domingo, 10 de abril de 2011

Gracias Ramiro...

Querida Cipotada Chula,

Aclarando que, si no me lo hubiera pedido Ramiro, yo no publicaría esta bella muestra de amistad, pero si igual me la llevaría al alma, para atesorarla como algo apreciado y precioso para mí.

No la publicaría pues no quisiera dar la impresión de buscar reconocimiento y de actuar de manera ególatra, no porque no la apreciara pues si de apreciar y agradecer habláramos, simplemente no tendría palabras para denotarle a Ramiro mi enorme y profunda deuda por tan excelso regalo.

De tal manera que, muy agradecido por tan enorme presente, por sus buenos deseos en este día  de mi cumpleaños y también por su solicitud de publicarlo en esta nuestra “Página Oficial Buchona”, reitero mi cariño, mi respeto y mi sincera promesa de siempre estar dispuesto a ayudar, a colaborar, a escuchar y si fuera necesario, sugerir, basado en la experiencia que la vida me ha ofrecido y en la sabiduría (cualquiera que sea el nivel de esta) con la que Dios me ha favorecido.

Gracias Ramiro y aquí le cumplo:

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Se define como un hombre visionario y comprometido. Cuando niño, según él mismo cuenta, fue callado y solitario, y gustaba de los lugares en los que podía apreciar la naturaleza y el silencio. Pero a medida que fue creciendo, se fue haciendo más aventurero y fue adentrándose poco a poco al mundo de la juventud.
Pocas veces jugaba lo tradicional. Le encantaba crear sus propios juegos, y se divertía poniéndolos en práctica. Jamás fue un niño de escuela. Se iba de pinta con sus amigos, y frecuentaba “la piscina” de Tutunilco en las horas en las que debería estar estudiando. Creció, y las travesuras de la edad lo llevaron a aventuras que hoy cuenta con emoción y que recuerda con alegría, aunque más de una vez lo metieron en problemas.
Sin duda, el hecho de haber crecido en un hogar de maestros incidió en su personalidad, que hoy le caracteriza por su fervor de “no darle el pescado a la gente, sino enseñarle a pescar”. Y eso también incidió en el liderazgo que, desde joven, ha mostrado como una virtud natural. Sus amigos de infancia y juventud no dudan en afirmar que desde adolescente, él era quien dirigía todo en lo que se involucraba, y eso le dio un gran respeto entre los muchachos del pueblo. Sin duda una de las experiencias inolvidables fue cuando representó a su institución educativa en un programa nacional en el que hasta excursión organizaron.
Siempre ha pensado con visión. Probablemente haya sido eso (acompañado del simple pecado de ser joven en el siglo XX) lo que haya tenido que obligarlo a dejar su país y refugiarse en el extranjero, ante un El Salvador asediado por un sangriento conflicto armado que, en ese entonces, apenas se estaba gestando.
Lamenta mucho, me dijo una vez, haberle entregado gran parte de su vida a un país ajeno. “Haber ido a dejar su fuerza productiva por allá”, en sus palabras. Sin embargo, eso no ha sido impedimento para que regresara, acompañado de muchos de sus hermanos de raza (un elenco de titanes tan visionarios como él), a acompañar a los jóvenes de su pueblito que, como una vez ellos lo hicieron, soñaron con una Armenia mejor.
El día en el que conocí personalmente a Edgardo Posada, parecía yo haberme vestido con el primer trapeador que encontré. Faltaba media hora para que comenzara el primer evento de JOPROAR, el homenaje a don Jehová Guerra, y estábamos moviendo todo de un lado para otro, cansados por haber trabajado en el montaje desde buena hora de la mañana. Cuando bajé la bocina del pick up, me encontré con ese hombre que me preguntó inmediatamente: “¿necesita ayuda, Ramiro?”
Creo que será muy difícil olvidar cuando, justo en el kiosco del parque de nuestra amada Armenia, así, todo sudado y mugre como yo andaba, el Monsiour me dio un abrazo y me dijo: “yo soy Edgardo Posada, de AURA, y de verdad me siento muy orgulloso de esto que están haciendo. Le agradezco por haberse comunicado conmigo”.
Ese día, que por cierto ocurrió hace poco más de un año, se gestó un pacto que trascendía a una simple alianza entre un grupo de hermanos en el exterior con un movimiento de jóvenes voluntarios… Ese día, se hermanaron dos generaciones buchonas con un ideal de futuro.
Mucho ha pasado desde ese 28 de Marzo en el que conocí a don Edgardo, y eso me hace estar convencido de que Dios no hace nada por gusto. Conocimos gracias a él a muchos buchones que admiramos, como Margarita Durán, Luis Núñez, Abraham Figueroa, Benjamín Posada y Francisco Zepeda. Él valientemente me defendió cuando unas personas me acusaron por el hecho de hacer labores por la juventud. Su sabio consejo me ha servido en innumerables ocasiones, y no me avergüenzo de decir que estoy a sus órdenes para lo que él me necesite, porque se ha ganado ese gran lugar en los jóvenes de la Tierra de Chivazos.
Hace poco, en un programa de nuestra radio, la Máster FM, dos titanes buchones, Francisco Ábrego y Tito Mira, hicieron un comentario que no olvidaré jamás.
“Por aquí tenemos saludo muy especial de parte de nuestro amigo el chivazito Ramiro para Ed Posada, que nos escucha en Tijuana, México”
“Fíjate Tito que Ramiro es muy amigo de Ed Posada…”
“¿Ah, sí?”
“Sí, el monsiour es el mentor del morrito”
“Pues qué bueno, Francis, que haya personas como Ed que estén apoyando a nuestra juventud. Eso es lo que necesita Armenia…”

Entregado y apasionado. Sumamente sentimental. De carácter fuerte, pero de destacable prudencia. Un orador cautivante y un compañero de incondicional lealtad. Un escritor jocoso y un bailarín divertido. Con un sentido del humor tan puntudo que le saca un chiste a la primera mosca que pasa. No le gustan las despedidas. Similar al mítico Aslan, de las novelas de C. S. Lewis, se marcha sin despedirse, pero anuncia con anticipo su esperanzado regreso. Se enoja descomunalmente cuando escucha la expresión “hermanos lejanos”, y se le llena el corazón cuando recuerda la Patria de antaño.
Este es un humilde homenaje a “El Monsiour”, Edgardo Posada, un amigo, un maestro, un padre y un evidente ejemplo a seguir. Un hermano cercano. Un guerrero buchón.

 
¡FELIZ CUMPLEAÑOS, MONSIOUR!

Son los deseos de…

Ramiro Navas
(El Morrito)

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Salí de la "Tierra Linda" en 1979 y siempre soñé y añoré con regresar y ver a la gente querida y a los lugares que me vieron hacer muchas cosas allá hace muchos abriles ya...