Querido/a Hermano/a Armeniense:
He recibido este hermoso mensaje que, sinceramente, me ha dejado gratamente sorprendido, también -por supuesto- profundamente agradecido y sobretodo, totalmente comprometido a seguir proporcionando toda la ayuda que esté a mi alcance para que estos jóvenes, se desarrollen, se destaquen, se desenvuelvan y que logren cumplir sus aspiraciones, sus anhelos, sus sueños, sus deseos, sus metas. Es decir, voy a dedicar todo mi esfuerzo para que estos jóvenes de ahora, si logren lo que yo no pude lograr y que ellos, no tengan que salir huyendo de su barrio, de su colonia, de su pueblo, de su patria, de nuestra querida Armenia, en busca de mejores y más seguros derroteros, al contrario, lucharé para que se queden y que se desarrollen ahí, con todo su potencial para que al construir ellos una nueva sociedad, lo hagan creando una sociedad justa, inteligente, culta, socialmente responsable, que no descrimine a nadie por sus creencias religiosas, políticas, deportivas, ni de ninguna otra clase,... tal como se la merecen las nuevas generaciones de buchones que vendrán.
Este es el bello mensaje de este querido hermanito buchón a quien, publicamente expreso por medio de esta, nuestra "Página Oficial Buchona", mi agradecimiento profundo y mi cariño imperecedero, ¡gracias de todo corazón, Ramiro!
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Estimado don Edgardo:
Quiero compartir con usted unas palabras que he escrito esta noche, con el motivo de que tanto usted como todos los armenienses residiendo afuera de Armenia reciban un regalo que les envío con todo el corazón.
No quiero usar muchas palabras en este mensaje, lo que tengo que decirles (al menos alguna parte) lo he plasmado en el siguiente texto, que va dedicado a todos ustedes desde lo más hondo de mi corazón. Solo le suplico que lo lea detenidamente, con mucha atención y hasta el final. Por favor, hasta el último punto. Espero comprenda que, aunque parezca sencillo, es lo más profundo que puedo dar, lo que me nace del alma.
El poema lo leerá más abajo, en letras azules. No lo reciban a nombre mío, don Edgardo. Yo solo le he puesto letras y comas a un sentimiento que se extiende a la juventud de mi pueblo, y que a los que nos abanderamos por Armenia bajo nuestro amado cangrejito de oro, nos fluye y nos motiva a perseverar por una Armenia que, día a día, mano a mano, voz a voz, se coloca...
... en el pedestal que merece.
Con cariño y sincero afecto (del más puro),
Ramiro.
Hermano Lejano
(por Ramiro Navas)
Amigo mío,
hermano lejano,
te escribo desde la honda trinchera del silencio.
Tus ojos son tristes,
tu voz cansada.
Y tu tez,
agrietada por los años,
se desvive en la osadía de tus amaneceres furtivos.
Porque estás lejos.
Viajero sin confines,
hermano lejano,
no tientes al destino en sus traidoras fauces.
Tú no regresas,
ya no es posible.
Tu amor
congelado quedó
en las estrepitosas fronteras del vacío.
Porque estás lejos.
Temerario y taciturno,
hermano lejano,
sonríes ante el ocaso de algún otoño imponente.
Contemplas,
a lo lejos,
un trino de octubre en la ternura
que se divisa en la armazón del horizonte.
Lloras.
Porque estás lejos.
¡Ah, triste pájaro de la noche,
hermano lejano,
te vas con dolor y nunca vuelves!
¡Ah, hermano de lejos, bien lejos!
¿Cuántos han de llorar, en las tabernas,
remembrando tu historia?
¿Cuántos han de gritar?
“¡Fronteras, noches!”
“¡Pasaportes, canciones!”
“¡Desiertos, arreboles!”
“¡Sueños, la migra!”
“¡La madre…!”
“…la Patria…”
Hermano lejano,
tú no existes.
Eres una farsa.
Una silueta vil y oscura
inventada en la embriaguez de algún enemigo inconverso.
La verdad no eres, y nunca la has sido.
¿Lejano?
¿Cómo lejano, si eres mi hermano?
¿Cómo hermano, si estás lejos?
No.
Tú en definitiva no existes.
O al menos, no te conozco.
Te desconozco, sin duda,
porque en mi pueblo
una generación de titanes han vuelto del exilio
y han sembrado en las grietas girasoles.
Han colgado en las paredes la esperanza.
Han bogado en los mares de lo puro
y hoy cultivan en sus tierras la verdad.
Han floreado sus gargantas con laureles.
Una gesta de héroes y de musas,
de gigantes que trascienden del espanto
que enarbolan como áureo estandarte
el clamor de la desgracia impunizada
derrotado por la luz de la justicia.
Hermano lejano,
no existes.
Pero hermano cercano:
¡Tuya es la alegría!
Tuya la gloria, la congoja y el rocío.
Tuya la risa de los chicos de mi pueblo.
Tuyas las flores de mi canto de esperanza
y tuyas las notas de mi jardín de poesía.
Tuya mi lucha, mi causa y mi osadía.
Una es, con la tuya, mi utopía.
Hermano cercano,
yo te amo en el fulgor con el que escribo
y te espero en la lucha en que te canto.
Como siempre,
porque estás cerca.
Tan cerca, que te siento en el corazón.
Veo acercándose a un titán.
Trae un niño, envuelto en la bandera.
No es el viento, no.
No es la aurora.
Es mi hermano de hace tiempo el que se adviene,
el que rompe el paupérrimo horizonte.
Trae envuelto en los amores de mi Patria
a otra gesta de héroes en capullos
que hoy se alistan a cabalgar sobre los astros
de un futuro que se asienta en nuestras manos...
… De una familia que se expande en lo cercano.
Armenia, El Salvador. 20 de diciembre de 2010
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