viernes, 11 de abril de 2014

REFLEXIONANDO

Ahora viernes 11 de abril, al siguiente día después de mi cumpleaños,  aún asombrado por el gran número de mensajes de felicitación recibidos de parte de apreciables amigos, amigas, compañeros, compañeras, camaradas, cheros, cheras, etc., que me hizo pensar en la necesidad de escribir de manera cordial a cada uno de estos mensajes con el propósito de expresar mi agradecimiento y alegría, resulta que en este momento, consciente que aunque ya lo hice, es decir, ya me lancé a la tarea de proveer respuesta a todos estos bellos y amables gestos de amistad, confieso que me he quedado todavía con el temor de no haber logrado responderle a todas y a cada una de estas amables personas y que, por alguna inoportuna e infortunada casualidad, se me haya escapado de agradecerle a alguien, es que, decidí escribir estas líneas.

Estas líneas conllevan primeramente ese intento de expresar de manera pública mi agradecimiento a usted, querido/a hermanito/a de raza que me envió su mensaje de felicitación, así también para decirle que le aprecio sinceramente y que mi deseo de felicidad hacia usted y los/as suyos/as se une a mi plegaria al Todopoderoso para le colme su existencia de muchas bendiciones.

Aprovechando, voy a hablar un poco acerca de algo más que anida en mi mente:

Se trata de precisamente observar ese gran número de personas amigas y de tan variada condición que me han dado palabras y muestras de afecto.

Y es que resulta que dentro de esta esfera, hay amigos/as de infancia con quienes nos une a parte de recuerdos, muchas cosas bonitas, así como deseos y anhelos, sueños, etc. también los hay aquellos/as con quienes han sido los años y/o las circunstancias (tal vez incluso las coyunturas), los factores que nos han hecho acercarnos y llegar a conocernos un poco más, pero, lo sorprendente (y por demás agradable, para mí), es ver como incluso hay personas a quienes no tengo el gusto de conocer o no he tenido el placer de compartir o no se ha dado la ocasión de disfrutar de su presencia que sin embargo, también me han escrito, me han expresado su mensaje de buenos deseos y eso, todo eso pero primordialmente lo último, es lo que me hace reflexionar…

…¡como es la vida!

Ahí va uno, en veces caminando, otras gateando, con suerte corriendo velozmente o galopando alegremente por los caminos que atraviesan surcos de gozo, de alegría, de satisfacciones, de penas, de tristezas, de dolor, de amargura, de contento, de esperanza, de fe… y de repente, planeado o no, aparece alguien con quien nos encontramos o a quien alcanzamos o quien nos alcanza y seguimos, seguimos, seguimos el camino, hasta que el Creador nos diga que hemos llegado al final.

Y en ese camino, en esas cuestas, o en esas curvas peligrosas, o en esas pendientes, o en medio de esos valles de hermosas flores, o atravesando los ríos crecidos y bravos, o en medio de los parajes tempestuosos y nebulosos o bajo ese esplendido sol maravilloso, es que nosotros forjamos nuestro carácter, nuestra conducta, nuestra personalidad, es decir, forjamos el “YO” que es el que acarreamos hasta la muerte y que se desarrolla a partir de lo que uno recibe y da, cuando se transita por ese camino llamado vida. Y este “YO” lo forjamos en esas circunstancias en las cuales, algunas quizás no sean de nuestro dominio, de nuestra potestad, de nuestro control  y es por eso, que en ese camino, desarrollamos habilidades, aptitudes, defectos, temores, inhibiciones, prejuicios, conceptos, etc. que desempeñamos por medio de nuestra relaciones con los demás con quienes nos encontramos y a quienes, no siempre, (ya sea por voluntad o de manera inadvertida), le damos lo mejor de nosotros, es decir, lo mejor de nuestro “YO” y quizás, debido a ello, con nuestra conducta, con nuestros hechos, con nuestras acciones, con nuestras palabras, con nuestros gestos, con nuestras ideas, con nuestros ideales… quizás les ofendamos, les dañemos, les perjudiquemos, incluso hasta les causemos dolor.

Todo esto he estado pensando en este día viernes 11 después de mi cumpleaños y al repasar los nombres de las personas que me han felicitado, noto con satisfacción que son muchas… ¡gracias a Dios!, también noto que en esa lista, hay personas con quienes no existía un asomo de amistad y más aún, noto que hay algunas a quienes yo incluso pensaba que nos les importaba mi existencia; todo eso noto en ese torrente de mensajes y sé, que se debe a lo que antes mencioné acerca del camino llamado vida. A cada una de estas bellas personas TODAS que me han felicitado de una u otra manera, le digo sinceramente que le estoy muy agradecido, muy emocionado y muy convencido de mi deseo de bienestar hacia usted; también a toda aquella persona que no  pudo enviarme su mensaje (sin importar la causa o la razón) se mantiene este deseo mío, y para usted, querido/a  conocido/a que decidió no enviarme mensaje alguno, porque en algún paraje del camino de la vida yo dijera o hiciera algo que le molestara, dañara, ofendiera, le perjudicara o simplemente por no ser yo “santo de su devoción”, a usted quiero pedirle perdón, quiero expresarle mi sincera disculpa y mi petición de darme la oportunidad de escucharle expresarme la razón de su molestia o aversión hacia mí para que yo así, pueda personalmente expresarle mis disculpas.

Al decir esto ahora, quiero recordarle que nadie es perfecto, todos cometemos errores y yo, quiero corregir los que haya cometido o por lo menos, pedir perdón por ellos.

La vida es muy corta, yo, ayer, me acerqué un año más al final de “mi camino” y el tiempo que me resta para llegar ahí, quiero vivirlo en paz, no con riquezas ni lujos, sino simplemente en paz y con felicidad, algo que también deseo para usted, querido/a hermanito/a que me acompañó hasta esta última palabra de este escrito.  

¡Que sea feliz y que en su corazón reine la paz, es mi deseo!


Un abrazo de hermano.

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Salí de la "Tierra Linda" en 1979 y siempre soñé y añoré con regresar y ver a la gente querida y a los lugares que me vieron hacer muchas cosas allá hace muchos abriles ya...