jueves, 23 de diciembre de 2010

La Armeniense: Consuelo Suncín, La Condesa de Saint Exupéry XLIV, XLV y XLVI

Cipotada chula,

Aquí hay mas sobre nuestra querida Condesa:


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Yo, ignoraba que mis cartas, le evocaban la nostalgia, de su familia.

La carta de mí tía Consuelo, del año de 1967, dice así

“””MIRITA,

Llueve finalmente, suavemente,...las gotas de agua bordan los vidrios de mi auto y yo frunzo el ceño, pues mi carrito viene de estar nuevamente pintado color perla, y cada mojada hay que pasarle la gamuza… esta mañana me salí de la camita a las 6 de la mañana, fui a misa a Cabris, un “pueblecito” a 4 kms. de Grasse atravesando este último pueblo sin bandera y colores de la Republica Francesa General De Gaulle (el Presidente llega pasado mañana por aquí… es aburrido tener la visita de esos personajes -no se puede circular libremente hay que hacer las compras donde hay… para mañana y en casa tengo un matrimonio americano, amigos muy buenos, gente de mi edad, hablamos inglés solamente.

Y el día se pasa volando en asuntos domésticos. Cuando deseo tener algunos momentos para mí, dibujos o correo, tengo que madrugar o trabajar de noche… Me he sentado en un café a esperar que abran las tiendas de libros a las 9 de la mañana… así que aprovecho para agradecerte tu cartita. Yo no sé lo que valen ahí 10 francos nuevos… es lo que tengo en el bolsillo cuantas cartas normales puedes poner con diez francos nuevos, a ver si te llegan estos diez francos, pues Pepe me dice que sin papel carbón la máquina (que examinan las cartas para ver si hay dinero…) lo tomarán. 2- Si te llegan y mando esta esperando te lleguen, te besa tu tía Consuelo.

Ed se porta mal no escribiéndome, a mí no me importa que no me escriba. El se hace daño el mismo.

Adiós, tu tía Pajarito””””.

De esta carta del año 1967, podemos deducir, que mi tía Consuelo, fue seguidora y una gran admiradora del Presidente de Francia, General Charles De Gaulle, lo describía como un gobernante que tenia “mano de hierro con guantes de seda”-esa figura me gustaba, por ello, me la aprendí de memoria- pero, la verdad, jamás me interesó el significado.

Mis preocupaciones de ese entonces, eran aprobar las materias de la Facultad de Derecho, pues a medida que me adentraba en la carrera, se ponía más difícil el estudio; y tenía que dedicar tiempo a leer los diferentes códigos con sus respectivos comentarios; ya no disponía del tiempo como cuando comencé a estudiar en el año de 1964. Por otro lado, mi madre, Dolores, me repetía continuamente que “el tiempo perdido hasta los Santos lo lloran”, es posible, que por esa razón, dejé de escribirle tan seguido. A ella le gustaba, si hubiera podido hacerlo cada día, que le escribiera.

Además, ya mis cartas, no llevaban noticias frescas, nuevas, y el estar repitiendo lo mismo, no me gustaba, tenía que dejar evolucionar un poco más el transcurso del tiempo… pero, mi tía Consuelo, interpretaba mi silencio como que no tenía dinero para las estampillas del correo, y ella sabía, que aún no era profesional, y por lo tanto no manejaba dinero; en esta cartita, me enviaba 10 francos nuevos franceses para que los usara en sellos postales, y le continuara escribiendo.

Por relatos de mi hermano Edgar, conocía a “Pepe”, expresaba que lo había dejado para que la asistiera en el cargo de “Secretario de la Señora Condesa,”

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le evitaría la soledad – el fantasma que la persiguió toda su vida; a Pepe, también mi tía Consuelo me lo había presentado por carta.

En el año de 1972, la última vez, que mi tía Consuelo, visitó El Salvador, trajo consigo a Pepe, conociéndolo personalmente. Me pareció un señor con una personalidad atractiva, a pesar de que ya estaba “grande”; él había sido muy amigo de mi hermano Edgar, y fue un fiel servidor de mi tía Consuelo, quien agradecida, lo nombró “legatario Universal” de sus bienes al momento de su defunción. Desde el año de 1961, fecha que entró a trabajar en el cargo de Secretario de la Señora Condesa, hasta la fecha de su fallecimiento, 28 de Mayo de 1978, la acompañó y la cuidó hasta el último momento de su vida. A pesar, que a veces fue dura con él. Yo presencié, una vez, un regañó muy severo que le hiciera mi tía a Pepe y él, no replicó, ni protestó, sin siquiera dar una explicación.

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CARTA DE MI TIA CONSUELO PARA MI
 
“”””MIREYA CHERIE.

He recibido tu cartita desde antes de Noel no he recibido noticias tuyas y no me has dicho si o no recibiste mi regalo de navidades. Poca cosa, 50 francos nuevos franceses-pero da pena que se pierdan los gestos de ternura…hoy te repito el envío de 50 francos nuevos-


Dios quiera estés bien portadita. No me gusta que estás tan gordita son las glándulas- debes ver a un doctor y seguir un régimen tienen que hacerte un examen que se llama –metabolismo basal- míralo en el diccionario metabolismo basal- para saber como andan las glándulas, sin la armonía de las principales glándulas, uno se engorda mucho y se siente uno muy mal y nervioso pues al Hospital Americano es un buen dispensario, el hospital necesita aparatos para el examen. Los americanos conocen muy bien esto.


Estoy muy alegre de recibir tus letras quiero que sepas que todas las semanas te escribo.

Pórtate bien y cuídate mucho.

Te abraza tu tía. Cincuenta francos N.F. y a tu madre.

Dame la dirección de Edgardo en Honduras, le han llegado aquí cartas, no sé adónde dirigirlas.””””””””

 
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Llama poderosamente la atención, cuando se refiere al Hospital Americano, conocedor mejor que nadie de los tratamientos. Hace esta recomendación porque en un Hospital Americano, se trató Saint Exupéry después del accidente aéreo del año de 1938; y además ella recibió tratamiento para su enfermedad respiratoria la primera vez en San Francisco, California en el año de 1921.

Me refiero a la personalidad de mi tía Consuelo, porque durante muchos años estuve en contacto con ella, muy cerca de su vida; nos escribíamos al menos, si no cada quince días por lo menos, cada mes, y mi tía Consuelo, me explicaba, que mis cartas siempre la seguían donde estuviera, razón por la cual, ya fuera verano o invierno, siempre recibía mi correspondencia. La dirección a la que siempre escribí fue 24 rue Barbet de Jouy, Paris ,7eme., France; y que si no se encontraba ella ahí, el cartero sabía donde localizarla. Se molestaba conmigo, cuando no le respondía en un tiempo prudencial.

Yo, cuidaba que no se perdieran las cartas enviadas por mí tía Consuelo, llegando incluso a contratar el Apartado Postal Número 967, del Correo Nacional, ubicado en la Calle Delgado de la ciudad de San Salvador, El Salvador. Actualmente el Edificio del Correo Nacional, está en el Centro de Gobierno de San Salvador, El Salvador.

Con mis noticias, la tenía informada de los acontecimientos familiares, del trabajo que desempeñaba Edgar, mi hermano, en el Consulado de El Salvador, en la ciudad de Tegucigalpa, Honduras; sobre el cargo de mi padre, el Dr. Alejandro Escalante Dimas, como Magistrado de la Cámara de Occidente, en la ciudad y Departamento de Santa Ana, El Salvador; de la salud de mi tía Amanda, según el médico, “anemia profunda”, por no diagnosticarle “leucemia”, tratamiento que recibió durante diez años seguidos, con el galeno de prestigio Guillermo Rivera Palomo, además encargado de proporcionarle el medicamento, traído desde los Estados Unidos, por medio de azafatas; veía sufrir en silencio, a mi tía Amanda sin pronunciar un quejido de dolor; la ví luchar entre la vida y la muerte, y me dolía verla cómo iba extinguiéndose la llama de su vida; y le comentaba, del orgullo de su hermana Dolores, mi madre, de que yo, su sobrina, estaba próxima a lograr uno de mis primeros triunfos estudiantiles, estaba a las puertas de titularme de High School, en la Escuela Americana, de la Colonia San Benito, de San Salvador, El Salvador, y además iba a ser reconocida como la PRIMER “Bachiller en Ciencias y Letras de la República de El Salvador” en los exámenes del Ministerio de Educación de El Salvador– debía obtener dicho título como requisito indispensable para ingresar a la Facultad de Derecho de la Universidad de El Salvador.

Fue entonces en el año de 1962, que mi tía Consuelo, nos dió la grata sorpresa, de visitar a su familia de El Salvador, venía además de corroborar mis noticias, a permanecer al lado de su familia, de sus hermanas DOLORES, y AMANDA, de su cuñado Dr. Alejandro Escalante Dimas, y de sus sobrinos, Edgar y yo.

A mi tía Consuelo, le gustaba estar rodeada de su familia, aunque por poco tiempo, no podía permanecer mucho tiempo aquí, por su afección respiratoria. Siempre estuvo consciente que sus hermanas y sobrinos la amaban y estuvieron pendientes de ella, hasta su última hora.




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Salí de la "Tierra Linda" en 1979 y siempre soñé y añoré con regresar y ver a la gente querida y a los lugares que me vieron hacer muchas cosas allá hace muchos abriles ya...