viernes, 20 de abril de 2012

LA PUPUSA HAWAIIANA, HECHA Y ECHADA POR UNA COCINERA ARMENIENSE

Cipotada chula,

Esta mañana leí este ameno artículo de mi amigo, el señor Edgardo Quintanilla que, no solamente me gustó por su contenido sino que también porque curiosamente en él habla de dos personas armenienses, razones por las cuales, decidí traerlo y mostrarlo en esta, nuestra "Página Oficial Buchona", en espera que sea de su agrado, aquí está:

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LA PUPUSA HAWAIIANA


Edgardo Quintanilla (*)  

Para Carlitos Rodríguez

LOS ÁNGELES -  Bien podría escribir esta noche de primavera sobre Colombia y sus prostitutas, el pretencioso reto de Romney que quiere recaudar casi un billón de dólares para derrotar a Obama, ó la pantomina del FMLN de lanzar al vice-presidente salvadoreño para presidente.   

Decidí echarme unas pupusas en “Con Sabor” en la esquina de Redondo y Venice, paredes amarillas, la estación “The Wave” en los parlantes.   Le estaba explicando a mi hijo mayor que la comida salvatrucha es suculenta, no por ningún suc sino porque es lenta, cuando me tomaron la orden.  Pedí una pupusa hawaiana mientras me refrescaba con agua helada, ya que el nivel de azúcar de la horchata de semilla de morro, la ensalada refrescante, o cualquier
imitación de la Kola Champán, es muy elevadísimo para un hombre mayor de 50.  

La cocinera, Gloria, originaria de Armenia, la tierra sonsonateca de mi querida amiga Mireille Escalante Dimas—la olvidada y única sobrina directa de Consuelo Suncín de Saint-Exupéry, me hizo rectificar cómo era que quería la pupusa “jaguayana” porque nunca había escuchada de ella, mirándome bien seria como que yo estaba bromeando.  

“Queso, jamón y piña”, le dije dándome cuenta que iba a ver la realización original de una idea. 17 minutos más tarde me la trajeron ya que había otros comensales y pedidos anteriores.   Todo negocio tiene su ritmo y gracia.    

El tipo original y orgánico de maíz usado en las tierras de los actuales cantones salvadoreños ha desaparecido.   En lugares como el Cantón Calzontes Abajo, El Shiste, Joya Ancha Arriba,  El Tigre, Flor Amarilla, Agua Blanca, San Francisco Porfiado, Las Lajas, Los Hoyos, por ejemplo, tal vez solamente el recuerdo queda.   La pupusa original es la de solo frijol, sin importar el color, así también la de chilipucas, una especie de frijolillo.   Luego están las que llevan frijoles con pito, epazote, mora, ó chiílín, y las que fueron combinadas con la mantequita del venado de cola blanca.   

No he encontrado un estudio universitario que se enfoque en la relevancia, simbolismo, mitología, filosofía e historiografía de la pupusa frijolera, la autóctona, la del frijol de tiempos remotos, la hecha en comal de barro calentado por leña ardiente y hechas a mano de mujer.    Que yo sepa no hay ningún restaurante en Los Ángeles donde hagan pupusas en un comal de barro calentado por leña ardiente, porque si lo hubiera, el municipio angelino lo clausuraría inmediatamente por el uso de un utensilio de barro insalubre para cocinar.    Los símbolos sagrados de lo que vendría a ser El Salvador fueron forjados en la unión de la pupusa de frijol y la yuca, una historia que la dejo para otra ocasión.

Las populares pupusas de queso y las revueltas (con chicharrón bien molido) fueron echadas con el arribo de los descendientes de europeos, árabes y africanos en el siglo XVI cuando éstos trajeron los ancestros de las vacas, las cabritas y los puercos que ahora viven en El Salvador y donde siguen siendo sacrificados.   Lo que quiere decir que las pupusas de queso y revueltas nada tienen que ver con la gastronomía maya, nahuatl, pipil.    Se podría usar el concepto de pupusa “criolla” para catalogar a las de queso y las revueltas, estas últimas mal llamadas “mixtas” en ciertos restaurantes de comida salvadoreña y mexicana en el Valle de San Joaquín, California.  

La misturanza culinaria crea nuevas formas en el ideario pupusero.   Si Nietzche las hubiera comido, habría concordado que hay varias perspectivas de cómo ver una acción, un objeto, un concepto, una idea, un placer, incluyendo a la pupusa guanaca, y que en esas múltiples formar de sentir surgen las bellezas del arte, ya que la pupusa de ayer no es la misma del presente.

Así que en una noche de abril de 2012 fue echada en “Con Sabor” la primera pupusa “jaguayana”, que de jagua nada tiene, sobre una plancha metálica calentada por un fogón de gas bajo el vaho de modernos focos eléctricos incrustados en el cielo.   Ya que con hambre todo es bueno, me hizo sentirme relajado y pensar en los tumbos de la playa de Waikiki.   Gracias por regar la bola que yo fui el inventor. 

Este es el primer artículo en todo el universo que se publica en cualquier idioma que trata de la pupusa hawaiana.

(*) Abogado de ley migratoria en Los Ángeles y columnista de ContraPunto

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Salí de la "Tierra Linda" en 1979 y siempre soñé y añoré con regresar y ver a la gente querida y a los lugares que me vieron hacer muchas cosas allá hace muchos abriles ya...