Cipotada chula,
Aquí hay mas de las ricas narraciones sobre la tía Consuelo de la doctora Mireille Escalante, es decir, sobre nuestra Condesa:
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También en el centro de la mesa del comedor, permanecía una botellita de cristal, de esos que se usan para conservar el aceite y vinagre en los restaurantes, con la diferencia, que éste, contenía esencia de café, y solamente se utilizaban unas cuantas gotas para darle sabor a la leche hervida. Era una especie de café irlandés doblemente concentrado. Mi abuela Ercilia era una experta cocinera, para ella era todo un ritual preparar la comida. Es una pena que yo ¡no heredara esa cualidad!
La cocina era una habitación amplia, exclusivamente solo para cocinar en un poyetón (9) con fuego de leña seca, -leña traída de la finca – dándole un sabor exquisito a los guisos de la Niña Chilita. Las tortillas se echaban sobre un comal grande de barro.
Contiguo a la cocina, estaba un horno artesanal de adobe ó barro, en el cual se horneaban el pan francés, quesadillas, y pan dulce. Entre la comida preferida guisada por la Niña Chilita, experta en el “arte culinario” cocinaba sopa de “gallina india”(10), desconociéndose las aves de incubadoras, y se preparaba con todos menudos: “chinastes de huevo”, hígado y molleja; preparaba una sopa de frijoles rojos de seda, ó de chilipucas (11), las que preparaba con especial cuidado, acostumbrando a dejarlos crudos, durante la noche anterior, impregnándose de agua, para disponer a la mañana siguiente de su cocimiento y cuando estaba el agua hirviendo, la aderezaba con sal, ayotes, pipianes tiernos, pelotitas de masa, una cabeza de ajo, varias elotes, y muy de vez en cuando, carne de cerdo ó de res. Tenía un menú variado, entre los que recuerdo estaba: la sopa de mondongo ó “callos a la madrileña”, arroz con chipilín (12), tamales (13) de sal y de azúcar, envueltos en hoja de plátano-, y de cambray- el envoltorio era de tuza (14), sopa de res, consomé de garrobo (15), huevos de iguana “comaleados” (16), flor de izote (17) y cuyuyas de izote (18) hervidas, mojarras rellenas de camarones, y bacalao con garbanzos -éste se comía solo para la Semana Santa. Pero en crudo, preparaba unos deliciosos cocteles de conchas (19).
La tarde me encantaba porque a eso de las cuatro, mi abuela Ercilia y tía Amanda ofrecían en dulce de panela: jocotes, marañones, nances, mangos, coco rallado, todos en miel, que se acompañaba con una taza de café… yo tenía, prohibido tomar café, por lo que a mí me daban leche caliente con unas gotitas de esencia de café; habían ocasiones que hacían chilate (20) con torrejas, nuégados de masa, huevo y yuca (21).
Solo doña Ercilia, mi abuela, tenía paciencia para hacer esa comida complicada. No obstante que mi tía Amanda, y mi madre Dolores, podían prepararla. Se comentaba que el consomé de garrobo y los cocteles de conchas, eran platillos exclusivos para mi padre, el Dr. Alejandro Escalante Dimas, dado que le ayudaba a combatir la fatiga mental y a estimularle el apetito sexual. Dicho en otros términos, era una especie de Viagra natural, razón por la cual a mi escasa edad, no me permitían saborear esos exóticos platos.
La fama de mi Abuela Ercilia, había trascendido fuera de las fronteras patrias, como una excelente cocinera, que se esmeraba en los platillos gastronómicos ofrecidos a amigos y parientes.
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Mi tía Consuelo, cuanta vez enviaba cartas, en ellas siempre alababa los guisos de su madre Ercilia. Este preciado “don” se lo heredó a mi tía Amanda y a Dolores, mi madre. La sala de estar donde se recibían a las visitas, era estilo italiano, bajo el tapiz, está una fotografía grande de Dolores mi madre, y al pie del florero, la foto del padre de mi tía Consuelo, el Coronel Suncín Mónchez, antes del terremoto de 1917, lucía así:
SALA DE VISITAS EN CASA DE ARMENIA, EN 1917
Como Ercilia, mi abuela, siempre convivió con su familia numerosa, en esa casa de muchas habitaciones, que con el correr del tiempo fueron quedando solas y vacías, hasta llegar a vivir ahí, solo mi tía Amanda y Ercilia, mi abuela. Por ese motivo, y estando yo aún lactante, decidió Dolores, mi madre, fijar su residencia con su esposo- el Dr. Alejandro Escalante Dimas- en Armenia, llevándose consigo además a mi hermano Edgar.
Hubo un momento, cuando falleció el Coronel Suncín Mónchez, que mi tía Consuelo, desapareció de la mira de su familia, por algunos escasos meses. Se sabe a ciencia cierta, que ella se despidió de sus amigos en San Francisco, California, expresando que regresaría a su país, El Salvador, según referencia de una Postal enviada en 1923, por su amigo don Carlos Dueñas a mi tía Consuelo; pero no fue así. El rumbo, que ella y don Ricardo Cárdenas tomaron, fue diferente, se dirigieron a Yucatán, Mérida, a tramitar su divorcio.
Luego Mi tía Consuelo, se trasladó a Mexico, D.F., donde surge como el “ave fénix”. Estudiando la carrera de Derecho, en la Universidad de Mexico, en el D. F.
Ya había pasado la entrevista con don José Vasconcelos, el Maestro de América, entonces, Ministro de Educación, habiéndose involucrado sentimentalmente con él, mi tía Consuelo. Al Maestro de América le atrajo tanto “la pequeña gran salvadoreña” que la convirtió en su amante.
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Don José Vasconcelos, la recluyó en un sanatorio de Mexico D. F. debido a una crisis sufrida por el asma. Mi tía Consuelo, envía a su hermana Dolores, en 1923, una impactante fotografía, donde se refleja su crítico estado de salud.
Mi tía Consuelo, en1923, en un sanatorio de Mexico, D. F.
A pesar de verse mal de salud, no obstante estar muy bien atendida en el sanatorio (hospital). Don José Vasconcelos la cuidaba y mimaba. Sobre la mesa de noche, se encuentra un cuadro grande enmarcando una fotografía, donde levemente se distingue, la silueta de Dolores, (su hermana) y de Lutecia Argentina, su sobrina.
Atrás, de la fotografía, en su lecho de enferma, escribe a “Loris”, su hermana Dolores, y dice así:
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LORIS,
He estado más de un mes en cama en un sanatorio, muy grave. Estos retratos los tomé en convalecencia, ya salí a la calle y luego me iré de Mexico.
Hasta Enero Puedes escribirme a Madrid 7.
Te quiere mucho.
CONSUELO
"""""
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Posteriormente de haberse involucrado sentimentalmente con el político y escritor José Vasconcelos, quien se enamoró perdidamente de mi tía Consuelo, y teniendo la imperiosa necesidad de abandonar Mexico D. F., decide trasladarse con su esposa e hijos a Paris, Francia, la “Ciudad Luz”; separadamente, llevaba consigo a mi tía Consuelo, con mucha discreción.
Compartió en secreto, un departamento parisino, destinado exclusivamente para sus entrevistas de amor, descuidándose un poco en las atenciones para con ella, relegándola a un segundo plano. Dada la vida social en que mi tía Consuelo se desenvolvía, conoció entonces al “Príncipe de la Crónica”, Enrique Gómez Carrillo.
Estando en Paris, mi tía Consuelo, le expresó a su mecenas, don José Vasconcelos, que el escritor guatemalteco Gómez Carrillo, “le ofrecía matrimonio, un hogar estable, pero ella antes de tomar una decisión, se lo consultaba”, a lo que él le respondió, que “jamás se divorciaría de su esposa, y que él no tenía ninguna objeción que se fuera con otro hombre, que si ella así se consideraba iba a encontrar su felicidad, que nada más le restaba desearle, para su futuro, mucha suerte.”
Don José Vasconcelos, se sintió triste, y enojado, reflejando sus emociones en sus libros, y narrando la vida amorosa que en una ocasión, tuvo con “Charito”, mi tía Consuelo.
Es más, hay quienes afirman que se la disputó con Gómez Carrillo, y éste, por ser un experimentado esgrimista retó a Vasconcelos a un duelo a muerte. Por supuesto, que no se dio el caso. Pero, mi tía Consuelo, se sintió halagada que dos grandes de la literatura se la disputaran.
El escritor Enrique Gómez Carrillo, cansado y aburrido, de la vida cabaretera que por las noches frecuentaba, decidió formar su hogar y ávido de un amor desinteresado, contrajo matrimonio con mi tía Consuelo, complaciéndola en sus caprichos, llevándola a viajar. He encontrado en el baúl de los recuerdos, una carta escrita en el año de 1926.
La carta la escribe mi tía Consuelo a su hermana Dolores, mi madre, a quien le llama cariñosamente “Mamalona” La carta, fue enviada desde el HOTEL WALDORF, Av. Chapultepec 316 México, D.F., AFILIADO CADENA DE HOTELES ROOSEVELT, y dice así:
“Mamalona.
Hemos llegado frescos como repollitos de ensalada, de aquellos cuadrados que doña Ercilia picaba para sus mozos.
¡Ay Ay! Señores, donde estará la comparsa aquí cuando tu conejito todavía come en mis manitas.
Espero, no se irá…se lo pido a Dios.
Estoy cansada, las madrugadas nos desmejoran.
¡¡¡Cuartos preciosos y “Baratos”!!!
Cinco días aquí, del 6 de Nov. hasta el 13 a Paris, si Dios lo quiere,
Te abraza, tu Hermana
Consuelo.
Al lado izquierdo se lee:
”””” Un beso a Vireta, y así puro, otro beso a Quino Porque no le di ninguno.””
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Al reverso de la carta a su suegra, doña Ercilia, Enrique Gómez Carrillo, escribe:
“””“MAMITA,
Acabamos de llegar en este momento.
Terminamos de cenar.
Y el lunes buscamos sus libros.
Todo el tiempo la recuerdo.
Besos y abrazos,
Enrique.””
En 1926, regresaba mi tía Consuelo a Mexico, D. F. con Enrique Gómez Carrillo. Teniendo otra visión de la vida, más tranquila y opulenta.
Años atrás había vivido con don José Vasconcelos, quien la había apoyado para estudiar Derecho en la Universidad.
CARTA ENVIADA POR MI TIA CONSUELO A DOLORES, MI MADRE
AL FINAL ,ESTAN UNAS LETRAS DE GOMEZ CARRILLO, PARA ERCILIA.
Una crónica íntima y afectuosa producto de la labor memoriosa de su sobrina... Gracias por sentarse a escribir y compartir los documentos, cartas y fotos
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