamente no te dije porque no quedó
tiempo, porque no buscamos la oportunidad, porque cuando las circunstancias nos
llevaron por caminos y senderos diferentes, no buscamos el reencuentro, no
buscamos mantener los lazos de amistad, no buscamos comprender cuales eran los
motivos que nos separan ni mucho menos cuales podrían ser los que nos
reunieran, porque no nos detenemos a pensar sobre esto, sobre esto que se llama
vida y que, resulta ser más corta de lo que nos imaginamos o esperamos, es que lo
que pasa Hugo, es que a nosotros no nos enseñaron, no nos formaron, no nos
instruyeron a ver la vida tal como lo que es: ¡tiempo que no tiene precio pero
que si cuesta mucho, porque tiene mucho valor! Y a la vida, ese valor lo
agregan las personas con las que nos encontramos y compartimos; en mi vida, vos
sos prominente y ¡lo serás hasta siempre, hasta que a mí también… me llegue la
hora!
¡No sabía que te
extrañaría tanto! Pero es que, el cariño franco y sincero que nace entre amigos
es así, es decir, tiene la capacidad de mantenerse en silencio, tranquilo,
dormido, casi desapercibido por mucho tiempo e incluso hasta parecer
inexistente pero, este florece y se manifiesta cuando se dan situaciones que
afecten a los seres queridos, como esta de tu partida que me cala hondo, que me
duele.
¡Ahora sé porqué
te extraño y extrañaré tanto!
Es porqué al
estarte escribiendo esta carta y recordar todos esos bellos momentos que
vivimos y compartimos, me doy cuenta que vos, Hugo, fuiste mi primer amiguito
de la infancia, fuiste el primer chero con quien compartí aspectos importantes
de mi corta vida y fuiste vos quien hiciste lo mismo conmigo. Yo me imagino que
vos –al igual que yo- tuviste vecinos con quienes jugabas ocasionalmente pero,
para mí, vos eras realmente el amiguito que congeniaba y pensaba exactamente
igual a mí y que gustaba de lo mismo que gustaba yo, ¡nos identificábamos pues!
Por eso y por lo que en esta carta te
digo, es que yo te voy a extrañar.
Por el momento,
querido amigo, con tristeza, dolor y lágrimas en los ojos, te prometo que a
partir de esta noche, cuando esté “karaokeando” voy a cantar “alone again,
naturally” en tu honor y que cada vez que escuche esta canción, tu imagen se me
proyectará en mi mente, tal como aquellas noches en tu apartamento de Los
Ángeles y finalmente te digo que cuando me toque irme a mí, te voy a buscar
allá en la terraza eterna para juntos cantar felizmente muchas bellas
canciones.
Hasta pronto
amigo/hermano.
Un abrazo.
Edgardo
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