martes, 4 de noviembre de 2014

Recordando Cosas de Infancia

Cipotada chula,

"Hay recuerdos que están ahí, presente en la mente, en la memoria de uno y que, al menor indicio, salen a flote. Y unos de estos recuerdos lo hacen con tanta fuerza, con tanta claridad que incluso parece que fueron hechos sucedidos recientemente, aunque en unos casos haya pasado ya mucho tiempo entre ellos y nuestro presente, nuestra actualidad, nuestra realidad".



- ¿Y cuando vamos a ir a andar en bicicleta, otra vez? Me preguntó Paco, mi querido cherito de infancia, Francisco Elne Zepeda Barahona.

- Pues no sé cuando pueda ir...
- ¿Por qué?, ¿no te gusta ir ahí por la finca?
- Si, claro que sí papá,
- ¿Entonces?
- ¡Lo que pasa es que se le ponchó el tubo de la llanta de atrás, hombre!
- ¿Y por qué no se la arreglás?
- Porque ya no tiene arreglo, está bien roto el tubo, tiene un hoyo bien grande...
- ¡Entonces comprate uno nuevo!
- Si, como no... ¿y con que pisto?, además, aquí no venden tubos para llantas de bicicleta,
- Tenés razón, man. Bueno, ahí me avisás cuando tengás lista tu bicicleta para ir a dar unas vueltas por la finca.

Paco, se refería a la Finca La Polonia, mas exactamente a la parte de los cafetales que esta finca tenía ahí por la casa de ellos, es decir, ahí por la calle que abrieron cuando lotificaron esa finca, la misma calle que empieza en la cuadra de la casa adonde estuviera la famosa "escuelita" y que encamina hacia el norte y que termina (¿terminaba?) en un paredón en bajada hacia la carretera que conduce a Sonsonate. Son aquellos bellos cafetales que estaban atrás de la cancha de la estación, los mismos que llegaban hasta la Finca La Palmira y que junto a los frondosos y altos palos de Madre Cacao, de Cedro, de Maquilishuat, de Pepeto, de Volador, Conacaste, etc. servían de pulmón a la ciudad y de sustento a los trabajadores durante la temporada de cortas.

Paco y yo, nos íbamos muy seguido a pasear por esos bellos parajes pues las calles y veredas eran planas y seguras para andar en bicicleta, además la sombra que aquellos nobles árboles proporcionaban, le daban un toque mágico y único al momento, mientras nos desplazábamos a toda velocidad en apuesta, cada uno con nuestra "fiera". La de Paco era una bicicleta Peugeot color verde, de manubrio tipo "cacho" que su papá, don Tanchito le había comprado y la mía era una Raleigh color rojo, manubrio "recto" (así como la bicicleta del dibujo que muestro abajo), que mi primo Mario me había regalado, antes de emprender su viaje a los "Estamos Sumidos".

Pues bien, en varias tardes recuerdo haber ido a la casa de Paco y de ahí, irnos a estos parajes bellos de esa finca que eran prácticamente solo para nosotros dos pues nadie, nadie se veía por esos lados, solamente de vez en cuando a alguno de los vigilantes o trabajadores de la finca quienes ya conocían a Paco y pues, no nos decían nada, además de saber nosotros que en caso que nos salieran al paso y pretendieran detenernos, no lo podrían hacer pues los evitaríamos con nuestra agilidad y nos escaparíamos con nuestra velocidad que las piernas jóvenes y fuertes nos proporcionaban.

Lindo sentía el aire fresco golpear mi cara infantil y la adrenalina subir de intensidad y llegar a toda mi humanidad, en esas bellas e inolvidable tardes de allá, mi querida y bella Armenia; momentos preciosos que ya no volverán, momentos que se han quedado enmarcados en mi vida, momentos que ahora aprecio con mucho valor, momentos que quisiera volver a vivir y que, al no poder, se vuelven referentes de una vida sana, linda, humilde, fraterna y en este caso, de amistad sincera que data de hace muchos años ya, con un amigo que puedo decir, está por siempre en mi alma, del querido Paco, al que algunos le dicen Paco Muerte y a quien yo nunca, NUNCA le llamé así pues para mí, Paco es simplemente: "Paco, mi hermano".

Camino al parque iba un día, como a eso de las 2 de la tarde, cuando me encontré con Paco, quien venía en su bicicleta.
- ¡A buscarte iba!
- ¿Y eso?
- A preguntarte ¿si ya tenés el pisto para comprar el tubo de tu bicicleta?
- ¡No hombre solamente tengo dos colones!
- ¿Y cuanto cuesta?
- Cuesta 2 colones con 60 centavos, man...
- Mirá, yo tengo una peseta aquí, le voy a ir a pedir a mi papá un tostón y nos vamos a Santa Tecla a comprarlo, ¿oíste?
- ¡Puta, Paco!... ¿y como vamos a hacer para el pasaje?
- Sos maje, Monsiour... ¡nos vamos a ir en mi bicicleta, maje!
- ¿Qué decís?
- Si, nos vamos a ir en mi bicicleta, una rato manejo yo, vos te vas en ancas y cuando me canse, manejás vos y así le hacemos...
- vaya pues, está bien, voy a ir a la casa a traer los dos colones, ¿adonde nos vemos?
- Ahí en la esquina del comedor de la niña Orbe, por la alcaldía,
- Está bueno.
Fui a la casa, agarré los dos colones que había guardado en medio de una viga y la lámina del techo de una pequeña bodega que tenía mi abuelito (QEPD) y me encaminé al sitio acordado; aquel ya me esperaba con una cara de desaliento.

-¡No me quiso dar el "tostón" mi papá! -me dijo-, solamente me dio 25, nos faltan 10 centavos todavía, ¿vos creés que te le den en 2.50?
- No creo, man...
- Puta, nosotros vamos a ver y si nos dicen que no, pues nos regresamos y ya, ¡vámonos!
- Vámonos pues.

Y agarramos hacia el desvío, Paco al manubrio y yo, en ancas. Cuesta abajo, no hubo ningún problema y en cuestión de unos dos o tres minutos, ya estábamos allá abajo en plena carretera rumbo a Santa Tecla, seguimos por la curva pasando por el puente viejo sobre el río Agua Caliente (que a esta altura ya estaba contaminado con las aguas negras del pueblo que son vertidas ahí por el inicio del desvío) y pasando las Tres Ceibas, aquel me dijo:

- ¡solo voy a manejar por esta bajada y en Copapayo te toca a vos!
- Está bueno, yo me la llevo de ahí...
Al llegar a Copapayo, agarré el manubrio y empecé a remar y a remar, llegando a Amatemarín, ya no aguantaba el cansancio y le dije a Paco que ya le tocaba a él.
- ¡No jodás, Monsiour! vos solo un poquito has pedaleado, dale mas, lleguemos por lo menos a Ateos y de ahí me la llevo a las 600, ¡dale!
- Lo que pasa es que a vos solo de bajadita te ha tocado, Paco.
- ¿Qué decís?, ¡yo me la traje desde Armenia hasta Copapayo!
- Si, ¿ya ves?, solo de bajada...
- ¡Está bueno, dámela!

Aquel agarró nuevamente la bicicleta y después de unos cuantos metros, dio media vuelta y agarró de regreso a Armenia.

- ¿Qué pasó?
- ¡Qué vos no querés pedalear, solo querés que yo lo haga, mejor ya no vamos!
- No, no es eso Paco, lo que pasa es que...
- Además, ¡si el que tiene necesidad sos vos, maje!
- Vaya pues, está bueno, ya no vayamos...
- ¡Y callate Monsiour, no me vayas a enojar porque te bajo y te va a tocar irte a pata!

Silencio de mi parte hasta que al llegar a Copapayo, aquel me preguntó si no tenía sed. Es que vio que ahí estaba una señora con una mesa pequeña, vendiendo fresco y meneitos. Le respondí que si, entonces aquel se detuvo y nos echamos un fresco cada uno. 

Agarramos camino de regreso, yo manejaba pero, al llegar a la empinada antes de llegar al lugar adonde está la escuela de las Tres Ceibas, ya no podía mas por lo que nos bajamos y le dimos a pata hasta llegar a la planicie, de ahí seguimos encima de la bici y cuando pasábamos por el puente, decidimos no irnos por el desvío sino que agarrar por la calle de tierra que pasaba por la entrada del cementerio, después de pasar por los terrenos adonde un tiempo después construirían la Escuela Juan José Solórzano y el INA mas adelante, enfrente de la calle que conduce a la Colonia San Antonio, mejor conocida como Colonia "El Mico", en ese tramo, aquel me pidió disculpas por haberse enojado conmigo allá en la carretera, al tiempo de prometerme que cuando consiguiéramos todo el pisto para el tubo, iríamos a comprarlo a Santa Tecla. Le respondí que no había problema que le agradecía su interés y que con gusto iríamos mas adelante.

Llegamos a la casa de mis abuelitos adonde me quedé, mientras aquel siguió rumbo a su casa.

Y ahora, me estuve acordando de esto, ¿que le parece?

Este dibujo es del tipo de bicicleta que yo tenía:



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Salí de la "Tierra Linda" en 1979 y siempre soñé y añoré con regresar y ver a la gente querida y a los lugares que me vieron hacer muchas cosas allá hace muchos abriles ya...