domingo, 28 de septiembre de 2014

La Paciencia - Una Virtud Muy Útil

"Todo tiene su tiempo"



Bien afanado estaba tirándole piedras a ese manguito, tratando de bajarlo de esa rama de la que pendía.

En eso, salió al corredor mi abuelito (QEPD) a quien de seguro había despertado yo, de su perezosa tarde octubrina, con el ruido que los tetuntazos causaban entre los hojas del árbol y al caer de regreso al suelo. 

- ¿Qué estás haciendo, hijo?
- Quiero bajar ese mango que está allá arriba...
- Pero, ¿por qué no mejor agarras uno de esos que están al alcance de tus manos?
- Es que, ese mango se ve que está rico, está bien chapudito ya...
- También esos que están colgando de las ramas casi tocando tu cabeza se ven buenos ya, es mas, ¡se ven que están mas maduros que aquel! 
- ¡Si, pero es que yo quiero ese!
- Está bueno pero, el problema es que en tu intento de bajar ese mango, con las pedradas le podés dar a otros.
- Pues no hay problema, me los como también...
- El problema es que, si los bajas y no están maduros, habrá que comerlos verdes pero si no los bajas y solamente los golpeas con las piedras, entonces se arruinarán y nadie los aprovechará.
- Es que, yo quiero ese mango...
- Mirá hijo: ¡todo tiene su tiempo!, ese mango cuando se le llegue su momento, el solo se va a caer, mientras tanto, agarra de esos que están a tu alcance y que ya están buenos, maduros, para comer y saborearlos.
- Lo que pasa es que, cuando aquel caiga, quizás yo, ¡ni cuenta me dé!
- No te preocupes hijo, yo voy a estar pendiente y cuando caiga, te lo voy a guardar.
- Está bueno pues -dije, muy a regañadientes, pero consciente que mi abuelito, ya no me dejaría tirarle piedras a ese "mentado mango".

Agarré unos tres de aquellos que estaban a mi alcance, y me fui a jugar pelota a la calle con Calín "Pataloca" y con René "Tequila", pero antes a saborear esa ricuras de ese árbol de mango/cereza que mi abuelito había sembrado en el patio de la casa, unos años antes.

En la tarde del día siguiente, cuando regresaba de la escuela (en realidad, regresaba de andar "capeando" allá en la "Poza de Tiguaya"), mi abuelito me esperaba con una sonrisa y... diciéndome esto: 

- Hijo ¿te acordás del mango que querías ayer y que estabas apedreando?
- ¿Cuál? (es que, pensé que me iba a regañar porque alguien le había ido a contar que no asistí a clases, en esa tarde).
- El mango que estabas apedreando, ¡a lo cual te dije que mejor agarraras otro!
- Ahhhh, ¡ese!, si, ¡ya me acordé! (después de comprobar que no estaba enojado).
- Pues fijate hijo que hoy cayó, te lo guardé y aquí te lo tengo, esperame un momento, voy a traértelo (y se metió al dormitorio, adonde lo tenía).

Al salir, me lo tendió contento, lo agarré inmediatamente, le dí las gracias y cuando iba a salir zumbado para la calle, el me preguntó:

- ¿Qué aprendiste con esto, hijo?
-¡Que no tengo que apedrear los mangos!
- Si, eso es una parte, ¿qué mas?
- ¡¿Que debo ser mas calmado?!
- Muy bien, te estás acercando, ¡hay algo mas!
- ¡Que debo hacer caso a lo que ustedes, mis abuelos, me dicen!
- Si, hijo, eso ya lo sabías, pero... ¿qué mas?
- Este..., este, ¡no sé que mas, Papapaco!
- Debes aprender que, "todo tiene su tiempo", tenes que entender que, "todo pasa a su tiempo, nada pasa antes ni después, de cuando debe ocurrir". "¡Todo tiene su tiempo!".
- Es decir que, ¿debo tener paciencia?
- Si hijo, pero también debes tener disciplina, porque la paciencia sola, no es suficiente...

Agarré mi mango y me fui para el atrio de la iglesia, cabal en aquel lugar a la par de la entrada hacia la iglesia que el cura usaba, es decir, en la parte alta cerca del lado del altar, enfrente del convento y con vista hacia el norte, hacia los montes y montañas de la "Tierra Linda" que desde ese lugar se divisan y que, se revisten de bellos colores durante el transcurso del día, que el astro mayor ilumina con sus vibrantes rayos llenos de luz y energía de vida; a disfrutar de mi mango y a reflexionar sobre las sabias palabras que mi abuelito me había confiado en esa ocasión, una vez mas mi querido abuelito dándome muestras de sabiduría, "dictados" vivos sobre lecciones de vida.

Debo reconocer que paciencia y disciplina, son las virtudes de las que mas caso omiso hice durante mi infancia y juventud, es decir, fueron estas virtudes algo que realmente pasó prácticamente desapercibido en la mayor parte de mi vida pero que, cobraron mucha atención y presencia en mi existencia, con el llegar de la madurez y de la sabiduría que la experiencia otorga a causa de los golpes que da la vida al surcar esos rumbos oscuros, dolorosos, tristes...

Y han sido estas virtudes, la paciencia y la disciplina, las que en los momentos duros y estresantes por lo que las circunstancias me han obligado a sufrir en estos últimos meses, las que me han ayudado grandemente a salir avante, a estar bien, a estar erguido y dispuesto a seguir por estos rumbos, hasta que el Creador me diga que: "se me acabó la peseta". 

En esos días en los que llegaban mensajes "negros", ofensivos, dañinos, dolorosos, acusándome de algo de lo que no soy culpable, fueron la paciencia y la disciplina, las que me mantuvieron firme en mi subsistencia, al dictarme que no leyera dichos mensajes negativos sin que pasara un tiempo prudente. Date tiempo (me decían) porque al final, la verdad saldrá a la luz, mientras tanto no leas esos mensajes, es mas, sabiendo su procedencia, ni los abras, déjalos así, sin abrir, date unos días y cuando sientas que estás fuerte emocionalmente, entonces ábrelos y si las vibraciones que percibes al comenzar a leer no son positivas, entonces para de leer y cierra esos mensajes, tu debes otorgarte un espacio para lograr tu salud emocional, tu debes pensar siempre en tu persona primero (me decía) y ahora, orgulloso cuento que en esos momentos, al hechar mano de la paciencia y de la disciplina, la figura y el recuerdo de mi querido "abuelito Papapaco", se acrecentaba y me ayudaba a seguir adelante, es que, esa tarde de octubre tratando de bajar ese mango a pedradas, se me venía a la mente y las palabras de mi querido abuelito, cobraban vigencia e importancia...¡todo tiene su tiempo! 

Querida cipotada chula, gracias por acompañarme leyendo esta "Babosadita" hasta este punto final.

Un abrazo.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Nuestro "Quique", Labrándose su Propio Camino

Cipotada chula buchona,

Me da una gran alegría que solamente es superada por mi gran orgullo, de mostrarle a usted este vídeo de un joven talento armeniense que desde que lo escuché, desde que lo vi, desde que lo conocí y desde que hablé con él, supe que era un innato valor artístico nuestro a quien hay que apoyar.

Se trata de Enrique "Quique" Munguía quien, a cada instante nos da muestra de su inmenso e incalculable talento artístico del que, ahora yo quiero, mostrarle a usted, una parte pequeña por medio de este vídeo para que aprecie el talento y gran potencial de este joven nuestro y que así, ojalá le apoye.

Aquí está dicho vídeo, disfrútelo:



Las Mamas y los Papas, Soñando en California

Sonia ya había estado en nuestra querida Armenia algunas veces antes, junto a su hermano Oscar (Oscarito, como le decíamos, pues lleva el mismo nombre de su papá) pero esta vez, llegaba acompañada de Margie, desde la ciudad de San Francisco, en California.

Margie era una bella y escultural jovencita, de piel blanca rojiza, ojos color azul, cabello largo color amarillo, de buena estatura y de escultural cuerpo, con bellas y piernas tornadas que la hacían lucir, como una mujer de esas que solamente se ven en fotografía o en película. Sonia era una bella jovencita también, aunque con una belleza un poco diferente a la de Margie pues Sonia era de piel blanca-morena, ojos y pelo color café oscuro, de buena estatura y también bastante escultural.

Pues bien, ambas bellas jovencitas llegaron al pueblo, a la casa de la Tía Yita (abuela de Sonia, QEPD), un día de verano allá por el año 1966 (verano en los "Estamos Sumidos", es decir, invierno para nosotros en la "Tierra Linda"); precisamente a pasar una vacaciones de verano (ellas estaban estudiando en la universidad) en nuestra bella y única "Tierra Linda". Los paseos en el camión del abuelo de Sonia (don Ángel Espinoza, QEPD) por diferentes lugares era cosa de casi todos los días y cuando, no había un paseo de estos, las jóvenes tomaban el sol, tiradas sobre unas sillas perezosas, en el patio de la casa de la tía Yita, en unos diminutos trajes de baño del estilo bikini.

Yo era apenas un niño de unos 9-10 años y debido a mi corta edad, ellas me permitían que me acercara a dizque platicar (Margie no hablaba ni una pizca de Español) y a estarme ahí junto a ellas; cuando salían a pasear, ellas me querían llevar pero, mi abuelita (QEPD) ni la tía Tita me lo permitían pues yo tenía que ir a la escuela, me decían (no sabían que yo, no iba a la escuela de todas maneras, pues me iba a "capiar" por los montes y ríos del pueblo). Con eso, yo sentía que era el "consentido" de Margie pues ella, me hablaba, me sonría, me prestaba atención.

Sonia tenía una grabadora portátil en la cual, escuchaban música todo el día, recuerdo que escuchaban varias canciones que aun no se escuchaban (no fuertemente en las estaciones de radio o yo, por lo menos, no las había escuchado) y eso me gustaba mucho pues, cuando me encontraba con algunos cheritos, me ponía a presumir tarareando algunas de estas.   

Una noche, después que ellas habían regresado de dar un paseo por la playa, dispusieron salir e ir a dar una vuelta por el pueblo, para disfrutar de la hermosa noche guanaca que en esa ocasión, se vestía de un profundo color negro brillante con la luna que se dejaba ver por primera vez en muchas noches ya que las lluvias ponían nubarrones en el cielo para no dejarla dar su luz. Nos invitaron a varios cipotes del vecindario, Margie me agarró de la mano y nos fuimos rumbo al parque, al cual le dimos algunas vueltas mientras nos comíamos unas ricas paletas de leche "Foremost" que ellas nos compraron en la Refresquería "La Mimosa", que estaba en la esquina enfrente de la iglesia y de la casa adonde después estuvo la tienda "La Curacao" de don Quique Sigüenza. Los jóvenes del pueblo, que estaban merodeando el parque, se le quedaban mirando a aquellas bellas muchachas, con unas miradas de admiración y de ganas de ir a platicar con ellas para enamorarlas pero, una cosa era bien notable, no se animaban, es decir, no tenían valor de ir a hablarles.

Al llegar enfrente de la farmacia del doctor Lazo (QEPD), las muchachas dispusieron sentarse en una de las bellas bancas de cemento que tenía el parque en esa época, para escuchar música. Encendieron su grabadora y empezó en repertorio musical que sirvió para llamar mas la atención de los "parroquianos que andaban por ahí; cuando sonaba una melodía que se llama "Winchester Cathedral", yo me puse de pie en la banca y me puse a bailar, a Margie le gustó mucho ver eso y se puso a reír de mi ocurrencia, enseguida se puso a bailar ella conmigo, desde el piso (para dejar que mi cara viera la de ella, pues yo seguía sobre la banca) y en un gesto de fraternidad y amistad, me dio un beso en el cachete, mientras me abrazaba y disfrutaba al verme hacer el ridículo mientras bailaba, haciéndome sentir especial y elevando mi autoestima. En un instante sonó esta canción que traigo para usted ahora en esta nuestra "Página Oficial Buchona" y ambas jóvenes, se pusieron a cantar al unísono para acompañar esta bella melodía que yo, escuchaba por primera vez y que jamás olvidaría, jamás.

Sonia es ahora una Decana de un colegio comunitario del área de Los Ángeles pero de Margie, ya no supe mas. Hoy, me acordé de ella, de esa bella y hermosa mujer a quien, adonde sea que esté, le deseo lo mejor y aunque nunca podré darle las gracias por haberme tratado bien, por haberme dado importancia y por haberme hecho sentir como un niño especial, en mi alma está ese agradecimiento y en mi recuerdo esas imágenes de esos bello instantes que me vienen una y otra vez, cada vez que escucho esta bella canción.

¡Ojalá a usted también le guste!, es esta:  




miércoles, 17 de septiembre de 2014

Niños Cantores En Mi Pueblo

Querida cipotada chula,

Por favor permítanme ahora, comenzar esta "Babosadita" con una pregunta: ¿cuántos de ustedes, se recuerdan de este suceso que se diera en nuestra querida Armenia, hace ya varios abriles?

Desde que se anunció su presentación en el pueblo, se despertó un gran interés entre la comunidad, particularmente yo recuerdo que en casa, mi tía Chabelita (QEPD) comentaba con sus amigas acerca de esto mientras hacía planes para asistir, mis abuelitos queridos (QEPD, también) se unían a la expectativa y pues, con las cosas así, todo parecía indicar que este evento sería un motivo familiar, es decir, sería un acto al que asistiríamos todos en la familia.  

En casa de la tía Yita (QEPD, su hija (mi tía Tita) también se mostraba interesada en asistir y presenciar esta actividad, y es que, si no me falla la memoria, había sido el Club de Leones de la ciudad, del cual su papá, don Ángel Espinoza (QEPD) era miembro distinguido, la entidad que había logrado contratar a este importante grupo artístico musical, para que llegara al pueblo.

El día preciso se llegó y tal como lo requerían las ocasiones especiales, bien temprano en la tarde/noche me mandaron a bañarme, a ponerme una mudada limpia y a estar listo para irnos. "¡No te vayas a ensuciar, ni a poner a jugar en la calle para que no sudés ni ajés la ropa!", me ordenó mi querida abuelita Paquita (QEPD), pero -como siempre-, el "Monsiour cabeza dura" hizo caso omiso de la recomendación de su abuelita y se le metió la idea de ir a jugar "tripa chuca" allá en el andén-muro de barro de la casita que estaba a la par de la casa de la familia Cortez (don Gustavo y doña Ercilia -QEPD- padres de doña Inés), cabal jugando estaba, en eso, me deslicé del andén-paredón y me fui para abajo hasta caer "patas arriba" en la mera polvazón. Mi ropa me quedó llena de polvo, mi camisa estaba bastante sucia y mi pantalón, no solamente estaba sucio sino que también tenía un hoyo a la altura de la rodilla derecha.  

¡Vaya maje, ahora si me va a regañar Paquita! -pensé- ¡y lo peor, va a ser que ya no me lleven a la velada!, ¡Uta pen.. sante amigo, tenés que hacer algo pero ya! -me dije- y así, solo se me ocurrió ir corriendo por la calle y al pasar por la puerta de la casa gritarle a mi abuelita: ¡Paquita, me voy a ir adelante, allá los espero en el parque! Y me fui zumbado rumbo al centro del pueblo.  

Cabal cuando estaba llegando al parque noté que enfrente de la iglesia estaba estacionado un bus grandote del cual salían uno bichos bien vestidos, uniformados con sus trajes de colores sobrios y bien "portaditos", eran ellos, los cipotes que algunas veces solamente habíamos visto por televisión o simplemente habíamos oído hablar de ellos, eran los integrantes de la "Orquesta Juvenil Don Bosco". 

Por suerte, se llegó la oscuridad (lo que me ayudaría para que no me vieran bien la ropa chuca), en eso vi a mi tía Chabelita que se apareció allá por la esquina del billar de don Tanis, salí a encontrarla y a pedirle el pisto para comprar mi boleto de entrada. 

Ya una vez adentro del Cine Rey, comenzó aquel acto maravilloso que esos jóvenes nos brindaban con su talento musical y su presencia artística en el escenario; aquellos tocaban y cantaban haciendo sentir el ambiente lleno de alegría y gozo. Su ritmo musical era impecable y su compaginación en los movimientos simplemente impresionante, su vestimenta inmaculable -con trajes de color azul, camisas color blanco, con ribetes amarillos (y yo, ¡todo chuco y con el pantalón roto!) - con todo esto, el espectáculo era realmente espectacular e inolvidable. 

Yo, me sentía totalmente embelesado por tanta magia, tanta expresión magnífica de pureza e inocencia que aquellos jovencitos emanaban y que desplegaban haciendo que la gente se les entregara y que se manifestara en total armonía, casi comprometiéndose a forjar una comunión total (¡qué utopía, la mía!) y para mí, en ese instante, mi existencia a tan corta edad (tenía unos 8-9 años) se empezaba a enriquecer y engrandar con la concepción de la posibilidad de tener una mejor sociedad, de gozar de una sociedad en la cual todos fuéramos vistos igual, todos fuéramos tratados igual y que todos tuviéramos los mismos derechos, las mismas responsabilidades y sobretodo, las mismas oportunidades. 

En eso, salió al escenario el niño aquel, pequeño de estatura -y edad-, con esa tan privilegiada voz con la cual cantó la bella canción "Capullo de Alhelí" con la que, todos en el público nos entregamos a aplaudirle por tan magnífica manifestación artística y para pedir... "otra, otra, otra", hasta que el niñito este, regresó al escenario y canto, esa otra bella oda musical: ¿cuando, cuando?, con lo que parecía que se caería el techo del recinto aquel a causa de los aplausos y vítores para el niño prodigio.

La gente le seguía pidiendo a ese niño que cantara pero, obviamente, habría que darle también la oportunidad a los otros niños que igualmente cantaban maravillosamente con lo que, aquello era una experiencia bella, rica, cultural, social, única y con la gente de mi pueblo, muy participativa.

Finalmente, cuando el evento llegó a su fin, recuerdo que al salir del cine, mucha gente nos fuimos alrededor del bus de los jóvenes artistas, acompañándolos, expresándoles nuestro reconocimiento a su innegable talento y habilidad artística pero, mas importantemente, para agradecerles que hayan llegado a nuestro pueblo para hacernos disfrutar de su presentación y también por habernos hecho sentir, aunque sea tan solo una vez, IGUALES, en un mismo lugar, en una misma ocasión, en un mismo tiempo y espacio...

Y yo, que estuve presente en ese evento, con mucho gusto -y orgullo- le traigo estas 3 bellas canciones que recuerdo que aquel niño, pequeñito, chelito, zarquito cantara -entre otras canciones- en esa mágica y maravillosa noche buchona allá en nuestra bella y querida Armenia.

¿Y usted asistió a ese evento? Ojalá que si haya asistido, de no ser así... ¡pues al escuchar estas canciones que traigo aquí ahora, le den una idea de como fue ese evento! ¡Y si usted asistió, entonces, recordemos juntos, pues! 

Ahora, si usted es muy joven para esto, entonces, con humildad y sinceridad, le pido que lea y que con paciencia aprenda a conocer mas sobre nuestra cultura, sobre nuestras costumbres, sobre nuestras cosas que como buenos y buenos armenienses queremos exponer, desarrollar, mantener y hacer que ellas despierten nuestro orgullo de sabernos unos... ¡BIEN NACIDOS BUCHONES, por que eso, ES UN GRAN HONOR!

Y aquí están esta bellas canciones que espero, sean de su agrado y que le traigan inolvidables recuerdos.

Un abrazo.

El Monsiour.    








domingo, 14 de septiembre de 2014

Esto, Es Muy Difícil

Cipotada chula,

¡De verdad que es difícil, muy difícil!

Difícil es obviar, pretender olvidar aquellas cosas que sucedieron y que, por alguna u otra razón, quedaron en nuestra memoria, en nuestra mente, en nuestro recuerdo, es decir... en nuestro interior y están ahí, siguen ahí vibrantes algunas, punzantes otras, tristes unas, alegres las mas, malas algunas, buenas la mayoría pero al fin, propias, genuinas, memorables para bien o para mal.

Era precisamente para estas fechas que se celebra la famosa e invisible "independencia patria", es decir, el mes de septiembre del año cuando yo cursaba el quinto grado en la GRAN Escuela Nueva de Varones (mas conocida como "La Escuelita") de mi pueblo, cuando Nelson, mi primo me llevó a Sanzívar para ir a dar un vacile.

Recuerdo que aquel me había prometido en una ocasión anterior que el había llegado al pueblo, llevarme al cine, pues yo, nunca había entrado a ver una película a uno de la capital. Llegamos a la Terminal de Occidente, tomamos un urbano de la Ruta 4, luego uno de la Ruta 29 y llegamos al centro de San Salvador; vamos a ir a ver la película "El Espía del Sombrero Verde" que la protagonizan Robert Vaughn y David McCallum, en el mas nuevo cine de El Salvador, el "Grand Majestic", me dijo mi primo. Uta, ¡que chivo! -dije yo- y me alegré muchísimo. 

En el camino al cine, íbamos pasando por unas tiendas y cabal, al pasar por una que vendía relojes, radios, televisores, licuadoras y otras cosas del hogar, estaba sonando una canción que a mí, me llegaba mucho y que sabía que le gustaría a la "bicha" allá en el pueblo, a quien yo le estaba entregando todas mis miradas y pensamientos, era esta bella melodía que el grupo "Los Intocables" había recientemente grabado y que estaba pegando golpe. 

- ¡Hey esa canción está bien "tronco"!, ¿verdad, Nelson?
- Si, está buena pero no digás "tronco", se dice "trozo" -me dijo aquel-
- ¡Achís, allá en el pueblo todos decimos así!
-, Si, pero aquí estás en la capital, no andés con "bayuncadas"
- Vaya pues, perdoname hombre, no te quise ofender...
- Ja, ja, ja, ja... "pachito estaba"... no te enojés papá, y vení, te voy a comprar el disco.

Entramos a la tienda, aquel sacó los 2.15 colones que valía el disco de 45 RPM, la joven que atendía la tienda me lo puso en una bolsa de papel fino y bien contento, nos fuimos para el cine.

La película comenzaba como a eso de las 5 y media de la tarde y cuando terminó, nos fuimos para la casa del primo. Al día siguiente, tempranito estaba yo ya jode y jode a Nelson para que me llevara al pueblo pero aquel, me decía que no tenía ganas y que me quedara otro día. Como yo quería ir a presumir el disco con la bicha aquella, insistía e insistía hasta que Nelson le dijo a Mario (su hermano menor), que me llevara él. Mario aceptó gustoso (pues le gustaba andar "jodiendo" conmigo) y así fue como nos fuimos para la bella Armenia.

Esa noche, puntualito a las 7, estaba en la casa de la familia García Ortíz, es decir, la familia de don Andrés y doña Paz, padres de mi compañero de grado Andrés y de la bella y hermosa Delmy, quien era la dueña de mis pensamientos y a quien, iba a mostrarle el disco para escucharlo juntos y bailar. Es que, nosotros teníamos esa costumbre de reunirnos todas las noches en esa casa, para escuchar música y bailar. En este grupo estábamos Paco Zepeda, Milo "Chirajito", algunas amigas de Delmy y por supuesto Andrés (quien no era muy dado al baile y prefería salir a la acera de su casa, a cantar con un su cancionero que tenía). Bien claro recuerdos tengo de esas bellas ocasiones en las cuales, bailando bien pagadito, cachetito con cachetito, bajo la luz de un foquito en la sala/dormitorio de esa casa, con el disco sonando en el pequeño tocadiscos Philips, disfrutábamos en plena inocencia de nuestra infancia bella, ufana, cristalina y llena de esperanzas e ilusiones. Yo, como siempre fui bien lento, aunque sentía un "gorgojeo" en mi estómago cuando ella me hablaba, aunque mis ojos brillaban de emoción al verla y mis brazos se "derretían" ante el leve roce de su cuerpo, nunca le dije nada a Delmy, y bien notable era que yo también le gustaba a ella pues, ella siempre me esperaba, siempre me escuchaba con atención y en los bailes de la escuela (ella iba a la Uriarte), jamás bailaba con otro joven si no era conmigo. A Delmy, nunca le dije nada, nunca la besé, nunca pues tuve el valor de "declarármele" y así, perdí la oportunidad de saber si ella me aceptaba o rechazaba...¡nunca lo sabré!

En la casa de esta familia, me sentía muy bien pues todos, principalmente doña Pasita me trataban bien y con cortesía, yo sentía que era apreciado y por eso, frecuentaba cada noche esa casa, esa casita que era la última del lado izquierdo de la calle del mercado, rumbo a las líneas del tren, que pasaba por las casas de la familia de don Salvador Flores, de la familia Hernández Segura, y que estaba precisamente a la orilla de las líneas del tren, es decir, yo me atravesaba el pueblo prácticamente, cada noche para ir a ver y platicar y bailar con Delmy. En otras ocasiones, nos íbamos a la casa-tienda de la mamá de Landi Valdez (que estaba enfrente del muro de la Finca La Polonia, a la par de la oficina de la Compañía de la Luz Eléctrica") pues Andrés era amigo de ellos.   

Resulta que esta mañana, aquí en la soledad del cuarto de hotel, me puse a escuchar música por internet y empecé a buscar "viejitas" y en una de esas, sonó esta bella canción que inmediatamente me hizo recordar esos bellos e inolvidables momentos de mi infancia que menciono en esta "Babosadita" y en los cuales, aparecen bellas y queridas personas que me ofrecieron cariño y a quienes ahora, al recordarles con nostalgia, les digo que aprecio mucho sus atenciones, que les recuerdo con cariño, y que deseo que su vida, esté plena de felicidad, de paz, de bonanza. Les llevo en el alma y muy difícilmente les voy a olvidar porque olvidar a personas bellas y buenas, es muy difícil, ¡ah... qué Difícil es!  

¿Y usted, querido/a hermanito/a, le recuerda algo esta bella canción? Espero que la disfrute.

Salú,

 

viernes, 12 de septiembre de 2014

Sangre Armeniense, Presente en San Antonio Texas

Cipotada chula,

Sabiendo que me encontraba necesitado de un refugio para calmar mi atribulada alma, así como mi cansado cuerpo y mi abatido espíritu, el querido hermanito de raza, Minchito Cienfuegos me invitó a que le visitara a él y a su apreciable familia, en su residencia localizada en las afueras de la ciudad de San Antonio, Texas, mas precisamente en los alrededores del poblado de nombre Poteet.

Pues bien, hacia ahí me desplacé un día hace un par de meses, desde la ciudad de Nuevo Laredo en México, adonde estaba asignado entonces. Aunque Minchito ya me había contado algunas cosas acerca de su familia, de su hogar, de sus tareas, etc. la verdad es que, al llegar al lugar y conocer a su familia, la alegría y deseos de ver a tan querido amigo después de unos 32-33 años, se convirtieron en una agradable oportunidad de disfrutar y deleitarme de tantos y tan variados sentimientos y sensaciones en un ambiente sano, fresco, amistoso, respetuoso y lleno de fraternidad.

Resulta que me tocó esperar en la entrada del hermoso rancho de Minchito, adonde tiene su residencia pues, aquel andaba haciendo unos mandados, según me dijo, aunque su linda hija Claudia María me había invitado a pasar adelante. En cuestión de unos 20 minutos llegó Minchito a quién al nomas verlo, lo encontré tan jovial, como la última vez que lo había visto allá en Los Ángeles y así como siempre ha sido él, pero ahora, su personalidad se recubre de una sabiduría que se le nota por medio de sus palabras, de sus expresiones, así como de sus conceptos sobre la vida y sobre las diferentes situaciones que ocurren en los alrededores. A su familia, no la conocía pero, al entablar pequeñas conversaciones con ellos, pude rápidamente captar la grandeza de su persona y personalidad que la manifiestan a través de sus palabras pero mas importantemente, por su comportamiento, por su lenguaje corporal que les hace ver y lucir, como jóvenes ejemplares, de buenos modales, de valores, de principios y de buenos sentimientos. Son además, jóvenes destacados.

Después de un efusivo y sincero abrazo fraternal,  y ya una vez adentro de la casa, nos pusimos a platicar de cosas de la cotidianidad nuestra, es decir, no hablábamos de las cosas que bien sabíamos que teníamos que hablar y sobre las cuales, lo haríamos en una ocasión mas tarde, es decir, hablar sobre las cosas que tenemos en común, sobre la familia vieja (nuestros antecesores), sobre las personas queridas, sobre nuestros recuerdos de la infancia-juventud vivida allá en la bella y querida Armenia, sobre muchas cosas mas que en algún momento, pensamos hacerlo y que por diferente razón o circunstancia, no lo habíamos hecho, pero ahora, se presentaba esta excelente oportunidad y no estábamos dispuestos a dejarla pasar...  

Llegó la respetable esposa de Minchito, doña Blanca Estela, mas tarde llegó Benjamín Jr. y sin darnos cuenta, también llegó el atardecer acompañado de la impresionante luna que contenta, nos veía desde su castillo azul, comprobando y aprobando la alegría que sentíamos Minchito y yo, al finalmente concretar esta reunión de amigos/hermanos.

Y ella misma, la luna, fue testigo de aquella, larga y amena charla que sostuvimos, una vez que Minchito ya estaba mas tranquilo pues Carlos David, su segundo hijo, había arribado a casa después de haber salido desde San Antonio, adonde estudia y trabaja y así, nos fuimos plática y plática, recordando y preguntado cosas, caminando por el terreno del rancho de Minchito, o por el corral acariciando los caballos, o allá en el corredor arriba en el segundo piso de la casa, adonde se nos llegaron las 2 y media de la madrugada del otro día, que ya tenía otro nombre, era... ¡Domingo!

Ya el domingo, nos encaminamos al hogar de un amigo de la familia de Minchito quien en su casa, tiene un espacio para reunirse en congregación para leer la biblia y seguir la enseñanzas de la fe Cristiana.

A mí, me recibió este señor con suma confianza y amabilidad con las cuales, se me hizo muy placentera la ocasión; hablábamos en plena camaradería bajo los árboles aquellos que nos ofrecían sombra y frescura en el calor del verano tejano; en eso, pasamos al lugar de oración adonde los jóvenes habían ya preparado el escenario, ajustado los aparatos, afinado los instrumentos, y se mostraban listos para ofrecernos un concierto musical.

Realmente, confieso que desde la primera melodía, quedé MUY GRATAMENTE sorprendido por la sincronía, por la fidelidad, por la rítmica, por la melodiosa y muy compagina presentación de estos jóvenes quienes, con sus otras melodías me hicieron comprobar que verdaderamente son unos grandes y muy talentosos artistas musicales.

De corazón quiero decir, por este medio, a Benjamín Jr. (voz y guitarra líder), Carlos David (Bateriísta), Claudia María (segunda voz y guitarrista) y a doña Blanca Estela (segunda voz femenina y coro), además del joven Moisés Pérez, que me dejaron totalmente embelesado con su repertorio musical, ustedes son unos verdaderos artistas y de manera humilde, al agradecerles por su inmaculada presentación, les invito a que sigan cultivando el bello arte de la música Cristiana.

A mi querido hermanito Minchito, nuevamente va lo que te he dicho muchas veces pero que se hace menester repetirlo una y otra vez mas: ¡gracias un millón de veces por tu amistad, por tu sinceridad, por tu bondad!

Te agradezco, a parte, con mucho énfasis, por tu valiosa ayuda económica que le das al joven armeniense, Miguel Molina para sus estudios universitarios, que Dios te bendiga y te dé mucho mas.

Gocé mucho al visitar tu casa, conocer a tu familia y charlar, espero en Dios se nos vuelva a conceder otra oportunidad.

Un abrazo.   



















¡Nos Escriben!

Cipotada chula,

El señor de nombre Atanacio Miranda, escribió ayer estos dos mensajes en referencia a un artículo en esta nuestra "Página Oficial Buchona" que coloqué hace algunos meses, titulado: ¡Ya Pitó El Trén!.

Agradeciendo mucho al señor Miranda, por visitar, leer y comentar, con gusto traigo estos mensajes que el escribiera ayer:



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¡Que bonitos recuerdos de Armenia, "tierra 

de chivazos", Gracias por las fotografias.

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Gracias por tan bonitos recuerodos de

Armenia, "tierra de chivazos".

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martes, 2 de septiembre de 2014

Deprimido... ¡Muchas Veces!

Cipotada chula,

Por aquí les cuento esta "Babosadita" que recordé y con la cual, asocio esta bella canción del grupo Chicago.

Era una hermosa noche estrellada del mes de Agosto, el año: 1973, en la siempre bella Armenia. La ocasión, una boda que se celebraba en la casa de la familia Suncín, quienes seguramente le habían prestado la casa a la pareja que se "amarraba", para llevar a cabo la fiesta de recepción, después de la realización del evento religioso en la iglesia parroquial, por parte del cura local.

Pues bien, como a eso de las 2 de la tarde, ya se empezaba a notar el movimiento en dicha casa de la familia Suncín, la cual está localizada cabal, enfrente de la casa de mis abuelitos adonde crecí junto a mis hermanos, Lupita y Balmore; unas personas se dedicaban a poner sillas y mesas, otras a colgar en las paredes adornos de papel, otras a preparar los bocadillos y refrescos que ofrecerían a los invitados a la fiesta, etc. 

Unos años antes (en el 1969), con eso de la guerra contra un hermano país a la que los corruptos gobernantes de entonces nos habían embrocado, regresó al pueblo un grupo de jóvenes que había prestado el servicio militar y que precisamente habían ido a luchar a esa guerra fratricida y estúpida, entre estos jóvenes recuerdo a Oscar Montoya "Mondongo", y a Roberto Garay "Muñeca" y otros de quienes no recuerdo o no sé su nombre. Para subsistir, estos jóvenes buscaron algunos medios que les permitiera salir adelante, Mondongo aprendió la mecánica de banco y se dedicó a eso, por medio de un pequeño taller que abrió en el patio de la casa de su abuela; Roberto "Muñeca" adquirió un sistema de sonido con el cual amenizaba fiestas y así, es como Roberto fue contratado para que amenizara esta boda de la cual hoy estoy hablando.

Roberto llevó su sistema de sonido, en un pick up como a eso de las 4 y media de la tarde, a las 5 ya estaba haciendo pruebas de sonido y cuando la pareja recién casada, seguida de la fila de invitados llegó a la casa, el famoso y reconocido sonido del "Sueño de una noche de verano" de Mendelssohn, empezó a inundar el ambiente. La pareja se dispuso a bailar y acto seguido, lo hicieron los demás bailarines, mientras otros se encaminaban por otros senderos (en busca de comida unos, otros trás el "guarito").

No recuerdo los nombres de los que se casaron esa noche, pero si recuerdo que eran personas jóvenes, inexpertas y sin profesión alguna que pudiera servirles en el futuro para su sobre-vivencia. Yo, siendo un mozuelo de 16 años, apreciaba en la distancia (arriba de la persiana la puerta de la casa) el espectáculo que ofrecían los ahí presentes al verles bailar y sobretodo, escuchando la música que ofrecía "Muñeca", en eso, sonó esta bella canción que traigo a cuento ahora y la cual, no había escuchado antes. Me llegó el ritmo y sin dudarlo, me fui (sin que me vieran mis abuelitos) a meter a la fiesta, para preguntarle a "Muñeca" el nombre de dicha canción, así como para pedirle que la volviera a poner porque yo quería bailarla. Se llama "Deprimido" me dijo Muñeca, y ya la voy a poner otra vez porque a mí también me llega.

Aquel puso otra vez esta canción, yo la bailé y en una de esas, noté que desde mi casa, estaban viéndome bailar, por lo que me agaché un poco y al terminar la canción, me escabullí y en un santiamén, me salí hacia la calle. Me fui al andén de la casa de la tía Yita y en ese momento, al ver bailar a la pareja recién casada, no sé porque razón, se me vino el presentimiento que esa pareja no duraría mucho tiempo casada. 

¡Están muy jóvenes! -pensé-, ahora todo lo ven de vivos y brillantes colores pero cuando, pase algún tiempo y surjan necesidades o cuando sufran alguna urgencia, empezarán los reproches, y poco a poco, se irá deteriorando la cosa. En ese mismo instante, me prometí casarme solamente, cuando tuviera la certeza de poder darle a mi familia, de lo mínimo requerido para salir avante. 

Roberto, volvió a poner "deprimido" y de nuevo, toda la gente se lanzó al piso de baile, yo, escuchaba desde la distancia aquella bonita canción de la cual no entendía ni "J" pero que sin embargo, me gustaba, me llegaba, es que es ritmo me "asombraba", me embriagaba, al mismo tiempo que me llenaba de una tristeza inexplicable, es decir, me hacía sentir una extraña nostalgia por algo que no había sucedido y que no tenía razón de ser, sin embargo, estaba ahí, presente, viva... Yo, no me daba cuenta que era una presagio de un estado emocional al cual yo estaría sujetado muchos años después y ante el cual, llegarían lágrimas puras, limpias, sinceras las que se repetirían, muchas veces, muchas, cada vez que escuchara esta canción, cuando observara una pareja de recién casados, o mas aun... ¡cuando estuviera triste (o deprimido)! 

Y usted, ¿recuerda esta canción?, ¿le trae recuerdos?

Gracias por haberme acompañado hasta este punto.  

Un abrazo.  




Datos personales

Salí de la "Tierra Linda" en 1979 y siempre soñé y añoré con regresar y ver a la gente querida y a los lugares que me vieron hacer muchas cosas allá hace muchos abriles ya...